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ESTUDIOS

JUVENTUD Y VICTIMACION EN LA SOCIEDAD ESPAÑOLA


YOUNG PEOPLE AND VICTIMIZATION IN THE SPANISH SOCIETY

Manuel ALVAREZ SOBREDO

Jefe del Servicio del Instituto de Estudios de Policía


RESUMEN

PALABRAS CLAVE:

ABSTRACT

KEY WORDS:

PRIMERA PARTE: PERCEPCIÓN DE LA JUVENTUD POR LOS ENCUESTADOS

SEGUNDA PARTE: PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD POR LOS JÓVENES


RESUMEN

El presente análisis pretende mostrar la imagen con la que la juventud española actual es percibida por los distintos grupos sociales así como la opinión social en relación con las conductas juveniles asociadas a la seguridad.

El estudio se fundamenta en los resultados de la encuesta sobre demanda de seguridad y victimación " estudio nº 2.200 realizada por el C.I.S y el Instituto de Estudios de Policía entre los meses de Diciembre de 1995 y Enero de 1996.

PALABRAS CLAVE:

Victimación, conducta juvenil.

ABSTRACT

This study attempts to show both the current image that different social groups have of Spanish young people, and the social opinion regarding the latter's security-related behavior.

The study is based on the resuits of a survey on «Security demand and victimization» (Study No. 2,220) made by C.I.S. and the Instituto de Estudios de Policía from December 1995 to January 1996.

KEY WORDS:

Victimization, Young People Behavior.

INTRODUCCIÓN

Durante el año 1995, la Dirección General de la Policía llevó a cabo dos investigaciones encaminadas a obtener una radiografía general del estado de la seguridad pública en España. A tal fin, el instituto de Estudios de Policía y el Centro de Investigaciones Sociológicas elaboraron dos encuestas que fueron aplicadas, la primera en abril de 1995 sobre una muestra de 4000 encuestados y entre diciembre de 1995 y enero de 1996 la segunda sobre una muestra de 15000 encuestados.

El estudio realizado a partir de los datos de la primera encuesta, trató de proporcionar un perfil general de los sentimientos, actitudes, imágenes y posicionamientos sociales respecto a la seguridad pública en España. Las conclusiones de esta primera encuesta (estudio 2152 del C.I.S.), que han sido publicadas en varios artículos recogidos en el número 37 de la revista Ciencia Policial, sirvieron como base para la elaboración de la segunda encuesta que, con una muestra mucho más amplia, trató de explorar tres aspectos importantes: la imagen de la seguridad pública, el perfil de la victimación y la imagen social del sistema público de seguridad interior.

De los resultados de esta segunda encuesta, que aún no han sido publicados más que en documentos internos de la Dirección General de la Policía, en este trabajo sólo se pretende mostrar una breve síntesis de aquello que afecta a la población joven, tanto en lo que se refiere a la forma en que los jóvenes, sus valores y comportamientos son percibidos por los encuestados en general, como las respuestas específicas y diferenciales que, sobre diversos aspectos relacionados con la seguridad, son emitidas por la población juvenil encuestada.

PRIMERA PARTE: PERCEPCIÓN DE LA JUVENTUD POR LOS ENCUESTADOS

En una encuesta de victimación, cuyo principal valor práctico ha de ser el de proporcionar una radiografía social que oriente la política criminal, la percepción social de los jóvenes tiene especial importancia por dos razones. La primera es que el perfil medio del delincuente es normalmente el de un hombre joven. La segunda razón es que los desajustes juveniles de hoy pueden condicionar la estructura delictiva en los próximos años. Así, los hijos de la emigración del campo. a la ciudad de los años 60-70 y que configuraron la generación protagonista del incremento de la delincuencia en los años 80, están siendo considerados por los criminólogos como una "generación negra" que ha ido recayendo una y otra vez en el delito, haciendo que España tenga hoy la tasa de población penitenciaria más alta de Europa y lo que es más significativo, que el perfil más característico de nuestra población penitenciaria sea el de los reincidentes de más de 30 años de edad.

Por consiguiente, es importante analizar el perfil de nuestra juventud para prever y -en su caso- arbitrar políticas que corrijan las tendencias negativas.

Percepción social de los jóvenes: perfil de la juventud española.

La encuesta permite constatar que los jóvenes son percibidos por la mayoría de la población como no ahorradores (rasgo en el que el consenso alcanza el 82%), individualistas, independientes y egoístas, rasgos todos ellos con puntuaciones superiores al 70%. Con menor consenso, pero en todo caso superior al 60%, los jóvenes son percibidos como rebeldes, trabajadores y solidarios.

