ARTICULO

Mariano Yela: una semblanza y un perfil

 

F. TORTOSA, C. CIVERA y F. ALONSO

Dpto. Psicología Básica. Facultad de Psicología Universidad de Valencia


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE:

KEY WORDS:

NOTAS

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

El presente trabajo pretende ofrecer una semblanza apretada de una vida difícilmente reducible a papel. Yela, junto al coherente grupo que conforma la generación de 1916, fue en buena parte responsable del restablecimiento del cultivo de una psicología científica, y ello sin dejar de prestar atención a los problemas humanísticos, antropológicos y filosóficos de la psicología. Como integrante destacado de la primera promoción de profesores universitarios, es uno de los maestros de las actuales generaciones de profesores universitarios. Resultaría prácticamente imposible intentar entender el desarrollo de la psicología madrileña -o de la española- sin hacer referencia a su obra. Ese protagonismo se extiende además a campos bien diversos. La psicometría y la psicología matemática, la metodología de las ciencias del comportamiento y ciertas metodologías especiales, la evaluación en muy diversas vertientes y settings, los procesos cognitivos -en especial desde el punto de vista de su desarrollo y estructura-, la historia de la psicología, la ergonomía, la psicología evolutiva, la escolar y la educativa, la psicología aeronáutica, o la psicología de la personalidad. Numerosos, pero nítidos, son los perfiles, y nuestro segundo objetivo es uno de ellos, la psicología del trabajo y de las organizaciones.

ABSTRACT

This work attempts to offer a concentrated image of a life which is difficult to portray on paper. Yela, included in the coherent group constituting the scientific generation of 1916, was greatly responsible for the reestablishment of scientific practice in Spanish psychology, without taking into account humanistic, anthropological and philosophical dimensions of this science. As an outstanding member of the first group of university professors is one of the masters of the current generations of university lecturers. It would be practically impossible to attempt to understand the developments of psychology in Madrid -and in Spain -without considering Yela's work. This significance spreads, furthermore, to very different fields. Psychological measurement and mathematical psychology, the methodology of the behavioural sciences and certain special methodologies, assessment in its most diverse ways and settings, cognitive processes - especially from the developmental and structural perspective - the history of psychology, ergonomics, developmental psychology, school psychology and educational psychology, aeronautic psychology, personality. They are numerous but clearly defined profiles, and our second objective is one of these: work and organizational psychology.

PALABRAS CLAVE:

Mariano Yela. Psicología del Trabajo y de las Organizaciones. Psicología española. Maestros y discípulos. Genealogías Intelectuales.

KEY WORDS:

Mariano Yela. Work and Organizational Psychology. Spanish psychology. Masters and pupils. Intellectual genealogies.


Con el año 1994, cuando contaba poco más de 70 años, se apagaba la vida de una de las mentes más inquisitivas de la psicología española, nos dejaba Mariano Yela, punto de referencia obligado de cuantos se aproximaban al complicado proceso de desarrollo y consolidación de nuestra psicología (vg Tortosa y Quiñones, 1994; Carpintero, 1994a), y punto de mira de cuantos deseaban obtener una visión de ese proceso desde la perspectiva de uno de sus protagonistas (vg Gilgen, 1987; Perls, 1987).

Ciertamente no es un caso, tan abundante en nuestra historia -la lejana y la próxima, de reconocimiento póstumo. Mariano Yela recibió premios y distinciones de todo tipo desde aquel lejano año de 1953 en que obtuviera el primer premio español de psicología conferido por ese también neonato que era la Sociedad Española de Psicología (cfr. Yela y Mallart, 1985). Homenajes y reconocimientos a su valía, dentro y fuera de nuestras fronteras, jalonan su vida, una vida en la que el esfuerzo institucional, intenso y absorbente, fue sabiamente compaginado con el intelectual, con lo que no se nos privó de sus aportaciones científicas en una legión de campos. Su obra se ha abierto a campos tan fundantes como la Teoría, la Historia y la Filosofía de la Ciencia o la Antropología, hasta los más rabiosos campos de aplicación -Trabajo y Organizaciones, Clínica, Educación-, pasando por los que han sido sus más queridos y practicados ámbitos, la psicología matemática, la psicometría, la psicología de la inteligencia y la psicología de la percepción. Y, en todo ellos ha realizado aportaciones de singular importancia e impacto entre nosotros (cfr. Lafuente y Ferrándiz, 1989).

