El cuestionario CBCL de Achenbach:
Adaptación española y aplicaciones
clínico-epidemiológicas (1)
Achenbach's CBCL Questionnaire:
Spanish adaptation and clinical-epistemological applications
Eva SARDINERO GARCIA (*)
J.L. PEDREIRA MASSA (**)
J. MUÑIZ (***)
Resumen
La
taxonomía son sistemas de clasificación que intentan reflejar las similitudes y
diferencias intrínsecas entre los casos estudiados. Investigaciones cognitivas muestran
que las valoraciones taxonómicas incluyen criterios cuantitativos y características
individuales de cada caso en las categorías de estudio. La taxometría hace referencia a
la capacidad de medida del proceso taxonómico, como ejemplo exponemos la siguiente
secuencia: evaluación cuantitativa de los hechos descriptivos; derivación a síndromes
característicos por medio de análisis multivariante de los índices obtenidos;
transformación en síndromes por índices estandarizados según una norma clínica;
agregación de los índices sindrómicos en perfiles multidimensionales; construcción de
tipologías de perfiles por análisis de cluster, y clasificación de los niños/as según
a índices cuantitativos según su cumplimiento de los perfiles. En nuestra opinión el
CBCL de Achenbach reúne las características taxométricas más adecuadas, porque incluye
la necesidad de considerar en la evaluación las múltiples facetas del funcionamiento
infantil, permitiendo un acercamiento multiaxial tanto en la evaluación como en la
taxonomía. En nuestra investigación la muestra fue de 235 niños y niñas con edades
comprendidas entre 6-11 años, obtenidos por prevalencia puntual en Servicios de Atención
Primaria Pediátrica.
ABSTRACT
Taxonomies
are classifications intended to reflect similarities and differences between cases.
Cognitive research shows that taxonomic judgments involve quantitatively matching the
features of individual cases to the prototypical features of categories. Taxonometry
refers to the measuring capacity of the taxonomic process. As an example, we show the
following sequence: quantitative scoring of descriptive features; derivation to
prototypical syndromes through multivariate analysis of scores; conversion of raw
syndromes scores to norm-based standard socres; aggregation of syndrome scores in
multidimensional profiles; building of typologies of prolife patterns through cluster
analysis; and classification of children according to quantitative indices of their
resemblance to profile types. In our opinion, Achenbach's CBCL is the best taxometric
instrument, as it includes the need to consider the multiple facets of children
functioning, allowing a multiaxial approach both in the evaluation and in the taxonomy.
Our sample consisted of 235 children aged 6 to 11 years, from Primary Pediatric Health
Services.
PALABRAS CLAVE
CBCL, validación española, taxometría, epidemiológia
KEY WORDS
Child Behavior
Checklist, Spanish Adaptation, Taxometry, Epidemiology
(1) La aplicación
Epidemiológica de este trabajo de investigación ha obtenido el Premio Dr. Escudero
Valverde de la Real Academia Nacional de Medicina, 1994.
(*) Doctora en Psicología.
Unidad Salud Mental Infantil de Gijón (SESPA).
(**) Doctor en Psiquiatría
Infantil. Unidad Salud Mental Infantil de Avilés (SESPA).
(***) Catedrático de
Psicometría. Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo.
INTRODUCCION
A finales de 1976, la OMS convocó un Comité de Expertos para
examinar los conocimientos existentes acerca de la Salud Mental y el Desarrollo
Psicosocial de la Infancia. Dicho Comité demostró que a pesar de la severidad y
extensión de los trastornos psíquicos de niños y adolescentes en el mundo
industrializado, no se les prestaba la suficiente atención. Como consecuencia no se
realizaban los esfuerzos precisos para desarrollar actividades tendentes al diagnóstico
precoz y al tratamiento de dichos trastornos.
Una de las recomendaciones formuladas por este Comité de
Expertos fue la necesidad de sistematizar técnicas aplicables a la evaluación de los
problemas de salud mental en la infancia, adecuando los recursos disponibles en los
diferentes países. Para desarrollar esta y otras recomendaciones de forma satisfactoria
se propusieron, entre otros, los siguientes objetivos:
Facilitar
información acerca de las necesidades de salud mental y de los recursos disponibles
para hacer frente a esas necesidades de la infancia en los diferentes países.
Contribuir a obtener métodos que permitieran evaluar los problemas de
salud mental de la infancia, y desarrollar programas con los que los diferentes países
pudieran recopilar la información que necesitaran para adoptar las medidas
correspondientes.
Dar a conocer
los problemas de salud mental existentes en la infancia y exponer las posibles soluciones
en aquellos países interesados, facilitando la preparación de programas en este campo.
La mayoría de los autores consultados
afirman la necesidad de una estrategia activa que se dirija hacia una detección temprana
de los problemas, a la que debe seguir un tratamiento adecuado como objetivo deseable. Un
camino favorable para la detección precoz de los trastornos psíquicos en la población
infanto-juvenil es la identificación de casos o screening. Con frecuencia hemos
comprobado que este tipo de instrumentos son usados solo en investigaciones
epidemiológicas. El instrumento mejor estandarizado, según una revisión de ellos
(PEDREIRA y SANCHEZ, 1992), es el Child Behavior Checklist (CBCL), que puede rellenarse de
forma relativamente sencilla y rápida por los padres. Este método puede ser idóneo para
su aplicación en las consultas médicas ordinarias y/o en los exámenes periódicos de
salud escolar. Está por demostrar que la introducción de este tipo de instrumentos pueda
mejorar realmente la detección de trastornos mentales en la infancia y la adolescencia en
las consultas pediátricas. Hasta el momento actual, los estudios realizados sobre los
efectos de la aplicación de este tipo de instrumentos, como el General Health
Questionaire (GHQ) de GOLDBERG (1970), comparable al CBCL pero solo para adultos, ha
ofrecido resultados contradictorios.
Como antecedente de este tipo de investigaciones en la infancia y
la adolescencia podrían establecerse los estudios realizados en Chile por MONTENEGRO et
al. (1983), en los Países Bajos por VERHULST (1985a) y en Puerto Rico por BIRD et al.
(1988) y PEDREIRA y SARDINERO en España (1994 y 1996) sobre el inicial trabajo de
ACHENBACH y EDELBROCK (1983).
MATERIAL Y METODOS
El objetivo general de esta investigación es evaluar la
validez diagnóstica del Cuestionario de Comportamiento Infantil (Child Behavior
Checklist: CBCL) de ACHENBACH. La investigación se ha programado en dos fases para el
período de edad comprendido entre los 6 y 11 años.
Los objetivos
específicos son los siguientes:
1º Determinar los caracteres psicométricos del CBCL en
términos de fiabilidad y validez.
2º Evaluar la capacidad de discriminación entre
«caso-no caso» en salud mental infanto-juvenil del instrumento de screening elegido.
Marco
y unidad de muestreo:
La
población de estudio corresponde a niños y niñas comprendidos entre 6.0 años y 11
años y 11 meses de un sector de atención primaria de salud en la Comunidad Autónoma de
Asturias.
1.
Muestra de la primera fase: Se consideró la totalidad de la población atendida por
los Pediatras del Centro de Atención Primaria seleccionado, dentro del rango de edad
previamente establecido, durante un período de 3 meses (concepto de preevalencia puntual en estudios epidemiológicos de campo en la
comunidad). La muestra quedó constituida por 235 casos (123 niños y 112 niñas), cuya
distribución por sexos aparecen especificados en la Fig. 1. La tasa global de respuesta
obtenida para el CBCL fue de un 85,8%. Similar a las obtenidas por ACHENBACH et al.
(1981), de 82,3% para su muestra de población general, y por VERHULST (1985) de 85,1%.
2.
Muestra de la segunda fase: Para obtener esta segunda submuestra se distribuyeron las
puntuaciones obtenidas en el CBCL en tres grupos: Puntuaciones
altas, medias y bajas. A su vez se estableció una segunda división de acuerdo a las
escalas de internalización y de externalización,
evitando la coincidencia de casos de ambas escalas. Por fin, se dividió en los dos sexos
de niños y niñas buscando que se respetara, en la medida de lo posible, el porcentaje
entre ambos, para cada grupo y escalas, con relación a la muestra general. Cuando el
número en alguna de las puntuaciones era reducido se consideraba la totalidad de los
casos, lo que se detectó en las puntuaciones altas para ambas escalas y para los dos
sexos.
