DOSSIER LOS INMIGRANTES Y LA RESPONSABILIDAD DE LA SOCIEDAD
Carlos GIMENEZ ROMERO
2. CRITERIOS Y PUNTOS DE PARTIDA DE LA INTERVENCION MUNICIPAL
2.2. ¿Cómo entender la integración?
2.3. ¿Quiénes deben ser los destinatarios de la acción municipal?
2.4. ¿Qué participación se requiere para una acción municipal
2.5. Inmigración y servicios sociales. Homologación en el uso de los servicios sociales
2.6. ¿Cómo abordar la heterogeneidad de la población inmigrante?
3. CAMPOS Y LINEAS DE ACTUACION
3.2. Hacia las instituciones y organizaciones: apoyo y movilización
La pregunta a la que trata de responder este artículo es la siguiente: ¿qué hacer desde los ayuntamientos respecto a la "cuestión inmigrante"? Se trata por tanto de un articulo eminentemente práctico, y su contenido va encaminado a orientar la acción social de integración. No es un documento cerrado sino que su objetivo esencial es servir de base a la definición y a la toma de decisiones, tratamos de aportar uno de los materiales a utilizar para la eventual elaboración de planes o conjunto de programas de intervención.
He extractado y revisado el documento antes citado tratando de cubrir dos objetivos: primero explicitar en base a qué principios básicos puede abordarse la "cuestión inmigrante" o dicho de otra forma, determinar cuál puede ser la "Filosofía de la actuación" segundo, delimitar los campos de actuación o intervención social para hacer frente a esa problemática, enumerando una serie de líneas de acción concretas en cada uno de los campos señalados.
Inmigración. Integración social Coordinación. Municipios
This article deals with the following question: what can the municipalities do regarding to the "immigrant problem"? It is therefore an eminently practical article whose content searches for orienting integrated social action. It is not a dose document but its essential target serves to become a basis for reflection and decision Liking. We try to provide materials for an eventual project or group of intervention programmes.
I have extracted and reviewed the document trying to attain two targets: first explaining from what basical principles the "immigrant problem " could be approached or, in other words to determine the possible "action philosophy" and second, delimiting the application fields or social intervention in order to cope with this problems, listing a series of concrete action lines on each one of the pointed fields.
Immigration. Social integration. Coordination. Municipalities.
El presente texto es un extracto y una reelaboración del informe "Bases para una política municipal de integración de los inmigrantes" elaborado en agosto de 1992 para el Area de Servicios Sociales y Comunitarios del Ayuntamiento de Madrid. Agradezco a Dña. Ana María García Armendariz, responsable de dicha Area, la autorización para utilizar dicho material en la preparación de este artículo.
La pregunta a la que trata de responder este artículo es la siguiente: ¿qué hacer desde los ayuntamientos respecto a la "cuestión inmigrante"? Se trata por tanto de un artículo eminentemente práctico y su contenido va encaminado a orientar la acción social de integración. No es un documento cerrado sino que su objetivo esencial es servir de base a la reflexión y a la toma de decisiones; tratamos de aportar uno de los materiales a u para la eventual ración de planes o conjunto de programas de intervención.
He extractado y revisado el documento antes citado tratando de cubrir dos objetivos. primero, explicar en base a que principios básicos puede abordarse la "cuestión inmigrante" o dicho de otra forma, determinar cuál puede ser la "filosofía de la actuación"; segundo, delimitar los campos de actuación o intervención social para hacer frente a esa problemática, enumerando una serie de líneas de acción concretas en cada uno de los e señalados.
Al reelaborar el informe mencionado hemos seguido la línea de gene y aplicar para el conjunto de los municipios con inmigración extranjera mucho de lo propuesto para el municipio de Madrid. Es evidente que cada municipio tiene importantes particularidades según sea su tamaño, composición social, presencia de extranjeros, distribución de colonias, red de servicios, etc. Consideramos no obstante generalizable lo que hasta el momento hemos sugerido para la CAM y el municipio de Madrid dado el carácter general y tentativo tanto de los fundamentos para la integración intercultural (a los que se dedica el primer apartado) como de los campos y líneas de actuación (que se enumeran y resumen en el segundo apartado).
