Menu

ESTUDIOS

ESTUDIO DE LAS SECUELAS POSTRAUMATICAS EN NIÑOS OBJETO DE AGRESIONES SEXUALES DENUNCIADAS


STUDY OF POST TRAUMATIC DISORDERS IN CHILDREN SUBJETED TO REPORTED SEXUAL ABUSE

Blanca Vázquez Mezquita

psicóloga de la Clínica Médico-Forense de Madrid

Mar Calle Pomar

Psicóloga Servicio de Atención a la Víctima de Madrid


RESUMEN

PALABRAS CLAVE:

ABSTRACT

KEY WORDS:

INTRODUCCION

CAUSAS OBJETIVAS PARA LA REPRESION DEL ABUSO SEXUAL SOBRE MENORES

SECUELAS POSTRAUMATICAS EN NIÑOS OBJETO DE AGRESIONES SEXUALES DENUNCIADAS

ANALISIS RETROSPECTIVO SOBRE UNA MUESTRA DE 59 CASOS DE ABUSO SEXUAL DENUNCIAD

COMENTARIO A LOS GRAFICOS

OTROS DATOS NO RECOGIDOS EN LOS GRAFICOS

SECUELAS (por sexo)

CONCLUSIONES DE NUESTRA MUESTRA RETROSPECTIVA

ANALISIS PROSPECTIVO SOBRE UNA MUESTRA DE 16 CASOS DE ABUSO SEXUAL DENUNCIAD

METODO

MATERIAL

VARIABLES

PROCEDIMIENTO Y DISEÑO

RESULTADOS

CONCLUSIONES

A MODO DE EPILOGO

REFERENCIAS


RESUMEN

Este estudio hace un repaso de las teorías actuales en tomo a la influencia de los abusos sexuales sobre menores y su incidencia en la salud mental durante la vida adulta. Se argumentan los motivos para reprimir el abuso sexual desde el plano legal. Se presenta el estudio de dos muestras de casos denunciados obtenidos a partir de periciales realizadas en la Clínica Médico-Forense de Madrid. Se extraen una serie de conclusiones prácticas.

PALABRAS CLAVE:

Abuso sexual. Menores. Tribunales. Secuelas postraumáticas.

ABSTRACT

This study reviews the present theories about the influence of sexual abuse on children and its incidence on mental health during adult life. The ground for checking sexual abuse from the legal point of view is discussed. It presents the study of two samples of reported cases gathered from expert evidence at the Clínica Médico-Forense de Madrid. A set of practical proposals are drawn out.

KEY WORDS:

Sexual abuse Children Court. Post traumatic disorders.


Este trabajo está dedicado a Arturo Beltrán, magistrado excepcional y extraordinaria persona. En los mejores y en los peores tiempos.


INTRODUCCION

Cuando uno se enfrenta al problema del abuso sexual infantil desde el ámbito judicial se hace particularmente consciente de la importancia del "construccionismo social" que impregna cada una de la acciones e ideas de nuestra vida cotidiana. Siguiendo a Staiton Rogers et al.: "Las cosas no tienen sentido en sí mismas, se lo damos".

Hemos catalogado una serie de conductas como delito en el código penal y todos estamos más o menos de acuerdo en que la relación sexual entre un mayor de edad y un menor viola la libertad sexual de éste, porque hemos establecido de antemano una falta de madurez en los menores para prestar su consentimiento.

Además, desde el punto de vista de la psicología clínica y la psiquiatría se ha establecido como "dogma" que la relación entre un mayor y un menor resulta siempre "traumática" y es fuente de futuros trastornos mentales en la vida adulta.

Aquí no vamos a discutir esto. Aunque habría que matizar que no todos los abusos son iguales ni afectan de la misma manera. Lo que queremos destacar es que la investigación ha sido pobre en datos de "realidad" y que si nosotros queremos traspasar el marco meramente ideológico-social y situarnos dentro de lo científico -ambición constante en psicología-, deberemos atenernos más a los datos de realidad y menos a nuestra valoración intuitiva sobre el abuso sexual cuando interacciones con otros ámbitos, extra-psicológicos y extra-clínicos, como es el ámbito jurídico.

La situación del psicólogo jurídico -a caballo entre la psicología clínica y la Sala de Justicia,- hace que su punto de vista muchas veces no sea idéntico al punto de vista del profesional psiquiatra o psicólogo, enfrentado con la situación de una supuesta víctima y para quien las "pruebas" de realidad no son tan importantes.

Hemos catalogado como "delito" una serie de conductas realizadas sobre menores, sin contar evidentemente con el punto de vista de estos menores. Lo primero que un psicólogo, o cualquier profesional enfrentado con un tema de supuesto abuso debe comprender es que su "construcción social" sobre el tema no tiene por qué coincidir con el punto de vista del niño, como así ocurre frecuentemente. Todos somos sujetos y no objetos. Los niños también. Ellos "construyen" su experiencia dándole un sentido, no necesariamente coincidente con el nuestro. Este hecho nos hace asistir a frecuentes paradojas desde que el tema del abuso sexual se ha judicializado.

Recientemente se preguntó a un deficiente psíquico -asimilable a menor por inmadurez mental-, durante una vista oral quiénes eran sus amigos entre las personas que se encontraban en la Sala. El joven no lo dudó. Señaló al supuesto agresor como su primer amigo. Sin embargo no todas las víctimas reaccionan así

CAUSAS OBJETIVAS PARA LA REPRESION DEL ABUSO SEXUAL SOBRE MENORES

El primer motivo para la represión legal del abuso sexual sobre menores es que existe una evidencia clínica creciente de que el abuso sexual durante la infancia afecta verdaderamente al desarrollo psicológico ulterior del adulto.

