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 FORMACION/INVESTIGACION

 

Sobre la formación

y la enseñanza psicoanalítica en España


On the psycoanalitical training

and teaching in Spain

Fanny SCHUTT (*)


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA ENSEÑANZA Y FORMACION PSICOANALITICA

ANTECEDENTES HISTORICOS EN ESPAÑA

EN EL AMBITO UNIVERSITARIO

INTERCAMBIO CON PSICOANALISTAS DE OTROS PAISES

LOS GRUPOS DE ESTUDIO DE LA OBRA DE FREUD

MODELO DE UNA ENSEÑANZA DEL PSICOANALISIS EN UN COLEGIO PROFESIONAL

REFERENCIAS


RESUMEN

En este artículo se proporcionan elementos históricos y conceptuales a los psicólogos interesados en acceder a una formación o enseñanza psicoanalíticas. Para situar al lector en esta temática, se pasa de una breve reseña de los antecedentes históricos en general y en particular en España, a comentar la incidencia en el ámbito universitario y la de los intercambios con psicoanalistas de otros países y de diferentes escuelas. Por último se expone lo posición de la autora respecto de una modalidad de enseñanza en campos de estudio y se describe una experiencia de trabajo en un colegio profesional.

 

 ABSTRACT

In this article some historical and conceptual principles are provided for those psychologists interested in the obtencion of psychaonalitical training. A brief review of the historical antecedents in Spain and other countries is presented, examining the incidence of psychoanalysis in the University, and the exchange between psychoanalysts of different countries and different theoretical background. Finally, the author's opinion about a teaching program is exposed, describing a work-experiencie in a professional association.

 

PALABRAS CLAVE 

Enseñanza. Formación. Transmisión. Fundamentos. Cuestionamiento. Escucha.

 

KEY WORDS 

Teaching. Training. Transmision. Principles. Questioning. Earing.

 


(*) Médica psicoanalista. C/. Potosi, 9 - 28016 Madrid.


Me han sugerido escribir sobre la enseñanza y la formación psicoanalítica, desde la visión más amplia que proporciona, por un lado, el no pertenecer en la actualidad a una determinada institución psicoanalítico, y, por otro lado, por la experiencia adquirida a lo largo de 25 años enseñando psicoanálisis en diferentes contextos.

Pretendo así contribuir en lo posible a esclarecer el panorama bastante complejo, cuando no confuso, que se presenta ante los psicólogos y otros profesionales y estudiantes, interesados en acceder de algún modo a este campo del conocimiento.

Hoy en día, en España, en particular en Madrid y Barcelona, se han multiplicado las ofertas para estudiar psicoanálisis y éstas abarcan un amplio espectro, que va desde la formación psicoanalítica que se brinda en los institutos pertenecientes a las asociaciones, filiales de la Asociación Psicoanalítica Internacional (I.P.A.): Asociación Psicoanalítico de Madrid y Sociedad Psicoanalítica Española (en Barcelona), pasando por el Master en Teoría Psicoanalítica que se dicta desde hace dos años en la Universidad Complutense de Madrid, no habilitante para el ejercicio del Psicoanálisis y por las diversas escuelas, cursos y grupos de estudio privados que enseñan psicoanálisis desde diferentes perspectivas teóricas. No es mi propósito ofrecer ni una información detallada, ni exhaustiva, tipo guía, sobre todas estas opciones, pero sí dar algunos elementos históricos y conceptuales para orientar al lector, en esta, en cierto modo, "Babel Psicoanalítica". Porque se puede encontrar con opciones que no sólo responden a marcos teóricos diferentes, sino que se utilizan lenguajes que tienen poco en común y muchas veces se consideran incompatibles y excluyentes entre sí.

 

ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA ENSEÑANZA Y FORMACION PSICOANALITICA

 En los años 20, en el Berlín de la República de Weimar, se funda el primer Institutode Psicoanálisis con un programa de estudios elaborado cuidadosamente y que comprendía: teoría general del psicoanálisis, teoría de los sueños, técnica, transmisión de conocimientos psicoanalíticos al clínico general y aplicación del psicoanálisis al derecho, la sociología, la filosofía, la religión y el arte.

El Instituto distinguía entre candidatos y oyentes. Los candidatos (aspirantes a psicoanalistas) recibían una enseñanza en base al programa en totalidad, al cual debían agregar una enseñanza práctica (cursos bajo control) y un psicoanálisis personal (didáctico), y a los oyentes, en su mayor parte pedagogos, que esperaban aplicar en su profesión los conocimientos psicoanalíticos, se les ofrecía una enseñanza parcial más acotada a sus fines.

