Burnout y satisfacción laboral.
Indicadores de salud laboral en el ámbito sanitario
Burnout and job satisfaction.
Occupational health indicators in a health care context
L. De la Fuente (*), E.I. De la Fuente (**) y H. Trujillo (**)
Resumen
En el presente trabajo
se analiza un tipo específico de estrés laboral que se desarrolla en profesiones
caracterizadas por una relación constante y directa con los beneficiarios del propio
trabajo, el conocido como síndrome de burnout. Las consecuencias de este
síndrome alcanzan tanto a la salud del propio trabajador como a su percepción del
trabajo, disminuyendo la satisfacción laboral percibida. Se evalúan los niveles de
burnout y de satisfacción laboral en una muestra de 123 profesionales sanitarios del
Servicio Andaluz de Salud mediante dos cuestionarios, el Maslach Burnout Inventory (MBI) y
el Job Descriptive Index (JDI). Los resultados ponen de manifiesto la existencia de
diferencias significativas en dichos niveles en función de variables de tipo individual,
así como la existencia de una relación inversa entre las mediciones de burnout y de
satisfacción laboral.
ABSTRACT
This paper describes a
specific type of occupational stress, which develops in jobs where there is a close and
constant relationship with clients, the so called «burnout syndrome». Consequences
affect both the worker health and his perception of work, reducing his perceived job
satisfaction. Levels of «burnout» and job satisfaction are assessed in a sample of 123
health care professionals working in the Andalusian Health Service, by means of the
Maslach Burnout Inventory and the Job Descriptive Index. Results show significant
differences between levels as a function of individual variables, and also an inverse
relationship among measurements of burnout and job satisfaction.
PALABRAS CLAVE
salud laboral, burnout,
satisfacción laboral.
KEY WORDS
occupational Health, burnout,
job Satisfaction.
1. INTRODUCCION
Está generalmente aceptado entre los investigadores del estrés
laboral que existe una relación elevada entre el tipo de trabajo que se desarrolla y la
posibilidad de disfrutar buena salud o padecer una enfermedad (Reig y Caruana, 1990),
estando esta relación mediatizada, frecuentemente, por el estrés que se padece en el
puesto de trabajo.
La Fundación Europea para la mejora de las Condiciones de Vida y
Trabajo (FECVT) indicó, en el Informe sobre estrés físico y psicológico en el
trabajo (1987), que las enfermedades relacionadas con el estrés aumentaban
progresivamente en el mundo laboral, siendo éste uno de los principales factores que
influirían negativamente sobre la salud del trabajador. Entre los colectivos
profesionales que se identificaron como principales grupos de riesgo respecto al
desarrollo de estrés y sus problemas asociados, la F.E.C.V.T.
señaló, fundamentalmente, los relacionados con el sector servicios. Así, se apuntó
como grupo de riesgo, entre otros, el de los profesionales sanitarios, debido a las
características especiales del trabajo que desarrollan (intensa relación con los
pacientes, sobrecarga de trabajo, altos niveles de responsabilidad, trabajo en unidades de
alto riesgo, elevada presión psicológica, etc.).
El estrés detectado en estos profesionales toma la forma de un
síndrome específico que se denominó síndrome de burnout. Este término, que podría
traducirse como síndrome del quemado, hace referencia a un tipo de estrés
laboral generado específicamente en aquellas profesiones caracterizadas por una relación
constante y directa con los beneficiarios del propio trabajo (Moreno, Oliver y Aragoneses,
1991).