Pero ya es hora de señalar algunos de los muchos perfiles de esta vida consagrada a la ciencia.

Homenajes y trabajos sobre su obra y vida al margen (cfr. vg Siguán, 1989; n.º 23 de Anthropos -1983- dedicado a Yela; el estudio sobre su obra editado por la Universidad Pontificia de Salamanca, 1987), lo bien cierto es que sus propios recuerdos plasmados en sendas autobiografías publicadas (Yela, 1982, 1983 a ó b) ayudan considerablemente a reconstruir su trayectoria vital y profesional.

Este castizo madrileño, de signo piscis por más señas, nació, en pleno barrio de Lavapiés en el número 34 de la calle Zurita, un dos de marzo de 1921. Pertenece por tanto a la generación de 1916, una generación repleta de nombres ilustres, y ello tanto fuera (vg Eysenck, Brengelmann, Cronbach, N. Miller, P.Meehl, Osgood. E. Gibson. Estes, Simon, Beach, Pribram, Bruner, o G. Miller), como dentro de nuestras fronteras (vg Pinillos, Siguán, Secadas, J. Gonzalo, Rodríguez-Delgado, Hernández, Cordón). En nuestro caso, la generación de los primeros catedráticos de universidad convencidos del carácter empírico y científico de la psicología.

Bajo el sugerente rubro de "la forja de una vocación" Yela recordaba su feliz infancia y su ajetreada adolescencia, siempre brillando como estudiante. Allá por 1934, cuando contaba poco más de 13 años, sitúa su primer contacto con la psicología. "El Ayuntamiento de Madrid, para signar unas becas de estudio a alumnos 'superdotados' aplicó unos tests de inteligencia en nuestro colegio ( ... ) me enteré de que nos iban a aplicar unos tests. En el fichero de una biblioteca pública busqué la extraña palabreja. Y leí el libro de Terman, traducido por Germain y Rodrigo" y seguía, "No sé si eso contribuyó a que fuera seleccionado. Si sé que el libro despertó mi interés por la psicología". Este evento le permitió conocer a Germain -"mi maestro luego y ahora"-, Mallart y Rodrigo, el equipo psicotécnico del Instituto de Psicología Aplicada y Psicotecnia de Madrid (cfr. Yela, 1982, págs. 283-284; 1983, págs. 4-6). No deja de resultar interesante, por lo demás, que fuera lo que podríamos llamar una experiencia psicotécnica y un libro, permítasenos la licencia, de psicotecnia de la inteligencia, los que le despertaran el interés por esa nueva ciencia que, sin ubicación universitaria precisa, estaban practicando personas de formación diversa -básicamente psiquiatras y educadores- en Centros repartidos por todo el estado español.

La introducción de la Nueva Psicología en España (Carpintero, 1982) había formado parte de un vasto proceso de incorporación, que comenzó ya en el siglo XVIII, de materiales, técnicas e ideas que circulaban por algunas naciones europeas -especialmente las de las áreas lingüísticas alemana y francófona- a la cultura y a las instituciones sociales españolas. Ese proceso había supuesto más que la ampliación de un núcleo inicial, la reorganización de unidades científicas y sociales preexistentes en una nueva estructura. Algunos profesionales comenzaron a incorporar ciertos rasgos del rol del psicólogo, o por hablar con mayor precisión del rol del psicotécnico, En efecto, más que aspectos del rol del psicólogo, entendido como docente e investigador, se injertaron aquellos aspectos que permitían entenderlo como un profesional que podía dar satisfacción a necesidades personales y sociales.