Antes de proponer líneas de actuación concretas desde un determinado ayuntamiento es preciso formular aquellos principios, fundamentos o puntos de partida que contextualizen la política social respecto a los inmigrantes. En otros dos textos (Giménez, 1992 a y b) he expuesto cuáles podrían ser los fundamentos de una política social de inmigración. Aquí sólo voy a enumerarlos para centrarme en su aplicación al ámbito municipal.
Abordaremos seis cuestiones: primera cuál puede ser la contribución especifica del municipio en el conjunto de los agentes responsables de la política de inmigración; segunda, de qué filosofía o conceptualización del proceso de "integración" vamos a partir, tercera, cuál es el ámbito social o destinatario de la acción del ayuntamiento; cuarta, en qué medida pueden y deben ser participativos los programas municipales en este campo; quinta, cómo puede la red municipal de servicios sociales satisfacer las necesidades que se van planteando con el asentamiento de los trabajadores extranjeros y sus familias cuando es este el caso; sexta, cómo afrontar un colectivo tan diverso social y culturalmente.
El municipio no actúa aisladamente. Lo que pueda hacer está muy condicionado por cual sea la política de inmigración marcada por el Gobierno y por cual sea la actuación de los órganos autonómicos en materia de inmigración. Lograr la incorporación de los extranjeros residentes a la vida social de un determinado municipio es un asunto que incumbe no sólo a las autoridades y vecinos de esa localidad sino, en general, a las autoridades de otras administraciones e instituciones con competencias en el tema y en general a los ciudadanos del área donde se ubica ese municipio.
Dicho de otra forma, enfrentar los desafíos que la inmigración supone en un municipio concreto no es responsabilidad exclusiva del ayuntamiento sino algo que incumbe al conjunto de la Administración a la sociedad civil y por supuesto a los propios inmigrantes. La coordinación entre la esfera pública y la no pública es decisiva para el éxito en la tarea de integración. Hay que abordar la cuestión migratoria desde la corresponsabilidad de las tres administraciones, de las entidades ciudadanas y de las asociaciones de inmigrantes.
Para llevar a cabo con eficacia una intervención social en materia de inmigración es imprescindible una coordinación de los tres niveles de la Administración (el central, autonómico y local). De lo contrario, problemas como el del alojamiento o el de la asistencia y control sanitario quedarán "en el aire", sin abordarse, discutiendo los diferentes organismos o profesionales de quien es competencia.
La mayor dificultad a la hora de actuar un ayuntamiento puede venir de la falta de coordinación con el conjunto de la Administración. Además de voluntad política (aspecto éste en el que no entramos), lo cierto es que para que la coordinadora interadministrativa sea posible, son precisas dos condiciones: a) que exista una política social de inmigración de carácter general y b) que, reconociéndose el papel central de los municipios, éstos dispongan de los recursos adecuados.
El primer requisito exige a su vez que estén equilibradas en la política del Estado las diferentes dimensiones del complejo fenómeno de la inmigración. Es precisa una política social sobre inmigración que complemente la política económico-laboral (Ministerio de Trabajo y Seguridad Social) y la política de seguridad (Ministerio del Interior). Entre esas tres dimensiones del tema debe haber unificación de criterio, pero la política social debe tener especificidad y ser llevada desde departamentos específicos (Ministerio de Asuntos Sociales, Consejerías de Integración Socia Servicios Sociales Municipales).
Para que una política inmigratoria. tenga un carácter integral y responda cabalmente a los múltiples desafíos que el fenómeno inmigratorio supone es preciso, antes que nada, superar el actual desequilibrio existente entre las dimensiones laboral y policial respecto a la social. En asuntos de inmigración se le viene dando mucha mayor importancia a la cuestión de orden público, seguridad ciudadana y cierre de fronteras (Ministerio del Interior) o a la necesaria regularización de la masa de trabajadores extranjeros (Ministerio de Trabajo y Seguridad Social) que a las condiciones de vida y a la problemática de la integración de esos colectivos.
Esta dimensión social y cultural del fenómeno inmigratorio debería ser impulsada con igual o mayor energía y medios desde el Ministerio de Asuntos Sociales y los departamentos sociales de las autonomías y municipios.
De no adoptarse con prontitud, acierto y medios una labor social entre los extranjeros precarizados nos encontraremos a la vuelta de la esquina con nuevas bolsas de pobreza y marginación urbana, con la formación de ghettos y con el agravamiento de las actitudes racistas y xenófobas.
