DOSSIER LOS INMIGRANTES Y LA RESPONSABILIDAD DE LA SOCIEDAD
CLAVES PARA EL ANALISIS: CLASE, RAZA, ETNIA
LOS FRENTES DE LA INTERVENCION SOCIAL
1. La integración por el trabajo
2. La participación interétnica democrática
3. La educación intercultural y formación de los hijos de los inmigrantes
El racismo y la xenofobia contra los extranjeros es un grave problema social, pero también político, como lo pone de manifiesto la preocupación y actitud firme del Parlamento Europeo. La integración de los inmigrantes, respetando su cultura e identidad, es una exigencia irrenunciable en una sociedad democrática pluricultural. Ahora bien, estos fenómenos son muy complejos, no debiéndose atribuir a una sola causa. El trenzado interrelacionado de clase-raza-etnia-nacionalidad, así como el repertorio de prejuicios que cada cultura transmite contra determinados grupos, son factores que deben tenerse en cuenta en el análisis del racismo y en los programas de acción y prevención social. Los frentes de intervención prioritarios debieran ser la integración de los inmigrantes un trabajo en condiciones justas, la participación interétnica democrática de las minorías étnicas de emigrantes en la vida sociopolítica del país, y la educación intercultural para todos con atención a la formación adecuada de los hijos de los emigrantes.
Inmigrantes. Racismo. Xenofobia Solidaridad. Prejuicios étnicos. Clase social Educación intercultural. Minorías étnicas.
Racism and xenophoby are a heavy social problem, as well as a political one, as it has been stated by the worry and straight attitude of the European parliament. Integration of immigrants, respecting their culture and identity is an unrefusable requirement in a democratic and pluricultural society. Now, these phenomena are very complex, stemming not only from one cause. The interplay of class-race-ethnicity-nationality, as well as the repertory of prejudices that each culture transmits against certain groups, are factors to have in mind when we analyze racism and in the programmes of social action and prevention.
The prioritary intervention fronts should be the integration of immigrants in a job with fair conditions, the democratic interethnic participation of ethnical minorities in the sociopolitical life, and the intercultural for each one giving attention towards suitable training for the immigrants' children.
Immigrants. Racism. Xenophoby. Ethnical prejudices. Social class. Intercultural education. Ethnical minorities.
El Parlamento Europeo celebraba en Bruselas el día 29 de septiembre de 1992 una audición pública sobre Pluralidad Cultural y Educación intercultural, participando expertos y representantes de Organizaciones de emigrantes, junto con Parlamentarios europeos. El tema central era la integración de los hijos de los emigrantes el proyecto a realizar era la educación intercultural para todos, pero el telón de fondo, en contraste claro-oscuro, era el auge del racismo y xenofobia en Europa, que exige un mayor desarrollo de la tolerancia y de la solidaridad, si queremos construir una Europa democrática donde se respeten los derechos humanos.
El Documento de la ponencia, presentada por la eurodiputada española Bárbara Dührkop, se abría con esta importante reflexión a la responsabilidad del Parlamento:
"Al cabo de más de treinta años de historia de la inmigración de trabajadores a los Estados industrializados de la Comunidad, los problemas inherentes a la inmigración no dejan de aparecer -con razón o sin ella- en los titulares de los periódicos. Entre tanto, en la mayoría de los Estados miembros se han convertido en tema central de los debates políticos. Las circunstancias, a veces alarmantes, que acompañan a estos debates y sus consecuencias políticas cada vez más preocupantes, no sólo confirman que la tarea de integración de los inmigrantes sigue sin resolver sino que confirma, sobre todo, que la Comunidad se verá confrontada al reto de defender también en su interior los valores fundamentales de la democracia y de los derechos humanos. La inmigración y sus consecuencias implican tanto potenciales conflictos sociales como la posibilidad de una convivencia recíprocamente enriquecedora de personas de distinto origen. La superación de estas crisis potenciales se convierte en una prueba impuesta a la estabilidad. democrática de la Comunidad: ¿Aumentarán el racismo y la xenofobia o permitirá la fuerza integradora de los ideales europeos la convivencia pacífica de todos los ciudadanos de Europa?".
