RECENSIONES
El Dr. Silva aclara desde el comienzo la importancia del clima en los procesos de cambio organizacional basándola en pilares tales como la satisfacción de los individuos, la mejora en la ejecución de la tarea, la mayor (y más positiva) fluidez comunicativa, el fortalecimiento y fomento de procesos de interacción personal, grupal, etc. Pilares estos que, en definitiva, mejorarán tanto la calidad de vida como las condiciones de trabajo de las personas que conforman una organización.
La evolución del desarrollo histórico del concepto de Clima se presenta en el primer capitulo del libro. El autor va recogiendo las aproximaciones realizadas por Tolman, Lewin, Cornell o Argyrís, las cuales han ido arrojando alguna luz a la falta de delimitación conceptual que el término ofrece, así como también analiza el papel de la clara analogía establecida entre el «clima» atmosférico (y sus elementos integradores) y «Clima» organizacional. La infinidad de términos similares que se utilizan en lugar de clima, así como la identificación que se ha realizado con otros términos como son liderazgo o satisfacción, son puestos de manifiesto por M. Silva como ejemplos de dificultad a la hora de consolidar el término.
Resulta de interés el abordaje que realiza el autor a la hora de hablar de dos términos que ya Kath y Kahn identificaban de manera inequívoca como son el de cultura y clima. M. Silva intenta acercamos a una postura integradora a pesar de que se deja entrever su opinión respecto a la predominancia de la cultura respecto al clima. Finaliza este primer capitulo dando un repaso a dos visiones sobre el contenido del concepto de clima. Por un lado estaña aquella que da predominio a lo que son los factores de la organización como son valores, creencias, características organizacionales, dimensiones sociales, elementos materiales, etc. Por otro, aquella que da predominio a lo que son factores individuales como son las representaciones cognitivas, descripciones colectivas, percepciones del ambiente, etc. Y, por último, aquellas definiciones cuyo contenido se centra en las interacciones sociales como fuente de las percepciones similares del contexto. Como en el caso de clima y cultura, y a pesar de la dificultad de integrar estas posiciones tan distintos, el autor aboga por una definición de clima que considere a éste, externo al individuo y diferente de la realidad organizacional en la que se mueve, facilitando de este modo una mejor operativización.
El estudio de la etiología del clima así como el estudio de los elementos constituyentes de éste forman el punto de partida del comienzo del segundo capítulo. A lo largo de éste se irán pasando revista a las distintas aproximaciones: como la subjetiva, donde se realiza la atribución del clima a través de las percepciones del sujeto siendo las percepciones de diversos sujetos distintas, y la objetiva, donde las variables organizacionales (tecnología, tamaño, etc.) determinan el clima, ambas aproximaciones se presentan como polos del continuo objetivo - subjetivo.
Completan este capitulo una tercera aproximación, la interaccionista, donde el autor desarrolla el concepto de «ajuste perceptual» e intenta otorgarle una visión integradora al considerar el clima como propiedad tanto del individuo como de la organización. Para terminar, la Aproximación Estructurante nos pone de manifiesto la creación, por parte de los sujetos, de las realidades sociales y de los mecanismos a través de los cuales se comparten las percepciones que experimentan los sujetos dentro de la organización (estructura del clima, instrumentos productivos y reproductivos, conocimientos y habilidades, etc.).
El tercer capitulo lo dedica M. Silva a exponer estudios que han abordado los componentes del clima tanto a nivel de dimensiones como de tipologías. El autor analiza de manera separada tanto la aproximación dimensional (considera cada dimensión como una variable significativa) como la aproximación tipológica (consideración del clima como un «todo» integrado por una configuración de componentes). El planteamiento dimensional aísla un número de variables implicadas en la determinación del clima, observando los efectos que produce.
Este planteamiento puede ser un conjunto amplio de características (clima general) o atendiendo a dimensiones más particulares como Clima de Creatividad, Clima de Seguridad, etc. (clima específico). Por último, se analizan cuatro dimensiones comunes a modo de síntesis.