Uno de los aspectos más preocupantes respecto al abuso sexual en menores es que parece bien establecido que el abuso sexual en niños está ligado a los orígenes del MPD (Síndrome de personalidad múltiple), ver Merskey. Aunque el propio diagnóstico del MPD sea un terreno resbaladizo, no se puede obviar que en la mayoría de casos demostrados de esta enfermedad, aparece abuso sexual reiterado, severo, unido a violencia física y/o tortura. Un estudio reciente de Nash, demuestra además que cuanto más pequeño es el niño en el inicio del abuso, mayor la probabilidad de desarrollar síntomas disociativos. Estos resultados establecen un soparte científico, no especulativo, en cuanto al conocimiento de la génesis del fenómeno disociativo y su extrema manifestación cual es la amnesia psicógena.

Sin embargo, no podemos aplicar el modelo de estrés postraumático estrictamente al caso del abuso sexual en menores. Mezey nos explica que este modelo, tal y como se encuentra enunciado en el DSM-IV es aplicable a personas que han pasado por experiencias de desastres naturales, violencia interpersonal y peligro súbito para la propia vida o la de otros. Cuando el trauma ha sido crónico -caso de tortura o abuso sexual crónico-, el modelo ya no se adapta estrictamente

Si desde el campo de la evaluación forense, -haciendo abstracción de tipo de abuso, edad del menor y otros factores asociados-, aplicamos estrictamente los criterios diagnósticos del PTSD, observaremos que casi todos los niños evaluados se encontrarán fuera del marco diagnóstico, con el consiguiente desconcierto para el perito y el Tribunal (imbuido en el mismo orden de cosas en la expectativa de la aparición de fuertes y espectaculares secuelas postraumáticas).

Así, podemos resumir, siguiendo a Corral et al., que ante un verdadero PTSD encontraríamos:

1. Recuerdos constantes sobre el hecho.

2. Evitación de estímulos asociados al hecho.

3. Respuesta de alerta exagerada: irritabilidad, insomnio, dificultad de concentración.

El actual desconcierto entre los profesionales respecto a forma de evaluar este tipo de casos es comprensible si consideramos que el abuso sexual infantil ha pasado a ser estudiado sólo muy recientemente de forma sistemática, y siempre relacionado con otros temas donde mediaba en alguna manera violencia interpersonal, ver Vázquez.

Entre 1974 y 1993 se publican 149 trabajos en el mundo sobre el estrés postraumático; hasta 1983 no aparece artículo alguno sobre tratamiento, comienza a investigarse en 1984 y es el año 1992 el más rico en publicaciones, ver Pérez San Gregorio et al.

Es decir, vivimos actualmente un período donde se comienza a estudiar el problema de los efectos de la violencia, sea esta del tipo que sea, sobre las personas, y dentro de este problema el abuso sexual sobre menores es tan sólo un problema más, particular, acotado y con sus propias connotaciones y características.

El campo forense es un lugar privilegiado para el estudio de todo tipo de víctimas, inaccesibles a la investigación desde otros ámbitos. Esta facilidad natural no ha sido nunca respaldada por los medios materiales y humanos necesarios que impulsen una investigación mínima en al ámbito forense. La Administración de Justicia se ha contentado hasta la fecha con la promulgación de Leyes, como la nueva Ley de Asistencia a las Víctimas de 1995, realizadas al margen de las propias posibilidades materiales de la Administración y con absoluta falta de concurso y opinión de las personas o asociaciones que conocen los problemas reales de los agentes implicados.

Decíamos al principio de este capítulo que la hipótesis del abuso sexual como "trauma" dentro del desarrollo evolutivo del niño, ha adquirido peso específico, durante los últimos años. En este mismo sentido, Mullen et al., demuestran para víctimas infantiles en su desarrollo adulto:

- Declive del status socioeconómico.

- Problemas sexuales crecientes.

- Propensión a percibir a sus parejas como poco cariñosos e hipercontroladores.

Mullen asegura en su artículo que existen otros factores de deprivación y desventaja asociados al abuso sexual (ver Vázquez), y que por tanto sería inadecuado realizar intervenciones terapéuticas que enfoquen exclusivamente en el trauma sexual.

Este punto de vista es completamente coherente con los datos que aportaremos en otro apartado de este estudio referido a las características psicosociales observadas en casos de supuestos abusos denunciados. Las reacciones de las víctimas son mucho más complejas y multidimensionales, y hemos de tener en cuenta, que se trate del tipo de abuso que se trate, y en su conjunto, tan sólo el 50% de los niños nos informarán de alguna consecuencia para su salud mental a largo plazo (Müller). Esta constatación nos aleja de nuevo del modelo PTSD, donde se establece un recuperación a medio plazo, previo tratamiento, o sin él, mediante terapia combinada psicotropos-psicoterapia para una mayoría de casos.

Tres últimas consideraciones en torno a los motivos que nos llevan a pensar que el abuso sexual sobre el menor actúa como catalizador y agente traumático potente.

La primera de ellas nace de un estudio alentador y excepcional en su especie debido a Corral et al. En este estudio, al margen de otras consideraciones, los autores demuestran, que aún tratándose de subtipos distintos, un grupo de víctimas de abuso sexual en la infancia, y otro grupo de víctimas de violación en la vida adulta, presentan un perfil psicopatológico similar, tanto considerando medidas pretratamiento respecto a PTSD, como en los otros índices: depresión, ansiedad, miedos, e inadaptación global (ver tabla l). Estos resultados son concurrentes con nuestros propios estudios, como más adelante se expondrá.

