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PREMIO EMILIO MIRA Y LOPEZ

INFLUENCIA DE LA IDEOLOGIA

SOBRE EL PROCESO DE DISCUSION Y TOMA

DE DECISIONES DE LOS JURADOS LEGOS

 

J. SOBRAL - R. ARCE - F. FARIÑA - V. VILAN

Universidad de Santiago

Nota: Este trabajo es un resumen del que obtuvo el 1er Premio de la 1.1 Edición del "Premio Emilio Mira y López" (COP-Madrid).


1. INTRODUCCION

2. PLANTEAMIENTO

2.1. El papel de las formaciones ideológicas

2.2. Planteamiento empírico

3. HIPOTESIS MANEJADAS

3.1 Muestra y procedimiento

4. RESULTADOS

4.1. Respecto a la concordancia interjueces

4.2. Sobre el veredicto

4.3. Resultados acerca de la deliberación

5. DISCUSION Y COMENTARIOS SOBRE LOS RESULTADOS

6. COMENTARIOS FINALES

REFERENCIAS


1. INTRODUCCION

En el Estado español todos los ciudadanos podemos elegir indirectamente al poder ejecutivo Y, directamente, al legislativo. Sin embargo, de momento, no podemos participar en el Poder Judicial. Todavía no se ha hecho realidad la previsión recogida en el artículo 125 de nuestra Carta Magna respecto a la implantación de la "Institución" del Jurado: "Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine, así como en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales" (Constitución española, art. 125).

No entraremos aquí en las razones por las cuales el asunto de la introducción del Jurado se ha convertido en un arma arrojadiza entre sectores conservadores y progresistas de la Magistratura y de la sociedad en general. Simplemente quisiéramos acercarnos a algunos de los aspectos de esta complejísima cuestión. Nos centraremos, en concreto, en la influencia de determinados sistemas de creencias (ideologías) sobre los veredictos y procesos de deliberación. Tampoco pretendemos que investigaciones como ésta se entiendan como alegatos acerca de la mayor o menor "racionalidad" de las decisiones tomadas por los Jurados. Nadie puede argumentar a favor de la existencia de modelos de racionalidad más eficaces para aproximarnos a ese vago concepto de "la verdad". Lo verdadero, lo justo, lo racional, no es más que una construcción social generalmente establecida por consensos más o menos implícitos; son, por lo tanto, valores socio-culturales sujetos al devenir histórico y a las mutaciones evolutivas propias de la dinámica social. Oponer la racionalidad de los Jurados a la de los Jueces es un camino que se nos antoja estéril, dado que los parámetros para evaluar las decisiones que se contrastan no son ajenos a aquellos mismos que dirigen ambas tomas de decisiones. Sin embargo, no nos gustaría que eso se entendiese como una renuncia a buscar aquellos mecanismos que nos puedan ayudar a establecer límites en la arbitrariedad, a la aleatoriedad y a un peligroso "laissez faire" indiferente ante los condicionamientos que los individuos tienen ante el análisis de cualquier tipo de evidencia. No discutir acerca de la racionalidad de la toma de decisiones de Jueces frente a Jurados no implica que carezca de importancia el tipo de composición de un Jurado, el sistema de selección de sus miembros, el control de sesgos distorsionadores, o la regla resolutoria (mayoría o unanimidad) por la que deben alcanzar su decisión. Si, como hemos dicho, los modelos subyacentes de racionalidad dependen de las representaciones sociales dominantes (Moscovici, 1981) y, por ejemplo, de los sistemas de categorización social empleados (Tajfel, 1979) lo menos que podemos hacer desde la Psicología es intentar bosquejar ciertas fuentes de distorsión sistemática, tales como la preponderancia en la Sala de Justicia de unas formaciones ideológicas frente a otras. Eso no nos garantiza en absoluto el hallazgo de "la verdad"; pero lo contrario nos conduce inexorablemente a una verdad parcial, limitada y de unos pocos.

Sobre algunas de estas cuestiones versa este trabajo.

