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Patrón A de conducta y estrategias de enfrentamiento en mujeres amas de casa y con trabajo remunerado: un estudio exploratorio

Julia Sebastián Herranz (*) y Cristina Simón Cordero


Resumen

Summary

Introducción

2. Procedimiento

3. Resultados 4. Discusión

Bibliografía


Resumen

El presente trabajo tiene como finalidad analizar las diferencias que pueden existir entre dos grupos de mujeres, amas de casa (67.4%) y con trabajo remunerado (32,6%), en la variable patrón A de conducta y en las estrategias de enfrentamiento ante eventos estresantes. Los resultados muestran que las mujeres que trabajan fuera de casa, emplean con mayor probabilidad estrategias de tipo de evitación del problema, mientras que las mujeres amas de casa parecen utilizar estrategias caracterizadas por la ausencia de acción y una mayor implicación afectiva. No se han encontrado diferencias entre estos dos grupos en el patrón A de conducta. En cuanto al análisis factorial realizado con el Inventario de Estrategias de Afrontamiento del Estrés (Folkman y Lazarus, 1980) hemos hallado 6 factores semejantes a los encontrados por estos autores. Así mismo, se encontraron correlaciones significativas entre la subescala Velocidad e Impaciencia del JAS y dos de los factores extraídos.

Summary

The purpose of this study was to examine the differences between two women sample: housewives (67.4%) and remunered working women (32.6%) in the behavioural pattern A variable and in the coping strategies to stressful life. Results mostrated what the women who have remunered working reparted more frequent use of avoidance coping strategies, while the women who work in the home were more likely use strategies characterized to lack of action and a greater affect implication. None difference between this groups in the behavioural patter A was significant. In addition, the factor analysis of the Ways of Coping Inventory (Folkman y Lazarus, 1980) yield 6 factors, very similar to those obtained by this authors. Likewise, significant correlations has been found between "Speed and Impatience" (JAS) and two of yield factors.

Centro y Dirección: Dpto. de Psicología Biológica y de la Salud. Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Madrid. 28049 Madrid.


(*) Profesora de Psicología de la Personalidad.


Introducción

Las tareas desarrolladas por las amas de casa no son consideradas de valor productivo en prácticamente ninguna sociedad del mundo. Es por esto que, en estudios como los que suele realizar el National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH) americano, en búsqueda de las actividades laborales más estresantes, no figuren las amas de casa (Ivancevich y Matteson, 1982).

A pesar de esta evidente discriminación de los trabajos del hogar, algunos estudios demuestran que las condiciones de trabajo de las amas de casa no difieren en gran medida de las de las mujeres que trabajan fuera del hogar (Schooler et al., 1984). Este hecho, unido a la ausencia de remuneración puede, en opinión de estas mismas autoras, ocasionar trastornos psicológicos a las amas de casa. Por otra parte, al desarrollarse relaciones interpersonales mucho más sólidas y comprometidas en el seno familiar que en el trabajo, las responsabilidades y ejecuciones de las distintas tareas resultan mucho más angustiosas y estresantes.

El panorama que nos presentan estos estudios se hace especialmente interesante para la investigación si tenemos en cuenta la gran cantidad de mujeres que actualmente sufren esta situación. Los trabajos de Ferree (1984a y 1984b) señalan que, si bien el rol social de la mujer ha evolucionado bastante, no lo ha hecho tanto como para que ambos sexos se equiparen. El hombre sigue siendo la principal fuente de ingresos de la mayoría de las familias, y sigue por tanto rehuyendo sus responsabilidades en el hogar (Ferree, 1984b). Además, ambos roles tenderán a mantenerse durante largo tiempo, puesto que la dependencia del ama de casa es cada vez mayor, dada la creciente competitividad y exigencia para conseguir trabajo.

Las características del trabajo del ama de casa, pues, son bien diferentes en muchos sentidos. C. W. Berheide (1984) las resume en un ensayo integrador de varias investigaciones: el trabajo es muy repetitivo, hasta llegar a convertirse en una rutina insoportable (según los informes de las propias sujetos); por otra parte, el placer que pueden experimentar las trabajadoras fuera al llegar a sus hogares no puede ser compartido por las amas de casa, que cambian mucho menos de entornos a lo largo del día. Otro rasgo importante de las tareas caseras es que suelen consistir en numerosas labores de corta duración, y que pueden ser en su mayoría automatizadas. Por último, debemos señalar los aspectos sociales: carencia de relaciones interpersonales, trabajos realizados siempre en solitario, ausencia generalizada de la ayuda del marido, etc.

