REFLEXION
Profesora de Inadaptación Laboral Departamento de Psicología Diferencial y del Trabajo. U.C.M.
RESUMEN EFECTOS PSICOSOCIALES DEL DESEMPLEO EN LOS JOVENES
- Salud mental
- Autoestima
- Depresión
- Atribuciones causales, indefensión aprendida y locus de control
- Otras variables de interés
- A modo de conclusión
BIBLIOGRAFIA
El artículo trata, en primer lugar, de analizar los efectos psicosociales que van asociados a la falta de empleo. Y, en segundo lugar, tras un examen detenido de las consecuencias psicológicas del desempleo en los jóvenes se concluye que en éstos la falta de empleo no sólo va unido a unas consecuencias psicológicas negativas, sino que, para una parte de ellos, se añade también una inhibición negativa, sino que, para una parte de ellos, se añade también una inhibición del desarrollo psicológico que proporciona la experiencia de un empleo.
The article treats, in first place, to analyze the psicosocial effects that are associated to unemployment. And, in second place, after a exhaustive exam of the psychological consequences of unemployment in youth it is concluded that in these the lack of employment is not joined only to some psychological negative consequences, but rather, for a part of them, it is also added an inhibition of the psychological development which proportions the experience of an employment.
Desempleo, juventud, mercado de trabajo, efectos psicosociales.
Unemployment, young, jobs, offert, psychosocial effects.
En los últimos años hemos observado en nuestro país una evolución decreciente de las tasas de desempleo hasta el año 1990, año en que comienza de nuevo un ligero ascenso (Gráfico l). Por edades, el grupo más afectado por el desempleo es el de menores de 20 años, sin embargo es el que ha experimentado un mayor descenso en las tasas de desempleo (Tabla l). Las tasas, que eran del 49 % en el año 1987 tuvieron, desde entonces, un descenso significativo hasta situarse en el 35 % en el año 1990. Si observamos las tasas de para en función de la edad y sexo veremos que, tanto en hombres como en mujeres, el sector de la población más afectado son los más jóvenes (Graf. l). Aunque el desempleo es un problema que afecta a una parte importante de la población activa, el que sean los jóvenes el sector más afectado por el para quizá explique que los investigadores que analizan este problema, al menos desde una perspectiva psicológica, hayan concentrado sus esfuerzos y su atención en ellos. A continuación intentaremos exponer las principales conclusiones que se han obtenido de estos estudios (Tabla l).
En los estudios de tipo individual, bien transversales o bien longitudinales, aparece una amplia variedad de factores asociados al status de empleo. En un intento de sistematizar los resultados según las variables analizadas se consideran tres amplias categorías de factores: factores psicológicos, factores psicopatológicos y factores sociales
Un hecho asumido por los investigadores es que la pérdida de empleo produce ciertas alteraciones y efectos psicológicos.
Los factores que principalmente parecen sufrir alteraciones son la autoestima (ej.: Shamir, 1986; Hartley, 1980), factores de personalidad (ej.: Aiken, Ferman y Sheppard, 1968; Sarason y Sarason, 1982), salud mental (ej.: Warr, 1984; Furnham, 1983), bienestar psicológico (ej.: Warr, 1982, 1984), relaciones familiares (ej.: Rodríguez Fernández, Domenech López y García Martínez, 1982), actitudes, intereses y valores (ej.: Furnham, 1982, 1983), estados de atribución e indefensión aprendida (ej.: O'Brien y Kabanoff, 1979; Fineman, 1983).
En función del grado de alteración de estos factores psicológicos, y modulada por los factores sociológicos, los investigadores encuentran una relación entre desempleo y ciertos desórdenes psicopatológicos. Entre ellos, la correlación entre depresión y desempleo ha sido ampliamente recogida en varias investigaciones (ej.: Steer, Emery, Beck, 1980; Hall, 1985).
Se constata igualmente un vínculo entre desempleo y suicidio en función del grado de alteración psicopatológica (ej.: Platt, 1984; Boor, 1980).
Los desempleados no forman un grupo homogéneo. Las relaciones halladas entre desempleo y factores psicológicos vienen moduladas por factores sociales que establecen un carácter diferencial del impacto psicológico del desempleo en los individuos. Estos factores serían, entre otros, la edad, el sexo, la clase social, el grado de cualificación y la duración del desempleo (ej.: Briar, 1976; Warr y Payne, 1983).
