de la escala PSS:
Cuestionario de estrés en padres de
niños hospitalizados
Preliminary
studies on PSS Scale validation: Stress Questionnaire for parents with hospitalized
children
Belén OCHOA (*)
Ch. REPARAZ (**)
Aquilino Polaino-Lorente (***)
Resumen
Este trabajo
aborda un estudio de validez de una adaptación española (Polaino-Lorente y Ochoa, 1992)
de la escala PSS (Parental Stressor Scale; Carter y Miles, 1982), para la
evaluación del estrés de los padres como consecuencia de la hospitalización de sus
hijos.
Los resultados
factoriales exploratorios no han revelado que esta escala manifieste una estructura
consistente con el modelo postulado de seis factores. La fiabilidad, tanto del instrumento
en su conjunto, como de las distintas dimensiones, se encuentra dentro de los límites
aceptables. No obstante, se ha comprobado que algunos ítems no presentan índices de
homogeneidad adecuados con el total de la dimensión teórica a la que supuestamente
representan.
Desde un punto de
vista teórico este trabajo no aporta evidencia empírica de la validez de este constructo
en un contexto cultural y lingüístico diferente de aquel en el que la escala fue
originalmente diseñada. Desde un punto de vista práctico, no recomendamos el uso de este
instrmento en el ámbito de la evaluación del estrés de los padres, con motivo de la
hospitalización infantil fuera de la Unidad de
Cuidados Intensivos, aunque no descartamos que futuras reformulaciones tal vez permitan
aconsejarlo.
ABSTRACT
This
paper deals with the validity study of a Spanish adaptation (Polaino-Lorente, Ochoa, 1992)
of PSS (Parental Stressor Scale; Carter, Miles, 1982) aimed at assessing parent stress as
a consequence of their children hospitalization.
Exploratoty
factor analysis does not show any consistent structure of this scale with respect to the
assumed six factor model. Reliability of the whole scale and of their dimensions lies
within acceptable limits. Nevertheless, several items do not show suitable homogeneity
indices with regard to the whole dimension they are supposed to represent.
From
a theoretical point of view, this paper does not show empirical evidence of the validity
of the construct within a cultural and linguistic environment other than the original one
in which the scale was designed. From a practical point of view we do not recommend the
use of this scale for the evaluation of parent stress (caused by the hospitalization of
their children) in contexts other than Intensive Care Unit, unless future research with
the scale is done.
PALABRAS CLAVE
Estrés, Hospitalización Infantil,
Padres, Validación
KEY
WORDS
Stress, Child
Hospitalization, Parents, Validation
INTRODUCCIÓN
Es bien conocida en el ámbito
clínico la idea de que la forma como la familia responde a la enfermedad (crónica
o no) y al proceso de hospitalización (cuando éste existe) es un importante factor a
tener en cuenta para el buen estado psicosocial del paciente pediátrico (Lewis y Khaw,
1982; Goldberg, Morris, Simmons, et al., 1990; Polaino-Lorente y Lizasoáin, 1992;
Lizasoáin y Polaino-Lorente, 1994).
El diagnóstico y conocimiento por
parte de los padres de la enfermedad de un hijo y su posterior hospitalización, suele
suponerles un fuerte impacto psicológico, que puede interferir sobre su adaptación
socio-emocional y su salud, tanto física como psíquica. Como resultado de este impacto,
pueden aparecer en los padres síntomas de estrés, ansiedad y ciertas alteraciones
psicopatológicas que interrumpan la dinámica natural del sistema familiar.
La importancia e incluso la gravedad de
este impacto variará, evidentemente, en función de muchos factores, tales como la
naturaleza y curso de la enfermedad del niño, el hecho de que exista hospitalización o
no, la dinámica familiar anterior, los recursos materiales y personales previos, las
ayudas de que se dispongan (médicas, psicológicas, sociales o educativas), etc.
El papel que juega la familia, y
concretamente los padres, como moderadora del estrés o de la ansiedad que pueden padecer
los hijos, está ya suficientemente documentado (Kronemberger y Thompson, 1990; Lizasoáin
y Polaino-Lorente, 1994). Los resultados de estudios indican que los niños enfermos y
hospitalizados, que presentan además problemas de comportamiento, viven normalmente en
familias más conflictivas que los niños que en las mismas condiciones no presentan
problemas de comportamiento.
De dichos estudios se desprende la idea
de que el ambiente familiar se relaciona con la forma de reaccionar los hijos ante
determinados eventos. Los padres que manifiestan ansiedad en presencia de sus hijos
transmiten dicha emoción a los niños (contagio emocional).
