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CRITICA DE LIBROS

 

MENORES, LA TRANSFORMACION DE LA REALIDAD


CHILDREN: REALITY TRANSFORMATION

 

Ley Orgánica 4192.
Javier Urra Portillo.
Siglo XXI. Madrid. 1.995.

 

 

Montserrat MARTIN LOPEZ


Durante las últimas décadas se está afianzando la presencia de las ciencias sociales en campos hasta ahora reservados a otras disciplinas. Es el caso de la Psicología Jurídica, necesitada de profesionales que aborden el Derecho desde la Psicología, Sociología, Antropología, etc ...

En este sentido, se aprecia también un aumento de las investigaciones y publicaciones de los pioneros en este campo. En lo relativo a la Justicia de Menores, y, partiendo de una base sólida de teóricos de la Psicología Social como Alan Kazdin, Jesús Valverde o Vicente Garrido, -sin desmerecer a otros muchos-, Javier Urra publica un libro que supone una revisión necesaria de la actualidad de la legislación de menores y, más específicamente, de lo que es su especialidad, la valoración del papel del psicólogo en la Justicia.

El libro se estructura en siete capítulos coherentemente delimitados. Es relevante la revisión histórica que el autor hace de la jurisdicción de menores porque sólo así podremos ir desgranando el carácter informador, ambicioso y realista que sustenta este libro.

La jurisdicción de menores data de 1.822 y ha evolucionado históricamente encomendándose a los Tribunales Tutelares de Menores en 1.984 las funciones fundamentales de protección de menores de 16 años y -reforma de aquellos que estén incursos en procesos delincuenciales tipificados por la ley (hoy los Juzgados de Menores solo entienden de los sujetos de reforma, siendo las Comunidades Autónomas las responsables de la protección). El autor hace hincapié en la Ley Orgánica 4/92 de 5 de Junio, estructurándose su valoración en los primeros capítulos del libro.

Es muy apreciable esta reflexión, profunda y sistemática de la ley, puesto que acerca al técnico, al operados jurídico, al padre, a la sociedad... a una lectura de la situación real de la justicia centrándose en los menores, aquellos a los que en otra de sus publicaciones, eminentemente práctica, bautiza como «Adolescentes en conflictos ».

El abordaje que el autor hace de la justicia de menores conecta con la realidad de la democracia que coloca al menor como sujeto de derechos y obligaciones pero con una limitación. Todo menor es una «responsabilidad en evolución » como el propio autor cita en el libro, por tanto... nos hace cuestionarnos ¿como puede castigarse a una persona que no tiene conformadas sus capacidades de conocer y querer?...

La solución quizá reside en los principios que sustentan la justicia actual. Javier Urra apoya una justicia que no sea represiva, sino psicoeducativa y responsabilizadora, configurándose a la vez en un medio corrector pero teniendo en cuenta que tiene en sus manos el futuro de una «persona física» que quizás no ha contado con los medios necesarios para socializarse adecuadamente (no en vano, siguen vigentes en la actualidad las teorías de modelado de Bandura que presuponen la asunción de comportamientos aprendidos y observados de modelos) o que responde al estereotipo marginal de su grupo de referencia (a este respecto las teorías de las subculturas desviantes de Sutherland) o incluso, por que no, tener en cuenta que esos menores pueden sufrir trastornos de conducta que necesitan ser tratados más que castigados. En este sentido el autor, lejos de recetar una solución mágica a estos problemas, se queda con la realidad básica de que un menor, sobre todo un menor, necesita recursos además de tutela

A partir de aquí, Urra examina las actuales medidas a imponer, pero concede a los lectores una visión integrada de medidas alternativas que son posibles y necesarias para lograr el fin último de la justicia, la reeducación y reinserción social, indicando cuales son a su entender los más eficaces: perdón judicial, acogimiento familiar, mediación, reparación, etc.

Estas medidas, que podrían parecer simplemente pausibles, son abordadas por el autor con el rigor necesario para indicar cuando deben llevarse a cabo y en qué medio intentarlo, intentarlo no sólo al menor, sino a su familia y de una manera casi utópica a toda la sociedad que no es sino mero reflejo de una cultura y una costumbres que nos marcan el rasero de lo normal-anormal.

Por otro lado, es especialmente valioso, el capítulo cuarto del libro, ya que en primer lugar, aporta una visión clara, sin formalismos, de lo que debe ser la Psicología en la legislación de menores.

«La Psicología, dice el autor, debe aportar la flexibilidad necesaria para asimilar y adaptarse a la realidad cambiante, huyendo de criterios diagnósticos y etiquetadores y concibiendo al menor como un ser humano en un proceso de desarrollo que sí puede ser modificables.

En segundo lugar, hace una revisión fundamental de la función de los Equipos Técnicos: educadores, psicólogos, trabajadores sociales, y todos aquellos profesionales que forman parte de estos equipos: la de asesorar y peritar, lo cual supone mantener la necesaria prudencia del que sólo interpreta personalidades, psiques, tratando de encontrar la frontera entre el pensar y el proceder del mundo del derecho y al mismo tiempo, estar cerca de la realidad sombría del menor.

El Equipo Técnico, siempre en continua coordinación con los demás profesionales (Jueces, Fiscales, Servicios Sociales) debe dilucidar y concretar la forma de responsabilizar al menor de sus actos, debe valorar la globalidad de la persona, no interpretar las leyes o decidir si un menor ha cometido o no un delito.

Los últimos capítulos aportan un juicio de valor que bien podría considerarse nexo de unión, desde la experiencia del autor, entre la justicia actual y la justicia futura, abordando temas tan controvertidos como el jurado, victimología, la nueva ley penal, y otros temas reales, de tremenda y profunda actualidad.

En suma, el libro pretende ser eminentemente pragmático, sin caer excesivamente en tecnicismos no en elucubraciones que dificulten su lectura o entendimiento. Javier Urra muestra la realidad de la Justicia desde su experiencia contrastada en el campo de menores. Este libro no sólo destila saber y experiencia, sino que muestra la humanización necesaria para que los profesionales y lpor qué no! los propios padres nos enfrentemos a menores que viven una realidad cambiante y que no siempre pueden entenderla, aceptarla o controlarla. Es de valorar su visión ateórica de la Psicología y su profundo optimismo.

Por otro lado, creo que este libro adolece de una reflexión profunda de la realidad de las víctimas, ¿qué medidas, qué recursos reales estamos proporcionando a las víctimas, -muchos de ellos también menores que son agredidos, vulnerados-, cómo transformar su realidad artificialmente quebrada?. Asimismo me parece de interés que el autor hubiera ahondado más en un tema tan importante como puede ser la posible visión unilateral y subjetiva que puede adoptarse, por la excesiva empatía con aquellos menores que pasan por los Juzgados.

Por último, parece igualmente importante que la prevención, insinuada en el libro, debe ser un seguimiento real y continuo de dichos menores una vez que se quedan solos en su medio, aquel al que deben enfrentarse día a día, aquel que es su única realidad.

 

REFERENCIAS