Sobre la base de este modelo se van organizando, por iniciativa, en general, de aspirantes extranjeros formados en Berlín, institutos de psicoanálisis en distintas ciudades del mundo, cada vez más exclusivamente dedicados a la formación de psicoanalistas. Se establece por consenso, una normativa general, aún plenamente vigente, basada en tres pilares: el psicoanálisis personal (llamado a estos efectos, didáctico, por estar a cargo de miembros habilitados a tal fin), las supervisiones clínicas y una enseñanza de textos de Freud y de otros psicoanalistas post-freudianos; siendo este aspecto, tal vez, el más variable según las orientaciones dominantes en cada sociedad. Los institutos van estableciendo sus condiciones de admisión y éstas no son uniformes; mientras muchos aceptan los planteamientos que Freud defendía (1928), en el sentido de no otorgar únicamente valor a ciertos diplomas universitarios y evitar el posible monopolio del ejercicio del psicoanálisis por parte de los médicos; otros institutos, durante muchos años, sólo admitieron a los médicos, por ejemplo, los norteamericanos, hasta ser acusados, hace pocos años, ante los tribunales de su país, por los asociaciones de psicólogos, de ejercer un monopolio en perjuicio de ellos.

 Por otra parte, para acceder a la enseñanza propiamente dicho, que se realiza en forma de seminarios, se exige un periodo previo, más o menos largo según los casos, como mínimo de tres años de psicoanálisis personal y aprobar, además, unas entrevistas de admisión.

 

ANTECEDENTES HISTORICOS EN ESPAÑA

España había sido absolutamente pionera tanto en materia de traducciones como de publicaciones de escritos de Freud (Gutiérrez Terrazas, 1984). Así, ya en 1893, y casi simultáneamente con la aparición en su lengua original, dos revistas médicas españolas publican en castellano el primer capítulo de los Estudios sobre la histeria, en artículo escrito en colaboración por Freud y Breuer Sobre el mecanismo de los fenómenos histéricos- son la Gaceta medica de Granada y la Revista de Ciencias Médicas de Barcelona. En 1922, y por sugerencia del filósofo Ortega y Gasset, se adquieren los derechos para traducir y publicar las obras ya escritas y por escribir de Freud.

En el período que se extiende desde 1920 a 1936 en los Archivos de Neurobiología aparecen con cierta periodicidad artículos sobre psicoanálisis, algunos favorables y otros críticos, pero el tema interesa vivamente en ciertos círculos de la sociedad española, es objeto de debate y ejerce influencia, por ejemplo, en los pedagogos del Instituto Libre de Enseñanza y en penalistas como Jiménez de Asúa (luego exiliado en Argentina), que buscan en el psicoanálisis elementos para incorporar al Derecho penal.

En los años 30 se establece en Madrid el primer psicoanalista español formado en Berlín, el Dr. Angel Garma, en donde ejerce y enseña psicoanálisis, pero no llego a crear ninguna institución. La Guerra Civil lo lleva a exiliarse y va a ser en Buenos Aires donde, en 1942, se convierte en uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Allí va a enseñar psicoanálisis a muchas generaciones de psicoanalistas argentinos y también a algunos españoles que se dirigen a partir de la postguerra a Buenos Aires para recibir formación; así como otros marchan a Francia o a Suiza con el mismo propósito.

María Luisa Muñoz, en su Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico en España, dice: "Tendrían que pasar dos guerras, una civil y otra mundial, para que de nuevo el interés por el psicoanálisis cobre el impulso necesario para llegar a formar una sociedad psicoanalítica''.

"A finales de los años 40, en una España empobrecida por la guerra y aislada política y culturalmente por la dictadura, dos pequeños grupos de psiquiatras e intelectuales, uno en Madrid y otro en Barcelona, iniciarán un lento y dificultoso camino para adquirir una formación psicoanalítica y conseguir la introducción y desarrollo del psicoanálisis en España". Se organizan así, en Barcelona, un Instituto de Medicina Psicoanalítica y el grupo Erasmus, y en 1954, en Madrid, la Asociación Psicoanalítica Española. Esta asociación, aún no perteneciendo a la Asociación Psicoanalítica Internacional (I.P.A.) entra en contacto y propicia intercambios con diferentes sociedades psicoanalíticas, siendo "La Asociación Psicoanalítica Argentina la que realiza más esfuerzos para ayudar a la formación del grupo madrileño", según afirma la misma psicoanalista María Luisa Muñoz.

En el año 1956 se constituye la Sociedad Luso-Española de Psicoanálisis. Durante los años 1957, 58 y 59 va a desarrollar un intenso programa formativo y una vez reconocido como miembro de la I.P.A. se organiza en ella una comisión de enseñanza para posibilitar el acceso y la formación de nuevos psicoanalistas. En 1966, al separarse el grupo portugués, queda constituido la Sociedad Española de Psicoanálisis. A partir de los años 70 se ponen en marcha dos institutos psicoanalíticos, el de Barcelona y el de Madrid, que van a funcionar con autonomía, para desarrollar cada uno de ellos sus propios programas de enseñanza y formación.