El total de la segunda submuestra (Fig. 2), así obtenida, fue de
103 casos (43,8%), quedando finalmente reducida a 98 casos (41.7%), después de la
recapacitación de casos mediante una lista de sustitutos con las mismas características
de sexo y puntuación en las escalas para reemplazar los rechazos y no localizaciones. A
estos 98 casos (56 niños y 42 niñas) se les realizó la entrevista clínica
semiestructurada, corresponde una tasa de respuesta de 95,1%, mayor que la tasa de
respuesta al CBCL por la imposibilidad de contar con una lista de reemplazos en las
circunstancias en que se realizó el trabajo de campo. En cuatro casos no se pudo realizar
la entrevista familiar por negativa familiar y en el quinto por haber aportado una
dirección inexacta.
Para análisis dicotómicos las puntuaciones
altas y medias se corresponderían a la categoría de «rango clínico» y las
puntuaciones bajas a la categoría de «rango normal». Añadiendo a esta valoración el
diagnóstico CIE-10 (1992), según el criterio establecido con anterioridad.
INSTRUMENTOS:
1. Instrumento de la
primera fase: Para esta parte del estudio se empleó el Child Behavior
Checklist (CBCL), cuestionario desarrollado por ACHENBACH y EDELBROCK (1983) para
padres (Anexo I). El CBCL contiene dos secciones: 20 ítems de competencia social y 118
ítems (5 de ellos se incluyen en el ítem 56 para intentar perfilarlo de forma más
precisa, por lo tanto la numeración general es de 113) de problemas de comportamiento. El
CBCL puede ser completado por los padres u otras personas que conozcan bien al niño en un
tiempo aproximado de 15-30 min.
Además del CBCL, EDELBROCK y ACHENBACH (1980) han desarrollado
el Child Behavior Profile (CBP) con el propósito de derivar síndromes empíricos de
problemas de comportamiento que permita una mejor discriminación de los trastornos
presentados por los niños/as. Cada Listado de Comportamiento Infantil obtiene así su
traducción en un Perfil de Comportamiento.
2.
Instrumentos de la segunda fase: Se seleccionó una entrevista semiestructurada que
fuera sencilla de utilizar y que pudiera informatizarse usando los criterios de caso
según los parámetros CIE-10 citados con anterioridad. Previamente se habían revisado
varias de las que se utilizan en la evaluación clínica en Salud Mental Infantil, pero la
mayoría de ellas o se referían a problemas concretos o eran muy amplias o no respondían
a los criterios que se planteaban o no estaban estandarizadas para su uso en nuestro
país. Por estas razones y por economía a la hora de la supervisión se optó por la
denominada Entrevista Semiestructurada de
Psiquiatría Infantil (ESPI) elaborada por PEDREIRA (1991B).
3.
Puntuación y codificación del CBCL: La puntuación y codificación de cada
cuestionario y su posterior transcripción a perfiles fue realizada por un Psicólogo
Clínico Infantil y un Médico Residente de Paidopsiquiatría, con la supervisión de uno
de los directores de la investigación. Se siguieron los siguientes criterios:
El sistema de puntuación fue el que nos recomendó el propio
ACHENBACH, según los rangos que él previamente tenía determinados. según esta puntuación obtenida se clasificó,
tanto para la subescala de internalización como para la de externalización, en lo
siguientes grupos:
Puntuación alta: Mayor o igual a 61.
Puntuación media:Entre 33 y 60.
Puntuación
baja: Inferior a 27.
Análisis
de Datos:
Para evaluar las características
psicométricas del instrumento de medición (CBCL) nos ocupamos, dentro de la teoría
clásica de los test, de las medidas de fiabilidad y validez (GRAZZIANO & RAULIN,
1984). Como las características y prevalencia del comportamiento podría diferir además
de por la edad, ya contemplado en la elección de rango, por el sexo, se hicieron
análisis separados para cada uno de los sexos.
Para estimar la fiabilidad en este caso, se
utilizó uno de los procedimientos de consistencia
interna, ya que no disponíamos de la posibilidad de aplicación de la prueba en una
segunda ocasión ni de obtener los resultados en una prueba paralela. Así pues, para la
obtención de la fiabilidad se utilizó en la práctica los procedimientos alpha de Cronbach, de uso
frecuente.
El análisis factorial fue elegido para el
estudio de la interdependencia entre variables. Intentando
descubrir qué factores o dimensiones se dibujaban y cómo y dónde saturaban las
distintas variables implicadas. Después de la preparación de la matriz de correlaciones
entre las nueve variables, por separado ambos sexos, la factorización por el método de
componentes principales informó de la conveniencia de mantener los dos factores,
Internalización-Externalización, como significativos.
Con los valores calculados hasta el momento
se garantizan las propiedades psicométricas del instrumento empleado, al mismo tiempo,
que se da paso al segundo tipo de análisis: la validación del instrumento de medida.
Como parte integral del procedimiento de validación se
establecieron datos normativos para la muestra de población estudiada. Las normas se
diferenciaron en función del esquema empleado con anterioridad para las escalas de
Internalización, Externalización y Totales de Problemas de Comportamiento, por separado
para ambos sexos. Empleando percentiles como sistema de puntuación se buscaba definir el límite crítico que mejor precisara la categorización
de sujetos en la muestra del estudio, probando con diferentes puntuaciones de corte
establecidos de antemano. Para el diagnóstico «caso»-«no caso» se obtuvo de los
resultados de la entrevista clínica semiestructurada ESPI tras la realización de un
programa informático BASIC según un cuadernillo de claves elaboradas de forma
específica al respecto.
A efectos de cálculo nos ocuparemos de la
validez relacionada con un criterio externo o validez de criterio. La validez de criterio
o validez empírica comprende, a su vez, dos problemas de cálculo: validez concurrente,
cuyo objetivo es la obtención de un diagnóstico y validez predictiva en la que el
objetivo es la predicción. Para obtener el coeficiente de validez se precisa calcular un
coeficiente de correlación entre las puntuaciones en la prueba y en el criterio. Se
calcularon los siguientes coeficientes de correlación: «Chi» cuadrado, Coeficiente de
contingencia, Coeficiente fi, e «Indice Kappa» a niveles de significancia estadística
de p<.01 y p<.001, ya que evaluaban diferentes grados de «exigencia» estadística.
El conjunto del procedimiento estadístico se realizó con el Paquete estadístico informatizado SPSS.
Con fines predictivos son
cuatro los resultados posibles: Falsos
Positivos: Porcentaje de «no-casos»
clasificados como perteneciendo a la categoría de «casos». Falsos Negativos: Porcentaje de «casos»
clasificados como perteneciendo a la categoría de «no-casos».
A su vez, la clasificación con éxito
«caso» y «no-caso» del instrumento de medida tiene dos componentes: Sensibilidad y Especificidad:
Sensibilidad
de la prueba: Porcentaje de «casos» correctamente identificados como «casos» en
una población. Precisa un punto de corte bajo:
Especificidad de la
prueba: Porcentaje de «no-casos» correctamente identificados como «no -casos» en
una población. Se aumenta la especificidad subiendo el punto de corte:
En este caso el punto de corte ideal sería aquél que aportara
una clasificación de «casos» y «no casos» lo más similar posible a los conseguidos
en la entrevista clínica semiestructurada.
RESULTADOS
Para mayor facilidad en la exposición se plantearán los
resultados en dos grandes apartados: las cualidades psicométricas del CBCL y su
aplicación como posible instrumento de screening.
1.
Cualidades psicométricas del CBCL: Corresponde a la primera fase del
procedimiento de investigación, es decir, a partir de los datos obtenidos de la totalidad
de los 235 sujetos que completaron el CBCL.
La Tabla I muestra los valores obtenidos,
siendo altamente consistentes para las escalas de Competencia Social (en las niñas es de
.55 y en los niños de .48). Por sexos, en las niñas los valores «alfa» son más altos
tanto en Externalización (.87) como en Internalización (.81), en relación a los valores
obtenidos en los niños (.83 y .71, respectivamente).
Con la técnica de análisis factorial se
examinó la estructura de la prueba. Se obtuvieron las matrices de correlación de 9
factores que se correspon-dían con las subescalas del CBCL y, al igual que en la prueba
precedente, los resultados se diferenciaron en los dos sexos (Tabla II). Asimismo, se
obtuvieron las matrices de correlación entre las subescalas de internalización y de
externalización tanto en niñas (Tabla III) como en niños (Tabla IV). En su mayor parte
las correlaciones fueron significativas a niveles p<.01 y p<.001.