La acción oficial debe partir de que, con ser muy importantes las acciones centrales y autonómicas, es el nivel local el que resulta decisivo y estratégico por la propia naturaleza del fenómeno. A la hora de trabajar en la línea de la incorporación de los extranjeros residentes en un determinado territorio a la vida ciudadana, el papel de los ayuntamientos es clave, no sólo por ser la principal institución del poder público en esa área, sino partiaularmente porque la naturaleza del fenómeno ale una actuación cercana, directa, a pie de calle.
Muchos de los inmigrantes, y desde luego la mayoría de los más necesitados, son personas muy móviles residencial y ocupacionalmente, se ubican en un marco institucional y social que no conocen y tienen importantes dificultades de comunicación tanto por el desconocimiento o falta de dominio de la lengua como por la inseguridad jurídica en que se encuentran.
Contrario de lo anterior es que, en los grandes municipios, el papel central le corresponde no sólo al ayuntamiento como tal sino a las juntas municipales de distrito u otras unidades de la administración local. Con ser muy importante el apoyo "desde arriba", mientras más "abajo" se aborden los temas de la inmigración mejor.
Otra forma de entender el papel clave de la acción municipal es preguntarse qué pasaría si el ayuntamiento no actuara con la eficacia necesaria en este tema. La respuesta es cara: por un lado, nos encontraríamos con la desorientación de los escalones más altos de la Administración cuyos departamentos sociales se verían prácticamente imposibilitados de actuar sin el concurso de la red de servicios de trabajadores sociales del ayuntamiento. Por otro lado, las organizaciones no gubernamentales carecerán del apoyo necesario para su acción y, sobre todo, no lograrán que sus líneas de trabajo más exitosas vayan siendo asumidas pública e institucionalmente.
Que el nivel local sea la base de la acción no quiere decir que haya de convertirse en la "cabeza de turco" sino que debería ser el más apoyado con recursos tanto humanos como legales y financieros. En la Declaración de Francfort de 1991 ("Por una nueva política municipal de integración multicultural en Europa") se parte de la desproporción existente entre la magnitud del problema que encaran los municipios y las limitaciones de poder que éstos tienen respecto a la cuestión inmigrante:
"En todos los países (se refiere a los 25 países miembros del Consejo de Europa) se observa una concentración de inmigrantes en las ciudades, en particular en las grandes ciudades, que se encuentran enfrentadas directamente con los problemas de acogida, de alojamiento, de escolarización, de urbanismo, de sanidad pública, de integración en general, al tiempo que no disponen de poder de decisión alguno sobre la política de inmigración decidida por los gobiernos y en ocasiones a nivel de las instituciones europeas " (Consejo de Europa-CPLRE, 1991).
El término "Integración" es el más utilizado a la hora de definir la acción social con los inmigrantes extranjeros. Siendo un vocablo que se utiliza en muy distintas formas es importante precisar cómo se va a entender por los responsables y ejecutantes de la acción municipal. En otros lugares (Giménez, 1992 a y b) hemos propuesto entender la integración de los inmigrantes como "el proceso de su incorporación a la sociedad española en igualdad de condiciones con los ciudadanos autóctonos". Lo importante ahora no es aceptar una u otra definición sino reflexionar sobre lo que implica la integración y como ello se traduce en labor social. Lo que sigue son algunos apuntes que pueden servir en esa línea de "conceptualización para la práctica".
Una de las dificultades en la utilización del concepto "integración" con referencia a los inmigrantes es lo que podríamos denominar su naturaleza multidimensional. La "integración" abarca muchos aspectos pudiendo hablarse de "integración legal" (desde la regularización a la nacionalización), "laboral" (desde el acceso al empleo hasta la inserción en el mercado de trabajo formal), "familiar" (reagrupación de padres e hijos), "escolar" (incorporación de niños y jóvenes al sistema educativo),"sanitaria" (acceso normalizado al sistema médico), "social o convivencial" (relaciones estables con autóctonos) y "cultural"(expresión no conflictiva de su cultura propia y conocimiento y uso de la receptora).
