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 ESTUDIOS

 

TRATAMIENTO RESIDENCIAL Y REINTEGRACION COMUNITARIA DE DELINCUENTES JUVENILES

 

Raúl DE DIEGO VALLEJO

Universidad de Valladolid

 

Fernando JIMENEZ GOMEZ

Jesús DE DIEGO VALLEJO

Universidad de Salamanca


RESUMEN

PALABRAS CLAVE

ABSTRACT

KEY WORDS

ANTECEDENTES HISTORICOS

UNA APORTACION EMPIRICA: EL PROGRAMA INSTITUCIONAL DE REINSERCION (P.I.R.)

INSTITUCIONES DE ACOGIDA

SUJETOS

MARCO DE ACTIVIDADES Y TECNICAS DE REHABILITACION

DIFICULTADES

EVALUACION

REFERENCIAS


RESUMEN

En este trabajo se analiza el tratamiento llevado a cabo con 27 delincuentes juveniles (18-29 años) insertos en un programa de comunidad terapéutica, con el intento de validar la eficacia de este tipo de programas. Se analizan brevemente las características de personalidad de estos sujetos: su baja autoestima, su concepto deteriorado y la escasa consideración a los demás. Los resultados indican que los programas de reintegración social en la comunidad descritos en la literatura pueden proporcionar importante información a la hora de desarrollar programas de esta índole. Las conclusiones se analizan en relación a otros tipos de programas de intervención en comunidad.

 

PALABRAS CLAVE: Intervención. Reinserción. Instituciones Cerradas. Comunitaria.

 

ABSTRACT

Evaluated the treatment outcome of 27 juvenile offender enrolled in a therapeutic community treatment program. Attempted to validate a juvenile offender treatment within the community treatment programs. The personality characteristics of male delinquents (aged 18-29 yrs) classified as low self-image, inconsiderate to self, or inconsiderate to others were examined. Results suggest that the community reintegration described in the treatment literature has a basis in psychological theory and can provide information critical to an agency's program evaluation as well as a youth's residential treatment and community reintegration. Results are discussed in relation to the implementation of community correctional programs.

 

KEY WORDS: Community. Rehabilitation. Institutions

 

ANTECEDENTES TEORICOS

Muchos han sido los científicos, teóricos y corrientes de pensamiento que han tratado de analizar y desarrollar estrategias para la corrección de la conducta antisocial (Brody, 1976; García y Sancha, 1985; Segura, 1985). Efectivamente, la necesidad de rehabilitar sujetos antisociales es antigua. Ya en el siglo XVIII Beccaria y Benthan postulaban el castigo como método corrector A últimos del siglo XIX, el positivismo vino a presentar una perspectiva biologicista no demasiado esclarecedora. Posteriormente, el psicoanálisis retomó dicho modelo sustituyendo lo orgánico por lo psíquico. La Escuela de Chicago, al fin, promovió estrategias de prevención y rehabilitación desde una perspectiva ecológica, donde las variables sociales, económicas, normativas e institucionales, se convirtieron en eje arquimédico (Aluja, 1993).

 

En este marco, dos modelos, el de Rehabilitación y el de Justicia, han marcado hitos significativos en la pasada década. El Modelo de Rehabilitación retorna del modelo médico la analogía delincuencia-enfermedad, oscureciendo de esta forma, la naturaleza de la primera, y olvidando que la delincuencia no existe fuera del marco legal o social que la define. Con el Modelo de Justicia (nothing works), el pesimismo en la reinserción cundió entre los expertos de los años setenta. Las críticas a la reinserción se centraron en: su fracaso, su ignorancia de que el crimen radica fuera del individuo, su función «latente» de fortalecer el «status-quo» de la sociedad y, finalmente, la incompatibilidad del tratamiento con la institución penitenciaria donde pretende hacerse efectivo (Garrido, 1982, 1984 y 1987; Wolfgang, 1983).

 

Destruida la fe en la reinserción, no queda sino el retorno a la prisión-castigo (Martison, 1984). Este planteamiento desbaratador pone las bases a la Nueva Criminología que, arrancando de los planteamientos socio-políticos del 68, plantea temas de investigación ajenos a la delincuencia como tal. Su análisis, irá dirigido al sistema legal como paradigma dominante (Segura, 1985). La actuación no debe hacerse en relación con el delincuente y el delito, sino a nivel social, pues es el capitalismo y la propiedad privada los que generan la delincuencia (Wolfgang, 1983).