Gradualmente, minoritarios grupos progresistas fueron dando pasos para el establecimiento de centros e instituciones cuya función fue, en cierta medida, apoyar algunos desarrollos de la nueva psicología, casi siempre al margen de las universidades. Impulsando aquellos desarrollos institucionales e ideativos un puñado de pensadores, entre los que destacan Simarro, Cajal, y Turró -pertenecientes a la generación de 1856-. Después, el proceso continúa con un sucederse y solaparse de investigadores y pensadores pertenecientes a las generaciones siguientes que desembocaría finalmente en la de 1901 -la de los fundadores de la psicología científica-. A ella pertenecen los Germain, Mira, Sarró, Rodrigo, Rof-Carballo, Garma, López-Ibor, Xirau, Laín ... (Carpintero, 1981). Los médicos filósofos, los krausistas, y los neoescolásticos primero, y los psicotécnicos y los neuropsiquiatras después, llevarían al fuerte desarrollo intelectual y científico que tendría lugar en las ciencias biomédicas y psicosociales en la España de las décadas de los 20 y 30 (cfr. Tortosa y Civera, 1993; Tortosa, Quintanilla, Civera y Díaz, 1993; Tortosa y Quiñones, 1994).

La psicología de este período parece articularse en torno a las llamadas "Escuelas de Barcelona y Madrid" (cfr. Siguán, 1981, 1991; Carpintero, 1994a y b). En el caso de Yela, obviamente la segunda. Esta, se hallaba, para Carpintero, bajo la doble influencia científica de Cajal y Simarro y la inspiración ideológica de la Institución Libre de Enseñanza. Pese a sus indudables lazos con la filosofía, desarrolló un modelo de investigación cercano a la neurohistología, por lo que se centró en aspectos moleculares de los procesos psicológicos, acentuando ámbitos de aplicación relacionados con la escuela y la educación (Carpintero, 1994a). Más que investigación básica, aunque la hubo, la gran aportación de los integrantes de esta Escuela al desarrollo de una tradición psicológica española fue, sin duda, su labor en el campo de la Psicotecnia. Numerosos trabajos sobre diferencias individuales, tests, psicología industrial y educativa, consejo y orientación vocacional y profesional, prevención de accidentes, y selección llevaron la psicotecnia española a lugares destacados en el concierto mundial (Trompetta, 1994; Tortosa, 1994; Tortosa y Quiñones, 1994).

No obstante, la última vinculación de la psicología con el progresismo iba a marcar su futuro. Su prometedor desarrollo se vería truncado por una devastadora guerra civil, evento que propiciaría un retraso del que sólo recientemente se ha comenzado a salir (Tortosa y cols., 1991). Yela participó activamente en esa cruenta conflagración, primero como voluntario, y luego como quinto, acabando en un campo de concentración del que prontamente escaparía.

La activa movilización de numerosos investigadores e intelectuales en apoyo del gobierno republicano arrastró a muchos de los españoles más creativos a años de exilio, a otros los empujó hacia la muerte, y a la inmensa mayoría la condenó al silencio. La nueva ciencia oficial relegaría o marginaría a muchos de los que quedaron o regresaron en aquellos primeros años (cfr. Tortosa y cols., 1992).

En aquel prácticamente yermo, politizado, y acrítico horizonte intelectual que propició y favoreció el régimen franquista, comenzó un rígido control sobre todo el ciclo educativo (reforma de la enseñanza secundaria y nueva ordenación de la universidad española), así como sobre aquellas disciplinas y ámbitos que incluían cuestiones potencialmente peligrosas (toda investigación sería centralizada y controlada desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Así, tanto la poca psicología que se enseñaba en Secundaria (Tortosa, García y Huesca, 1978; Tortosa y Carpintero, 1980), como la también escasa que se impartía en enseñanzas superiores fueron atadas, como escribía Carpintero (1984), al carro de la escolástica más tradicional, rompiendo con la mucho más abierta y rigurosa tradición científica previa.