 

2. PLANTEAMIENTO

Desde los trabajos de Janis (1972) conocemos con bastante precisión algunos de los factores facilitadores del "pensamiento grupal" (group-think), así como los elementos más típicamente constitutivos de ese fenómeno. Conocemos desde hace ya tiempo muchos de los mecanismos de presión hacia la conformidad estudiados clásicamente bajo el tópico de la "influencia social". Tanto desde un punto de vista como desde otro, se hace relativamente sencillo etiquetar las características de algunos procesos de toma de decisiones como de "baja/alta calidad" (Janis y Mann, 1977). El problema es el siguiente. Cuando se sitúa a un conjunto de personas en posición de interacción, se produce generalmente una tendencia espontánea: La "aspiración hacia la uniformidad", es decir, el esfuerzo por llegar a acuerdos con demasiada rapidez, de forma prematura, sin examinar todas las informaciones disponibles ni las diversas formas de utilización de dichas informaciones. Las posiciones críticas o discrepantes son silenciadas (frecuentemente, autocensuradas), se disparan los mecanismos de presión de las mayorías, etc. Ese es el contexto en el que, a menudo, muchos grupos analizan la información disponible y producen sus decisiones. Todo ello bajo una apariencia de "consenso" que, paradójicamente, no se corresponde con las opiniones particulares, y expresadas de modo privado, de los miembros de tales grupos. Estas son algunas de las principales características de lo que Nemeth (1981) ha definido como "típicas de las decisiones defectuosas". El ya citado Janis considera que existen además ciertas características estructurales de los grupos que agravan en extremo esa aspiración a la uniformidad: una fuerte cohesión grupal, una similitud de actitudes, opiniones y valores entre los miembros del grupo, la identificación temprana del líder con alguna de las alternativas disponibles, etc. Sería conveniente reparar en que muchos de los grupos que suelen tomar decisiones transcendentales para terceras personas, suelen reunir muchas de estas características (asesores seleccionados por su lealtad, comités de partidos políticos, gobiernos, comités militares, etc.).

Son excesivamente abundantes los ejemplos en que los grupos aparecen estructuralmente incapacitados para tomar decisiones bajo aquellas condiciones que, según parece, facilitarían la toma de "mejores decisiones"; a saber, la búsqueda por parte de sus miembros de todas las informaciones, la toma en consideración de los datos y juicios formulados por expertos imparciales, la puesta sobre la mesa sin restricciones de los aspectos negativos y positivos de todas las posibilidades y, cómo no, la eventual vuelta atrás para reflexionar sobre ciertas alternativas que hubieran sido realizadas inicialmente.

La cuestión podría enmarcarse así: ¿Es posible y vale la pena introducir elementos que impidan que el Jurado se convierta en uno de esos grupos típicamente considerados como "malos" decisores? En cualquier caso parece obvio, al menos, que se deberían hacer esfuerzos para eliminar aquellos factores estructurales que puedan potenciar esa ya probable tendencia a la uniformidad y servir de contrapeso inevitables presiones hacia la conformidad que en cualquier grupo se va a producir.

Si el Jurado se sustenta en el principio de la bondad de introducir las representaciones colectivas, el consenso social, en la Sala de Justicia, debemos intentar que eso se logre de hecho y no sólo en sus aspectos formales. Es evidente que, sobre muchos de los hipotéticos supuestos acerca de los cuales se deberán pronunciar los futuros Jurados españoles, existe diversidad de opiniones según cuál sea el sector social al que se pertenece o el conjunto de creencias que se mantiene.

 

2.1. El papel de las formaciones ideológicas

Son bastantes las variables que, directa o indirectamente, al ser estudiadas en relación con su incidencia en el comportamiento de los jurados, han puesto en evidencia el papel de determinadas formaciones ideológicas en este contexto. En cuanto a las indirectamente relacionadas, se pueden mencionar las siguientes: a) la edad, que se ha mostrado con fuerte poder de diferenciación de veredictos (Plutnick y Schwartz, 1965; James, 1967; Sealy y Cornish, 1973; Hastie y otros, 1983). La evolución hacia un mayor "conservadurismo social" con el incremento de edad no parece ajena a esta cuestión; b) la educación, contexto en el que destaca el hallazgo de Hastie, Penrod y Pennington (1983) cuando ponen de manifiesto que los sujetos de menos nivel de estudios participan sistemáticamente menos en la deliberación y, además, consiguen persuadir a terceros en menor medida; e) el tipo de ocupación que ha dado lugar a un cuerpo de datos sumamente confuso. Sin embargo, no parece nada recomendable para el sujeto juzgado que en el Jurado halla, por ejemplo, policías jubilados, militares o amas de casa (Bailey y Rothblatt, 1971). En cualquier caso, sí parece clara la existencia de una notable relación entre determinadas organizaciones profesionales y la capacidad de persuasión; d) determinadas actitudes. Sería imposible hacer un relatorio de la enorme cantidad de actitudes particulares que se han puesto en relación con unas u otras tendencias de veredicto.