Estamos, pues, ante un problema social y políticamente grave, punto crucial en la construcción de la Europa Unida del próximo milenio, porque la corriente migratoria aumentará y por lo tanto se creará un caldo de cultivo apropiado para buscar "chivos expiatorios" a la frustración económica y a los conflictos sociales, que indudablemente tendremos en el futuro. De no poner eficaces medidas de prevención y educación en la tolerancia y solidaridad, antropológicamente es previsible que aumente en el futuro el número y la gravedad de los conflictos interétnicos, y por lo tanto el clima de racismo y xenofobia. La persecución e incendio de los albergues de refugiados en Alemania (septiembre 92), y lo que es más grave, la conformidad, cuando no el aplauso, de sectores amplios de la población, son una variante de este iceberg y de este sucio pulpo de racismo y de la xenofobia, que se extiende por toda Europa -también España- de las más grotescas, solapadas, enmascaradas o desafiantes formas. Y lo que es peor, ante este tipo de acontecimientos, la opinión pública sólo recuerda la última noticia, el último "hecho" racista, sufriendo una "amnesia colectiva" del pasado, incluso inmediato. Y esto es socialmente grave, pues convierte cada hecho en "anécdota", en fenómeno aislado, en "brote" accidental Lo cierto es que si "coleccionamos" las noticias sobre xenofobia y racismo en los últimos 10 años, incluida España, comprobaríamos que se trata de un "continuum", de una trama hilvanada en tiempos y espacios recurrentes, por lo que es dificil hablar de "anécdotas" o brotes aislados, debiéndose calificar como "categoría" y conflicto social interétnico.
No olvidemos que los fenómenos sociales no pueden ser explicados por una sola causa, sino que obedecen a múltiples factores; y en consecuencia, los conflictos étnicos son el resultado de varias coordenadas de problemas y factores, además del rechazo al "extranjero"; es un caldo de cultivo, donde entra la inseguridad ciudadana, la droga, el paro, la crisis económica, la sensación de cambios rápidos, la pérdida de dogmas y valores fijos, etc. No debe soslayarse en el análisis que en la Comunidad Europea hay unos 15 millones de emigrantes, de los cuales las dos terceras partes proceden de terceros países. Si se añaden los irregulares indocumentados, podemos pensar que los extranjeros suponen algo más del 5 % en Europa. Siete Estados miembros de la C.E. cuentan ya con menos nacionales que el número total de inmigrantes de toda la Comunidad Europea. En sólo los nueve primeros meses de 1992 han entrado en Alemania más de 800.000 extranjeros, cifra superior a la población inmigrante en España.
Cuando comparamos nuestra conflictividad y problemática étnica con otros países europeos, y a veces nos vanagloriamos -cual narcisos- de que en España existe menos racismo que en el resto de Europa no debemos olvidar que tenemos muchos menos extranjeros, y en consecuencia, en forma simple, podemos decir que "no tenemos tantas ocasiones" de manifestar nuestra xenofobia y rechazo al extranjero.
Ciertamente en España se está percibiendo la presencia del "extraño" por los cambios migratorios en los últimos quince años. Si en 1955 existían en España 66.000 extranjeros residentes legales, en 1980 eran 230.000, en 1990 unos 400.000, y en 1992, tras la regularización, unos 600.000, lo que supone el 1,6 % de la población española (A Izquierdo, 1992). Si a esa cantidad se suman los irregulares indocumentados, cuya cifra siempre es discutible, algunos la estiman a la baja en cien mil, pero en ningún caso llega al 2 % de extranjeros en España, cifra sensiblemente inferior a otros países europeos, que superan el 6%, y -algunos llegan- caso de Bélgica- al 10%. ¿Qué sucedería en España si tuviéramos esa cantidad de extranjeros?, por eso debemos ser cautos y modestos, a la hora de "compararnos" con nuestros vecinos europeos, y alardear fatuamente de ausencia de racismo en nuestras latitudes patrias.
