Menu

REFLEXIONES

Un problema específico de salud en la mujer: la situación de maltrato. Revisión teórica
A specific health problem in the woman: The situation of battering. A theoretical review

 

Patricia VILLAVICENCIO (*) y Nara María BATISTA (**)

 


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

El MALTRATO CONTRA LA MUJER ES SOLO UN CONFLICTO DE PAREJA, QUE AFECTA A AMBOS POR IGUAL

LAS MUJERES MALTRATADAS SON MASOQUISTAS

LAS MUJERES MALTRATADAS SUFREN ALGUN TRASTORNO PSICOLOGICO

LOS AGRESORES SON PSICOPATAS

LAS DROGAS Y El ALCOHOL COMO CAUSA DE LA VIOLENCIA

El ESTRES COMO CAUSA DE LA VIOLENCIA

TANTO LOS HOMBRES VIOLENTOS COMO LAS MUJERES MALTRATADAS PROVIENEN GENERALMENTE DE FAMILIAS VIOLENTAS

SE CONSIDERA MALTRATO SOLAMENTE LO RELACIONADO CON EL MALTRATO FISICO SEVERO

ESTA PROBLEMATICA AFECTA SOLAMENTE A UN PEQUEÑO PORCENTAJE DE LA POBLACION, EN CAPAS MARGINALES CON BAJO NIVEL ECONOMICO, SOCIAL Y EDUCACIONAL

LA SOCIEDAD ENCUENTRA ACEPTABLE EL MALTRATO

REFERENCIAS


RESUMEN

A través de esta revisión pretendemos esclarecer una serie de creencias que tanto la población en general como los profesionales de la salud mental tienen acerca de los malos tratos que sufren un alto porcentaje de mujeres en su relación de pareja o nivel mundial. Esperamos que esta revisión pueda servir de ayuda a aquellos profesionales, que por desconocimiento de esta problemática pueden confundir las reacciones de las víctimas con rasgos o características inherentes de personalidad, llegando a victimizarlas doblemente con una evaluación y una intervención inadecuada.

ABSTRACT

Through this revue we pretend to clear up a series of social believes that not only people in general have, but also professionals who work in the mental health area have about the abuse that a significative percentage of women suffer in their relationships throughout the world. We hope that this revision could be a great help for those professionals who not knowing this problematic could misinterpret the victims' psychological reactions with personality traits and as a result double victimizing them with on inaccurate assessment and intervention.

PALABRAS CLAVE

Mujeres maltratados. Creencias sociales. Revisión.

KEY WORDS

Battered women. Social believes. Review.


(*) Universidad Autónoma de Madrid (España). Correspondencia C/. Enrique Larreta, 12, 4.º, 44, 28036 Madrid.
(**) Universidad Católica de Pelotas (Brasil).

Presentamos o continuación las ideas que generalmente se tienen al respecto:

El MALTRATO CONTRA LA MUJER ES SOLO UN CONFLICTO DE PAREJA, QUE AFECTA A AMBOS POR IGUAL

En el 1985 "National Family Violence Resurvey'' (Re-encuesta Nacional de Violencia Familiar) en EE.UU. (Straus y Gelles, 1986) estos autores nuevamente encontraron que la violencia conyugal, se daba en aquellos parejas donde ambos eran señalados como agresores, tanto los hombres como las mujeres cometían actos violentos. Esta tendencia aparece también en otros muchos estudios en los Estados Unidos y Canadá, cuyos resultados empíricos son difíciles de explicar ya que el porcentaje de utilización de la violencia, es casi igual en los hombres que en las mujeres (Kennedy y Dutton, 1987; Lupri, 1989; Straus y col. 1980; Saunders, 1986; Straus y Gelles, 1986, 1989). En realidad, la mayoría de estos estudios no tienen en cuenta el contexto y tampoco las consecuencias de los actos violentos y por lo tanto se sabe muy poco sobre la severidad de las lesiones sufridas por las víctimas. Más bien son los estudios cualitativos los que indican que son los hombres quienes al hacer uso de la violencia causan mayor daño físico a las mujeres, las cuales en un 94% de los casos sufren consecuencias físicas de cierta consideración frente a un 14% de los hombres. Al explicar el porqué éstas hacen uso de la violencia, se encuentra que la razón principal es la autodefensa y que con esto rara vez se reta la posición de poder del hombre (Straus y Gelles, 1986; Saunders, 1986; Brush, 1990).