El primer aspecto que llama la atención en este perfil general es el del egoísmo, término que se contradice con el retórico estereotipo de la 'Juventud generosa". Tampoco el rasgo de egoísmo parece congruente con que a los jóvenes se les considere mayoritariamente solidarios (60.8%). Una posible clave de esta discrepancia podría estar en la pregunta 43 en la que se solicita el acuerdo o desacuerdo con la frase «los jóvenes en general son solidarios con los mayores», en la que los valores del desacuerdo superan a los del acuerdo. Parece pues que la supuesta solidaridad de los jóvenes es algo que se da entre ellos o dentro de su propio universo de valores. En resumen, los jóvenes son percibidos como solidarios, pero no «con los mayores».

Otras cuestiones planteadas también en la pregunta 43 permiten completar el perfil de los jóvenes, destacando por encima de todo el rasgo de muy consumistas y permisivos con las diversas manifestaciones de la sexualidad, aspectos en los que se supera el 90% del consenso. Con menor consenso, aunque también mayoritaria mente, se les percibe como poco respetuosos con las costumbres, más preparados que sus predecesores y también más agresivos. Una opinión equilibrada entre el acuerdo y el desacuerdo se produce ante la cuestión de si los jóvenes son hoy más racistas que hace unos años.

Estudios comparados.

En principio, la percepción de la juventud que arroja la encuesta es similar a la que arrojan otras investigaciones análogas. Así el informe sobre la realidad social de España 92-93 de CIRES también afirmaba que los jóvenes eran percibidos como solidarios, contestatarios, independientes, trabajadores e indisciplinados, rasgos todos ellos concordantes con nuestros resultados. Respecto a las dicotomías maleducados educados y egoístas-generosos en las que los encuestados en la investigación de CIRES no se definían por uno u otro polo, ya hemos visto que en nuestra investigación los jóvenes son percibidos como egoístas y poco respetuosos con las normas.

Mucho más interesante que el perfil general son las variaciones que sobre él se producen en función de diversas características de los encuestados.

La percepción de la juventud por la mujer

En primer lugar, debe decirse que el perfil es bastante homogéneo dependiendo del sexo del encuestado. Tan sólo el rasgo de idealismo es atribuido a los jóvenes por parte de las mujeres con una diferencia significativa de 6.6 puntos por encima de los hombres, lo cual parece responder a rasgos de la psicología femenina, como se comprueba en los perfiles psicológicos diferenciales de los sexos que arrojan los tests de personalidad. En menor grado ocurre lo mismo con el atributo solidarios, que también las mujeres tienden a atribuir en mayor medida.

No deja de tener interés el que existan tan escasas diferencias entre la percepción de uno y otro sexo y más aún que -ante los rasgos agresivos que suele presentar el perfil de los jóvenes- sean precisamente las mujeres quienes tienen una percepción más benévola. Así, cinco puntos por encima de los hombres, las mujeres consideran a los jóvenes «más preparados que sus padres» y también, aunque con menor diferencia, más respetuosos, menos violentos y menos agresivos.

Quizá esta imagen que las mujeres tienen de los jóvenes, más que benévola, sea idealizada, si tenemos en cuenta que junto a los aspectos ya comentados, las mujeres -curiosamente- ven a los jóvenes menos moderados y más rebeldes, siendo moderación y conformismo rasgos incompatibles con la necesaria energía renovadora que debe tener la juventud. Sobre este tema se habrá de volver más adelante ya que uno de los aspectos preocupantes de una parte de la juventud actual es precisamente su pasividad.

Percepción por grupos de edad: los, jóvenes vistos por los jóvenes.

El mayor interés de la variabilidad en la percepción de los jóvenes, la proporciona precisamente la edad de los encuestados, siendo el atributo más diferenciado en función de este criterio -dentro de los que configuran el perfil general de los jóvenes- el de trabajadores, que el grupo de 65 años y más lo atribuye en mucho menor grado, distanciándose más de 10 puntos del resto de los grupos.

Un atributo interesante en el que se encuentran diferencias es el de independientes, que en líneas generales se otorga en mayor medida cuanta más edad tiene el encuestado. Aunque el término puede evocar tanto aspectos positivos como negativos, es importante para definir la auto-valoración que de si mismos tienen los jóvenes, constatar que el grupo de edad más joven es también el que cree que los jóvenes son menos independientes.