En el año 1974 se funda la Asociación Psicoanalítico de Madrid.

 

EN EL AMBITO UNIVERSITARIO

Las universidades, por su parte, en general, han sido bastante refractarias a incorporar el psicoanálisis en sus planes de estudio. Freud reflexionaba en un artículo escrito en 1919, y rescatado después de su muerte, sobre la enseñanza del psicoanálisis en la Universidad (Freud, 1929). Dada la exigencia fundamental del psicoanálisis personal, Freud no considera que la Universidad pueda formar psicoanalistas y sí que esta formación se desarrollará en mejores condiciones al margen del ámbito universitario, pero la Universidad, agrega, podría beneficiarse de la incorporación del conocimiento psicoanalítico en diferentes áreas.

El artículo había sido escrito como consecuencia de la creación de la primera cátedra de psicoanálisis en la Universidad de Budapest, en 1917, en el marco de la revolución de Bela Rhun y de la designación a cargo de la misma de uno de sus más destacados discípulos: Sandor Ferenczi. Por otra parte, da cuenta de cómo en los Estados Unidos se había extendido, en diferentes universidades, el estudio del psicoanálisis sobre todo con carácter de introducción a la enseñanza de la psiquiatría. Esto es un efecto del enorme impacto que habrían producido las conferencias de Freud en la Clark University en 1909, y la adhesión que provocan en personalidades universitarias tan relevantes como James Putnam, catedrático de Neurofisiología en la Universidad de Harvard. Este había pasado de ser detractor del psicoanálisis a convertirse en uno de sus más entusiastas propulsores.

¿Qué ha pasado en España, en sus universidades, con el psicoanálisis? Han evidenciado una gran resistencia a incorporarlo hasta casi desconocerlo en los programas de estudio de carreras como Psicología o Medicina. Sin embargo, algunos psicoanalistas y estudiosos del psicoanálisis han pasado por sus aulas al amparo de cátedras de Psicología Dinámica; Evolutiva, Personalidad o Historia de la Psicología, y el psicoanálisis de un modo casi vergonzante y en pequeñas dosis, fue logrando un cierto lugar y, sobre todo, fue objeto de trabajos de investigación y de diversas tesis doctorales.

Un verdadero hito en la historia de la enseñanza del psicoanálisis en la universidad española estatal lo marca la iniciación del Master en Teoría Psicoanalítica en la Universidad Complutense de Madrid, surgido del encuentro entre un grupo de filósofos, psicólogos y psicoanalistas vinculados a dicha universidad. Este curso de dos años admite previa selección a doctores, licenciados, ingenieros o arquitectos y otorga el título de "Especialista en Teoría Psicoanalítica" luego de 450 horas de clase, Incluye áreas temáticas tales como: Presupuestos filosóficos de la obra de Freud; Epistemología del psicoanálisis; Análisis de textos psicoanalíticos de Freud; Fundamentos de psicopatología psicoanalítica; Teoría del psicoanálisis de niños, o Teoría de la transferencia, entre otras.

Por otra parte, la Universidad Pontificia de Comillas auspicia los cursos de psicoanálisis de "Elipsis", una escuela que en Madrid, entre otras actividades, desarrolla un programa de enseñanza de psicoanálisis en tres años, que incluye Freud, Klein, una visión critica de Lacan y recupera en un medio poco proclive al psicoanálisis norteamericano, las ideas de autores de esa procedencia como Heinz Kohut.

También el C.E.U. organiza diversos cursos de psicoanálisis y lo incorpora en sus programas de estudio.

Quisiera mencionar un intento que se gestó en Barcelona hacia el año 1984 por iniciativa privada. Una comisión esbozó un proyecto de Centro Universitario de Estudios Psicoanalíticos. Este centro, sin propósito de lucro, asumía los caracteres generales de la institución universitaria y aspiraba a ser oficializada. Sus objetivos incluían tanto la formación de psicoanalistas como la formación típica de post-grado, y pretendía convertirse en una alternativa válida a las carreras universitarias existentes. Para el ingreso se exigía el C.O.U., ofreciendo una enseñanza de cuatro años con asignaturas obligatorias y optativas. Entre éstas se incluían, entre otras, las siguientes materias: Filosofía, Lingüística, Literatura, Antropología, Sociología, Psicología Evolutivo, Psiquiatría, Historia de las ideas psicoanalíticas, dos cursos de Freud, Melanie Klein y Lacan. La titulación ofrecida era la Licenciatura en Estudios Psicoanalíticos.

Este proyecto se materializó bajo el nombre de Instituto Sigmund Freud, con una subvención oficial del Ayuntamiento de Barcelona, que también facilitó locales.

Fue una empresa, tal vez, excesivamente ambiciosa, que no conectó suficientemente con los expectativas del potencial alumnado, más fuertemente atraído por las propuestas específicamente psicoanalíticas.