Con el análisis de componentes principales
en el interior de la muestra, separada por sexos, se comprobó la agrupación empírica de
los ítems en las escalas. Las matrices factoriales (Tabla V) dibujaron en ambos sexos la
existencia de dos factores definidos que
agrupan al conjunto de las 9 subescalas independientes. En 3 de ellas existe una
diferencia en ambos sexos, mientras en niñas aparecen definidas como
«Esquizo-Obsesivo», «Problemas Sexuales» y «Crueldad», en niños figuran como
«Esquizo-Ansioso», «Obsesivo-Compulsivo» e «Incomunicación», que viene configurada
por la agrupación diferenciada de los ítems y las subescalas que el autor realiza para
ambos sexos. confirmándose la estructura
estable del cuestionario CBCL, así como el mantenimiento definido de dos factores, uno de
Internalización y otro de Externalización como ya fue adelantado por el propio ACHENBACH
en su estudio original.
En las niñas la matriz
factorial de internalización informa de una saturación más significativa en las
subescalas de depresión y aislamiento social. Así como la matriz factorial de
externalización muestra una saturación más significativa en las subescalas de
agresividad e hiperactividad. Explicando el factor de internalización el mayor porcentaje
de varianza (63%) en relación al factor de externalización (51,8%).
En
los niños serían significativas las
cargas de las subescalas obsesivo-compulsivas, depresión e incomunicación en la matriz
factorial de internalización. De igual manera en la matriz factorial de externalización
las cargas más significativas aparecen en las subescalas de agresividad, hiperactividad y
delincuencia. En los niños, a diferencia de las
niñas, el factor de externalización explica un mayor porcentaje de varianza (65%) que el
factor de internalización (55,3%).
2. CBCL como instrumento de screening
2.1. Diagnóstico de caso: En la
Fig. 3 se observa que la muestra de la segunda fase de la investigación se compuso de 98
sujetos, de los que 56 fueron catalogados como «caso» (57,1%), 34 fueron niños (60,7%)
y el resto niñas (el 52,4% de las 42 niñas entrevistadas).
2.2. Validez
del CBCL: Las tablas de conversión de las puntuaciones directas a percentiles de
nuestra muestra se presentan en el Anexo II, para las niñas y en el Anexo III, para los
niños. Corresponden a las escalas de Internalización y Externalización y para el CBCL
en su conjunto, excluida la escala de Competencia Social.
2.2.1. Sensibilidad
y especificidad para las niñas: La Tabla VI resume los resultados
obtenidos para diversos cortes en las puntuaciones totales del CBCL. La mayor sensibilidad
obtenida es de 0.863 para puntuaciones directas de 29.8, 31.45 y 35 que se corresponden
con los percentiles de 60, 65 y 70, respectivamente, ofreciendo un porcentaje de falsos
negativos de 7.14% de los sujetos. La especificidad fue del 0.95 para puntuaciones
directas de 35, 37, 39.8, 44.1 y 50.4, que se corresponden respectivamente con percentiles
de 70, 75, 80, 85 y 90, ofreciendo un 2.38% para los sujetos que fueron catalogados como
falsos positivos. Del conjunto de ambos valores pueden decirse que CBCL se comporta en
esta investigación como una prueba más específica que sensible. El corte que
corresponde a una puntuación directa de 35 o a un percentil de 70 es en el que
sensibilidad (0.863) y especificidad (0.95) obtienen los valores más adecuados para poder
ser considerada dicha prueba como instrumento de screening, obteniendo solo un 9.52 de
casos mal clasificados (7.14% como falsos negativos y 2.38% como falsos positivos).
La Tabla VII refleja los valores de
sensibilidad y especificidad de la escala internalización: Los percentiles 65 y 70, se
corresponden con puntuaciones directas de 12.45 y 14 respectivamente, son los puntos de
corte que maximizan y equilibran las medidas de sensibilidad (0.636) y especificidad
(0.85). Obteniendo una tasa de mal clasificados de un 26.16% (7.14% como falsos positivos
y 19.05% como falsos negativos). Estas dos medidas de validación en la escala
externalización (Tabla VIII) obtienen su mejor resultado en el percentil 65,
correspondiente a puntuación directa 18, con unos valores de sensibilidad de 0.86 y de
especificidad de 0.85 y con una tasa de mal clasificados inferior a la escala de
internalización (14.28% siendo para los falsos positivos y falsos negativos una tasa de
7.14%).
La comparación de estos últimos
resultados a efectos de screening demuestra que la mejor puntuación de corte se sitúa en
el percentil 65, donde se sigue manteniendo una alta especificidad y una adecuada
sensibilidad de la prueba, apreciablemente más baja en internalización que en
externalización que se corresponde con unos valores de error de clasificación que
oscilan entre 26.16%, para la escala internalización, y menor para la escala
externalización, de 14.28%.
Además de las medidas de validación de tipo epidemiológico,
expresadas con anterioridad, se realizaron una serie
de coeficientes de correlación estadística entre las medidas de patología obtenidas
según diversos cortes en el CBCL (Tabla IX) y la entrevista clínica (ESPI), los
resultados son superponibles a los expuestos con anterioridad, es decir: tanto el «chi»
cuadrado de 27.80 para p<.001, el coeficiente de contingencia de 0.631 para p<.001,
una «fi» de 0.814 para p<.001 como el índice Kappa igual a 0.809 para p<.001 nos
señalan el corte en el percentil 70 como el más adecuado para el CBCL como prueba total.
También se realizaron iguales medidas de correlación para las escalas internalización
(Tabla X) («Chi» Cuadrado=10.29,
«C»=0.443, «Fi»=0.494 y «K»=0.481, con niveles de significación estadística de
p<.01) y escala de externalización (Tabla XI) («Chi» Cuadrado=21.38, «C»=0.581,
«Fi»=0.734 y «K»=0.695, con una significación estadística de p<.001), que
confirman al percentil 65 como punto de corte más satisfactorio para puntuaciones por
escalas, inter y externalización.
2.2.2. Sensibilidad
y especificidad para los niños: La Tabla VI muestra los valores de
sensibilidad y especificidad para los mismos cortes realizados en puntuaciones totales del CBCL, hallados en los
niños. Las sensibilidades más altas de 0.735, 0.706 se encuentran en puntuaciones
directas de 36, 39 y 44.6 que se corresponden con percentiles 60, 65 y 70,
respectivamente, obteniendo un porcentaje de falsos negativos de 16.07% (P 60), 17.86% (P
65 y P 70). Los valores más altos de especificidad fueron 0.863, 0.954 y 1 que se
corresponden con puntuaciones directas de 44.6 (P 70), 47 (P 75) y 56 (P 80)
respectivamente, ofreciendo un porcentaje de falsos positivos de 5.36% en el percentil 70,
1.79% en el percentil 75 y 0% en el percentil 80. También en el caso de los niños el
CBCL confirma ser una prueba altamente específica y menos sensible. El corte que
corresponde a puntuación directa 44.6 (P 70) es el que ofrece un mejor ajuste entre las
medidas de sensibilidad (0.706) y especificidad (0.863) se corresponde con una tasa menor
de porcentaje de mal clasificados de 23.22% (5.36% falsos positivos y 17.86% falsos
negativos).,
La Tabla VII resume los valores de
sensibilidad y especificidad en la escala internalización para niños: El percentil 65,
al que corresponde una puntuación directa de 20, le corresponden medidas de sensibilidad
y especificidad más próximas, por encima del percentil 65 la sensibilidad disminuye y se
incrementa la especificidad y viceversa, manteniéndose el porcentaje de mal clasificados
de un 25% (7.14% falsos positivos y 17.86% falsos negativos). Los resultados de estas dos
medidas en la escala externalización aparecen en la Tabla VIII: En la misma línea que en
la escala internalización, el mejor corte se sitúa en el percentil 65 por el equilibrio
de las medidas de sensibilidad (0.706) y especificidad (0.773), aunque en este caso el
porcentaje de mal clasificados de 26.79% (8.93% falsos positivos y 17.86% falsos
negativos) no es mantenido a lo largo de las puntuaciones de corte que se muestran en la
tabla, la diferencia es insignificante. En resumen: estos hallazgos confirman como mejor
puntuación de corte para escalas internalización y externalización en los niños el
percentil 65 dado que ofrece una mejor equiparación entre medidas de sensibilidad y
especificidad y unos porcentajes de mal clasificados muy similares, 25% para la escala de
internalización y 26.79% para la escala de externalización.
