FORMACION/INVESTIGACION

 

Estructura factorial del Test de Rorschach: comparación intergrupos


Factorial structure of Rorschach Test: intergroup comparison

 

M.ª Concepción SENDIN (*)


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

INTRODUCCION

PROCEDIMIENTO

RESULTADOS

DISCUSION

REFERENCIAS


RESUMEN

Se presentan en este estudio los resultados de un análisis factorial efectuado con la prueba de Rorschach, en el cual se comparan cuatro grupos de sujetos: no-pacientes; pacientes internos esquizofrénicos; pacientes internos no-esquizofrénicos, y pacientes externos. Estos grupos muestran estructuras factoriales diferentes, lo cual supondría organizaciones de personalidad distintas.

Los datos plantean cuestionamientos teóricos que pueden influir, sobre todo, o lo hora de planificar los intervenciones terapéuticos para estos sujetos.

ABSTRACT

The present study shows the results of a Rorschach factorial analysis comparison, between four groups: no-patients; schizophrenic in-patients; non-schiz in-patients, and out-patients.

These groups appear as structurally differents, which denotes specific personality organizations. It raises theoric issues and has an influence on treatment planning.

PALABRAS CLAVE

Test de Rorschach. Análisis factorial. Psicopatología,

KEY WORDS

Rorschach Test Factorial analysis. Psychopathology.


(*) Psicólogo Adjunta de[ Servicio de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital Psiquiátrico de Leganés. Profesora Asociado de la Facultad de Psicología. U.C.M Correspondencia: C/. Francisco de Vitoria, 10 - 28007 Madrid.


INTRODUCCION

La controversia entre los diferentes tipos de información que ofrece el Test de Rorschach, continúa suscitando amplias discusiones. De modo muy esquemático, se podría decir que esta prueba ofrece dos tipos básicos de información sobre la que la interpretación puede basarse:

  1. Nomotética.
  2. Idiográfica.

El enfoque nomotético (que utiliza el modelo estadístico), supone la comparación de un sujeto con un grupo, acentuando los aspectos interindividuales. Determinadas características del Rorschach plantean, no obstante, problemas fundamentales a la hora de trabajar con este test, exclusivamente, como un instrumento psicométrico: la variabilidad del número de respuestas; la escasa frecuencia de algunas variables; la gran sensibilidad de la prueba a los aspectos interpersonales y situacionales y, en suma, la casi total libertad de respuesta que se le da al sujeto en la situación de examen, están en la base de la mayoría de sus deficiencias psicométricas. Los autores más representativos de este tipo de enfoque han señalado, en detalle, tales dificultades (Ames, 1959; Beck, 1978; Beizman, 1981).

Por otra parte, el enfoque idiográfico (que utiliza el modelo clínico con distintas conceptualizaciones teóricas) acentúa los aspectos de la persona que aparecen como únicos, es decir, enfatiza lo intraindividual. La riqueza del análisis de lo que un sujeto concreto elige como respuesta; el cómo informa verbalmente sobre ello; el grado de elaboración que hace de sus contenidos, etcétera, se convierten, así, en los puntos relevantes de la información seleccionada, procediéndose a uno interpretación más semántica que probabilística (Shafer, 1954; Anzieu, 1964; Muchielli, 1968). El problema básico que plantea el uso exclusivo de este tipo de análisis, es el hecho de que la cantidad y cualidad de la información aportado por los sujetos, presenta una gran variabilidad de persona a persona, dependiendo de múltiples factores como: su grado de motivación; su desarrollo cognitivo y lingüístico; la rigidez de sus defensas, etcétera, de manera que unos sujetos revelarán muchos y muy significativos aspectos de sí mismos en sus respuestas, mientras otros darán muy poca información sobre su propia individualidad, produciendo protocolos saturados de convencionalidad.

