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INVESTIGACION

Salud y hábitos de vida en los estudiantes de la U.A.M.
Health and life habits in U.A.M. students

 

M.ª Xesús FROJAN PARGA (*)

Rosa RUBIO LLORENTE (*)


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

1. INTRODUCCION

2. METODO

3. RESULTADOS

4. DISCUSION:

REFERENCIAS

ANEXOS


RESUMEN

Presentamos los resultados de un estudio realizado en la Universidad Autónoma de Madrid con el fin de conocer el estado de salud general de los estudiantes del campus y la posible relación de éste con los hábitos y comportamientos de los individuos. Con este objetivo se realizó una encuesta a 7.647 estudiantes durante el curso escolar 1994-95 con la que se evaluaron los comportamientos de consumo de sustancias psicoactivos, estilos de vida y estado de salud, entre otras variables, encontrándose resultados que confirman que, a estas edades, la ejecución de comportamientos no saludables no está reñido con la existencia de un estado de salud general bueno. Estos resultados confirman la necesidad de desarrollar programas de promoción de la salud basados en los beneficios inmediatos de los comportamientos saludables más que en los perjuicios a largo plazo de los conductas no saludables.

ABSTRACT

We present the results of o study accomplished in the Autonomous University of Madrid in order to know the students general health state and the possible relationship between this general health state and habits and behaviors of these individuals. With this objective was accomplished a survey to 7.647 students during the academic course 7994-95 to evaluate behaviors of drug consumption, fife styles and health state, among other variables. Results confirm that, to these ages, unhealthy behaviors execution is not quarreled with the existence of a good general health state. These results confirm the need of developing health promotion programs based on the im- mediate benefits of healthy behaviors more than in a long term prejudices of unhealthy ones.

PALABRAS CLAVE

Estudio epidemiológico. Universitarios. Salud. Estilos de vida, Consumo de sustancias psicoactivos.

KEY WORDS

Epidemiological study, University, Health, Life styles. Drug consumption.


Para correspondencia: M.ª Xesús Froján Parga. Departamento de Psicología Biológica y. de la Salud. Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Madrid. 28049 Madrid (España). E-mail: mxesus.frojan@uam.es.


 

1. INTRODUCCION

En las páginas siguientes vamos a presentar los resultados de un estudio realizado en el Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid dirigido a conocer el nivel de salud de los estudiantes universitarios, con el objetivo final de establecer la pertinencia de desarrollar un programa de educación diabetológica que mejorase, en caso de ser necesario, la calidad de vida de los estudiantes diabéticos de nuestro campus. Hace algunos años realizamos un estudio similar que aportó datos que permitieron poner en marcha una serie de programas de intervención (sobre el hábito de fumar, técnicas de estudio, ansiedad ante los exámenes, etc.) dirigidos a satisfacer las necesidades detectadas (Froján y Santacreu, 1992; Hernández, Pozo y Polo, 1994; Pozo, 1996), En esta ocasión, sin embargo, el reducido número de sujetos diabéticos en nuestra Universidad y la cantidad de dispositivos existentes de atención al diabético en nuestro entorno social mostraron que tal programa no estaba justificado para una población tan reducida. El estudio epidemiológico que realizamos con el objetivo final planteado anteriormente permitió estudiar cuáles eran los hábitos dé salud de los estudiantes universitarios de la UAM, en lo que respecta a la alimentación, práctica de deportes, consumo de drogas, etc.

Por "estilo de vida" entendemos el conjunto de hábitos y pautas comportamentales de una persona, pudiendo definirse éstos, a su vez, como formas de comportamiento que se repiten constituyendo el modo habitual de un individuo de responder a diferentes situaciones cotidianas (Rodríguez Marín, 1995). En la actualidad está completamente asumido que nuestra forma de comportarnos, es decir, nuestro estilo de vida, tiene una incidencia directa sobre nuestra salud. Esto no quiere decir, sin embargo, que el conocimiento de la relación comportamiento-salud determine que las personas pongan en marcha comportamientos saludables. Por ejemplo, en los individuos jóvenes (de las edades de la población de nuestro estudio) la percepción del riesgo asociado a la ejecución de determinadas conductas insanas, como consumir alcohol o dormir un número insuficiente de horas, es muy limitado y, desde luego, insuficiente para modificar la conducta de los sujetos hacia comportamientos más saludables. Hay que tener en cuenta que los problemas y enfermedades asociados a los estilos de vida se desarrollan muy a largo plazo, de forma que es difícil el establecimiento de relaciones causales entre lo que una persona hace en un momento determinado y el padecimiento de problemas futuros. Por otra parte, se necesita cierta cantidad de esfuerzo para llevar a cabo conductas de salud que tienen una función básicamente preventivo, y por ello no es fácil que se instauren como hábitos de conducta en individuos sanos. De ahí la importancia de poner en marcha programas de promoción de la salud que potencien el desarrollo de conductas saludables basándose en los beneficios que se pueden obtener a corto plazo más que en los posibles perjuicios futuros (Santacreu, Froján y Hernández, 1992). Se trataría de potenciar el autocontrol de los individuos puesto que la implantación y mantenimiento de comportamientos saludables pasa por que las personas asuman su capacidad de control sobre su propia conducta y, sobre todo, los efectos de ésta sobre la salud. En este sentido, habilidades como la resistencia a la presión social la demora del refuerzo o la capacidad de anticipar las consecuencias negativas o positivas de una acción son determinantes para desarrollar estilos de vida sanos.

