REFLEXIONES
RESUMEN EL COMENTARIO CRITICO REQUIERE DEL CONOCIMIENTO PROFUNDO DE LO CRITICADO
No cabe duda de que la crítica científica -como, por lo demás, cualquier crítica- debe partir del conocimiento de las bases empíricas y teóricas de lo criticado y de la cuidadosa lectura del concreto objeto de crítica. Sin embargo, el comentario crítico realizado por Vicente Pelechano, titulado "Evaluación, tests, conductismos, cognitivismos, crisis y retornos en espiral, ¿con salido?, presenta, "argumentos" que pueden agruparse en cuatro grandes apartados: 1) Comentarios útiles, que son tratados a modo de "trucos de hipnotizador" * 2) Comentarios referidos a una teoría que parece no conocer suficientemente, por lo que el lector tendrá que dirigirse o las referencias citadas en el artículo original con el fin de aclarar las dudas creadas. 3) Comentarios críticos indicativos de una limitada comprensión del texto original, que el lector podrá aclarar por sí mismo, y finalmente., 4) comentarios críticos a los objetivos y cobertura del artículo original.
Obviously, the scientific criticism -as every criticism- must be inspired in the knowledge of the object criticized, its empirical and theoretical basis, as well as in a careful reading of the object Self However, the critical commentary authored by Vicente Pelechano, which little is "Assessment, tests, behaviorism, cognitivism, crisis and spiral return. A way out?", contains "argumentations" that may be classified in two groups: 1) Trifling commentaries, developed as "hypnotizer tricks".
2) Commentaries about o theory that probably he does not know sufficiently, hence the reader must consult primitive references, cited in our article, in order to make cear the doubts; 3) Critical commentaries that show o limited comprehension of the original text, that the reader could make clear by himself; and finally, 4) commentaries remote to the targets of the original article.
Crítico Científica. conductismo Paradigmático. Evaluación.
Scientific Criticism. Paradigmatic Behaviorism. Assessment.
La crítica al trabajo científico (como la realizada sobre cualquier otra actividad humana) resulta una de las herramientas del progreso en ese específico ámbito. Lamentablemente, la crítica científica en España se ha institucionalizado por vías que suponen una asimetría a través de la llamada "defensa pública" de tesis doctorales o de los ejercicios para convertirse en profesor funcionario, regulados por BOE, cuando no se realiza a través de "charlas de pasillo'', que redundan en todo menos en progreso científico... Por ello, la revista Clínica y Salud (CS) ha dado un paso importante al solicitar opinión al Prof. Pelechano sobre nuestra propuesta de evaluación psicológica realizada desde un contexto teórico (la psicología de la Conducta) que se halla, por cierto, alejado de la línea editorial más común en Clínica y Salud. Esperemos que ello se extienda a otros ámbitos teóricos, que el ejemplo cunda y que ésta y otras revistas incorporen secciones desde las que pueda abrirse una línea de diálogo entre distintas posiciones, enfoques y programas de investigación en Psicología. Cuando esto se logre, al igual que ocurre a la hora de enjuiciar un trabajo teórico o de investigación para su publicación, habrá también que establecer ciertos estándares (no fijados en la crítica institucionalizada) sobre el comentario crítico, como ocurre en muchos órganos de difusión científica en otros países.
No se ha enfatizado suficientemente que la crítica debe de ser conducida con la misma cuidadosa metodología que se exige cuando se realiza una sustantiva contribución científica. Esto significa que la crítica tiene que realizarse con un conocimiento pormenorizado del objeto criticado (elaborado por el científico), esto es, tanto del contenido de referencia como del marco general en el que éste se inscribe. La diferencia entre la producción teórica o empírica y la crítica es que, mientras que el científico origina el conocimiento, el crítico reflexiona sobre tal conocimiento. Sin embargo, algunos de los estándares exigibles en uno y otro caso han de ser los mismos. Esto debe ser tenido en cuenta a la hora de considerar los comentarios realizados por Pelechano al artículo de Fernández-Ballesteros y Staats (1992), publicado en Advances in Behaviour Research and Therapy, vol. 74, págs. 1-29.