Respecto al papel directo de determinadas variables "ideológicas" ha habido una serie de estudios que nos alertan sobre su influencia. A pesar de que Hastie, Penrod y Pennington (1983) no llegaran a encontrar como significativo el peso de la ideología sobre los veredictos estudiados por ellos, otros muchos estudios nos sitúan en la pista de una influencia indudable. Así, se ha encontrado sistemáticamente que jurados más autoritarios eran más propensos a la condena, sobre todo en los casos de asesinato (p. e., Bray y Noble, 1978; Vilán, 1987) y, además, a condenas mayores (Mitchell y Byrne, 1973; Bray y Noble, 1978). Curiosamente, esta influencia se expresa de otro modo cuando los sujetos autoritarios se muestran más "comprensivos" con aquellos encausados que ocupan una posición de autoridad o cuya defensa se basó en la "obediencia debida" (Hamilton, 1978). También se ha hallado que los autoritarios cambian con más facilidad su posición inicial (Lamberth, Krieger y Shay, 1979). Tanto los jurados autoritarios como los conservadores y dogmáticos, por ejemplo, recuerdan mejor después de varios días determinadas características del acusado, lo cual nos alerta sobre sus "preferencias" a la hora de elegir "focos" de atención privilegiados (Nemeth y Sosis, 1973; Rokeach y McLelan, 1970; Hatton, Snortum y Oskamp, 1971).

En definitiva, nos proponemos ahora mostrar algunos efectos de la uniformidad ideológica sobre sus veredictos y procesos de deliberación de una serie de jurados simulados.

 

2.2. Planteamiento empírico

El veredicto al que llega un tribunal de jurados es algo más que el resultado de unos procesos de deliberación en grupo. Cada miembro del Jurado debe realizar previamente una compleja actividad cognitiva de análisis e integración de la evidencia disponible, con la particularidad de que ésta es, a menudo, contradictoria y ambigua. La confrontación entre las partes, las diferentes declaraciones de los testigos, la credibilidad de los testigos "expertos", etc., configuran una situación de naturaleza tal que es inevitable la influencia de valores, creencias, esquemas y estereotipos que guarden alguna relación con los hechos y personas que se evalúan.

Trabajos como los de Hans y Vidmar (1982), Kaplan (1979) o Nemeth (1981), señalan la conveniencia de tener en cuenta todo ese espectro de variables, así como la interacción entre ellas.

Nosotros nos centraremos aquí en algunas variables de carácter psicosocial, aunque poniéndolas en relación con diferentes tipos de casos sobre los que se pide el veredicto.

Tal como hemos visto previamente, los determinantes psicológicos más estudiados en relación con los posibles sesgos en el veredicto y la deliberación tienen mucho que ver con el mundo psico-ideológico de los jurados. Variables como actitudes previas hacia la delincuencia, autoritarismo, conservadurismo, dogmatismo, valores, etc., han sido puestos en relación con el juicio evaluativo llevado a cabo por los miembros del Jurado. Sin embargo, también es cierto que ello se ha hecho a menudo dentro de un marco de experimentación fragmentario, en que se consideraba cada una de esas variables de modo aislado y, frecuentemente, sin tener en cuenta el tipo de caso. No es de extrañar, por lo tanto, que algunos hallan concluido apresuradamente que personas con estilos más autoritarios y conservadoras muestran una mayor tendencia a dar veredictos de culpabilidad y más resistencia a los intentos de persuasión. Intentaremos mostrar aquí que ello no sólo no tiene por qué ser una verdad de carácter general, sino que incluso a veces ese perfil psicológico predice el comportamiento contrario. Ello parece depender, en último término, de la naturaleza del caso sobre el que se demanda el veredicto.