Además, las poblaciones extranjeras contra las que existen mayores dosis de rechazo y xenofobia, según mostraron mis investigaciones y después otras encuestas, son los árabes y negros africanos; y precisamente la tendencia migratoria -y será más en el futuro- camina por ahí. En el proceso de regularización, iniciado en junio de 1991, se han regularizado hasta septiembre de 1992, un total de 110.000 extranjeros, pero lo significativo es que el 54% son africanos (de ellos un 40% marroquíes), el 6,9 % argentinos, el 5,3 % peruanos, el 5,3 % republicanos. Es decir, que nuestro mosaico de extranjeros está cambiando de color y continente: si en 1990 los inmigrantes europeos formaban el 66,5 % y los africanos (incluidos árabes) el 6,3 %, ahora a finales de 1992 los europeos han bajado al 54,7 % y la población marroquí-negra africana ha subido al 16,1 %. Por otra parte, los americanos han pasado del 19,8 % en 1990, al 22,2 % en 1992; Asia (7 %) y Oceanía (0,3 %) se mantienen en iguales proporciones. Estas son las cifras de los residentes legales, lo que quiere decir que la proporción real de marroquíes, africanos y latinoamericanos es superior, dado que la inmensa mayoría de los indocumentados irregulares pertenecen a esos grupos. En consecuencia, la emigración que popularmente se percibe es la no europea ( "negros"/"moros"/"sudacas").
Esto nos apunta a más factores en la génesis y explicación de la xenofobia y del racismo: una mano de obra barata y marginal (subclase explotada), una nacionalidad no europea ni continental, una etniacultura no apreciada, una "raza" despreciada. Clase-raza-etnia-nacionalidad forman un trenzado interrelacionado de desprecio, recelo, rechazo, marginación, explotación, que puede llegar en ocasiones a actos de agresión xenófoba y racista.
Voy a ofrecer a continuación unos apuntes teóricos-antropológicos, desarrollados y expuestos en algunas de mis investigaciones y publicaciones, que tal vez podrán facilitar una mejor comprensión de la problemática de los inmigrantes y de las minorías en sociedades modernas, complejas, desarrolladas, pluriculturales, y multiétnicas.
El término "minoría" suele aplicarse, en una primera aproximación a una comunidad de personas que forman un conjunto diferenciado menor en contraposición a otro, numéricamente superior, denominado mayoría En esta primera acepción, aunque ambigua y simple, se contiene un elemento clave a retener, que es que el concepto minoría es siempre relacional, es decir, se contextualiza, comprende y explica en contraposición contrastante con otros grupos, y por consiguiente, su dinámica. procesos, situaciones y significación sólo puede entenderse adecuadamente en referencia y contraste con otras agrupaciones, particularmente la mayoritaria, llamada sociedad dominante.
La etnicidad y la formación de una minoría étnica es una construcción social-simbólica-histórica y por lo tanto, variable y socialmente artificial: debe construirse dialécticamente un "nosotros" frente a un "vosotros", deben considerarse y ser considerados como distintos, deben tomar conciencia de una communitas solidaria de iguales y debe formarse en la sociedad global una jerarquización asimétrica entre los grupos. Las diferencias entre "blancos" y "negros" es algo entitativo y objetivo, es un dato independiente de la conciencia ideológica de los individuos: pero la construcción de una "minoría racial" con unas relaciones asimétricas entre blancos y negros, en que éstos sean discriminados, es un fenómeno social, y por lo tanto no natural, objetivo o entitativo; también es algo objetivo y natural la existencia en la sociedad de hombres "gordos" y "flacos", "altos" y "bajos". pero la construcción de grupos- jerarquizados y concientizados, en razón estas características biológicas, sería siempre una construcción artificial, subjetiva e histórica. El racismo, la xenofobia contra el extranjero, la discriminación contra los grupos minoritarios étnicos no es algo instintivo y biológico que tienen los seres humanos ante la presencia de "lo extraño y diverso", sino que es una actitud aprendida, una creencia ideológica y un comportamiento cultural histórico; y, en consecuencia, siempre cabe una socialización de solidaridad, de respeto y de creencia igualitaria.