Existen diversas aproximaciones al fenómeno del burnout, cada una de las cuales enfatiza diferentes
aspectos o dimensiones como definitorias del síndrome: agotamiento físico y mental,
estados depresivos, baja autoestima, sentimientos negativos hacia la vida y el propio
trabajo, etc. (Pines, Aronson y Kafry, 1981; Moreno, Oliver y Aragoneses, 1991; Maslach y
Schaufeli, 1993). Sin embargo, es la conceptualización de C. Maslach y S. Jackson (1981,
1982, 1986, 1993) la más aceptada por los investigadores del fenómeno. Estos autores
caracterizan el burnout como un síndrome
compuesto por tres dimensiones: cansancio emocional,
definida como agotamiento físico y mental o como combinación de ambos; despersonalización, caracterizada por un cambio
negativo en las actitudes y respuestas hacia los beneficiarios del propio trabajo, así
como por incremento de la irritabilidad y pérdida de motivación laboral; y, sentimientos negativos de realización personal,
que supone respuestas negativas hacia uno mismo y hacia el trabajo propias de la
depresión, evitación de las relaciones interpersonales-profesionales, baja
productividad, incapacidad para soportar la presión y baja autoestima. En este
planteamiento del fenómeno, es el factor despersonalización
el elemento clave del síndrome y el que conllevaría a una manifestación específica del
estrés en las profesiones asistenciales.
Se han identificado, por otra parte, una serie de variables
relevantes que parecen intervenir en la aparición del síndrome. Estas variables pueden
dividirse en dos grandes grupos, personales y laborales.
Entre las variables personales que se han
considerado destacan la edad del sujeto, el sexo, variables de tipo familiar y variables
de personalidad. Entre las variables laborales, según la ya clásica división de
Herzberg, Mauzmer y Symderman (1959), se puede distinguir entre variables intrínsecas o
motivacionales (relacionadas con el contenido del trabajo) y variables extrínsecas, que
se agrupan en tres dimensiones: física, social y organizacional. Este segundo grupo de
variables ha sido el más estudiado en relación con el burnout en los últimos años, ya que por sí solas
las variables laborales pueden crear una sensación permanente, bien de malestar, bien de
satisfacción, según el sentido en que se presenten. Son las variables extrínsecas de
tipo social (las personas con las que el profesional tiene que estar en contacto), junto
con las intrínsecas, las que han resultado tener más relación con el estrés laboral
(Alvarez y Fernández-Ríos, 1991).
Las consecuencias de este síndrome alcanzan tanto al propio
individuo como a la organización en la que trabaja. En el ámbito individual, el burnout se asocia a bajos índices de salud y a una
amplia lista de trastornos físicos (úlceras, hipertensión, alergias, trastornos del
sueño, incremento de la posibilidad de sufrir accidentes cardiovasculares, etc.) (Pines,
Aronson & Kafry, 1981; Golembiewski, Munzerider & Stevenson, 1984; Quick &
Quick, 1984; Carrobles y Godoy, 1990). En el ámbito organizacional, se han encontrado
relaciones directas entre burnout y baja
satisfacción laboral, absentismo, rotación laboral y abandono de la profesión
(Constable & Jackson, 1986; Firth & Britton, 1989; Maslach, 1986).
Teniendo en cuenta que las variables de tipo
laboral pueden influir de manera significativa en el desarrollo del síndrome de burnout, resulta de gran interés el estudio de la
relación entre satisfacción laboral y estrés ocupacional, objeto de estudio en
múltiples investigaciones (Colligan et al., 1979; Huey y Hartley, 1988; Packard y
Motowidlo, 1987; Burke, Shearer y Deszca, 1984; Reig y Caruana, 1990; García, 1991; entre
otros).
Centrándonos en el ámbito sanitario, se ha
encontrado que el estrés laboral percibido aparece relacionado positivamente con
insatisfacción laboral y con trastornos psicológicos (Norbeck, 1985). Del mismo modo, C.
Hollingworth, G. Matthews y D.N. Hartnett (1988), encuentran en su investigación una
clara asociación entre baja satisfacción laboral y estrés. N. Dolan (1987), obtiene una
relación inversa entre satisfacción laboral y burnout
en dos grupos de personal de enfermería, y proponen la medición de niveles de
insatisfacción laboral como indicador de burnout.
A. Reig y A. Caruana (1990), indican que determinadas situaciones de estrés predicen
niveles elevados de insatisfacción laboral en personal sanitario, concretamente hacen
referencia a las relaciones interpersonales en el trabajo y a algunos aspectos
organizacionales. J. Have, C.C. Pratt y D. Andrews (1988), en la misma línea, defienden
que las relaciones interpersonales en el trabajo son uno de los predictores más potentes
de burnout.