En aquel ambiente ideológicamente cargado y represivo, de aislamiento internacional, y con una economía y una ciencia en franca regresión, Yela finalizaría sus estudios de Secundaria, obteniendo en 1941, el Premio Extraordinario del Examen de Estado, evento que abría las puertas para el acceso a la Universidad. La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central (luego Complutense) que "apenas empezaba a reorganizarse", y en la que los "grandes maestros -Ortega, Zubiri, García-Morente ...- estaban en el exilio, separados de la Cátedra de Madrid o habían muerto" (cfr. Yela, 1982, 286287; 1983, 6), le acogió en sus aulas durante los últimos años de la II Guerra Mundial, licenciándole con Premio Extraordinario en 1945. Mientras fuera de las paredes de la torre de marfil, la Psicotecnia comenzaba una nueva andadura en los institutos de Barcelona y Madrid, que precariamente reasumirían sus actividades manteniendo, eso sí, una organización similar a la de la preguerra, ofreciendo como principales servicios la formación de técnicos, la psicotecnia juvenil, la psicofisiología profesional. la psicotecnia de adultos, la social y la profesional (Calatayud y cols., 1984; Tortosa, 1994).

Pese a los problemas de la vía nacionalista del capitalismo español (Biescas, 1980), la brillantez de Yela (uno de los cinco mejores expedientes universitarios del nuevo Estado) le llevó a obtener una de las cinco becas concedidas por la Dirección General de Relaciones Culturales para ampliar estudios en el extranjero. Así comenzó un largo periplo formativo que le dotaría de una inmejorable formación para afrontar la dura tarea de modificar una estructura obsoleta y renuente a cualquier cambio (cfr. Yela, 1982, 287-288; 1983, 6-7). Entre 1945 y 1948 en Estados Unidos, comenzaría, como él mismo señala repetidamente, su auténtica biografía psicológica. Primero la Universidad Católica de Washington, donde cursó varias disciplinas psicológicas, biológicas y matemáticas, siendo iniciado por Th. V. Moore en el análisis factorial. Luego, la Universidad de Chicago, donde indicaba "por primera vez saboreó el gozo de la investigación positiva". Allí, de la mano de su "gran maestro" Thurstone y en el laboratorio de psicometría vería brotar algunas de las más florecientes ramas de la psicología matemática actual, asimismo conocería a investigadores de la talla de Gulliksen, Cooms, Cronbach, Cattell, Tucker, Bechtoldt y Rimoldi. Allí también siguió los seminarios de Carl Rogers -del que luego también sería introductor en España-, y trabajó con W.D. Neff en psicofisiología de la audición. Además , allí "estudió el conductismo y la epistemología neopositivista y operacional e inicio la investigación teórica, experimental y matemática de la percepción y la inteligencia".

Luego, entre 1948 y 1952, se sucedieron Gran Bretaña, donde amplió los estudios de psicología matemática (con Burt en Londres y Thomson en Edimburgo); Francia, donde se detuvo en el laboratorio de Psicología Experimental de Pieron en París; Bélgica, donde trabajó en el laboratorio de psicología experimental de la percepción de Michotte en la Universidad de Lovaina, adentrándose también en la filosofía y psicología europeas; y, finalmente Friburgo de Brisgovia (Alemania), donde guiado por Heidegger y Müller se adentraría en las implicaciones antropológicas de la filosofía fenomenológica y existencial.

A todo ello se añadiría una fuerte influencia de científicos y pensadores españoles Ortega, Zubiri, Mira, Marañón, Lafora, Laín, Marías y, desde luego, José Germain (cfr. Martí, 1990).

Todo ello propició que Yela, como ha señalado Siguán (1989, 1994), trajera con el algo de lo que en buena medida estaba carente nuestra psicología, el rigor, un rigor que se extendía a todo el proceso de investigación. Además, "introdujo el uso sistemático de las matemáticas, y más concretamente de la estadística. Por influencia de Mariano Yela, pronto el tratamiento estadístico de los datos se convirtió en un elemento principal de la metodología psicológica, tanto en la investigación de laboratorio como en la utilización de los tests psicométricos" (Siguán, 1989, 403-404). Y pronto también se convertiría en elemento clave de formación, éste sería uno de los aspectos que más nítidamente mostraría el error de incardinar la psicología en el ámbito de las Letras y las Humanidades.