 

INTERCAMBIO CON PSICOANALISTAS DE OTROS PAISES

En la década de los 70 comienzan a volver psicoanalistas españoles, formados en el extranjero y psicoanalistas de otras sociedades que deciden trasladar su residencia a España; la mayoría de ambos casos provienen del Río de la Plata: Argentina y Uruguay. A partir, sobre todo, del año 1976 se incrementa la llegada desde Argentina de psicoanalistas, médicos y psicólogos, con diversos niveles de formación psicoanalítica. Algunos de ellos emprenderán distintos tipos de enseñanza; en el marco de instituciones psicoanalíticas o fuera de ellas.

Por esa misma época viaja, desde Londres a Barcelona, un argentino: Oscar Masotta, quien procedente del campo de la filosofía sartreana, la crítica literaria y la semiología, había comenzado diez años antes a difundir las ideas de Lacan en un estilo muy personal. Radicado en Barcelona, viaja a Madrid y a otras ciudades, dictando seminarios de Lacan y de Freud desde una perspectiva laconiana. Funda las Bibliotecas Freudianas, organiza jornadas, congresos, pronuncia conferencias, iniciando así, en España, el "movimiento lacaniano".

Se suman luego a esta labor otros psicoanalistas franceses, y algunos españoles y argentinos radicados en Francia, representando los diversos tendencias que se agitan en el medio parisino dentro del ámbito psicoanalítico lacaniano, para reproducir en España el fenómeno social que se había generado en Francia unos diez años antes.

"La actitud francesa hacia el psicoanálisis había pasado en la década de los 60, y sobre todo a partir de los acontecimientos de mayo del 68, de la denigración y la resistencia al apasionamiento y a hablarse del psicoanálisis y de Lacan en todas partes" (Turkle, 1983).

Lacan, cuando aún era miembro de la I.P.A., comenzó a dictar sus seminarios en el Hospital de Sainte-Anne en el año 1953; parte de sus alumnos fueron psicoanalistas que poco a poco se fueron distanciando, aunque compartiendo la idea del retorno a Freud que él preconizaba y la revisión de sus textos. También acudían a sus clases cada vez más intelectuales y estudiantes, quienes en una sociedad muy renuente a aceptar las ideas que provenían del extranjero, se volcaron con entusiasmo hacia el surgimiento de esta versión francesa, lacaniana, del freudismo que aparecía además como el ''verdadero Freud", hasta llegar a afirmar que entre Freud y Lacan, sólo existían los pre-freudianos.

Lacan, luego de pertenecer, durante muchos años, a la Sociedad Psicoanalítica de París, es expulsado en 1964 de la misma, no por diferencias teóricas sino por sus continuos enfrentamientos motivados por cuestiones técnicas como, por ejemplo, la duración de las sesiones, sus famosas microsesiones de cinco a diez minutos, y otras actitudes que se apartaban de las normas y criterios compartidos en la institución. A partir de esto se comenzó a rodear de una aureola subversiva y se identificaron ciertas actitudes, como la ruptura desafiante del encuadre psicoanalítico y otras, consideradas por muchos como extravagantes, con posiciones contraculturales e incluso revolucionarias. Se fue configurando así, sobre todo después de los acontecimientos de mayo del 68, una especie de "laconismo militante", para algunos continuación o sustitución de otras militancias; para otros extensión del freudo-marxismo o de tendencias cercanas a la antipsiquiatría.

Este fenómeno se traslada a España en los años de la transición política, en parte por la vía de Masotta y sus discípulos, y en parte por los cada vez más frecuentes intercambios con París, y las actividades docentes de varios psicoanalistas lacanianos franceses que nos visitan. Estas se incrementan a partir de la disolución de la Escuela Freudiano de París en 1980 (institución creada por Lacan y disuelto por él mismo antes de morir), y de la desaparición de Masotta, que muere en Barcelona en 1979. Van surgiendo muchas pequeñas instituciones con distintos nombres: círculos, ateneos, centros, que aunque de orientación estrictamente lacaniana, siempre se acompañan del adjetivo freudiano; confirmando así la creencia de que Lacan es la auténtica voz de Freud y la más actualizada.

Si toda enseñanza digna de ese nombre debe implicar la búsqueda de una verdad, una investigación, un cierto descubrimiento, y, sobre todo, en psicoanálisis, escapar del "saber dogmático", la idea de "transmisión" del psicoanálisis domina la ideología de casi todas las instituciones en detrimento de lo que podría considerarse un "saber constituido" . Llevando esto al extremo, ha producido en muchos casos un rechazo de toda enseñanza sistemática y gradual que parta desde los fundamentos, y ha propiciado la constitución de grupos llamados cartels (su denominación francesa), dedicados directamente a trabajar sobre temas en relación con los escritos o los seminarios de Lacan.