Sin embargo, como bien señala esta autora, las amas de casa son capaces de resistir bien estas condiciones hasta un momento concreto de sus vidas: cuando sus hijos crecen y ya no requieren sus cuidados. Parece que esta es la tarea central que motiva a las madres amas de casa a desarrollar sus labores. Este hecho plantea la necesidad de exploraciones en profundidad de este grupo social, y es uno de los objetivos principales del presente trabajo.

Ferree (1984) encuentra en otro estudio que el mejor predictor de la autoestima y satisfacción de las amas de casa es la deseabilidad social. Dado que el valor concedido al trabajo del hogar es escaso en nuestra sociedad, parece razonable suponer que una de las razones por las que las mujeres deseen trabajar sea por conseguir bien esta deseabilidad, bien por integrarse más en un entorno social. En este mismo sentido, las mujeres que abandonan sus trabajos aducen mayoritariamente su matrimonio o su maternidad como la razón principal de su renuncia (Greenglass, 1985).

Sebastián y Cárdenas (1988), además de las condiciones del trabajo, de la satisfacción vocacional, y de ciertos rasgos de personalidad, señalan que otra variable debe tenerse en cuenta a la hora de considerar las actividades femeninas: el Patrón A de Conducta (Glass, 1977). Este patrón se caracteriza por una excesiva sensación de urgencia de tiempo e impaciencia, hostilidad, ambición extremada, competitividad, motivación elevada de rendimiento, agresividad y puntualidad (Reig Ferrer, 1986). En estudios que han explorado esta variable en mujeres, se ha encontrado que este patrón no difiere entre trabajadoras fuera del hogar y amas de casa en términos generales, y equiparando el estado civil y el número de hijos (Haynes y Feinleib, 1980; tomado de Cooper, 1983). En este estudio se encontró que la situación de las trabajadoras remuneradas era mucho más satisfactoria en todos los sentidos, menos en la relación con los maridos, quienes aceptaban "racionalmente", pero no "visceralmente", el hecho de que su mujer no se ,encontrase permanentemente en casa (probablemente debido a los modelos aprendidos en sus propias familias).

Hasta el momento hemos considerado una serie de variables internas y externas a las mujeres -contrastadas empíricamente- que marcan diferencias entre mujeres que trabajan fuera y/o dentro del hogar.

El presente trabajo tiene como objetivo fundamental explorar de forma tentativa las diferencias comportamentales que puedan manifestarse entre amas de casa y trabajadoras fuera del hogar a la hora de enfrentarse a situaciones estresantes o angustiosas como algunas de las que hemos citado: discusiones conyugales, problemas en sus actividades diarias, etc. Para nuestros propósitos partiremos del concepto de afrontamiento tal como lo enuncia Lazarus (1984): "El conjunto de esfuerzos realizados para dominar condiciones de daño, amenaza o lucha cuando no hay ninguna respuesta automática o rutinaria adecuada". El mismo Lazarus (Folkman y Lazarus, 1980) propone una taxonomía de estrategias de afrontamiento que engloba dos grandes tipos, las orientadas a la acción y las emocionales.

Pues bien, a partir de los hallazgos teóricos de Lazarus y de las variables empíricas anteriormente mencionadas, el presente trabajo se propone los siguientes objetivos:

1) Explorar las diferencias existentes entre una muestra de amas de casa y otra de trabajadoras en lo que respecta a sus estrategias de afrontamiento en situaciones estresantes.

2) Explorar, asimismo, diferencias en cuanto al patrón A de conducta en ambas muestras.

3) Observar como se relaciona dicho patrón A con las estrategias de afrontamiento en la muestra general de mujeres.

2. Procedimiento

2.1. Sujetos

La muestra utilizada para el presente estudio estaba formada por 49 mujeres, cuyas edades oscilaban entre 24 y 61 años, con una media de 47.8 años. De estas 49 mujeres, 33 eran amas de casa sin trabajo fuera del hogar (edad media = 48.3), y 16 compatibilizaban ambos tipos de actividades (edad media = 47).

2.2. Material

A la muestra completa de mujeres les fueron pasados los siguientes instrumentos:

 

Subescala 1 - Patrón A de conducta

Subescala 2 - Velocidad e Impaciencia

Subescala 3 - Implicación Laboral

Subescala 4 - Competitividad

2.3. Procedimiento

Los cuestionarios fueron pasados de forma individual, y en forma de batería. Se elaboró una hoja previa de instrucciones en la que se señalaba el carácter anónimo de los cuestionarios, así como las líneas generales de lo que se pretendía explorar con el trabajo.