Entre estas variables vamos a prestar atención a la edad y, en concreto, intentaremos describir las características esenciales del desempleo en los jóvenes (Tabla 2).
Existe un gran número de investigaciones que han tratado de analizar y de evaluar los efectos psicológicos del desempleo en los jóvenes. Una de las razones de este ingente número de investigaciones puede ser el incremento desproporcionado de las tasas de desempleo en este sector de la población. Este incremento acelerado en las tasas de desempleo juvenil se considera multicausal. Para Furnham (1988) entre estas causas se hallarían factores demográficos, cambios macro y microeconómicos y factores de formación y educación. Estos factores influyen, sin duda, en los valores y actitudes de los jóvenes hacia el trabajo (Pe.: Peiró y Moret, 1987, 1980; Harpaz, 1987; Ruiz-Quintanilla, 1987; Rodríguez Fernández y García Martínez, 1989; etc.), pero influyen también en las características diferenciales del desempleo en los jóvenes.
Las investigaciones psicológicas sobre el desempleo en los jóvenes han identificado un conjunto amplio de variables que muestran relaciones significativas con dicha situación. Las variables que aparecen como denominador común entre los diversos estudios son: salud mental, autoestima, depresión y sentimiento depresivo, atribuciones causales, indefensión aprendida, locus de control y compromiso con el empleo (García Rodríguez, 1989, 1990b, 1992). Vamos a resumir las principales conclusiones que se han obtenido hasta la fecha en cada una de estas variables.
El nivel de salud mental, o bien el grado de desórdenes psiquiátricos menores, en los jóvenes sin empleo es uno de los efectos que ha recibido mayor atención por parte de los autores (Banks y Jackson, 1982; García Rodríguez, 1991; Donovan y Oddy, 1982; García Martínez y Rodríguez Fernández, 1983; Warr, Banks y Ullah, 1985; etc.).
El instrumento de medida más utilizado ha sido el GHQ (Goldberg Health Questionnaire) de Goldberg (1972, 1978) y, en concreto, la versión de 12 ítems con un formato de respuesta tipo Likert de 0 a 3. Este cuestionario trata de analizar la aparición de síntomas psiquiátricos no psicóticos (García Rodríguez, 1990a).
Tanto en los estudios correlacionales como en los estudios comparativos la utilización de este cuestionario ha puesto de manifiesto respectivamente que existe una correlación negativa significativa entre salud mental y desempleo en los jóvenes y que los jóvenes desempleados presentan menor salud mental que los jóvenes empleados (Tabla 3).
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Asimismo, se han podido identificar ciertas variables que modulan esta relación: compromiso con el empleo (Pe.: Rowley y Feather, 1987; Jackson y Banks, 1980), búsqueda de primer empleo (Pe.: Warr, Banks, Ullah, 1985), tiempo de desempleo (Pe.: Warr, Banks y Ullah, 1985)...
Las repercusiones del desempleo en el nivel de autoestima ha sido, junto al nivel de salud mental, objeto de numerosas investigaciones (Tiggemann y Winefield, 1984; Winefield y Tiggemann, 1985; Winefield y Tiggemann, 1989; Feather, 1983; García Rodríguez, 1991...).
La conclusión general que se obtiene respecto de esta variable es que la situación de desempleo tiene como consecuencia un deterioro del nivel de autoestima. No obstante, algunos autores consideran que las menores puntuaciones en autoestima entre los desempleados se deben no tanto al efecto que produce dicha situación en los jóvenes, sino al aumento en autoestima que tiene como consecuencia la obtención de un empleo en los jóvenes (Gurney, 1980). Este sería pues uno de los aspectos diferenciales del desempleo en los jóvenes respecto al desempleo en otros grupos de población.
De las investigaciones analizadas se desprende también la necesidad de distinguir entre autoestima negativa y positiva (Warr y Jackson, 1983; Feather y Bond, 1983). De hecho, se ha encontrado que ambos tipos de autoestima son independientes y que empleados y desempleados difieren en autoestima negativa pero no en autoestima positiva (Tabla 4).
