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DOCUMENTOS

 

I Encuentro sobre psicología clínica en el sector privado. Madrid, C.O.P. 7 de mayo de 1994. Pública-Privada: una dialéctica necesaria
First meeting on psychology in private sector.

 

Pedro PEREZ GARCIA


Toda Psicología, en sentido estricto, es social, dice Freud en su introducción a la «Psicología de las Masas y análisis del Yo» (1921).

En todo individuo, por más aislado que se crea en su mundo afectivo o laboral, se incluye siempre e inevitablemente, una dinámica grupal, la relación del individuo no sólo con su propio «grupo interno» (objetos internos), sino también con el medio externo en el que se desenvuelve.

Estas importantes y originales aportaciones de Freud a la Psicología Social y a la Sociología (que luego fueron más elaborados por Bion y otros expertos en dinámica de grupos) puede servirnos de base para la reflexión referidas al campo de la identidad y de la formación profesional del Psicólogo Clínico.

Siguiendo estos planteamientos podríamos decir que en realidad el concepto de «privado» nunca se podría tomar en sentido estricto; siempre lleva implícito la referencia a lo «publico» y social.

En el otro sector, en el de la asistencia pública sucede algo similar, aunque en imagen invertida: la estructura social de un grupo en el que un individuo forma parte puede analizarse y verse reflejado en la estructura vincular interna del individuo con ese grupo. Son muchos los profesionales que trabajan en la asistencia pública complementándose en sus roles con el resto del equipo o grupo de trabajo; otros muchos, en cambio, no saben pensar en grupo, ni formar parte de un equipo, sino que o funcionan a su aire como si estuvieran en la consulta privada o se dejan absorber demasiado y dejan de ser ellos mismos.

Intentar separar con precisión y nitidez, por tanto, los espacios "público" y "privado" en cuanto a la formación y práctica profesional del Psicólogo Clínico supone una ardua tarea, tal vez imposible y hasta cierto punto inútil, como en tantas otras cosas puede que sea más interesante sumar e integrar que restar o dividir.

Al incluir en el título de esta comunicación los términos "público" y "privado" quería referirme a los materiales sociales y culturales con los que tenemos que construir el edificio psicológico de nuestra formación clínica.

Sociedad y Cultura, con todo la complejidad de sus entresijos e instituciones, son el resultado de un intercambio, de una interacción entre el individuo y su medio ambiente, de una transferencia entre ambas estructuras la interna y la externa, en continua y decisiva relación dialéctica.

Todos sabemos que el individuo aislado encuentra mayores dificultades para crecer y desarrollarse, pero si está demasiado inmerso y adherido a las ideologías del líder o del grupo también su identidad se desvanece y desaparece.

Muchos de los que estamos aquí nos hemos formado y seguimos haciéndolo bebiendo en ambas orillas del mismo río, en la orilla del Sector Privado y en la del Sector Público. ¿A cuál de ambas fuentes debemos más? Difícil respuesta. ¿Se podría haber hecho en una orilla lo que se hizo en la otra?. Creo que no. Ambas son complementarias, tienen su sitio y su función dialéctica.

Es obvio que el Estado no puede costear todo la "cultura". Pero si alguno vez lo pretendiera, en el momento en que lo hiciera, la pervertiría, convirtiéndola, como hemos visto en determinados estados totalitarios, en instrumento de dominio y manejo. Desaparecería la actitud crítica y divergente con el pensamiento oficial. Es decir, se alienaría y desaparecería la capacidad de pensar de cada individuo en el grupo y de aportar a éste elementos nuevos.

Y más aún si nos situamos en el ámbito de la formación dinámica-psicoanalítica. La aplicación adecuada de los principios básicos del método psicoanalítico (existencia del inconsciente, actitud de neutralidad del analista, abstinencia, empatía, transferencia, resistencias, multidimensionalidad de los síntomas etc.), supone mucho más que lo que se puede aprender con la simple lectura de unos criterios técnicos en un libro. Supone la comprensión de la dinámica de las motivaciones inconscientes y del valor de la palabra, coordenadas a través de las cuales se pueden producir los cambios de relaciones internas y de relaciones externas. La comprensión interna y verdadera de estos fenómenos dinámicos solo se puede conseguir a través del propio análisis en la relación con el analista y es obvio que esta experiencia pertenece al ámbito de lo privado.