Los seminarios de Lacan, principal fuente para conocer su pensamiento circularon durante muchos años en textos mecanografiados no autorizados; hasta 1978 no comienzan a publicarse en francés y se traducen al español en 1982, sólo algunos de ellos en versiones autorizados. Esto ha planteado una complicación agregada a la oscuridad hermética de su discurso y o la complejidad del texto que da por supuestos una serie de conocimientos previos: por una parte los fundamentos freudianos; por otra, conceptos filosóficos heideggerianos y hegelianos; de lógica; de lingüística, antropología e inclusive de matemáticas, como, por ejemplo, el teorema de Gödel y la aritmética de Fregue.

Dice Belinsky (1985): " El método lacaniano consiste en reunir a un conjunto de disciplinas en algo así como una puesta en escena" (los seminarios públicos de Lacan en París fueron cada vez más un espectáculo), y añade: la multiplicidad de personajes, disciplinas convocadas y a veces meramente evocadas, característica, por lo demás, de su estilo polirreferencial, hace difícil su sistematización"... "estos procedimientos deberían ser cuidadosamente examinados en cada caso, primero en su dominio de origen y luego en el dominio psicoanalítico, a fin de poner en claro las transformaciones que se operan en los conceptos importados a la teoría psicoanalítica. De no tomarse esas precauciones se transforman rápidamente en dogmas de fe".

La tendencia cada vez mayor hacia la formalización matemática, hacia los "matemas", acentúa la creencia de que Lacan tenía las claves para poder asimilar todo este despliegue de saber omnipotente, y que estudiando todos sus seminarios y/o entrando en contacto con él, viajando para ello periódicamente a París, se podía tener acceso a ellas. No se leía más que a Lacan y entre los más entusiastas se planteaba la necesidad de sumergirse en las disciplinas que aparecían implicadas en su discurso. Una empresa en la cual eran absorbidos totalmente alejándose cada vez más de la confrontación con la clínica.

Todo esto ha contribuido entre los que han buscado una identidad laconiana, o se han encontrado con una enseñanza de este tipo, a sustituir, con alarmante frecuencia, la asimilación y elaboración propia por la repetición dogmática, acrítica, de un discurso o de frases de ese discurso, tan proclive a favorecer devociones y a ser utilizado como santo y seña de una pertenencia o como un instrumento de intimidación intelectual.

Hago una excepción de quienes, considerando a Lacan un importante teórico del psicoanálisis, afronten una lectura crítica, partiendo de un conocimiento previo de los fundamentos freudianos, y estando en condiciones de una confrontación con los mismos, con otras teorías y con la práctica.

Es importante aclarar que esto, que en la actualidad se puede aplicar al laconismo dogmático, es extensivo a todo grupo sectario que pueda o puede desarrollarse alrededor de algunas figuras carismáticas del psicoanálisis. Algo parecido pasó con respecto a Melanie Klein y un cierto kleinismo rígido y cerrado como también, aunque en menor medida, con cierta ortodoxia freudiana muy poco permeable a otros aportes (Green, 1986; Horstein, 1988).

Paradójicamente, en los últimos años desde que la sucesión de Lacan, en su origen médico psiquiatra, la asumió Miller (su yerno), que proviene de la filosofía, y era considerado uno de los discípulos no practicantes del psicoanálisis, se observa un viraje hacia los temas psicopatológicos y clínicos, antes un tanto devaluados, por ser considerados un saber empírico.

En la última presentación en Madrid de la Sección Clínica, que funciona en París, en la Universidad de París VIII, más conocida como Vincennes, feudo universitario del lacanismo desde hace 16 años, se ofrece un programa centrado en las psicosis. Esta enseñanza que, aclaran, no habilita para el ejercicio del psicoanálisis otorga, al mismo tiempo, en algunos casos, certificados de estudios clínicos, y aunque la plantean como una enseñanza sistemática y gradual, abierta a diferentes profesiones relacionadas con la salud mental pasa directamente de una revisión de la definición psiquiátrica de psicosis al seminario respectivo de Lacan, complementándolo con visitas al aula de un hospital psiquiátrico para presentar casos de enfermos psicóticos "en vivo y en directo", experiencia que con tan escasos instrumentos teórico-clínicos puede ser tan penoso y poco útil, tanto para el participante como para el enfermo expuesto en público.

Hay una gran ambigüedad y se pierden los límites entre lo que es una formación habilitante para ejercer el psicoanálisis, la preparación destinada a los profesionales de la salud mental que pretenden aplicar el psicoanálisis en sus actividades y la de estudiosos e investigadores que procedentes de otros campos, como el de la filosofía, quieran hacer sus aportaciones o recibir aportaciones del psicoanálisis.

 

LOS GRUPOS DE ESTUDIO DE LA OBRA DE FREUD

En un reportaje publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría en 1981, Pilar de Miguel me formulaba algunas preguntas sobre el tema de la formación psicoanalítica.