Esta discrepancia entre la violencia mutua y la victimización unilateral de las mujeres tiene para algunos científicos una explicación no social. La mayor fuerza física del hombre y la diferente musculatura le da mayor capacidad para causar daño (Steinmetz, 1977). Los sociólogos como Dobash y Dobash (1978) consideran que el status de subordinación en el que se encuentran los mujeres en la mayoría de las sociedades las condiciona o sufrir el abuso de poder ejercido por los hombres, quienes hacen uso de la violencia física para poder mantenerlos en esa posición. Dutton, D. (1988) por el contrario, opina que si la violencia es el último recurso utilizado para defender el status quo patriarcal, encontraríamos que los hombres utilizan mas violencia que las mujeres. En cualquier caso, no hay que confundirnos, el maltrato masculino no llega a ser un problema social, pues son pocos los hombres que sufren lesiones físicas por la violencia femenina. Para que una acción constituya un problema social se deben de tener en cuenta sus consecuencias y los demandas existentes para que se resuelva el problema.

A continuación presentamos cómo la perspectiva sistémica y cognitivo-conductual perciben el problema. La idea principal de los teóricos sistémicos es la noción de causalidad circular. Margolin (1984) afirmó que cada miembro de la pareja debería asumir la responsabilidad por cualquier acción que acelere el maltrato y que la violencia debería verse como un problema mutuo y no como responsabilidad de uno solo de los miembros. Recientemente se ha introducido la perspectiva feminista (Bogard, 1988), la cual atribuye responsabilidad al hombre por su conducta violenta, pero considera que el mantenimiento del problema es responsabilidad de los dos. Desde esta perspectiva no se percibe lo violencia como un problema mutuo, sino por el contrario se pretende que la responsabilidad represente para la mujer un medio para fortalecer el derecho a controlar su propia vida. Según la perspectiva cognitivo-conductual (Douglas M. A. y Strom, J., 1988), la consecuencia de un episodio es resultado de las cogniciones, no del episodio en sí mismo. La rabia y la conducta violento del maltratador puede seguir a cualquier conducta exhibida por la mujer maltratado, pero su conducta es consecuencia de las cogniciones y emociones que la conducta de ésta le suscitan. Estas autoras afirman que el maltrato suele ser imprevisible y que aparece independientemente de lo que la mujer diga o haga, aún cuando ésta tengo una actitud pasiva o asertiva y consideran que nadie merece ser maltratado por haber provocado un desacuerdo. Muchos/as terapeutas piensan que si ha tenido lugar un episodio de violencia, la víctima tiene que haberlo provocado o al menos tiene que haber estado implicado en su origen. Esta creencia continúa victimizando a las mujeres, contribuyendo así a que éstas permanezcan en la relación de maltrato. Por último citamos o Rosenbaum y O' Leary (1981) quienes afirman que para que en un matrimonio disfuncional se active la violencia es necesario que se presente una o más de los siguientes variables:

a) Que los hombres sean menos asertivos que sus mujeres.

b) Que los hombres hayan sido maltratados de pequeños.

c) Que los hombres hayan presenciado el maltrato de sus madres en sus familias de origen.

Su estudio también corrobora los hallazgos de otras investigaciones en donde se encuentra una asociación entre el alcoholismo, la discordia y la violencia.