Como se sabe, uno de las técnicas más extendidos en hipnosis consiste en comenzar la sesión con ciertos trucos cuyo objetivo es convencer a los ''candidatos' de que el hipnotizador tiene poderes excepcionales. Por ejemplo, el hipnotizador sugiere que la persona va a balancearse, tras lo que le solicita que permanezca inmóvil, en pie, con los ojos cerrados. Ello no es posible por puras razones biológicas (en efecto, es imposible permanecer totalmente inmóvil, con los ojos cerrados, sin balancearse) la cuestión es que, habitualmente, no percibimos ese leve balanceo. La persona va sugestionándose, poco o poco, pensando que es el hipnotizador el que ha logrado que su cuerpo se mueva ligeramente fuera de su control. Así, utilizando este truco (u otros), el hipnotizador adquiere un valor de verdad ya que ha logrado convencer a la persona hipnotizada (y, en parte, al público que presencia la sesión) de que está bajo su poderosa influencia y control.
Lamentablemente, en ocasiones, la crítica científica se asemeja, en este aspecto, a la hipnosis. El crítico utiliza ''trucos'' con el fin de convencer a la audiencia de que es realmente conocedor de lo criticado, que está hablando aún con mayor autoridad que quien produjo el trabajo original y que, por tanto, la crítica efectuada tiene valor de "verdad'' y debe ser asumido por el lector. Así, al leer un comentario crítico, algunos lectores caen en la ''sugestión'' que se pretende provocar en ellos y cesan en su propio juicio valorativo asumiendo, sin más, lo que el crítico dice.
Un frecuente truco, por ejemplo, consiste en que el crítico seleccione, inicialmente, elementos verdaderos pero que resultan irrelevantes e insignificantes en el trabajo criticado. Esto puede adobarse con ciertas gotas de dramatismo con el fin de convertirlos en elementos centrales para hacer creer que el crítico es un real conocedor de lo que critica. Así, se atribuye el crítico una autoridad que, en ese ámbito, no posee y, por generalización, las argumentaciones centrales del crítico parecen adquirir un valor del que, en realidad, carecen. Aunque éste no actúe de forma intencional (como, también, puede ocurrir en la hipnosis), este proceso de atribución de autoridad ha de ser bien comprendido a la hora de enjuiciar cualquier crítica (sea ésta positivo o negativa, ya que el comentario crítico no conlleva, necesariamente, un juicio negativo) y, fundamentalmente, la crítica científica en la que, como se ha dicho, resulta esencial el rigor en su construcción.
En la extensa crítica de Pelechano, junto a elementos críticos sustantivos, existen otros que bien pudieran ser considerados como "trucos". Así, por ejemplo, los autores del articulo comentado son criticados por el mal uso de la palabra ''afecto'' (affect, en lugar de "efecto'' (effect). Aún en el caso de que se tratara de un error gramatical o semántico en lugar de un error tipográfico, ello no tiene sentido ni relevancia a la hora de realizar una verdadera valoración de las cuestiones sustantivas tratadas. La única significación de tan fútil comentario pudiera encerrarse en el intento de establecer una superficial autoridad sobre el contenido del artículo y, por extensión, sobre sus autores.
Así también, se califica o los autores como "conductistas'', término éste que, como luego veremos, tiene en algunos contextos científicos un exclusivo matiz skinneriano y pudiera provocar, ante uno audiencia probablemente "cognitiva'', una reacción emocional condicionada negativa.
Otro tipo de ''truco" al que nos referimos puede encontrarse en la nota a pie de pagina (1) al tildar de "ambición exagerada" la posición mantenida en el artículo comentado. Nuevamente, Pelechano califica al conductismo paradigmático de excesivamente amplio al contemplar distintos complejos conjuntos de variables relevantes en la predicción del comportamiento humano, y a la evaluación por asumir objetivos aplicados y tecnológicamente básicos. Inevitablemente, cualquier enfoque que pretenda ser general (en orden al establecimiento de predicciones sobre el comportamiento humano) debe ser amplio en estos y otros sentidos. Lo que nos parece un ''truco", es sugerir que complejidad teórica significa que los autores mantienen una posición irrealmente ''ambiciosa''; entre otras cosas, porque ello supone una calificación ética y no científica. Amplitud de alcance y objetivos en un enfoque debiera ser considerado como un mérito más que como un defecto y la crítica debería proceder de los ámbitos lógico, epistemológico o metodológico. Además, Pelechano se contradice en este punto; así, señalo cómo el trabajo es de una ''ambición exagerada'' por su amplia cobertura pero también dice que el conductismo paradigmático no es nuevo ya que algunos de sus temas básicos son tratados por otros enfoques entre los que incluye su propio posicionamiento teórico "distinto, aunque no dispar".