Un punto de reflexión que resulta llamativo es el del agudo y, a veces, enconado enfrentamiento entre los propios rorschachistas en cuanto a sus diferentes enfoques. En este terreno, la clave de la sorpresa no está precisamente en la controversia misma, cuestión muy explicable ante una técnica tan compleja y rica en matices como es el Test de Rorschach, sino en la fragilidad de la mayoría de las argumentaciones, en el tono "emocionalmente cargado" de las discusiones y en la dificultad para poder considerar una gran parte de los puntos de vista enfrentados, como complementarios y no como excluyentes. Es llamativo, asimismo, la "inusual duración del conflicto" (cerca de setenta años) que, como señala Buros (1978):

"Supone un tipo de posicionamiento que no puede dejar de sorprender a cualquier observador sensible."

Al mismo tiempo, cabe señalar, que parece ser precisamente de esa controversia, de esa discusión permanente, de donde han ido surgiendo nuevas respuestas a una serie de incógnitas, nuevos enfoques sintetizadores y, lentamente, uno mayor intercomunicación entre campos desconectados previamente.

Si se acepta que, por las características del propio instrumento, el uso de un único enfoque en exclusivo, presenta muchas limitaciones, se impone la necesidad de buscar enfoques más complejos y, con ello, más acordes con la complejo naturaleza del Test de Rorschach.

En un análisis más detenido sobre los problemas metodológicos, se puede, razonablemente, emitir la hipótesis de que los dos enfoques básicos que hemos descrito no son necesariamente excluyentes, sino, en gran medida, complementarios. Es decir, que el análisis estadístico no se contrapone con el clínico, ni a la inversa, sino que ambos, usados conjuntamente, pueden enriquecer la visión sobre un sujeto, si se integran y sintetizan las distintos informaciones, en definitivo, si no se utilizan de un modo concreto y reduccionista. 

Existe el hecho, reconocido por todos los grandes rorschachistas, de la necesidad de una "visión configuracional en la interpretación del Test de Rorschach, es decir, que mientras el significado de una variable aislado es casi siempre el mismo, su importancia interpretativa específica puede variar considerablemente, dependiendo de la constelación de otras variables que la acompañen. El peso dado a una interpretación se basa, fundamentalmente, en la convergencia de muchas fuentes de información y en la interpelación de las variables, nunca en elementos aislados. De modo que el contexto en el que un dato aparece, se convierte en una poderosa fuente de significación. La búsqueda de constelaciones de elementos aumento el campo de análisis, hasta llegar a incluir el protocolo de Rorschach completo, para, posteriormente, integrar esta información con la procedente de otras fuentes informativas dentro del proceso diagnóstico de cada sujeto (Rorschach, 1921; Loosli-Usteri, 1929; Klopfer, 1942; Exner, 1989).

Esta necesidad de ampliación del campo de análisis y de integración de cada elemento con su contexto, no se ha extendido suficientemente a los enfoques conceptuales, donde aún parecen excluirse mutuamente las distintos tendencias y despreciarse con facilidad los datos procedentes de orientaciones teóricas distintas a la nuestra, entrando a menudo en debates ideológicos sobre los propias "creencias" e ignorando la enorme complejidad de la realidad que se presenta ante cada proceso interpretativo.

En mi propia experiencia, la utilización del modelo estadístico integrado con el modelo clínico para la interpretación del Test de Rorschach, no sólo no merma matices relevantes, sino que convierte en aún más notorios los aspectos idiográficos de cada sujeto, ya que, al comparar a cada individuo, con los datos obtenidos de su grupo de pertenencia, se puede integrar, en una visión menos limitada y reduccionista, el verdadero alcance de sus componentes más personales (Sendín, 1981, 1987, 1990).

Por otra parte, los datos estadísticos son puntos de referencia que han de ser re-interpretados e integrados posteriormente en el contexto de muchos otras variables, es decir, que ofrecen descripciones, más o menos ajustadas, de determinados parámetros, pero no permiten, por sí mismos, una comprensión causal de las desviaciones. Son, pues, solamente un primer elemento a tener en cuenta para iniciar la reflexión sobre los datos empíricos e intentar avanzar desde este punto, hacia niveles conceptuales más elaborados.

El modelo estadístico permite informar sobre determinados aspectos de los hechos observables, pero no los explica y sus conclusiones son estimaciones probables.