LAS MUJERES MALTRATADAS SON MASOQUISTAS

Algunas investigaciones iniciales en el área de la violencia familiar utilizaron el concepto de masoquismo para explicar porqué algunas mujeres no abandonaban o retornaban a las relaciones de maltrato (Faulk, 1974. Shainess, 1977; Snell, Rosenwald y Robey, 1964). Estos estudios consideraban a las mujeres maltratadas como masoquistas y que consciente o inconscientemente buscaban y provocaban el maltrato físico o psicológico durante todo su vida y que por ello buscarían siempre una relación similar. Todavía queda por confirmar el hecho de que las mujeres maltratados en realidad salgan de una relación de maltrato para entrar luego a otra. El porcentaje más alto es de un 33 % en el estudio de Pagelow (1981) y el más bajo es de un 3 % en el estudio de McDonald y col. (1986). Algunos estudios han mostrado que esta reincidencia más bien caracteriza al patrón de conducta de los hombres que maltratan. Estos tienden frecuentemente a transferir su dependencia hacia otras mujeres y a continuación reanudar el ciclo de violencia (Walker, 1984; Andrews, 1988).

La teoría del masoquismo sugiere que existe un deseo consciente o inconsciente hacia el dolor y el sufrimiento. La definición de masoquismo siempre hace alusión o conductas sexuales y o estados motivacionales, en donde la gratificación está conectada con el sufrimiento físico o mental en manos de un objeto sexual (Freud, 1938). Datton y Painter (1981), hacen una revisión de las teorías psicológicas que explican cómo en las relaciones donde aparece el maltrato de modo intermitente se desarrolla una fuerte ''unión traumática" , y argumentan que la decisión de volver a este tipo de relación por parte de estas mujeres no debe ser percibido como un indicador de masoquismo o de algún tipo de problema de personalidad. Este tipo de unión traumática se puede dar en otro tipo de relaciones aparentemente distintas a ésta, como la relación entre seguidor y líder de culto, entre secuestrador y secuestrado, etc., y se manifiesta en la víctima a través de sentimientos y actitudes positivas hacia el agresor, desarrollándose bajo dos condiciones: la existencia de una relación de poder desigual y la presencia intermitente de maltrato junto con indulgencias ocasionales por parte del agresor. En las situaciones donde se alternan condiciones aversivos y reforzantes, se llegan a producir patrones conductuales altamente persistentes y de muy difícil extinción. Según Lang y McNamara (1988), existen tres explicaciones alternativas para explicar el porqué una mujer maltratada permanece en la relación de maltrato:

a) El incidente de maltrato puede estar operando como un estímulo discriminativo para el reforzamiento positivo. (Walker (1979) encontró que gran parte de los mujeres en su estudio afirmaban que después de un incidente de maltrato, el agresor se mostraba arrepentido y complaciente.)

b) El castigo puede aumentar en los sujetos la necesidad de búsqueda de amor y de afecto; desgraciadamente por el aislamiento en el que la mujer se suele encontrar, es el agresor quien satisface esta necesidad.

c) Otro efecto paradójico del castigo es su alta resistencia a la extinción.

La alternativo que nos dan estas autoras, no sugiere que la víctima anticipe el Incidente de maltrato, que tenga motivaciones inconscientes o que obtenga placer con él, sino más bien que ésta soporta el maltrato porque está unido a un fuerte reforzador, el cual tiene mucho valor para ella.

Caplan (1984) hace una revisión teórica bastante interesante de las teorías del masoquismo y considera que este concepto es innecesario para dar explicación a este fenómeno y que a pesar de que existe en la literatura científica gran cantidad de estudios que no validan este concepto, éste sigue existiendo como creencia social y profesional.

