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"IN MEMORIAM"

UNA POSICION ETICA (REFLEXIONES A PROPOSITO DEL ASESINATO DE FRANCISCO JAVIER GOMEZ ELOSEGUI, PSICOLOGO DEL CENTRO PENITENCIARIO DE SAN SEBASTIAN)


AN ETHICAL POSITION (REFLECTIONS IN LINE WITH THE MURDER OF FRANCISCO JAVIER GOMEZ ELOSEGUI, SAN SEBASTIAN PRISON PSYCHOLOGIST


Leo en la prensa que Javier trabajaba por el diálogo con los etarras, por el acercamiento al País Vasco de los presos de la organización terrorista, para ayudar a internos con dificultades...

El trabajo de un psicólogo no se hace al dictado de nadie, ni tiene un guión previo, esta tarea no posee sólo un aspecto técnico, ni tampoco sólo burocrático sino que también tiene una vertiente ética. Lo ético no es una faceta más del trabajo, es la posición desde donde se practica una técnica y se escuchan las normas administrativas. No hay un automatismo entre los principios técnicos y administrativos, por un lado, y la actuación del psicólogo, por otro. La posición ética modula el acto del psicólogo. A veces se confunde lo ético con lo moral; la moral define criterios de costumbres en un continuo que va de bueno a malo, que condicionan la relación con los demás y proporcionan una valoración de la conducta; en cambio la ética se sitúa en la relación de uno mismo con lo que quiere o con lo que le mueve a quererlo. La moral define el campo de los deberes con los demás, la ética perfila el modelo de relación con lo que causa el deseo, ese modo tiene el tono de la obligación, del deber ser.

El trabajo del psicólogo en una institución como la penitenciaria tiene la dificultad de llevarse a cabo con el peso de la inercia institucional. La persona que está en prisión casi nunca ha elegido el estar preso como el modo de hacer frente a su responsabilidad: la prisión es una circunstancia impuesta. El psicólogo penitenciario no es el profesional elegido libremente en un momento de vacilación, de malestar. Pese a estas dificultades en prisión es posible el encuentro de una persona que demanda ayuda con alguien que le puede escuchar sin ataduras burocráticas, pero sin olvidarse que, a veces, el que pide ayuda ha cometido actos que no tienen vuelta de hoja, actos sin apelación, y ésta es la mayor de las dificultades del trabajo de un psicólogo en una prisión más que las derivadas de la naturaleza de la institución

Si la xenofobia es el odio hacia lo extranjero, el asesinato de Javier ha sido xenófobo porque en ese acto ha estado presente la idea de que entre el asesino/los asesinos y su víctima no había en común historias, ideas, vivencias... esto le hace a uno sentirse radicalmente extraño del otro, extranjero, aunque paradójicamente el otro se siente próximo a ese uno. Parece que ni tan siquiera hay un hilo de comunicación entre el dolor de los allegados de la víctima y el asesino/los asesinos, no les llega nada (¡pero es posible que no les llegue nada!) porque han cortado ese hilo. Pese a ese sentimiento de extranjeridad extrema que se ha instalado en algunos, la inercia de la condición humana conduce a la gente a buscar en los demás un eco de sí mismo, algo que haga ver al otro no como extranjero, extraño sino como semejante (el semejante no es necesariamente el prójimo, porque no es tanto la condición de proximidad lo que está en juego sino la de semejanza).

El asesinato de Javier no sólo ha sido un acto xenófobo sino también paranoico (y lo califico así no para exculparlo sino para cernir una responsabilidad). Lo paranoico es uno de los modos de relacionarse con los demás caracterizado por la proyección de lo intolerable del mundo propio e íntimo en la pantalla de la vida de los demás, así el paranoico ve lo suyo en los otros sin pensar que lo visto es de él. Hay otro aspecto de lo paranoico que entra en juego en este asesinato: el paranoico tiene la certeza de que la existencia del otro pone en peligro la suya y, en algunas ocasiones, pasa al acto de eliminarle.

El asesino/los asesinos de Javier han perpetrado un acto xenófobo y paranoico que no tiene vuelta de hoja de cuya responsabilidad tendrán que dar cuenta, no sólo ante un tribunal, sino consigo mismo en la soledad de sus pensamientos: él/ellos tienen la responsabilidad de haber acallado una voz, de haber roto una familia, de haber privado a una niña de las palabras de su padre y a una mujer de la compañía de su esposo, de haber silenciado el eco de las actuaciones éticas de Javier... y de haberlo hecho por la simple circunstancia de ser un psicólogo que trabajaba en una institución penitenciaria.

Daniel Ramírez Psicólogo