Otro tanto podríamos decir en cuanto o otras funciones necesarias para la formación del Psicólogo Clínico que sólo la Práctica Privada puede ofrecer al margen de los programas oficiales: la diversidad y especificidad de determinadas técnicas de tratamiento, supervisiones y seminarios de especialización, son aspectos que también contribuyen a la formación de determinados procesos de identificación en el desempeño de la profesión.

Nadie pone en duda la importancia fundamental de la Facultad, el P.I.R, y la práctica clínica, pero el sólo ejercicio profesional como fuente de formación no es suficiente.

Por otra parte la institución pública aporta elementos igualmente específicos y complementarios: la heterogeneidad de las personas que acuden a la consulta, la diversidad de sus demandas, el nuevo enfoque en la comprensión de la situación y proceso del enfermar, el uso tácito y selectivo de la transferencia, el diseño diferente en las estrategias de psicoterapia (indicaciones y contraindicaciones a tiempo limitado, valorando la nosología, perfilando el foco, dando prioridad a la función de contención sobre la de interpretación, etc.), la formulación de seminarios y de supervisión en grupo, la mutua tolerancia y aprendizaje del trabajo en equipo, sobre todo multidisciplinar, etc.

En suma, las instituciones públicas a la par que permiten mantener una infraestructura asistencial compleja y costosa de cara a la demanda social por parte del usuario, ofrecen también para el profesional, a través del trabajo en equipo, el sentido de una realidad clínica más directo, amplia y cambiante tal como se refleja en el contacto continuo con la realidad social.

Un Centro de Salud o un Hospital son instituciones muy caras, complejas y valiosas como para que sus beneficios no se extiendan también al ámbito de la formación para futuros profesionales. Por eso parece que es del todo urgente que sea reconocida cuanto antes la Psicología Clínica como especialidad a todos los efectos.

Es en la dialéctica de intereses opuestos y complementarios donde ambos espacios, público y privado, encuentran su máxima y mutua potencialidad. Sin la reflexión y el reposo que propicia la formación desde el sector privado, difícilmente se aportarían innovaciones y actitudes críticas que permitan avanzar. Sin la Consulta Pública la "cultura" de la asistencia privada puede fácilmente convertirse en un gueto de aislamiento cuando no de afirmaciones a priori carentes de contraste científico en la realidad. En cualquiera de nuestras reuniones de discusión clínica es fácil distinguir dos clases de teorías y de lenguaje: el de quienes están habituados a la práctica clínica, apegados a la observación clínica diaria y el otro, el de quienes caminan despegados del suelo de la realidad observable, amparándose en planteamientos metapsicológicos o especulativos cuya jerga acaba siempre siendo enigmática y muy próxima al simple nominalismo.

Si nos detenemos de nuevo en el polo de lo individual observamos que el campo de fuerzas que se configura dentro del profesional de la salud en el ejercicio de su trabajo, y más aún si se mueve en el campo de la salud mental, pone de manifiesto referencias internas muy diversas que determinan en él como individuo, un estilo preferente y propio de relacionarse con los demás. Los distintos modos de contacto y de la transferencia hacen que la propia personalidad se convierta también en instrumento de trabajo. De hecho en su tarea diaria se puede comprobar fácilmente la increíble energía y poder de su "grupo interno" y "estructura vincular" dominante reflejándose en los distintos modos de convivencia y de atención al otro; en los procesos de identificación con los diferentes líderes y maestros; en las referencias a los distintos momentos y estratos de su formación.

Pero también se puede verificar que, independientemente del individuo, "lo grupal" existe. Los que trabajan formando parte de un equipo, en la Asistencia Pública por ej., saben muy bien que la mera presencia de otros, el grupo en sí mismo, impacta y moviliza al individuo. Unas veces lo hace a favor de su desarrollo y maduración; otras, en cambio, a favor de la regresión e infantilización. Depende de cómo se sucedan los distintos tipos de liderazgo en función de la "cultura" y fantasía grupal dominante.