 

LAS MUJERES MALTRATADAS SUFREN ALGUN TRASTORNO PSICOLOGICO

Algunos expertos han afirmado que las mujeres maltratadas tienen que estar locas para poder soportar el maltrato (Gayford, 1975). En general existe muy poco respaldo a esta hipótesis y muy pocos estudios tienen en cuenta el estado de salud mental anterior al maltrato. Frecuentemente nos encontramos con la dificultad para poder distinguir los síntomas característicos en los víctimas de la violencia de aquellos síntomas que representan algunas enfermedades mentales. Según Dutton-Douglas, M. A. (1989), el diagnóstico que sería más apropiado es el llamado "Estrés Postraumático (PSD)". El primer criterio para este diagnóstico es la existencia de "un estresor que provoque síntomas de malestar psicológico en casi todos los sujetos''. En segundo lugar, otro criterio sería el reexperimentar el trauma en forma de pesadillas y temer que la violencia reaparezca. En tercer lugar, otro criterio de diagnóstico sería lo incapacidad de experimentar sentimientos y una reducida interacción con el mundo. En algunos casos la mujer maltratado se asemeja a un robot por su poca expresividad afectivo. En último lugar, podemos enumerar los siguientes síntomas: un alto estado de activación, caracterizado por una hipervigilancia o una respuesta de alarma exagerada, trastornos del sueño, problemas de memoria o dificultades para concentrarse. En casos extremos puede que estos síntomas se asemejen a un trastorno maníaco o incluso o una reacción psicótica. Uno de los errores más comunes es el calificar el miedo exagerado de algunas víctimas como paranoia y la confusión creada por la repetida experiencia de violencia como un síntoma psiquiátrico. Todos estos síntomas son considerados muchas veces como una predisposición caracterológica y no como una reacción ante la victimización. La violencia hace que las mujeres que la sufren aparezcan muchos veces con un perfil similar al de las mujeres diagnosticados de esquizofrenia y frecuentemente se les diagnostica de trastornos de personalidad limítrofe o "borderline''. Otra consecuencia del maltrato es la disminución de la autoestima en la mujer. El daño que sufre su autoestima se asemeja al de otras víctimas de violencia. En resumen, el Estrés Post-traumático nos provee de un marco de diagnóstico para comprender las consecuencias traumáticas del "síndrome de la mujer maltratado'' (Dutton-Douglas, 1989).

En el estudio de Hotaling, G. y Sugarman, D. (1990) se encontró que el único marcador de riesgo que realmente discriminaba a las mujeres maltratados, era el factor del conflicto marital. En las parejas donde aparece el maltrato contra la mujer, no se discute sólo sobre los problemas relacionados con el dinero, sexo o educación de los niños, sino también por parte del marido, por las expectativas tradicionales de repartición del trabajo y otra causa suele ser cuando el nivel educacional de la mujer es superior al del marido.

Creemos que es necesario que la investigación en el área de la violencia doméstica explore el impacto que ocasiona la violencia en la salud mental. Necesitamos, por lo tanto, cuestionar las etiquetas psiquiátricas tradicionales que se aplican los víctimas de la violencia marital (Rosewater, 1985).

LOS AGRESORES SON PSICOPATAS

En el DSM III-R se encuentra una gran variedad de desórdenes psiquiátricos cuya sintomatología se asemeja mucho a la descripción que dan tanto las mujeres maltratados de sus agresores, como algunos clínicos que trabajan en el tema y los propios hombres que maltratan. Uno de los diagnósticos y características que comúnmente se les suele dar es el de ''paranoia conyugal'' con celos patológicos e ideas de infidelidad sexual; trastornos de personalidad ''borderline'', con cambios repentinos de humor, explosiones de cólera y amnesia posterior, problemas interpersonales e intentos de suicidio. Estas explicaciones psiquiátricas consideran que esta problemática es muy reducida y que aquellos hombres que maltratan o sus mujeres tienen problemas de personalidad y de algún modo no son responsables de su conducta. A pesar de que no se les puede encasillar dentro de algún tipo de patología existen algunas características en los agresores que suelen aparecer en diversas investigaciones en la actualidad:

1) Exposición (observación o victimización) a la violencia en la familia de origen del maltratador (Hotaling y Sugarman, 1986- Rosenbaum y O' Leary, 1981).

