ARTICULO
RESUMEN METODO RESULTADOS DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES.
El propósito del presente trabajo es analizar las propiedades psicométricas del Cuestionario de Tensión T3/15, informar de su validez y proveer unos baremos generales, en el contexto de una discusión general de las medidas disponibles de tensión asociada al trabajo. El Cuestionario de Tensión T3/15 ha demostrado unas cualidades métricas muy adecuadas, aventajando en estudios comparativos a los cuestionarios internacionales más utilizados y es la medida de la experiencia de tensión en el trabajo elaborada y validada en español más utilizada por investigadores y profesionales de la psicología del trabajo y de las organizaciones en nuestro contexto cultural. A pesar de ello, desde su presentación en un congreso en 1987, la escala no había sido publicada todavía en una revista científica y no se disponía de unos baremos generales para una interpretación comparativa de sus puntuaciones
This paper discuss the measurement of job tension ard job anxiety, introducing the Job Tension Questionnaire T3/15. The psychometric properties of the new scale, including reliability, validity and dimensional structure were analyzed and compared with the results obtained in the literature from other scales. The results show that the Job Tension Questionnaire T3/15 is nowadays the most reliable and valid scale available to measure job tension. The questionnaire has a unidimensional structure but not all the adjust indexes of a confirmatory factor analysis were satisfactory. The paper provides also a table of percentile ranks useful as a first frame of reference for giving a comparative meaning to scores in applied work.
Tensión, Ansiedad Laboral.
Job Tension, Job Anxiety.
Desafortunadamente, el trabajo no sólo es fruto de satisfacción y desarrollo personal y social sino que, bajo ciertas circunstancias extraordinariamente comunes, presenta efectos negativos sobre las personas, tanto en el ámbito de la salud física, bajo la forma de accidentes laborales y enfermedades laborales y enfermedades profesionales, como en el ámbito de la salud psicológica, bajo la forma de insatisfacción y tensión, que en casos severos, puedan llevar acompañados cuadros patológicos de diversa importancia, en algunos casos, además, con repercusiones somáticas.
La tensión está precisamente en el centro de esta experiencia psicológica negativa asociada al trabajo. De acuerdo con el modelo de Winnubst (1984), la tensión es una de las consecuencias psicológicas negativas asociadas a las condiciones objetivas de estrés en el trabajo. En este contexto puede dominarse tensión (debida al trabajo) a la experiencia subjetiva asociada al estrés en el trabajo. Esta experiencia subjetiva engloba aspectos cognitivos, emocionales y volitivos, abarcando por tanto pensamientos de preocupación, sensaciones de inquietud, nerviosismo o intranquilidad, sentimientos de frustración, dolor o rabia, y deseos de superación, compensación o evitación. La calidad de vida laboral, o el bienestar psicológico en el trabajo (Warr, 1986) implican necesariamente que la tensión asociada al trabajo sea inexistente o limitada, y que existan los mecanismos de resolución, compensación y evitación que permitan eliminarla, reducirla o soportarla "saludablemente".
Se han desarrollado instrumentos para medir algunas variables próximas al concepto de tensión. Así por ejemplo, la experiencia de alienación en el trabajo se ha intentado medir mediante el "Organizational Alienation" de 8 ítems de Aiken y Hage (1966), el "Work Alienation" de 5 ítems de Miller (1967), el "Work Alienation" de 7 ítems de Seeman (1967), el "Alienation froma Work" de 30 ítems de Shepard (1972), y el "Organizational Frustration" de 20 ítems de Spector (1975). Ha de mencionarse también el "General Health Questionnaire" de Goldberg (1972) que no es un cuestionario orientado específicamente a la psicología del trabajo y de las organizaciones, pero que ha recibido un extenso uso como un indicador global de salud mental. En el contexto mas próximo de la medición de ansiedad y la experiencia de estrés asociada al desempeño del trabajo destacan el "Job related tension Scale" (JRTS) de 15 ítems de Kahn y otros (1964), el "Tension index", versión abreviada de 9 ítems de la escala anterior desarrollada por Lyons (1971) y el "Anxiety-Stress Questionnaire" (ASO) de House y Rizzo (1972).
Un análisis de contenido pone en evidencia inmediatamente que el JRTS, cuestionario llamado de tensión por Hahn y cols. (1964), contiene un conjunto de ítems que pueden clasificarse sin desperdicio en ítems referidos a conflicto de rol y referidos a ambigüedad de rol, lo que descarta claramente este instrumento, y la versión del mismo que efectúo Lyons (1971) como medida de tensión asociada al trabajo. González y cols. (1991) factorizaron la escala de Kahn junto con las escalas de conflicto y ambigüedad de rol de Rizzo, House y Lirtzman (1970) confirmando claramente esta contaminación de contenido. A pesar del análisis racional de contenido (Fisher y Gitelson, 1983; Peiró, Meliá y González, 1985) y de los resultados empíricos mencionados, algunos estudios han continuado utilizando este cuestionario como un indicador de tensión y existe alguna evidencia de que el JRTS podría medir precisamente tensión producida por la ambigüedad de rol y el conflicto de rol mezclada con ambigüedad de rol y conflicto de rol (González, et al., 1992).
El ASQ de House y Rizzo (1972) presenta sólo 7, entre 17 ítems, referidos expresamente al trabajo, cubriendo el resto de ítems un área de contenido de salud inespecífica semejante al del "General Health Questionnaire" y más alejado del concepto tensión. Algunos de sus ítems (p.e. "creo que mi salud es excelente o buena", "creo que mi salud es aceptable", "no tengo una salud muy buena") incrementan artificialmente la consistencia mediante la duplicación semántica (Meliá, 1993). En el análisis factorial que House y Rizzo (1972) realizaron de esta escala aparece precisamente un factor de tensión asociada al trabajo que refleja aquella parte del cuestionario que resulta de interés en el mundo laboral. No obstante, en los estudios de validez realizados, el ASQ presenta un comportamiento razonable como indicador de la tensión.