Por lo tanto, el problema que nos hemos propuesto investigar podría sintetizarse así:

1 ) En lugar de observar la incidencia de variables aisladas, queremos comprobar la eficacia predictiva de determinados "perfiles psicosociales".

2) ¿Cuál sería la direccionalidad de esa influencia? 

3) ¿Ocurrirá, como preveemos, que tal incidencia interaccione con el tipo de caso a juzgar?

4) ¿Será directa la influencia de esos perfiles sobre cada uno de los miembros del grupo o estará mediada por la conformación de estilos deliberativos diferentes?

Los perfiles que hemos diseñado se refieren a: "grado de conservadurismo", "tipo de actitudes (más o menos comprensivas) hacia la delincuencia", y "mantenimiento de determinados valores".

El conservadurismo fue medido mediante la escala de Wilson, las actitudes hacia la delincuencia a través del cuestionario de Reuterman, y los valores prioritarios a través de la escala de Rokeach. Tales variables nos permitieron establecer dos grupos diferentes trabajando con los perceptiles 25 y 75: Grupo 1 (G.1) (mayor conservadurismo, actitudes rígidas hacia la delincuencia, y alta consideración de los valores "tener seguridad nacional", "lograr la salvación", "ser educado, controlado y obediente") y Grupo 2 (G.2) (menor conservadurismo, actitudes más comprensivas hacia los delincuentes, y alta consideración de valores como "libertad" y "ser liberal").

Trabajaremos con dos casos compuestos a través de la transcripción completa de las escenas recogidas de películas basadas en hechos reales. El criterio de selección de los casos fue doble: a) por una parte se procuró que tuvieran la suficiente ambigüedad como para provocar la "proyección" de los jurados; b) que fueran representativos de ámbitos de juicios que "a priori" pudieran provocar diferentes representaciones en nuestros dos grupos de sujetos. En un caso se presentaba un asunto de presunta negligencia médica en que un cirujano intentaba desviar su presunta responsabilidad hacia la enfermera (caso l). En el otro, se trataba de un dudoso caso de violación y asesinato en el que había ciertas pruebas circunstanciales contra un muchacho de 14 años (caso 2).

 

3. HIPOTESIS MANEJADAS

Las conjeturas que nos hemos planteado probar han sido las siguientes:

A) Los perfiles "conservador" (G.2) y "progresista" (G.1) serán discriminativos en el siguiente sentido:

A. l. En el caso de Negligencia Médica (caso 1) esperamos que a mayor conservadurismo se asocie una tendencia a dar más veredictos de inocencia en comparación con el grupo 1.

A.2. En el caso de violación y asesinato (caso 2) esperamos que a mayor progresismo se asocie una tendencia a dar más veredictos de culpabilidad en comparación con el Grupo 2. 

B) Esperamos que la tendencia reflejada por los jurados de modo individual en el veredicto emitido antes de la deliberación se consolide y haga más notable en los resultados obtenidos una vez que éste haya terminado, es decir, en el veredicto final.

En cuanto a la deliberación:

C) Esperamos que un análisis observacional de los procesos de deliberación demuestre la mayor influencia sobre el grupo de aquel miembro del Jurado que resulte elegido "portavoz" o "presidente", especialmente cuando éste se sitúe en la cabecera de la mesa. Esperamos, además, que tal influencia se maximice en el grupo "conservador".

C.1. Más concretamente, esperamos que el miembro del Jurado elegido portavoz presente frecuencias significativamente superiores en las siguientes categorías conductuales objeto de observación: argumentar, contraargumentar, interrumpir, disentir, moderar.

 

3.1 Muestra y procedimiento

Las pruebas se pasaron a 125 sujetos, estudiantes de la Universidad de Santiago de Compostela. Fueron seleccionados definitivamente 18 sujetos (agrupados nueve en cada grupo experimental, según los criterios antes descritos, y balanceando la variable sexo).