2) Baja autoestima (Goldstein y Rosenbaum, 1985).

3) Déficit en habilidades verbales y asertividad, especialmente en relación con sus parejas (Dutton y Strachen, 1987; Maiuro, Cahn y Vitaliano, 1985; Rosenbaum y O' Leary, 1981).

4) Una gran necesidad de ejercer poder (Dutton y Strachen, 1987).

 

LAS DROGAS Y El ALCOHOL COMO CAUSA DE LA VIOLENCIA

El consumo del alcohol es frecuentemente citado como una variable concomitante dentro de la violencia familiar (Byles, 1978; Fagon y col., 1983; Rosenbaum y O' Leary, 1981; Hanks y Rosenbaum, 1977).

La incidencia de consumo de alcohol en hombres que maltratan oscila entre un 48% y un 90%. A pesar de existir una clara asociación entre el abuso de alcohol y la violencia doméstica, se sabe muy poco sobre la naturaleza de esta relación y el rol que juega en la violencia marital es bastante controvertido. Por lo tanto se considera que el alcohol no es una variable suficiente para explicar el maltrato, pero sí sirve como liberador y desinhibidor de la agresión. El consumo de drogas y alcohol suele ser a menudo mencionado por el maltratador como excusa o como explicación de su conducta violenta, liberándose así de la responsabilidad de sus actos. Esto no explica porqué cuando recurre a la violencia elija a la mujer como su objeto de agresión (Ptacek, 1990) y el porqué la maltrata cuando está sobrio. La adicción debe ser tratada como un problema específico, además del maltrato.

El ESTRES COMO CAUSA DE LA VIOLENCIA

Algunos investigadores en el tema de la violencia familiar consideran que el maltrato es consecuencia del estrés, de la frustración dentro de la unidad familiar y del estrés social al que están expuestos sus miembros (McCubbin y col., 1980; Gelles, 1980). Dutton, D. (1988) utiliza el modelo de Brofenbrenner (1977) para entender el contexto social:

1) El macrosistema.

2) El exosistema.

3) El microsistema.

4) El nivel ontogenético.

El primero hace referencia a los valores culturales más generales y al sistema de creencias que influyen tanto en el desarrollo ontogenético, como en el exosistema y microsistema. El exosistema incluye las estructuras sociales tanto formales como informales que influyen, delimitan y determinan el ambiente en el que una persona se desenvuelve (Belsky, 1980). El tercero engloba a la unidad familiar o al contexto inmediato en el cual se produce el maltrato. Y por último, el nivel ontogenético, hace referencia al desarrollo individual y la historia de aprendizaje de cada individuo. Los factores del exosistema que pueden contribuir al maltrato son el estrés laboral, bajos ingresos, empleo parcial, desempleo y la presencia o ausencia de sistemas de apoyo social. Los factores que conectan los dificultades laborales con el maltrato incluyen el aumento de contacto íntimo, conflicto por cuestiones financieras (Parker & Collmer, 1975), baja autoestima en el desempleado y una situación laboral insatisfactoria (Gelles, 1976). Si a estos factores se les considera aisladamente se presumiría que los problemas económicos, por ejemplo, llevan al maltrato. Por lo tanto, se pide cautela contra lo aplicación simplista de los efectos de los factores estresantes en la conducta de los individuos. Un punto de vista alternativo sería que los factores del exosistema interactúan con factores del microsistema y del nivel ontogenético de modo que el aumento del desempleo produce violencia sólo en familias con patrones de interacción disfuncionales o en hombres con una disposición aprendida a reaccionar ante el estrés con violencia. Dooley y Catalano (1984) señalan la dificultad de poner a prueba la relación entre los factores económicos y las conductas patológicas. Obviamente algunos maltratadores experimentan estrés, pero éste no es la única causa del maltrato. Muchos hombres se encuentran en condiciones estresantes, pero no hacen uso de la violencia. En aquellos casos en los que se ayuda a los maltratadores o reducir el nivel de estrés, este comportamiento suele persistir, ya que en general estos individuos continúan sintiéndose con el derecho a maltratar a su pareja. Farrington (1986) opina que es Importante que los investigadores no sólo presten atención a la realidad objetiva en donde se experimenta un determinado estresor sino también a los procesos subjetivos que definen, evalúan y traducen el estímulo estresante en una respuesta violenta o no violenta. Es importante recordar que la conducta violento representa sólo una posible respuesta al estrés. Straus (1980) en su estudio afirmo que la mayoría de los individuos participantes en su Investigación estaban bajo una gran influencia de estrés y, sin embargo, no todos se comportaban violentamente con los miembros de su familia.