La anterior reflexión no debe hacemos pensar que la "homogeneidad cultural" deba ser el ideal de toda sociedad; al contrario, la existencia de agrupaciones de personas, en razón de sus lazos comunes diferenciados de los demás, parece ser una tendencia muy generalizada, pudiendo contribuir los distintos grupos al bien y a la riqueza general con sus peculiaridades culturales; el problema no está en la existencia de la diversidad grupal, sino en justificar ideológicamente la discriminación, explotación o jerarquización social en razón de una categoría étnica particular, sea la raza, lengua, religión, sexo, ideología política o peculiaridad cultural.
Podemos decir que la relación de poder, y por lo tanto la situación de conflicto patente o latente, forma parte de la estructura relacional de las minorías étnicas, que deben siempre analizarse -aparte de su peculiaridad sociocultural mas o menos autónoma- dentro de la dinámica general de la sociedad envolvente.
Esto nos introduce en la discusión sobre las relaciones entre clase, raza y etnia. tema hoy crucial en las ciencias sociales, particularmente al estudiarse en las sociedades industriales modernas, estratificadas en clases sociales. En este tipo de sociedades, sucede a veces que los estratos más bajos están ocupados por gentes de color, por etnias, que contrastan racial, lingüística o culturalmente con la sociedad dominante, formando aparentemente un sistema de castas, más que de clases. En estos casos, la explicación popular y espontánea más común es atribuir su condición de inferioridad social a la pertenencia a una etnia determinada, o fundamentar su explotación y marginación al racismo, etnocentrismo o xenofobia de la sociedad dominante. Por el contrario, algunos científicos sociales proporcionan una explicación estructural a tal marginación, fundamentándola en la explicación por clase, y no tanto en la discriminación por la diversidad cultural-étnico-racial. Veamos cuáles son las posiciones teóricas a este respecto.
1) Reducción de lo étnico a la clase. Se asume que en las sociedades industriales, sobre todo en las capitalistas, lo étnico es un epifenómeno transitorio y secundario; lo determinante en el análisis de las minorías étnicas es su relación con la estructura económica de clase y el grado de incorporación al proceso productivo. Se parte del supuesto de que en este tipo de sociedad la categoría de clase es el factor fundamental, aunque no exclusivo, de la distribución de riqueza, poder y prestigio; y, en consecuencia, las minorías étnicas son explotadas y discriminadas principalmente por su posición estructural de inferioridad en el sistema productivo de clases. La categoría racial o étnica, aunque sea la más visible y manifiesta a primera vista, no es la razón estructural profunda de la marginación que se debe, principalmente, a la explotación por clase.
2) Reducción de la clase a lo étnico. Esta perspectiva teórica asume que la estructura de clases es irrelevante para entender y comprender el fenómeno étnico. Esta posición toma diversas y significativas variantes. Algunos antropólogos, llamados culturalistas, estudian las minorías étnicas como un sistema autónomo cerrado, fijándose casi exclusivamente en el hecho cultural diferencial, prescindiendo de las relaciones de discriminación y conflicto con la sociedad dominante y de la participación de las minorías étnicas, pero lo explican en razón de una estratificación social basada en castas sociales, no en clases, así puede decirse que la raza blanca oprime a la raza negra o india, siendo el racismo la clave explicativa sociológica de la estructuración social y por lo tanto de la discriminación. Otros rechazan la explicación clasista y puramente racista como explicación adecuada, sosteniendo que la relación determinante en la dinámica social de algunas minorías étnicas no es su explotación por clase, ni su marginación por la peculiaridad étnico-racial, sino por su status de dependencia política de un Estado opresor y externo, aplicándose preferentemente el término de minoría nacional. grupo etno-político o nación oprimida dentro de la perspectiva teórico-ideológica del colonialismo interno.