En los últimos años se han desarrollado diversos modelos que tratan de explicar qué es lo que hace que un individuo se comparte o no de forma saludable (comportamientos preventivos). Uno de éstos es el modelo de creencias de salud (Becker y Maiman, 1982). En la adquisición y mantenimiento de las conductas de salud desempeñan un papel fundamental los factores cognitivos, especialmente las creencias de un individuo sobre la enfermedad y sus factores causales. A grandes rasgos el modelo propone que los comportamientos de salud de los individuos pueden estar determinados por:

1. Las creencias de que ellos son susceptibles o vulnerables a la enfermedad o a sus consecuencias.

2. La creencia de que la enfermedad en sí, o sus consecuencias, pueden tener un grave impacto negativo en sus vidas.

3. La creencia de que seguir determinadas recomendaciones sanitarias sería beneficioso o efectivo para reducir la amenaza o gravedad de la enfermedad.

4. La creencia de que los costes psicológicos u obstáculos asociados al seguimiento de las recomendaciones para la salud son menores que los potenciales beneficios.

Un segundo modelo a considerar es la teoría de la acción razonada (Fishbein y Ajzen, 1975; Azjen y Fishbein, 1980), cuyo supuesto básico es que los humanos son seres racionales y hacen uso sistemático de la información con la que cuentan, de forma que antes de llevar a cabo una acción valoran las implicaciones de las mismas. De forma muy resumida, la teoría de la acción razonada considera que el determinante inmediato de una conducta es la intención que la persona tiene de realizarla, a su vez, dicha intención está en función de la actitud hacia la conducta (determinada por las creencias sobre los resultados del comportamiento y la valoración de los mismos) y de la presión social hacia ella (norma subjetiva, que es función de las creencias normativas).

En último lugar, consideraremos la propuesta integradora de Rodríguez-Marín (1995), que reúne, las variables consideradas por los distintos modelos en un intento de posibilitar la realización de un análisis funcional de la conducta. En este sentido considera un serie de elementos, que sólo vamos a citar: el estatus de salud de una persona y su calidad de vida (que no es otra cosa que los resultados o consecuencias del comportamiento); los procesos internos o de autocambio (que incluyen las variables propuestas por Fishbein y Azjen, junto con las expectativas de autoeficiencia, las creencias de control, las habilidades en solución de problemas y el sistema de valores y. metas); en tercer lugar, las creencias sobre la enfermedad, la vulnerabilidad percibida y la amenaza percibida; y por último, las variables del contexto, tanto físicas como biológicas y sociales.

La complejidad del estudio de las conductas de salud y la dificultad para establecer los factores que determinan su adquisición y mantenimiento suponen un serio obstáculo al desarrollo e implantación de programas de promoción de la salud eficaces. Un paso previo ha de ser, necesariamente, la evaluación del estado de salud de la población sobre la que se quiera implantar cualquier programa. Y este ha sido el objetivo general de nuestro trabajo. Los objetivos específicos han sido los siguientes:

1. Conocer los estilos de vida de los estudiantes de la UAM.

2. Establecer las posibles relaciones existentes entre tales estilos de vida y la salud de los estudiantes.

3. Conocer el porcentaje de sujetos diabéticos entre la población universitaria del Campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma de Madrid.

2. METODO

1. Sujetos:

Participaran 1.647 estudiantes elegidos al azar entre la población universitaria de la Universidad Autónoma de Madrid. La muestra estaba constituida por alumnos de cada uno de los cursos de todos las facultades existentes en el campus, de los cuales 532 eran varones (32,6%) y 1, 102 mujeres (67,4%), con una media de edad de 20,9 (entre 17 y 61 años, desviación típica 3,06). El 94,2% de la población tenía edades comprendidas entre 17 y 24 años, y únicamente el 5,8% restante tenían edades entre 25 y 61 años. Esta es la razón por la cual en la tabla 1 se consideran en un único intervalo las edades superiores a 25 años:

1. Facultad de Psicología: 332 sujetos (20,2%).

2. Facultad de Ciencias: 96 sujetos (5,8%).

3. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales: 330 sujetos (20,1 %).

4. Facultad de Derecho: 294 sujetos (117,9%).

5. Facultad de Filosofía y Letras: 589 sujetos (35,8%).

2. Variables:

Las variables estudiadas (entre paréntesis las iniciales utilizadas en las tablas) han sido agrupadas en las siguientes categorías: características de la muestra: edad, sexo, estado civil, lugar de residencia actual (RESIDENCIA), localidad del domicilio familiar (RES-FAMILIAR), nivel socioeconómico (N-ECONOMICO); consumo de sustancias psicoactivos (en el último mes): alcohol, tabaco, café, cannabis, otras drogas, psicofármacos; estilos de vida (conductas realizadas en el último mes): tiempo dedicado a caminar (CAMINAR), práctica de DEPORTE (DEPORTE), tiempo de duración de la práctica deportiva (DURAC. DEPORTE), salidas nocturnas (SAL. NOCTURNAS), número de horas que duerme (SUEÑO), frecuencia de la realización de la comida principal en casa (COM-CASA), consumo de verduras y legumbres (VERDURA), carnes, pescado, frutas, dulces); acontecimientos vitales (en los últimos seis meses); acontecimientos positivos (AC. POSITIVOS) y acontecimientos negativos (AC. NEGATIVOS), nivel percibido de afectación de los acontecimientos positivos (AFEC. AC, POSIT), nivel percibido de afectación de los acontecimientos negativos (AFEC. AC. NEG), indicadores de enfermedad: enfermedad actual (ENFERM. ACTUAL), problemas habidos en el último año,- en los estudios y/o trabajo por causa de una enfermedad (PROB. ENFERM.), hospitalizaciones en el último año, visitas realizadas al médico general en el último año (MED. GENERAL), revisiones médicas realizadas voluntariamente en el último año (REVISION VOL.), visitas realizadas al médico especialista en el último año (MED. ESPECIALISTA), frecuencia de dolores de cabeza en el último año, frecuencia de dolores de estómago en el último año, cansancio físico sin justificación aparente en el último mes, estado percibido de salud actual (SALUD ACTUAL); y enfermedades crónicas en la familia: padre, madre, hermanos, abuelos, otros familiares, sujeto diabético.