Como ya se ha dicho, el énfasis sobre puntos irrelevantes, además de aportar muy poco (si algo) al trabajo objeto de comentario, puede llevar al lector a creer que el crítico es un razonable conocedor del tópico central comentado y que, por tanto, las demás críticas o sugerencias sobre elementos sustantivos están basadas en su conocimiento aparentemente sólido. Como es lógico, y muy acertadamente es destacado por Pelechano, resulta imposible verter en las apretadas páginas de un artículo de revista, ni toda la investigación y desarrollos teóricos del conductismo paradigmático ni todas las extensiones derivadas de esta teoría a la evaluación psicológica. El artículo presenta, tan sólo, una apretada síntesis de lo que se puede encontrar en los trabajos de Staats sobre su teoría, realizados desde los años cincuenta, así como su aplicación concreta a la evaluación cuyos conceptos básicos también han sido desarrollados desde los años setenta por Fernández-Ballesteros. Es por eso por lo que un razonable conocimiento de las obras de ambos autores se hace necesario a la hora de intentar una crítica rigurosa del artículo. Sin embargo, Pelechano procede a comentar críticamente, aspectos básicos del conductismo paradigmático sin que denote conocer suficientemente la esencia fundamental de esta teoría. Pongamos algunos ejemplos.
Equipara el concepto de Hull de "familias de hábitos jerárquicos" con el de los "repertorios básicos de Conducta'' (o RBC, concepto clave en el conductismo paradigmático). Ello puede hacer pensar que el crítico conoce más que los autores sobre conceptos paralelos o equiparables procedentes de la psicología de la Conducta. Sin embargo, este supuesto no es correcto.
El concepto hulliano de "Familia de hábitos" puede ser definido como un conjunto de respuestas (en escaso número) que se dirigen a la misma meta (refuerzo). Este concepto no tiene ninguna relación con el concepto de RBC. Los "repertorios básicos de Conducta'' están conformados por diferentes clases de respuesta (verbales, motoras, emocionales, imágenes internas), diferentes tipos de repertorios, diferentes principios de aprendizaje (clásico, instrumental, acumulativo jerárquico). Así, por ejemplo, los RBCs lingüísticos incluyen constelaciones de respuestas motor-verbales, verbal-imaginativas, verbal-emocionales, asociaciones verbales e imitaciones verbales. No se requiere la existencia de un refuerzo común a todos ellos y, en algunos casos, ni siquiera pueden exigir lo existencia de un refuerzo. Por lo tanto, el principio básico implicado en la adquisición de RBCs es diferente del propuesto por Hull para la jerarquía de hábitos. Sin embargo, sí es cierto que las familias de hábitos y los RBCs son fenómenos de interés a distintos niveles de estudio; el primero, extraordinariamente útil o un nivel básico animal y el segundo, a niveles avanzados que rigen en el aprendizaje y desarrollo humanos, en la personalidad y en otras funciones psicológicas. Conviene añadir, además, que el conductismo paradigmático realizó sus primeras contribuciones, precisamente, sobre el concepto de familia de hábitos, extendiendo su estudio o la Conducta lingüística en el artículo titulado "Verbal habit families,, concepts, and the operant conditioning of word classes" (Staats, 1961) 1. Seguramente, si Pelechano conociera este trabajo, entre otros, no se preguntaría sobre las diferencias existentes entre la jerarquía de hábitos y los RBCs.
Vayamos a otro punto; Pelechano considera el uso del concepto de RBC como una ''hipótesis teórica'' que no ha probado su valor y su ''existencia'' empírica. Desde luego, dado que el concepto de "repertorio básico de Conducta" supone una clave en el conductismo paradigmático es importante indicar que el concepto no es una variable interviniente en el sentido de las propuestas de Hull y Tolman. Un RBC es definido por la directa observación de las respuestas que lo componen. Las condiciones para que un concreto RBC sea aceptado como tal son, amén de su previa definición operativa, que existan pruebas de cómo se ha aprendido (adquirido o constituido) así como que pueda ser manipulado- es decir, se requiere contar con observables por ambos lados de la cadena causal implicada. Nuevamente, Pelechano parece no conocer suficientemente la literatura básica del conductismo paradigmático, que está lleno de definiciones y especificaciones empíricas y pruebas experimentales de distintos tipos y clases de RBCs así como de aclaraciones sobre su consideración metodológica y epistemológica. Así, por ejemplo, en la monografía "Aprendizaje, lenguaje y cognición" (Staats, 1983) 2, se especifican los RBCs cognitivo-lingüísticos, senso-motrices y Emocional-Motivacionales que conforman lo inteligencia y sus vías de aprendizaje y modificación.