Otro rasgo interesante es el idealismo. Aún cuando la población se muestra dividida entre quienes lo atribuyen y quienes lo niegan a los jóvenes, es interesante resaltar que el grupo más joven es quien lo atribuye en mayor grado, con 14.4 puntos por encima del grupo de encuestados de más edad.

Que el grupo más joven sea quien considere a la juventud como más idealista y al mismo tiempo como más dependiente plantea ya un primer esbozo de conflicto, constante por otro lado en la juventud de todas las épocas. Lo que ya no parece común a todas las épocas son los mecanismos de alivio de tensión a este conflicto. Entre ellos, un aspecto preocupante es el de la violencia. Al contrario que «rebeldes», el atributo «violentos» no tiene evocaciones positivas, lo que se refleja en que no suele recibir una alta atribución; sin embargo, son precisamente los más jóvenes quienes más se lo autoatribuyen, con una diferencia de 13 puntos sobre el grupo que menos considera a los jóvenes como violentos -el de 45 a 54 años-.

Las cuestiones de la pregunta 43 son especialmente interesantes para perfilar esta imagen de la juventud. Tres de ellas separan especialmente la imagen que de la juventud tiene el grupo más joven respecto al perfil medio. La primera es la de la agresividad que, en consonancia con lo expresado respecto a la violencia, es el grupo de menor edad el que afirma en mayor medida que «los jóvenes son más agresivos que hace unos años», más de 11 puntos por encima de lo que lo hace el grupo de 45 a 54 años.

Similares resultados obtiene la afirmación de que «los jóvenes son más racistas que hace unos años» en la que también es el grupo más joven el que lo acepta en mayor grado, 10 puntos por encima de los tres grupos de mayor edad.

Con ser preocupantes las cuestiones anteriores en cuanto manifestaciones de la frustración juvenil, existe un elemento aún más preocupante en cuanto elemento generador de dicha frustración y es su propia desvalorización, posiblemente relacionada con su situación de dependencia. Con la cuestión «los jóvenes están más preparados que sus padres para desenvolverse en la vida», el grupo más joven manifiesta mucho menor acuerdo que los demás grupos, 10 puntos por debajo de la media de los encuestados y hasta 18 puntos por debajo de los grupos de mayor edad.

Percepción por clase social: los «comodones hijos de papá».

Con respecto a la clase social, se observa que la mayor variabilidad se produce en los atributos trabajadores, independientes, rebeldes y violentos.

Con respecto al término trabajadores, aún manteniéndose las valoraciones afirmativas por encima del 50% en todos los grupos, existen cerca de 10 puntos de diferencia entre las nuevas y las viejas clases medias. Estas últimas, el sector más tradicional, son las que otorgan este calificativo a los jóvenes en menor porcentaje.

Son así mismo las viejas clases medias quienes consideran a los jóvenes más independientes. Sin embargo, en este caso, la menor atribución del término «independientes», se da en la clase alta/media alta. Parece que el fenómeno de la dependencia familiar, que según el informe Injuve-96, se ha duplicado en los últimos 10 años, se manifiesta en la percepción social de la juventud y especialmente en las clases alta y media alta. Es especialmente significativo que sean precisamente las clases alta y media alta las que atribuyan a la juventud en menor medida el rasgo «rebelde», 14 puntos y medio por debajo de los obreros cualificados, sector de todos los encuestados que lo hace en mayor porcentaje.

También son los obreros no cualificados los que consideran más violentos a los Jóvenes, cinco puntos por encima de la media de la población y 11. 5 sobre el grupo de clase alta y media alta que es el que tiene una percepción menos violenta de la juventud. En la cuestión de la pregunta 43, «los jóvenes son más agresivos que hace unos años», se repiten exactamente estos posicionamientos con las mismas diferencias de puntuación. Por el contrario, las posiciones se invierten, con ligera menor diferencia, ante la cuestión «los jóvenes de hoy son bastante moderados»: la proporción más alta de acuerdo la proporciona la clase alta y media alta y la más baja, los obreros no cualificados, 9 puntos por debajo.

Esta percepción de pasividad juvenil que tienen las clases más altas, se acompaña de una escasa valoración general de los jóvenes, dado que este grupo social es el que ve a la juventud menos preparada, frente a los otros sectores, especialmente el más tradicional de las viejas clases medias que es el que, en mayor medida, reconoce la preparación de los jóvenes. Otro tanto cabe decir de la solidaridad con los mayores y el respeto a las normas en los que, nuevamente, son las clases más altas las que menos atribuyen a los jóvenes estos rasgos.