Las medidas de correlacion entre
distintos puntos de corte del CBCL y el diagnóstico de caso por entrevista clínica en
niños (Tabla IX) confirman el punto de corte en puntuación directa 44.6 (P 70) («chi»
cuadrado=17.40, coeficiente de contingencia=0.486, «fi»=0.556 e índice Kappa=0.539) a
un nivel de significancia estadística de p<.001. La revisión de los coeficientes de
correlación en la escala de internalización (Tabla X) y escala de externalización
(Tabla XI) corroboran el mantenimiento de la puntuación directa 20 (p 65) como punto de
corte a un nivel de significancia estadística de p<.01.
DISCUSION Y COMENTARIOS
La validez del CBCL ha obtenido suficiente
comparación con muestras recogidas en diversos paises además de USA, donde originalmente
se elaboró y estandarizó el cuestionario con población infanto-juvenil no clínica. Los
datos se han aportado por medio de la realización de estudios transversales,
fundamentalmente fuera de nuestro país. Se quiere resaltar, por la similitud
metodológica con el presente trabajo, el que corresponde a una muestra holandesa
(VERHULST 1985) seleccionada al azar de entre la población infantil de los censos
municipales y un segundo estudio realizado sobre una muestra de población infantil
general española (BONET, 1991). Ambos estudios mostraban similares resultados en la
puntuación total de problemas comportamentales comunicadas por ACHENBACH y EDELBROCK
(1983) en su estudio original.
Puntuaciones más elevadas fueron obtenidas
en una muestra escolar de Canadá (SCHWAGER et al., 1982), en una muestra de población
infantil puertoriqueña (BIRD et al., 1988) y en una muestra de población escolar de
Chile (MONTENEGRO, 1983). En otro estudio americano de valoración de problemas de
comportamiento en niños/as atendidos en atención primaria de salud, las puntuaciones
totales de problemas de comportamiento son significativamente más altas que en la muestra
no-clínica americana del CBCL. Los datos encontrados en el presente estudio confirman lo
aportado por los trabajos mencionados anteriormente, es decir: que las puntuaciones del
CBCL varían significativamente de acuerdo a las características demográficas de la
muestra investigada, con lo que la escala de puntuaciones para la muestra no-clínica
americana del CBCL no es universalmente válida y necesita ser validada cuidadosamente en
cada contexto, cuando el cuestionario CBCL es empleado con muestras que son
demográficamente diferentes a la estandarizada americana.
Los análisis estadísticos realizados en
este estudio garantizan las cualidades psicométricas del cuestionario en su conjunto y
por escalas. En consonancia con los estudios que aportan datos de fiabilidad de la prueba
del CBCL (BIRD et al., 1988; BONET, 1991; COSTELLO et al., 1988; MONTENEGRO, 1983;
SCHWAGER et al., 1982 y VERHULST, 1985).
Se ha aceptado como procedimiento de
investigación el estudio en doble fase sobre una prevalencia puntual en Atención
Primaria, en primer lugar por el rigor del procedimiento de investigación y, en segundo
lugar, por aportar una referencia de tipo epidemiológico de tipo temporal y precisa. Para
la segunda fase había que seleccionar el criterio de caso y el instrumento para
determinarlo. A pesar de todas las críticas que se puedan realizar (PEDREIRA y RINCON,
1989), se ha preferido utilizar un sistema mixto: clínico y epidemiológico-estadístico,
que incluyera tanto criterios de inclusión como criterios de exclusión a la hora de
determinar los trastornos. Con estas características se optó por elegir el sistema de la
OMS:CIE-10. Como instrumento de evaluación se decidió una entrevista clínica
semiestructurada como base y que reuniera algunas características: planteamiento
evolutivo y clínico, posibilidad de evaluarse según criterios CIE-10 y que tuviera una
base empírica tanto en la concepción como en el desarrollo. Tras una revisión adecuada,
se comprobó que la ESPI (PEDREIRA, 1990a y 1991b) podría reunir estas características,
pero además permitía: evaluar la co-morbilidad en la etapa infanto-juvenil, complementar
los criterios CIE-10 eliminando los síntomas puramente de la edad adulta manteniendo un
nivel de equivalencias a la hora de los criterios de inclusión y, sobre todo, la
accesibilidad del autor del instrumento de evaluación clínica.
Con estas premisas de introducción se
plantean una serie de preguntas a la hora de discutir: ¿El CBCL se demustra para la población infantil
asturiana con adecuadas propiedades psicométricas? ¿El CBCL tiene las suficientes
propiedades como para poder ser utilizado como instrumento de screening y en qué
condiciones debe ser utilizado? ¿Puede ser utilizado el CBCL como un instrumento adecuado
a la relación entre la Atención primaria Pediátrica y la Salud Mental Infantil y cómo
utilizarlo? ¿Qué líneas de investigación y qué preguntas abre este tipo de trabajos?
1.
Escalas y listados de evaluación de la conducta infantil: Existen numerosas escalas y
listados que están siendo utilizados en diversas investigaciones sobre psicopatología
infantil. Los ítems de que constan oscilan entre 10 y 600 y se puntúan en agrupamientos
que oscilan entre 1 y 33 subescalas. Los ítems fluctúan entre valoración de
comportamientos altamente específicos y cualidades más abstractas de funcionamiento
personal o social, o constructos muy específicos (p.e. nivel de actividad) o categorías
psicopatológicas muy extensas (p.e. comportamientos de externalización). Varían en su
calidad, en el tipo de investigación desarrollada sobre sus cualidades psicométricas y
en los objetivos para los que se han diseñado.
La validez o fiabilidad de estas escalas
puede estar comprometida por numerosos problemas de orden conceptual o práctico tanto en
su construcción como en su uso e interpretación (BEICHTMAN et al., 1985; MUÑOZ et al.,
1979; OFFORD et al., 1986 y RUTTER et al., 1968).
Por ejemplo la puntuación en el orden temporal de una conducta: puntuarla en el momento
actual o no; también influyen en las puntuaciones las características del informante en
cuanto a su inteligencia, educación, etc. Otra fuente de variaciones proviene de la
manera en que la escala ha sido construida, la especificidad del enunciado de las
preguntas, el período de tiempo sobre el que se han de recoger las observaciones, etc.
Otro problema es la decisión sobre el tipo de medidas que se utilizarán para valorar la
validez del constructo de la escala, p.e. las medidas de observación. Muchas escalas
utilizan el análisis factorial para desarrollar subescalas que puedan reflejar
dimensiones parciales de la psicopatología infantil, pero estos nuevos factores pueden o
no representar dimensiones reales del comportamiento infantil.
A pesar de los problemas que se han
descrito, el uso e interpretación de este tipo de escalas tienen también numerosas ventajas: Tienen la capacidad de recoger
información de personas que han convivido con el niño/a durante varios años y en
diversas situaciones. Permiten recoger algunos datos inusuales, que podrían perderse en
la observación directa. Son instrumentos baratos y eficientes referidos al tiempo que se
utiliza en rellenarlos. Pueden tener datos normativos para establecer la desviación
estadística de las puntuaciones obtenidas por el niño/a. Existen diversos formatos que
abarcan una gran variedad de dimensiones de la psicopatología infantil. Incorporan
opiniones de personas significativas en el entorno natural del niño/a responsables de su
cuidado y tratamiento. Señalan la variación situacional, recogiendo las características
más estables del comportamiento infantil. Por último, permiten cuantificar ciertos
aspectos cualitativos del comportamiento que son de difícil obtención por otros métodos
de observación directa.
Las escalas tienen diversas funciones
(ACHENBACH & EDELBROCK, 1983) tales como: investigación epidemiológica,
subagrupamiento de niños/as en grupos más homogé-neos, exploración de hipótesis
etiológicas de ciertos trastornos, pronóstico de grupos clínicos en seguimiento
longitudinal a lo largo de intervalos más o menos largos de tiempo. Por estas razones,
entre otras, continuarán teniendo un importante papel para la investigación en temas de
psicopatología infantil.
Como fase previa a esta investigación, dentro de un proyecto
más amplio del que este trabajo representa su fase fundamental de aplicación empírica,
PEDREIRA & SANCHEZ (1992) han revisado aquellas escalas de utilización más amplias
en trabajos epidemiológicos siguiendo y actualizando la sistematización realizada por
BARKLEY (1988), las han agrupado en tres apartados atendiendo a quien aportaba la
información sobre las características de la conducta de cada niño/a: escalas para
padres, escalas para profesores y escalas destinadas a informantes múltiples.