Por lo que respecta a los acontecimientos vitales, se preguntaba a los participantes si había ocurrido algún acontecimiento especial en su entorno habitual, en los últimos seis meses, que valorara como positivo o negativo, en función de la pregunta, y que hubiesen alterado en algo su modo de vida. Ambas preguntas (relativas a la ocurrencia de acontecimientos positivos o negativos) se contestaban afirmativa o negativamente y a continuación se valoraba el grado en que sentían que les habían afectado dichos acontecimientos, en una escala de 5 puntos similar a las de las otras preguntas que formaban parte del instrumento (ver anexo 1)

3. Instrumentos:

Se utilizó un único instrumento construido específicamente para este estudio (ver anexo l), consistente en una encuesta de 50 preguntas cerradas, con cinco alternativas de respuesta, excepto las preguntas referente al padecimiento de alguna enfermedad durante el último año y la ocurrencia de acontecimientos vitales, con tres alternativas de respuesta (si, no, no sabe/no contesta). Las dos preguntas dirigidas, respectivamente, a conocer el interés de los individuos sobre temas de salud y en participar en una investigación sobre diabetes no las hemos incluido en los resultados que aquí presentamos por considerar que no son relevantes para los objetivos del mismo.

La categorización de las respuestas se hizo siguiendo una escala descendente de mayor frecuencia de consumo o de realización de distintas actividades relacionadas con la salud (práctica deportiva, horas de sueño, etcétera), a menor frecuencia o no-existencia, de forma que se obtenía una escala ordinal que facilitaría los análisis correlacionales. Las categorías eran exclusivas y exhaustivas, con lo cual los sujetos siempre se podían acoger a alguna de las alternativas de respuesta. Se pedía expresamente a los sujetos que respondieran a todas las preguntas del cuestionarlo.

4. Procedimiento:

Con él objetivo de poder llegar al mayor número de alumnos posible, entramos en contacto con los directores de los departamentos de las distintos facultades a través de una carta firmada por el Vicedecano de relaciones institucionales de esta facultad, para solicitar su colaboración pidiéndoles que informaran a los profesores de sus departamentos sobre la realización de la encuesta y la posible presencia de los encuestadores en alguna de sus clases.

Se eligió al azar un profesor por curso Y Turno de facultad, es decir, un profesor de 1.2 de Ciencias Económicas del turno de mañana y un profesor de 1.2 de Ciencias Económicas del turno de tarde, así sucesivamente en todos los cursos y facultades. Posteriormente los encuestadores entraban en contacto y concertaban entrevistas con los profesores que habían accedido a colaborar para acordar el horario más adecuado para ambos.

El estudio comenzó en el mes de noviembre de 1994 y se extendió hasta el mes de enero de 1995. Se le presentaba a los alumnos como una iniciativa del Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad, con el objetivo de conocer los hábitos de salud de la población de estudiantes de ésta universidad y estudiar la prevalencia de estudiantes diabéticos en el campus.

La cumplimentación de la encuesta tenía una duración media de 35 minutos, que se distribuían del siguiente modo: los diez primeros minutos dedicados a la presentación y reparto de cuestionarios y veinticinco minutos siguientes dedicados a la realización de los mismos.

3. RESULTADOS

Se realizaron dos tipos de pruebas:

1. Análisis descriptivo y de frecuencias por medio del programa estadístico SPSS+ para Windows.

2. Análisis correlacional de los datos por medio del programa estadístico SPSS+ para Windows. Se utilizó la prueba de Pearson para las variables ordinales (la mayoría de las evaluadas, tal como se indica en el apartado correspondiente).

Los resultados obtenidos se muestran en las tablas siguientes, agrupados por el tipo de variable analizada.

Como se puede observar en la tabla 1 que resume las características de la muestra, el número de mujeres participantes es mayor que el de hombres (67,4% frente a 32,6%). El 68,6% de los participantes tienen entre 19 y 22 años, como era de esperar en una muestra de universitarios. El nivel socioeconómico de la familia es medio en su mayoría (62,4%), correspondiendo un porcentaje mínimo a los extremos, tanto al nivel alto (1,4%) como al bajo (1,6%), La mayoría residen en el área metropolitana de Madrid (71,6%).