La Nueva Criminología, ajena a cualquier planteamiento terapéutico, no encontró adeptos entre los teóricos de la reinserción. Una vía que despejó la rehabilitación, fue la de los planteamientos comunitarios. La intervención comunitaria se presenta como alternativa al modelo médico (Nietzel, 1979), y se centra en tres principios básicos:

- Enfasis en la prevención primaria y secundaria,

- Detección e intervención en variables comunitarias patógenas.

- Promoción del cambio institucional como vehículo transmisor de desórdenes psicológicos.

Un hito más modesto, menos paradigmático, aunque no por ello menos efectivo y aplicado, lo marcaron los Modelos de Reintegración Social, que han desarrollado métodos de intervención comunitaria basados en los principios del modelado y del aprendizaje social. El modelo de Reintegración persigue metas de apoyo social al delincuente de forma tal, que su conducta antisocial sea reducida y se aumenten las respuestas prosociales. Para ello las instituciones tradicionales deberían trasvasar su responsabilidad a los núcleos comunitarios naturales. Es preciso desinstitucionalizar y potenciar programas intermedios entre la prisión y la libertad. En este sentido se han desarrollado varios programas como el S.P.D.P (South Philadelphia Delinquency Proqram) de Denno, D.W. y Clelland, R. C. (1986) y el PAL Project at Lorton de Katcher, A.; Beck, A. M. y Levine, D. (1989).

 

UNA APORTACION EMPIRICA: EL PROGRAMA INSTITUCIONAL DE REINSERCION (P.I.R.)

 

Basado en los planteamientos comunitarios de reintegración y en los programas arriba mencionados, el Programa institucional de Reinserción nace en 1988, haciéndose efectivo a partir de 1989 en el Centro Penitenciario de Burgos. Una institución estatal (El Instituto de Servicios Sociales, INSERSO) y una asociación privada de ayuda a presos (Registrada bajo el nombre de AREVACOS), han servido de cauce a la reinserción programada para individuos que cumplían condena en prisión y en un régimen abierto.

En este contexto institucional múltiple, el Instituto de Servicios Sociales se ha utilizado como el cauce social facilitador de recursos (Modelos familiares, trabajo y actividad, sociales y educativos); la prisión abierta, como el lugar destinatario de tales recursos (en concreto a delincuentes juveniles allí retenidos); y la Asociación Cultural (AREVACOS), como grupo social privado gestor, dinamizador y evacuador de dichos recursos. Claro que la aplicación de todos ellos se ha realizado siempre fuera del contexto penitenciario, donde los parámetros, aún en las Secciones Abiertas, se asocian más a la represión que ha la rehabilitación. De esta forma, el programa de actividades, de trabajo y de refuerzos, siempre se ha desarrollado fuera de la prisión.

Finalmente, junto a estas organizaciones sociales hay que citar la presencia de otras, más de apoyo y acogida (equipos deportivos, organizaciones culturales, centros recreativos), donde el sujeto experimental realiza sus actividades centrales.

 

INSTITUCIONES DE ACOGIDA

La antisociabilidad que desemboca en la prisión, suele tener en la agresividad su más preciara manifestación etiogenética (Eysenck, y Gudjonsson, 1989). Contra las actitudes violentas, el programa se presenta con una evidente tendencia a la modificación de las mismas, y para ello la teoría del aprendizaje social se ha constituido en marco psicológico de referencia. Las instituciones de acogida deberían tener un efecto de «choque» sobre los comportamientos violentos, facilitando las conductas sociales de atención, ayuda y apoyo.

El sujeto se integra en grupos, ya de trabajo, ya recreativos, que le implican en un discurso totalmente ajeno al diálogo prisionizador y delictual propio de la institución penal.

Con estas premisas, el sujeto pasa a formar parte de tareas de voluntariado especial en instituciones asistenciales públicas y privadas. Los marcos de ayuda donde el sujeto debe prestar sus servicios, se concretan en tres ámbitos:

a) Asistencia Sanitaria. - Institución: Cruz Roja. 

b) Asistencia a Débiles Mentales.

- Instituciones: Centro de Profundos del Instituto de Servicios Sociales.

- Asociaciones de Padres (ASPANIAS).

c) Asistencia a ancianos en centros del Instituto de Servicios Sociales.

- Centros Residenciales de Tercera Edad.

- Hogar de día para jubilados.