TANTO LOS HOMBRES VIOLENTOS COMO LAS MUJERES MALTRATADAS PROVIENEN GENERALMENTE DE FAMILIAS VIOLENTAS

Muchos expertos consideran que al observar o haber sufrido violencia durante la infancia enseña al niño a resolver sus problemas y a hacer frente al estrés con la fuerza física.

La mayoría de las Teorías psicológicos afirman que la exposición al maltrato afecta de una manera negativa en el desarrollo psicológico de los niños. Según Straus y col. (1980), los niños al observar la violencia, aprenden lo siguiente:

1. Que aquellos que nos aman son los que nos maltratan.

2. Que golpear a un miembro de la familia es aceptable.

3. La violencia es admisible como último recurso.

Hotaling y Sugarman (1986) encontraron que los hombres que maltratan suelen haber presenciado violencia en sus hogares durante la niñez, esto nos indica cuán grave puede llegar a ser que estos niños permanezcan en un hogar de estos características. A pesar que se ha dado mucho énfasis al hecho de que los hombres que maltratan han aprendido a ser violentos en sus familias de origen, también se ha señalado que muchos mujeres que son objeto de maltrato en sus relaciones de pareja también han sido maltratadas por sus padres y por lo tanto tienden con mayor probabilidad o aceptarlo (Dutton y Browing, 1983; Schechter, 1982). Gelles (1976) encontró que el haber sido víctima de violencia parental hace que una mujer sea más susceptible a permanecer en una relación de este tipo. En cambio, Pagelow (1981) observó que el haber sufrido victimización infantil hace que el tiempo de permanencia en la relación sea menor. Según Hotaling y Sugarman (1986) el haber sido expuesta a la violencia no diferencia significativamente a las mujeres maltratadas de las que no, sugiriéndonos que éstas no aprenden necesariamente a ser víctimas. Estos resultados contradictorios han sido atribuidos a cuestiones metodológicas (Gelles & Cornell, 1985) y aún cuando en estos estudios se encuentre que el haber experimentado violencia en la familia de origen correlaciona con una futura conducta violenta hay que tener en cuenta que éste no es el único factor determinante y que la transmisión intergeneracional de la violencia es una cuestión más compleja que el simple aprendizaje por observación (Gelles y Conte, 1990).

SE CONSIDERA MALTRATO SOLAMENTE LO RELACIONADO CON EL MALTRATO FISICO SEVERO

Este criterio es muchos veces usado y reforzado por los que trabajan en el área Judicial y policial. Investigadores como Straus (1979) definen el asalto o maltrato severo como acciones que con una relativo alta posibilidad pueden causar daño o la víctima, como por ejemplo, patear, morder, golpear con puños u objetos, palizas o utilizar un arma, son acciones que en la práctica son consideradas como pruebas para un arresto. Y entiende que acciones como abofetear, empujar, arrojar objetos contra lo víctima tienen menos probabilidad de causar consecuencias de orden médico o de orden judicial. Otros investigadores opinan que este sistema de clasificación ignora los consecuencias de las acciones que clasifica, por ejemplo, empujar o alguien escaleras abajo puede tener consecuencias más serias que golpear a una persona con un periódico. Uno segunda objeción es limitar el estudio de la violencia contra los mujeres a acciones físicas concretas. A continuación pasaremos a ver lo que se entiende por maltrato psicológico:

* Dominancia verbal y/o física

* Varios grados de aislamiento/encarcelamiento.