La segunda consideración tiene que ver con el propio tratamiento de víctimas adultas diagnosticadas de PTSD. En el desarrollo y seguimiento de la terapia, se concluye, también en un estudio español reciente, Vicente et al., que el factor "vulnerabilidad" al desarrollo del PSTD dependerá de:

- El número de traumas previos actuando como factor predictor de vulnerabilidad al trauma actual aumentando la posibilidad de desarrollar el cuadro.

- Existencia de malos tratos en la infancia y fundamentalmente en la esfera sexual son favorecedores de la aparición del PTSD por una disminución en la capacidad individual de enfrentarse al estrés actual.

- Rasgos de personalidad previos afectan al pronóstico, en concreto: personalidad borderline, obsesivo compulsiva, evitativa y paranoide.

- El PSTD es compatible en su aparición con otros cuadros reconocidos como entidades nosológicas diferentes: trastornos de ansiedad y episodios depresivos.

Por último, una consideración de máxima importancia. Muchos autores sugieren que aunque en las víctimas de abuso sexual mucha de la patología observable se debe al ambiente familiar, el abuso sexual en sí, vuelve a la víctima particularmente susceptible a experimentar su cuerpo inadecuado y enfermo, con síntomas hipocondríacos y somatización.

Barsky et al., especifican una asociación entre trauma infantil e hipocondría, que lleva a un mayor nivel de somatización durante la vida adulta y el dolor crónico. Las experiencias traumáticas infantiles, especialmente la violencia física y el abuso sexual se encuentran conectados con estos trastornos de forma significativa.

Otro de los motivos fundamentales para la represión del abuso sexual infantil se sitúa a nivel de la llamada Transferencia generacional del abuso". Oliver, revisó sesenta estudios sobre este tema. Encontró que 1/3 de los niños objeto de abuso habían adoptado patrones "negligentes" como padres en la vida adulta, 1/3 no lo hizo en absoluto y quedaba otro tercio de personas vulnerables a volverse negligentes ante la aparición de estrés social. Es decir, haber sido víctima de abuso en la infancia, no "predetermina", pero no se puede negar que representa un factor de riesgo importante.

En el sentido de lo anterior, no se puede negar el factor "aprendizaje social" en la génesis de los problemas emocionales y de conducta. Ninguna persona está capacitada para desarrollar conductas que previamente no haya aprendido. Esto explicaría el porqué vemos tan frecuentemente repetidas o repetimos conductas como adultos que nos resultaron particularmente negativas cuando las sufrimos en la posición de niños. El ser conscientes de este hecho, nos puede ayudar a solucionar conflictos, y éste es uno de los pocos hechos prácticos donde la psicología puede actuar a nivel preventivo y terapéutico.

Para finalizar este apartado, una última consideración en torno a los llamados "ofensores sexuales". Se ha discutido mucho sobre si es mejor o peor "judicializar" el problema del abuso sexual sobre menores. Se argumenta que la sanción penal de la conducta, impide a los infractores ponerse en tratamiento, y que no es la represión penal la que puede dar solución al problema.

Estos argumentos son parcialmente válidos. Sin embargo, hablábamos del "construccionismo social", al principio de este estudio, y es aquí donde se sitúa el problema

El caso del ofensor sexual es un problema diferente a otros tipos de delincuente. El ofensor sexual "casi nunca" es un enfermo mental en el sentido estricto de la palabra, cabe en las nosologías, pero no se adapta a patrones específicos que puedan ser calificados de "enajenación mental", siempre que con ello nos estemos refiriendo a privación de libertad para elegir hacer o no hacer, o privación intelectual para entender lo que se hace.

El ofensor sexual, y particularmente el de niños, "construye" toda una serie de argumentaciones en torno a su conducta delictiva: "Las cosa no tienen sentido en sí mismas, se lo damos", en base a las cuales, no presenta rastro de culpabilidad alguna que le lleve a ponerse en tratamiento psicológico, psiquiátrico, o médico "antes" de cometer el acto incestuoso o paidofílico. En contadas ocasiones, el ofensor sexual de niños se pone en tratamiento antes de ser descubierto el hecho, y si lo hace -esto hay que reconocerlo-, se dispone escasamente de medios terapéuticos actuales para el tratamiento de estos casos.

En esta situación, y aún reconociendo que la cárcel no puede solucionar el daño causado a una víctima, ni el problema del ofensor, al menos no se puede renunciar al efecto parcialmente disuasorio de considerar el abuso sexual como delito. De paso, es la única forma de obtener grupos homogéneos para la investigación de estas conductas y pensar que en un futuro, acaso, podamos obtener medidas adecuadas de tratamiento.

SECUELAS POSTRAUMATICAS EN NIÑOS OBJETO DE AGRESIONES SEXUALES DENUNCIADAS

A continuación se exponen los resultados de dos estudios realizados sobre casos de abuso sexual infantil, obtenidos a partir de periciales solicitadas judicialmente a la Clínica Médico-Forense de Madrid. En todos los casos, las periciales solicitadas eran "psicológicas", no constando en las dos muestras que a continuación se detallan periciales psiquiátricas, médicas, o de cualquier otra índole. El primer estudio se realizó de forma retrospectiva y el segundo de forma prospectiva.

ANALISIS RETROSPECTIVO SOBRE UNA MUESTRA DE 59 CASOS DE ABUSO SEXUAL DENUNCIADO

Se trata de 59 casos denunciados entre los años 88 y 93 en Madrid, con una mayoría de denuncias entre los años 92 y 93.