En la tabla 2 se presentan los resultados relativos al consumo de sustancias psicoactivas durante el último mes. Podemos observar que las sustancias más consumidas son café y alcohol (el 79,9% es consumidora de una y/u otra sustancia con alguna frecuencia, frente al 20,1% que afirma no consumir nunca). El mayor porcentaje de individuos consume alcohol con una frecuencia menor de un día a la semana (40,0%) y el 36,0% lo consume entre uno y tres días a la semana. Por lo que respecta al café, son mayoría los consumidores que toman café todos los días de la semana (37,6%), mientras que el resto de los intervalos de frecuencia considerados se reparte equitativamente. En cuanto al consumo de tabaco (el 29,9% de la muestra es fumadora) sólo el 2,1 % fuma más de un paquete diario, distribuyéndose el resto de los fumadores de forma muy similar entre los otros intervalos considerados, Consumen cannabis el 13,2% de los individuos, con una frecuencia de consumo reducida: el 8,3% menos de un día a la semana y el 3,6% entre uno y tres días a la semana. El consumo de otras drogas es del 2,6% de la muestra estudiada y la mayoría consume con una frecuencia menor de un día a la semana (1,5%). Respecto al consumo de psicofármacos, el 5,2% de la población los toma con alguna frecuencia: el 3,1 % menos de un día a la semana y el 1.5% entre uno y tres días a la semana.

La tabla 3 muestra los resultados relativos al estilo de vida de la población estudiada: un 69,7% de la población realiza algún tipo de práctica deportiva, la mayoría entre uno y tres días por semana (26,4%) o menos de un día a la semana (20,5%), Los que practican algún DEPORTE le dedican entre media y una hora (25,2%) y entre una y dos horas el 2 1,1 %. La mayoría de los individuos dedica algún tiempo a caminar (el 98,7% de la muestra), al menos entre un cuarto y media hora diaria (32,4%) o entre media y una hora (24,8%). El 17,2% camina menos de un cuarto de hora al día y el 14,1% restante dedica más de una hora a esta actividad.

Respecto a las salidas nocturnas, únicamente el 5,4% de los individuos afirman no salir nunca, mientras que el 94,6% restante lo hace según los siguientes intervalos de frecuencia: el 22,0% menos de un día a la semana, el 53,4% uno o dos días a la semana, el 16,9% sale entre tres y cinco días por semana y el 2,3% restante sale más de cinco días durante la semana.

En cuanto a las horas que dedican a dormir, la mayoría (54,9%) contesta que duerme entre cinco y siete horas diarias y el 41,1% entre ocho y nueve horas.

Por lo que respecta a las comidas, la mayoría de los individuos comen diariamente en su casa (60,8%) y únicamente un 2,3% no lo hacen nunca. El alimento más consumido es la carne (98,5% come carne con alguna frecuencia), siendo la máxima frecuencia de consumo entre tres y cuatro por semana (50,1 %). El pescado sume con una frecuencia del (45,4%) de una o dos veces por semana y la verdura tres o cuatro veces por semana (34,4%). Estos dos alimentos son consumidos por un 97,1% y 96 población de estudio, respectivamente. El 57,5% consume fruta entre cinco y siete días a la semana, si bien es el alimento que una mayor parte de la muestra dice no comer nunca (4,6% Los dulces se consumen muy frecuentemente un 34,8% los toma entre cinco y siete días a la semana y un 29,0% entre tres y cuatro días por semana.

La tabla 4 presenta los resultados relativos a la ocurrencia de acontecimientos vitales positivos y negativos y al grado en que estos han afectado al individuo. Según se observa en la tabla, el 41,7% afirma haber vivido en los últimos seis meses algún acontecimiento que pudo haber afectado su vida en algún grado, si bien la mayoría de estos individuos (el 51,3%) afirma que el grado de afectación ha sido nulo, frente al 12,1% y el 28,6% que contesta que les ha afectado mucho o bastante, respectivamente. En lo que se refiere a acontecimientos negativos, el porcentaje de individuos que contesta afirmativamente a su ocurrencia es menor que en el caso anterior (37,4%), como mayor es el porcentaje de participantes que dice que la ocurrencia de éstos no les ha afectado nada (56,8%); un 11,2% afirma que les ha afectado mucho y un 19,5% contesta que bastante.

En la tabla 5 se muestran los porcentajes de respuestas relativas al estado de salud actual y en el último año de los individuos que forman nuestra muestra de estudio. El 82,7% no padece ninguno enfermedad en el momento de contestar a la encuesta y el 63,8% no ha tenido ningún problema relacionado con enfermedades padecidas en el último año (el 26,2% contesta que rara vez). Las hospitalizaciones en el período considerado han ocurrido en el 5,2% de la población de estudio, de los cuales el 4,4% ha sido una única vez. Las consultas al médico general las realizaron el 51,4% de la muestra entre una y tres veces al año, y entre cuatro y cinco veces el 17,2%. Un porcentaje mayor (30,91/6) realiza revisiones médicas voluntarias entre cuatro y cinco veces al año frente al 29,7% que no rea ' liza ninguna. El porcentaje de sujetos que acude al especialista enviado por el médico de cabecera es el 48,1% siendo el intervalo más frecuente (23,3%) el correspondiente a entre una y tres veces anuales.

Respecto al padecimiento de dolores de cabeza, dolores de estómago y/o cansancio físico, es el primero de estos problemas el padecido por un mayor número de individuos (el 85,4%) y con mayor frecuencia (16,0% más de cuatro veces al mes, 7,3% cuatro veces y 24,5% entre una y tres veces). Los dolores de estómago los sufre un 75,7% de la muestra estudiada, aunque la mayoría menos de una vez al mes (36,4%).

El 37,7% afirma sentir cansancio físico sin justificación aparente: el 16,0% menos de una vez al mes y el 15,4% entre uno y tres días por semana; un 3,5% afirma sentirlo todos los días.

El estado de salud actual es considerado muy bueno por el 11,8% de los individuos, bueno por el 42,6% medio/normal por el 41,5% y malo o muy malo por el 3,6% y el 0,5% respectivamente.