Si el conocimiento sobre la literatura básica general es indispensable a la hora de abordar el comentario relevante de un texto, aún más se requiere la lectura minuciosa de ésta. Sin embargo, algunos puntos críticos, expuestos por Pelechano, sobre los RBCs, más bien, denotan una errónea Interpretación del texto criticado. En efecto, no nos parece posible que del texto comentado (ni de los relativos a la teoría general) pueda derivarse que los RBCs se adquieran durante "períodos críticos". Cuando se hace referencia a condiciones originales de aprendizaje, se está haciendo mención a las condiciones históricas o antecedentes en el aprendizaje de los RBCs que irán acumulándose jerárquicamente a lo largo de la vida. La implicación de períodos críticos significaría una restricción de las condiciones de aprendizaje y, desde luego, podría llevar a la suposición de una inmodificabilidad del comportamiento humano, llegado a un cierto punto del ciclo vital. Muy al contrario, el conductismo paradigmático considera la personalidad, especificada en un conjunto de RBCs, tanto como efecto de las condiciones de aprendizaje pasadas (históricas u originales) (E1) cuanto como requisito de los aprendizajes posteriores y como potencial causa de la Conducta objeto de estudio (C). Por otra parte, en el texto aparece meridianamente claro (ver epígrafe la fase de tratamiento y valoración) que es precisamente la garantía de manipulación de los RBCs, a través de estrategias y técnicas de tratamiento (Erx), lo que constituye una condición para considerarlos como tales dentro de una lógica científico-positiva y de una óptica experimental interventiva.
En todo caso, conviene resaltar nuevamente (como se hace a lo largo del artículo) que se requiere mucha mayor investigación para poder elaborar un listado exhaustivo de los RBCs humanos. Es ésta, precisamente, una de las más claras distinciones entre el conductismo paradigmático y su derivación evaluativa; porque, mientras que el primero tiene por objeto el estudio de los RBCs, la evaluación psicológica ha de aplicar tales conocimientos al caso individual. Pero, además, es comúnmente aceptado que la evaluación, en su vertiente metodológica básica, tiene por objetivo la construcción e investigación de instrumentos de evaluación lo cual, necesariamente, contribuye a la investigación básica sobre RBCs. Todo ello, desde luego, no implica, como parece suponer Pelechano, que la evaluación suplante a la ciencia básica en la que se apoya sino que, sin duda, colabora a la síntesis ciencia básica-aplicación como, por lo demás, ocurre en otros dominios científicos.