De cara a los programas de intervención, nos parece útil englobar todo ello en dos dimensiones del proceso de integración: la socioeconómica y la cultural. La primera equivale a que la incorporación del inmigrante al nuevo contexto social no implica su ubicación en la marginación social, o dicho de otra manera debe ser compatible o simultáneo con llevar una vida digna. La dimensión específicamente cultural consistiría en que el inmigrante aúne los dos contextos culturales, el de partida -como cultura propia que debe mantener y recrear- y el de destino -o cultura ajena que debe aprender y respetar.
De lo anterior se deduce la diferencia radical entre "asimilación" e "integración". En la primera el inmigrante extranjero se adapta al nuevo "contexto receptor" pero a costa de perder o abandonar su cultura de origen. El asimilado suele romper con su colonia y no tiene excesivo interés en mantener vivos sus vínculos con el lugar de origen. En el modelo de integración, por el contrario, el inmigrante extranjero logra adaptarse y ser admitido en la nueva sociedad manteniendo y modificando su cultura propia El modelo de integración supone o implica, primero, que se le respeta su distintividad sociocultural- segundo, la existencia de un "derecho a la diferencia"; tercero, un convencimiento profundo por parte de autóctonos y extranjeros de que la diversidad cultural es positiva para la sociedad.
En nuestra definición de integración comenzamos afirmando que es un proceso. Pero no se trata de un proceso unilateral, que "parte" del inmigrante para llegar" a la nueva sociedad. Con frecuencia se concibe la "integración" sólo como un cambio del individuo, del inmigrante, que evoluciona, por así decirlo, de un estado o situación A a otro B. A nuestro parecer, esa concepción es incorrecta por estática: ignora el hecho de que la sociedad de acogida (en este caso un determinado municipio) está estructurada antes del fenómeno de la inmigración, no estando por lo tanto preparada ni normativa, ni institucional, ni ideológicamente, para la acogida y la convivencia multicultural.
Como hemos mantenido en otro lugar:
"La integración de los inmigrantes marginados debe ser conceptualizado como la adaptación mutua entre dos segmentos socioculturales diferentes pero iguales en derechos y obligaciones, y no como un proceso de ajuste unilateral del polo dominado. Todo proceso de integración requiere el cambio de los dos polos de la relación, el que se trata de integrar y la sociedad que está dispuesta integrar. Hemos de ser conscientes de que son necesarios determinados cambios en la población nativa y en sus instituciones para que de hecho los inmigrantes puedan ser plenamente integrados". (Giménez, 1992 a)
Así pues, la integración de la población de origen extranjero requerirá, por lo general, de cambios en la sociedad local que los recibe. De aquí se sigue tanto la necesidad de "una puesta a punto" de la corporación municipal como lo imperioso de no limitar las iniciativas municipales a los inmigrantes "ellos", planificando acciones también sobre los vecinos o población autóctona ("nosotros").
La política social en materia de inmigración no debería quedar reducida a los propios inmigrantes sino contemplar también programas y actividades orientadas hacia la población autóctona. La integración o marginación de los inmigrantes, así como la implementación no conflictiva de algunos programas, depende en gran parte de la actividad de tolerancia o rechazo por parte de la sociedad civil. La acción social de los órganos de la Administración, de las ONGS y grupos solidarios e incluso de las asociaciones de inmigrantes tendrá que dirigirse por igual a los dos sujetos sociales (extranjeros y autóctonos) relacionados interculturalmente a partir del flujo inmigratorio.
Respecto a los inmigrantes, dos campos se perfilan como prioritarios en una política social sistemática y coordinada por un lado, la superación de las enormes carencias en alojamiento, sanidad, formación o interacción y, por otro, el logro de una integración plena. Respecto a la población autóctona. la tarea central es sin duda dedicar los suficientes medios humanos y económicos para lograr su información, sensibilización y movilización positiva ante este nuevo sujeto social de la vida española.
Las políticas municipales de asistencia e integración deben ir encaminadas a todo el colectivo de inmigrantes marginados y no sólo a los documentados o regularizados. Con frecuencia son los irregulares los que más necesitan la ayuda. Hay numerosas experiencias de atención irregulares tanto fuera de España (como las llevadas a cabo en Roma) como dentro (las llevadas a cabo por el Ayuntamiento de Barcelona).