En esta muestra, hemos tomado los siguientes criterios de selección:

1. Ninguno de los sujetos presentaba índices de deficiencia mental (caso frecuentemente observado en la Clínica a nivel de detección de edad mental, lo que delimita el tipo de delito, según nuestra legislación). Esta exclusión se realizó por que resultaba extremadamente difícil, valorar las secuelas emocionales derivadas de este grupo.

2. Todos los sujetos tenían ente 1 y 18 años.

3. El supuesto agresor excedía al menos en 5 años a la supuesta víctima.

4. El momento de la observación, coincidía con la etapa de instrucción de la denuncia.

5. El hecho objeto de denuncia era considerado como un delito contra la libertad sexual según el antiguo Código penal.

Una vez obtenida la muestra, se realizó una clasificación de los sujetos, según diversas variables, que en nuestra experiencia, y según la literatura, podían estar relacionadas de alguna manera con el episodio de abuso. Estas variables fueron:

a. Edad

b. Sexo

c. N.º de hermanos en la familia

d. Nivel social

e. Ausencia de alguno de los dos progenitores del domicilio por divorcio o abandono

f. Existencia de malos tratos en el ámbito doméstico

g. Severidad del abuso: violación según el antiguo C.P. u otros abusos

h. Agresión aislada o crónica; aislada: un episodio, crónica: durante dos meses o más

i. Agresor: familiar consanguíneo o asimilable (cuñado, tío político), desconocido o conocido

j. Secuelas

- Síndrome ansioso-depresivo

- Fracaso escolar en el momento de la exploración

- Otras secuelas: baja autoestima, problemas de alcohol, autoinculpación, etc.

k. Psicoterapia en curso

l. Internamiento en centro de protección de menores a partir de la denuncia

m. Denuncia inmediata o retardada: dos meses o más después de terminado el episodio si la agresión fue aislada, dos meses después de iniciada la agresión, si ésta fue crónica.

A continuación se presentan los gráficos de la muestra estudiada.

COMENTARIO A LOS GRAFICOS

AM4

La edad media considerada se corresponde con la edad en el momento del examen. Por tanto, no coincide exactamente con la edad de inicio en la agresión, ya que la mayoría de los casos suponen una agresión crónica, y no aislada en el tiempo, y además la denuncia es retardada y no inmediata, también mayoritariamente.

Es llamativa la casi equiparación entre el abuso de niños y niñas por número de sujetos, ya que el abuso sexual se da más entre población infantil femenina (ver datos Félix López para población española, 1992).

Esto se debe en parte a que la denuncia de chico viene más determinada por agresor conocido que por agresor incestuoso. En estos casos el agresor (paidofílico primario o secundario), suele ser un agresor en serie. Cuando aparece una denuncia de este tipo, el resto de las denuncias vienen derivadas a partir de la investigación judicial-policial

AM1

Los mismos argumentos que los anteriores sirven para explicar este gráfico. El paidofílico prefiere víctimas masculinas (más orientación homosexual que heterosexual), prepúberes, lo que explica que el número de niños ente 11 y 15 años (denuncias diferidas), si bien, entre población más joven, se invierte la tendencia.

AM3

Esta tabla hace referencia a nivel sociocultural medido a partir de la variable nivel de instrucción en los padres. Es claro que la falta de cultura y oportunidades adquiere aquí un valor que no sabemos si se debe a que el abuso es realmente más frecuente entre clases sociales menos favorecidas, o si es que la detección de abuso es mayor por problemas sociales añadidos. Esta última hipótesis, parece ser más plausible. Habría que comparar estos datos con los de población general española (López, 1992).

AM5

La primera agresión entre familiares (agresor incestuoso) es mayoritaria entre niñas, siendo la agresión de sujeto conocido más frecuente en niños. No obstante el agresor conocido tiene siempre connotaciones de familiaridad respecto al niño agredido. La agresión por desconocido -al menos la denunicada-, es infrecuente, y además suele ser aislada (un sólo episodio).

AM6

Las niñas salen claramente desfavorecidas si medimos severidad del abuso. Aunque la cronicidad entre los dos grupos es bastante pareja, no así la gravedad del abuso, medido a partir de lo que legalmente se comprende en el término de violación según el antiguo C.P. El resto de comportamientos sexuales posibles los hemos catalogado de forma genérica, bajo el epígrafe de "abusos deshonestos".

AM8

Las niñas que sufren agresión sexual tienen una probabilidad más alta aún que los niños de sufrir malos tratos físicos. La explicación a este hecho, viene determinada también, por el tipo de agresor sexual, intrafamiliar, siendo el ámbito doméstico donde medimos la variable "malos tratos", que en los casos observados suelen ocurrir de forma concomitante.

La cronicidad es ligeramente mayor en el grupo de niños, con una severidad mayor y una dinámica diferente (sexo a cambio de regalos u otro tipo de refuerzos, autoimplicación del menor, etc).

Dentro del abuso sexual intrafamiliar, podemos hipotetizar otros trastornos en la socialización de los individuos: hipótesis vincular de Erickson, 1993.

OTROS DATOS NO RECOGIDOS EN LOS GRAFICOS

1 . Los menores que han sido objeto de presunto abuso sexual, no reciben ningún tipo de tratamiento psicoterapéutico en su mayoría.

Tan sólo el 8% de nuestra muestra recibía tratamiento en el momento del examen.

