EDITORIAL
La celebración el año pasado de un hecho como es el 25 aniversario de la primera promoción de Psicólogos es sin duda un buen referente que nos sirve como indicador de nuestra corta historia. El número de psicólogos dados de alta en el Colegio Profesional es otro referente, en este caso para valorar la rápida expansión de esta joven profesión. Y estos dos datos, unidos a la diversidad de campos o áreas en que el psicólogo ejerce su profesión, deben permitirnos valorar la complejidad que entraña adoptar la estructura organizativa de la profesión o la evolución de su realidad social.
Estas mismas consideraciones son aplicables al sector de intervención del Psicólogo clínico y de la salud, sector en el que, por otra parte, se siente incluido un porcentaje muy mayoritario de colegas. Desde la nada más absoluta en algunos casos, o la "nada" relativa de actuar como meros auxiliares de otros profesionales sanitarios, hemos pasado a conseguir una presencia del psicólogo en el Sistema Sanitario Público (por supuesto, aún insuficiente y no institucionalizado) y al reconocimiento del ejercicio privado de la profesión en toda su dimensión clínica; reconocimiento que, también en este caso, es mayor a nivel social que en el plano institucional. Mérito, sin duda, de la competencia y saber hacer del propio psicólogo clínico y de su organización profesional que ha conseguido dotarse de instrumentos que regulan y avalan la calidad de sus intervenciones, y transmitir a la sociedad la utilidad de su saber profesional.
En el último número de esta misma Revisto (pp. 233-237) se daba cuento del origen y sentido de la creación de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud. Origen que hay que situar en el contexto que estamos señalando y que toma su impulso de la confluencia entre el trabajo de un grupo de colegiados preocupados por los problemas específicos del sector y la voluntad de la Junto Rectora del Colegio de Madrid para dotarse de formas organizativas que respondan mejor a las necesidades actuales de los colegiados. En este sentido hay que entender la creación de las Secciones Profesionales como un avance en la estructura organizativa de una profesión que necesita hacer compatible una organización válida para todos y garante de la identidad profesional del psicólogo (Colegio Profesional) con otras formas organizativas que incidan en los aspectos específicos del sector de intervención y animen a una mayor participación de todos sus miembros (Secciones).
Quiere ser (y debe serlo) un paso más en el proceso para lograr un ejercicio cada vez más competente de la profesión, lo que sin duda es el mejor camino para potenciar la imagen del psicólogo clínico a nivel social y contribuir o su desarrollo. Lo será si consigue convertirse en el cauce organizativo, dentro del Colegio, de todos los psicólogos cuya intervención profesional se desarrolla en el campo de la salud. Con este objetivo último de prestar un mejor servicio a la sociedad a través del fomento de una buena práctica profesional ha trabajado la Comisión Gestora de la Sección, y el propio Reglamento de Régimen Interno que aparece publicado en este mismo número de la Revista intento orientar sobre estos aspectos en el apartado dedicado o sus fines.
Algo (o mucho según otros) se ha avanzado en estos años. Mucho queda por hacer en ámbitos como el de la formación (para garantizar uno preparación y experiencia adecuados para ejercer como psicólogo clínico o de la salud), el intrusismo (clarificando ante lo sociedad nuestro rol, diferenciándolo de "milagreros" varios), o el reconocimiento del carácter sanitario de la profesión con la regulación oficial de la especialidad y el seguimiento del proceso de homologación de los colegiados que ejercen en el campo de la salud.
Si es verdad que nada nos ha sido regalado (tampoco tendría por qué) también lo es que de todos nosotros (Sección y Colegio Profesional) depende el que esta nueva estructura organizativa signifique una inyección de savia nueva y empuje para el desarrollo de la Psicología Clínica y de la Salud o se quede en una mera y, a mi entender estéril redistribución de niveles de Influencia en la profesión o en una reedición del viejo aforismo de "cambiar algo para que nada cambie". Creo que, como en el Teorema de Gödell, podemos afirmar que los problemas fundamentales que tiene planteados la Psicología Clínica para su desarrollo no encuentran plena solución dentro de la Psicología misma. Resolverlos seguramente requiere mirar más al contexto social y sociosanitario en que se desenvuelve la profesión que hacia el interior de nosotros mismos. Ese es el reto de la Sección y, en forma inmediata, de la Junta Directiva que salga elegido de su primer proceso electoral que está en marcha.