Una vez que los sujetos llegaban a la Sala de Observación, se les indicaba que iban a participar en una experiencia simulada de Jurados, instándoles a través de una serie de comentarios a que intentaran adecuarse todo lo posible al papel que se les pedía que desempeñaran. Al llegar a la Sala, los sujetos se encontraron ante una mesa rectangular con nueve sillas alrededor; se les indicó que tomaran asiento donde ellos prefiriesen, de modo que las cabeceras de la mesa fueran ocupadas sin ninguna presión para ello. Posteriormente, se les entregó toda la documentación relativa a los casos a juzgar, con una descripción muy detallada del desarrollo del juicio, haciendo especial hincapié en los argumentos presentados por la defensa, la acusación y los principales testigos. Tras su estudio, se les pidió que emitiesen, sin ninguna discusión previa, y de modo estrictamente individual, un veredicto de inocencia o de culpabilidad. A continuación comenzaba la deliberación y se les indicaba que procurasen la consecución de un veredicto unánime, a poder ser en un plazo máximo de dos horas. Finalizado ese plazo, se pedía la emisión de un veredicto unánime, en caso de que se hubiese producido. En caso contrario se contrastaban las mayorías y minorías resultantes.

Obviamente, para llevar a cabo esta investigación debimos disponer de una serie de sujetos que desempeñaran la función de observadores. Dispusimos un sistema de "observación cruzada", seleccionando un total de 38 observadores. Estos sujetos eran alumnos de 5.º de Psicología (especialidad de Psicología Social) y tuvieron un entrenamiento previo en la técnica observacional para el análisis de la interacción grupal de Bales. Cada sujeto experimental fue seguido a través de un espejo unidireccional por dos observadores, de modo tal que pudiésemos contrastar posteriormente el grado de concordancia de sus registros.

 

4. RESULTADOS

4.1. Respecto a la concordancia interjueces

Para obtener el grado de concordancia de las observaciones de cada par de observadores se aplicó la prueba de pares igualados y rangos señalados de Wilcoxon. Necesitamos 19 tests (uno para cada par de observadores) resultando que en sólo una de las 19 parejas no se obtuvo el grado de concordancia necesario. A través de una segunda prueba pretendimos verificar la equivalencia existente entre las observaciones hechas por las parejas de observadores sobre las distintas categorías de conducta. Resultó que las observaciones de todas las parejas sobre todas y cada una de las cinco categorías de conducta fueron concordantes (argumentar, contraargumentar, interrumpir, disentir y moderar).

 

4.2. Sobre el veredicto

En primer lugar, expondremos en las Tablas 1, 2, 3 y 4 los resultados obtenidos en los veredictos emitidos tanto antes de la deliberación (individuales) como después de la deliberación (veredicto final).

 

Tabla 1

Caso 1 (neg. médica) Veredictos individuales predeliberación

Progresistas(G.1)

Conservadores(G.2)

Culpable........................

6 (55,56 %)

3 (22,23 %)

Inocente..........................

4 (44,44 %)

7 (77,78 %)

 

Tabla 2

Caso 1 (neg. médica) Veredictos postdeliberación

Progresistas(G.1)

Conservadores(G.2)

Culpable..............

5 (55,56 %)

0 (0 %)

Inocente.............

4 (44,44 %)

9 (100 %)

 

Tabla 3

Caso 2 (violación, asesinato) Veredictos individuales predeliberación

Progresistas(G.1)

Conservadores(G.2)

Culpable..............

6 (66,67 %)

4 (44,45 %)

Inocente.............

3 (33,34 %)

5 (55,56 %)

 

Tabla 4

Caso 1 (violación, asesinato) Veredictos postdeliberación

Progresistas(G.1)

Conservadores(G.2)

Culpable..............

6 (66,67 %)

0 (0%)

Inocente.............

3 (33,34 %)

9 (100 %)

Sobre estos resultados procedimos a aplicar la prueba de Chi-cuadrado para analizar las posibles diferencias significativas entre las frecuencias observadas y las esperadas bajo la H0.

 

Tabla 5

Caso 1 Veredictos predeliberación

Progresistas

Conservadores

Culpable..............

(3,5)

5

(3.5)

2

7

Inocente.............

(5,5)

4

9

 

 

(5,5)

7

9

11

Obtenemos un valor Chi de 2,34 y tomando un nivel de significación de .05 con un grado de libertad, la tabla de valores críticos de Chi exige un valor de 3,85 para poder rechazar la H0.

 

 Tabla 6

Caso 1 Veredictos predeliberación

Progresistas

Conservadores

Culpable..............

(2,5)

5

(2.5)

0

5

Inocente.............