Las implicaciones eran enormes. Se beneficiaba la psicotecnia y la metodología experimental, también la formación, pero, además, se enriquecía la teoría psicológica. En efecto, la estadística permitía ofrecer modelos científicos de la personalidad y la inteligencia, y, por añadidura, del comportamiento humano, entendido además como significativo y propositivo, un comportamiento con sujeto, a diferencia del comportamiento sin sujeto que muchos conductismos estaban estudiando.

Pero junto a este talante, no puede olvidarse su no menos importante faceta institucional. Sería miembro del comité rector y redactor desde (1948), subdirector (desde 1962) y asesor científico de la Revista de Psicología General y Aplicada, único órgano de expresión de la psicología española de postguerra. Fue cofundador, con Germain, de un Departamento de Psicología Experimental en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que, con el paso de los años, conformaría lo que Siguán llamó "la matriz original de la psicología universitaria en España" (Siguán, 1984). También sería miembro fundador de la Sociedad Española de Psicología (1952), en la que además desempeñaría diversas funciones directivas -secretario, vicepresidente, presidente y presidente de honor-. En 1953 participaría asimismo en la creación de la Escuela de Psicología y Psicotecnia dentro de la Universidad de Madrid, un centro de postgrado que "ofrecía -como indicaba Yela (1983, pág.8)- preparación profesional y práctica en diversos sectores de la psicología aplicada", especialmente en los ámbitos pedagógico, clínico e industrial. De este último centro sería secretario y profesor primero y director y profesor después. Ni siquiera la labor editorial, tan relevante en un momento de despegue de cualquier ciencia, escaparía a su actuación. Fue Codirector de la Colección "Textos y Temas Psicológicos" de Biblioteca Nueva (desde 1956) y Director de la Colección "Publicaciones de Psicología Aplicada" de T.E.A. S.A. (Madrid) desde 1965.

Pero no sólo hubo dimensión institucional en la investigación básica, también el campo de la psicotecnia conoció de su indomable y creativo espíritu. Su encuentro con ella fue temprano. Recordaba Yela que el primer curso que se le pidió sobre temas psicológicos se celebró, en 1948 en el CSIC, con el significativo nombre de "Fundamentos de la Psicología Industrial". Continuaba "entre los asistentes predominaban los directivos de empresa. De ahí salió la organización del primer Servicio de Psicología en una empresa privada (Standard Electrica). El primer programa de investigación que llevamos a cabo en el recién creado Departamento de Psicología Experimental del Consejo, fue subvencionado por el Patronato Juan de la Cierva de Ciencia Aplicada y versó sobre la inteligencia técnica y las aptitudes mecánico-espaciales" (Yela, 1985, 11).

La Psicotecnia española era oficialmente dirigida desde el Instituto Nacional de Psicología Aplicada y Psicotecnia, en cuya reorganización participó, y donde llegó a convertirse en Director del Departamento de Investigación. En el propio Consejo Superior de Investigaciones Científicas sería Vocal de la Comisión Técnica de "Psicología y Psicotecnia" del Instituto Nacional de Racionalización del Trabajo. Actuaría como asesor de varias instituciones docentes e industriales y organizador en ellas de Servicios de Psicología, por ejemplo, en Standard Electrica, S.A. (1950-1957); Sociedad de Estudios y Asesoramientos (1955-1957); Departamento de Psicología y Sociología de Empresas de Técnicos Especialistas Asociados CEGOS, Madrid y París (19531962), etc. Esa participación en el mundo de la iniciativa privada, ha sido destacada por Cordero (1985), uno de sus doctores, al recordar su prominente papel en la creación de departamentos de psicología y sociología de empresas en consultoras con servicios de psicología aplicada. Esa huella se mantuvo durante años, incluso se vio acrecentada a través de sus doctores, a nadie se le escapa el singular papel de A. Cordero (d. en 1972) en la empresa Técnicos Especialistas Asociados, S.A. (TEA), o de A. Murga (d. en 1976) en Material y Ediciones Psicotécnicas, S.A. (MEPSA); ambos doctorados con Yela.