Me parece oportuno reproducir algunas de las respuestas dadas en esa oportunidad:

"...existe la idea generalizada de que el psicoanálisis personal trata del propio inconsciente, la supervisión del inconsciente del otro, «el paciente» y el estudio teórico del inconsciente en abstracto. Esta división en compartimentos estancos ha favorecido la disociación entre la teoría y la práctica que marchan muchos veces por caminos divergentes y cuyo resultado es que no se enseña lo que se hace ni se hace lo que se enseña.

El psicoanálisis es, como lo define Freud, una teoría, un método y una técnica y es, pues, en todos sus niveles, una articulación teórico- práctica. Si no, se convierte en un discurso dogmático alejado de la práctica o en una práctica ritualizada disociada de la teoría. Es importante enfatizar que hasta en los escritos más teóricos y aparentemente más especulativos de Freud, hay siempre una referencia explícita o implícita a la práctica. Por lo tanto, la articulación teórico-práctica se hace en los seminarios teóricos desde la teoría y en las supervisiones desde la práctica."

Alguien puede pensar que leer a Freud es anacrónico y que hacerlo obedece a una tradición o a un respeto reverencial habiendo autores más "modernos" que ofrecen ventajas. Cuando, por el contrario, la lectura de Freud tiene plena vigencia y ofrece la posibilidad de una experiencia muy viva de redescubrimiento. Sus escritos, además, resultan indispensables para entender, valorar y discriminar todo lo que se ha escrito a partir de ellos. Pero comenzar y privilegiar los escritos de Freud no quiere decir limitarse a ellos. Porque, además de otros desarrollos psicoanalíticos importantes, está lo que pueden aportar otras disciplinas, por ejemplo, la mitología, la historia de las civilizaciones, la historia de las religiones, etcétera.

Freud se proponía, al abrir las puertas del psicoanálisis a personas provenientes de otros campos, precisamente enriquecerlo y rescatarlo de cualquier monopolio restrictivo.

Esto, no obstante, no legitima a ciertas propuestas caóticas de "cursos de psicoanálisis", cuyos programas ofrecen, en el más completo desorden, la superposición de distintos autores y escuelas en el afán de generar la ilusión de que tienen todo el saber y lo pueden suministrar en poco tiempo. Lo que logran en verdad es producir una gran confusión porque en este caso la simple acumulación de conocimientos más que sumarlos los resta.''

"Se trata de hacer una lectura al margen de la cronología, que siga el desarrollo de los conceptos. Ciertos conceptos fundamentales del psicoanálisis, como la castración, el complejo de Edipo, la sublimación, hay que rastrearlos a lo largo de toda la obra de Freud y componerlos, pues no hay un solo artículo en el cual se agoten los diferentes matices de cada uno de ellos. Se trata de una lectura no literal sino crítica, rigurosa pero no dogmática, de una lectura interpretativo, de una lectura psicoanalítico. Se trata más que de buscar definiciones, de interrogar estos textos tan ricos en ideas y tan heterogéneos, desde la posibilidad que tenemos de hacerlo a la luz del conocimiento global de todo esa obra y de otros desarrollos que se hicieron posibles a partir de ello y de la importación de conocimientos de otros campos, como el de la lingüística o el de la antropología.

Pero también es importante el contexto de la lectura: hacerla en grupos pequeños que trabajen tipo seminario, coordinados por un psicoanalista que haya trabajado previamente la obra de Freud. Porque Freud se puede enseñar en clases magistrales, pero no se aprende de esa manera, sino que requiere la discusión en grupos con participación activa de todos sus integrantes. Grupos en los cuales se facilite por parte del coordinador el que surjan los interrogantes, los cuestionamientos, que se puedan soportar las incertidumbres y que se puedan elaborar las resistencias produciendo así cada grupo su propio discurso psicoanalítico.

"No hay transmisión del psicoanálisis sin transferencia y, por lo tanto, sin resistencias; podríamos extendernos mucho en éste, como en otros puntos que tocan temas esenciales del psicoanálisis, pero me limitaré a responder que no puede haber lectura fecunda, productiva del psicoanálisis sin resistencias, y a destacar las formas en que éstas se presentan. Lo que comúnmente consideramos resistencias en otros niveles de aprendizaje: bloqueos, rechazos, dificultades de distinto tipo para comprender lo que nos es enseñado, son aquí inevitables. Y es muy importante que emerjan libremente y que ni enseñante ni enseñados la censuren. Pero las resistencias adoptan otras formas, casi lo opuesto a lo dicho anteriormente y aparecen como una comprensión muy rápida, casi inmediata, una «apropiación» del conocimiento sin una suficiente elaboración, sin ninguna crisis en relación con él. Esta resistencia, que pasa desapercibida como tal, produce, yo diría, pseudo-psicoanalistas dogmáticos que se escudan en cierto prestigio y brillantez del discurso psicoanalítico para circular infatuados por el territorio del psicoanálisis gozando de una especie de inmunidad diplomática que pretende les proteja para siempre de la herida narcisista que el psicoanálisis implica. Se consagra así un tipo de lenguaje, más o menos sofisticado, una jerga que pocos entienden, sólo los «iniciados». Un discurso sin fallas, una postura, en fin, que usufructuando el conocimiento que produce el psicoanálisis nada tiene que ver con él. Hay ciertas «palabras mágicas» que se repiten, que se reiteran con tal sobrecarga de sentido que ya casi no quieren decir nada, porque sólo parecen servir al intento de mostrar que su uso funciona como el de una llave maestra del tesoro que encierra el saber psicoanalítico. Todo esto tiene que ver con una fetichización del saber y con la cuestión del poder que otorga todo saber'' (Schutt, 1981).