Por lo que respecta al planteamiento tipológico, el autor lo presenta apoyándose en varios modelos de tipologías y concluyendo que la caracterización que presentan estos de configuración total y el carácter molar lo hace acreedor de una valoración más positiva frente al planteamiento dimensional. Hay que destacar que los cuestionarios, investigaciones y modelos con los cuales documenta el autor este capitulo, ayudan en gran medida a la mejor comprensión de su contenido.
Ya en el cuarto capitulo, el autor da un repaso a las interacciones que se dan entre el clima y otras variables. Partiendo de la idea de la importancia del clima a la hora de ejercer influencia sobre los fenómenos organizacionales (toma de decisiones, satisfacción, resolución de conflictos, etc.), así como sobre las característicos personales y conductuales del sujeto, M. Silva expone los diferentes tipos de interacciones y sus consecuencias a nivel de características de personalidad del sujeto, a nivel de factores de la organización (tamaño, liderazgo, tecnología, etc.) y a nivel de procesos organizativos más globales, acompañándolo de investigaciones que apoyan consideraciones y clarifican lo expuesto.
En la segunda parte del libro, aborda de lleno la problemática metodológica, así como de exposición de modelos de clima y de herramientas.
Los problemas referentes a la metodología son el contenido de este quinto capitulo. El autor hace hincapié en la necesidad de obtener valores e índices de clima que garanticen fiabilidad y validez para la posterior toma de medidas y que ayuden a la formulación y descripción de la complejidad de éste. Temas tales como la unidad de análisis a abordar (individuo, organización, grupo), la necesidad de operativizar las variables, los tipos de índices, las estrategias y diseños, etc. son comentados dentro de este capitulo. Aquí, M. Silva desarrolla un interesante trabajo en pos de aclarar la maraña metodológica que hace difícil el trabajo empírico en este campo.
El sexto capítulo lo presenta el autor dividido en dos partes: por un lado, de la necesidad de encontrar unanimidad a la hora de ver qué unidad de medida vamos a tomar, a quién se va a dirigir el instrumento -si a la organización, al sujeto o al grupo-, qué diseño vamos a adoptar, la importancia del observador externo, el uso de cuestionarios -válidos y fiables-, la construcción de los mismos, etc., y, por otro lado, un completo repaso a los cuestionarios que aparecen en la literatura sobre el clima organizacional.
Llegando ya casi al final, en el capitulo 7, M. Silva, aunque descarta la posibilidad de un modelo general para el clima, debido a la dificultad de resumir eficazmente la complejidad de las relaciones de implicación entre las variables, apuesta por la formulación de modelos parciales, que sirvan de esquema explicativo a las conductas dentro de la organización. Es necesario que quede claro cuáles serán los efectos de los climas, así como las variables concretas que lo componen. Un conjunto de modelos, además de uno propuesto por el autor, complementan este capitulo.
El último capítulo, que cierra, el libro, toca el tema de la importancia que adquiere el clima desde el punto de vista de la intervención en las organizaciones, debido fundamentalmente a la capacidad para influir en temas como el de la toma de decisiones, motivación, actitudes, etc. El autor en este punto final se hace eco de la importancia que esto conlleva y dedica gran parte del capitulo a mostrarnos dicha importancia, así como a ponernos en sobreaviso de las precauciones que hay que tener respecto al tema de la intervención cuando ésta se realiza no de una manera estructurada
En definitiva, consideramos que el trabajo realizado por M. Silva debe ocupar un lugar importante entre los manuales sobre Clima Organizacional. la sistematización con la que se exponen las distintas ideas así como la importante revisión realizada respecto a lo que son cuestionarios, dimensiones, escalas, investigaciones, modelos, etc., hacen de este libro una buena herramienta no sólo para el erudito e investigador, sino también para los que, desde el mundo interventivo se acerquen a él para encontrar respuesta a las necesidades de sus organizaciones,