3) La etnia y la clase son fenómenos distintos, pero relacionados. En esta posición se rechaza todo reduccionismo, no es reducible la clase a la etnia, ni viceversa; no son fenómenos del mismo orden, ni deben situarse como un continuum evolutivo que en las minorías étnicas de hoy se convertirán en la clase proletaria del mañana; no se trata de formación social económica: y en cada proceso histórico toman diversa vinculación y estructuración de relaciones, pudiendo tomar variantes de factor determinante/condicionante/reforzante en el fenómeno de la discriminación, marginación o superexplotación social.
Aplicado al caso concreto de las minorías étnicas hispanas y de los inmigrantes mexicanos espaldas-mojadas en los Estados Unidos, he intentado desarrollar esta perspectiva teórica en mi obra sobre el Movimiento campesino chicano (Calvo Buezas, 1981), pudiendo reducir esquemáticamente el análisis a los siguientes puntos: a) Las minorías étnicas hispanas en los Estados Unidos forman parte de la estructura de clases del sistema capitalista norteamericano, siendo esta relación de dase la relación social más importante en el análisis de su situación; al ocupar los niveles más bajos en la estructura ocupacional, se da una mayor explotación y una menor participación en los niveles de bienestar social de la sociedad norteamericana. b) La peculiaridad cultural-étnica de los hispanos, y en muchos casos su diferenciación racial "no-blanca", constituye también un factor de discriminación y desprecio, reforzando la explotación por clase y dificultando a muchos hispanos su ascenso a ciertos empleos y puestos en el poder político, económico, educativo y social.
Hemos visto que en el rechazo de ciertas minorías y de los extranjeros emigrantes intervienen la diversidad nacional racial, étnica, lingüística, así como la pertenencia a estratos bajos de la pirámide social dentro de una estructura de clases, que distribuye desigualmente el poder, el dinero y el prestigio.
Pero además, y es lo que quiero enfatizar en este apartado, cada cultura transmite paradigmas y valores de solidaridad e igualdad humana, así como estereotipados patrones de rechazo y recelo ante los extraños y los otros, estableciendo baremos diferenciados de afecto-rechazo, segun los grupos nacionales-étnicos a los que pertenezcan los individuos. En este sentido cada cultura nos enseña no sólo a respetar y a rechazar, sino a quienes y en qué grado debemos hacerlo, y todo ello a través de esa red semioculta, pero eficaz, que son los prejuicios y estereotipos (Sayad, 199 l).
Para la prevención del racismo y de la xenofobia, a través principalmente de la educación escolar, el conocer esa malla oculta de prejuicios, así como de valores positivos de cada cultura, resulta clave en la intervención psicosociocultural pedagógica.
En esa línea de antropología educativa aplicada han ido mis estudios sobre el análisis de los textos escolares (Calvo Buezas, 1990). A través de estas indagaciones, se muestra como la cultura española, a través de sus instituciones y de sus libros de texto, transmite los valores ideales de la igualdad y solidaridad, pero otros agentes sociales y la praxis cotidiana socializan a los niños en prejuicios y estereotipos negativos, estableciendo una "jerarquía del rechazo" a cuya cabeza están los gitanos, los árabes y los negros africanos. Conocer este submundo de prejuicios es imprescindible en la intervención psicosocial y en los programas de prevención de la xenofobia y del racismo, así como en el trabajo social con inmigrantes y refugiados.
Hagamos un breve resumen de los resultados de estas investigaciones (Calvo Buezas, 1989, 1990).