* Inducción de culpa con el fin de promover en la víctima la auto-culpabilización.

* Crear esperanza a través de expresiones de amor.

* Provocación de miedo, llegando finalmente a causar terror.

* Inducción de indefensión y falta de poder.

* Celos patológicos.

* Exigir o la víctima que mantenga en secreto su situación de maltrato.

* Se la fuerzo a la lealtad y a la autorenunciación.

Amnistía Internacional, por ejemplo, considero como tortura psicológica lo siguiente:

* Aislamiento.

* Inducción de debilidad (de privación del sueño y comida).

* Monopolización de la percepción.

* Degradación verbal (negación de poder, humillación).

* Hipnosis.

* Administración de drogas.

* Amenazas de muerte.

* Indulgencias ocasionales.

Según Andersen y col. (1991) la conducta abusivo dentro del contexto de las relaciones íntimos puede tomar varios formas, oscilando desde la intensa intimidación psicológica y amenazas de uso de violencia, a episodios de violencia física con riesgo de muerte. El clima psicosocial dentro del cual se da el maltrato a la mujer está caracterizado por uno manipulación encubierta, una forma de "control mental'' o "lavado cerebral'' utilizado por el maltratador. Esto ha sido denominado también -"el síndrome del lavado cerebral marital'' y "unión traumática" (Dutton y Painter, 1981). Follingstad y col. (1970) encontraron que un 99% de las mujeres maltratados de su estudio habían sufrido maltrato psicológico, incluso aquellas que habían experimentado muy pocos incidentes de maltrato físico. También encontraron que algunos tipos de maltrato psicológico como, por ejemplo, los amenazas de maltrato, el aislamiento forzado y lo destrucción de los bienes personales de la mujer pueden funcionar como pasos previos al maltrato físico.

ESTA PROBLEMATICA AFECTA SOLAMENTE A UN PEQUEÑO PORCENTAJE DE LA POBLACION, EN CAPAS MARGINALES CON BAJO NIVEL ECONOMICO, SOCIAL Y EDUCACIONAL

En realidad, los estadísticos nos proporcionan datos contrarios a esto creencia. Solamente en España en el año 1988 se presentaron 16.000 denuncias por malos tratos (Ministerio de Asuntos Sociales, Instituto de la Mujer, 1988). En el informe de la Guardia Civil (España) sobre "lesiones en el ámbito familiar'' del mes de marzo de 1992, aparece que del número total de víctimas en ese mes fueron en un 71 % mujeres; el 78% de los hechos tuvieron lugar en el hogar y que los consecuencias de estas agresiones fueron lesiones leves en un 78% de los casos, un 19% sin lesiones y en un 3% fueron lesiones graves. El dato más significativo es que en un 83% fueron hombres los agresores y en un 17% fueron mujeres y que el tipo de relación entre el agresor y la víctima fue conyugal. Además debemos tener en cuenta la hipótesis de que aproximadamente sólo un 10% de las víctimas de maltrato se atreven a presentar los denuncias, de ser esto así estos índices serían mucho más elevados. Si además tenemos en consideración la tendencia de los mujeres que sufren malos tratos a minimizar la violencia de que son víctimas, resulta problemático llegar a conocer el verdadero número de mujeres víctimas de maltrato físico psíquico (Ferraro y Johnson, 1983). Datos estadísticos de, por ejemplo, Estados Unidos muestran que el índice de incidencia anual de malos tratos allí oscila entre un 28% a un 55% de la población general (Straus, 1978). En Canadá en 1986, un tercio de todas las parejas en proceso de separación alegaron como motivo el maltrato físico o psíquico (Lupri, 1989). Straus y Gelles (1989) encontraron que las familias que vivían por debajo del nivel de pobreza tenían una probabilidad 500 veces mayor de utilizar violencia severa que familias de un nivel más bien alto. Hotaling (1990) por otro lado afirmó a partir de su Investigación que a pesar de que el status socioeconómico no discrimina a las mujeres que sufren maltrato de las que no lo sufren, aquellas que tienen un status bajo tenían más probabilidad de ser maltratados. Esto no quiere decir que las personas con un nivel socioeconómico bajo sean potencialmente más violentas y estén más predispuestas a la victimización. Debemos volver a acentuar que la violencia se manifiesta en todos los niveles sociales, educacionales culturales.