Para algunos autores, sobre la hipótesis de una concepción tridimensional de la ansiedad propuesta por Lang (1968), la tensión formaría el componente cognitivo de ésta (Kahn et al. 1964; González, Espejo y Lloret, 1993), en la que estarían implicados también los sistemas de respuesta motor y fisiológico. Cuando los tres sistemas de respuesta ansiosa se evalúan, supuestamente, por ítems de cuestionario, aparecen correlaciones con patrón variable entre las tres dimensiones.
En nuestro contexto cultural Miguel y Cano (1986) han elaborado un "Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad", no orientado al contexto laboral, que presenta correlaciones entre las tres dimensiones, aunque particularmente entre los componentes cognitivo y fisiológico. El carácter general del inventario de Miguel y Cano lo hace poco adecuado como solución general para la evaluación de la ansiedad asociada específicamente al desempeño de un rol en el trabajo.
En esta misma perspectiva teórica, González y colaboradores (1993; 1994; Espejo, 1993) han desarrollado el "Cuestionario de Ansiedad laboral (CAL), con el propósito de evaluar, mediante un cuestionario de lápiz y papel, las supuestas dimensiones cognitiva, fisiológica y conductual de la ansiedad asociada al desempeño del trabajo. En realidad, el trabajo de González, et al. (1994) es la presentación pública de la tesis de licenciatura de Espejo (1993), por lo que citaremos en adelante el artículo. Sin embargo, sus propios resultados empíricos parecen contradecir los aspectos esenciales que justificarían el nuevo instrumento. Dado que el CAL es un cuestionario específicamente orientado a medir la ansiedad laboral resumiremos los resultados obtenidos sobre este cuestionario que
cuestionan su interpretación como una medida de la ansiedad laboral considerada tridimensionalmente. Estos resultados son:
(a) El análisis de componentes principales exploratorio arroja un primer componente "general de ansiedad", con un 18,69% de varianza explicada, un segundo componente cognitivo (10,81%) y un tercer (?) componente (13,47%) que denominan "dimensión fisiológica", aunque 2 de sus 6 ítems son de contenido "cognitivo" (González et al., 1993).
(b)El análisis factorial confirmatorio, sometiendo a contraste la hipotética estructura trifactorial, muestra claramente una ausencia de ajuste para cada índice de ajuste considerado (p.e. ji-cuadrado, significativa con p<0,0001; N=298). Incluso efectuando un reanálisis de los mismos datos, después de liberar algunos parámetros sugeridos por los índices de modificación, los índices que evalúan la bondad de ajuste del modelo muestran claramente que el modelo tridimensional de la ansiedad no se ajusta a los datos obtenidos con el CAL. Por ejemplo, ji-cuadrado sigue siendo significativa con p<0,0001, y los demás índices tampoco alcanzan sus valores críticos que indican ajuste (González et al., 1994).
(c) Los tres componentes teóricos también aparecen significativamente correlacionados, aunque la correlación entre el componente cognitivo y el fisiológico es aquí la más baja (González et al., 1993; 1994).
(d) La consistencia interna obtenida (tabla 1) puede considerarse aceptable en González et al., (1993) para el Cuestionario tomado globalmente (alfa 0,89) y por dimensiones empíricas, pero son menores que los usuales en este contexto de investigación en González et al., (1994) para las tres supuestas dimensiones: alfa 0,78 para la dimensión cognitiva, 0,79 para la fisiológica y 0,60 para la conductual.
(e) Estas dificultades serían cuestiones menores si la nueva escala hubiera mostrado una validez adecuada. Sin embargo, las correlaciones del Cuestionario de Ansiedad Laboral con las variables criterio, incluso considerando la mejor correlación obtenida por alguna de sus dimensiones teóricas (tabla l), consideradas comparativamente con las escalas disponibles de tensión, no justifican el uso del nuevo instrumento.
(f) González y cols. no ofrecen evidencia que ponga en relación las dimensiones fisiológicas y motoras supuestamente medidas por el instrumento con criterios externos indicadores de esas dimensiones.
(g) Las medidas validadas de tensión, como el ASQ, el Cuestionario de Tensión (T3/15), y una medida monoítem de tensión, no se utilizaron en el estudio de validación del CAL, ni siquiera de la supuesta dimensión cognitiva del nuevo cuestionario.
Podría pensarse que estos resultados son fruto de la muestra ómnibus del estudio inicial del CAL (González et al., 1993, N=121) o de la muestra específica de un organismo de la Administración en el segundo estudio (González et al. 1994; Espejo, 1993; N=298). Sin embargo González y colaboradores han presentado un nuevo estudio de replicación (Hernández, González, Espejo, Ferreres y Tomás, 1994) en una nueva muestra ómnibus de 142 empleados, en el que esencialmente se reproducen las mismas dificultades encontradas anteriormente:
(a) El resultado del análisis factorial confirmatorio del modelo trifactorial del CAL sobre la nueva muestra (Hernández et al., 1994), expresa claramente que el modelo no es adecuado para representar los datos. Los autores obtienen prácticamente los mismos índices de modificación que en el estudio anterior y tras realizar un nuevo análisis con estas modificaciones obtienen una mejora en los índices de ajuste que no evita que el modelo modificado no sea adecuado, como expresan los mismos autores (Hernández et al., 1994).
(b) Los coeficientes alfa resultan adecuados para la "dimensión" cognitiva (0,81) y para la fisiológica (0,8 1) pero inadecuado para la conductual (0,58).
(c) Los coeficientes de validez, calculados solo para las tres hipotéticas subescalas separadamente, son ligeramente mayores a los de estudios anteriores, aunque sólo si consideramos la mejor correlación obtenida por alguna de las tres hipotéticas dimensiones (tabla 1, col. 3; Hernández et al., 1994).