La escuela, aunque no sea la principal institución, sigue teniendo un papel relevante, y los libros de texto son un botón de muestra. ¿Qué dicen sobre el racismo los libros escolares? Aclaremos muy esquemáticamente la base del análisis: ha sido una muestra de 218 manuales de EGB, BUP y Formación Profesional (48.853 páginas y 29.853 ilustraciones) en las áreas de Ciencias Sociales, Historia, Lengua, Formación Humanística, Filosofía, Religión y Etica- El tema del racismo está suficientemente tratado en los libros de textos escolares, siendo tajante y explícita la condenación contra toda forma de discriminación racial y ética. Esto puede estimarse como muy positivo, ya que toda denuncia del prejuicio racial, aunque no se cite expresamente el caso español, favorece, en los niños y adolescentes, actitudes de solidaridad y convivencia con gentes de color y cultura diferente. Pero junto a este innegable hecho, hay que hacer dos sustanciares anotaciones: 1. El racismo se sitúa en otros países, fuera de España, principalmente en Estados Unidos contra los negros e hispanos, en Africa y Rodesia contra los negros, y en la Alemania nazi contra los judíos. 2. El tratamiento reiterativo contra el racismo en otras partes del mundo, al ser escasísimas las referencias a los prejuicios étnico-raciales de los españoles, puede producir en los niños y adolescentes una peligrosa ensoñación de que en España no existe el racismo, siendo "nosotros" los buenos y los "otros" los malos, los racistas, los discriminadores. Este tipo de discurso puede generar en los niños una ideología falseante y un narcisismo fatuo, que les puede inclinar a soñar que viven, como Alicia, en el País de las Maravillas.
La igualdad humana y la condena del racismo y de la xenofobia es lo que se "predica" en los libros de texto, y "se enseña" oficialmente en la Escuela. Pero ¿qué es lo que piensan y sienten los maestros y alumnos? Estos son algunos resultados de la encuesta nacional a profesores (N = 1. 110) de Primaria, Secundaria y Formación Profesional, y de alumnos (N= l.419) de los mismos niveles.
Para sondear la distancia social, propusimos una serie de relaciones interétnicas con grupos diversos, preguntando si "les daría lo mismo", "les molestaría algo" o "les molestaría mucho" establecer con ellos relaciones sociales, como las siguientes: vivir en el mismo barrio, ser amigos, ser compañeros de trabajo, tenerlos como compañeros de clase o alumnos, casarse con ellos o casar a sus hijos. El orden de los grupos que acumula mayores porcentajes de prejuicios, haciendo las medias entre todas las relaciones citadas, y sumando las contestaciones de los que "les molestarían algo" y "les molestarían mucho" es la siguiente para los profesores: 1º los gitanos (media de prejuicios de todas las relaciones propuestas, 49,1); 2.º árabes (40,6); 3.- 3.º africanos (29,9); 4.º judíos (21,6); 5.º rusos (18,1); 6.º japoneses (16,1): 7.º norteamericanos (11,9); 8.º portugueses (10,7); 9.º ingleses (10,4); 10.º hispanoamericanos (6,8): 11.º franceses (6,6). Las relaciones que tienen mayores porcentajes de recelo-rechazo son las de casar a sus hijos: el total de todos los grupos es de 36, y en caso gitano alcanza el porcentaje de 69,4 entre los que "les molestaría algo" (28) y "les molestaría mucho" (41,4); les sigue casarse ellos (media de todos los grupos de los que "les molestaría algo" y "mucho" es de 33,9, y en caso gitano de 64,9); vivir en el mismo barrio (media 14,1, con gitanos 49,2); la relación de menor prevención en los profesores es la de tenerlos en su clase (media para todos los grupos es de 8,7, y con alumnos gitanos de 24,7, de este porcentaje a un 16,1 les molestaría "algo", y a un 8,6 les molestaría "mucho").
En referencia a los matrimonios exogámicos, formulamos otras preguntas: un 39 % de profesores y un 35 % de alumnos opinan que no es conveniente casarse con personas de distinta raza: con personas de distinta religión, un 46 % de profesores y un 37% de alumnos no lo ve conveniente; con extranjeros, un 18% de profesores y un 16% de alumnos; de distinta etnia, como payos y gitanos, opinaron que no es conveniente casarse un 49 % de profesores y un 32% de alumnos.