Cordero (1985) caracteriza con tres notas las actividades de estas empresas de servicios. En primer término, la posibilidad de hacer llegar las funciones del psicólogo a empresas que, por su tamaño, no podían permitirse crear y mantener servicios especializados propios. En segundo lugar, la incorporación, adaptación y desarrollo de nuevos instrumentos y técnicas. Por último, la activa labor de publicitación de la psicología que, a través de cursos y seminarios de formación, se ejerció en el mercado empresarial español. Algo que, a su vez, propició una constante diversificación de cometidos.

Y, junto a ello, su infatigable labor como autor de libros -más de una docena de libros como autor único jalonan un proceso que inició allá por 1956 y 1957 con sus influyentes Psicología de las Aptitudes, Psicometría y Estadística, La Técnica del Análisis Factorial, y los Tests-, de capítulos de libro, artículos de revista -nacionales y extranjeras-, e infatigable participante -en torno a 500 participaciones públicas- en encuentros públicos de diversa índole. Los cinco continentes han sido testigos de la magia de su palabra. A esta enorme producción viene a unirse una asombrosa cantidad de tests originales o elaborados a partir de alguna idea o test de otro autor -cerca de un centenar-, o tests de otros investigadores adaptados a la población española -en torno a 60-. Su labor fue y es relevante en esta dimensión (cfr. TEA y cols., 1975; MEPSA, 1982; TEA, 1992; Calonge y Avila, 1993)

Además, incluso le quedaba tiempo para impartir docencia y para entusiasmar a esa legión de aspirantes a psicólogo que poblaban las aulas, siempre insuficientes, de la Universidad hoy Complutense. Allí pasaría de la Filosofía -fue Ayudante de Introducción a la Filosofía en 1948 y profesor encargado de Cosmología entre 1952 y 1957- a la Psicología -fue profesor adjunto de Cosmología y Psicología, y encargado de las cátedras de Psicología Racional (1953-1957) y de Psicología General (1955-1957). Sería, por oposición, Catedrático de Psicología General en 1957, tan sólo cinco años después de obtener un nuevo Premio Extraordinario, ahora con su tesis doctoral sobre teoría factorial de la inteligencia. Y, ya en Psicología, se iría decantando hacia la metodología y la psicología matemática, pasando finalmente a ocupar una Cátedra de Psicología Experimental (desde el 17 de enero de 1983). Incluso durante una década (1964-1974) llegó a compaginar sus clases en la Facultad, con los impartidos en la Escuela de Psicología y Psicotecnia, y los de psicología matemática de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lovaina.

Durante el curso 1967-1968 se creaba un programa especial dentro de la Sección de Filosofía de la Universidad de Madrid, vigente durante el curso 1968-1969, para dar paso (curso 1969-1970) a un programa propio dependiente de la Sección autónoma de Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, presidida por M. Yela. Un proceso similar tendría lugar en la Universidad de Barcelona (Siguán, 1977, 1978). En pocos años se generalizaría el proceso a varias universidades españolas. La inclusión de la psicología entre las materias de letras generó graves problemas a la hora de proporcionar una formación adecuada a la naturaleza científica de la psicología, firmemente fundada, como Yela defendía y mostraba, en conocimientos estadístico-matemáticos y biofisiológicos. Tras una serie de esfuerzos conducentes a un replanteamiento del problema, proceso en el que Yela participó activamente, se alcanzaría la plena independencia académica de la disciplina en mayo de 1979 con la promulgación del Real Decreto que permitía la creación de Facultades de Psicología, con una ordenación propia y específica dentro del conjunto de estudios universitarios (cfr. Forns y cols., 1989).

Esta brillantísima, casi increíble, trayectoria profesional e institucional es, no obstante, sólo una más de sus facetas, probablemente la más llamativa desde afuera. Pero no debemos olvidar que, junto a ésta, está la cara hard, la del Yela investigador, la del Yela provocador y facilitador de nuevas vocaciones entre aquel ingente número de aspirantes que, año tras año, terminaban sus estudios y aspiraban a contribuir al desarrollo de la ciencia psicológica.