La tabla 6, relativa al padecimiento de enfermedades crónicas en la familia, presenta los siguientes resultados. El 22,2% de los individuos tiene un padre con enfermedad crónica, siendo algo mayor el porcentaje referido a la madre, el 26,5%. Es importante el número de sujetos que no sabe cuántos años llevan alguno de los dos progenitores padeciendo la enfermedad (7,4% respecto al padre y 5,6% respecto a la madre), así como el alto porcentaje de sujetos que contestan que hace más de siete años que la padecen (6,6% respecto al padre y 8,8% respecto a la madre). En cuanto a hermanos, abuelos u otros familiares, los porcentajes se distribuyen como sigue: respecto a hermanos, un 7,6% tiene algún hermano con enfermedad crónica; un 64,9% un abuelo y un 47,3% otro familiar.

En cuanto a la diabetes, existe un 0,5% de estudiantes diabéticos en la población estudiada.

Las dos tablas siguientes, 7.1 y 7.2 resumen las correlaciones significativas encontradas entre las diversas variables de estudio. Es de destacar que el valor de las correlaciones es bajo en general frente a un alto nivel de significación (alfa es menor que .000 en todas ellas). Las correlaciones más relevantes, que serán comentadas en el siguiente apartado, corresponden al consumo de alcohol con las salidas nocturnas (.35) y con el consumo de tabaco (,25%); también son relevantes las correlaciones obtenidas entre el padecimiento de una enfermedad y las visitas al médico general (,27) y entre la primera y la existencia de problemas relacionados con la enfermedad (,27).

4. DISCUSION:

Los resultados obtenidos nos permiten conocer el estado de salud de los estudiantes de la UAM, tanto en lo que respecta a estilos de comportamiento (drogas, DEPORTE, alimentación, visitas al médico, etc.) como a la existencia de factores estresantes en su entorno (padecimiento de enfermedades, acontecimientos vitales, enfermedades crónicas en familiares, etc.).

Respecto a las características de la muestra, podemos observar en la tabla 1 que el 75,6% de los sujetos reside en un área urbana frente al 24,4% que lo hace en poblaciones periféricas, principalmente localidades próximas a Madrid (Alcorcón, Móstoles, Alcobendas...), En cuanto a nivel socio-económico, el 89,Y/o de los entrevistados lo considera entre medio (62,4%) y medio-bajo (27,1%).

Por lo que respecta al consumo de sustancias psicoactivas (tabla 2), los datos obtenidos están en concordancia con los que muestran otras encuestas. Haciendo un análisis por uso de sustancia podemos observar que, en cuanto al consumo de alcohol, el porcentaje de consumidores entre los estudiantes de la UAM es superior al de consumidores en la población general de 18 a 24 años de edad (58,61% según datos de la Encuesta Nacional de Salud, 1993): ,nuestros datos muestran que un 79,9% de la población encuestada consumió alcohol durante el último mes (el mes anterior a la realización de la encuesta), de los cuales el 40% declara haber bebido menos de un día a la semana, el 36% entre uno y tres días por semana, el 3% entre seis y cuatro días por semana y el 0,8% todos los días. Estos resultados podrían explicarse por las fechas de realización del estudio (de noviembre de 1994 a enero de 1995), durante las cuales se celebran las fiestas navideñas, en las que generalmente se tomas bebidas alcohólicas (champán, sidra, vino, etc.) durante la comida y cena, además de las tradicionales fiestas estudiantiles de fin de trimestre, La correlación obtenida entre las variables de consumo de alcohol y salidas nocturnas (35, p=,000) apoya esta hipótesis, así como la existencia de un alto porcentaje de consumidores (40%) con una frecuencia menor de un día por semana, En la misma línea podemos comprobar que el 60,1% de la población de universitarios del campus de Cantoblanco son no consumidores de alcohol (20,1 % no ha consumido ningún día durante el último mes) o son consumidores esporádicos (40,0% ha consumido menos de un día a la semana), y el 36% consumidores de fin de semana (entre 1 y 3 días/semana). En el estudio no se recogen datos sobre la cantidad de alcohol ingerida, por tanto no podemos establecer comparaciones entre la cantidad consumida por los consumidores habituales (de 4 a 7 días/semana) y los consumidores de fin de semana (entre 3 y 1 día/semana) o los consumidores esporádicos (-1 día/semana).

Los bebedores consumen con más frecuencia que los no bebedores otras sustancias psicoactivas. Existen correlaciones entre consumo de alcohol y tabaco (25, p=,000), cannabis (,24; p=,000) y otras drogas (, 15 p=,000).

No aparece correlación entre el consumo de alcohol y el estado de salud actual percibido. Esto puede deberse a que los efectos negativos del alcohol sobre la salud no se manifiestan en el momento de la ingesta o a corto plazo y por tanto, dada la juventud de la muestra, no se establecen este tipo de relaciones.

El 71 % de los participantes en el estudio se declaran no fumadores, frente al 29% que afirman serio. Es de destacar la disminución del consumo de tabaco entre la población de estudiantes de la Universidad Autónoma desde 1991, en que el 44, 1 % de los entrevistados se declaraban fumadores y el 55,9% no fumadores (Froján y Santacreu, 1992). También se produce una disminución en cuanto a la tasa de consumo en la población universitaria de Cantoblanco respecto al año 1991. El 7,24% de los encuestados fumadores consume más de 20 cigarrillos diarios frente al 9,7 en 199 1; el 33,44% consume entre 10 y 20 cigarrillos diarios frente al 40,7%; el 31,03% consumen entre 5 y 10 cigarrillos diarios frente al 22,6% y el 27,93% consume menos de 5 cigarrillos diarios frente al 24,9% en 1991.