(6,5)

4

9

 

 

(6,5)

9

9

13

Obtenemos un valor Chi de 7,34 y tomando un nivel de significación de .05 con un grado de libertad, la tabla de valores críticos de Chi exige un valor de 3,85 rechazamos la H0.

 

  Tabla 7

Caso 2 Veredictos predeliberación

Progresistas

Conservadores

Culpable..............

(5)

6

(5)

4

10

Inocente.............

(4)

3

9

 

 

(4)

5

9

8

Obtenemos un valor Chi de 1,12 y tomando un nivel de significación de .05 con un grado de libertad, la tabla de valores críticos de Chi exige un valor de 3,85 para poder rechazar la H0.

 

  Tabla 8

Caso 1 Veredictos predeliberación

Progresistas

Conservadores

Culpable..............

(3)

6

(3)

0

6

Inocente.............

(6)

3

9

 

 

(6)

9

9

13

Obtenemos un valor Chi de 15,99 y tomando un nivel de significación de .05 con un grado de libertad, como la tabla de valores críticos de Chi exige un valor de 3,85 rechazamos la H0.

 

4.3. Resultados acerca de la deliberación

Procedimos a hallar la mediana de las puntuaciones del portavoz y el resto del grupo en cada una de las categorías conductuales, para cada caso y para cada grupo, teniendo en cuenta, además, si existía coincidencia entre haber sido designado portavoz y ocupar la cabecera de la mesa.

 

Tabla 9

Grupo 1 (progresista) El portavoz era varón y no ocupaba la cabecera de la mesa. Caso 1 (neg. médica)

Argumentar

Contraargumentar

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

17 4,25

10 8,25

Interrumpir

Disentir

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

15,5 10,25

6,25 8,25

Moderar

Portavoz Grupo

7,5 8,25

Sobre estos datos aplicamos la prueba U de Mann Whitney. El valor fue de 20 con una p de .310. Por lo tanto, podríamos concluir que, a nivel global, el portavoz de este grupo en este caso no influyó de modo significativamente superior al resto del grupo. Ello no es óbice para que, aisladamente consideradas, las diferencias en alguna categoría conductual particular hayan sido espectaculares (por ejemplo, argumentar).

 

 Tabla 10 

Grupo 1 (progresista) El portavoz era varón y no ocupaba la cabecera de la mesa. Caso 2 (violación y asesinato)

Argumentar

Contraargumentar

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

21,5 14,75

4 18,75

Interrumpir

Disentir

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

6,5 5,5

4,5 10,25

Moderar

Portavoz Grupo

19 0

Con estos datos, la prueba U de Mann Whitney (no olvidemos que es un indicador de direccionalidad global) no nos permite rechazar la H0 (alfa = .05; U = 24; p = .05).

 

  Tabla 11 

Grupo 1 (conservador) El portavoz era varón y se sitúo en la cabecera de la mesa. Caso 1 (neg. médica)

Argumentar

Contraargumentar

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

19,5 8

13 4

Interrumpir

Disentir

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

5,5 2

8 2,75

Moderar

Portavoz Grupo

2.5 0

Con estos datos, para un alfa de 0.5 y con una U de 10.5, se obtiene una p de 0.36. Podemos afirmar, por tanto, que las puntuaciones del portavoz en el conjunto de esa serie de categorías conductuales son significativamente más elevadas que las del resto del grupo. Se puede inferir, por lo tanto, que su influencia en el curso de la toma de decisión es diferencialmente significativa.

 

  Tabla 12 

Grupo 1 (conservador) El portavoz era varón y ocupó la cabecera de la mesa. Caso 2 (violación y asesinato)

Argumentar

Contraargumentar

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

19 9

16 4,5

Interrumpir

Disentir

Portavoz Grupo

Portavoz Grupo

7 1,75

15 6,5

Moderar

Portavoz Grupo

2 0

Con estos datos, para un alfa de .05 y una U = 8 (p = .01), podemos afirmar que las puntuaciones del portavoz son significativamente superiores a las del resto del grupo en ese conjunto de categorías conductuales.