Otro aspecto general que merece comentario es el relativo a la atribución al conductismo paradigmático de característicos básicas de otros enfoques conductuales. Llegado este punto, parece necesario aclarar que por "conductismo" o "psicología conductual " debe entenderse un acercamiento al estudio del comportamiento que cuenta con una serie de principios de aprendizaje y que en su trabajo empírico se basa, fundamentalmente, en el método experimental. Como se sabe, a lo largo de la historia han existido distintas teorías conductistas. Pavlov, Watson, Thorndike, Guthrie, Hull (y Spence), Tolman y Skinner, son considerados autores relevantes en la primera y segunda generación de conductistas; todos ellos, con sus semejanzas y diferencias. Todo conductismo se baso en una filosofía de la ciencia, una teoría del aprendizaje, una metodología y unos hallazgos empíricos. Sin embargo, existen distintas formas de conductismo en la actualidad: conductismo radical (skinneriano), interconductismo (elaborado desde Kantor), neobehaviorismo (hulliano) y conductismo cognitivo (representado por varios psicólogos, entre los que figura Bandura). El conductismo paradigmático (el cual podría ser denominado también ''conductismo social'' o ''conductismo psicológico'' o "psicología conductual paradigmática") presenta unos características propias que la diferencian de otros tipos de conductismo. En definitiva, es una teoría cuyo objeto de estudio es el comportamiento humano, que parte de unos determinados principios de aprendizaje y cuya investigación se baso en el método experimental (en sus varias formas, algunas desarrollados dentro del enfoque). Sin embargo, Pelechano parece atribuirle algunas de las características del conductismo skinneriano, tanto por lo que se refiere a la propia consideración de la Conducta (no parece posible manejar, hoy, como hace nuestro comentarista, un concepto reduccionista de Conducta) como al achacar al conductismo paradigmático utilizar una restricción metodológica bivariada. Como sabe muy bien nuestro comentarista, los diseños bivariados y multivariados no son incompatibles, como han expuesto numerosos autores y, entre ellos, Staats y sus asociados; el propio concepto de "aprendizaje acumulativo-jerárquico'' implica el estudio de interacciones entre lo persona (conceptualizado según un conjunto de repertorios básicos), su contexto (físico y social) y su Conducta (tanto motora como cognitivo-verbal o psicofisiológica). Es, precisamente, la evaluación de estas relaciones lo que lleva o determinar qué aspectos de la persona (qué concretos RBCs) y qué condiciones ambientales actuales (qué variables E2) habrán de ser manipulados a la hora de provocar un cambio en la Conducta objeto de estudio. Por otra parte, como dicta el vocabulario de la metodología científica, por ''caso y/o sujeto individual'' no sólo se entiende el estudio de un caso/Individuo humano'' sino de una unidad de análisis (persona, grupo de personas, situación, etc.) como ha sido repetidamente expuesto en diversos escritos de Fernández-Ballesteros.
Por último, valga aludir a la singular afirmación de Pelechano de que Freud, Lorenz y Tinbergen tratan los efectos del ambiente y que, por tanto, el conductismo paradigmático no es un enfoque original. Cualquiera conoce que, desde la más remota antigüedad, existen referencias filosóficas y precientíficas de cómo el ambiente afecta al comportamiento humano. Sin embargo, citar a estos tres reputados autores pudiera hacer pensar al lector que el conductismo paradigmático pueda ser alineado junto con otras importantes teorías que poco tienen que ver con él. Ninguno de los autores mencionados por Pelechano han establecido una teoría sistemática de la Conducta humana basada en los principios de aprendizaje, en datos experimentales procedentes del laboratorio y contrastada en situaciones naturales. El hecho es que tales enfoques establecen, de manera general, la importancia del ambiente en el desarrollo del psiquismo humano o de la Conducta animal a partir de limitadas pruebas empíricas de observación bien en situaciones clínicas (como ocurre en el caso de Freud) bien a través del estudio del comportamiento animal (como es el caso, principalmente, de Lorenz y Tinbergen) aportando, todos ellos, pruebas muy limitadas de los efectos del ambiente sobre la Conducta humana normal. En definitiva, tales autores adoptan uno aproximación, sea psicopatológica sea etológica, lejana del estudio sistemático de los efectos del ambiente sobre el comportamiento humano y de cómo se aprende el lenguaje, la inteligencia, los intereses o los valores. Tales análisis del comportamiento humano complejo se requieren, precisamente, a la hora de evaluar y tratar a un individuo humano así como a la hora de investigar en técnicas de evaluación.
Por lo dicho hasta aquí, pudiera obtenerse la impresión de que el propósito de Pelechano fuera la demostración de que el conductismo paradigmático no es una teoría innovadora sino que representa algo así como el "descubrimiento de la rueda". El propio título de su comentario crítico (''Evaluación, tests, conductismos, cognitivismos, crisis y retornos en espiral ¿con salida?''), de apariencia un tanto disgregada, establece que el enfoque planteado supone un regreso en espiral al pasado. Sin embargo, lamentablemente, Pelechano sólo alcanza a poner de relieve que conoce superficialmente la teoría de base, que ha realizado una lectura tal vez apresurada del trabajo que comenta y que, probablemente, se excede al transmitir al lector sus inferencias que, a nuestro juicio, carecen de fundamento.
En todo caso, bienvenidas sean las críticas científicas mientras -no devengan en prolongados y tediosas diatribas (en los que no entraríamos) sino en útiles apoyos para el avance de la ciencia a lo que deben servir.