Voy a exponer en este trabajo, los resultados de la comparación de las estructuras factoriales del Test de Rorschach en cuatro grupos de sujetos, insistiendo en que se trato de descripciones que, si se aceptan como válidas, pueden permitir el surgimiento de conexiones teórico-prácticas, tanto en cuanto a sus posibilidades de generación de hipótesis para ulteriores trabajos, como en cuanto a sus implicaciones clínicas. Todo ello requerirá una elaboración posterior, que sobrepasa el modelo estadística.

Se trata, pues, de comunicar los datos comparados obtenidos entre cuatro grupos de sujetos: no-pacientes (NP); pacientes internos esquizofrénicos (PIE); pacientes internos no-esquizofrénicos (PINE), y pacientes externos (PE), donde se pueden observar estructuras diferentes en la organización factorial del Test de Rorschach.

Dejaré para otras comunicaciones la descripción exhaustiva de las estructuras factoriales específicas para cada grupo, a fin de no hacer farragoso esta exposición y poder resaltar con mayor claridad, las diferencias y semejanzas intergrupo observadas. De ellos se derivan, por una parte, todo una serie de reflexiones a nivel teórico y, por otra, de implicaciones prácticas para la planificación del tratamiento, que he considerado de interés para ser discutidas.

PROCEDIMIENTO

Muestra

1. El grupo de no-pacientes (NP) estuvo formado por 200 protocolos válidos, de individuos adultos, de edades comprendidas entre 18 y 45 años (media=31,5; D.T.=6,1). Ninguno tenía antecedentes psiquiátricos y todos ellos se prestaron voluntariamente a la prueba. Este grupo quedó finalmente compuesto por subgrupos equilibrados en cuanto a sexo y nivel socioeconómico, a fin de conseguir que la muestra fuera representativo de la población general, según la siguiente distribución:

Mujeres = 100 (nivel medio-bajo, 30; medio, 40; medio-alto, 30).

Hombres = 100 (nivel medio-bajo, 30; medio, 30; medio-alto, 40).

(Se utilizó la clasificación de niveles socioeconómicos de De Miguel, 1967.)

2. los pacientes internos esquizofrénicos (PIE) fueron 60 sujetos con al menos dos diagnósticos independientes de esquizofrenia, con más de un ingreso psiquiátrico y que llevaran un mínimo de dos años ingresados y un máximo de nueve años. Con ello se pretendía incluir en este grupo sólo esquizofrénicos crónicos y excluir sujetos con diagnóstico dudoso y/o con deterioro marcado por larguísimos internamientos (muchos de los internos a los que tuvimos acceso llevaban hospitalizados mucho más de 10 años).

3. Los pacientes internos no-esquizofrénicos (PINE) fueron 50 internos, con dos diagnósticos independientes y coincidentes, con más de dos años de ingreso y menos de nueve. En este grupo se incluyeron: depresiones bipolares, otras psicosis (no esquizofrenia) y neurosis obsesivos graves.

4. Los pacientes externos (PE) fueron 49 sujetos sin ninguna hospitalización previa y que estaban siguiendo tratamiento psiquiátrico ambulatorio, sin necesidad de ingreso previsible a medio plazo. Se incluyeron aquí diagnósticos de: depresión reactivo, neurosis y problemas caracteriales.

Todos los sujetos que formaron los grupos de pacientes, tenían también entre 18 y 45 años y estaban equilibrados en cuanto a sexo pero no en cuanto a nivel socioeconómico, predominando los sujetos pertenecientes a los niveles bajo y medio-bajo (especialmente en el caso de los pacientes internos). Este dato merecería una reflexión detenida, que, de adentrarnos en ello, nos alejaría excesivamente de los objetivos de este estudio, pero no dejo de sorprender que la población de internos psiquiátricos corresponda fundamentalmente a capas bajas de población.

Método

Todos los protocolos fueron administrados y valorados según los criterios del sistema comprehensivo, por seis especialistas en Rorschach, revisándose la puntuación, al menos por dos de ellos, distintos al que los aplicó. Se obtuvieron porcentajes de acuerdo interpuntuadores que iban desde el 94 al 99 %, según las variables (cabe recordar, que la prueba de Rorschach se compone de unas 120 variables de muy diversa naturaleza, presentando algunas mayor carga subjetiva que otras a la hora de ser valoradas).