3. Resultados

Los resultados obtenidos por medio de los cuestionarios fueron sometidos a los siguientes análisis:

Todos los análisis han sido realizados por medio del paquete estadístico BMDP (UCLA, 197).

Los resultados obtenidos en los análisis descriptivos de ambas submuestras se presentan en la Tabla I.

En ella podemos observar que no existen diferencias apreciables entre ambos grupos en lo que se refiere a la ayuda que reciben en sus hogares. Por su parte, aproximadamente la mitad de las amas de casa habían trabajado en algún momento fuera de sus hogares; de este subgrupo, la enorme mayoría (aproximadamente, 73%) abandonó este trabajo por causas matrimoniales o de maternidad. Otro dato importante a tener en cuenta es que el 75% de estas amas de casa manifestó que les gustaría trabajar fuera de sus casas; al ser cuestionadas por la razón de este deseo, más del 60% eligieron opciones relacionadas con sus valores personales (para sentirme útil o independiente), siendo mucho menor el porcentaje que quería trabajar por razones económicas.

Los datos expuestos reflejan los porcentajes encontrados para cada submuestra.

En lo que respecta al análisis de comparaciones "t" entre ambas submuestras en el IEAE, los resultados se muestran en la Tabla II. En dicha tabla podemos ver las diferencias que han resultado significativas (p < .05), o bien con tendencia a la significación (p <.09). A continuación pasamos a discutir estas diferencias.

En primer lugar, hay que señalar que tan solo se han encontrado tres indicadores de estrategias de afrontamiento de estrés que sean empleados con una frecuencia significativamente mayor por las trabajadoras fuera del hogar que por las amas de casa. Estas conductas: -Me volqué en el trabajo o en otra actividad para olvidarme de todo lo demás" (ítem n. 3) "Intenté sentirme mejor bebiendo" (ítem n. 36) y "No tomé en serio la situación" (ítem n. 45) son claramente comportamientos de evitación del problema. Si comparamos estos comportamientos con los más frecuentes entre las amas de casa, como "Lo acepté como mi destino" (Item n. 55) "Deseé que la situación se desvaneciera o terminase de algún modo" (ítem n. 60) o "Me disculpé o hice algo para compensar" (ítem n. 25) encontramos diferencias evidentes. Parece probable que las mujeres que trabajan fuera de casa cuenten con un apoyo social importante en sus actividades externas a las que pueden recurrir como distractores en situaciones estresantes o conflictivas, en comparación con las amas de casa.

Observamos, sin embargo, que las estrategias significativamente más utilizadas por las amas de casa se caracterizan por dos puntos: en primer lugar, por la ausencia de acciones o resoluciones, y en segundo, por la importancia del factor emocional. Así, con una significación muy superior a las demás destaca la estrategia "De algún modo expresé mis sentimientos" (Item n. 28). En cierto modo, parece que las diferencias más marcadas entre las amas de casa y las trabajadoras se refieren a una menor atención a los problemas por parte de estas últimas, que desarrollan comportamientos de evitación en los que aprovechan las demás actividades que realizan, frente a la aceptación pasiva del problema y a la necesidad de expresar sus sentimientos por parte de las amas de casa. En este sentido, nuestra hipótesis de que ambos grupos llevarían a cabo estrategias diferentes para afrontar las situaciones estresantes se ve tan sólo parcialmente confirmada.

A pesar de su menor significación, también resultan interesantes las estrategias con tendencia significativa, que son aún más pasivas que las anteriores. Tan sólo hay una, "cambié algo para que las cosas fueran bien" (ítem n. 39) que no creemos demasiado relevante dada su falta de especificidad en comparación con otros ítems de la escala.

En lo referente al análisis de las diferencias entre ambos grupos en cuanto a la Escala de Actividad de Jenkins, que explora el patrón A de conducta entre otras características de personalidad, no se encontraron diferencias significativas en ninguna de las subescalas, ni en la puntuación total. De este hecho podemos deducir que rasgos como la competitividad, rapidez o implicación en el trabajo se manifiestan en ambos grupos.

Los resultados obtenidos en el análisis factorial del IEAE se muestran en la Tabla III. En ella se observan los pesos obtenidos por las diferentes variables en cada factor (aquellas con pesos inferiores a 0.40 no se han tenido en cuenta para el presente análisis). Los factores encontrados han sido los siguientes:

FACTOR 1 - AFRONTAMIENTO ACTIVO-POSITIVO:

Con este término denominamos el factor que engloba aquellas estrategias que suponen un afrontamiento a la situación estresante en términos activos (acudiendo a la acción real e inmediata), y realizando atribuciones positivas, intentando obtener lo mejor de la situación. Asimismo, se buscan distractores como el propio trabajo, y se exploran las claves del problema de cara a no "actuar a locas". Vendría a corresponderse con la "Acción directa" de Lazarus (1984).