Parece bastante plausible que estas opiniones reflejen un creciente malestar social frente al fenómeno de la dependencia juvenil. En un amplio informe sobre este fenómeno que publica la revista «Tiempo» (9-9-96 pag.73), se cita una encuesta realizada por el Ministerio de Asuntos Sociales, de la que se extrae que 3 de cada 4 jóvenes entre 15 y 30 años siguen siendo hijos de familia frente a un 19% de amancipados en este tramo de edad.

Aún cuando se suele aludir a la crisis, sobre todo la falta de empleo o la dificultad para adquirir una vivienda como causas del fenómeno, el citado Informe de la Juventud de España (Injuve 96) afirma que el 27% de los jóvenes prefiere vivir con su familia, siendo la razón más aducida, la comodidad.

El fenómeno es característico de las clases acomodadas pero parece que se va extendiendo a otros sectores sociales. En todo caso, en las entrevistas a padres de familia, que se incluyen en los estudios, se hace patente una cierta irritación y es que para acabar de dibujar la imagen negativa que se tiene de los jóvenes, la atribución de un comportamiento consumista supera en todos los grupos el 90% aunque, como era de esperar, también son las clases más acomodadas quienes lo hacen en mayor medida.

Podría pensarse que esta percepción negativa de los jóvenes por las clases más altas, tendría una explicación en el posicionamiento político de dichas clases sociales, pero ésta no parece ser la razón. Por ejemplo, calificativos como « rebeldes» o frases como « los jóvenes son más agresivos que hace años», escasamente-atribuidos a los jóvenes por las clases altas, presentan una mayor atribución cuanto más a la derecha se posiciona el entrevistado.

Parece pues que esa percepción pasiva, poco preparada y consumista de la juventud que tienen las clases más altas tiene una explicación sociofamiliar antes que ideológica.

Percepción por ideología política: el tradicional miedo de la derecha y el equilibrio del centro.

No obstante, es evidente que el posicionamiento político de los encuestados produce las naturales variaciones en la percepción de los jóvenes. Podemos constatar que cuanto más a la derecha se posiciona el encuestado, los jóvenes son percibidos como menos respetuosos y trabajadores y también como más independientes, rebeldes y agresivos, si nos atenemos a aquellos rasgos con diferencias sustanciales, de alrededor de 10 puntos.

Resulta curioso comprobar como en los aspectos más polémicos del comportamiento juvenil, las correlaciones con el posicionamiento político del encuestado no son lineales, sino curvilíneas, con posicionamientos más benévolos en el centro del espectro. Así, se observa que los jóvenes reciben menos el calificativo violentos por parte del centro izquierda. Por el contrario, así los percibe en mayor grado tanto la extrema derecha como la extrema izquierda.

Lo mismo cabría decir de la solidaridad, un valor que les atribuye el centro en mayor medida que los extremos del espectro político. Por el contrario, lo inverso ocurre con el racismo, en el que el centro lo atribuye a los jóvenes 7 puntos por debajo de lo que lo hacen ambos extremos del espectro ideológico.

SEGUNDA PARTE: PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD POR LOS JÓVENES

Si hasta ahora los comentarios se han centrado en la percepción que la sociedad tiene de los jóvenes, a continuación se analiza la percepción diferencial que el grupo de edad más joven (18-24), tiene de las cuestiones relativas a la seguridad analizadas en la encuesta.

Valoración de la seguridad ciudadana

Un primer dato de interés aparece al analizar el posicionamiento de los jóvenes respecto a la seguridad ciudadana como valor frente a otros valores sociales. Podemos comprobar en la encuesta que, mientras la seguridad ciudadana es el valor predominante para el conjunto de los encuestados, que la eligen en primer lugar por encima de la solidaridad, la igualdad social y la libertad individual (por este orden), el grupo de edad más joven trastoca esta escala de valores, situando la seguridad ciudadana en último lugar por debajo de los demás valores, que -en orden de mayor a menor- son para ellos, la igualdad, la solidaridad y la libertad.

Esta relativamente escasa apreciación de la seguridad como valor, se corresponde con el hecho de que, al evaluar a través de la pregunta 8 la importancia que los ciudadanos atribuyen al «problema» de la seguridad ciudadana, los grupos de población entre 18 y 34 años sean los que presenten un porcentaje menor de acuerdo con la valoración «muy importante».