2. En algunos casos los niños son internados en centros de protección de menores, en nuestro caso eran 10, 8 niñas y 2 niños, en todos ellos, el supuesto agresor, era un familiar, y la media de edad era de 13 años.

3. Los menores no efectúan una denuncia inmediata casi nunca, salvo que el agresor sea un desconocido.

4. El número de familias donde faltaba uno de los progenitores por el divorcio o abandono, era de 20 sobre 59 casos: 33,8%.

SECUELAS (por sexo)

0 = No aparecen secuelas

1 = Ansiedad- Depresión. Síntomas físicos/estado de ánimo, ideas asociadas.

2 = Fracaso escolar

3 = Otras secuelas

- Síntomas de disociación

- Dificultades de relación con iguales

- Baja autoestima

- Sentimientos de culpa

- Dificultades sexuales

El síndrome ansioso-depresivo es significativamente mayor en niñas comparado con niños. Secuelas más aparentemente severas en niños por una mayor incidencia de fracaso escolar.

En los dos grupos las secuelas emocionales son significativas si las comparásemos con población general.

El grupo de los menores donde no se objetivan secuelas, es mayoritariamente femenino. Aquí se podría hipotetizar que esto ocurre probablemente por la edad (entre 5-10 años el número de denuncias en niñas es mayor), siendo las secuelas más detectables cuando el menor es mayor (mayor probabilidad de presentar una reacción emocional organizada).

Entre 0-5 años todos los sujetos presentan algún tipo de secuela observable, aunque se trata de un grupo excesivamente pequeño para que el resultado sea representativo.

W grupo entre 6 y 10 años, 5 presentan secuelas, correspondientes a una proporción del 62,5%. No obstante N sigue siendo muy baja.

De entre los 47 sujetos que forman el último grupo, tan sólo 6 no presentan secuelas o trastornos apreciables. El porcentaje correspondiente sí lo podemos considerar representativo a nivel de nuestra propia muestra y siempre teniendo en cuenta que no podemos establecer grupo control.

CONCLUSIONES DE NUESTRA MUESTRA RETROSPECTIVA

1 - Los menores que sufren agresión sexual y la denuncian, muestran patrones significativamente altos de alteración emocional, sin embargo, ni ellos ni su familia reciben tratamiento (tan sólo el 8%).

2. La dinámica de agresión sexual niño-niña parece diferir bastante tanto en la distribución de edad, cuanto por tipo de agresor, severidad y secuelas. Las niñas tienden a presentar más reacciones ansioso-depresivas y en los niños tiende a objetivarse un fracaso escolar mayor y dificultades inespecíficas de socialización.

Esto es importante tanto si consideramos la transferencia generacional de la agresión de todo tipo entre consanguíneos cual la aparición de abuso sexual infantil que presentan algunos agresores sexuales en su biografía.

3. Es significativa la incidencia de desorganización y pautas de interacción disfuncionales a nivel familiar tanto si consideramos la incidencia de los malos tratos asociados como la ausencia de uno de los dos padres.

ANALISIS PROSPECTIVO SOBRE UNA MUESTRA DE 16 CASOS DE ABUSO SEXUAL DENUNCIAD

METODO

Sujetos

Durante los meses que duró la recogida de datos se tomó una muestra de 16 sujetos, que se ajustaban a los objetivos propuestos para esta investigación.

La muestra estaba delimitada por un factor clave para este estudio y es que todos los sujetos estaban inmersos en un procedimiento judicial, por tanto eran casos denunciados y que habían ocurrido recientemente en el tiempo.

La muestra está compuesta por 8 mujeres y 8 varones, con edades comprendidas entre 3 y 19 años. Todos ellos fueron evaluados en la Clínica Médico-Forense de Madrid.

Aunque se pudiera pensar que se ha querido equiparar el número de hombres y mujeres, no ha sido así, ya que se fueron tomando los casos según que iban llegando y al terminar el tiempo de recogida de datos esa era la muestra que había.

Si bien la literatura contempla la edad de 17 años como criterio máximo para considerar abuso sexual, se ha incluido aquí un margen de edad más alto, ya que se ha considerado la edad en la que se sufrió el abuso y no la edad de recepción del caso.

En las tablas 1.1. y 1.2. se puede ver una panorámica general de los sujetos que componen la muestra. Se ha dividido la muestra en base al tipo de abuso, ya fuera este intrafamiliar (incesto) o extrafamiliar (paidofilia).

En las tablas anteriores podemos observar la diferencia existente entre sexo y tipología de abuso. Vemos que aparecen mayor número de mujeres en el abuso intrafamiliar (seis mujeres y dos hombres), frente al abuso extrafamiliar donde los datos se invierten (seis hombres y dos mujeres).

Más adelante, en el análisis de resultados se comentará si esta diferencia es por la aleatoriedad de la muestra o por el contrario se debe a otros factores.

Dada la naturaleza de la problemática contemplada por la investigación y en base a la literatura sobre el tema, no se consideró pertinente incluir un grupo control en el diseño.

MATERIAL

El material utilizado para la presente investigación se detalla a continuación:

Entrevista semiestructurada sobre abuso sexual

Diseñada por Casals y Garrido (1994), para el estudio de estos casos y que se ajustaba a esta investigación.

Se utilizaron dos entrevistas distintas según fuera el abuso intrafamiliar o extrafamiliar, aunque la diferencia sólo consistía a preguntas referidas al ámbito familiar, el resto de las preguntas eran comunes para ambos casos.