Consistente con esta hipótesis del
contagio emocional, Bush y Melamed (1986) afirman que en los niños cuyas madres mostraban
una conducta ansiosa ante el proceso de hospitalización se observaron también mayores
rasgos de ansiedad en su conducta. Por otro lado, las madres más ansiosas ofrecían pocas
conductas orientadas a facilitar la adaptación del niño frente a los eventos médicos.
De este modo, la ansiedad de los padres
predice un peor ajuste a la hospitalización pediátrica y a la exploración y tratamiento
médicos, al tiempo que correlacionan positivamente con la alteración emocional
experimentada por el niño enfermo y hospitalizado.
Los niños responden con menos estrés
a la experiencia de hospitalización si se ayuda a los padres en sus preocupaciones y
temores. En este sentido, justificamos la idea de estudiar los factores que son fuente de
ansiedad para los padres de niños hospitalizados, con el fin de minimizarlos, en la
medida de lo posible, con una adecuada intervención educativa, psicológica o médica.
Esta idea ha servido, incluso, de
argumento en diversos trabajos, que desarrollan una preparación psicológica conjunta de
padres e hijos, para afrontar la experiencia de enfermedad y hospitalización (Wolfer y
Visintainer, 1975; Ferguson, 1979; Peterson y Shigetomi, 1981; Zastowny, Kirschembaum y
Meng, 1988; Del Pozo y Polaino-Lorente, 1990).
Es preciso afirmar que, aunque en la
actualidad se está avanzando de manera considerable en la comprensión teórica de estos
conceptos, la investigación empírica al respecto sigue siendo muy escasa.
En el ámbito anglosajón disponen de
instrumentos expresamente diseñados para examinar el grado de estrés de los padres, como
consecuencia de la hospitalización de sus hijos (Carter y Miles, 1982); sin embargo, en
el contexto hospitalario español apenas contamos con instrumentos de medida de este tipo.
Entre los instrumentos diseñados en el
ámbito anglosajón consideramos particularmente interesante el PSS (Parental
Stressor Scale), desarrollado por Carter y Miles (1982). Esta escala reúne un
conjunto de ítems representativos de las posibles circunstancias hospitalarias
susceptibles de generar estrés parental con la hospitalización infantil en el entorno de
la Unidad de Cuidados Intensivos. Además, no se pudo obtener ningún otro tipo de
instrumento de evaluación que, a priori, se adecuase más a nuestros requerimientos
poblacionales.
El PSS ha sufrido diversas
formulaciones y versiones a través de los años. Sus autores originales han sometido cada
versión del instrumento a diversos análisis, calculándose coeficientes de fiabilidad
interna, análisis factoriales y correlaciones con distintas medidas externas de estrés.
En función de los diferentes resultados obtenidos, se han ido revisando y reformulando
ciertos ítems y añadiendo o eliminando otros.
En la presente
investigación hemos empleado la versión del PSS que se publicó en un artículo de 1982;
traducido y adaptado el cuestionario al castellano, con el permiso y la supervisión de
sus autores hemos configurado una versión (Polaino-Lorente y Ochoa, 1992) de la prueba
para la población de lengua castellana y para el entorno de la hospitalización infantil
en general (sin especificación alguna).
Este trabajo
constituye un primer paso en el estudio de la validación del constructo del PSS, en una
versión española de la escala de Carter y Miles (1982). Los objetivos que nos planteamos
en este estudio son los siguientes:
1. Analizar la estructura interna de
nuestra versión del PSS (Cuestionario de Estrés en Padres de Niños Hospitalizados).
1.1. Obtención de los índices de
homogeneidad de cada ítem.
1.2. Cálculo
de la consistencia interna y estudio del comportamiento de cada uno de los ítems en esta
versión del instrumento.
1.3. Aproximación
al estudio de la dimensionalidad del constructo.
Este tipo de
trabajos tiene un doble interés (García Ramos, 1986; Tourón, 1989). Desde la
perspectiva teórica, ya que permiten comprobar en qué grado se reproduce o no la
estructura conceptual sobre la que se basa el instrumento, para así confirmar o no que el
modelo teórico propuesto es válido en un contexto diferente. Desde la perspectiva
práctica, puesto que, de comprobarse una adecuada fiabilidad y validez del constructo,
nos permitiría ofrecer a los profesionales de la salud un instrumento de diagnóstico que
contemple el estrés de los padres de los niños hospitalizados1.
EL INSTRUMENTO
La escala PSS, Parental Stressor Scale, es un
instrumento de carácter multidimensional que tiene como objetivo evaluar la experiencia
estresante que para los padres supone la hospitalización de un hijo en una Unidad de
Cuidados Intensivos. Por experiencia estresante se entiende aquí una experiencia o
vivencia que causa ansiedad o tensión.