Estas afirmaciones se producían a los cinco años de haberme establecido en España, dedicando parte de mi actividad profesional a la enseñanza del psicoanálisis, en Madrid y Barcelona, a través de lo lectura, básicamente, de la obra freudiana, enriquecida con otras aportaciones y desarrollos.

Al trasladarme a España, mi propósito fue emprender una enseñanza que se acercara lo más posible a la que me hubiera gustado recibir. Traía conmigo experiencias provenientes de dos etapas claramente diferenciadas: una, que corresponde a la década de los 60, la de la formación recibida en la Asociación Psicoanalítica Argentina, a la cual se sumó una experiencia inédita, la constituida por un curso teórico-práctico, destinado específicamente a la formación de enseñantes de psicoanálisis que se realizó una única vez, y la participación en el equipo docente que dictaba un seminario sobre teoría de los sueños.

Otra etapa en la primera mitad de la década de los 70, ya al margen de la A.P.A., después de haber renunciado a la misma, se centra en la fundación del Centro de Docencia e Investigación, vinculada a una coordinadora de trabajadores de salud mental. Esta institución organizó cursos abiertos destinados a un conjunto muy amplio y heterogéneo de interesados, provenientes de diferentes actividades, en adquirir conocimientos psicoanalíticos.

El desafío de esta segunda etapa fue trabajar para y en esos cursos, con el mayor rigor científico posible, reelaborando los textos de Freud desde una cierta perspectiva epistemológica, y en un contexto multidisciplinario (contábamos con el apoyo y la ayuda de figuras provenientes de otros campos como el Prof. Raúl Sciarretta), para rescatar lo más valioso y fundamental de esos escritos.

De la primera etapa extraje la experiencia del trabajo en pequeños grupos, con participación activa de todos sus integrantes; manejando además distintos esquemas referenciales, diferentes autores pertenecientes a diversos escuelas y con muy variados estilos, lo cual posibilitó tener un panorama muy amplio del psicoanálisis. De la segunda etapa, la aportación de una profunda lectura centrado en Freud, pero a la vez enriquecida con desarrollos provenientes de los escritos de la escuela lacaniana o de la epistemología. Pero también la poca utilidad de las clases magistrales que el número de alumnos nos obligaba a dar. A pesar del esfuerzo por utilizar el lenguaje que, sin perder rigor, fuera más claro y entendible, adecuándolo a la diversidad de la audiencia, los grupos de discusión que se llevaban a cabo a posteriori de las clases demostraban una asimilación de ideas tanto menor cuanto más brillante resultaba la clase, o sea, se demostraba la poca posibilidad de pensar por cuenta propia cuanto mayor es la fascinación ejercida por el discurso del maestro.

Esto me convenció de la eficacia del trabajo de enseñanza en pequeños grupos que brindan la posibilidad de la participación activa de todos sus integrantes, la cual tiene que ser, además, propiciada por la coordinación, tratando de aplicar en su funcionamiento una metodología psicoanalítica. El método psicoanalítico se basa en la "asociación libre" y en la escucha correlativa que Freud llamó "atención flotante", que no es una atención distraída que sólo se concentra si el otro habla en la misma jerga o coincide con nuestras posiciones, sino una atención lo más libre posible de prejuicios, igualmente receptivo para todas las intervenciones, respetuosa de la diferencia y la diversidad.

 

MODELO DE UNA ENSEÑANZA DEL PSICOANALISIS EN UN COLEGIO PROFESIONAL

Cuando tuve la oportunidad de dictar un curso sobre psicoanálisis freudiano en una institución, el Colegio de Psicólogos de Barcelona, a partir del año 1981, mi propuesta fue, coherente con mi modo de pensar, no dar clases de tipo universitario, sino trabajar directamente con grupos, contando para ello con un equipo docente constituido en su mayoría por psicólogos que habían formado porte anteriormente de grupos de estudio similares.