Sobre la xenofobia y el racismo militante propusimos también unas preguntas. Sostienen que "si de mí dependiera echaría a los gitanos de España y nunca los admitiría" un 5 % del profesorado y un 11,4 % de alumnos. A los escolares -no a los profesores- se les formuló esta misma pregunta en referencia a otros grupos, y estas son las respuestas: echarían a los gitanos (un 11,4%), a los árabes (un 11,1 %), a los judíos (10,4), a los rusos (8,7), a los norteamericanos (7,0), franceses (6,6), portugueses (6,6), ingleses (5,9), negros africanos (4,2) e hispanoamericanos (4,2).
La inmensa mayoría de los profesores (un 94%) admite que en España existen prejuicios contra los gitanos; contra los árabes (un 78,4 %); contra los judíos (un 24,5%); contra los latinoamericanos (un 11,9%). Un 43,2% admite que él "tiene prejuicios contra algunos de los grupos anteriores".
Altamente alarmantes son también los siguientes datos. Un 33 % de profesores y un 46% de alumnos están de acuerdo en que "la raza blanca occidental ha sido en la historia humana la más desarrollada, culta y superior a otras razas" El hecho de que actualmente existen conflictos raciales en Norteamérica y Africa es visualizado como una consecuencia del racismo de los "otros", porque "los españoles no han sido en sus colonias racistas como los ingleses, como lo muestra el hecho del mestizaje"; así opinan un 51 % de profesores y un 57% de escolares.
Estos so algunos de los datos numéricos más relevantes. Hay que pensar que el colectivo de maestros es más sensible a la solidaridad y a la tolerancia que la sociedad española en general. Y, sin embargo, ahí están esos números rojos de xenofobia, prejuicio, insolidaridad y, en algunos casos, de racismo militante.
La convivencia interétnica y demográfica de una sociedad multicultural y máxime la integración de los inmigrantes con el respeto a su cultura e idiosincrasia singular, es un problema grave y complejo; son muchos los factores que entran en juego, y todos ellos están relacionados. Hoy sucintamente hemos apuntado algunos: diversidad nacional, diversidad étnica---social, distancia cultural a veces otra lengua, otra religión, una situación económica con malas viviendas en nichos urbanos, etc.
Pero a pesar de las dificultades, hay que afirmar la posibilidad de una posible convivencia democrática en tolerancia e igualdad, con el respeto a los derechos humanos. Las personas y las sociedades son capaces también de la búsqueda de soluciones y desactivación de conflictos. Aunque el camino sea largo y espinoso, no se puede renunciar a seguir andando hacia adelante.
¿Cuáles pueden ser algunas líneas de búsqueda de soluciones, y por lo tanto los frentes de intervención social?
A título meramente indicativo, y en forma genérica, podemos enumerar tres: 1) la integración por el trabajo, 2) la participación interétnica democrática, 3) la educación intercultural y formación de los hijos de los emigrantes. Ampliemos estos tres frentes de intervención social.
En una sociedad individual y de consumo, y máxime en la situación de emigrantes en otro país, el trabajo -.en su contexto global interrelacional- es probablemente el principal, aunque no único, factor de integración en otra sociedad. A través de la cotidianeidad de la vida laboral, uno se relaciona con otras personas, puede ganarse el respeto e incluso amistad de otros, y adquiere un salario, que le permite hacer frente a las necesidades vitales individuales y de, su familia. Ahora bien, estamos hablando de un trabajo, en el que se respeten los derechos humanos y no se convierta a la persona en un instrumento, recibiendo un salario justo. Por consiguiente, si queremos la intención de los inmigrantes, hay que evitar condiciones de explotación en el trabajo, castigando los abusos de los patronos. Todo esto suena a lenguaje del sigo XIX, pero es que se dan actualmente algunas situaciones de trabajo y explotación, que nos recuerdan esos tiempos pasados de un proletariado servil.
Ciertamente en una sociedad con altas tasas de paro, el problema se agudiza. El hecho de que muchos inmigrantes, sobre todo marroquíes y africanos, filipinas y dominicanas, ocupen puestos de trabajo, que en general los españoles/as no quieren, no es patente de corso para exigir condiciones muy duras de trabajo a cambio de salarios excesivamente bajos.
Veamos otro frente de integración de los inmigrantes.
