EDITORIAL
Los inicios de la Psicología Clínica fue el
psicodiagnóstico la función más relevante de los
psicólogos, al ser considerados éstos como auxiliares
de los psiquiatras, quienes eran los únicos autorizados
socialmente para ejercer lo función
médico-teropéutica. Progresivamente, con el desarrollo
de las diferentes teorías psicológicas que se aproximan
a la comprensión del ser humano en su vertiente "normal" y
"patológica" y la aplicación de las correspondientes
técnicas en el tratamiento de numerosos problemas, el campo de
intervención de los psicólogos clínicos se va
ampliando. Así, del psicólogo-testólogo se va
evolucionando al psicólogo clínico, integrado en un
equipo interdisciplinario, que se ocupa de labores de
prevención, promoción, asistencia y
rehabilitación.
Más allá de los efectos terapéuticos que podemos encontrar en todos y cada una de las intervenciones psicológicas (sea con individuos, con grupos, instituciones o comunidades) podemos referirnos o la práctica psicoterapéutica como aquella relación establecida entre un profesional y el/los usuarios en la que, utilizando procedimientos y técnicas psicológicas, se pretende el cambio de algún aspecto de su personalidad y/o comportamiento.
Hoy día la psicoterapia aparece como una de los principales tareas de los psicólogos en la asistencia en salud mentol y en salud en general. El tratamiento de numerosos trastornos psicológicos en niños, adolescentes y adultos por parte de psicólogos clínicos es una creciente realidad social tanto en la red sanitaria pública como en la práctica privada. Por otra parte, el reconocimiento del psicólogo como profesional sanitario, precisamente por su capacidad de realizar tratamientos, da un paso definitivo en el afianzamiento de la psicoterapia como práctica propia del psicólogo clínico (aunque no exclusiva de él).
No obstante, este sustancial avance desarrollado por los psicólogos para responder exitosamente a lo importante demanda social de atención psicológica, hace surgir nuevos problemas de orden profesional que es preciso abordar.
En primer lugar, este desempeño de lo psicoterapia ha sido posible por la formación obtenida por los profesionales en muchos casos, al margen de la formación universitario, y exige una clarificación respecto a dos puntos fundamentales:
- La acreditación de instituciones de formación que puedan proporcionar los requisitos para dicha formación.
Respecto al reconocimiento de quién puede denominarse psicoterapeuta hoy que distinguir entre el camino de la formación postgraduado en el sistema público (P. l. R.) y la formación privada. En el primer caso, la formación del psicólogo clínico o través del sistema P.I.R. conlleva una formación mínima para lo práctica psicoterapéutica (teoría, prácticas reales y supervisadas, sesiones clínicas, etc.) que permitiría una fácil acreditación. En el caso de la formación privado habrá que estudiar qué instituciones de formación están capacitadas para formar psicoterapeutas y quién es el acreditador primero y principal.
La iniciativa del Colegio Oficial de Psicólogos, la Sociedad Española de Psiquiatría y la Asociación, Española de Neuropsiquiatría de promover una Federación Española de Instituciones de Formación en Psicoterapia para integrarse en la Asociación Europea de Psicoterapia, es un primer paso que aplaudimos y apoyamos por su importancia en este proceso de clarificación y consolidación del psicólogo como psicoterapeuta. Algunos problemas que con seguridad se plantearán tendrán que ver con la disparidad de orientaciones teóricas que pretenderán tener carta de naturaleza científica con sus criterios y requisitos posiblemente contradictorios. Se requerirán una buena dosis de tolerancia y antidogmatismo para hacer frente con éxito a tan ardua tarea.
Con todo, algunos puntos mínimos que, de modo general, tendrán que intentar garantizarse son:
- Suficientes prácticas supervisadas.
- Algún tipo de experiencia psicoterapéutica acorde con la línea teórico-técnica a la que cada uno se adscriba.
Por otro lado, tendrá que definirse el papel de los Departamentos Universitarios en estas nuevos modalidades de acreditación de la formación.
Psicólogos y psicoterapia caminan desde ahora sin complejos y a plena luz del día. Esperamos que los escollos que nos surjan en este proceso, puedan ser superados mediante el diálogo con otros profesionales y en dialéctico confrontación con lo realidad social.