Las instituciones citadas acogen al sujeto como voluntario y tratan de integrarle en su propia dinámica asistencial. El penado pasa además a formar parte de los grupos recreativos de la nueva institución. Prácticamente la totalidad del día la pasa en la institución de apoyo, de tal forma que cuando regresa a la Sección Abierta, su discurso atencional y actitudinal está centrado en un mundo bastante alejado de los marcos antisociales. Frente a actitudes «prisionizantes» emergen actitudes prosociales, y ello en un marco de libre elección para elegir o no el programa, sabiendo que deberá asumir un elenco de responsabilidades orientado a la construcción de su propio comportamiento adaptativo.

 

SUJETOS

La muestra total de sujetos que hasta la fecha han participado en el Programa es de veintisiete (N=27). Los sujetos han participado ya compartiendo hasta un máximo de tres la institución de acogida, generalmente la institución sanitaria, ya de forma individual y rotatoria en centros diferentes.

La selección de los sujetos que podrían participar en el programa terapéutico, se basó tanto en criterios penales y penitenciarios como en elementos psicosociales como la edad, las aptitudes (su desempeños intelectuales eran medios), la personalidad, (caracterizada por su baja autoestima, su concepto deteriorado y la escasa consideración a los demás), la existencia de un marco socio-familiar socialmente adaptado y la posibilidad de beneficio penal efectivo, la significación del marco social que para el sujeto tendría el Centro terapéutico al que iba destinado, su sinceridad, su capacidad de empatía, su motivación, su autoconflictividad, etc.

La edad de los sujetos oscila entre 1 8 y 29 años. El tiempo de permanencia en prisión antes de la experiencia era variable entre unos meses y 10 años. El motivo por el que llegaron a prisión era también diverso, pero no había antecedentes de sangre y/o drogas en ninguno de los participantes. También se han venido descartando aquellos sujetos que presentaban evidentes raíces socio-familiares delictopatogenéticas.

 

MARCO DE ACTIVIDADES Y TECNICAS DE REHABILITACION

La técnica directa de rehabilitación, consistió en el apoyo y la prestación de ayuda directa a los grupos asistenciales a los que iba destinada su actividad. El Equipo de Trabajo en el que se integra el delincuente suele prestar suficientes «modelos» para el joven, quien pronto se hace consciente de las figuras de apoyo y rechazo que surgen a su alrededor.

Además se motiva al sujeto para que se integre en los programas de recreo de los trabajadores del Centro. La inclusión en programas de mejora de su nivel cultural se ha recomendado en los casos de deficiencias manifiestas. También se facilita la verbalización del pasado y los problemas que le han llevado a prisión, y ello de modo espontáneo, recomendando a los sujetos su expresión y a los «modelos» su escucha dinamizante. Además el sujeto acude a cuantos programas de formación en relaciones humanas reciben los empleados.

De esta forma se cambia el horizonte de vida del sujeto, logrando elevar su autoestima y eliminar la inseguridad e incertidumbre propia de la inactividad. Los deportes, el entrenamiento en habilidades sociales, el modelamiento, la discusión y control, se realizan de forma latente en un clima permisivo y tolerante.

Finalmente, al sujeto se le facilita su inclusión en el mundo institucional de servicio, facilitándole los elementos materiales que precisa y dándole una remuneración que aumente su independencia económica. Todo ello le reporta una conciencia de sentirse útil para la sociedad, a la vez que le permite disponer de cierto nivel de autonomía económica.

A nivel terapéutico no existe ninguna figura que asuma la responsabilidad de concretizar las técnicas, estas se dinamizan y evolucionan de modo casi espontáneo. Existe sin embargo, una persona procedente de los servicios de tratamiento de la prisión, que se encarga de realizar el pertinente seguimiento del sujeto, a la vez que interconexiona las diferentes instituciones inmersas en cada uno de los programas individuales.

 

DIFICULTADES

No es fácil la manipulación terapéutica del ambiente social en que se pretenden desarrollar este tipo de experiencias. La dificultad básica surge del hecho de que el técnico no posee todos los recursos que debería «manipular», por lo que aparecen problemas de todo tipo en ocasiones difíciles de superar, Los inconvenientes que surgen podríamos agruparles en tres categorías:

 

1.ª Los motivos que afectan al sujeto directamente: problemas de motivación, familiares, de evolución, de actitud, de sentirse conejo de indias.

2.ª Los que provienen de las instituciones de acogida: recelos, desconfianza, susceptibilidad excesiva, sobreprotección y paternalismo, ansiedad por ejecutar perfectamente el programa, etc. (Clemente, 1986).

3.ª Los que surgen de las bases del programa: varias instituciones implicadas e interdependientes, motivaciones oscilantes, expectativas ambiciosas y rígidas por parte de algunos miembros del Equipo de Tratamiento, temor al fracaso, multiplicación de las personas de tratamiento responsables...