 

5. DISCUSION Y COMENTARIOS SOBRE LOS RESULTADOS

El objetivo de este trabajo consistía en mostrar a través de una situación experimental la influencia de una serie de variables psicosociales (actitudes y valores) sobre los juicios emitidos por una serie de personas en una situación simulada de Jurados. Nuestros resultados ponen de manifiesto cómo estas variables configuran cosmovisiones que pueden llegar a ser tan determinantes como para provocar acercamientos sustancialmente diferentes respecto a los mismos hechos y a sus protagonistas. Ello tampoco debería sorprendemos demasiado: abundantes formulaciones desarrolladas desde la percepción social, la cognición social y desde los estudios acerca de las representaciones sociales, han insistido frecuentemente en ello. Sin embargo, en muchas de esas investigaciones, cuando se han aplicado a contextos jurídicos, se ha trabajado desde una perspectiva bivariada. En este trabajo nos hemos decidido a trabajar con "perfiles" más que con variables aisladas. Creemos que ello facilita una aproximación más "realista" y ecológica al estudio de este tipo de fenómenos. Además, al tomar medidas de "resultado" junto a medidas de "proceso", hemos tratado de reunir información que pueda ser interpretada conjunta y complementariamente.

En cuanto al análisis de nuestros resultados, comenzaremos por aquellos relacionados con las hipótesis acerca del veredicto. Pues bien, el comentario acerca de tales resultados habría que hacerlo en un doble sentido: antes y después de la deliberación del Jurado. Así, cuando se tienen en cuenta los veredictos individuales previos a la deliberación, las diferencias en los veredictos de los grupos, a pesar de producirse en la dirección que planteaba la hipótesis no alcanzan el límite de la significación estadística. A pesar de ello queda claro que el continuo "conservador-progresista" influyó en este momento en la dirección esperada, aunque sin la fuerza suficiente para alcanzar una significación estadística. En cualquier caso, y eso es para nosotros muy importante, las diferencias se hacen mucho más nítidas cuando a los jurados se les pide que formulen un veredicto tras la deliberación. En ese caso los límites exigidos para la significación estadística son ampliamente rebasados. Ello nos alerta ante el hecho de que la influencia diferenciadora de nuestros perfiles se muestra no tanto a través de provocar una percepción directa diferente del fenómeno (que también lo hace) sino más bien a través de su capacidad para generar procesos de relación interpersonal diferentes; es decir, diferentes modos de enfrentarse a la persuasión, a las influencias de las mayorías, etc., durante el tiempo de deliberación. Por ejemplo, hemos visto cómo las fuertes diferencias tras la deliberación se deben sobre todo a los cambios que ésta produce en el grupo conservador. Es en él donde la minoría resultante de la primera votación se asimila a la mayoría y, además, lo hace rápidamente (en 20 minutos para el Caso 1 y en 32 para el Caso 2). Así, se produce en este grupo una respuesta de unanimidad en el sentido de exculpar al médico presuntamente negligente y al presunto violador. Este proceso fue mucho más llamativo en este segundo caso, dado que se produjo una minoría muy notable (cuatro de nueve sujetos), lo cual no impidió su rápido cambio de juicio y asimilación con la mayoría. Tales resultados podrían ser también integrados desde distintas formulaciones teóricas; por ejemplo, aquéllas que nos hablan de la mayor tendencia de los autoritarios a dar muestras de sumisión y conformidad ante fuentes de autoridad. Aquí la "autoridad" estuvo presente a un triple nivel: autoridad de la mayoría como tal, en la medida en que se puede convertir en criterio de verdad en los mecanismos de "comparación social" que explican el ajuste de nuestras posiciones y cogniciones; la autoridad estaba representada también por las instrucciones experimentales. En síntesis recordemos que habíamos pedido a sujetos que puntuaban alto en el valor de "obediencia" que intentasen llegar a una decisión consensuada. Por último, la autoridad ejerció su influencia a través del miembro del Jurado que fue elegido portavoz. De este aspecto nos ocuparemos más adelante.

En definitiva, y por lo que hace referencia al veredicto, el grupo conservador declara inocente al médico y al presunto violador, el grupo progresista muestra la tendencia contraria. Por lo tanto, parece evidente que las connotaciones de "clase" y prestigio social asociadas a la profesión médica por una parte, y el conjunto de representaciones sociales acerca de la sexualidad, lo masculino y lo femenino, han sido aquí expresiones típicas de un sistema de creencias conservador. Ello se refleja con claridad meridiana en el análisis de las argumentaciones aportadas en la deliberación; todo ese conjunto de elementos referidos a la mujer como "incitadora", el varón como víctima de sus ardides, estuvieron en la base de los veredictos del grupo conservador. En cuanto al grupo progresista y sus veredictos opuestos, cabe decir que muestran un tipo de enfoque más analítico, mayor resistencia a la persuasión por parte de aquellos que se habían quedado en una situación de minoría, mayor capacidad de mantener la discrepancia crítica y que, además, estas diferencias se mantuvieron hasta el final de la deliberación.