Los no-pacientes eran, como hemos dicho, sujetos voluntarios y lo grupos de pacientes internos fueron recogidos en cuatro hospitales psiquiátricos de Madrid (Santa Isabel y Santa Teresa de Leganés, actualmente unificados; Doctor Esquerdo y Hospital Psiquiátrico Provincial de Madrid). Los pacientes externos procedían de tres consultas ambulatorios públicas y una privada.

En el proyecto inicial se recogieron 415 protocolos, que se redujeron posteriormente a 359, al aplicar criterios aún más estrictos de selección. Señalaremos, esquemáticamente, las razones de eliminación de estos casos:

1. 36 de los protocolos iniciales fueron descartados por ofrecer dudas razonables en cuanto o su validez al cumplir uno o varios de los Ítems siguientes: actitud forzada u oposicionista del sujeto ante la prueba; excesiva desorganización verbal que hacía imposible el cómputo; inhibición llamativo que restringía masivamente la información.

2. 20 protocolos más se descartaron una vez corregidos por ofrecer características excesivamente infrecuentes o defensivas que limitaban de modo significativo la consistencia temporal de los datos: presencia de fracasos en una o varias láminas; excesiva simplificación unida a merma de productividad (Lambda >l + R<14).

Una vez descartados los protocolos que se consideraban inválidos por diversas razones, se volvieron a valorar los 359 restantes, lo cual hacía un total de cerca de 8.000 respuestas y se sometió a cada una de ellas a un tratamiento de codificación que permitiera almacenar la información. Así, cada uno de los aspectos cuantitativos de cada respuesta se redujo a categorías previamente establecidas en un programa (Exner, 1980), de modo que se pudieran registrar los aspectos relevantes de cada sumario estructural (incluyendo la información codificada de las 43 variables fundamentales) y se pudiera, posteriormente, manejar mecánicamente la enorme cantidad de información generada.

Finalmente, para realizar los análisis factoriales se aplicó el programa BMDP 4M de la Universidad de California (Dixon, 1985).

RESULTADOS

En el análisis de resultados se observa que en todos los casos se producen agrupamientos de variables en torno a siete factores, que explican el 60 % de la varianza total. Para analizar estos agrupamientos, se tuvieron en cuenta solamente las variables que obtenían una saturación igual o mayor que 0,40, con el fin de asegurar la significación de las constelaciones.

 

Analizando las covariaciones de variables, se observan, en todos los grupos, dos polaridades importantes en cuanto a la información aportada por la prueba de Rorschach:

a) Aparecen descripciones bastante precisas de los estilos de procesamiento de información y, a la vez, de disfunciones en tal procesamiento.

b) Aparecen agrupamientos referidos a niveles de organización psíquica en diferentes áreas , a vez, los efectos que en dicha organización psíquica producen las reacciones a situaciones externas.

Así, la prueba de Rorschach, parece presentarse, según estos datos, como apta para informar, no sólo de una amplia gama de procesos, sino también de las disfunciones en los mismos, con lo cual, es susceptible de utilizar en diversos contextos: prevención, diagnóstico de recursos, psicopatología, etcétera. Y, por otro lado, también parece mostrarse útil para discriminar elementos disfuncionales procedentes del propio sujeto o externamente provocados por situaciones estresantes, abriéndose con ello otros campos de aplicación: diagnósticos ambientales, discriminación de crisis agudas versus disfunciones crónicas, etcétera.

Otro aspecto llamativo de los datos, lo supone el hecho de que no es posible extrapolar las estructuras factoriales de uno a otro grupo, de manera que, si bien aparecen las mayores semejanzas entre NP y PE y las mayores diferencias entre NP y PIE, en ningún caso se puede hablar de funcionamientos idénticos.

Las áreas en las cuales se observan con mayor claridad, estilos de funcionamiento distintos, según los grupos, parecen ser:

1. Ideación. -Los procesamientos perceptual-cognitivos, muestran características muy peculiares en cada grupo. La actividad sintética y organizativa se asocia, en cada caso, a variables muy heterogéneas. Los trastornos de pensamiento aparecen también inscritos en constelaciones diferentes. Por poner un solo ejemplo de las consecuencias prácticas que se derivarían de este análisis, señalaría el dato de que los PIE presentan una masivo interferencia de variables emocionales en su funcionamiento perceptual-cognitivo, mientras que en los PINE, el aumento le la motivación va asociada a una mayor vulnerabilidad para los trastornos ideativos, de modo que, a un mayor esfuerzo de organización, va asociada la aparición de fallos en la ideación. Ello, evidentemente, comporta implicaciones a la hora de planificar sus tratamientos.