Reiteradamente el análisis factorial confirmatorio ha mostrado que las supuestas tres dimensiones no se sostienen en el CAL, lo que cuestiona la hipótesis básica que ha guiado su elaboración, sin que exista evidencia de validez que muestre la capacidad del CAL para medir las supuestas dimensiones fisiológica y conductual. Aunque el tamaño de la muestra podría contribuir a explicar en el estudio de 298 casos que algún índice afectado por el tamaño de la muestra, como fi- cuadrado, no ajuste, no explicaría que el resto de índices tampoco muestre ajuste del modelo a los datos, y, además, esta argumentación no se sostendría en la replicación con 121 casos. Por otro lado la validez del CAL con los criterios considerados ha resultado globalmente inferior a la mostrada por otros cuestionarios orientados a medir la experiencia de tensión.
Tomados en su conjunto estos resultados revelan claramente que:
1) No hay evidencia de que se haya conseguido evaluar los tres supuestos componentes de la ansiedad asociada al trabajo, y, por tanto.
2) El CAL puede considerarse una fuente de ítems valiosos que deben ser validados experimentalmente si pretenden medir algo más que la experiencia subjetiva de tensión que evalúan el T3/15 y el ASQ con mejor fiabilidad y mejor relación de validez con los criterios utilizando menos ítems.
Como González et al. (1993, 1994) reconocen, la evidencia que pueda sostener el constructo tridimensional "ansiedad" asociado al desempeño del trabajo es muy limitada. Las manifestaciones cognitivas, motoras y psicofisiológicas aparecen reiteradamente disociadas en la investigación cuando estos sistemas de respuesta son evaluados con métodos adecuados y específicos de cada modalidad de respuesta (Delpatro y McGlyn, 1984). Por ejemplo, Meliá, Martí y Torrent (1987) siguieron durante dos años a una muestra de 159 empleados de una importante empresa petrolera del País Valenciano, clasificándolos en dos grupos en función del nivel de tensión en el trabajo informado por los sujetos y comparándolos en presión sistólica, diastólica, colesterol, triglicéridos, factores de riesgo de enfermedades coronarias, número de cigarrillos por día e índice de Quetelet. Como es habitual en este tipo de estudios, no pudo establecerse una asociación entre la tensión experimentada por los sujetos y las variables fisiológicas consideradas, aunque sin embargo, los supervisores y mandos presentaron un nivel significativamente mayor de tensión y presión sistólica y diastólica que los empleados.
Cuando se pretende evaluar tanto lo cognitivo como la conducta motora y las variables psicofisiológicas simplemente con ítems de un cuestionario de lápiz y papel no puede discernirse en que medida las correlaciones obtenidas son el resultado de un mismo método de medición y no puede establecerse que se esté midiendo efectivamente las supuestas dimensiones motora y fisiológica de la ansiedad. Los cuestionarios que pretenden evaluar separadamente mediante lápiz y papel los supuestos tres componentes de la ansiedad, dado que la teoría que sustenta este punto de vista predice una relativa independencia entre los sistemas de respuesta, se encuentran con la paradoja de que una evaluación de este tipo, monométodo-multirasgo, produce correlaciones significativas y un primer factor general que precisamente cuestionan la tridimensionalidad que ha inspirado los cuestionarios.
Considerando los estudios que han evaluado las variables motoras mediante observación y las variables psicofisiológicas por medios psicofisiológicos, parece necesario que cualquier cuestionario que pretenda evaluar estos componentes mediante escalas de lápiz y papel debería primero validar esas escalas para representar la dimensión motora y la fisiológica con los indicadores motores y fisiológicos medidos independientemente por medios directos adecuados para medir aspectos motores y psicofisiológicos. Entre tanto resulta al menos poco indicado plantear la evaluación de las dimensiones conductuales y fisiológicas en términos de ítems de cuestionario.
El Cuestionario de Tensión T3/15 1 fue el primer cuestionario desarrollado en nuestro contexto cultural orientado específica y exclusivamente a la medida de la experiencia subjetiva de tensión asociada al desempeño del trabajo. Este cuestionario fue fruto de un seminario de trabajo de un año de duración en el que se revisó la literatura sobre medición de tensión, y se discutieron diferentes aproximaciones a su evaluación. El estudio original (Meliá et al., 1987) se efectuó sobre una muestra de 192 sujetos, trabajadores (76,56%), encargados o supervisores (20,31%), y directivos (3,13%) de una variada muestra ómnibus de más de 20 empresas de todos los tamaños de industria y servicios de las provincias de Castellón y Valencia que participaran voluntariamente en el estudio, sin recompensa alguna y sin que los cuestionarios circularan por los canales jerárquicos de sus empresas. El cuestionario fue administrado en versión dicotómica (si/no). Dos ítems relativos a tensión en el trabajo con origen en interacción social ("Me siento tenso a causa de mis compañeros de trabajo" y "Mis subordinados me ponen tenso, preocupado o fastidiado") fueron eliminados por razones prácticas de uniformidad de uso e interpretación del cuestionario, dado que para muchos sujetos trabajadores, situados en la base de los conos organizacionales, no existen subordinados, y para otros, por su puesto de trabajo o por su posición jerárquica no existen propiamente "compañeros". Estas cuestiones, al ser relevantes solo para una parte variable de la muestra dificultaban la interpretación del total del cuestionario y de los análisis de su estructura y fueron sacrificadas para mantener el objetivo básico de que la escala presentara una evaluación global de la tensión experimentada de uso general. Su supresión no afectaba de modo importante a la fiabilidad y validez del cuestionario. En la tabla 2 se presentan los 15 ítems definitivos del cuestionario y los porcentajes (medias) de sujetos que contestaron afirmativamente a los mismos 2.
Los 15 ítems del T3/15 hacen referencia explícitamente a la experiencia de tensión asociada al trabajo, representan contenidos relevantes para cualquier rol organizacional con independencia del tipo de organización y nivel jerárquico, y evitan explícitamente evaluar aspectos de variables asociadas en los modelos teóricos a la tensión como el conflicto de rol, la ambigüedad de rol o la satisfacción. El cuestionario fue diseñado para ofrecer una medida global, sencilla y económica de la tensión asociada al trabajo, bien relacionada con las principales variables organizacionales con las que suele ponerse en relación esta variable, pero no contaminada por ellas, sin que se haya hipotetizado una estructura factorial diferenciada, lo que es patente al analizar los contenidos.