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El instrumento de medida más utilizado en las investigaciones ha sido el BDI (Beck Depresion Inventory). En líneas generales se encuentra que los desempleados obtienen puntuaciones más altas en el BDI que los empleados. (Feather y Davenport, 1981; Feather y Bond, 1983; Feather y O'Brien, 1986a, 1986b). No obstante, la relación entre desempleo y depresión en los jóvenes est en función del tipo de atribuciones causales, de la duración de la situación y del grado de estructura del tiempo (Tabla 5).
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Los resultados de los principales estudios muestran una estrecha relación entre atribuciones causales, indefensión aprendida y locus de control (Feather y Davenport, 1981; Feather y Barber, 1983). Así se encuentra que los jóvenes desempleados atribuyen su situación a causas externas más que a causas internas. Por otra parte, y en contra de la teoría de la indefensión aprendida, en los jóvenes aparece una relación positiva entre sentimiento depresivo y atribución de las causas a factores externos. Los autores de estas investigaciones consideran estos resultados razonables. Los jóvenes que muestran un mayor nivel de sentimiento depresivo son también aquellos que muestran una mayor necesidad y una confianza inicial en encontrar trabajo. Por esta razón, es menos probable que consideren el fracaso debido a la falta de motivación, o lo que es lo mismo que atribuyan el fracaso a causas internas; es más probable que atribuyan el fracaso a causas externas tales como las circunstancias sociales, políticas y económicas. Por otra parte, constatan la necesidad de distinguir entre sentimiento depresivo y sintomatología depresiva. Ambos presentarían correlaciones diferenciales con variables atribucionales e indefensión aprendida (Tabla 6).
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Otros resultados interesantes son los encontrados con las variables hostilidad interna-externa, expectativas de conseguir un trabajo y compromiso con el empleo.
Viney (1985), bajo una orientación psicoanalítica, desarrolló dos escalas como medida de la variable Hostilidad interna-externa. La muestra de estudio estuvo formada por 100 sujetos, de un rango de edad de 15 a 40 años. Además de esta muestra utilizó otras dos: una formada por 54 empleados que fueron evaluados de bajo estrés y otra de 41 pacientes cardiacos. Se llevó a cabo un análisis de varianza multivariado para comparar el grupo total de desempleados con el grupo que manifestó bajo estrés y el grupo que manifestó alto estrés. Los resultados mostraron que los desempleados puntuaron más alto en hostilidad interna y externa que el grupo de alto estrés.
En relación a la variable expectativa de éxito en encontrar un empleo, los trabajos de Feather et al. (Feather y Davenport, 1981; Feather, 1983) demuestran que los jóvenes desempleados que tienen mayores expectativas de encontrar un empleo manifiestan mayor sentimiento depresivo cuando no tienen éxito en la búsqueda. A su vez, aquéllos que tienen mayores expectativas en encontrar un trabajo presentan, en la situación de desempleo, menores niveles de indefensión, mayor nivel de autoestima y de control interno. Ullah y Banks (1985) hallaron, en una muestra de 1.150 desempleados de 17 años, una correlación significativa entre bajas expectativas de encontrar un empleo, actitudes negativas hacia la búsqueda de empleo, bajos niveles de compromiso con el empleo, y poca actividad en la búsqueda de empleo. Se encontró también que la duración del desempleo se asoció positivamente con bajas expectativas de encontrar un trabajo.
Con todo, los jóvenes desempleados muestran, como grupo, un deterioro menor que los desempleados de mediana edad. Ello se debe, en parte, a que las circunstancias ambientales son diferentes para uno y otro grupo: ambos presentan diferencias en la disponibilidad financiera, salud física, oportunidad para el contacto interpersonal y una posición social valorada (Warr, 1987). Pero es debido también, en parte, a que muchos jóvenes no poseen aún la experiencia en el trabajo. Este hecho sugiere, para algunos autores, que el desempleo en los jóvenes se asocia, más que con un desajuste psicológico, con una inhibición del desarrollo psicológico que permite tener un empleo. El empleo les proporciona un nivel mayor de autoestima, una identidad personal, una autonomía, un nivel de competencia y un nivel de aspiraciones. En definitiva representa para ellos el final de la etapa adolescente y la entrada en el mundo adulto (Gurney, 1980; Tiggemann y Winefield, 1984; Warr, 1987).