Nuestra versión
castellana del PSS (Polaino-Lorente y Ochoa, 1992) es también un instrumento de carácter
multidimensional que tiene como objetivo evaluar la experiencia estresante que para los
padres supone la hospitalización de un hijo, exista o no Unidad de Cuidados Intensivos
(consultar ANEXO); se trata de un cuestionario que consta de 36 ítems, divididos en 6
subescalas o categorías de estrés o ansiedad paterna:
1. Apariencia
física del niño: los padres opinan sobre la tensión que les causan determinadas
circunstancias relativas a los cambios físicos (color, delgadez, etc.) que sus hijos
pueden experimentar con motivo de la enfermedad y la hospitalización (esta subescala la
forman los ítems 1-4).
2. Tratamientos: hace referencia al grado de ansiedad
que los padres se perciben, al vivenciar la aplicación de determinados tratamientos sobre
sus hijos enfermos y hospitalizados (esta dimensión está configurada por los ítems
5-10)
3. Comunicación con el personal sanitario: representa
la intensidad del estrés que generan en los padres de niños hospitalizados determinadas
formas de comunicación del médico para con ellos (esta categoría la forman los ítems
11-15).
4. Conductas y respuesta emocional del niño: se
refiere al trastorno que supone para los padres de niños hospitalizados, detectar cambios
en la conducta y la personalidad de sus hijos, atribuibles a la enfermedad y la
hospitalización (este factor está configurado por los ítems 16-25).
5. Comportamiento del personal sanitario: refleja la
intensidad del estrés que generan, en los padres de niños hospitalizados, determinadas
conductas y comportamientos del personal sanitario (esta subescala la forman los ítems
26-30).
6. Alteración de los roles de los padres/Expectativas de
seguimiento: los padres opinan sobre el grado de nerviosismo que les provocan
determinados cambios en su forma de vivir, ocasionados por la necesidad de atender las
nuevas demandas de un hijo enfermo y hospitalizado (esta subescala la forman los ítems
31-36).
Además se añade
un último ítem (Nº 37), que pretenden evaluar el impacto general causado por la hospitalización
pediátrica en los padres investigados. Este ítem no forma parte de ninguna subescala, se
trata de una puntuación de estrés paterno aparte.
Los padres deben
contestar los 37 ítems, opinando sobre cada circunstancia que se les evoca, según una
puntuación que va de 1 a 5 en una escala tipo Likert. El 1 significa mínimo estrés y el
5 máximo estrés. Entre ambos extremos se pueden elegir los números 2, 3 ó 4, en
función de cual sea el nivel de estrés que evoca en los padres cada una de esas
afirmaciones. Se puede puntuar también con un 0 a aquellos ítems que el padre en
cuestión no haya experimentado.
Este cuestionario
puede puntuarse de dos maneras:
Cada
subescala por separado; entonces, se divide la suma de los resultados, obtenidos en cada
factor, entre el número de ítems que componen cada uno de ellos que han sido calificados del 1 al 5. Desde este
modo, se obtienen 6 índices de estrés en distintas situaciones.
Todo el
cuestionario constituyendo un solo índice; entonces, se divide la suma de los resultados
totales entre el número de ítems calificados del 1 al 5, con lo que se compensan los
ítems no experimentados (puntuados con 0). Así, se obtiene un solo índice de estrés
general de los padres, como consecuencia de la hospitalización de su hijo.
El procedimiento
seguido para la aplicación del instrumento que se administró junto con otras
cuatro escalas utilizadas para la evaluación de los padres como consecuencia de la
hospitalización de sus hijos fue el siguiente:
1) Al llegar una
persona a la CUN para ser hospitalizada, las enfermeras de cada Planta entregan siempre
una serie de documentos informativos acerca de las principales normas de la Clínica,
régimen de comidas, etc.
Durante el
período que duró nuestra recogida de datos se pidió al personal de la Planta de
Pediatría que, junto con estos escritos, entregasen también una carta de
presentación, para informar a los padres acerca de nuestra posible presencia
durante la hospitalización de sus hijos y un consentimiento informado de su posible
participación en nuestra investigación.
2) Una vez un familiar de un paciente
pediátrico hospitalizado cumplía con todos los requisitos de inclusión en la muestra
(que veremos más adelante), se procedía a la cumplimentación de una hoja de datos
sociodemográficos. Se rellenaba, en este primer momento, a partir del cuaderno de
ingresos de la CUN. Se recogían datos personales, motivo de la consulta, diagnóstico,
estimación del tiempo de ingreso y, si existía la posibilidad o no de una intervención
quirúrgica.
