FORMACION/APUNTES

Apuntes críticos ante la convocatoria PIR.

 

M.ª Concepción SENDIN (*)

 


Una vez más, ante una noticia que debería alegrarnos a todos (la llamada formación P.I.R.), se hace inevitable realizar un análisis critico, sobre la forma y condiciones en que se piensa llevar a la práctica, de modo que lo sombrío de la realidad, convierte en agridulce tal acontecimiento.

Los profesionales de la Psicología, que aún no hemos renunciado a preocuparnos por el presente y futuro de nuestro quehacer, observamos cómo se continúa marginando a nuestros colegas más jóvenes de una situación de reconocimiento institucional pleno. Así, mientras se apoyan oficialmente las formaciones de postgrado en instituciones públicas para médicos, biólogos y farmacéuticos (por citar solamente el área de la salud pública), los psicólogos continuamos padeciendo de ínfima categoría, que contempla la convocatoria de sólo cuatro plazas (¡cuatro!) para toda la Comunidad de Madrid y en calidad de becarios (1). Todo ello con escasísimo apoyo, ya que la C.A.M. argumento no tener obligación de convocatorias y alude a la existencia de proyectos ministeriales para P.I.R., con lo cual acaba definiendo dicha convocatoria como testimonial, en parte, experimental.


(*) Doctora en Psicología. Equipo de Salud Mental Infantil. Leganés. Madrid. C.A.M.
Artículo recibido en mayo de 1990.
(1) Orden 339/1990, de 27 de julio, por la que se convocan cuatro becas para el seguimiento, durante los años académicos 1990/91, 1991/92 y 1992/93 del Programa de Formación Especializada en Psicología Clínica, organizado por la Consejería de Salud.


Si nos remontamos a la historia del interés que ha despertado a nivel oficial nuestra formación de postgrado, nos encontramos con un panorama igualmente desolador:

- En 1976 se produce una convocatoria de P.I.R., por parte del INSALUD, que no vuelve a repetirse jamás.

- Distintos grupos de profesionales en instituciones públicas (Pedro Pérez en la "fundación Jiménez-Díaz"; Camino Diez, Carmen Alba y yo misma, en el Hospital de Leganés, etcétera) iniciamos y mantuvimos varios años proyectos-piloto de formación P.I.R., que fueron literalmente prohibidos (al menos en nuestro caso), en 1986, al ser transferidos a la C.A.M.

- Mientras en otras seis comunidades autónomas se lleva varios años trabajando en la formación P.I.R., en la Comunidad de Madrid, esta necesidad no se plantea y surge ahora un intento de formación excesivamente tímido, por la falta de compromiso expreso de la propia C.A.M.

Necesariamente, hemos de inscribir este breve estudio diacrónico en un contexto más amplio, ya que el interés que las instancias responsables otorgan a la formación de postgrado de los psicólogos, parece estar, desgraciadamente, en relación directa con el interés que muestran hacia su reconocimiento oficial COMO profesionales en el campo de la salud.

Así:

- Los psicólogos funcionarios de la C.A.M., aparecen integrados en la especialidad de terapeutas ocupaciones (¡tal como suena!).

- Los psicólogos contratados por ayuntamientos, prestan sus servicios en equipos integrados con la C.A.M., sin que ésta se decida a transferirlos y homologarlos económicamente a sus compañeros.

- Los psicólogos que ejercen privadamente su profesión, se ven gravados con el I.V.A., al no reconocerse su función como sanitario.

- Los Estatutos de nuestro Colegio profesional, siguen sin ser sancionados oficialmente, a pesar de los esfuerzos continuados por parte del propio Colegio y de todos los que lo componemos, desde hace varios lustros.

Podríamos continuar esta lista con muchos otros agravios comparativos, pero no se trata de hacer una elegía a la profesión, sino de cuestionarnos por qué ocurren estas situaciones y se intentan perpetuar machaconamente.

Así pues, parece importante no dejar de lado el uso de la reflexión ante tanta irracionalidad y no separar en nuestro análisis la actitud institucional hacia nuestra formación, de la que se mantiene hacia nuestro reconocimiento profesional pleno. Ello permitirá, posiblemente, colocar en su justa medida la oferta que se nos hace actualmente con la exigüa convocatoria de P.I.R.

Bienvenido sea cualquier intento de abrir brecha en la monolítica Administración, pero no podemos olvidar que se trata de un proyecto mayoritariamente voluntarista (con todo el mérito y la fragilidad que ello conlleva) y, por tanto, de una continuación de la situación marginal en la que se nos intenta mantener sistemáticamente.