La entrevista contiene ítems referidos específicamente a la exploración del abuso (lugar donde ocurrió, tipo de abuso, relación con el agresor, medios coactivos utilizados por éste, repetición del abuso, etc.), e ítems enfocados para el posterior estudio de las secuelas (quién denunció, cuanto tiempo tardó en contárselo a alguien, cual fue la reacción de esa persona, etc.).

Se decidió utilizar una entrevista semiestructurada, ya que deja espacio en todo momento para incluir otro tipo de información que va saliendo a lo largo de la entrevista y que es igualmente útil.

Instrumentos

Se utilizó un total de cinco instrumentos con el fin de medir distintas variables que se explicarán en el siguiente apartado.

La aplicación de los instrumentos seleccionados para los sujetos que componen la muestra se realizaba posteriormente a la entrevista, dando instrucciones precisas y aclarando todas las dudas que pudieran surgir para la correcta cumplimentación de los cuestionarios

STAI

El Stai (Spielberger, 1970), es un cuestionario de autoevaluación para medir ansiedad, que evalúa dos conceptos independientes de la ansiedad, como Estado (E) y como Rasgo (R).

El STAI ha mostrado ser útil para medir ambos conceptos tanto en escolares de estudios medios y superiores como en diversos grupos clínicos.

ESCALA DE IMPACTO DEL EVENTO

(Horowitz, Wilner y Alvarez, 1978)

Utilizada para medir el Síndrome de estrés postraumático, es también una escala de autoevaluación

Consta de una lista de 15 ítems con cuatro alternativas que expresan distintos estados emocionales (nunca, raramente, a veces, siempre). Se les pide que después de leerlo indiquen cual corresponde mejor a lo experimentado durante los últimos días.

INVENTARIO DE DEPRESION DE BECK (Beck, 1987)

Escala evaluativa de la sintomatología depresiva, consta de 21 ítems, cada uno de ellos con cuatro alternativas, que contemplan un abanico que se extiende desde un estado no depresivo hasta el extremo de la sintomatología depresiva.

Al comenzar se explica al sujeto que señale cual de las afirmaciones siguientes reflejan mejor sus sentimientos durante la ULTIMA semana.

CUESTIONARIO DE CREENCIAS IRRACIONALES (Casals y Garrido, 1994)

Este instrumento fue realizado ad hoc para este estudio. Refleja 18 ideas o pensamientos irracionales concordantes con la existencia de abuso sexual, como puede ser autoinculpación en relación a los hechos, temor al futuro, sensación de ser "raro" o "extraño", etc. Creencias típicas de personas que han sufrido abuso sexual en la infancia.

Como los instrumentos anteriores es un cuestionario de autoevaluación con respuestas dicotómicas de verdadero o falso

Test evaluativo multifactorial de Adaptación Infantil (Hernández, 1990). Con esta prueba se logra considerar al niño desde una perspectiva funcional e integral, de cara a sus problemas y a su relación con el rendimiento escolar. Es por sí mismo un modo de valorar educativamente la adaptación, no solo social o escolar, sino la propia adaptación personal.

Este test mide factores como la inadaptación personal, social, escolar, familiar y actitudes educadoras de los padres, comprendiendo diferentes factores en cada una de esta áreas. Incluye así mismo dos escalas auxiliares de "fiabilidad".

Esta técnica fue aplicada únicamente a los sujetos de la muestra de menores de 13 años.

Como es de suponer se aplicaron estos test a los sujetos en la medida de lo posible, es decir, dependiendo de que la propia situación de evaluación lo permitiera.

VARIABLES

Los datos observados a partir de la muestra obtenida se fueron clasificando en variables distribuidas en las siguientes categorías:

- Variables relativas a la víctima: sexo y edad.

- Variables relativas al agresor. relación con la víctima y estrategias a las que recurrió.

- Variables relativas al abuso: lugar en que tuvo lugar, tipo y frecuencia, reacción de la víctima ante el abuso y tiempo que tardó en comunicar el hecho.

- Efectos a corto plazo: índices psicopatológicos posteriores a la denuncia en el momento de la exploración: depresión, ansiedad, creencias asociadas al abuso y síndrome de estrés postraumático.

También se tuvieron en cuenta otra serie de variables tales como: situación familiar, severidad del abuso, existencia de malos tratos dentro del ámbito doméstico y denuncia inmediata tras el descubrimiento o retardada (dos meses 0 más).

PROCEDIMIENTO Y DISEÑO

La recogida de datos comenzó en el mes de junio de 1994 y finalizó en diciembre del mismo año. Debido a la problemática del estudio, se carece e grupo de control, por que recoge una muestra transversal de 16 sujetos.

Las evaluaciones tuvieron lugar en la Clínica Médico-Forense de Madrid, los sujetos acudían a las entrevistas por citación judicial y acompañados de algún familiar en la mayoría de los casos.

Las entrevistas están realizadas por uno de los psicólogos de la Clínica, estando el autor de este trabajo presente en todos ellos en calidad de colaborador. Dichas entrevistas se realizaban en un despacho de las dependencias antes citadas, en el que se encontraba el entrevistado sólo; en algunas ocasiones, se mantuvieron entrevistas también con los familiares de los sujetos; para ampliar o contestar información.

El número de entrevistas varió según los casos, aunque por lo general, con una sesión fue suficiente. La duración de cada evaluación fue aproximadamente de una hora y media; la primera parte constaba de la entrevista propiamente dicha, y seguidamente se procedía a realizar las pruebas consideradas en este estudio y oportunas para cada caso.

La entrevista realizada fue de tipo semiestructurada, donde se recababa información sobre el abuso sexual sufrido por el menor y también información relativa a la estructura familiar y situación actual del niño.