3) En este momento, tenía lugar una
entrevista del investigador (o en su caso, de sus colaboradores) con los padres, sujetos
de esta investigación. A lo largo de esta entrevista:
3.1) Se terminaban de cumplimentar
aquellos puntos de la hoja de datos sociodemográficos que no pudieron cumplimentarse a
través del cuaderno de ingresos de la CUN.
3.2) Se intentaba crear un raport positivo entre los padres y la persona
encargada de administrar y dirigir la entrevista.
3.3) Se observaba si los padres
entrevistados podían, por ellos mismos, contestar el resto de cuestionarios que debían
ser administrados (entre los que estaba el PSS, motivo de esta publicación) o, si por el
contrario, necesitaban del investigador para que les fuera leyendo e incluso explicando
cada uno de los ítems.
3.4) Se
cumplimentaban todos y cada uno de los ítems de la entrevista.
4) En función de
lo que se decidía a lo largo de la entrevista, los cuestionarios eran respondidos por los
padres solos o, con ayuda del investigador
(o de alguno de sus colaboradores). La recogida de datos se llevó a cabo de forma
rigurosamente individualizada. En concreto, el PSS resultó ser una escala de fácil
administración, cuyo tiempo aproximado de aplicación fue de 20 minutos.
Puede resultar sorprendente que hayamos
elegido este instrumento para la realización de un estudio que fue ideado, en principio,
para un contexto de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI, en lo sucesivo) para nuestro
propósito, hemos adaptado el cuestionario, eliminando los factores e ítems concretos y
específicos del entorno UCI. La elección de dicho instrumento respondió a dos
motivos fundamentales:
1. Nos interesaba
saber si el propio instrumento nos permitía evaluar sólo el estrés de los padres en un
contexto UCI, o si podía ser empleado también para evaluar el estrés de los padres ante
la hospitalización de sus hijos en general.
2. Tratamos de
comprobar si el estrés de los padres respecto de la hospitalización y el estrés de los
padres ante la UCI están relacionados: es decir, si el estrés de los padres ante un
entorno UCI forma parte o no del estrés general de los padres ante la hospitalización de
sus hijos, diferenciándose solamente en el mayor grado de estrés que origina la UCI,
LA MUESTRA
El cuestionario
fue aplicado a lo largo de 9 meses consecutivos (de abril a diciembre de 1993) a una
muestra de 242 padres de niños hospitalizados en el Servicio de Pediatría de la Clínica
Universitaria de Navarra, a causa de sufrir una enfermedad crónica o aguda.
La edad de los niños hospitalizados
abarcaba un rango de los 2 a los 18 años. En todos ellos la hospitalización nunca fue
inferior a 7 días.
El proceso de recogida de los datos se
llevó a cabo de manera individualizada. Cumplimentaron el instrumento el
padre, la madre o ambos cónyuges juntos. Procedíamos a la
aplicación del cuestionario una vez que los ingresos infantiles cumplían los mínimos
requisitos muestrales de edad y número de días de hospitalización.
En resumen, los criterios de
inclusión-exclusión de los sujetos en la muestra fueron los siguientes:
EXCLUSION:
Todos los padres de niños no
hospitalizados.
Todos los padres de niños no
hospitalizados en la Clínica Universitaria de Navarra.
Todos los padres de niños
hospitalizados mayores de 18 años.
Todos los padres de niños
hospitalizados menores de 2 años.
Todos los padres de niños
hospitalizados que requieran un período de hospitalización inferior a 7 días.
INCLUSION:
Todos los padres de niños
hospitalizados (de edad comprendida entre los 2 y los 18 años) en la CUN, como
consecuencia de una enfermedad (aguda o crónica) o para su diagnóstico y pronóstico,
cuyos hijos requieran de un período de hospitalización superior a 7 días.
Se trata, pues de una muestra de
carácter incidental, que se constituyó a partir de los sujetos a los que se tuvo acceso.
No obstante, éste no es un aspecto significativo en el presente estudio, ya que nuestro
objetivo principal era analizar la estructura interna del instrumento, sin pretender
inferir ninguna otra conclusión respecto de la población estudiada.
ANALISIS ESTADISTICOS
Se han calculado los estadísticos
descriptivos para cada uno de los ítems del cuestionario, así como la correlación que
cada uno de ellos guarda con el total de la subescala a la que en principio
teóricamente pertenecen, con la intención de obtener los índices de homogeneidad para
cada uno de los ítems. Por otro lado, se han calculado también las matrices de
correlación interítems, con objeto de
comprobar la cuantía de la relación entre los diferentes elementos de la escala.