La satisfacción laboral aparece en la bibliografía relacionada
con otras variables, entre las que destacan, sexo, edad, estado civil, nivel de estudios,
categoría laboral, antigüedad en la empresa y niveles de absentismo laboral.
Por lo que respecta al absentismo, parece clara su relación
inversa con la satisfacción laboral (Vroom, 1974; Porter y Steers, 1983; Frances, 1986;
Muñoz, 1990). En el ámbito sanitario, los estudios publicados sobre el tema apuntan a
que las causas fundamentales de determinados niveles de absentismo laboral son, de una
parte, la insatisfacción en el trabajo y, de otra, la propia salud del profesional
(Vaquero, 1990), aspectos que están directamente relacionados con el síndrome de burnout.
En este estudio perseguimos un doble
objetivo. Por una parte, establecer la incidencia del síndrome de burnout en uno de los colectivos más vulnerables
al padecimiento de estrés y sus problemas asociados, los profesionales sanitarios, así
como analizar la relación existente entre los niveles de burnout detectados, medidos a través de las tres
dimensiones que conforman el síndrome y la satisfacción laboral informada por los
sujetos. Por otra, analizar los efectos que, sobre dichos niveles, pueden estar ejerciendo
variables de tipo individual que en la bibliografía aparecen como relevantes (sexo, edad
y categoría profesional). Las hipótesis de las que partimos con respecto a la influencia
de dichas variables están en la línea de los resultados obtenidos en la mayor parte de
los estudios realizados en este ámbito y con muestras similares a la utilizada por
nosotros (Cherniss, 1982; Freudenberger y North, 1985; Maslach y Jackson, 1985; Maslach,
1986; Burke y Greenglass, 1986). Concretamente, el pertenecer a una categoría profesional
más elevada y con mayor responsabilidad provoca mayor desgaste en el profesional,
traduciéndose en niveles más altos de cansancio emocional. Con respecto al sexo,
pensamos que el grupo masculino soporta peor las tensiones afectivas, lo que influiría de
manera negativa en las relaciones con sus pacientes, provocando el tipo de respuestas
características de la despersonalización; de hecho, en esta dimensión el
grupo masculino debería obtener puntuaciones más altas que el femenino. Por otra parte,
la edad (como años de experiencia) es una variable que influye sobre la seguridad en el
trabajo, de forma que serían los profesionales de menor edad, con menos años de
experiencia, los más vulnerables a las
presiones laborales y, por tanto, los más proclives a padecer situaciones de estrés.
Esto quedaría reflejado en mayores puntuaciones en la dimensión sentimientos
negativos de realización personal por parte de los profesionales de menor edad. En
cuanto a la relación entre el síndrome de burnout
y la satisfacción en el trabajo, esperamos encontrar relaciones inversas entre las
dimensiones que conforman el síndrome y los diferentes aspectos de la satisfacción
laboral, fundamentalmente en los aspectos relacionados con el contenido del trabajo y con
las relaciones interpersonales.
2. METODO
2.1. Sujetos
Los 123 sujetos que participaron en la presente investigación
pertenecen a la población de trabajadores sanitarios de los distritos de Atención
Primaria de la provincia de Jaén. De ellos, 60 son varones y 63 son mujeres. Por
categoría profesional, la muestra se compone de 41 médicos, 44 A.T.S/D.U.E. y 38
auxiliares de enfermería. La media de edad es de 37.4 años, con una desviación típica
de 6.53.
2.2. Variables
Las variables independientes consideradas son categoría profesional, con tres niveles (médicos,
diplomados en enfermería y auxiliares de enfermería), sexo y edad. Decidimos categorizar la variable edad en dos grupos, con el punto de corte en 40
años. La mayoría de los estudios revisados que consideran esta variable la categorizan,
para su mejor interpretación, en función de los años de experiencia, siendo el punto de
corte los 10 años. En nuestro caso, al no obtener este tipo de dato, utilizamos los 40
años de edad como punto de corte equivalente y aproximado a los 10 años de experiencia.
