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SECCION MONOGRAFICA

Introducción a la Sección Monográfica "Adolescencia"
An introduction to the "Adolescence" Monographic Section

 


Hace unos meses solicité a algunos estudiantes -por intermedio de sus tutores- que escribieron sus impresiones acerca de los y las adolescentes en la actualidad (1). Pude recoger, así, un total de 78 textos, escritos por jóvenes de 15 a 17 años, de ambos sexos, procedentes de medios socio-económicos muy diferentes: un grupo (37 sujetos) asiste a un colegio privado y costoso y el otro (41 sujetos) estudia en un instituto situado en una de las zonas más deprimidas de Madrid.

Como era de esperar, el discurso de los/las adolescentes presenta una gran cantidad de rasgos comunes y algunos elementos diferenciales en función de la extracción social de sus autores.


(1) Agradezco la colaboración de las profesoras Alicia Alonso y Beatriz Sagüés, que se ocuparan de recoger el material.


Lo primero que llama la atención es la frecuencia con que nuestros sujetos hablan de la adolescencia -de sí mismos, en definitiva- recurriendo a explicaciones "teóricas" bastante tópicas: se trata de una etapa de cambios, fundamentalmente corporales, de la transición de la infancia a la adultez, de un momento en que "no eres pequeño ni mayor". Esto pone de manifiesto el intento de distanciarse de su propia problemática subjetiva mediante la asunción de lo que podríamos llamar "discurso social" sobre la adolescencia. Así, por ejemplo, afirman que es una edad difícil, que chicos y chicas se encuentran en la "edad del pavo, pasan de todo, sólo les interesa la juerga, el cachondeo, divertirse, están muy "revueltos". Pero también incluyen sus propias respuestas a esas frases hechas, respuestas que podemos clasificar en dos conjuntos opuestos: la aceptación y el rechazo. En el primer caso, encontramos afirmaciones como las siguientes: 'Dicen que estamos insoportables, y estamos insoportables", "somos muy bordes", "vivimos a lo loco", "sólo nos interesa la juerga, o las drogas, el alcohol, el tabaco". En el segundo caso, en cambio, protestan contra ese discurso social que los oprime y revela una falta de comprensión. Citaré in extenso el escrito de un chico de 16 años, alumno del instituto, puesto que ilustra claramente esta posición:

"Las personas consideran nuestra edad como una etapa de crisis, de cambios, de sucesos en general. Tras toda esta vorágine de pensamientos y rumores, no se dan cuenta que nosotros somos unas personas normales, con características no muy diferentes de las demás. Nuestros valores, actitudes e incluso pensamientos quedan sepultados bajo esa losa que nos trata de imponer la sociedad en la que vivimos. Todos hablan de nosotros como si fuéramos 'bichos raros, que tenemos unas actitudes 'demoníacas', pero nadie se ha parado realmente nunca a pensar en nuestros sentimientos, pensamientos, sensaciones, en qué fluye por nuestra cabeza en verdad. Deberíamos de imaginar una sociedad más justa con nosotros y que nos acepte como realmente somos y no como nos quieren hacer que seamos, Si esta sociedad no varia, la adolescencia, irrefutablemente, irá hacia un proceso de rebeldía que no hará más que agravar las cosas."

Una gran mayoría de los sujetos, después de una pequeña introducción "teórica" al tema, se refieren de un modo más directo a lo que ellos mismos creen que les pasa. Una de las preocupaciones más frecuentemente mencionadas, sobre todo en el caso de las niñas, corresponde al cuerpo, tanto en lo que respecta a las transformaciones corporales sufridas como a su imagen. También hablan de hallarse confusos, más "sensibles o raros', de experimentar cambios en sus estados de ánimo, de la dificultad para concentrarse y el agobio con los estudios (respuesta casi universal). La problemática no se reduce a su "mundo interno" sino que abarca también sus relaciones con los demás: casi todos mencionan problemas en la relación con los padres (se quejan, sobre todo, de sus prohibiciones y exigencias), preocupación por tener que tomar decisiones en lo que respecta al estudio o al trabajo, y dudas acerca de la relación con los amigos ("¿te comprenden realmente?"); todo esto conduce a sentimientos de soledad e incomprensión.

Sin embargo, no todo es sufrimiento: muchos describen el momento que están viviendo como propicio a hacerse nuevas ilusiones y a poner mucha pasión en las cosas (aunque a veces esto mismo genere decepciones). Sobre todo, encuentran que se abre ante ellos un mundo de descubrimientos. Así, expresan su curiosidad por saber cómo es la vida, 1o quieres vivir todo", su interés por nuevas experiencias y valores, la sensación de que "se abren nuevas puertas y queremos saber qué hay", Entre los descubrimientos esenciales se cuentan, por supuesto, el amor y la sexualidad.

¿Cuáles son sus quejas? Les molesta que los mayores critiquen a esta generación, que los padres intenten comprenderlos pero sin lograrlo, que "ni los amigos te entiendan" y, especialmente, que no les dejen expresar su punto de vista, que no se los escuche. Veamos un texto muy significativo al respecto, escrito por una joven de 17 años, también estudiante del instituto:

"Los adultos nos discriminan a todos diciendo que todos los jóvenes somos iguales; pero eso es mentira. Estoy de acuerdo que algunos adolescentes son muy rebeldes (pero quién no lo ha sido alguna vez en su vida) algunos más que otros. Otras veces los mayores se resguardan en decir: 'es que está en la edad del pavo'; cuando encuentran a un hijo o alumno deprimido, se creen que son tonterías lo que les ocurre, pero hay veces que no lo son; hay que mostrar un poco más de interés por los adolescentes que se dejan ayudar (ya que hay algunos que no), por que muchas veces no se sabe a lo que ha estado expuesto un joven (presión, agobio, problemas ... ) y no toda la gente es igual, a algunos les afecta más que a otros, Yo creo que ayudándonos un poco mutuamente por parte de padres, madres, profesores y nosotros mismos, saldremos mejor adelante; porque nosotros los jóvenes también sabemos ayudar, y a veces nos gustaría, pero no venís a buscar nuestra ayuda. Nos gusta hablar y ser escuchados, no ignorados."