Muchas de sus ideas se vieron continuadas, cambiadas, incluso superadas, por los miembros de su genealogía intelectual, una genealogía atribuida pero no definida. Nosotros la definimos en términos de relaciones maestro-discípulo, algo que, más o menos objetivamente, puede determinarse a partir de la dirección de tesis doctorales. Tenemos constancia de 73 Tesis (hasta noviembre de 1992) en las que actuó como Director o Ponente. Entre ellas las de A. Alvarez-Villar y R. Burgaleta, malogrados por una muerte prematura. O las de conocidas figuras del mundo empresarial (vg. Murga, Cordero, Seisdedos). Pero muy especialmente, una plétora de profesores de Universidad. Los datos de la Secretaría General del Consejo de Universidades (a fecha 7-2-94) mostraban hasta un total de 26 Catedráticos y Titulares repartidos por diversas Universidades del Estado español, y ello sin contar algún ilustre ya jubilado, como el Dr. Amón-Hortelano. Cuatro de las seis Areas de Conocimientos poseen profesores que han pasado por la dura, pero colaborativa, dirección de Yela. Las Areas de Metodología de las Ciencias del Comportamiento y Psicología Básica son las más beneficiadas, 10 y 7 de sus doctores, respectivamente. Las Areas de Psicología Evolutiva y de la Educación y Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos se reparten los otros 9 (ver Gráfico l).

Yela, junto a ese coherente grupo que conforma la generación de psicólogos de 1916, fue en buena parte responsable del restablecimiento del cultivo de una psicología científica, y ello sin dejar de prestar atención a los problemas humanísticos, antropológicos y filosóficos de la psicología. Muchos de ellos -la primera promoción de profesores universitarios-, son los, al menos hipotéticamente, maestros de las actuales generaciones de profesores universitarios, tan numerosas (cfr. Prieto, 1989, 1994), y tan repletas de nombres propios (vg Carpintero, 1992; Yela, 1993; Prieto, Fernández-Ballesteros y Carpintero, 1994; Varios, 1994),

El número de profesores, y profesionales del mundo científico y cultural que ha surgido de sus direcciones es muy elevado. Sería difícil intentar entender el desarrollo de la psicología madrileña sin hacer referencia a su obra. Una genealogía de indudable relevancia tal y como indican diversas revisiones aparecidas en los últimos años (vg Carpintero, 1992, 1994a y b; Prieto, Fernández-Ballesteros y Carpintero, 1994; Varios, 1994). Un protagonismo que se extiende además a campos diversos. La psicometría y la psicología matemática, la metodología de las ciencias del comportamiento y ciertas metodologías especiales, la evaluación en muy diversas vertientes y settings, los procesos cognitivos -en especial desde el punto de vista de su desarrollo y estructura-, la historia de la psicología, la ergonomía, la psicología evolutiva, la escolar y la educativa, la psicología aeronáutica, o la psicología de la personalidad (vg los Amón, Seisdedos, Forteza, Gondra, Pascual, Burgaleta, Murga, Martínez-Arias, García-Albea, Conchillo, Campos, Pereda, Muñiz, y una larga sucesión).

Su obra, lo decíamos, posee numerosos perfiles, pero todos se fundamentan en una cierta concepción de la ciencia psicológica. Una ciencia que pese a su aparente diversidad, a su aparente desunificación multiparadigmaticidad, puede llegar a la unidad (cfr. Yela, 1987, 1989). Para él, "el psicólogo sensu estrictu es hoy un hombre de ciencia", y la ciencia que practica es la que estudia la conducta, "como movimiento físico significativo o acción significativa físicamente real" (cfr. Yela, 1983, 24-25). Es un conductismo no reduccionista, ni mecanicista, ni elementalista, ni periferalista, un conductismo con sujeto; el estímulo y la respuesta quedaban articulados en la acción de un sujeto vivo (cfr. Montpellier, 1981). Un conductismo que tiene como método "la comprobación científica y experimental en la conducta observable del sujeto" (Yela, 1989, 76). Un conductismo que sin renunciar a su mayor logro, el rigor, incluya la subjetividad olvidada por muchos de sus practicantes.