En el estudio original (Meliá, et al. 1987) aproximadamente uno de cada dos sujetos afirma que su trabajo le produce tensión y preocupación, siendo la tensión asociada a la sobrecarga de trabajo (no poder terminar en un tiempo dado) la más frecuente entre los sujetos. La mayoría de las experiencias de tensión descritas por el cuestionario afectan a una proporción de sujetos que varía entre uno de cada cinco y uno de cada tres, aproximadamente. Los ítems del cuestionario están disecados de forma que siempre hacen referencia explícita a la tensión asociada al trabajo, para evitar en lo posible evaluar la tensión relacionada con la vida no laboral. El concepto de tensión incluye las creencias, experiencias, sensaciones y sentimientos de preocupación, nerviosismo, e intranquilidad, incluyendo el tipo de adjetivos relacionados con que los sujetos relatan sus experiencias o episodios de tensión en el trabajo (Meliá, et al. 1987).
El cuestionario fue elaborado como una medida global de tensión y, en consecuencia, no se hipotetizó una estructura dimensional para el mismo. Sin embargo, se realizo un análisis de componentes principales, de carácter descriptivo y exploratorio, como un procedimiento más para contribuir a comprender las correlaciones entre los ítems. Este análisis arrojó cuatro componentes que fueron etiquetados experiencia de tensión (19,56% de varianza total explicada), evitación (14,29%), efectos negativos (13,83%), y causas (11,99%), en una estructura (tabla 2, Col.2) con múltiples solapamientos entre componentes. Esta estructura no permitía la obtención de puntuaciones separadas por componentes.
Tanto la consistencia interna como la correlación con variables considerables como criterios resultaron particularmente satisfactorias (tabla 3). Todas las correlaciones con los criterios usuales en los modelos teóricos de la abundante literatura de estrés de rol resultaron conforme a hipótesis y pueden calificarse de elevadas en este contexto de investigación.
González y cols. realizaron un estudio sobre 167 empleados de diversas organizaciones laborales orientado a comparar tres medidas de tensión laboral entre sí (González et al., 1991) y con una medida mono-ítem de tensión (González, et al., 1993) que ha sido muy utilizada debido a su brevedad. En estos estudios un análisis exploratorio de componentes principales del cuestionario T3/15 obtuvo tres factores (tabla 2, Col 3) solo parcialmente solapados con los del estudio original. El primer componente fue denominado tensión inducida por el trabajo (22,74% de varianza total explicada), el segundo incidencias sociopsicológicas de la tensión laboral (19,53%), y el tercero causas e incidencias somáticas de la tensión laboral (10,08%). Este análisis también se efectuó con propósitos descriptivos y exploratorios, sin que se propusiera previamente una estructura dimensional hipotética y sin que se sugiriera la obtención de puntuaciones separadas por componentes. González y cols. (1991) factorizaron también el ASQ de House y Rizzo (1972) obteniendo, en los ítems del ASQ referidos a tensión debida al trabajo, una estructura semejante a la del T3/15. También factorizaron el JRTS de Kahn et al. (1964). corroborando las serias dificultades de constructo que desaconsejan claramente su uso como indicador de tensión. González y cols. (1993), justifican la relativa bondad de la medida monoítem de tensión, que puede resultar aceptable aunque sensiblemente menos válida que el T3/15 y el ASQ.
Los resultados de González y cols. (1991, 1993) muestran que Cuestionario de Tensión T3/15 presenta los mayores coeficientes de validez de todas las medidas de tensión utilizadas (tabla 3), el mayor coeficiente alfa, y es la variable principal que define una dimensión latente de tensión laboral (saturación 0,897) cuando es introducida en un análisis factorial confirmatorio junto con la medida mono-ítem (0,784), el Anxiety-Stress Questionnaire (0,744) y el Job Related Tensión Scale (0,585).
Aunque las diferencias en coeficientes de validez con los coeficientes del ASQ, siempre a favor del T3/15, no son estadísticamente significativas, los resultados de estos trabajos empíricos, junto a la inespecificidad de contenido de 10 de los 17 ítems del ASQ, sugieren claramente que el T3/15 es la mejor alternativa disponible para evaluar la experiencia de tensión asociada al trabajo, pudiendo complementarse además, como elemento de contraste, con la económica medida mono-ítem.
Todos estos recientes estudios han suscitado el interés de realizar un nuevo estudio del Cuestionario de Tensión T3/15, en una muestra más amplia, sometiendo de nuevo a contraste su validez y procurando unos primeros baremos generales para facilitar su uso aplicado.
La muestra está constituida por 534 empleados y directivos de empresas del País Valenciano. Los cuestionarios fueron administrados fuera del contexto laboral mediante entrevista domiciliaria a personas empleadas y directivos que admitieron participar voluntariamente y sin recompensa alguna, garantizando el anonimato de personas y empresas y enfatizando los fines de investigación. Se hizo un seguimiento detallado de las entrevistas realizadas y un 10% de las mismas tomadas al azar fueron contrastadas y supervisadas telefónicamente unas semanas después. De los 534 sujetos, un 21,2% trabajaba en empresas del sector primario, un 30,1% en el secundario y un 48,7% en el terciario. El 29,6% de los sujetos trabajaban en el sector público y el 70,4% restante en el sector privado. El 30% estaban ocupados en empresas de ámbito local, el 19,2% en empresas de ámbito regional, el 34% en empresas de ámbito estatal y el 16,8% en multinacionales. El 39,1% pertenecían a pequeñas empresas de menos de 25 trabajadores, el 30,2% a empresas de hasta 500 trabajadores, y el 30,7% restante a empresas de más de 500 trabajadores.