Posteriormente se agrupó la información más significativa respecto de cada
prueba/escala localizada en base a autores, número de ítems, tiempo de cumplimentación,
rango de edad, existencia de programa informático, fiabilidad, validez, datos normativos
y factores evaluados. La información aportada por estos autores se pueden resumir de la
siguiente forma: existen suficientes escalas para valorar los trastornos psicopatológicos
más comunes en la infancia y que no se precisaría desarrollar nuevas escalas de tipo
general, de banda ancha. Estos autores sugieren que el avance de la investigación
vendría dado por la profundización en nuevos estudios de las propiedades y utilidad de
las escalas ya existentes, sobre todo de las que están bien desarrolladas y
estandarizadas como son el CBCL, RPBC y las escalas de CONNERS.
Todo lo contrario ocurre cuando queremos
valorar aspectos psicopatológicos muy específicos como la ansiedad, depresión, quejas
psicosomáticas o habilidades sociales, ya que apenas existen escalas. Aunque se pueden
utilizar las subescalas de instrumentos más amplios, sería interesante poder desarrollar
escalas más específicas en la línea de las formuladas para autocontrol, hiperactividad
y miedos en la infancia.
Existen pocos trabajos valorando la utilidad
de las escalas en el seguimiento de niños/as con trastornos de conducta sometidos/as a
tratamiento, bien sea farmacológico, conductual, familiar, psicoterapéutico, etc. Las
escalas pueden ser de gran utilidad si son capaces de ofrecer subagrupamientos de
poblaciones infantiles en categorías más específicas y relacionadas con diferentes
pronósticos al inicio del tratamiento (ACHENBACH & EDELBROCK, 1983), ya que ésto
permitiría a otros investigadores replicar el estudio empleando la misma escala y
similares puntos de corte para la clasificación de los sujetos en vez de la utilización
de criterios subjetivos.
Es difícil determinar en esta revisión
cuál es la «mejor» escala, ya que esta
calificación dependerá de lo que se quiera investigar. Parece que las escalas de la
serie Child Behaviour Checklist de ACHENBACH son las más desarrolladas y estandarizadas,
permitiendo valorar una amplia gama psicopatológica, pero no serían útiles en estudios
altamente específicos, en autismo, psicosis infantiles, etc. El CBCL es uno de los
instrumentos más cuidadosamente validados, sus tres versiones en función de la edad (4-5
años, 6-11 años y 12-16 años) y sexo del niño/a, así como la posibilidad de comparar
la información de diversos informantes (padres, profesores y el propio niño/a) lo hacen
especialmente apto como instrumento de screening y para la investigación en la
psicopatologia infantil. Como inconveniente se podría citar su extensión, que reduce su
utilidad práctica por la necesidad de emplear más tiempo en su cumplimentación.
2. Comparación
con otros estudios: La
media de puntuación total de problemas de comportamiento obtenida en los cuestionarios
por los niños/as de esta investigación fue de 32.3 con una DS de 19.9. Por sexos, los
niños obtienen una puntuación media superior (37.3 con una DS de 22.7) y las niñas
bastante inferior que los niños (27.2 con una DS de 17.0) (Tabla XII).
Estos resultados coinciden con los
ofrecidos por BONET (1991) en una muestra de niños/as de 8, 11 y 15 años obtenida en
población infantil general, en la que informó de una puntuación media de 35.8 con una
DS de 20.4 y son sensiblemente superiores a los datos presentados por ACHENBACH &
EDELBROCK (1983) y VERHULST (1985). La puntuación media para problemas de comportamiento
en la muestra americana
fue de 20.8 con un DS de 14.6 (Media=21.7 con DS=15.0 en niños y Media=19.9 con DS=14.2
en niñas). En la muestra holandesa la puntuación media del CBCL fue de 21.8 con un DS de
16.2 (Media=23.2 con DS=17.3 en niños y Media=20.5 con DS=15.2 en niñas), bastante
semejante a la americana. Pero resultan inferiores a las puntuaciones directas obtenidas
en el estudio de prevalencia de inadaptación infantil en la comunidad de Puerto Rico
(BIRD et al., 1988) y al estudio realizado por MONTENEGRO y cols. (1983) en la población
infantil chilena.
Las posibles explicaciones para las
diferencias encontradas en las puntuaciones de problemas de comportamiento en el CBCL en
los niños/as asturianos/as pueden responder a dos tipos de razones. En primer lugar
porque la muestra de este estudio fue extraida de población infantil atendida en
dispositivos de atención primaria pediátrica, a diferencia de las muestras investigadas
en los estudios mencionados que fueron seleccionadas de la población general. En segundo
lugar los efectos semánticos de la redacción de los ítems del cuestionario, a pesar de
los esfuerzos de adaptación realizados, pueden ser también responsables de algunas
pequeñas diferencias.
Las diferencias sexuales también fueron
contempladas en esta muestra de población infantil atendida en dispositivos de atención
primaria por los pediatras, los niños obtenían una media más alta de puntuación total
de problemas que las niñas (37.3 y 27.2, respectivamente). Estos resultados no apoyan la
hipótesis de que los problemas de comportamiento presentados por las niñas sean menos
importantes que los presentados por los niños. La explicación más probable para estas
diferencias por sexos es que reflejan la diferencia en los patrones de comportamiento
entre los niños y las niñas y así es detectado por el CBCL. Esta interpretación se
basa en los resultados del análisis factorial de los componentes principales de cada
categoría y que ofrece un resultado en el que los problemas de comportamiento en los
niños parecen tener una especial tendencia hacía la expresión de externalización,
siendo las conductas relativas a la agresividad, hiperactividad y delincuencia las que
obtienen un mayor peso estadístico; mientras que en las niñas la expresión de internalización alcanza un mayor
peso estadístico en las conductas agrupadas en las subescalas de la depresión y
aislamiento social.
Similares resultados fueron también
comunicados por ACHENBACH et al. (1981) y VERHULST (1985) que obtuvieron diferencias
significativas sexuales tanto al nivel de puntuación total de problemas de comportamiento
como de patrones específicos para niños y niñas. Este hallazgo hizo que ACHENBACH &
EDELBROCK (1979) plantearan los análisis por grupos separados en edad y sexo, con el fín
de alcanzar una mejor discriminación de los trastornos infantiles. La muestra de este
estudio fue demasiado pequeña para extraer conclusiones sobre diferencias etareas por
patrones de comportamiento, además de no ser un objetivo directo de la investigación.
La principal conclusión que puede
extraerse de la comparación de nuestros datos con otros estudios es que los niños asturianos tienden a obtener puntuaciones
más altas en el total de problemas de comportamiento, con una tendencia más hacia la
externalización (bajo control, «acting-out» y problemas de conducta) en relación con una tendencia más hacia la
internalización en las niñas (inhibición, ansiedad y problemas de personalidad),
aunque muchas de ellas también muestren como modo de expresión de conflictos la vía de
la externalización frente a la internalización, como lo demuestra el hecho de una media
de puntuación total en la categoría externalización es mayor que la media de
puntuación total en la categoria internalización.
Es necesario investigar con más atención
las diferencias culturales en los patrones de comportamiento de los niños/as y el papel
que juega la actitud parental en estas diferencias, quedando los datos para su
explotación en posteriores investigaciones.
3.
Poder Discriminativo del CBCL: El CBCL representa un enfoque que está
llegando a ser cada vez más popular en la valoración del estado de la salud mental de
los niños/as, por lo que era importante comprobar su utilidad y validez como una medida
de psicopatología infantil para su aplicación clínica.
En la segunda fase del estudio se empleó
como criterio diagnóstico la presencia de uno o más diagnósticos CIE-10 basados en la
entrevista semiestructurada con los padres (ESPI). Por este procedimiento de validación
se llegó a un diagnóstico de caso en un 57.1% de los sujetos entrevistados, con una
distribución por sexos mayor para los niños (60.7%) que para las niñas (52.4%) (Fig.3).
Un primer resultado a resaltar es que del
CBCL solo utilizamos las puntuaciones relativas a los problemas de comportamiento, dado
que la escala de competencia social nos aportó unos datos poco fiables en nuestra
muestra, al igual que les ha sucedido a otros grupos de investigadores (VERHULST, 1985) y
los propios autores originales intuían (ACHENBACH & EDELBROCK, 1983). Por lo tanto
dicha escala de competencia social se puede utilizar como parámetros descriptivos, pero
no con poder de discriminación clínica, además de los datos estadísticos obtenidos hay
que fundamentar esta sugerencia con las diferencias socio-culturales de la infancia que
son muy distintas en cada territorio y ello imposibilita una puntuación más o menos
estandarizada.