Estos análisis
nos permiten un primer conocimiento del comportamiento de cada uno de los ítems que
componen la versión castellana del instrumento.
Se ha calculado
también el coeficiente de fiabilidad alpha de Cronbach para cada subescala y para el
instrumento en su conjunto, obteniéndose de este modo un indicador de la consistencia
interna de cada una de las subescalas y de la prueba global.
Por otro lado,
una primera aproximación al estudio de la dimensionalidad del constructo la hemos
realizado a través del análisis factorial clásico, para lo cual hemos utilizado el
método de factorización de componentes principales (Harman, 1980), incluido en el
paquete de programas estadísticos SPSS-X. Hemos aplicado, además, una rotación
factorial ortogonal, siguiendo el método Varimax (Harman, 1980; Bisquerra,
1989).
RESULTADOS Y DISCUSION
Aproximación al estudio de la
dimensionalidad del constructo (Análisis factorial exploratorio)
El orden que
vamos a seguir para la exposición de los resultados, varía sustancialmente el orden
anunciado al exponer los objetivos del trabajo y el tipo de procedimientos estádisticos a
emplear. El motivo de esta variación reside en que los resultados que hemos obtenido al
aplicar los análisis estadísticos correspondientes, no nos aportan evidencia empírica
alguna del modelo teórico multidimensional hipotetizado por los autores del instrumento
(Carter y Miles, 1982).
Nuestro primer paso por tanto fue
comprobar si nuestros datos eran adecuados para proceder a un análisis factorial.
Obtuvimos unos resultados un tanto dudosos acerca de la susceptibilidad de los mismos para
aplicarles dicho procedimiento estadístico.
Concretamente, el
índice Kaiser-Meyer-Olkin obtenido (KMO=.60850) supone un valor mediocre para proceder a
la aplicación de un análisis factorial. Desde este punto de vista, ya comenzamos con
cierta reticencia nuestros análisis estadísticos.
Aún así, procedimos a la aplicación
del análisis factorial clásico o exploratorio, con la intención de contrastar si la
agrupación empírica de los ítems de nuestra versión castellana de la escala en
factores coincidía o no con la propuesta de Carter y Miles (1982). Pudimos comprobar
cómo no se replicaba, en modo alguno, la estructura dimensional hipotetizada (véase la
tabla 1).
En concreto, hemos seguido el método
de factorización de componentes principales con una rotación varimax de seis factores.
Este procedimiento fue elegido con el fin de replicar exactamente el procedimiento de
trabajo seguido por los autores del cuestionario original para estos análisis.
La tabla 1 recoge
los resultados obtenidos en la aplicación de dicho análisis. Los factores se han
ordenado de modo que la diagonal de la tabla venga a estar ocupada por las saturaciones de
aquellos ítems que configuran cada subescala. Estos valores figuran en negrilla y
rodeados de un rectángulo. Dentro de cada factor, hemos ordenado los ítems de menor a
mayor, siguiendo su número de presentación en el cuestionario, razón por la que las
saturaciones dentro de cada subescala no están ordenadas.
En la tabla 1
hemos reseñado los valores correspondientes a todas las saturaciones, con el fin de
facilitar cualquier interpretación.
Los resultados del
análisis factorial podríamos resumirlos de la siguiente manera:
A. Obtuvimos una
varianza explicada por los seis factores del 85.70%, valor muy considerable y
satisfactorio.
B. En el Factor 1
se nos agrupan los ítems 26-31-32-33-34-35-36. Esta agrupación responde a la subescala
teórica Alteración de los Roles de los Padres (que abarca del ítem 31 al
36); pero no encontramos una explicación teórica que sustente la saturación del ítem
26 en esta dimensión.
C. En el Factor 2
se agrupan los ítems 1-4-17-20-21-22-23-24-25. Esta agrupación parece responder a la
subescala teórica «Conductas y Respuesta Emocional del Niño (que abarcaba del
ítem 16 al 25); pero, de nuevo, no encontramos una explicación teórica que sustente o
justifique la saturación de los ítems 1 y 4 en esta dimensión. Además, según la
presentación original de Carter y Miles (1982), para la configuración de este factor
faltan los ítems 16, 18 y 19.