Partimos de que lo deseable es lógicamente que los inmigrantes deben estar en situación regular. Sin embargo muchos de ellos no lo van a estar debido a numerosos factores que en otro lugar hemos enumerado así:
"La larga experiencia de muchos otros países, la presión demográfica internacional, la imposibilidad de controlar totalmente los flujos, la lógica económica del fenómeno, el contexto de precarización laboral el crecimiento de la economía sumergida y otros factores permiten predecir el mantenimiento y aumento de la presencia de trabajadores extranjeros ilegales" (Giménez, 1991,a).
El interrogante es el siguiente: ¿qué hacer entonces con los irregulares, que son por lo general los más necesitados y marginados? ¿Suponer que son "asunto de Interior", ignorándolos en una política social? Consideramos, por el contrario, que deben y pueden ser objeto de la atención social y humanitaria y que ello redundará en su región e incorporación. Las políticas oficiales de asistencia e integración deben ir encaminadas a todo el colectivo de inmigrantes marginados y no sólo a los documentados o regularizados.
Tomemos el caso de Madrid. En cuanto a la atención mínima y cotidiana de los irregulares no parece haber problema a nivel de las ONGS y grupos solidarios; los centros de acogida de la Delegación Diocesana de Inmigrantes, por ejemplo, vienen atendiendo durante los últimos siete años a miles de irregulares. Tampoco parecen inhibirse de la ayuda al ilegal algunos servicios sociales municipales, segun muestra la práctica cotidiana de los albergues, o la labor de algunas juntas de distrito en cuanto a la no exigencia de la cartilla de beneficencia para la atención médica. Hasta donde nuestro conocimiento alcanza, la aceptación de hijos de extranjeros en los colegios de Madrid no ha sido problemática, de momento, respecto al posible estatuto legal de los padres. Pero ello no basta: el principio de no reducir los diferentes programas de acción al ámbito de los legales debe permear toda la política social
Si quiere ser realmente efectiva, la labor de integración que realice el ayuntamiento necesita tener como protagonistas a los propios inmigrantes. Los responsables, funcionarios municipales y trabajadores sociales del ayuntamiento, habrán de animar a los colectivos de inmigrantes, e incluso exigirlo cuando ello sea oportuno, a que desde sus asociaciones planteen, con claridad y soporte organizativo, líneas de integración así como formas de llevarlas a cabo. Es imperioso promover la participación del inmigrante en el estudio, análisis y resolución de sus problemas.
Si entre todos no se consigue que surja y se consolide un movimiento asociativo sólido y amplio, los responsables públicos se encontrarán en los próximos años sin interlocutores, sin los necesarios mediadores sociales, para negociar los asuntos relacionados con la inmigración en Madrid. Faltará algo esencial el soporte organizado en los propios colectivos inmigrantes que permita llevar a cabo los programas que se implementen y sus respectivas líneas de actuación.
Hemos sugerido primero a la Consejería de Integración Social, y posteriormente a la Asamblea de Madrid, la puesta en marcha de una escuela de formación de inmigrantes, pensada para promocionar entre los distintos colectivos extranjeros un conjunto de especialistas, líderes, cuadros o mediadores -como se les quiera llamaren materias tales como el ordenamiento jurídico español, asociacionismo, prestaciones y servicios sociales, seguridad social y obligaciones tributarías, vida vecinal, animación sociocultural o participación pública
La política municipal de multiculturalidad e integración de los inmigrantes extranjeros deberá contar también con la experiencia acumulada de los grupos solidarios y organizaciones no gubernamentales que vienen trabajando en esa línea. Una de las facetas positiva de algunos municipios como "contexto receptor" de inmigrantes, como es el caso del de Madrid, es que cuentan ya con una considerable red de apoyo a los inmigrantes.
Sin el asesoramiento y el apoyo de los grupos solidarios y organizaciones no gubernamentales, la intervención municipal no puede ser exitosa, ni en lo relativo al bienestar social de los inmigrantes extranjeros y de lucha contra la pobreza, ni en su vertiente de integración cultural y lucha contra la marginación.