2. Emoción.- El manejo de los afectos supone también un campo en el cual las diferencias intergrupos se agudizan. Aparecen asociaciones distintas, tanto en las variables afectivas que se agrupan en los factores, como en la intervención de esas variables en otros procesos. Ello señala claras especificidades en cada uno de los grupos estudiados, en el área emocional.

3. Reacciones situacionales.- El tema del malestar interno, situacionalmente provocado, presenta también diferencias notables, que comentaré con algo más de detalle, por considerarlo sugestivo de nuevas hipótesis. Los cuatro grupos se nos presentan con funcionamientos diferentes en este tema. Así, los NP, muestran un factor con sólo variables de reacción situacional, es decir, que la tensión interna reactiva (ideacional o emocional: del e Y) no va asociada en ellos con otras variables, con lo cual, interferiría menos en el funcionamiento de otras áreas. En cambio, los PIE, presentan las mismas variables (m e Y) asociadas con otras de trastornos graves de pensamiento, lo que permite plantear la hipótesis de que, en los sujetos esquizofrénicos, la tensión situacional va a acompañarse de fallas ideativas severas. En los PINE, se asocian estas mismas variables, con trastornos afectivos, de manera que podríamos suponer que los malestares situacionales actúan en ellos, reactivando o agudizando, malestares más crónicos. Finalmente, los PE parecen combinar estas mismas variables con otras que suponen un aumento de la convencionalidad/estereotipia, así pues, podría sugerirse que, en estos sujetos, el aumento del malestar reactivo interno, va asociado al aumento de conductas más tópicas, menos creativos, rigidificando sus procesamientos.

Parece, pues, que cada grupo presenta modalidades de enfrentamiento diferentes ante el mismo problema (el malestar reactivo) y, previsiblemente, consecuencias conductuales distintas. También se derivan de este punto implicaciones teórico- prácticas.

4. Constructos teóricos.- Se observan, asimismo, en los resultados, datos que permiten seguir profundizando en el estudio de determinados constructos teóricos y sus implicaciones en los distintos grupos, el papel del autoconcepto/autoimagen las relaciones entre trastorno emocional/trastorno ideativo, etcétera, vuelven a replantearse, tras el estudio de las covariaciones y agrupamientos diferentes y se abre una vio de reflexión que habrá que seguir elaborando.

Tras señalar someramente las diferencias intergrupos, expondré los puntos comunes que ofrecen sus estructuras factoriales.

Esquemáticamente, las semejanzas intergrupos serian las siguientes:

1. En todos ellos aparecen factores que claramente agrupan variables perceptual-cognitivas, emocionales (reactivos y estables) y de organización-motivación. Si bien las constelaciones de variables son, como hemos visto, muy diferentes en cada grupo, permanece constante en todos ellos, la diferenciación de estas áreas. Con ello se apoyaría la idea de que el Test de Rorschach se muestra válido para la medición de este tipo de procesos, tanto cuando funcionan adecuadamente, como cuando aparecen disfunciones en los mismos. Aunque "clásicamente", esta prueba ha sido usada como "detector de patología", los resultados parecen señalar que también ofrece posibilidades para informar acerca del estudio de los procesos normales y sus interrelaciones. Con ello se abre, como antes señalábamos, un campo interesante para la investigación sobre procesos básicos y para los estudios preventivos.

2. Otro punto común en todos los grupos lo constituye el hecho de que todos las variables manejadas aparecen agrupadas en los siete factores. No parece, pues, posible prescindir de ninguna, "simplificar" el Test de

Rorschach, sin perder, con ello, información significativa. Esto cobra aun mayor importancia si recordamos el dato de que se fue exigente al valorar el punto de saturación de las variables (igual o mayor que 0,40).