Este texto da cuento de los efectos de una verdadera situación de marginación social de los adolescentes, más intensa, obviamente, cuando pertenecen a estratos castigados por la injusticia económica y social. También muestra los efectos nocivos de englobar a todo una generación en una o unas pocas categorías, desconociendo las diferencias individuales que los interesados, en cambio, reivindican: "todos no somos iguales" "no hay que juzgar a todos en apariencia ni en masa". Muchos afirman que el deseo de 'marcha, juerga, drogas' es propio de una minoría, que se hace notar por su carácter escandaloso, que hay muchos adolescentes que piensan en el futuro: "tenemos que marcarnos unas metas", "quiero llegar a ser alguien". Llama la atención la exigencia de reconocimiento de las diferencias, no sólo entre los individuos sino también entre las generaciones: las normas que cumplían nuestros viejos no se tienen que parecer a las que cumplimos nosotros". Una gran mayoría no admite que se trate de "una generación de vagos, vividores y pasotas": 'Nos importa la política, los estudios, la delincuencia, los problemas sociales; somos, la mayoría, solidarios, responsables y sabemos qué queremos hacer con nuestro futuro", escribe una chica de 17 años.

No todos ofrecen una imagen tan prometedora; los hay capaces de una autocrítica, como algunos que reconocen su situación de privilegio con respecto a sus padres, que hubieron de comenzar a trabajar a edades tempranas y entienden que, por ello, son "poco conscientes de lo que hay y lo que nos espera".

La diferencia principal que se encuentra en los textos de los dos grupos de sujetos radica en que los alumnos del colegio privado desarrollan más todo lo relacionado con la problemática psicológica que están viviendo, en tanto que los estudiantes del instituto parecen más preocupados por la realidad social. Hablan mucho más de los adolescentes que hacen pellas, que están "en la calle", del uso de drogas y la formación de "bandas", es decir, de quienes justifican, en cierto modo, el estereotipo al que hemos aludido. Como ya he mencionado, son más críticos con la sociedad y demandan lo que aquella no les da. Veamos algunos ejemplos: "Hay mucha violencia, mucha droga por todos los sitios, mucha gente que la toma y eso afecta a los jóvenes, aunque no quieran tomarlo hay veces que hasta se lo meten por los ojos" (escrito por una joven de 17 años); también hay otros peligros por las calles como son las bandas de skinheads, cabezas rapadas, punkies y otros especímenes sin determinar que como no les guste tu aspecto te dan una paliza o un navajazo a la primera de cambio" (varón, 16 años),

Si he comenzado la presentación de este número dedicado monográficamente a la adolescencia con el relato de esta pequeña investigación, es porque me parece más elocuente que un discurso teórico destinado a fundamentar la importancia del tema, Aunque nuestra perspectiva es la clínica, es evidente que la problemática adolescente (tanto el "síndrome de la adolescencia normal" como los cuadros psicopatológicos) no pueden comprenderse sino en el marco de una situación histórico-social determinada, que es la que establece los ritos de pasaje -o su ausencia- que regulan el tránsito de la infancia a la adultez, tránsito que conduce a cada sujeto a encontrar un lugar propicio a partir del reconocimiento de la diferencia de los sexos y de las generaciones. Sin embargo, la existencia de una problemática adolescente no ha de conducirnos a la aceptación de una serie de estereotipos (sociales o clínicos) que podrían impedirnos escuchar la voz singular de cada uno de los sujetos con los que se compromete nuestra actividad clínica

En suma, nos hallamos frente a una serie de aporías:

1. La clínica de la adolescencia -en la que nos ocupamos de 'casos" singulares- no es independiente del lugar social que se adjudica a los adolescentes ni de la categorización cultural de este grupo de edad, tal como lo indican los discursos adolescentes estudiados.

2. La clínica de la adolescencia -quehacer fundamentalmente "práctico"- tampoco es disociable de la reflexión teórica que ha de cuestionar permanentemente los conceptos y enfoques que utilizamos, De ahí la inclusión de mi trabajo Identidad y adolescencia. Reflexiones sobre un mito', en el que cuestiono las implicaciones de un concepto tan empleado en la clínica de la adolescencia como es el de identidad.

3. En el trabajo con adolescentes nos encontramos -más que en el caso de niños o adultos- con la tensión existente entre el reconocimiento de una problemática común y la exigencia de atender a la singularidad de cada sujeto. El artículo de Regina Bayo-Borrás, Psicoterapia psicoanalítica con adolescentes. Rebeldes ¿sin? causa", se sitúa en esta tensión al ocuparse de algunas características metapsicológica y psicopatológicas de los adolescentes y sus implicaciones para la práctica clínica articulándose con un caso particular.

4. Si bien la adolescencia es un proceso intrasubjetivo, al mismo tiempo es posible definirlo como problema intersubjetivo, de manera tal que la crisis adolescente entraña habitualmente una crisis familiar. Paula Mas Franchini estudia la crisis que se desencadena en una madre a partir de la adolescencia de su hija, en su trabajo "¿Crisis de adolescencia a los 45? Vicisitudes en la individuación".

 

Silvia TUBERT