No se han incluido en este estudio aquellos casos que no cumplían los criterios establecidos y que ya se han mencionado anteriormente.

El análisis de datos se ha fundamentado en la estadística descriptiva. También se han hecho comparaciones utilizando las técnicas de los contrastes paramétricos y no paramétricos. Las pruebas utilizadas han sido:

- t de Student (p<0.005)

- X de Pearson (p<0.001)

- Mann-Whitney U-Wilcoxon W (p<0.05)

RESULTADOS

Los resultados más relevantes encontrados en este estudio han sido los siguientes:

Variables relativas a la víctima

En cuanto a la EDAD de las víctimas, se observan diferencias significativas (p<0.05) en la distribución de las edades (Tabla l). El abuso comienza antes en las niñas, con una edad media de inicio del abuso de 7-8 años, produciéndose más tardíamente con los niños, aproximadamente a los 11,5 años.

Respecto a la variable SEXO, se observa como en la muestra los datos están cruzados respecto al sexo y al tipo de abuso (Tabla 2). En el caso de abuso intrafamiliar, se da una mayor proporción de abusos a niñas con un 75% de los casos estudiados. Este resultado se invierte en el caso del abuso extrafamiliar. La distribución de los sexos en las variables intrafamiliar y extrafamiliar es significativamente distinta (p<0.001).

Variables relativas al agresor

Respecto al tipo de relación entre agresor y víctima se ha diferenciado entre abuso intrafamiliar y abuso extrafamiliar para poder analizar mejor los resultados. Como se puede ver en la Tabla 2.l., destaca el abuso por parte del padre biológico (25% de los casos) sobre el resto de los familiares. En el abuso extrafamiliar, predomina el abuso por parte de un educador o monitor (37,5%).

Se observa como las estrategias empleadas por el agresor (Tabla 3), varían según los sexos de las víctimas. Existen diferencias significativas en función del sexo (p>0.0011) en el camuflaje por juegos y en recurrir al pacto secreto, siendo mayor en niños con un porcentaje de 57,1% y de 42,9% respectivamente.

En el caso de las niñas resalta el empleo de la violencia física (33,3%) sobre el resto de las estrategias empleadas que se distribuyen uniformemente.

Variables relativas al abuso

En la Tabla 4 se puede ver que las conductas puestas en juego con más frecuencia son los tocamientos corporales al niño bajo su ropa (43,8%), conducta esta significativamente mayor (p>0.0011) que las demás. El resto de los actos cometidos por el agresor tienen frecuencias similares. En la categoría "otras" (31,3%), se han incluido actos tales como "chuparle partes del cuerpo" o "contar historias sexuales".

Se observan claras diferencias sexuales en esta tabla ya que por ejemplo, el coito vaginal solo aparece en niñas mientras que el coito anal solo aparece en niños. Otra diferencia importante en este estudio y que se comentará más adelante es que las conductas violentas (amenazas, golpes) aparecen exclusivamente en el abuso a niñas (25%).

En la Tabla 5 se ha descrito la frecuencia de ocurrencia del abuso. El 56,3% son abusos crónicos, esta cifra es muy alta y señala la importancia de detectar los abusos cuanto antes. No se observan aquí diferencias significativas entre ambos sexos, ya que el abuso crónico se produce en un 62,5% de las niñas y en un 50% de los niños.

Los abusos se producen mayormente en el propio hogar de las víctimas (75%) lo que hace más compleja su detección (Tabla 6), en la calle o en la montaña se produce en un 43,73% de los casos, seguido del hogar del abusador (31,25%). Se ha incluido en la categoría de "otros" (18,75%), lugares tales como el vehículo o el trabajo del agresor.

La mayor parte de las víctimas cede enseguida (43,75%), es importante también el número de quienes se muestran indiferentes (25%) lo que resalta el grado de disociación acorde a este tipo de abusos (Tabla 7).

En la Tabla 8, se observa como una gran proporción de las víctimas esperan meses (25%) o años (31,25%) hasta que comunican lo que les está ocurriendo. Respecto a las diferencias sexuales, resalta un 37,5% de los niños que no comunican el hecho a nadie y se acaba por descubrir por otros cauces.

 Efectos a corto plazo

Escala de impacto del evento (Tablas 9 y 9. 1)

Se encuentran diferencias significativas (p<0.05) en función del sexo en los ítems 1, 5, 6 y 12, en los que las niñas puntúan significativamente más que los niños.

- "Pienso acerca del evento traumático sin proponérmelo". Item 1.

- "Tengo repentinas y fuertes emociones acerca del evento traumático". Item 5.

- "Tengo sueños acerca del evento". Item 6.

- "Estoy consciente que aún tengo muchos sentimientos acerca del evento traumático, pero no los he tratado de enfrentar". Item 2.

Hay que tener en cuenta que en algunos ítems no se han encontrado diferencias significativas, porque se ha producido "efecto techo" o "efecto suelo", este es el caso de los ítems 2, 3, 7 y 13, tanto niños como niñas puntúan muy alto.

- "Evito sentirme mal cuando pienso acerca del evento traumático o me lo recuerdan" Item 2

- "Trato de borrar el evento traumático de mi memoria". Item 3.

- "Me mantengo alejado de cosas que me recuerdan el evento traumático". Item 7.

- "Trato de no pensar acerca del evento traumático". Item 13.