El 60,9% de los sujetos son varones. La edad de la muestra describe un rango entre 17 y 65 años, con media en 32 años y desviación típica de 11,67. En cuanto a nivel de estudios, un 32,3% de la muestra tiene estudios primarios, un 17,4% formación profesional, un 27,4% bachiller, un 13,1% una titulación media, y un 9,8% licenciatura universitaria o superior. En el momento de efectuar el estudio un 23,4% trabajaba como eventual, con contrato inferior a 1 año de duración, un 21,8% tenía algún tipo de contrato entre 1 y 3 años, y un 54,8% tenía un empleo estable, por periodo mayor de 3 años o fijo. Un 8,6% de la muestra percibía un sueldo neto mensual inferior a 50.000 pts., un 52,8% hasta 100.000 pts. mes, un 24,4% hasta 150.000, un 7% hasta 200.000 y el 7,2% restante superior a las 200.000 pts. mensuales. Un 68,3% de la muestra son empleados, un 24,2% supervisores o mandos medios, y el 7,5% restante directivos. En el momento de la encuesta un 23,5% llevaban trabajando en su empresa actual menos de 1 año, un 22,1% hasta 2 años, un 17,4% hasta 5 años, y el resto más de 5 años. En síntesis, se trata de una muestra característica de un estudio ómnibus, marcadamente heterogéneo, con un fuerte componente de empleados de base, varones, con limitado nivel adquisitivo, un nivel medio-bajo de cualificación profesional y que refleja la inestabilidad del mercado de trabajo.
Además del T3/15, se han utilizado medidas de los principales criterios considerados habitualmente en la literatura para la variable tensión: Conflicto de Rol, Ambigüedad de Rol, Satisfacción Laboral, Salud Psicológica General y Propensión al Abandono.
El Conflicto de Rol ha sido medido por los bien conocidos cuestionarios de Peiró et al. (1987a) y de House y Rizzo (1972). El primero presento un alfa de 0,82, y el segundo de 0,84. La Ambigüedad de Rol fue evaluada, paralelamente, por los cuestionarios de Peiró et al. (1987b) y de House y Rizzo (1972). El Cuestionario de Ambigüedad de Rol de Peiró y col. ha presentado un alfa de 0,92, y el de House y Rizzo de 0,80. Existen razones psicométricas y psicológicas para preferir los cuestionarios de Peiró y cols. a los de House y Rizzo a la hora de medir el conflicto y la ambigüedad de rol, sin embargo, hemos preferido introducir ambos en el estudio para favorecer la comparabilidad con otros estudios.
La satisfacción laboral ha sido medida utilizando el S20/23 (Meliá y Peiró, 1989), versión mayor del Cuestionario de Satisfacción S10/12 (Meliá y Peiró, 1989) que es el cuestionario utilizado frecuentemente por González y cols. Estos cuestionarios constituyen la solución más común para medir satisfacción laboral en nuestro contexto cultural, habiendo sido utilizados en numerosos estudios. En este estudio el S20/23 presenta un alfa de 0,93.
La salud psicológica general seria medida utilizando el GHQ, Goldberg, 1972) en una forma de 12 ítems (Jackson et al, 1983) que ha sido muy utilizada y puesta en relación con el llamado componente cognitivo de la ansiedad, es decir, con la tensión (Moret, et al., 1987; González et al., 1991). En este estudio el GFIQ ha obtenido un alfa de 0,84.
La propensión al abandono se ha medido mediante una escala de 8 ítems que ha obtenido un alfa de 0,85.
Se ha incluido además el discutido JRTS de Kahn et al., (1964), a efectos de facilitar la comparación con la literatura previa. Ha obtenido un alfa de 0,85, También, con este propósito, hemos introducido la medida mono-ítem de tensión. Por último, el ASQ de House y Rizzo (1972) ha obtenido un alfa de 0,83.
La ausencia de una hipótesis de dimensionalidad para el T3/15 puede leerse como una declaración implícita de unidimensionalidad. Por ello, después de los análisis descriptivos, se ha efectuado un análisis factorial confirmatorio de la escala de tensión T3/15 para contrastar esa supuesta unidimensionalidad. Este análisis se ha realizado mediante el programa EQS (Bentler, 1989). Se han estimado los coeficientes alfa para las escalas utilizando el SPSS, y se han calculado las correlaciones entre tensión y criterios, así como la descripción y baremación del T3/15 mediante BMDP
En la Tabla 4 Col 1 se presenta el porcentaje de sujetos que han respondido afirmativamente a cada ítem del cuestionario, lo que indica en que medida los sujetos de la muestra experimentan cada uno de los ítems de tensión. Aproximadamente la mitad de los sujetos (51%) admite que su trabajo le produce tensión y preocupación. Una proporción considerable (54,7%) se ponen nerviosos si no consiguen terminar a tiempo, o cuando no consiguen desempeñar el trabajo con eficacia (42,5%) sugiriendo que probablemente son los factores de demanda (objetivos, tiempos y métodos) los aspectos organizacionales más directamente vinculados a la experiencia de tensión.
Los ítems presentan un adecuado funcionamiento individual evaluado mediante la homogeneidad corregida (Tabla 4, Col 2) o mediante el alfa del cuestionario excluido el ítem (Tabla 4, col 3). La Col. 3 pone de manifiesto claramente que los ítems presentan una contribución muy equilibrada a la consistencia del cuestionario: ningún ítem es imprescindible, pero ningún ítem mejoraría la consistencia en caso de ser eliminado. Por último la Col. 4 refleja el resultado de un análisis exploratorio de componentes principales efectuado sin restricción en el número de factores. Los tres factores obtenidos explican en conjunto el 53,8% de la varianza. La estructura ofrece múltiples solapamientos, presentando solo alguna similitud con los análisis exploratorios realizados en otros estudios, poniendo de manifiesto que la escala no puede descomponerse de modo estable en factores. De hecho, los dos primeros factores obtenidos aquí bien podrían considerarse generales, en tanto que en el tercero pesan sobre todo dos ítems relacionados con la tensión vinculada a la sobrecarga de rol. El cuestionario en su conjunto presenta una adecuada consistencia interna con un alfa de 0,86.