Esta puntuación, por otra parte, coincide con la mediana de la variable, lo que evita el
problema de los casos extremos frente a otro tipo de medidas.
Se consideran ocho variables dependientes, tres correspondientes
a las dimensiones que conforman el síndrome de burnout
y cinco correspondientes a diferentes aspectos de la satisfacción laboral, medidas a
través de las subescalas de los cuestionarios utilizados.
2.3. Instrumentos
Para la medición del síndrome de burnout se utiliza la adaptación a la población
española del Maslach Burnout Inventory (MBI)
de C. Maslach y S. Jackson (1981), realizada por Moreno, Oliver y Aragoneses (1990).
El Maslach Burnout Inventory (MBI) consta de 22 afirmaciones
acerca del trabajo y los sentimientos hacia él, que el sujeto tiene que puntuar en una
escala de frecuencia de uno a cinco señalando la categoría que exprese mejor su propia experiencia. El cuestionario
permite medir las dimensiones que constituyen el síndrome: cansancio emocional,
despersonalización y sentimientos negativos de realización personal. El sujeto no
obtiene una puntuación única de burnout, sino
tres puntuaciones correspondientes a las tres dimensiones del síndrome.
Para la medición de la satisfacción laboral se utiliza el Job
Descriptive Index (JDI) de Smith, Kendal y Hullin (1969). El Job Descriptive Index (JDI)
contiene 72 afirmaciones que hacen referencia a los siguientes aspectos del trabajo:
trabajo en sí mismo, estilo de dirección, relación con los colaboradores, remuneración
y posibilidades de ascenso. Cada una de estas dimensiones constituye una subescala del
cuestionario global. Se solicita a los sujetos que contesten si están de acuerdo o no con
dichas afirmaciones. La suma de los puntos correspondientes a cada subescala refleja un
valor medio del nivel de satisfacción laboral con un aspecto específico del trabajo.
Hay que señalar que no existe un alto grado de consistencia
entre los diferentes instrumentos que miden la satisfacción laboral, ya que dependerá de
cómo se entienda ésta (Rodríguez, 1988). Sin embargo, sí existe acuerdo entre las
dimensiones básicas que la componen; trabajo en sí mismo, estilo de dirección,
posibilidades de ascenso, relación con los colaboradores, condiciones de trabajo,
incentivos y feed-back, estando la mayoría de estas dimensiones contempladas por el JDI.
2.4. Diseño y
Análisis estadístico
Se ha utilizado un diseño factorial multivariable con medidas
independientes, 2 x 2 x 3 (sexo x edad x categoría profesional), con ocho variables
dependientes.
Se realizan análisis descriptivos de los datos con el objeto de
establecer la posición y dispersión de los mismos. Así mismo, se realizan análisis
multivariados y univariados de la varianza para detectar diferencias significativas en las
variables medidas en función de los factores considerados y, por último, se obtiene la
covariación existente entre los valores de burnout
y satisfacción laboral.
2.5. Procedimiento
Los cuestionarios se repartieron a toda la población de
referencia (235 sujetos) a través de las reuniones de equipo que se realizan semanalmente
en los centros de salud. Cada cuestionario iba precedido de una carta donde se explicaban
los objetivos del estudio y se garantizaba la confidencialidad de las respuestas. Debido a
que gran parte de los sujetos no disponían de tiempo suficiente para responder a los
cuestionarios en ese momento, se decidió recogerlos posteriormente, dando una semana de
plazo para que los entregaran en sus respectivos centros.
Se entregaron 235 cuestionarios y se recogieron 180, de los
cuales fueron desechados 57 por distintas causas (errores, entregados sin contestar,
incompletos, etc.). Resultan, por tanto, 123 cuestionarios válidos para el análisis
(52.35% tasa muestral). No insistimos más sobre los cuestionarios no entregados debido a
que, con poblaciones inferiores a 500 sujetos, las muestras deben tener un tamaño
superior a la mitad de la población (Arkin y Colton, 1962), criterio que se cumple en
nuestro caso.