Sobre esos cimientos han ido edificándose numerosos perfiles, pero nítidos. La inteligencia, la percepción, la personalidad, la motivación y la emoción, la psicometría, la psicología matemática, la historia y la epistemología, aspectos sistemáticos y filosóficos, y, desde luego, la psicología del trabajo. Obviamente ni es el lugar, ni el momento, de glosar su compleja trayectoria intelectual. Pero si queremos junto a estas apresuradas notas culminar nuestro recuerdo sentido de Yela, comentando, aunque sea brevemente. uno de estos perfiles.

El propio Yela señalaba que una parte muy considerable de su tiempo y su esfuerzo lo había dedicado a la psicología del trabajo y de las organizaciones. Recuerda su papel pionero como organizador de departamentos de psicología en el mundo público y en el privado, para, a continuación, indicar que "durante largos años, de 1952 a 1970, dirigí y realicé programas de diagnóstico de empresas, de orientación, clasificación, selección y formación de personal, de análisis y valoración de tareas, de sistemas de incentivos y de formación de mandos medios y superiores.

Mis publicaciones reflejan distintos aspectos de esta actividad. Varias se refieren a la orientación y selección profesionales, el análisis factorial y la teoría de la decisión; otras a programas concretos de selección de mandos intermedios y operarios; otras, en fin, a investigaciones sobre productividad, aptitud y motivación y a consideraciones generales sobre la psicología de las organizaciones y el sentido del trabajo y el ocio en la sociedad contemporánea.

( ... ) A mi juicio, la psicología del trabajo se inscribe en el marco general de la psicosociología de las organizaciones. Una empresa es un sistema abierto que intercambia materia, energía e información con la sociedad en torno, a la que tiene que adaptarse, de la que depende y a la que transforma. El trabajo es una conducta humana productiva, personal y social. Su eficacia se logra en la medida en que con ella se alcanza la productividad adecuada, la expresión y desarrollo de la personalidad y la integración del individuo en la empresa y en la sociedad. Los problemas de la psicología del trabajo los ordeno en dos grandes sectores: la reorganización de la tarea, que procura la mejor adaptación del hombre al trabajo y del trabajo al hombre, y la reorganización del poder, que pretende lograr que el trabajo del hombre sea efectivamente de él, es decir, que pueda ser personal y solidariamente apropiado por los que lo idean, financian, organizan, dirigen y ejecutan" (cfr. Yela, 1982, 302-303; 1983, 29). Es decir, entiende el trabajo como una "conducta individual, interpersonal y social, en interdependencia constante con la estructura y el dinamismo de la Organización en que acontece", y la psicología del trabajo consiste justamente en el estudio científico de esa conducta para lograr la plena realización personal, un incremento -minimizando riesgos- de la eficacia productiva, y una integración solidaria en los grupos de trabajo, en la propia empresa, y en la sociedad con la que mantienen una reciproca interacción (cfr. Yela, 1985). Una extensa perspectiva de sus ideas al respecto, incluso de los cambios en ellas a lo largo del tiempo y la investigación, puede encontrarse en la lectura atenta de sus capítulos sobre psicología del trabajo en la edición de 1954 y 1977 del Manual de Psicología de Katz.

Lamentablemente su biografía personal ha concluido. No se trata ahora de un punto y seguido, sino de un punto final. En sus últimos años, su alejamiento de tareas no científicas, le permitió dedicarse con su tan anhelado sosiego a pensar, a investigar, a escribir, no con la continuidad que también deseaba, pues su bien ganado prestigio y su afabilidad le hacían muy renuente a ofrecer un no por respuesta a quienes solicitaban de su magisterio. Con todo creemos que esos sus últimos años estuvieron repletos de visiones placenteras al observar que esa psicología que había ayudado a conformar había dejado de ser una fantasía para convertirse en una realidad plena.

NOTAS

Relación de artículos y capítulos de libros firmados por el profesor Yela en el ámbito de la psicología del trabajo y de las organizaciones (1950-1990):

BIBLIOGRAFIA