La capacidad discriminativa del CBCL,
separada por sexos, fue valorada en un principio para puntos de corte de puntuaciones
totales de problemas de comportamiento y puntuaciones totales de escalas de
internalización y de externalización, para los que las medidas de sensibilidad y
especificidad estuvieran equiparadas. Siguiendo este razonamiento se obtuvo que para una
puntuación total de problemas de comportamiento en niñas (Tabla VI) la tasa de error de
clasificación fue de 9.6% y en niños (Tabla VI) fue de 23.2%. Para puntuaciones totales
de los problemas por escalas de internalización y de externalización, se obtuvieron un
26.2% (Tabla VII) y un 14.3% (Tabla VIII) respectivamente en las niñas, así como un 25%
(Tabla VII) y un 26.8% (Tabla VIII) respectivamente en los niños.
Como era de esperar los valores fueron más
bajos para la sensibilidad y especificidad y más altos en el error de clasificación en
las puntuaciones totales por escalas de internalización y externalización, con respecto
a los valores obtenidos para la puntuación total de problemas de comportamiento, lo que
muestra que esta última tiene una asociación más fuerte con la categoría clínica que
cualquiera de las otras dos puntuaciones. Como ya adelantaban ACHENBACH & EDELBROCK
(1983), también se ha comprobado en esta investigación que la puntuación total incluye
todos los ítems de las otras dos escalas de comportamiento y, por lo tanto, es un índice
mejor de diferenciación entre los niños/as que presentan problemas de comportamiento en
el rango «clínico»-«normal».
Sin embargo, la elección de uno u otro de
los procedimientos de análisis deberá estar basada en los objetivos del estudio más que
en la tasa total de error de clasificación en exclusiva. Teniendo siempre presente aquel
procedimiento que minimice lo más posible los falsos positivos y falsos negativos. Allí
donde el grado o el tipo de desviación es importante como resultado de la valoración,
como es el caso de este estudio, el uso de una primera concentración de problemas en los
niños/as en combinación con la puntuación total de problemas de comportamiento puede
ser preferible al empleo de ésta última en exclusiva. El hecho de que un niño/a podría
presentar algún grado de desviación en al menos una de las escalas sin ser lo
suficientemente desviado como para justificar preocupación clínica refuerza este
planteamiento.
En cualquier caso, la elección como
demarcación de rango «clínico» del P 65 en puntuación total de problemas por escalas
de internalización y de externalización, a diferencia del P 70 elegido para puntuación
total de problemas de comportamiento, responde más a propósitos de abordaje clínico y
terapéutico que de diagnóstico clínico, puesto que el niño/a que puntuaba en el rango
clínico en al menos una de las puntuaciones por escalas por lo general lo hacía también
en el rango «clínico» en la puntuación total de problemas de comportamiento. Lo que
coincide con los resultados comunicados por ACHENBACH & EDELBROCK (1983) en los
análisis de validación del CBCL, cuando revisaron la combinación de diferentes
puntuaciones de corte con el fin de mejorar la capacidad discriminativa del CBCL.
Los valores de sensibilidad y especificidad
hallados en este estudio (Tabla VI y VII) se encuentran dentro de los valores encontrados
por otros autores que informan de estas medidas de validación, como es el caso de
ACHENBACH & EDELBROCK (1981); BONET (1991) y VERHULST (1985). A diferencia del estudio
de Puerto Rico (Bird et al., 1988) que
comunica una baja especificidad y una alta sensibilidad, en nuestra muestra el CBCL
demostró ser más específico que sensible a lo largo de las tres puntuaciones de corte
calculadas y en ambos sexos. Este rasgo de especificidad del CBCL es también subrayado
por ACHENBACH & EDELBROCK (1983), COSTELLO et al. (1988) y VERHULST (1985) en sus
respectivas investigaciones.
La tasa global de error de clasificación
para nuestra muestra en su conjunto (Tabla VI) de 16.4% para puntuaciones de corte 35 en
niñas y 44.6 en niños de la escala total de problemas de comportamiento es comparable a
la obtenida por VERHULST (1985) de 21.6% para puntos de corte donde sensibilidad y
especificidad estaban más equiparadas en el conjunto de la muestra estudiada de 4 a 16
años. ACHENBACH & EDELBROCK (1981) informaron de una tasa global de error de
clasificación de 17.9% usando la puntuación de corte establecida de P 90 como rango
«clínico» de problemas de comportamiento y BONET (1991) encontró un porcentaje de mal
clasificados de 13.1% en función del punto de corte que mejores medidas de sensibilidad y
especifidad ofrecía. MONTENEGRO et al. (1983) informaron de una tasa global de error de
clasificación de 33% por el método de análisis discriminante de los ítems de problemas
de comportamiento, resultando la tasa más alta de error de clasificación de los estudios
revisados.
Un comentario práctico de singular
relevancia, que no aparece reseñado en la bibliografía consultada, es el comportamiento
diferente a la hora de contestar las madres el CBCL según es el sexo de los niños/as. En
efecto, los resultados anteriormente comentados ponen de manifiesto que las madres muestran mayor sensibilidad con las
conductas de las niñas mientras son más específicas con la de los niños. En primer
lugar decimos las madres, pues ellas fueron las que mayoritariamente cumplimentaron el
cuestionario, dato que se confirma porque suele ser la figura materna la que de forma
mayoritaria acompaña a su hijo/a a las consultas pediátricas y en dicho encuadre se
desarrolló la recogida de información para este estudio. Un segundo comentario hace
referencia a que los resultados hacen ver que las madres puntúan cualquier conducta de
las niñas con mayor precisión, por mínima que esta fuera, y ante pocas diferencias son
capaces de discriminar, lo que hace ver algo de interpretación subjetiva de la conducta
puntuada hacia una menor tolerancia hacia las
conductas de las niñas, lo que es más evidente cuando estas conductas son de acción
u oposición (Anexo IV). Por el contrario las madres resultan ser más específicas a la
hora de puntuar las conductas de los niños, como si existiera un mayor umbral de
tolerancia hacia las conductas de los niños aunque también señalan como más
prevalentes las conductas de acción. Esta situación es clave desde una perspectiva práctica, puesto que es la madre la
que acompaña a su hijo/a a la consulta pediátrica, es la madre quien narra al pediatra
los síntomas y ella también resulta ser quien «filtra» dicha información, de ahí la
importancia de aportar instrumentos de evaluación que tiendan a equilibrar de forma
rigurosa ambos parámetros de sensibilidad y especificidad y que, como comentaremos con
posterioridad, la recogida de información se realice a varios informantes que incluyan a
diferentes contextos y al mismo niño/a.
Se puede concluir entonces: (1) Que siempre que se utilice el CBCL con propósitos de
screening en investigación epidemiológica o clínica se impone revisar los puntos de
corte establecidos por ACHENBACH & EDELBROCK (1983). (2) Idealmente podría ser usado en conjunto con el Teacher
Report Form (TFR), versión para el profesor de los mismos autores, con la finalidad de examinar si mejora la capacidad de
screening y/o detección de niños con problemas. Esta posibilidad abre una futura
perspectiva de desarrollo de este trabajo en favor de resolver los problemas del empleo de
escalas amplias y buscar aproximaciones cada vez más sensibles a los problemas de salud
mental de los niños/as y adolescentes, desde la perspectiva de diferentes informantes
(padre, madre, profesor y propio niño/a) y en distintos contextos de vida. (3) De
cualquier manera a efectos de validez predictiva de
la prueba de CBCL es necesaria su calibración con una valoración clínica paralela, extendiendose
cada vez más el empleo de entrevistas estructuradas o semiestructuradas dirigidas a los
padres y donde se recoja información relevante que permita llegar a un diagnóstico
según un sistema de clasificación preferiblemente multiaxial, del tipo DSM-IV, CIE-10 u
otro sistema más adecuado a la etapa infanto-juvenil. (4) La detección de casos en las investigaciones de
screening obliga a la existencia de recursos clínicos adecuados que puedan dar respuesta
y cobertura adecuada a los problemas de salud mental detectados, existiendo una
tendencia, cada vez mayor, a desaconsejar la realización de estudios de este tipo si no
existen dichos servicios asistenciales (PEDREIRA & SANCHEZ, 1992).