STAI. (Tablas 10. 1 y 10.2)

Como se puede observar, las niñas tienen una Ansiedad Rasgo (79.75) significativamente mayor (p<0.001) que los niños (35.71). La Ansiedad Estado está dentro de la media. No se han encontrado diferencias significativas respecto al nivel de ansiedad y el tipo de abuso, aunque se observa que en A/R intrafamiliar (78.8) es bastante mayor que A/R extrafamiliar (29.16).

Cuestionario de creencias irracionales (Tabla 11)

Existen diferencias sexuales en las creencias siguientes:

- "Por mi culpa ahora toda la familia está peleada". Creencia número 5, y "creo que mi familia no me entiende", creencia número 6. El 66,7% de las niñas tienen estas creencias.

- "No quiero que se entere nadie más de lo que me ha pasado". Creencia número 12. El total de los niños de la muestra contestaron verdadero en este ítem.

- "No importa que las personas mayores tengan o no razón, si no obedecemos al final es peor". Creencia número 14. Resalta que el 100% de las niñas piensan lo que refleja este ítem.

Es también importante reflejar que el 85,7% de los niños y el 66,7% de las niñas piensan que "cuando abusaron de mí, debería habérselo dicho enseguida a alguien" (ítem 9) y el 71,4% de los niños y el 100% de las niñas creen que "tengo miedo de lo que vaya a suceder ahora" (ítem 11 ).

Inventario de BECK

(Tablas 12 y 12. 1)

Se puede observar como el 28,8% de los niños y el 50% de las niñas han tenido alguna idea de suicidio. El 54,6% de las víctimas se sienten tristes. El 63,7% dice tener problemas de sueño y el 63,6% tiene preocupaciones de salud.

Existen diferencias sexuales claras en la toma de decisiones y en los problemas de apetito planteados únicamente por niñas en un 75% de los casos. Se observan también diferencia en el 11 grado de descontento" y en el nivel de cansancio, mayor en niñas en un 75 y 100% de los casos respectivamente.

TAMAL (TABLA 13)

Los factores que aparecen más significativos son la inadaptación personal (77,25), la insatisfacción con los hermanos (71,00) y la discrepancia educativa de los padres (10,00). Es alto el resultado del factor 4, insatisfacción familiar con un 67,25.

CONCLUSIONES

1 Los resultados de este estudio muestran como la edad de inicio de los abusos sexuales a menores se produce a edades más tempranas en las niñas, así como el sexo que predomina en el abuso sexual intrafamiliar es el femenino.

2. Las estrategias empleadas por el agresor para someter a la víctima, es más violenta en el caso de las niñas, mientras que se recurre más al pacto secreto con los niños

El agresor suele ser en la mayoría de los casos conocido del menor y alguien muy cercano a él, por tanto de su confianza.

3. Los tocamientos corporales al menor bajo su ropa, es el acto cometido por el agresor más frecuente y la severidad del abuso es mayor en niñas.

Más de la mitad de los abusos estudiados son crónicos en el tiempo.

El hogar de la víctima es el ámbito más utilizado por el agresor para perpetrar sus actos, aunque son también frecuentes los abusos producidos en la calle y en el propio hogar del agresor.

Se ha encontrado que los menores oponen poca resistencia a la agresión, cediendo enseguida a la presión del agresor. La comunicación del abuso a alguna persona conocida del menor, se produce en la mayoría de los casos cuando ha pasado bastante tiempo del primer abuso (meses o años).

Los abusos provocan un gran impacto en el menor teniendo repentinas emociones acerca del abuso, episodios de flas-back, pesadillas o evitación de los estímulos que le recuerdan el abuso.

El hecho de haber sufrido abusos sexuales provoca en las víctimas un nivel alto de ansiedad, mayor en niñas que en niños.

Las víctimas infantiles de los abusos sexuales tienen creencias erróneas sobre el mundo y sobre sí mismos, como que sus familias no les entienden o que a las personas mayores siempre hay que obedecerlas aunque no tengan razón. También tienen un fuerte temor hacia el futuro.

Los sentimientos depresivos aparecen fuertemente en estos menores, importantísimo es el dato de que un gran porcentaje de ellos han tenido ideas de suicidio. Estos niños se sienten tristes, tienen problemas de sueño, preocupaciones por su salud, problemas de apetito, etc., también sufren una fuerte inadaptación personal, social y escolar.

A MODO DE EPILOGO

Del estudio conjunto de las dos muestras analizadas podemos entresacar las siguientes conclusiones:

1 . Dado el número de agresiones crónicas y retardadas puede concluirse que la población infantil se encuentra bastante desprotegida frente a este tipo de agresión, lo cual hace urgente tomar medidas de prevención.

2. La intervención y valoración en casos de abuso sexual debe ser inmediata y no diferida como a menudo ocurre, lo cual hace después muy dificultosa cualquier actuación, ya que las pautas de reacción emocional se encuentra cronificadas y a menudo alimentadas por un entorno social-familiar desinformado y/o disfuncional.

3. En casos de abuso sexual infantil se debería contar con la actuación preceptiva de un equipo de asesoramiento a jueces y tribunales, lo mismo que se realiza por ley en casos de menores de edad infractores.

4. Ni el tipo de victimización ni las secuelas postraumáticas son iguales en varones y mujeres menores objeto de abuso sexual.

5. Se abusa más severamente y con mayor violencia en el caso de mujeres. La edad de inicio en el abuso es también menor en la agredida. Ansiedad y depresión son secuelas femeninas en contraposición al fracaso escolar e inadaptación a nivel masculino.

6. Los patrones de estrés postraumático junto con otros índices psicopatológicos observados en menores objeto de abuso sexual en la edad adulta son coincidentes con nuestros hallazgos (Corral et al.),

REFERENCIAS