LA SOCIEDAD ENCUENTRA ACEPTABLE EL MALTRATO

Generalmente la sociedad considera que la violencia entre los miembros de una pareja es un asunto privado y que la Intervención del exterior es una intromisión. Se tiende a percibir y a creer que una mujer dentro de la relación de pareja se encuentra bajo menos peligro y que no necesita ayuda. También se tiende a explicar este fenómeno atribuyéndole a la víctima de malos tratos responsabilidad causal por la violencia sufrida caracterizándola, como lo hemos visto, como masoquista. Nisbet y Ross (1980) explican que cuando nos enfrentamos a un fenómeno o conducta que aparentemente nos parece Inusual y que al parecer no tiene causas externas, tendemos o atribuirle, a las personas que realizan eso conducta, tendencias internas, es decir, rasgos caracterológicos o características estables de personalidad. En el estudio de Stark y McEvoy (1970) se encontró que un 24% de los hombres y un 17% de los mujeres aprobaban que un hombre abofeteara a su mujer "bajo circunstancias apropiadas''. En el estudio de Shotland y Straw (1976) los sujetos que creyeron presenciar una pelea entre extraños intervinieron en un 69% de las veces, mientras que aquellas que creyeron presenciar una pelea marital, sólo intervinieron en un 19%. Los resultados de un estudio sobre actitudes hacia el maltrato contra los mujeres en EE.UU. (Gentemann, 1984) mostraron que la mayoría de los entrevistados rechazaban el maltrato, pero una minoría sustancial (18,8%) aceptaba lo idea de que existen situaciones en donde se justifica la violencia. Al examinarse la percepción de las causas del maltrato un 20% culpabilizó a la víctima. Lerner (1977) postuló que la gente tiene la necesidad de creer en un "Mundo Justo", es decir, necesitamos creer que el mundo tiene un orden y que nuestros acciones serán recompensadas. Cuando una mujer es maltratada y ésta no logra salir de su situación de maltrato, el destino de esta persona amenaza nuestra creencia en un "Mundo Justo". Para proteger nuestras creencias Intentamos encontrar alguna razón que responsabilice a la víctima de su suerte. Resulta difícil llegar a comprender el porqué una persona adulta permanece en una relación de maltrato, ya que se le considera capaz de salir por sí misma de esta situación. Esto explica la falta de apoyo que muchas veces encuentran las víctimas en sus familiares y amigos, como también por parte de las instituciones sociales. Como consecuencia, las mujeres maltratadas se pueden encontrar aisladas justo en el momento que más apoyo necesitan. La mayoría de las mujeres intentan de una manera activo detener la violencia y buscan ayuda de alguna forma en el exterior. Más a menudo, se encuentran entre actitudes que las desalientan a abandonar la relación o que minimizan la gravedad del problema. Sin embargo, si ellos encuentran un apoyo real para hacer frente a su situación, podrán abandonar más fácilmente su relación con el maltratador (Mitchell y Hodson, 1983).

Aun habiendo una comprensión de los causas que llevan al maltrato, la sociedad en general no tiene claros los factores que determinan la permanencia en una situación de violencia. Es necesario, por lo tanto, concienciar e informar sobre esta problemática con la finalidad de promover un cambio en las actitudes de la sociedad y fomentar un mayor apoyo a las mujeres maltratados.

REFERENCIAS