Merece la pena realizar algún comentario
más acerca de la utilidad de otros posibles cortes en las puntuaciones del CBCL, aunque
no sea estrictamente el objetivo de la presente investigación, pero que pueden resultar
de especial relevancia. Tanto en niños como en niñas a partir del percentil 80 la
especificidad se sitúa por encima de 0.95, por lo que serían buenos cortes para ser
utilizados por profesionales especializados como instrumento de evaluación clínica (p.e.
como entrevista estructurada). Si se elevan los percentiles la sensibilidad disminuye, con
lo que la especificidad es máxima, por lo que en cortes superiores a P 90 podría ser
adecuado para tareas de selección de casos para la investigación, así ha sido utilizado
por DOMENECH & POLAINO (1990) en su investigación sobre depresión infantil y por
GUITIERREZ BENGOECHEA (1992) para la investigación epidemiológica de la hiperactividad
infantil. Similar ocurre con las puntuaciones para
ambas escalas de internalización y externalización, aunque en este caso es más
específico el CBCL en los niños que en las niñas. En definitiva se puede decir: con
cortes superiores a 85 el CBCL puede ser utilizado por profesionales de la salud mental
infantil como instrumento de evaluación psicopatológica (p.e.como entrevista
estructurada) y con cortes superiores al percentil 90 la especificidad es máxima, por lo
que puede utilizarse en investigaciones psicopatológicas, pero en este caso deben
corresponderse: puntuaciones altas en la subescala que se quiera investigar, en la escala
en la que se encuentre integrada dicha subescala y en el conjunto del CBCL.
4. Relación
entre medidas: La única medida clínica de psicopatología empleada en la segunda
fase de este estudio, valorada con total independencia al resultado obtenido por los
niños en el CBCL, fue la valoración clínica del niño/a a través de la entrevista
parental (ESPI). La elección de considerar a los padres como informantes claves en este
estudio respondía, por una parte a los objetivos de la valoración del niño, es decir,
la detección de problemas de comportamiento y de funcionamiento social que exhibe el
niño/a, y por otra, en orden a la comparabilidad de la misma fuente de información, los
padres, medida con diferentes instrumentos, CBCL y entrevista clínica parental (ESPI).
El nivel de correspondencia entre la
entrevista clínica parental y la puntuación total de problemas de comportamiento en el
CBCL (Tabla IX) estaba influenciada por el sexo, la
correlación más alta entre ambas medidas se obtuvo en las niñas. Aunque los
coeficientes de correlación oscilan de moderados a altos en ambos sexos por igual, a un
nivel de significación estadística de p<.001.
La relación encontrada por VERHULST (1985)
y VERHULST et al. (1985) entre puntuación total de problemas de comportamiento y examen
directo del niño/a fue más fuerte que entre puntuación total de problemas de
comportamiento y entrevista clínica a los padres. Considerando que los dos procedimientos
de valoración clínica en su conjunto son contribuciones importantes al diagnóstico
final, en mayor medida que tomados por separado. Este resultado está en desacuerdo con el
estudio realizado por RUTTER et al. (1970), encontrando más valiosa la contribución de
la entrevista parental al diagnóstico clínico final que las otras dos fuentes de
información investigadas, informe del profesor y examen directo del niño/a. Estudios
como el de EARLS (1980) y RICHMAN et al. (1975) sugieren que las valoraciones clínicas
que evalúan al niño/a en el propio domicilio están más de acuerdo con los informes de
los padres.
Estos resultados se contraponen al
encontrado por GARRISON & EARLS (1985) que obtuvieron un acuerdo más eficiente entre
los informes del profesor (TFR) y la evaluación psicológica y conductual del niño/a, en
parte debido a una mayor carga de las dimensiones cognitivas y conductuales utilizadas por
parte de profesores y clínicos, a diferencia de los padres, para basar sus observaciones
y evaluaciones dentro del contexto escolar.
¿Cuál de las tres fuentes de
información (padres, profesores y niños/as) contribuyen en mayor medida al diagnóstico
final? La respuesta es algo que necesita ser respondido en base a comparaciones más
sistematizadas del valor de cada una de ellas (ACHENBACH, 1978a). Desde esta perspectiva,
mientras no haya reglas sistemáticamente investigadas para la ponderación diferencial de
información procedente de varias fuentes, los clínicos por su conocimiento y
entrenamiento profesional están en mejor posición de enjuiciar e intergrar la
información procedente de diferentes ángulos. No bostante, los profesionales del campo de la salud mental
necesitan información de padres y profesores, para formarse un criterio en su conjunto
del funcionamiento del niño/a y de sus perspectivas de desarrollo mental. Así como una
valoración basada en el examen del propio niño/a podría mejorar la eficacia en el
diagnóstico final, dado que en síntomas más internos de la vida emocional y afectiva
los niños/as son mejores informantes que los propios padres y profesores, cuyos informes
y/o valoraciones no dejan de estar influenciados por percepciones subjetivas, actitudes e
interacciones marcadas por su propio contexto de vida.
CONCLUSIONES
Validación del instrumento de screening
1. El presente estudio ha permitido la
confirmación de las medidas de fiabilidad y validez del CBCL para una muestra de
niños/as asturianos de 6 a 11 años que puede ser considerada como una importante
contribución a la utilidad de este instrumento con propósitos de screening en su forma
actual.
2. El problema de las relaciones entre
las medidas del CBCL y la valoración clínica mediante el examen directo del niño/a y/o
mediante entrevista a los padres, como mejor/peor criterio de validación, debería ser
contrastado con otro criterio tal como adaptación social y/o funcionamiento escolar del
niño/a.
3. Cuando el CBCL es usado dentro de
un contexto clínico, debe tenerse en cuenta que un 20% de los problemas de los niños/as
son mal clasificados por el CBCL. En servicios sanitarios orientados hacia la prevención
y cuidados de salud de niños/as, el CBCL puede servir de punto de partida para la
entrevista clínica en salud mental infantil y como complemento con datos obtenidos de
otras fuentes.
4. Se ha confirmado la alta
especificidad del cuestionario a costa de una baja sensibilidad. Cuando el objetivo de la
evaluación sea el diagnóstico de trastornos límites, el CBCL puede ser complementado
con el TRF.
Aplicaciones del CBCL
5. El CBCL es un buen instrumento para
la evaluación de los perfiles de comportamiento y conducta de la infancia, por lo que
puede ser utilizado con éxito tanto en dispositivos sanitarios como sociales.
6.Dependiendo de la puntuación de los
cortes permite que el CBCL pueda ser usado tanto para screening en servicios de atención
primaria, como entrevista estructurada en servicios de atención especializada o como un
instrumento para seleccionar muestras para la investigación epidemiológica y
psicopatológica de la infancia.
AGRADECIMIENTOS
A Paula Fernández García y Ana Isabel
García Alvarez que materializaron todo el análisis de datos con seriedad e interés
profesionales y calidez humana. A Alfredo Sardinero que realizó la programación
informática pertinente de la segunda fase de la investigación y de la co-morbilidad. A
todos los pediatras, enfermeras y auxiliares del Centro de Salud de «La Magdalena»
(Avilés) que con su paciencia y colaboración desinteresada hicieron posible el encuentro
con los niños/as y sus familias en las salas de espera de las consultas de pediatría. A
las madres y los padres, a los niños/as por haber colaborado eficazmente a la conclusión
de esta investigación.
1. Se comporta de una manera más infantil de lo que se espera para la edad que tiene:........ ................... 0 1 2
2. Padece alergia.
Especifique:..........
............................................................
...............................
................... 0 1 2
3. Discute mucho: .. ................... 0 1 2
4. Tiene asma: ....... ................... 0 1 2
5. Siendo
niño/a tiende a comportarse como los niños/as del sexo opuesto: ................. ................... 0
1 2
6. Hace la caca fuera de la taza del retrete (en la ropa, en el suelo, etc.): ............ ...................
0 1
2
7. Fanfarronea: ...... ................... 0 1 2
8. No se puede concentrar, no puede estar atento mucho rato: ........... ................... 0 1 2
9. No se puede quitar ciertas ideas de la cabeza, manías,
obsesiones. Especifique:........................................
............................................................
...............................