La relación producida entre mayorías y minorías merece un comentario aparte. La dirección de veredicto apuntada por la votación individual previa a la deliberación nunca se vio modificada por ésta. En los sujetos minoritarios del grupo progresista pareció prevalecer una tendencia a la autoconsistencia por encima de aquellos elementos informacionales o de mera presión social que pudieran haberles inducido a cambiar de opinión. Además de las explicaciones que puedan venir desde el marco de la consistencia cognitiva, no podemos olvidar que hay una amplia evidencia empírica acerca de ciertas características de los sujetos menos autoritarios y/o dogmáticos: es más probable que manejen estrategias cognitivas más complejas, con más capacidad para el análisis crítico, con mayor independencia de campo y mayor complejidad integrativa. Tales características hacen prevalecer el análisis de la información sobre las consideraciones acerca de la fuente de esa información y priman los análisis cualitativos sobre los cuantitativos. De todo ello se deduce que las presiones hacia la conformidad son menos eficaces. Así, las minorías iniciales "progresistas" no sólo resistieron los intentos de persuasión de las mayorías, sino que, a través de sus contraargumentaciones, generaban nuevos elementos de autoconvencimiento, resultando cada vez más tajante su posición. Frente a ello, como hemos visto, las minorías del grupo conservador se asimilaron rápidamente a la mayoría.

En las hipótesis concernientes a otros aspectos de la deliberación habíamos puesto de manifiesto nuestra previsión respecto al papel diferencial que podrían desempeñar los "portavoces" en las deliberaciones. Pues bien, los estadísticos utilizados muestran que la influencia del sujeto elegido portavoz fue muy superior en el caso del grupo "conservador". Es importante señalar, además, que en este grupo el sujeto que resultó elegido ya había ocupado previamente, y de modo espontáneo, la cabecera de la mesa, fenómeno que no ocurrió en el otro grupo. Por lo tanto, parecen influir ahí, al menos, dos factores: uno previo a la propia deliberación (la tendencia individual a ocupar lugares más "salientes") y otro ligado al desarrollo de la deliberación misma: la influencia de aquella persona que ocupa un tipo de posición privilegiada en la estructuración progresiva del grupo puede llegar a ser determinante del "resultado" de la dinámica grupal a través de su incidencia en el proceso. Dicha influencia parece reforzarse además cuando el portavoz ocupa la cabecera de la mesa. Desde esa posición parece más fácil crear estructuras, diseñar estrategias de resolución de la tarea, regular el curso de la interacción, servir de localizar de la atención, dar apoyo socio-emocional, etc. Este es otro contexto en el que se puede observar la fuerza del famoso efecto "Strodtbeck", y además con repercusiones de gran relevancia social.

En último término, se pone de manifiesto que las posiciones ideológicas de los jurados parecen determinar tanto sus veredictos como los procesos de deliberación utilizados en su gestación.

 

6. COMENTARIOS FINALES 

Hoy en día los psicólogos disponemos de un "corpus" teórico y una metodología que parecen privilegiadas para el análisis de toda una serie de fenómenos directamente implicados en el funcionamiento de la institución del Jurado. Esperemos que su puesta en marcha en el Estado español no prescinda de todo aquello que la investigación psicosocial puede aportar cara a mejorar el éxito de su implantación: instrumentos de peritaje, auxilio en los procesos de recusación, análisis de las influencias de las distintas modalidades de proporcionar las instrucciones los jueces, disposición física del lugar de deliberación, procedimientos de selección de que eviten las fuentes sistemáticas de sesgo, etc. La Psicología parece tener en los contextos jurídicos un ámbito privilegiado para la aplicación de toda una serie de conocimientos, así como para la génesis de nuevas hipótesis y modelos teóricos.

 

REFERENCIAS