D. En el Factor 3
se agrupan los ítems 3-5-7-8-10-12-16. Esta agrupación tiene que ver con la subescala
teórica Tratamientos (que abarcaba del ítem 5 al 10). Una vez más, no
poseemos fundamentos teóricos que justifiquen la saturación de algunos ítems en esta
dimensión, concretamente del 3, el 12 y el 16. De nuevo, según la presentación original
de Carter y Miles (1982), para la configuración de esta factor faltan los ítems 6 y 9.
E. En el Factor 4 se agrupan los ítems
9-11-13-14-15. Esta agrupación responde a la subescala Comunicación con el
Personal Sanitario (que abarcaba del ítem 11 al 15). En esta ocasión, la presencia
del ítem 9 en esta dimensión no está justificada teóricamente. Una vez más y según
la presentación original de Carter y Miles (1982), para la configuración de este factor
falta el ítem 12.
F. En el Factor 5 se agrupan los ítems
28-29-30. Esta agrupación responde claramente a la subescala Comportamiento del
Personal Sanitario (que abarcaba del ítem 26 al 30). Sin embargo, teóricamente,
esta dimensión estaba configurada por más ítems (concretamente el 26 y el 27) que los
que nosotros hemos obtenido, ítems que se hayan repartido entre el resto de las
subescalas.
G. En el Factor 6
saturan los ítems 2-6-18-19-27. Esta
agrupación no se corresponde con ninguna subescala teórica hipotetizada por los autores
del cuestionario original (Carter y Miles, 1982). Según ellos el ítem 2 se
correspondería con la dimensión Apariencia Física, el 6 con el factor
Tratamientos, los ítems 18 y 19 con la subescala Conductas y Respuesta
Emocional del Niño, y el 27 con la dimensión Conductas del Personal
Sanitario.
H. No encontramos
ítems que configuren el factor teórico hipotetizado por Carter y Miles (1982):
Apariencia Física.
Con estos
resultados, concluimos que la agrupación empírica de los ítems en factores no coincide
con la propuesta de Carter yMiles (1982). Uno de ellos agrupa una serie de ítems que no
se corresponden con ninguna dimensión teórica lógica (Factor 6) y, los demás, se
pueden identificar con subescalas interpretables, pero con muchísimos problemas.
A la vista de
estos resultados, consideramos la posibilidad de la extracción de otro número diferente
de dimensiones, que configurasen una nueva Estructura Multidimensional del «Estrés de
los Padres por la Hospitalización de sus Hijos».
Realizamos
análisis factoriales exploratorios rotando números diferentes de factores (por ejemplo
7, 5 y, hasta 4 factores sucesivamente). Observamos la agrupación temática de los ítems
en cada uno de los casos y no pudimos encontrar evidencia factorial que definiese de forma
lógica nuestro constructo.
En la tabla 2 recogemos algunos
resultados obtenidos en uno de los análisis anteriormente citados.
En definitiva, se
manifiesta una ausencia de consistencia del modelo propuesto por los autores del
instrumento, puesto que no se reproducen las dimensiones establecidas para el PSS. Estos
resultados podemos atribuirlos a diferentes razones:
1. La diferencia de contextos en los que ha sido aplicada
la escala: Carter y Miles (1982) idearon este instrumento para un entorno UCI (Unidad
de Cuidados Intensivos), y aunque nosotros hemos adaptado los ítems a nuestro contexto,
posiblemente haya que hacer mejores y mayores adaptaciones.
2. La traducción del cuestionario.
3. La falta de claridad en la determinación de las
dimensiones subyacentes del constructo que se pretenden medir ó la falta de estructura multidimensional del constructo «Estrés
de los padres como consecuencia de la hospitalización infantil».
Todo esto
evidencia la necesidad de continuar realizando estudios sobre la construcción y
elaboración de Instrumentos de Evaluación del «Estrés de los Padres por la
Hospitalización de sus Hijos», para llegar a delimitar con claridad el conjunto de
ítems que mejor represente y permita medir cada una de las dimensiones. Este trabajo,
constituye el punto de partida en este proceso.
Por último, y
como consecuencia de los resultados obtenidos, por el momento no recomendamos el uso de
este instrumento en el ámbito de la evaluación del estrés de los padres con motivo de
la hospitalización infantil, por considerar que no reúne los requerimientos métricos
necesarios (aunque no descartamos que pueda aconsejarse, en función de futuras
reformulaciones).
Estudio descriptivo de los ítems
Con el propósito de profundizar, un
poco más, en los posibles motivos de la falta de replicación del modelo multidimensional
de estrés paterno, propuesto por Carter y Miles (1982) para el instrumento PSS, queremos
reflejar un estudio descriptivo de los ítems del cuestionario.