El Cuestionario T3/15 fue formulado para medir la experiencia de tensión asociada al trabajo globalmente, sin que se postulara a priori ninguna estructura teórica, por ello la estructura que cabe hipotetizar para un análisis factorial confirmatorio es la unifactorial. Este modelo unifactorial subyace implícitamente a la declaración de que no se ha hipotetizado una estructura dimensional del cuestionario, y, en cualquier caso, se propone como modelo basal frente al que contrastar cualquier hipótesis posible de multidimensionalidad. En la tabla 5 se presenta un conjunto de estadísticos que contribuyen a evaluar la bondad de ajuste del modelo confirmatorio unifactorial.
Las medias de residuales estandarizados están por debajo del valor crítico 0,1, indicando un buen ajuste (Cole y Maxwell, 1985). La comparación de la ji- cuadrado del modelo nulo, el AIC del modelo nulo (Akaike, 1987) y el CAIC (Bozdogan, 1987) con sus respectivos valores en el modelo monofactorial sometido a contraste indican la adecuada ganancia explicativa de este último. El NFI, el NNFI y el CH indican un buen ajuste del modelo. La ji-cuadrado del modelo es significativa, y la razón ji-cuadrado/g.1. es superior a los valores admisibles, indicando estos dos últimos estadísticos un mal ajuste del modelo, aunque debe tenerse en cuenta el considerable tamaño de la muestra (N = SOI casos completos para este análisis). El LM - test y el Wald-test no pudieron aportar sugerencia alguna de modificación del modelo. Las saturaciones del análisis factorial confirmatorio se reflejan en la Col. 5 de la Tabla 4. Todas las saturaciones son altamente significativas, dado que el error típico asociado a las mismas no supera en ningún caso el valor de 0,022.
La tabla 6 refleja los coeficientes de correlación obtenidos con los criterios considerados. Puede observarse que la medida T3/15 de la tensión asociada al trabajo mantiene un patrón de correlaciones con los criterios conforme a las hipótesis de
relaciones de los modelos teóricos de estrés de rol. Particularmente elevados son los coeficientes de correlación con otros indicadores de tensión asociada al trabajo (la medida mono-ítem de tensión y el ASQ) y de salud general. Los indicadores de conflicto de rol, satisfacción, y propensión al abandono ocupan un segundo lugar, junto al JRTS que es un indicador mixto de conflicto y ambigüedad de rol. El último lugar lo ocupa la relación con la ambigüedad de rol.
En la tabla 7 se presenta una baremación del T3/15 presentado en versión dicotómica donde la afirmación (indicadora de tensión) se valora 1 y la negación 0. Después, para cada sujeto, se ha obtenido la puntuación promedio de los ítems contestados, considerándola la puntuación del sujeto en la escala, aquella que puede ser comparada con la tabla siguiente de percentilación. Es decir, se trata de Percentiles k', elaborada la puntuación de los sujetos mediante un procedimiento "H2;I:2;II:I;III:2" (Meliá, 1991). Con este procedimiento, la puntuación de un sujeto en el T3/15 es un valor entre 0 y 1 que indica la proporción de ítems contestados afirmativamente, o lo que es lo mismo, en términos de valor de escala, el porcentaje de signos de tensión reconocidos por el sujeto.
La tabla puede leerse y utilizarse del siguiente modo. Por ejemplo, un trabajador que haya obtenido un promedio de ítems contestados de 0,267 (Valor) iguala o deja por debajo de si al 51,7% de la muestra. Obsérvese que al tratarse de ítems dicotómicos un valor de 0,267 equivale a decir que ha contestado afirmativamente al 26,7% de los ítems del cuestionario que ha contestado (ignorando las omisiones).
Cuando se elaboró el Cuestionario de Tensión T3/15 se utilizó el concepto "tensión asociada al desempeño del trabajo", en lugar de "ansiedad asociada al desempeño del trabajo" porque el término tensión es de uso tradicional en la literatura de estrés de rol, que es el marco teórico externo en que se desarrolló el cuestionario, porque tiene una mejor aceptación en el mundo de la empresa y porque tiene menos resonancias clínicas o patológicas. El concepto de estrés de rol tiene una definición específica muy elaborada en la literatura organizacional, distinta claramente del concepto de tensión. Sin embargo, los conceptos de tensión y de ansiedad no aparecen, de hecho, nítidamente delimitados en este campo, de modo que leídos los ítems de cuestionarios de tensión y de ansiedad no es fácil establecer una delimitación entre ambos conceptos que son usados frecuentemente de un modo implícito como sinónimos, Si se considera la ansiedad como un fenómeno que se manifiesta en tres sistemas de respuesta, la "tensión asociada al desempeño del trabajo" se delimitaría como el componente de experiencia de esa ansiedad, lo que delimita la tensión al terreno de lo cognitivo, afectivo y volitivo. Sin embargo, en la medida en que la tensión expresa la experiencia que tiene el sujeto de la ansiedad, necesariamente esa dimensión cognitiva, afectiva y volitiva, implica la experiencia de la expresión de la ansiedad en los sistemas motor y fisiológico, lo que prácticamente devuelve las cosas al estado inicial sin que se facilite una delimitación precisa. Precisamente, es característico de ese nivel "cognitivo", ser consciente de al menos una parte importante de lo que sucede en el ámbito fisiológico y motor. Y no solo ser consciente, sino además, evidentemente, interactuar permanentemente de modo multidireccional con estos sistemas. Estas afirmaciones son obvias, pero la supuesta concepción tridimensional de la ansiedad asociada al trabajo no parece tenerlas presentes al plantear tres dimensiones, una para cada sistema de respuesta. Desde este punto de vista, la concepción, más sencilla, de la "tensión asociada al desempeño del trabajo" como experiencia subjetiva, delimita el constructo de modo que evita las dificultades de un concepto de ansiedad que pretende abarcar los sistemas de respuesta motor y fisiológico.