Cuando el sentimiento de identidad queda suplantado por el sentimiento de conformidad, la capacidad del pensamiento propio se ve desalojado o desplazado por el "no pensamiento" (Bion, 1970). Cuanto menos hay de identidad propia más hay de alienación, de a prioris o prejuicios ajenos a los que acogerse como sistemas defensivos frente a las ansiedades primarias.

Desde esa posición el sujeto o el grupo, en lugar de pensar y avanzar buscando la verdad real de cada momento, regresa a posturas sectarias donde la rigidez de las frases hechas la fuerza de las emociones y el artificio ilusorio o delusorio de los razonamientos, no permiten el cambio ni la aproximación a la verdad porque nada o muy poco tienen que ver con la comprobación empírica y análisis real de los hechos.

En ese momento el pensamiento queda ocupado y sustituido por las ideologías o las creencias. De hecho las ideologías son sistemas de ideas, con tanto carga emocional como falta de pruebas empíricas, que no difieren mucho de las creencias religiosas.

Al referir todo esto al campo privado del ejercicio profesional y de la formación del Psicólogo Clínico, todos sabemos que el sectarismo, es decir, la afirmación a priori de la bondad de lo propio y la perversidad de lo ajeno, no solo se encuentra en determinados asociaciones políticas o religiosas. Aparece también, más o menos disfrazado, tanto en algunas actitudes del que trabaja solo en su consulta privado, como en frecuentes planteamientos autoritarios, personalistas, y arbitrarios de la consulta pública.

Para todos resulta bastante conocido observar cómo en las diferentes instituciones tanto públicas como privadas suelen aparecer posturas y actitudes frecuentemente adoptados por determinados miembros dentro de estos grupos o asociaciones que, con pretensiones humanistas o de formación psicológica, se hacen llamar científicos y poseedores de la verdad, pero que muy bien podrían ser valorados en sus comportamientos como pertenecientes al mundo de las sectas y de las creencias dogmáticas.

En otras ocasiones el esoterismo del lenguaje, los secretos y los ritos de admisión, la intolerancia y, a veces, el fanatismo en los planteamientos, la manipulación de la mente, la incomunicación con el exterior, el culto a la autoridad y la devoción al "padre", pueden convertirse en verdaderas técnicas de control como fuente de poder y de beneficios económicos como en cualquier secta común.

Es decir, tanto si trabajamos solos como en equipo, en la Asist. Privado como en la Asist, Pública, estamos expuestos a corrientes de fuerzas poderosas y es muy conveniente saber en qué posición nos encontramos en cada momento.

En último caso, el aparente binomio privada-pública debería deshacerse para dar paso a la formación del individuo, del profesional con suficiente grado de madurez como para que, sea en la Pública o en la Privada, sepa pensar por sí mismo e integrar estos espacios allí donde trabaje. La identidad del psicoanalista si es sólida y genuina, hace que allí donde esté, en el diván o en el hospital, su trabajo sea psicoanalítico.

Una buena parte de los individuos y de los grupos se mueven sobre la base de "aprender a pensar" por cuenta propia, resolviendo progresivamente las aparentes contradicciones que plantea la comunicación con los demás, analizando los hechos tal y como realmente son o suceden, no "como si" las cosas fueran como se imaginan, se desean o se temen.

Otros en cambio prefieren evitar el propio pensamiento y en su lugar utilizan los prejuicios, creencias, ilusiones que otros le ofrecen. No parten del análisis y comprobación de los hechos, de una certeza real, sino de una creencia, de un supuesto o ilusión grupal. Poder diferenciar la verdadera certeza de la supuesta certeza es lo que separa la creencia del pensamiento, el pensamiento infantil del pensamiento maduro.

Maduración y cultura son interdependientes. El desarrollo, tanto de un individuo como de un grupo, supone siempre un conflicto interno a resolver: La maduración empuja a nuevas experiencias, tanto internas como externas, públicas o privadas, y las nuevas experiencias llevan a un cambio, a un nuevo desarrollo que no siempre es bien aceptado. De la resolución o no de éste conflicto depende la evolución o involución tanto en el individuo como en el grupo.