Si recordamos la descripción del
instrumento PSS, vemos que el protocolo del cuestionario aconseja a los padres utilizar la
puntuación 0 para identificar situaciones que no hayan experimentado nunca a
lo largo de la hospitalización de sus hijos.
Al realizar un primer análisis de los
resultados obtenidos en la escala de estrés, observamos cómo sólo 15 padres, de los 242
que componen la muestra total, consideran que han vivido todas las situaciones que se les
evocan. En la tabla 3 presentamos, de manera pormenorizada, el número de padres que
asignaron 0 a cada uno de los ítems particulares.
Estos primeros datos denotan los
numerosos ítems no experimentados por los padres que componen nuestra muestra. Como ya
hemos indicado, tan sólo 15 padres manifiestan haber experimentado todas las
circunstancias que se les proponen. Estos resultados, quizá, nos están volviendo a
recordar la falta de adecuación del contenido de los ítems del cuestionario PSS, a las
vivencias de nuestros padres de niños hospitalizados. A pesar de esta evidencia, nos
queda una duda: ¿no querrán los padres representar con la puntuación 0 su
muy poco estrés en vez de una situación no experimentada; o tal
vez, ¿estaremos evocando situaciones que no son comunes en nuestro entorno de
hospitalización infantil?
Es posible que se trate más de una
falta de adecuación del contenido de los ítems a las vivencias más comunes en un
entorno de hospitalización pediátrica. Propugnamos esta hipótesis porque la recogida de
datos fue individualizada y se insistió mucho en el significado de la puntuación
0, aunque esto no sea garantía de una interpretación correcta de la escala.
En la tabla 4, presentamos los
estadísticos descriptivos de los ítems individuados correspondientes a cada una de las
seis subescalas del PSS hipotetizadas por los autores del cuestionario (Carter y Miles,
1982). El tratamiento estadístico dado al valor 0 es el de anularlo y, desde
luego, no considerarlo como un valor más de la escala.
La tabla 4 recoge, en concreto, los
valores medios y las desviaciones típicas de cada uno de los ítems, así como la
correlación de cada uno de ellos con el total de la subescala teórica a la que según
Carter y Miles (1982) pertenecen. Este último dato viene a ser un indicador, como ya
hemos apuntado, del grado de homogeneidad de cada ítem con la subescala teórica
propuesta.
Los ítems
correspondientes al factor Alteración de los roles de los padres mantienen
una correlación extraordinariamente alta con el total de su subescala teórica (dichos
coeficientes toman valores entre .8858 y .9381). Efectivamente, el análisis factorial
exploratorio había identificado esta dimensión teórica, aunque «contaminada» por el
ítem 26 que supuestamente pertenece al factor «Comportamiento del personal sanitario».
En el factor «Conducta y respuesta
emocional del niño», los ítems presentan, en general, correlaciones considerables con
el total de su subescala teórica. Sin embargo, el ítem 19 arroja una correlación baja
(.3735), y los ítems 16 y 18 presentan las correlaciones más bajas con su dimensión
teórica (.5210 y .6431, respectivamente), en comparación con el resto de los ítems que
la componen. Estos datos habían quedado constatados en el análisis factorial
exploratorio, en el cual estos tres ítems saturan por encima en otra subescala diferente
de la mencionada con anterioridad.
En cuanto al
factor Tratamientos ocurre algo similar, el ítem 9 presenta una correlación
muy baja con su subescala teórica (.2733) y el ítem 6 arroja una correlación más baja
(.5541) que el resto de los ítems que componen la dimensión teórica hipotetizada por
Carter y Miles (1982).
Los ítems correspondientes al factor
«Comunicación con el personal sanitario» mantienen una correlación bastante alta con
el total de su subescala teórica (los valores varían entre .6151 y .8618).
Efectivamente, el análisis factorial exploratorio había identificado esta dimensión
teórica, aunque contaminada por el ítem 9 que, supuestamente, pertenece al
factor Tratamientos. El ítem 12 mantiene una correlación elevada con su
subescala teórica (.6151), aunque este ítem saturaba por encima en otra dimensión
teórica (Tratamientos) distinta de la hipotetizada.
En el factor
Comportamiento del personal sanitario», los ítems presentan corrrelaciones muy
diferentes con el total de la dimensión teórica propuesta. Tal y como había
identificado el análisis factorial exploratorio, los ítems 28-29-30 mantienen una
correlación elevada con el total de su subescala teórica (entre .7045 y .7973); en esta
misma línea, el ítem 26 presenta una correlación baja (.2707, corroborando la
saturación de dicho ítem en otro factor distinto (Alteración de los roles de los
padres) del que le corresponde. Sin embargo, no encontramos problemas de
correlación del ítem 27 con su dimensión (.6427), aunque este ítem saturaba por encima
en otra dimensión teórica distinta de la hipotetizada.