3. RESULTADOS
Los resultados de los análisis descriptivos sobre las
dimensiones del síndrome de burnout y los
diferentes aspectos de la satisfacción laboral se muestran en las tablas 1 y 2,
respectivamente. En dichas tablas se muestran las medias y las desviaciones típicas en
función de la categoría profesional, el sexo y la edad.
En la tabla 3, se muestran los porcentajes
de sujetos que obtienen niveles altos, medios y bajos en cada una de las subescalas de los
cuestionarios. Se utilizan como puntos de corte los establecidos por los manuales para las
muestras americanas (Maslach & Jackson, 1981a; Smith, Kendall & Hullin, 1969), de
forma que el sistema seguido para su establecimiento es el de percentiles.
Con relación al análisis multivariado, resulta significativo el
efecto principal del factor sexo sobre el conjunto de variables dependientes (TSQ=
20.7373; F= 2.44, g.l.= 8, 114; p= 0.0178). Ninguno de los restantes factores producen
efectos significativos sobre el conjunto de variables dependientes. Sin embargo, sí se
producen efectos significativos de los factores considerados en relación con cada
variable dependiente. En el análisis factorial univariado posterior se comprueba cómo
las diferencias en función del factor sexo se producen en dos variables dependientes, despersonalización (F=6.47; g.l.= 1,111; p<
0.02) y satisfacción con las posibilidades de
ascenso (F=4.5, g.l.=1, 111; p< 0.04), siendo el grupo de hombres el que obtiene
una puntuación media más elevada en ambas variables. Con respecto al factor categoría
profesional, las diferencias significativas se producen en las siguientes variables
dependientes, cansancio emocional (F=4.28; g.l.=
2, 111; p< 0.03) y satisfacción con el trabajo en sí mismo (F=5.6;
g.l.= 2, 111; p< 0.005). Los análisis a posteriori realizados entre las tres
categorías profesionales ponen de manifiesto que es el grupo de médicos el que obtiene
una puntuación media significativamente diferente, resultando más elevada que los
restantes en cansancio emocional (F= 5.15; g.l.=
1, 111; p< 0.02) y en satisfacción con el trabajo en si mismo (F=5.83;
g.l.= 1,111; p< 0.03). Con respecto al factor edad, se encuentran diferencias
significativas en la variable dependiente sentimientos
negativos de realización personal (F=6.91; g.l.= 1, 111; p< 0.01), siendo el grupo
de menor edad el que obtiene una puntuación media más elevada.
Con respecto a los
análisis de covariación entre las dimensiones de burnout
y los diferentes aspectos de la satisfacción laboral, las relaciones significativas se
obtienen entre los aspectos que componen el síndrome de burnout y la satisfacción con los compañeros o
colaboradores. Los valores de relación que se obtienen son moderados y todos negativos,
lo que pone de manifiesto una relación inversa entre las variables.
4. DISCUSION
Los resultados de los análisis de covariación entre las
variables medidas apoyan los obtenidos en otras investigaciones en las que se encuentran
relaciones inversas entre burnout y
satisfacción laboral, fundamentalmente en los aspectos relativos a las relaciones
interpersonales en el trabajo, y en las que se concluye que la insatisfacción en el
trabajo, en general, es un indicador de burnout
en profesionales sanitarios y que las relaciones interpersonales en el trabajo, en
particular, son uno de los predictores más potentes de burnout (Dolan, 1987; Hollingworth, Mattehs y
Hartnett, 1988; Reig y Caruana, 1990; García, 1991). Sin embargo, no se han encontrado
relaciones significativas entre burnout y la
satisfacción con aspectos intrínsecos del trabajo, cuando una de las conclusiones a las
que se ha llegado en los estudios previos es que, junto a los aspectos extrínsecos de
tipo social, son los aspectos relacionados con el contenido del trabajo los que han
resultado tener más relación con el estrés laboral. Nosotros mantenemos la hipótesis
de que los profesionales sanitarios son un grupo laboral que, en general, se encuentra
satisfecho con su trabajo. Esto puede quedar reflejado en el hecho de que son,
precisamente, los aspectos relacionados con el trabajo en sí mismo donde se encuentran
mayores niveles de satisfacción laboral en la muestra. Sin embargo, los niveles de
satisfacción obtenidos son moderados en general, lo que podría ser debido, de acuerdo
con Porter y Steers (1983) y Vaquero (1993), a otros aspectos inherentes a la
organización en la que se encuentran inmersos, tales como pocas posibilidades de
promoción, retribuciones inadecuadas, escasez de personal, volumen excesivo de trabajo,
poco reconocimiento de su labor, etc. Cabe resaltar que, tanto en la satisfacción con la
retribución como con las posibilidades de ascenso, la mayoría de los sujetos se sitúa
en niveles bajos de satisfacción (67% y 95.5%, respectivamente).