La "experiencia de tensión asociada al trabajo" es un concepto bien admitido en la interpretación popular de las consecuencias psicológicas de desempeñar un puesto, y tan bien asentado en la literatura de estrés de rol como la satisfacción o la propensión al abandono. Con estos conceptos participa en una red nomológica bien establecida y corroborada con pocos cambios sustanciales en un número considerable de estudios. En esta red nomológica la tensión es una experiencia psicológica, principalmente de carácter negativo, asociada a condiciones de estrés en el trabajo, particularmente de estrés de rol que incluye el conflicto de rol (que, a su vez, incluye la sobrecarga y otras muchas deficiencias de diseño y proceso de rol). A su vez, la tensión estaría implicada en la generación de insatisfacción laboral y de propensión al abandono. La ambigüedad de rol también está implicada en la definición usual del estrés de rol, sin embargo, merece una consideración especial pues la ambigüedad de rol es un componente intrínseco de la autonomía en el trabajo para muchos roles (p.e. para roles profesionales que han de decidir en contextos de incertidumbre como parte de su trabajo) y, en ese sentido, la ausencia de ambigüedad -como el exceso-, según los roles concretos, puede ser fuente de tensión. Este patrón característico de relaciones puede verse satisfecho en términos generales por los cuestionarios diseñados para medir tensión en todos los estudios que hemos revisado en la introducción y en este mismo estudio, incluida la relación ambivalente o menos definida con la ambigüedad de rol que puede anticiparse teóricamente. Puede decirse que para esta red de relaciones entre variables aunque la evidencia causal y experimental es limitada, la evidencia correlacional es abrumadora.
El cuestionario T3/15 aporta en este contexto una medida global de la experiencia de tensión específica asociada al trabajo que ha satisfecho en reiterados estudios los criterios de fiabilidad y que, muestra el mejor patrón de relaciones de validez comparativamente con los cuestionarios alternativos disponibles. Los resultados obtenidos muestran una fiabilidad adecuada y la estrecha relación del T3/15 con los indicadores de tensión y salud, con la satisfacción, con la propensión al abandono y con los indicadores de estrés de rol, con una relación consistente con conflicto de rol y menos estable con ambigüedad de rol quizás debido al componente de autonomía en el trabajo que esta comporta. Estos resultados son consistentes a través de estudios, y, tanto una comparación de los coeficientes de validez entre diferentes estudios, como los resultados específicos de estudios expresamente diseñados para la comparación de cuestionarios de tensión, muestran que el Cuestionario de Tensión T3/15 es la medida disponible más adecuada por lo que a fiabilidad y validez se refiere.
La dimensionalidad de la variable tensión no esta bien resuelta actualmente y aunque los resultados disponibles pueden interpretarse en el sentido de que la hipótesis de unidimensionalidad no puede ser rechazada para el T3/15, sin embargo, es posible que pueda elaborarse una estructura factorial que ajuste mejor a los datos que la más parsimónica unidimensional propuesta en este trabajo.
Los cuestionarios que han pretendido definir una estructura tridimensional de la ansiedad, en la que la tensión formaría el componente cognitivo, han acumulado a través de los diferentes estudios un cuerpo sustancial de evidencia que básicamente rechaza esta concepción para los instrumentos utilizados. Esta evidencia incluye el no ajuste reiterado de la estructura tridimensional evaluada por la mayoría de índices de ajuste, la ausencia de un patrón de relaciones estable y diferenciado para los diversos componentes que mejore la validez de una medida global, y la discrepancia de todos los análisis exploratorios de estructura efectuados respecto 4 esta estructura. Es posible que la ansiedad pueda concebirse como tridimensional cuando se evalúen por los medios adecuados los supuestos componentes cognitivo, fisiológico y conductual, pero, los estudios realizados muestran consistentemente que cuando las tres dimensiones pretenden ser evaluadas mediante lápiz y papel la tridimensionalidad no se sostiene. Cuando se evalúan por métodos diferenciados, característicos para cada sistema de respuesta, la relación entre los tres sistemas aparece menos sólida de lo que cabría esperar. Quizás sea conveniente, al menos en lo que se refiere al ámbito de la "ansiedad asociada al desempeño del trabajo", cambiar nuestra concepción del problema. El hecho de que la ansiedad pueda estar presente o reflejarse a través de tres sistemas de respuesta no debería confundirse con una concepción tridimensional de la ansiedad en el sentido de dimensiones métricas de los instrumentos de medida. Aún admitiendo que pueda sostenerse un constructo "ansiedad asociada al desempeño del trabajo" con expresión en tres sistemas de respuesta, esto no significa que los patrones de respuestas concretas que produjera en cada sistema se articularan de modo tal que pudiera sostenerse una hipótesis de tridimensionalidad. Antes al contrario, en la concepción teórica de la ansiedad como un constructo que se manifiesta a través de tres sistemas de respuesta subyace la idea de que se produce una respuesta articulada, vinculada, relacionada, entre los tres sistemas. Si bien la teoría es inexplícita, y se carece de hipótesis bien definidas acerca de las funciones que podrían relacionar las respuestas en los tres sistemas para diversos niveles o grados de "ansiedad", esta concepción teórica no puede expresarse fácilmente con el concepto de tres dimensiones latentes de las que las respuestas específicas en cada sistema de respuesta separadamente son función. Bien al contrario, si la teoría es cierta, supuesto que puedan definirse dimensiones en la "ansiedad asociada al desempeño del trabajo", esas dimensiones han de cruzar a través de los sistemas de respuesta, y, además, probablemente habría que sostener que esas dimensiones no son ortogonales.