Mucho se juegan los ayuntamientos, los inmigrantes y los vecinos en esa necesaria colaboración entre la corporación municipal y los grupos de apoyo. Y ello no es sólo cuestión de buena voluntad por ambas partes, sino de programa y organización:
"Para que sea posible y fructífera esa colaboración entre lo administrativo y lo no gubernamental no basta con voluntad política: se requiere, primero, saber a dónde ir --es decir, tener diseñada y consensuada una política general respecto a la inmigración y, como parte de ella, una política particular con clara dimensión social- y, segundo, saber cómo colaborar -lo que implica una clara delimitación de funciones entre la esfera oficial, la de las instituciones y grupos no gubernamentales de apoyo y solidaridad y la de las asociaciones de inmigrantes" (Giménez, 1992, a).
La red de servicios sociales que operan en una determinada localidad -ya sean de gestión y dependencia municipal, autonómica central- es el instrumento principal de cualquier programa de integración. Ahora bien, nos encontramos ante unos colectivos muy particulares en cuanto a su estatus jurídico, identidad cultural, etc. ¿Quiere esto decir que deberán crearse en servicios sociales especialmente diseñados para estas poblaciones?
En absoluto. Lo indicado por las experiencias y reorientaciones en cuanto a la política social de inmigración en Europa y Estados Unidos es que antes de implementar servicios específicos para inmigrantes, hay que dirigir todos los esfuerzos a lograr la homologación del inmigrante extranjero, en el uso de los servicios sociales generales aprovechados por la población autóctona
Si ello es así, la labor de información al inmigrante sobre los servicios disponibles pasa a primerísimo plano, debiendo superarse por los técnicos y asistentes municipales los escollos del desconocimiento o no dominio del castellano por muchos de los inmigrantes desfavorecidos, su lógica ignorancia o confusión respecto al entramado institucional español y el aislamiento social en el que frecuentemente viven.
Este criterio de homologar a autóctonos y extranjeros en el uso de los servicios sociales se inscribe en una concepción mas general de cómo abordar la cuestión social de la inmigración. La mejor forma de abordar esos desafíos es subsumiéndolos en el mismo contexto de las políticas nacionales, regionales o municipales diseñadas para abordar los problemas sociales de la mayoría de la población, esto es, de la población autóctona. En esa línea se manifestaron, por ejemplo, las personalidades políticas, alcaldes y expertos reunidos en la Conferencia Internacional Europa 1990-2000 "Multicultura. en la ciudad. La integración de los inmigrantes" (Francfort-sur-le-Main, mayo de 1991).
El tratamiento homólogo que se postula en el punto anterior no debe suponer en manera alguna ignorar la especificidad de la población de origen extranjero respecto a la local, ni tampoco la diversidad existente entre los colectivos de inmigrantes.
Es claro, por una parte, que la política municipal respecto a la inmigración debe combinar los planteamientos generales referentes a los inmigrantes como un todo social con los planteamientos específicos en relación a los diferentes colectivos. Resulta obvia, por otra parte la conveniencia de tener bien presente -en el diseño de los programas operativos de un ayuntamiento- la heterogeneidad del colectivo inmigrante según lugares de procedencia, cultura, lengua, religión, genero, ocupación, estatuto legal, situación familiar, etc. Las problemáticas de la mujer inmigrante (tanto la trabajadora fuera del hogar como el ama de casa) o de la "segunda generación", deberían atenderse, por ejemplo, específicamente.
Pero esa atención a las particularidades no debe suponer una "dualización" de la intervención municipal (con un capítulo "vecinos en general" y otro capítulo de "extranjeros") sino más bien la preparación "ad hoc" del personal que atenderá (sólo o también) a extranjeros así como la organización o adaptación de los servicios generales, especialmente de aquellos que sean más utilizados por inmigrantes.
Cuatro grandes cometidos o "Frentes" de actuación pueden distinguirse a la hora de concretar los criterios generales expuestos. El primero de ellos es empezar por lo más cercano "preparando" a la corporación municipal y a las diferentes unidades administrativas para que aborde con decisión y eficacia el desafío de la inmigración. Esa labor "institucional" y de "puertas hacia adentro" del Ayuntamiento debe completarse (segundo frente) con la coordinación del Ayuntamiento con las entidades cívicas, ONGS y grupos de apoyo.
Junto a ello hay que contribuir, como en un "tercer círculo concéntrico" de la acción municipal, a la sensibilización positiva de los vecinos así como a la movilización y solidaridad efectiva de los más comprometidos y organizados civilmente. Finalmente, todo ello debe ir encaminado (cuarto frente) a atender --con una corporación "preparada" y una sociedad copartícipe- las carencias de la población de origen extranjero, ya sean las necesidades de acogida como los requerimientos de los ya asentados.