FACTOR II - AFRONTAMIENTO PASIVO:

Este factor recoge aquellas estrategias que se caracterizan por su pasividad, o lo que Lazarus (1984) denomina inhibición de la acción". Los sujetos fantasean momentos mejores que el presente, y desarrollan conductas de negación de la situación estresante.

FACTOR III - BUSQUEDA DE INFORMACION-COMUNICACION:

Recoge las estrategias orientadas a informarse sobre las causas concretas del problema que hay que afrontar. También recoge la necesidad de expresión de los sentimientos, con lo cual la mera búsqueda de información objetiva podría quedar modificada hacia un intento de comunicación. En este mismo sentido, el peso aportado por la variable. "Confié en que ocurriera un milagro" hace suponer que la búsqueda de información no se entiende tanto como una "acción directa" cuanto como un intento de relación social para expresar el problema.

FACTOR IV - INTERIORIZACION AFRONTAMIENTO COGNITIVO:

Engloba una serie de variables que hacen suponer una interiorización del problema (nótese que la variable relativa a la expresión de sentimientos aporta un peso negativo), con conductas indicadoras de depresión, como atribuciones internas negativas ("Me di cuenta de que yo era la causa del problema"), ligero hipersomnio, y tendencia al abuso de alimentos.

FACTOR V - EVITACION ACTIVA:

Recoge conductas de evitación social, así como el abuso de sustancias. Hay un intento de evitar el problema de forma activa, huyendo del entorno y refugiándose en el consumo de alcohol o tranquilizantes.

FACTOR VI - AFRONTAMIENTO INESPECIFICO:

Este factor recoge una serie de conductas poco homogéneas, pero en las que se advierte una tendencia a la acción reflexiva, con confianza en factores externos. Indicaría un modo de acción relacionado con un lugar de control tendente a la externalidad.

Los seis factores encontrados explican un 50.21% de la varianza total.

Como se puede ver, los factores encontrados se corresponden en gran medida con los ya nombrados por Lazarus y Folkman (1984), de la misma forma que las dos grandes dimensiones que dicho autor menciona (estrategias dirigidas a la resolución del problema y estrategias puramente emocionales) se entremezclan a lo largo de nuestros factores.

Los resultados del último análisis realizado se muestran en la Tabla IV. Como puede apreciarse, las correlaciones entre las puntuaciones de la subescala de Velocidad e Impaciencia del JAS y las obtenidas en los factores V y VI del IEAE son significativas (p = .01 y p = .5, respectivamente). Así, parece que los sujetos que se caracterizan por su impaciencia tenderían a realizar conductas más activas (aunque quizá por este mismo rasgo, un tanto desorganizadas), como diseñar y seguir un plan de acción, proponer ,diferentes soluciones, etc. En cualquier caso, la mayor significación de la correlación de este grupo de rasgos con el factor V demuestra una cierta coherencia en nuestros resultados; los sujetos rápidos e impacientes requieren soluciones activas, y no suelen mostrar las estrategias de evitación que caracterizan a este factor.

4. Discusión

Aunque somos conscientes de que los datos obtenidos sobre estas variables pueden ser vistos como tentativos, puesto que problemas de tipo metodológico -como el menor número de sujetos del grupo de mujeres con trabajo remunerado, y la exigencia de un mayor control de la edad- así lo aconsejan, creemos sin embargo que han revelado una serie de resultados muy interesantes, para este sector de población que no ha recibido la suficiente atención investigadora.

En primer lugar, y en lo que se refiere a las posibles diferencias que pudiesen existir entre las amas de casa y las mujeres con trabajo remunerado en las estrategias de enfrentamiento empleadas ante diferentes problemas, nos encontramos con que sólo en quince de las sesenta y nueve estrategias listadas en el Inventario de Estrategias de Afrontamiento del Estrés (Lazarus y Folkman, 1981), han sido puestas de manifiesto estas diferencias. No obstante, los datos muestran un patrón coherente de resultados: las mujeres que trabajan fuera de casa emplean con mayor probabilidad estrategias de tipo de evitación del problema, que las mujeres que se dedican a sus labores. Estas, sin embargo, parecen utilizar estrategias caracterizadas por una ausencia de acción o resolución y por una implicación en el terreno afectivo o emocional.