Resultan sorprendentes los resultados
de homogeneidad de los ítems que teóricamente componen la subescala Apariencia
física. El análisis factorial exploratorio no reveló la existencia de esta
dimensión y, sin embargo, encontramos índices considerables de homogeneidad de los
ítems con el factor teórico hipotetizado por Carter y Miles (1982), valores entre .4478
y .6786.
Por eso
pensamos que, en general, estos datos de homogeneidad de cada ítem con el total de la
subescala teórica a la que pertenecen, contrastan bastante con los que habíamos obtenido
a partir de la aplicación del análisis factorial exploratorio.
ESTUDIO DE LA FIABILIDAD
En la tabla 5 presentamos los índices
de fiabilidad, obtenidos por Carter y Miles (1982) y los obtenidos en el presente estudio,
para cada una de las subescalas hipotetizadas por los autores del instrumento.
En principio, nuestros índices son
aceptables para todas las subescalas, siendo todos los valores superiores a .70 (varían
entre. 78 y .97).
Sin embargo, puede apreciarse, también
en la tabla 5, que los índices que hemos obtenido son inferiores, en casi todos los
casos, a los aportados por los autores originales del instrumento (Carter y Miles, 1982).
La fiabilidad total de la escala
también es menor (.92) que el índice obtenido por Carter y Miles (1982), que es de .95.
A pesar de ello, los valores de
consistencia interna que hemos obtenido son aceptables (todos ellos superiores a .70).
«A priori», este resultado puede
sorprendernos un poco, ya que a partir del análisis factorial exploratorio no habíamos
encontrado evidencia alguna del modelo factorial hipotetizado por los estudios originales.
Sin embargo, no es contradictorio con este dato el hecho de que las distintas subescalas y
el instrumento total presenten una consistencia interna adecuada.
Es decir, podemos afirmar que cada una
de las subescalas y el instrumento total de Estrés de los padres por la
hospitalización de sus hijos detectan con precisión diferencias individuales entre
dichos padres (es decir, miden bien), a pesar de que no sabemos si están evaluando,
precisamente, aquello que pretendían medir: factores de estrés paterno.
En resumen, podemos afirmar que el PSS
arroja una consistencia interna adecuada tanto para cada una de las subescalas, como para
el instrumento total.
Este dato puede seguir confirmando
nuestra hipótesis de que la no obtención de resultados satisfactorios y significativos,
desde el punto de vista factorial, para esta escala puede ser debida o a la falta de
homogeneidad entre los contextos para los que fue diseñado el cuestionario y el de la
muestra que nosotros hemos estudiado, o tal vez, a la falta de estructura multidimensional
del constructo Estrés de los padres por la hospitalización de sus hijos.
Observamos, pués, que este
instrumento mide con precisión pero, sin embargo, no reproduce con claridad
factores de estrés paterno respecto del entorno de una hospitalización infantil, tal y
como fueron adaptados desde un instrumento referido al estrés paterno originado por un
entorno UCI.
CONCLUSIONES E IMPLICACIONES
A la vista de los resultados expuestos
se evidencia la no consistencia de las seis dimensiones hipotetizadas por los autores del
instrumento (Carter y Miles, 1982).
El comportamiento de los ítems en esta
versión en lengua castellana del instrumento (Polaino-Lorente y Ochoa, 1992) es un poco
dudoso; la baja correlación de algunos ítems con su factor podría hacer necesaria su
revisión o reformulación para futuros trabajos.
Por último, la consistencia interna de
cada una de las subescalas y del instrumento en su totalidad son adecuadas, lo que muestra
que la escala mide con precisión, es decir, que es susceptible de detectar diferencias
interindividuales entre los sujetos investigados, a pesar de que no sabemos si está
evaluando, precisamente, aquello que pretendían medir: factores de estrés paterno.
Todas estas conclusiones evidencian la
necesidad de continuar realizando estudios sobre la construcción y elaboración de
Instrumentos de Evaluación del Estrés de los Padres por la Hospitalización de sus
Hijos, para llegar a delimitar con claridad el conjunto de ítems que mejor
represente y permita medir cada una de las dimensiones. Este trabajo, constituye el punto
de partida en un proceso que contribuya a la medición de dicha variable.
Por último, recomendamos no hacer uso
de este instrumento en el ámbito de la evaluación del estrés de los padres con motivo
de la hospitalización infantil, hasta que no contemos con una nueva versión más
adecuada al objetivo que pretendemos.