A mayor abundamiento, cuando, a través de la metodología clásica de enfrentarnos valores de la libertad y la seguridad, la población general prefiere la seguridad por nueve puntos de diferencia -que se convierten en más de 18 en el caso de las mujeres- los jóvenes eligen la libertad, 14 puntos por encima de la seguridad.

Si nos atenemos a la teoría de la motivación que preconiza que las personas son motivadas precisamente por aquello que perciben que les falta, parece que los jóvenes -aun cuando sufren como los demás ciudadanos los problemas de la inseguridad- no les dan tanta importancia relativa si los comparan con otras dimensiones del bienestar, como ya se apuntaba al analizar la percepción de la juventud por parte de los propios jóvenes.

Aún en el caso de victimación, los jóvenes parecen acusar menos los efectos del delito. Cuando en la pregunta 21 r se pregunta a quienes han sufrido un delito, en qué medida este hecho ha cambiado las cosas para él, un 41.3 % de los jóvenes contesta « nada », respuesta que los demás grupos de edad dan en porcentajes muy inferiores que oscilan entre los 7 y los 16 puntos.

¿Qué es la seguridad ciudadana para los jóvenes?

Cuando decimos que la seguridad ciudadana preocupa menos a los jóvenes que a otros grupos de edad, ¿a qué nos estamos refiriendo?. En respuesta a esta cuestión, la pregunta 10 pretende delimitar las conductas concretas que configuran el constructo, mental de la inseguridad ciudadana.

El cuadro precedente refleja los porcentajes de respuesta que han obtenido algunas manifestaciones concretas de la inseguridad como asociaciones al término genérico de «inseguridad ciudadana».

Si en vez de los jóvenes, hubiésemos representado la gráfica correspondiente a un sector de victimización tan sensible como son las mujeres, veríamos que el constructo de la población femenina no se diferencia mucho del de la población general. Se observa como la droga es en lo que más piensa la población general -y también las mujeres- al hablar de inseguridad, seguida del terrorismo y de los delitos sexuales. Frente a este perfil general, el de los jóvenes muestra determinadas peculiaridades: la primera es que al hablar de seguridad ciudadana, el joven relega la droga al cuarto lugar por detrás del terrorismo, las agresiones y violencia y los delitos sexuales, por este orden.

Resulta curioso que las violaciones y delitos sexuales sean evocados en mayor porcentaje por el grupo de jóvenes que por el de mujeres, víctimas mayoritarias de estos delitos. Una posible explicación a este hecho podría buscarse en la posición central de la libertad dentro del universo de valores de los jóvenes, lo que les haría ser especialmente sensibles a los delitos de motivación sexual. También la cuarta posición otorgada a la droga -a pesar de que este problema se ceba especialmente en la población juvenil- podría tener su explicación en la preponderancia de la libertad dentro de valores de los jóvenes. Si, a este respecto, se observan los respuestas a la pregunta 41, se verá que el grupo juvenil piensa -mayoritariamente y por encima de todos los demás- que el principal responsable de evitar que los jóvenes consuman drogas son los propios jóvenes, subrayando de esta manera la importancia de la libre decisión personal frente a este problema.

Aunque el terrorismo ocupa el principal lugar en la evocación de la inseguridad ciudadana por los jóvenes, su valor -como se ve en la gráfica- está próximo al de la media de la población. Por consiguiente, los fenómenos concretos que configuran especialmente el constructo juvenil de la inseguridad son la droga, los delitos sexuales y muy especialmente las agresiones y violencia, que parecen ser el factor más diferenciador de dicho constructo, 12 puntos y medio por encima del porcentaje de evocación de dicho factor por parte de la población general.

Los jóvenes y las normas

Aunque para delimitar el contenido del término «inseguridad ciudadana» la encuesta ha presentado una serie de problemas sociales de indiscutible gravedad, la mayoría de ellos con componentes de violencia, también, a través de la pregunta 6 se explora la actitud de los encuestados hacia determinados comportamientos no necesariamente delictivos, pero en todo caso poco correctos, tales como «evitar pagar en un transporte público» o «encontrar algo de valor y y no intentar devolverlo a su dueño». Ante los seis comportamientos propuestos, el grupo. más joven los justificó siempre en mayor grado que todos los demás grupos.