Algunas explicaciones que pueden darse a este hecho estriban en la consideración de que las mujeres con trabajo remunerado cuentan con un apoyo social y una variedad de recursos mayor que las amas de casa, a los que puede recurrir o refugiarse en situaciones conflictivas, por lo que les es más fácil evitar voluntariamente los problemas. Sin embargo, otras consideraciones deben ser también tenidas en cuenta. Por ejemplo, el hecho de tener una vida más activa y compleja, fuera de la rutina diaria, puede ejercer alguna influencia en la percepción de los diferentes acontecimientos, así como en las atribuciones que sobre ellas se realicen.

Por otra parte, las condiciones de independencia social y económica que proporciona un trabajo remunerado, hacen que estresores como las discusiones conyugales fuertes o la enfermedad del cónyuge se contemplen de forma menos dramática; estas circunstancias, en el caso de la mujer ama de casa, pueden suponer una considerable merma de ingresos económicos o, en el mejor de los casos, la pérdida de aquello por lo que ha renunciado a su propia independencia.

Por consiguiente, no es de extrañar que las amas de casa acepten de forma pasiva y resignada las situaciones conflictivas, al mismo tiempo que utilicen la expresión de sus sentimientos como una posible salida a los eventos estresores. No hay que olvidar tampoco una cierta tendencia del ama de casa a compensar, sacrificarse o renunciar como otras posibles estrategias- ante situaciones que pueden vivirse como peligrosas.

Algo sorprendente para nosotras ha sido el resultado de la inexistencia de diferencias significativas entre estos dos grupos de mujeres en lo que se refiere al patrón A de conducta, medido mediante la Escala de Actividad de Jenkins (JAS). Sin embargo, este dato también debe ser motivo de reflexión. Sería interesante poder comparar el nivel de patrón A de nuestras mujeres con el de grupos de varones con similares características laborales y con otros grupos de hombres y mujeres de profesiones liberales, para situar debidamente nuestros datos. En cualquier caso, la necesidad de tener en cuenta esta variable en las investigaciones con amas de casa y, en general, en el estudio de su incidencia en la mujer, como se ha puesto de manifiesto en otros campos (Moreno y Rueda, 1987; Reig Ferrer, 1985) se hace evidente por las repercusiones clínicas que tiene, y por la especificidad que quizá pueda observarse en un sector de la población femenina que no cuenta, además, con los mejores niveles de salud mental (Sebastián y col., en prensa).

Por otra parte, en lo que respecta al análisis factorial realizado con el Inventario de Estrategias de Afrontamiento del Estrés (IEAE), hemos obtenido seis factores: afrontamiento activo-positivo, afrontamiento pasivo, búsqueda de información-comunicación, interiorización-afrontamiento cognitivo, evitación activa y afrontamiento inespecífico. Estos factores se corresponden, en gran medida con los encontrados por Lazarus y Folkman (1984), de la misma forma que las dos grandes dimensiones que dicho autor menciona (estrategias dirigidas a la resolución del problema y estrategias puramente emocionales) se entremezclan a lo largo de nuestros factores.

Una variable especialmente importante que los estudios sobre amas de casa no han tenido en cuenta es el lugar de control, que en nuestro análisis se evidencia como fundamental. A pesar de que en el presente trabajo no ha sido contemplado, creemos que puede jugar un importante papel en las formas de afrontar situaciones estresantes y puede tener una relación interesante con otras series de variables como la autoestima.

Un último punto del análisis cuantitativo realizado con los datos obtenidos se refiere a las correlaciones halladas entre las subescalas del JAS y los factores encontrados en el IEAE. Sólo se han encontrado correlaciones significativas entre los factores V y VI (Evitación Activa y Afrontamiento Inespecífico) y la subescala Velocidad e Impaciencia del JAS, siendo la primera en sentido negativo. Por lo tanto, este dato parece indicar que las sujetos que poseen este rasgo en grado considerable tienden al afrontamiento por medio de estrategias bastantes inespecíficas (quizá podríamos hablar de poco organizadas) y con un carácter pasivo.

El análisis cualitativo realizado con las preguntas de situación arroja resultados también interesantes. La mayor parte de las mujeres (73%) que habían trabajado fuera del hogar, abandonaron este trabajo por condicionamientos sociales (matrimonio o hijos). También la inmensa mayoría de estas mujeres (75%) manifestaron que les gustaría trabajar fuera de sus casas, fundamentalmente, por razones de desarrollo personal y, en proporción muy escasa, por razones económicas. Así pues, nos encontramos con una gran parte de mujeres amas de casa que desean abandonar su actual situación laboral, quizá frustrante y poco gratificadora -ellas hablan de sentimientos de dependencia e inutilidad- para incorporarse a un papel más activo socialmente (Ferree, 1985; Berheide 1984).

Bibliografía