................... 0 1 2
10. No está quieto nunca, no para de
moverse: ................ ................... 0
1 2
11. Está muy pendiente de su madre,
maestra, etc, no se aparta del lado
de las personas adultas, queda pegado a la
falda: ... ................... 0 1 2
12. Se queja de que se encuentra
solo: ...................... ................... 0 1 2
13. Está en las nubes, se mueve en
otro mundo, está confuso: ................. ................... 0 1 2
14. Llora mucho: ... ................... 0 1 2
15. Maltrata a los animales, los hace
sufrir: ..................... ................... 0 1 2
16. Mete miedo a los demás, amenaza,
se mete e
intimida a la gente: ................. ................... 0
1 2
17. Se pierde en sus pensamientos,
sueña con los ojos abiertos: ................. ................... 0 1 2
18. Se hace intencionadamente daño
ha hecho algún
intento de suicidio, etc: 0 1 2
19. Reclama mucho la atención: ............ ................... 0 1 2
20. Rompe o destroza sus cosas,
juguetes: ................. ................... 0 1 2
21. Rompe o destroza las cosas o
juguetes de los demás: ................... ................... 0 1 2
22. No obedece en casa: ...................... ................... 0 1 2
23. No obedece en la escuela: .................. ................... 0 1 2
24. No come bien: . ................... 0 1 2
25. No se entiende con los demás
niños/as: ................ ................... 0 1 2
26. No parece tener remordimientos
tras haber hecho algo mal: ................ ................... 0 1 2
27. Tiene celos de cualquier cosa con
mucha facilidad: ..... ................... 0 1 2
28. Come o bebe cosas que no son
para comer (p.e. tierra, piedrecitas,
etc). Especifique:
...............................
...............................
................... 0 1 2
29. Tiene miedo a ciertos animales,
sitios o situaciones (excepto el
colegio).
Especifique:
........................................
............................................................
...............................
................... 0 1 2
30. Tiene miedo al colegio: .................. ................... 0 1 2
31. Tiene miedo a hacer o pensar
algo malo: .............. ................... 0 1 2
32. Piensa que tiene que ser
perfecto/a: ............. ................... 0 1 2
33. Siente o se queja de que nadie lo
quiere: .................... ................... 0 1 2
34. Piensa que es perseguido/a por
alguien, que van a por él/ella: ............. ................... 0 1 2
35. Se siente inútil, inferior a los demás: ............................... ................... 0 1 2
36. Suele caerse, tropezar con cosas,
es propenso a tener accidentes: ............. ................... 0 1 2
37. Se pelea mucho: con los
hermanos/as, en
la calle, en el colegio: 0 1 2
38. Le/la toman mucho el pelo: ....... ................... 0 1 2
39. Va mucho con niños/as que suelen
tener
dificultades (malas compañías): ...................
0 1
2
40. Oye cosas que no existen, p.e.
voces. Especifique: . ................... 0 1 2
41. Es muy impulsivo/a, actúa sin
pensar: ................... ................... 0 1 2
42. Le/la gusta estar solo/a: .................... ................... 0 1 2
43. Es mentiroso/a: ................... 0
1 2
44. Se muerde las uñas: ...................... ................... 0
1 2
45. Es nervioso/a, sensible, tenso/a:..... ................... 0 1 2
46. Tiene gestos o movimientos
nerviosos, tics.
Describa:......................
...............................
................... 0 1 2
47. Tiene pesadillas: ............................... ................... 0 1 2
48. Los demás
no le/la quieren no le/la
aceptan, le/la evitan: ............................... ................... 0 1 2
49. Es estreñido, defeca con dificultad:0 1 2
50. Es demasiado miedoso/a: ............. ...................
0 1
2
51. Se marea: ......... ................... 0 1 2
52. Se siente demasiado culpable: ................... 0
1 2
53. Come demasiado: ............. ................... 0 1 2
54. Se siente cansado/a: .............. ................... 0
1 2
55. Tiene demasiado peso para su
edad: ...................... ................... 0 1 2
56. Tiene problemas físicos sin causa
médica conocida:
a) Dolores (especifique):...............
..........................
.............. 0 1 2
b) Dolor de cabeza: ...................
................... 0 1 2
c) Naúseas y se siente enfermo/a:.... ................... 0 1 2
d) Problemas con la vista (describa):
..........................
.............. 0 1 2
e) Problema con la piel: enrojeci-
miento u otros problemas con la
piel:...................
................... 0 1 2
f) Dolor de estómago, espasmos: ............................... ................... 0 1 2
g) Vómitos: ....... ................... 0 1 2
h) Otros (describir): .........................
..........................
................... 0 1 2
57. Ataca físicamente a la gente: .................... ................... 0 1 2
58. Se rasca contínuamente, se
arranca las costras de la piel: ............... ................... 0 1 2
59. Juega en público con sus genitales: 0 1 2
60. Juega mucho con sus genitales,
se masturba mucho: ................... 0
1 2
61. Trabaja mal en la escuela: .............. ................... 0 1 2
62. Torpe, poca coordinación: ......... ...................
0 1
2
63. Prefiere jugar con niños/as mayores
que él/ella: .............. ................... 0 1 2
64. Prefiere jugar con niños/as más
pequeños que él/ella: ............................... ................... 0 1 2
65. Se niega a hablar fuera de la
familia: .................. ................... 0 1 2
66. Repite algunos actos de forma
sucesiva, de forma compulsiva
(describa):
..........................................
...............................
................... 0 1 2
67. Se fuga de casa: ................... 0
1 2
68. Grita y chilla mucho: .................. ................... 0
1 2
69. Reservado/a, se guarda las cosas
para sí mismo/a: ..... ................... 0 1 2
70. Ve cosas que no están.
Describir:.
............................................................
...............................
................... 0 1 2
71. Se aturde con facilidad, sentido
del ridículo: ............ ................... 0 1 2
72. Quema cosas: ... ................... 0 1 2
73. Tiene problemas sexuales.
Describir:
.............................................
...............................
................... 0 1 2
74. Hace payasadas, llama la
atención: ............... ................... 0 1 2
75. Es tímido/a, retraido/a: .............. ................... 0
1 2
76. Duerme menos que la mayoría de
los niños/as de su edad: ...................... ................... 0
1 2
77. Duerme más que la mayoría de los
niños/as de su edad, durante el día
y/o
la noche. Describir:
.............................
...............................
................... 0 1 2
78. Se mancha o juega con su caca: ... ................... 0 1 2
79. Tiene dificultades al hablar.
Describir:
.............................................
...............................
................... 0 1 2
80. Se queda en blanco, se bloquea: . ................... 0 1 2
81. Roba en casa: ... ................... 0 1 2
82. Roba fuera de casa: ...................... ................... 0
1 2
83. Almacena cosas que no necesita.
Describir: ............... ................... 0 1 2
84. Comportamiento extraño.
Describir:
.............................................
...............................
................... 0 1 2
85. tiene ideas extrañas. Describir: .....
...............................
................... 0 1 2
86. Es irritable, testarudo/a, repugnante:. 0 1 2
87. Cambia rápido de humor: .............. ................... 0
1 2
88. Es arisco/a, solitario/a: ............. ...................
0 1
2
89. Es suspicaz, desconfiado/a: ........ ................... 0 1 2
90. Dice palabrotas, lenguaje obsceno:0 1 2
91. Habla de suicidio: ................. ................... 0
1 2
92. Habla o se levanta o camina
cuando está dormido/a. Describir:
.....
............................................................
...............................
................... 0 1 2
93. Habla demasiado: ............. ...................
0 1
2
94. Molesta mucho: ............................... ................... 0 1 2
95. Tiene muchas rabietas: ................. ................... 0
1 2
96. Piensa mucho en cosas sexuales:0 1 2
97. Amenaza a la gente: .................... ................... 0
1 2
98. Se chupa el dedo: ............................... ................... 0 1 2
99. Está
demasiado preocupado/a por
el aseo o la limpieza: ............................... ................... 0 1 2
100. Duerme con dificultad. Describir:
............................................................
...............................
................... 0 1 2
101. Hace novillos, se fuga de la
escuela: .................. ................... 0 1 2
102. Es poco activo/a, lento/a, le
falta
energía: .................. ................... 0 1 2
103. Está infeliz, triste o
deprimido/a: ...............................
................... 0 1 2
104. Demasiado alborotador: ........... ...................
0 1
2
105. Consume alcohol o drogas.
Describir: ............... ................... 0 1 2
106. Vandalismo, destruye cosas
públicas: ................. ................... 0 1 2
107. Se hace pis
encima durante
el día: .....................
................... 0 1 2
108. Se hace pis encima durante la
noche: ................... ................... 0 1 2
109. Lloriquea mucho: .................. ................... 0
1 2
110. Quiere ser del sexo opuesto: ......... ...................
0 1
2
111. No se relaciona con los demás
niños/as, no tiene amigos/as: .............. ................... 0 1 2
112. Está preocupado/a: ........ ...................
0 1
2
113. Por favor, describa cualquier
problema que tenga su hijo/a y que
no aparezca en la lista:
......................
............................................................
...............................
................... 0 1 2
POR FAVOR: no olvide revisar todo el
cuestionario una vez que lo haya finalizado. Conteste a todas las preguntas.
GRACIAS POR SU COLABORACION
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