Como se puede observar (figura 1) se produce una inversión en los porcentajes disminuyendo la proporción de fumadores de alto consumo (de 10 a 20 cigarrillos diarios o más) e incrementándose la de fumadores de bajo consumo (menos de 10 cigarrillos diarios) respecto al año 1991.

El consumo de tabaco es menor entre los estudiantes de la UAM que entre la población general (55,02% fumadores, 44,98% no fumadores, según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo; 1993).

Como era de esperar, y de acuerdo con otros autores (Jacobson, 1981; Schectman, Byrd y Gruchow, 1989; Stacy y Lloyd, 1990), la conducta de fumar aparece asociado (tabla 7. 1) con otras conductas no saludables, tales como consumo de diversas sustancias psicoactivos (p=,000, en todos los casos) con cannabis (,29), alcohol (,25), café (,17) y otras drogas (,17). A diferencia con el consumo de alcohol, los encuestados establecen relación entre el consumo de tabaco y el estado percibido de salud actual (-,15), aunque no aparecen correlaciones significativas entre el consumo de tabaco y el padecimiento de enfermedades o problemas físicos. Parece que los fumadores perciben los efectos a corto plazo del consumo de tabaco sobre el organismo (toses matutinas, mayor cansancio ante un esfuerzo físico, ahogos, etc.) y de ahí su percepción de un estado de salud no satisfactorio, aunque sin padecer enfermedades potencialmente asociadas a dicho consumo (que se suelen desarrollar a largo plazo y a edades superiores).

Por lo que respecta al consumo de drogas ilegales, es bastante reducido entre la población de estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid. Es muy elevado el porcentaje de individuos que afirma no haber consumido nunca cocaína u otras drogas (97,4%) y psicofármacos sin prescripción médica (94,8%). De entre los que afirman haber consumido cocaína u otras drogas en el último mes (2,6%), el 1,5% lo hizo esporádicamente (menos de una vez a la semana) y únicamente el 0,1% lo hace de forma habitual. Algo mayor es el consumo de psicofármacos, un 3,1% consumió esporádicamente y un 0, 1 % lo hizo de forma habitual, y sobre todo de drogas consideradas popularmente menos duras como es el caso del cannabis, que fue consumido en alguna ocasión durante el último mes por el 13,2% de los entrevistados, manteniéndose un patrón de consumo ocasional (del 13,2% de consumidores, 8,3% consume menos de una vez por semana).

A partir de los datos se puede constatar que los consumidores de sustancias psicoactivas, principalmente los consumidores de drogas popularmente consideradas duras, son pluriconsumidores ya que aparecen correlaciones significativas (p=,000) entre consumo de cocaína con cannabis (,42), con psicofármacos (,15), con tabaco (, 17) y con alcohol (,15).

Además de las conductas de consumo de sustancias psicoactivas que acabamos de ver, hemos analizado otros estilos de vida relacionados con la salud (tabla 3), tales como la frecuencia de salidas nocturnas, la práctica de ejercicio físico, los hábitos alimenticios y el número de horas de sueño.

En cuanto a la frecuencia de salidas nocturnas, el 5,4% de los encuestados afirma no haber salido por la noche durante él último mes, correspondiendo el mayor porcentaje de participantes que contestaron haber salido (53,4%) a salidas de fin de semana. Aparece una correlación significativa aunque no muy elevada C 17; p=,000) entre la edad de los entrevistados y las salidas nocturnas, siendo los estudiantes de menor edad los que salen con más frecuencia. Esto puede ser un indicador del cambio en los patrones de interacción social y de ocupación del tiempo libre en las distintas edades. Las salidas nocturnas están relacionadas con el consumo de alcohol (,35; p=,000) y con el consumo de cannabis (,16; p=,000) lo cual nos confirma el patrón de consumo de estas sustancias señalado anteriormente (fines de semana, fiestas y salidas nocturnas).

Como se puede ver en el apartado de resultados (tabla 3), el 61,7% de los encuestados realiza ejercicio físico. El porcentaje es similar al de la población general de las mismas edades, según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo (Encuesta Nacional de Salud de España, 1993); las diferencias se establecen en cuanto a la frecuencia de la práctica deportiva, que es mayor por parte de los estudiantes de la UAM, de los cuales el 14,8% practica actividades deportivas con mucha frecuencia (el 6,5% a diario y el 8,3% de 6 a 4 veces por semana) frente al 10% en la población general, el 26,4% de los estudiantes lo practica regularmente (1 a 3 veces por semana) frente al 19% de la población general y excepcionalmente (menos de una vez por semana) un 20,5% de los estudiantes de la UAM frente al 32% de la población general. La práctica deportiva está muy potenciada desde la propia Universidad, cuyo campus está dotado de instalaciones al alcance de todos los estudiantes, con una extensa oferta de actividades deportivas gratuitas. Es de resaltar que en este estudio se hace una diferenciación entre la práctica de actividades deportivas y la dedicación de una parte del tiempo a caminar (el 88,7% de los estudiantes de la UAM dedican al menos un cuarto de hora diario a esta actividad), lo cual es recogido dentro del mismo apartado por parte de la Encuesta Nacional de Salud de España (Ministerio de Sanidad y Consumo, 1993). Existe correlación entre la práctica de DEPORTE y el estado de salud actual percibido (,22; p=,000) aunque, a diferencia de lo que en principio cabria esperar, no se establecen relaciones significativas entre la práctica de DEPORTE y el consumo de tabaco, la frecuencia de salidas nocturnas u otros hábitos no saludables. Esto puede explicarse por la juventud de la muestra (X=20,9 años, S=3,06), que permite realizar comportamientos que a edades mayores podrían resultar incompatibles. Este resultado apoya nuestro planteamiento inicial de desarrollar programas de promoción de la salud fundamentados en los beneficios inmediatos de las conductas saludables, puesto que los jóvenes no sólo no percibirán las consecuencias negativas de sus comportamientos no saludables actuales, sino que podrán compatibilizar éstos con los precursores de salud, por lo que difícilmente se plantearán la elección entre unos y otros.