Los problemas surgen para cada institución y para cada individuo y se les trata de dar solución de manera operativa y puntualmente. Prácticamente la totalidad de problemas institucionales o sociales son resueltos con prontitud, no así los problemas personales cuya naturaleza, a veces en complejidad creciente, aboca finalmente al fracaso (fuga de la Sección Abierta y abandono del programa). En todo caso se observa como el éxito del programa va unido a la conducta positiva manifiesta. La aparición de comportamientos desadaptativos indiferentes a las tareas cotidianas anticipa los fracasos.

 

EVALUACION

Cuando se pretende evaluar la eficacia de los tratamientos realizados con sujetos antisociales, los resultados suelen ser descorazonadores en la mayoría de los informes (McCord y McCord, 1964; Eysenck, 1981; Jiménez Burillo, 1982; Brannon, J. M.; Brannon, M. E.; Craig, y Martray, 1989). Las, críticas y el escepticismo se agravan casando se habla de tratamiento penitenciario dentro de la política global de un país (García y Sancha, 1985; Aluja, 1991).

Por nuestra parte y refiriéndonos al Programa institucional de Reinserción (P1) no caben escepticismos, dudas o interrogantes a la hora de realizar la evaluación de su impacto. De los veintisiete sujetos que hasta el momento han participado, hemos cumplido los objetivos con veintitrés casos, habiendo abandonado el programa cuatro sujetos. Desde la óptica cuantitativa tenemos pues, un dato que sanciona favorablemente el programa.

Desde la perspectiva cualitativa también el éxito parece haber coronado el programa. A nivel individual los sujetos han logrado aumentar su autoestima, sinceridad, nivel cultural, mundo relacional, estabilidad personal, actitudes prosociales; y se ha bajado, hasta hacerla desaparecer en un buen número de los casos, la tasa de probabilidad de nuevos delitos. A nivel institucional se ha implicado a la comunidad en tareas inusitadas para muchos y desconocidas para casi todos. Instituciones que hasta el momento carecían de sensibilidad a los problemas de los internados en prisión, han adquirido un compromiso social y terapéutico con quienes en algún momento han manifestado comportamientos agresivos contra la sociedad (Bandura y Ribes Iñesta, 1980).

El fracaso, en dos de los sujetos, surge como reacción a problemáticas personales insuperables. En uno de los sujetos, esta problemática es típicamente personal y se ancla en la debilidad yoica encauzada hacia la toxicomanía, después que el sujeto se desmoronó definitivamente y cuando ya llevaba participando varios meses en el programa con normalidad. En el otro caso el sujeto tenía una inconsistencia muy elevada, la cual se vio agravada por unas situaciones sociales que le perturbaban por desconocidas y por la falta de habilidades sociales. Todo ello bajo influencias familiares de importancia (muerte de la madre).

Dos de los fracasos vienen motivados por un alto período de prisionalización (seis y ocho años), combinados con un nivel pretensivo demasiado elevado y unas expectativas en choque con lo que realmente las instituciones de acogida podían ofrecerles. En estos casos el programa se queda insuficiente, por lo que los sujetos se situaron en una posición de cumplimiento tangencial del mismo desde la primera semana (Ogloff, Wong y Greenwood, 1990).

En nuestra opinión, las técnicas terapéuticas son las responsables directas del primer fracaso; y la inadecuación del medio en que se incluyó al sujeto y la cronificación de sus actitudes delictivas, las del segundo,

El relativismo de estas conclusiones queda en todo caso manifiesto y se convierte en acicate motivador de nuevas investigaciones. Frente a técnicas psicoanalíticas, conductuales de corte ortodoxo o cognitivas, pensamos que la antisociabilidad requiere básicamente una intervención social cuando ésta es posible (Frienlander, 1950; Kennedy, 1980; Carrasco, 1985). No sancionamos definitivamente el éxito de los programas de reinserción, pero contribuimos a desmitificar la opinión, en algunos círculos generalizada, de que por sí mismas las alteraciones antisociales van, ya hacia la remisión espontánea, ya hacia la agravación cronificante, independientemente de las posibles intervenciones (Reidi, 1980; Brody, 1976).

Somos conscientes de la falta de control y de las variables extrañas que en estos tratamientos quedan sin controlar. En todo caso, y aunque sea por los simples efectos Rosental o Mayo, lo cierto es que este tipo de técnicas retoman en la práctica y de manera directa el auténtico conflicto del sujeto: su conflicto con las normas socialmente admitidas.

 

REFERENCIAS