En relación con la importancia de aspectos de carácter personal
intervinientes en la aparición del síndrome de burnout,
se apuntan como factores relevantes las tres variables consideradas, aunque en diferente
medida. Con respecto a la edad, nuestros resultados no nos permiten concluir que esta
variable, por sí misma, esté influyendo de manera significativa en la aparición del
síndrome. Aunque se hayan establecido diferencias en cuanto a los sentimientos de
realización personal en función de la misma, siendo los profesionales más jóvenes los
que han informado de más sentimientos negativos, esto no significa necesariamente que
sean más vulnerables a padecer burnout. De
hecho, en la literatura existen resultados contradictorios. Los nuestros van en la línea
de trabajos como los de Maslach (1986) y Cherniss (1982), en los que se informa que a
mayor edad existe mayor seguridad en el trabajo y menor vulnerabilidad a la tensión
laboral. Probablemente, lo más acertado sea interpretar la influencia de la edad como
años de experiencia más que como edad en sí misma. Con respecto a la influencia de la
variable sexo, los resultados de investigación también aportan conclusiones
contradictorias. Según Maslach y Jackson (1985) y Burke y Greenglass (1986), las mujeres
sobrellevan mejor que los hombres las situaciones conflictivas en el trabajo y soportan
mejor la tensión laboral en profesiones caracterizadas por mantener un contacto directo
con los beneficiarios del propio trabajo, mientras que autores como Freudenberger y North
(1985) opinan que es el colectivo femenino el más propicio al desgaste profesional ya que
tiene que hacer frente a una sobreabundancia de tareas laborales y domésticas. Los
resultados obtenidos en nuestro estudio, mayor despersonalización en el grupo de hombres,
están en la línea de los resultados obtenidos por Maslach y Jackson (1985) y Burke y
Greenglass (1986). Estos autores también obtienen mayores puntuaciones en la dimensión
de despersonalización en el grupo masculino y, teniendo en cuenta que esta dimensión es
la que se considera como el elemento clave del síndrome, concluyen que el grupo con mayor
riesgo para desarrollar burnout es el
masculino. En cuanto a la categoría profesional, en la misma línea que Maslach y Jackson
(1982) y Maslach (1986), nuestros resultados apuntan a que son los sujetos con una
categoría profesional más elevada y, por lo general, con mayor responsabilidad, los más
vulnerables al burnout, lo que se pone de
manifiesto en mayores niveles de cansancio o desgaste emocional.
Las variables consideradas parecen influir también en la
satisfacción laboral informada por los sujetos. En particular, las variables que provocan
diferencias en los niveles de satisfacción con aspectos específicos del trabajo son el
sexo y la categoría profesional, siendo el grupo femenino el que se encuentra menos
satisfecho con las posibilidades de ascenso y el colectivo de médicos el que se encuentra
más satisfecho con las características intrínsecas del propio trabajo, resultado este
que parece contradecir el hecho de que haya sido también el grupo de médicos el que ha
informado de niveles más altos de cansancio emocional. Sin embargo, es plausible pensar
que un trabajo más cualificado y con mayores niveles de responsabilidad, aunque produzca
mayor agotamiento y tensión laboral, puede ser también una fuente de satisfacciones
personales.