Lo primero que hay que hacer es tomar consciencia de que el ayuntamiento necesita saber adonde va o quiere ir en este tema y con qué medios cuenta y necesita contar. Algunas posibles líneas de acción son:
Estando a punto el "aparato municipal" o agente de la intervención (lo que por supuesto sólo se producirá en la práctica y al tiempo que se desarrollan las otras series de medidas), la segunda recomendación es la de movilizar y apoyar desde el ayuntamiento a las instituciones y organizaciones sociales actualmente existentes.
Como ocurre en otros campos de la intervención social, al actuar sobre la realidad de la inmigración la corporación municipal debe partir de que el éxito o el fracaso de su intervención dependerá -no sólo de lo correcto de la orientación o de la adecuación de los medios--- sino en definitiva de la acogida y actitud de la sociedad local. En este epígrafe nos referiremos a la sociedad local "organizada", a los "recursos" civiles, institucionales y asociativos que hay que movilizar favorablemente. En el próximo apartado abordamos qué hacer en relación a la población o ciudadanía en general.
Institucionalmente conviene distinguir dos campos de acción: el de los grupos solidarios y el de las entidades cívicas en general.
Englobamos bajo esa denominación a aquellas entidades constituidas mayoritaria o exclusivamente por españoles, que prestan su apoyo, de una u otra forma, a los inmigrantes económicos o a los refugiados y solicitantes de asilo y refugio. Dos posibles líneas de actuación de la corporación municipal respecto a esos grupos solidarios o de apoyo pueden ser:
El segundo campo de acción tiene que ver con aquellas entidades ciudadanas que por el ámbito donde están implantadas (los barrios, los colegios ) y por su propia naturaleza y función tienen que ver con la inmigración y los inmigrantes. Las relaciones entre autóctonos e inmigrantes no sólo se da en el ámbito laboral y en la calle, sino también en otros escenarios sociales como son los barrios, los colegios, los hospitales, los lugares de ocio, etc. Algunas posibles líneas de trabajo pueden ser:
Es hora de abordar ya una cuestión central y decisiva: la actitud hacia los inmigrantes extranjeros de la opinión pública y sociedad civil en general. Del rechazo o de la tolerancia de la mayoría de los vecinos dependerá en buena medida el éxito de la política social de integración. Hay que dedicar al menos la mitad de los esfuerzos, programas, actividades y recursos, a informar, concienciar y sensibilizar positivamente a la población en su conjunto. ¿Cómo hacerlo? Tres maneras aparecen como las más idóneas: las campañas o programas de sensibilización; las actividades de encuentro intercultural y la divulgación continuada mediante folletos u otros medios.
En las campañas debe utilizarse todo tipo de medios visuales (vídeos, películas, reportajes) o escritos (documentos, folletos de divulgación, etc.) consiguiendo que la población inmigrante no aparezca en los medios de comunicación siempre como algo problemático sino positivo. Las campañas pueden articularse o complementarse en tres planos: el "general", Territorial e "institucional".
Aparte de la publicación en los medios usuales del ayuntamiento de los resultados de los programas subvencionados pueden llevarse a cabo actividades directas de divulgación que contribuyan a ir creando entre la población local una actitud positiva y nacional ante la inmigración. En esta línea se propone:
Si hemos dejado intencionadamente para el final el desarrollo de las líneas de acción vinculadas directamente con las necesidades y carencias de los colectivos de inmigrantes extranjeros no es, lógicamente, porque sean menos importantes o urgentes. Nada más lejos. Realmente todo lo que antecede no son más que medios imprescindibles para que lo que en adelante se propone pueda llevarse a cabo con efectividad.
Proceder así -tratando al final lo relacionado con el bienestar y la integración propiamente dicha del inmigrante- responde al deseo de "contrarestar" la actitud habitual de centrarse en, o reducirse a, estas acciones. Las actividades que proponemos a continuación serán mucho más difíciles, de llevar a cabo, y menos eficaces en sus resultados, si no tienen lugar los procesos de "puesta a punto" de la corporación municipal. de movilización de las organizaciones y de concienciación de la población autóctona a los que se han dedicado los apartados anteriores.