En cuanto a las horas dedicadas a dormir, el promedio entre los alumnos de la UAM es de 5 a 7 horas diarias (54,9%), inferior al de la población general de su mismo edad, que duerme entre 8 y 9 horas diarias (64%) según datos de la Encuesta Nacional de Salud de 1993. Tan sólo el 24% de la población general dedica entre 5 y 7 horas a dormir. El 41,1% de los entrevistados duerme entre 8 y 9 horas y el 2,3% por encima de 10 horas frente al 9% de la población general de su misma edad que dedica 10 o más horas diarias al sueño. La explicación de estas diferencias puede estar en las peculiaridades de la vida del estudiante, que exige una dedicación extra fuera de las horas lectivas, ya que su trabajo no finaliza al terminar las clases diarias, si no que continua en casa, muchas veces y según en qué épocas por las noches.

En la tabla 4 se incluyen los resultados relativos a la ocurrencia de acontecimientos vitales positivos y negativos, al como el grado en que los individuos percibían que tales acontecimientos les afectaban. Como aparece en la tabla citada, el 41,7% de los participantes en el estudio consideran que han tenido algún acontecimiento positivo importante que ha cambiado en algo su modo de vida. Estos acontecimientos les han afectado mucho en el 12,1% de los casos y bastante en el 28,6%. En cuanto a la ocurrencia de acontecimientos negativos que hayan afectado el modo de vida de los encuestados, se da en un porcentaje menor (37,4%) que los positivos.

En la tabla 5 se muestran los resultados respecto a los indicadores de enfermedad y estado de salud general de la población de alumnos de la UAM. El 82,7% de la población afirma no haber sufrido en el pasado año ninguna enfermedad. El 94,8% no ha sufrido ninguna hospitalización durante el último año y el 54,4% piensa que en la actualidad tienen un buen estado de salud (el 42,6% de los entrevistados lo considera bueno y el 11,8% muy bueno), frente al 4,1% que lo califican como malo (3,6%) o muy malo (0,5%) y el 41,5% restante lo califica como medio/normal. En este sentido aparecen diferencias importantes con respecto a las respuestas obtenidas en la Encuesta Nacional de Salud (E.N.S.) del Ministerio de Sanidad y Consumo de 1993 en la población general de estas edades. Los resultados de esta encuesta son los siguientes: el 18% considera su estado de salud muy bueno, el 67% bueno, el 13% regular, el 2% malo y el 0% muy malo, Estas diferencias pueden ser explicadas por las diferentes alternativas de respuesta utilizadas en ambos estudios: en la E.N.S. se consideran las categorías muy bueno, bueno, regular, malo, muy malo y en nuestro estudio muy bueno, bueno, medio/ normal, malo, muy malo. Las posibles interpretaciones sobre las alternativas de respuesta regular y medio/normal pueden explicar parte de las diferencias, puesto que la categoría medio/normal puede ser entendida en el sentido de bueno, cuando la otra opción es regular (como ocurre en la E.N.S.). Por otra parte, tal como hemos señalado, el 82,7% de la población afirma que no ha sufrido en los últimos 12 meses ninguna enfermedad, lo cual corrobora nuestro planteamiento.

Indicadores objetivos de padecimiento de enfermedad como la frecuencia de dolores de cabeza o de estómago o el cansancio físico sin justificación aparente apuntan en la misma dirección. Como aparece en el apartado de resultados (tabla 5), el 60,7% y el 52,3% afirman haber-tenido dolores de estómago y de cabeza, respectivamente, menos de una o ninguna vez al mes durante el último año. En cuanto a la sensación de cansancio físico el 78,3% afirma no haberlo notado o haberlo notado ocasionalmente (menos de una vez a la semana durante el último mes). En este sentido también se manifiestan los datos sobre las visitas realizadas al médico especialista derivadas por el médico de cabecera, puesto que no se han producido en el 51,9% de los casos o lo han hecho ocasionalmente, el 23,3% las realizó menos de una vez al mes y además los participantes no han tenido problemas en sus estudios o en su trabajo durante el último año por causa de una enfermedad en el 63,8% de los casos.

Todos los indicadores de salud que se evalúan en este estudio se encuentran relacionados entre sí el siguiente modo: los indicadores que muestran un deficiente estado de salud correlacionan positivamente entre ellos y negativamente con los indicadores de un buen estado de salud (p=,000). Es decir, los sujetos que sufren dolores de cabeza también sufren dolores de estómago (32), y un mayor cansancio físico sin justificación aparente (26), y la correlación con estado de salud actual percibido es de (-22). De aquí podemos deducir que todos éstos son indicadores del estado general de salud/enfermedad).