Quiero resaltar, nuevamente, el hecho de que, en este tipo de estudios, los resultados son descriptivos, es decir, que se ha obtenido un registro de los agrupamientos de variables por áreas de funcionamiento en los distintos grupos de sujetos, pero no podemos ofrecer, ni siquiera a nivel especulativo, relaciones causales unidireccionales entre esas variables. Esta investigación, supone, pues, un punto de partida para diseños experimentales posteriores. 

DISCUSION

Abundando en los puntos que se nos abren para la reflexión teórica ante los resultados, se plantea un interrogante que considero de interés. Las distintas corrientes teóricas se han cuestionado a menudo si los trastornos psíquicos reflejaban diferencias "de grado" en las perturbaciones de la personalidad o "de dase" (dimensión cuantitativo versus cualitativa). Una comparación de las estructuras de personalidad entre los NP y los tres grupos de pacientes, a la luz de este cuestionamiento, parece mostrar ambas concepciones como no excluyentes. los datos parecen sugerir que hay diferencias "de grado" (siendo los NP y los PIE los más claramente diferentes y mostrando las mayores semejanzas NP y PE). Pero, al mismo tiempo, se muestran estructuras factoriales esencialmente únicas para cada grupo, que parecen describir organizaciones de personalidad especificas. Así, como es habitual que ocurra entre posturas muy encontradas, no se podría, a la vista de estos datos, descalificar a ninguna de ellas, sino que habría que complejizar nuestros enfoques teóricos y plantearse la complementariedad de ambas posiciones.

Al intentar comparar estos resultados con otras investigaciones nos hemos encontrado con serios dificultades, ya que existen muy pocos trabajos publicados sobre estos aspectos en todo el mundo. A ello contribuye, probablemente, la gran cantidad de dificultades prácticas que plantean y las limitaciones psicométricas de la prueba de Rorschach, que siempre se han interpuesto como obstáculos aparentemente insalvables para su realización.

De los escasísimos trabajos que existen, la mayoría no son comparables, por presentar fuertes diferencias metodológicas o modelos de Factorización muy heterogéneos (Morales Meseguer, 1978; Loo, 1979; Wittenborn, 1950).

Entre las pocas investigaciones con las que pudimos contrastar nuestros datos, debemos citar los trabajos de Shaffer, Duszynski y Thomas (198 l); Haggard (1978) y Exner, Viglione y Gillespie (1984). Los dos primeros estudios presentan resultados muy parecidos a los nuestros, obteniendo también siete factores, aunque trabajan con menos variables (cabe señalar que sólo investigan sobre un grupo de no pacientes y, por tanto, no podemos comparar nuestros resultados de pacientes). En el estudio de Exner y otros, se presentan tres factores principales, que englobarían a otros tres, lo cual totalizaría seis factores, también en este trabajo se estudia sólo un grupo de no-pacientes y se trabajo con menos variables. Parece, pues, que en los pocos trabajos cuyos resultados son extrapolables por las mayores semejanzas metodológicas, existen importantes coincidencias con nuestros datos, ahora bien, nos parece aún más relevante el hecho de que estos mismos autores destaquen que la evidencia parece trabajar fuertemente a favor de la unión e intercambio de los continuos avances en la teoría psicométrica y la práctica clínica y contra el uso simplista de cualquiera de ellos, idea que proponíamos al inicio de esta exposición.

Otra conclusión inevitable es la comprobación de que la prueba de Rorschach, a pesar de su complejidad y especiales características, es susceptible de tratamientos estadísticos sofisticados, sin que con ello se excluyan sus posibilidades de análisis cualitativo. El análisis estadístico exhaustivo puede servir de base a una serie de hipótesis interpretativos que han de integrarse con otras, procedentes de otros modelos para poder ir avanzando en el conocimiento de la naturaleza de esta prueba, que aún mantiene muchos aspectos desconocidos para todos.

Finalmente, aparecen en este trabajo: líneas, tendencias y propuestas, que apuntan posibilidades de utilización del Rorschach en campos poco explorados hasta ahora, pero que deberán seguir siendo elaboradas ulteriormente. Las limitaciones del esfuerzo realizado son, pues, numerosas, las aportaciones, aún escasos, pero suficientes como punto de partida para continuar trabajando.

REFERENCIAS