Los 15 campos de actuación que se consideran a continuación tratan de abordar conjuntamente las tres dimensiones de la problemática social que suele ir vinculada al fenómeno inmigratorio: a) la acogida y primeras necesidades, b) las carencias de la población ya asentada y e) la problemática de la integración. Para un tratamiento más en detalle de las proposiciones enumeradas, remitimos también aquí al lector al documento citado en la introducción.
La ubicación laboral del inmigrante extranjero, además de condicionar su nivel de vida, es otro factor clave en su integración o marginación social. Los ayuntamientos pueden contribuir a favorecer el acceso al empleo y la promoción ocupacional de los inmigrantes de formas muy diferentes: actividades de formación e información laboral, subvenciones de iniciativas surgidas entre los propios inmigrantes, apoyo a iniciativas de las ONGS, bolsas de trabajo
En este campo la acción municipal puede ir orientada a:
El alojamiento de los inmigrantes y refugiados debe ser uno de los campos principales de actuación para el ayuntamiento y para los demás agentes sociales. La vivienda es, al igual que para determinados sectores de la población autóctona, una de sus más importantes carencias. Pero no es esa la única razón de la importancia de actuar en este campo con decisión y eficacia. Está en juego el mundo relacional del inmigrante, la formación o no de ghettos y la manifestación o no de conflictos y de actitudes de rechazo.
El hecho de que las competencias municipales en materia de educación sean escasas no exime o imposibilita realizar una labor en este campo. En el epígrafe dedicado a Empleo hemos indicado algunas acciones que pueden llevarse a cabo para favorecer la formación profesional de los hijos de los inmigrantes residentes en el municipio que estén en edad laboral.
Sanidad.
La existencia de una problemática particular y común a niños y jóvenes de diferentes orígenes y procedencias y la trascendencia de cual sea la situación escolar, familiar y social de la "segunda generación" para el inmediato futuro de la "cuestión inmigrante", y concretamente para el planteamiento a corto y medio plazo de la integración o marginación de los extranjeros, aconsejan:
Mujer inmigrante.
- Promover y organizar encuentros interculturales y de intercambio entre inmigrantes y autóctonos, utilizando para ello los "centros municipales".
- Celebrar, por ejemplo, encuentros en torno a las "cocinas étnicas" donde mujeres y hombres, extranjeros y autóctonos, interactúen disfrutando de los platos típicos de cada país y región, así como conociendo las formas de su preparación, su contexto cotidiano o ritual, etc. Podría publicarse un "Recetario étnico", o un folleto sobre "cocina étnica:", en la línea de divulgación propuesta anteriormente.
Hasta ahora hemos venido exponiendo, por positivo, lo que consideramos que debe llevarse a cabo. A la hora de concluir quisiéramos exponer lo que, creemos que, en todo caso, no hay que hacer.
Ante todo no debiera enfocarse la "cuestión inmigrante" como algo coyuntural. Se trata de un fenómeno en constante expansión, estando en marcha claros procesos de asentamiento, reagrupación familiar (de derecho y de hecho) y de constitución de asociaciones. Se trata de un fenómeno estructural. Estamos presenciando la formación de un nuevo segmento en las poblaciones locales, el surgimiento de un nuevo componente de la vida social de numerosos municipios.
Seria bueno asimismo no actuar por detrás de los acontecimientos, lo cual es muy fácil que ocurra en un país sin experiencia inmigratoria, que aún no ha definido claramente su política de inmigración y menos sus aspectos sociales y de integración. Sin afán de caer en visiones unilineales del desarrollo social ni en determinismo histórico alguno, lo cierto es que la experiencia de otros países muestra cuales pueden ser las próximas situaciones. En la intervención municipal sobre inmigración es clave una actitud planificadora, preventiva, de anticipación, imaginativa.
Otro error sería creer que conocemos suficientemente la realidad. Son absolutamente necesarios estudios, consultas e informaciones ascendentes, desde las asociaciones de inmigrantes Y los grupos de apoyo hacia el ayuntamiento.
Una recomendación final: abordar la cuestión inmigrante" con decisión e ilusión, conscientes de que nos jugamos mucho, y sabedores de que estamos en el momento clave de caminar o bien por la vía de la integración o bien de la marginación.