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 CRITICA DE LIBROS

CONDUCTA ANTISOCIAL

Evaluación, tratamiento y prevención

en la infancia y adolescencia

Alan E. KAZDIN y Gualberto BUELA-CASAL

Pirámide. Madrid, 1994

 

 

 Javier URRA PORTILLO


Kazdin, internacionalmente afamado y prestigioso psicólogo clínico e infantil y Buela-Casal especialista en evaluación y tratamientos psicológicos, con un lenguaje directo y descriptivo abordan el problema social de la delincuencia en , niños y adolescentes.

El libro, breve (184 págs. incluida bibliografía) y de bolsillo, permite el acercamiento de forma manejable al pensamiento y teorías de muchos autores, que de manera muy actualizada son constatados.

Su estructura viene marcada por el subtítulo.

En la Introducción, se plasma brevemente, aspectos que conforman la naturaleza del problema, tales como.- Su significación social y clínica (frecuencia de los trastornos de conducta, tratamientos clínicos, estabilidad del problema, pronóstico, transmisión entre generaciones, costes sociales). Definición e identificación de la conducta antisocial. Características de los trastornos de conducta (variaciones por sexo y edad, síntomas y síndromes, características correlativas y asociadas, características familiares y de los padres. Condiciones ambientales).

Este primer punto pudiera sintetizarse en su afirmación «Las pruebas acumuladas sobre la constelación de síntomas, factores de riesgo y curso en la infancia, adolescencia y madurez demuestran que no es suficiente centrarse en niños individuales.

Al mismo tiempo, hay una estructura niño-padres-familia-contexto que produce influencias múltiples y recíprocas que afectan a cada participante (niño y padres) y a los sistemas en que operan (familia, escuela)».

La introducción y naturaleza del problema incluyen cinco ejemplos de casos, tanto de conducta antisocial, como de las características familiares y contextuales, pero se resuelven en cinco páginas, obviamente quedan sólo apuntados, sin profundizar en los mismos.

Veremos que el libro es un boceto, con trazos claros y bien definidos, perfectamente resuelto, muy sugerente, contiene muchos matices y perspectivas, ahora bien, es manifiestamente ampliable, no en las materias, sino en la profundización de las mismas.

Siguiendo el índice, nos encontramos con.- Los factores de riesgo de la conducta antisocial. Quedan subdivididos en:

Los que facilitan su comienzo (del niño, de padres y familiares, de la escuela, otros), complejidad en la evaluación y factores de protección. Este pasaje se elabora con la sumativa de distintas valoraciones efectuadas por variados expertos. En síntesis concluyen «En general se sabe menos de los factores de protección que de los de riesgo en relación con los trastornos de conducta».

El tercer apartado, se inicia definiendo la tarea del diagnóstico «identificar qué síntomas están presentes, si hay alguno y entonces establecer o descartar la presencia de trastornos concretos», avanza por el diagnóstico clínico, los enfoques de variables múltiples y otros. Da paso a la evaluación «sobrepasa el mero diagnóstico. Podría emplearse para fines múltiples tales como correlacionar patrones de síntomas específicos con otras características o evaluar los efectos de los programas de tratamiento o prevención», revisa los autoinformes, los informes de familiares, amigos y profesionales, la observación directa y los archivos institucionales.

Punto cuatro, los tratamientos actuales, mediante Tablas, se aproximan los principales tipos, pues «una estimación conservadora ha identificado más de 230 técnicas psicoterapéuticas actualmente en uso en niños y adolescentes» (Kazdin, 1988). Recoge entre los enfoques más prometedores, el entrenamiento en estrategias cognitivas de resolución de problemas, entrenamiento conductual de los padres, la terapia familiar funcional y los tratamientos basados en la comunidad, apunta que «las conclusiones sobre las formas específicas de tratamiento son prematuras» y que «la extensión de la disfunción de los jóvenes antisociales y sus familias hace exigente si no imposible la tarea de desarrollar tratamientos eficaces».

El quinto capítulo se inicia con mucha más esperanza que concluye el anterior, al afirmar que hay caminos prometedores en la prevención de la conducta antisocial, como prueba transcribe la intervención precoz en los padres y la familia, en la escuela y en la comunidad entendiendo que el punto de partida es la identificación de los niños con alto riesgo, encontrando un escollo pues «quizá una proporción significativa de jóvenes de alto riesgo manifieste trastornos en la adolescencia y madurez, pero hay otra proporción que no lo hará» lo que se complica pues «la prevención o tratamiento no son necesariamente beneficiosos o neutrales, de hecho pueden producir efectos dañinos», y así es pues la identificación precoz como de riesgo introduce un estigma potencial, si no una profecía que se cumple a sí misma, basado en las reacciones de padres y compañeros.

El último bloque trata, sobre nuevas líneas y modelos de investigación, tales son, la creciente precisión en la identificación de patrones de síntomas y la ampliación de las dimensiones consideradas en el diagnóstico.

Concluye ratificando las dos ideas centrales del libro.

La gravedad del problema de la conducta antisocial y la ausencia de tratamientos de eficacia demostrada.

Se complementa con una amplia, correcta y actualizada bibliografía.

En síntesis, un leve compendio, que proyecta «a vista de pájaro» el complejo entramado de la conducta antisocial incentivando el desarrollo de la conciencia social y espoleándonos al esfuerzo científico necesario para progresar en la erradicación de esta lacra que es una enfermedad de la Comunidad.