Finalmente, señalar que los porcentajes de sujetos que obtienen
puntuaciones moderadas y altas en burnout y
medias-bajas en satisfacción laboral, en nuestra opinión, constituyen un grupo de riesgo
que no se puede dejar de considerar. En la muestra predominan niveles medios y altos en
las tres dimensiones del síndrome de burnout,
siendo en las escalas de cansancio emocional y despersonalización donde se obtienen
mayores porcentajes de sujetos situados en niveles altos. Cualquier avance en la
identificación de factores que favorezcan la aparición de este síndrome en una
población determinada, puede ayudar al establecimiento de líneas de actuación que
tiendan a optimizar los recursos humanos de una organización, en este caso, de la sanidad
pública.
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editorial
Estimados
compañeros:
Como
podéis observar, desde este número de la Revista «Clínica y Salud» pasa a ser
responsabilidad de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud, haciéndose cargo de
ella la Junta Directiva elegida en abril de 1997.
La
Sección tiene la responsabilidad de crear un medio de comunicación entre los
profesionales de clínica. En su Reglamento Interno (artículo, 3/3.2.3) se recoge que
tiene que «Editar una publicación periódica que sirva como instrumento regular de
comunicación y divulgación científica y profesional de la Sección». Pensamos que
Clínica y Salud puede ser el medio idóneo para ello, más aún partiendo del hecho de
que los colegiados tendremos la posibilidad de recibir gratuitamente una de las revistas
que edita el Colegio de Madrid.
Expresamos
en primer lugar nuestro reconocimiento y agradecimiento a todos los responsables
anteriores que han creado, dirigido y mejorado la revista que recogemos como publicación
madura y consolidada. Agradecemos a J.C. Duro, a A. Avila y a C. Rodríguez Sutil su
labor, y también a todos los que han colaborado desde el Consejo Editorial y Consejo de
Redacción, así como a los autores, revisores y suscriptores que han hecho posible un
producto en el que la Psicología Clínica se ha podido difundir.
Queremos
expresar también nuestro deseo de que la Revista sea un vehículo de comunicación
científica de toda la profesión, independiente de orientaciones, sector de trabajo o
ámbito de aplicación. Deseamos que Clínica y Salud sea un elemento de unidad
profesional que sirva para aglutinar los avances producidos en la Psicología Clínica
española.
La
Psicología atraviesa una etapa de crecimiento tanto en la expansión de nuevos ámbitos
de actuación como en el reconocimiento social y el progreso científico que nos lleva a
un periodo de grandes transformaciones. Nuestra revista, sensible a estos cambios, está
llamada a jugar un papel importante en todo este proceso.
Por nuestra parte nos
comprometemos a vigilar y cuidar el cumplimiento de las condiciones requeridas por la
comunidad científica para conseguir un reconocimiento de su calidad y un aumento de su
difusión, de forma que llegue a convertirse en una referencia obligada dentro de nuestra
profesión. Queremos señalar que ésta revista al igual que todas las demás producidas
por el COP, está gestionando su inclusión en las bases de datos internacionales.
Precisamente,
para conseguir este objetivo es imprescindible que los nuevos responsables de Clínica y
Salud velen de manera especial por mantener, e incluso aumentar, el nivel científico de
los artículos.
Dicho
esto, es nuestro deseo lograr una estructura abierta y flexible para dar cabida y
difusión a los variados aspectos en los que se mueve nuestra profesión como la
investigación, aplicación, comunicación y organización.
La
Sección ha nacido para ser un cauce de participación de todos; por ello os hacemos una
llamada encarecida a todos, especialmente a aquellos cuya especialidad es la Psicología
Clínica y de la Salud y la psicoterapia,
para invitaros a compartir con los lectores el fruto de vuestro trabajo, remitiendo a
«Clínica y Salud» para su publicación, investigaciones, reflexiones y experiencias que
sin duda serán un medio de enriquecer y potenciar nuestra profesión de forma que podamos
lograr una especialidad bien definida y fuerte.
Lucila
ANDRES
Felipe
MARIN
Directores
de «Clínica y Salud»