Podría plantearse si esta infravaloración de las normas de conducta obedece a una actitud crítica frente a los «comportamientos educados» y la «urbanidad» como ajenos al universo de valores de los jóvenes o simplemente es producto de la apatía. A este respecto, en la pregunta 23 se plantea otra serie de conductas graves que constituyen todas ellas infracciones penales, solicitando a los encuestados que manifiesten si las comunicarían o no a la policía. A este respecto comprobamos que «si se observa en la calle una agresión de una persona a otra», el 76% de los encuestados lo denunciaría, especialmente las mujeres, que lo harían en mayor porcentaje aún (el 78.8%), en tanto que los jóvenes sólo lo harían en un 66.9%. Dada la naturaleza de los hechos presentados, la inhibición juvenil sólo puede explicarse por un preocupante nivel de apatía.

Los jóvenes como víctimas del delito

La gráfica; elaborada a partir de las respuestas a la pregunta 21, muestra el porcentaje de personas que manifestaron haber sido víctimas, en el último año, de alguno de los delitos relacionados al margen izquierdo. Se han representado en la gráfica los datos de la población general y de los jóvenes. Si, en vez de los jóvenes, se hubiese representado la correspondiente a las mujeres, se hubiera constatado una gran similitud en general, a excepción de los robos de cartera, mayor en mujeres y los robos «de» y «en» vehículo, mayor en hombres.

Esta similitud vendría a reflejar una mayor consistencia en la estructura de la victimación en relación al sexo que en relación a la edad, variable en la que se manifiestan diferencias significativas entre la victimación que afecta a la población general y la que diferencialmente afecta a los jóvenes. Éstos manifiestan ser más atracados, que les roban ma; s el vehículo, que sufren mayores abusos o coacciones por los agentes de la autoridad y sobre todo que sufren más agresiones leves.

Todo parece indicar que es el estilo de vida de los jóvenes, con mucho más tiempo dedicado a la diversión, el que condiciona la estructura de la victimación sobre este grupo de edad. Así, si analizamos el momento de ocurrencia de estos actos, veremos que tanto el atraco como las agresiones leves, cuyo valor modal horario para la población general se sitúa entre las 4 y las 8 de la tarde, para los jóvenes lo hace entre las 8 y 11 de la noche. Así mismo, el robo del vehículo que tiene su valor modal para la población general el en período «de la noche», en el caso de los jóvenes se produce «entre las tres de la madrugada y las 8 de la mañana» lo que indica que, hasta las 3 de la madrugada se usa o controla el vehículo en mayor medida. Respecto a los abusos y coacciones por agentes de la autoridad, que son sufridos por el conjunto de encuestados mayoritaria mente por la noche, en lugares de esparcimiento y los fines de semana, presentan el mismo perfil situacional, sólo que acentuado, en el caso de los jóvenes.

Los jóvenes y la Policía

La actitud laxa frente al cumplimiento de las normas y más bien pasiva frente a la comisión de delitos, desaparece en los jóvenes cuando estos ven agredidos sus derechos. La pregunta 21 k explora la percepción que tiene la población del servicio recibido cuando se han personado en dependencias del Cuerpo Nacional de Policía, a fin de presentar una denuncia. Sistemática mente, el grupo que menos valora el servicio recibido, son los jóvenes, que lo hace casi un punto por debajo (en escala de 1 a 10) respecto a la población general, en todos los aspectos a través de los cuales se ha pretendido evaluar la calidad en la prestación del servicio.

Cabría pensar que efectivamente, los jóvenes son peor tratados en las dependencias policiales en comparación con el resto de la población, pero cuando -en la pregunta 30- se interroga a quienes no han acudido a una dependiencia policial, sobre «¿cómo creen que serían atendidos?», la respuesta mayoritaria -»bien»-, que en la población general alcanza el 73.3% frente a las otras alternativas, ninguna de las cuales llega al 10%, en el grupo de menor edad, la alternativa «bien» tan sólo alcanza el 17.6%, en tanto que el conjunto de las respuestas «mal» y «muy mal» llega al 25.1 %, lo que demuestra una preocupante actitud negativa previa de los jóvenes ante la policía.

Casi cabría decir que, teniendo en cuenta esta actitud previa negativa en términos absolutos, la relativamente mala imagen que los jóvenes tienen del servicio recibido en comisaría, representa un mal menor y casi habría que valorarla como un cambio positivo en la percepción de los jóvenes. En todo caso se constata que la policía ha de realizar un gran esfuerzo para tratar de mejorar su imagen frente al mundo juvenil.