Cuando el cuestionario T3/15 fue elaborado se buscaba un indicador sencillo, global y económico de la "experiencia de tensión asociada al trabajo", y no se efectuó una hipótesis de dimensionalidad, por eso no puede encontrarse en un análisis de su contenido una estructura de ítems balanceada que pretenda representar una estructura particular de dimensiones. Al contrario, los ítems pretenden ser generales y evitar aspectos específicos de poca relevancia, en términos thurstonianos, en sub-poblaciones específicas. No obstante, el T3/15 ha sido sometido a diversos análisis exploratorios de componentes principales. Algunos autores están en contra de esta práctica desde que están disponibles las técnicas de análisis factorial confirmatorio. En mi opinión, aun en presencia de una hipótesis fuerte de dimensionalidad el análisis exploratorio tiene un papel auxiliar para ayudar a interpretar mejor la matriz de correlaciones que de hecho se ha dado entre los ítems y para estimular una mayor comprensión teórica de los contenidos de la variable medida y su representación en el cuestionario. Esos análisis exploratorios no pueden ser suficientes para afirmar una estructura determinada, pero ayudarán a formular nuevas hipótesis sobre el significado de los ítems y sus relaciones. Los análisis de componentes principales del T3/15 no ofrecen resultados consistentes entre sí. En términos generales sirven para subrayar el carácter general de la mayoría de los ítems y para atisbar que existe un pequeño núcleo de ítems que puede catalogarse de próximos a la experiencia de consecuencias (incluso psicofisiológicas) de la tensión, y otro núcleo de ítems próximos a la experiencia de causas (especialmente afines a demandas de rol) de la experiencia de tensión. Sin embargo, no puede decirse que la mayoría de los ítems hayan permanecido estables en un factor definido a través de los diversos análisis. En este estudio hemos sometido a un análisis factorial confirmatorio una hipotética estructura unidimensional, amparada en la pretensión de una medida global, general e inespecífico de la experiencia de tensión. El resultado del contraste no puede considerarse concluyente. Mientras que un grupo de índices de ajuste, los residuales, las saturaciones y los tests de modificación permiten concluir que el modelo presenta un buen ajuste a los datos, ji-cuadrado y ji-cuadrado partido sus grados de libertad indican un mal ajuste. Los datos, debido al formato del cuestionario, a la distribución empírica encontrada para los ítems y, probablemente, al menos en parte, a la naturaleza de la variable, incumplen las condiciones de aplicación del análisis, lo que hace discutible la interpretación de los tests de ajuste. Esta dificultad es particularmente considerable en este caso para ji-cuadrado debido al tamaño de la muestra. En muestras grandes ji-cuadrado puede rechazar como inadecuado virtualmente cualquier modelo por diferencias triviales e irrelevantes, lo que cuestiona su interpretación (Bentler, 1989; pag. 112). Un modelo de medida tan cercano a los datos como se quiera será rechazado como no ajustado por ji- cuadrado si N es lo bastante grande. Si se considera esta característica de dependencia del tamaño de la muestra de ji- cuadrado como test de ajuste, en el contexto del ajuste mostrado por los demás indicadores con una muestra de 501 casos completos para este análisis, puede concluirse que la estructura monofactorial del T3/15 no ha podido ser rechazada por los datos. Sin embargo, es difícil sostener que no pueda encontrarse otra estructura que represente mejor los datos. En cualquier caso, en mi opinión, la estructura dimensional es secundaria comparativamente con la validez y utilidad del instrumento, y, en este sentido, los coeficientes de correlación obtenidos parecen justificar un tratamiento global del cuestionario que puede ser particularmente práctico en el trabajo aplicado, aunque quede abierto el camino a una discusión teórica sobre la dimensionalidad de la tensión y su significado que no puede agotarse aquí. La unidimensionalidad parece al menos parcialmente sostenida por los datos, no existe evidencia por ahora de que otra estructura represente mejor los datos y en términos prácticos de validez y utilidad resulta conveniente. El T3/15 cubre adecuadamente los fines prácticos para los que fue elaborado y, comparativamente, es por ahora la medida de tensión asociada al trabajo con mejores resultados psicométricos, en términos de fiabilidad y validez, incluidos los cuestionarios anglosajones más utilizados fuera de España.
Los baremos ofrecidos son un instrumento de trabajo aplicado poco usual en cuestionarios organizacionales pero que hay que tomar con precaución. Se ofrecen como un punto de referencia que puede ser muy útil al profesional que está tratando de averiguar si la tensión que detecta en un colectivo es poca o mucha relativamente. Pero hay que ser consciente inmediatamente de sus limitaciones. Primero, se trata de una muestra ómnibus heterogénea, lo que da un buen punto de referencia general -que es lo que se pretende pero que puede no ser un punto de comparación suficiente para colectivos laborales específicos expuestos a condiciones de estrés específicas. Segundo, resulta por lo general muy difícil obtener muestras generales de gran tamaño en contextos organizacionales (fuera de grandes empresas cuyas condiciones específicas limitan su comparabilidad para otras organizaciones incluso de gran tamaño). Ello es debido a que diversas organizaciones imponen diversas constricciones y sesgos para la administración de cuestionarios, lo que dificulta acumular cuestionarios realizados en buenas condiciones de medición sostenidas y razonablemente constantes y contrastadas, especialmente en pymes, con unos costes de administración de cuestionarios difícilmente soportables por estudios aplicados. Por ello me he decidido a publicar este baremo con un N=534 que, en términos generales, puede ser considerado un tamaño de muestra insuficiente para baremar un instrumento de medida. Por ello el psicólogo aplicado puede intentar elaborar sus propios baremos manteniendo las condiciones de administración y corrección del cuestionario para su propia organización, y tomar al menos estos dos puntos de referencia en la interpretación de puntuaciones: la muestra general que aquí se ofrece y la específica de la empresa bajo estudio diagnóstico.
En síntesis, la tensión asociada al desempeño del trabajo es una variable importante en nuestra comprensión de las experiencias que el trabajo supone para las personas y sus consecuencias, y el Cuestionario de Tensión T3/15 permite una medición sencilla de esta experiencia que ha mostrado unas cualidades psicométricas razonablemente adecuadas.