Una de estas psicólogas, la licenciada Margarita Gratacós, dio cuenta de esta experiencia, que se prolongó por espacio de cuatro años, en un trabajo presentado en unas Jornadas de Psicólogos celebrados en Perpignan. Transcribo algunas partes de ese informe:

" Pensamos que la transmisión de la teoría psicoanalítica debe realizarse mediante un método que esté en estrecha relación con su contenido, que no obture el saber del inconsciente, sino que le abra vías.

Ello implica que el coordinador debe poder adoptar una posición diferente a la del profesor en una clase magistral, haber abandonado una actitud de omnipotencia... poder repensar con el grupo y en el grupo.... que puedan surgir cosas en torno a la lectura de una obra que se escribió a lo largo de casi 60 años, con sus revisiones y añadidos. Digamos, de paso, que esta actitud y la técnica de este tipo de grupos sólo se pueden aprender a través de la experiencia personal, de la misma manera que el análisis personal es indispensable para la formación psicoanalítica...

Desde 1977, la Sección Profesional de Psicólogos del Colegio de licenciados, primero, y luego la Delegación de Cataluña del Colegio Oficial de Psicólogos, venía organizando diversos cursos y conferencias que apuntaban a un objetivo de formación permanente del psicólogo, tempranamente comprendido como fundamental por quienes regían la institución. En concreto, el primer cursillo dado en la Sección se hizo en el último trimestre de 1977 y la oferta realizada desde 1978 hasta la actualidad incluye temas referidos al psicoanálisis.

En 1981 la Comisión de Formación propone a la psicoanalista Dra. Fanny Schutt que imparta un curso sobre Freud en el Colegio. Como consecuencia de esta petición se forma un primer equipo docente que, bajo el título de 'Psicoanálisis freudiano" desarrollará un programa a lo largo de cuatro años: 1981, 1982, 1983 y 1984.

la metodología utilizada para este curso se basa en la técnica del grupo operativo..., se forman cuatro grupos de estudio, cada uno de los cuales será llevado por dos co-coordinadores... A lo largo del curso, las duplas de coordinadores van rotando por los grupos de alumnos, de manera que, al finalizar, todos los grupos han trabajado con todos los coordinadores y viceversa, facilitándose una transferencia multilateral en cuanto a los docentes y centrándola más en el texto y en la tarea. Asimismo, para favorecer la comunicación inter-grupos, se realiza, antes de cada rotación, una reunión de grupos, de dos en dos...

Mayo del 85 señala al final de esta experiencia de cuatro años..., ¿cómo podemos valorarla?... Creemos que podríamos resumirla en los siguientes puntos:

- En primer lugar, la experiencia constituye un ejemplo de la labor posible de las asociaciones profesionales en la formación permanente de sus asociados y en la transmisión científica, mediante un método que creemos acorde con el contenido a transmitir.

- En segundo lugar, la experiencia constituye un pequeño Fragmento de la historia de la introducción del psicoanálisis en España, que algún día habrá que estudiar y escribir "in extenso".

- Finalmente ("the last, but not the least"), la experiencia permitió a algunos de nosotros el aprendizaje de un rol docente, pasar de la posición de alumnos, centrado fundamentalmente en el recibir, a la posición de profesores o coordinadores de grupo, centrado fundamentalmente en la transmisión y la facilitación del aprendizaje. Ello nos ayudó a hacer realidad aquella frase de Goethe, que Freud cita: "Aquello que has heredado de tus padres, conquístalo para poseerlo" (Gratacos, 1986).

 

Suelo decir a mis alumnos, que todo lo que estudien en materia psicoanalítica, tiene que cumplir, para ser válida, una función, la de aprender a escuchar. El eje sobre el cual gira el psicoanálisis no es, como muchos suponen, la interpretación, sino su condición indispensable: la escucha. A veces parece, por el contrario, que la función del psicoanalista fuera hablar, impresionar con su saber, el que tiene y el que se le atribuye por transferencia, exhibir conocimientos que no se limitan a su campo sino que abarcan otras ciencias: el arte, la literatura, cayendo en la tentación de hacer del psicoanálisis un discurso totailizante y totalitario, una weltanschaung, concepción global del mundo, peligro ya advertido por Freud.

Se trata de recuperar a través de la enseñanza, partiendo de sus fundamentos básicos, en los textos freudianos, no la adhesión incondicional a un autor, ni una etiqueta de pertenencia, sino un espíritu de descubrimiento, de apertura, su modo de interrogarse y de dialogar con sus críticos reales o imaginarios en lugar de descalificarlos; tomarlos como punto de partida, no de llegada a ninguna cosmovisión y hacer trabajar las ideas para poder facilitar el diálogo entre las distintas teorías psicoanalíticas, pero también el diálogo con otras teorías y metodologías psicológicas confrontando y contrastando sus consecuencias en la práctica.

 

REFERENCIAS