Una democracia es el triunfo "electoral" de las mayorías, pero la piedra de toque de una verdadera democracia es el respeto a las minorías, sean éstas políticas, étnicas, religiosas, lingüísticas, etc.
Esto quiere decir que aunque son necesarias unas reglas de juego, que regulen la convivencia social y que deben ser guardadas por todos, como son la Constitución y las Leyes de Estado, es necesario que exista libertad y pluralismo cultural en las sociedades multiétnicas: respeto a las minorías en la vida política, pública, cívica y cultural.
Todo lo opuesto a esta convivencia pacífica y tolerante, son las actitudes prejuiciosas, y lo que es peor la praxis xenófoba y racista. En este campo los poderes públicos deben actuar con energía y dureza. Sería deseable que se tipificase legalmente el racismo como delito, como ya existe en otros sistemas legislativos. Lo malo del racismo es que sabemos cómo empieza, pero desconocemos en qué termina. Pocos imaginaron que las actitudes antisemitas y antigitanas terminaran en campos de exterminio nazi.
De ahí la necesidad de que la condena de la xenofobia y del racismo sea contundente en la opinión pública y en los medios de comunicación social. No en vano el Parlamento Europeo, cuando hace declaraciones de condena del racismo y apunta campos de actuación para su prevención, señala los medios de comunicación de masas, como un área crucial; y además el mundo de la enseñanza Hablemos de ello.
La mayoría de los actuales residentes extranjeros en España es previsible que se queden a convivir definitivamente en nuestro país: en consecuencia se hace necesario implementar Programas y tomar medidas en orden a integrarlos adecuadamente en el sistema escolar español. Actualmente se estiman unos 40.000 niños extranjeros en la enseñanza escolar no universitaria en España. Pero es previsible que ese número aumente con la reunificación familiar de los recientemente legalizados y con la prolongación de residencia de los irregulares que continuamente están llegando,
Hay que evitar que la segunda generación de los actuales emigrantes crezca sin la formación adecuada y sin el conocimiento de la lengua y cultura española. Pero a su vez -y esta es también una clave de integración- sin raíces y sin identidad étnica del ancestro de sus padres. Eso explica la preocupación del Parlamento Europeo para que estos niños reciban en las escuelas, además de en su familia, la enseñanza de la lengua materna y de su cultura de origen. La experiencia ha probado, y esto es evidente en los Estados Unidos pero también puede verse en las grandes ciudades europeas de París, Bruselas y Londres, que la absorción nunca se efectúa a nivel colectivo, por otra parte tampoco es deseable. El pluralismo cultural, aunque encierra sus dificultades y conflictos. es a la larga más enriquecedor para todos. (A. Bastenier y otro, 1990.)
Por eso se hace imprescindible, además de la formación de los hijos de los emigrantes, la educación intercultural en todos los colegios y para todos los niños españoles. Nuestra sociedad ha dejado de ser "homogénea" y lo será menos en el futuro. Nuestros niños y niñas serán los protagonistas del siglo XXI en la Europa multicultural, pluriétnica y mestiza. Y hay que apostar por una sociedad así, sin miedos, pero con seriedad y con una formación adecuada para tal convivencia interétnica.
La educación intercultural -el aprender y enseñar a convivir en la diferencia- es un desafío y una meta para todos: educadores, trabajadores sociales, psicólogos, sindicalistas, políticos, sociólogos, policías y hombres de empresas, ciudadanos en general: pero sobre todo enseñar a los escolares a amar su cultura e identidad, respetando otras diversas, es una tarea ineludible del presente histórico.
Ya en 1974 la UNESCO hacía esta clarividente amonestación:
"los Estados Miembros deberían tomar medidas destinadas a lograr que los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los de la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial lleguen a ser parte integrante de la personalidad de cada niño, adolescente, joven o adulto, a medida que éste se desenvuelve, aplicando esos principios en la realidad cotidiana de la enseñanza en todos sus grados y en todas las formas, permitiendo así a cada individuo contribuir en lo que a él respecta, a renovar y difundir la educación en el sentido indicado"