El estado de salud actual percibido de los participantes en el estudio correlaciona significativamente (p=,000) y de forma negativa con indicadores objetivos de padecimiento de enfermedad: el padecimiento de enfermedades actualmente (-25), la ocurrencia de problemas por causa de una enfermedad (-24), la aparición de cansancio físico sin justificación aparente (-27), la frecuencia de las visitas al médico-general (-21) y con la práctica de comportamientos de riesgo como es el consumo de tabaco (-, 15). Y como se puede ver en el apartado de resultados (tabla 7. 1) aparecen correlaciones significativas y positivas entre el estado de salud percibido y la práctica de ejercicio físico (22) y el tiempo dedicado a la práctica deportiva (, 18).

En el mismo sentido, los sujetos que actualmente padecen o han padecido alguna enfermedad durante el último año han sido hospitalizados en más ocasiones G16), han realizado más visitas al médico general (,27) y al especialista (22) y han tenido más problemas en sus estudios o trabajo por causa de una enfermedad C27).

Por último, la tabla 6 muestra los resultados relativos al padecimiento de enfermedades crónicas, propias o de familiares: el porcentaje de sujetos diabéticos en la muestra es de 0,5%, lo cual está dentro de lo esperado teniendo en cuenta la edad de los sujetos (el tipo de diabetes que aparece en estas edades -insulino-dependiente- es menos frecuente que la diabetes tipo II o no insulino-dependiente), Hay que señalar que existen pocos estudios epidemiológicos controlados sobre la incidencia y prevalencia de la diabetes mellitus en los países occidentales (Goday y Serrano-Ríos, 1994; Polaino y Gil, 1990), lo que dificulta considerablemente establecer cual es el porcentaje de personas afectadas por esta enfermedad. En un estudio de ámbito rural a nivel nacional realizado por Pallardo Sánchez en 1978 (cit. por Goday y Serrano-Ríos, 1994) mediante la aplicación de cuestionarios que eran cubiertos por el médico de cabecera, se encontró una prevalencia de la diabetes del 1%. Según datos posteriores del Ministerio de Sanidad y Consumo (1991) y también de ámbito nacional, el porcentaje de diabéticos es del 3,8%. Estudios más actuales realizados a nivel provincial (Franch Nadal, 1992 en León y Calle-Pascual 1992 en Avila; cit. por Goday y Serrano-Ríos, 1994) encuentran resultados similares (3,9% y 3,85% respectivamente). Ninguno de esos estudios establece diferencias entre la prevalencia de diabetes mellitus tipo I y tipo II, aunque existan, tanto en la prevalencia como en la etiología, fisiología y en las repercusiones y complicaciones de la enfermedad. En la literatura no aparecen datos sobre la prevalencia de diabetes tipo I (diabetes que afecta a la población de las edades de la muestra), pero se acepta que existe un diabético tipo 1 por cada tres diabéticos tipo II (Polaino y Gil, 1990); únicamente aparecen datos de incidencia en estudio prospectivo realizado en Cataluña (periodo 1987-1990) para el grupo de edad de 15-29 años - la cual era de 9,9 por cada cien mil habitantes y por año.

Respecto a la salud familiar de los participantes en el estudio, cabe destacar la aparición de enfermedades crónicas en el 14,9% de los padres, el 20% de las madres, y el 5,9% de los hermanos y el 42,2% de los abuelos de los entrevistados. La existencia de un familiar cercano con una enfermedad crónica puede ser una importante fuente de estrés y repercutir en el estado de salud percibido del individuo. No hemos encontrado ningún estudio reciente que analice esta variable y nos permita hacer comparaciones con otras poblaciones.

Para finalizar, sólo nos queda concluir que los resultados de nuestro estudio están en concordancia con los encontrados en España por otros similares con poblaciones universitarias de la mismo edad (Froján y Santacreu, 1992; Pozo, 1996), si bien presentan ciertas diferencias respecto a la población general en edades similares (Gil y cols., 1992; Ministerio de Sanidad y Consumo, 1995). Hay que tener en cuenta que la población de estudio está constituida por universitarios, con las características distintivas de esta población con respecto a otras poblaciones jóvenes; en primer lugar, la edad, son individuos que han pasado la adolescencia y han desarrollado ciertos hábitos de vida más responsables, que la propia sociedad les exige. En segundo lugar y estrechamente relacionado con la anterior, el hecho de estar estudiando contribuye a desarrollar habilidades de autocontrol que con frecuencia se generalizan más allá de los propios hábitos de estudio, En tercer lugar, la permanencia a lo largo de prácticamente todo el día en el campus (y cada vez más, por las características de los nuevos planes de estudio en la UAM que han aumentado sensiblemente el número de horas lectivas y la cargo académica) facilita la realización de actividades deportivas y de ocio, muy potenciadas, además, por la propia Universidad, y dificulta a su vez, la práctico de otras conductas menos saludables y/o de riesgo (como puede ser Ir de bares" al salir del trabajo). Nuestra población de estudio aparece como una población sana en un sentido amplio, que si bien puede ejecutar comportamientos de riesgo que es posible que resulten muy perjudiciales a largo plazo, en el momento actual no causan problemas a los individuos y por ello son difíciles de modificar. La práctica generalizada de determinados hábitos saludables (como caminar, hacer deporté, limitar el consumo- de alcohol y de tabaco, etc. parece que se están generalizando, acorde con la tendencia general de la sociedad de potenciar la salud como un bien a conseguir. La disminución en las conductas de consumo de sustancias psicoactivas o de las salidas nocturnas, o el aumento de la práctica de DEPORTE con respecto al estudio realizado en 1991 (Froján y Santacreu, 1992) apoyan esta hipótesis.

REFERENCIAS

 

ANEXOS

Anexo 1: Cuestionario Salud y diabetes.

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