EXPERIENCIAS
2. DE QUE INSEGURIDAD HABLAMOS
3. LA SEGURIDAD CIUDADANA COMO CONSTRUCCION SOCIAL
4. LA REACCION SOCIAL, EN LA BASE DE LA INSEGURIDAD CIUDADANA
5. EL PSICOLOGO ANTE LA INSEGURIDAD CIUDADANA
La inseguridad ciudadana es una construcción social basada en la Reacción Social, con elementos tanto objetivos como subjetivos, y en la que intervienen diferentes actores (víctimas, cuerpos policiales, ciudadanos, etc). La intervención del psicólogo se ha de plantear teniendo en cuenta todos los posibles campos, en función de los actores y de los procesos que se activan, y ha de ser interdisciplinaria.
Seguridad ciudadana. Reacción social. Equipo interdisciplinar Trabajo interdisciplinar. Delito. Delincuente. Policía. Sistema Judicial. Sistema Penitenciario.
Town unsafety is a social construct arising from the reaction of Society, having objective and subjective elements alike, and where different actors play their roles (the victims, police, corps, city dwellers, etc.) We may state psychologist's intervention having in mind all posible fields, considering the actors and the activated processes alike, from an interdisciplinary approach.
Safety in town. Social reaction. Interdisciplinary team. Interdisciplinary work. Crime. Offender. Juridical system. Penitentiary system.
Quisiera plantear desde estas líneas un conjunto de reflexiones, probablemente deslabazadas, en torno a dos conceptos y su interrelación: Inseguridad Ciudadana y Psicología. Vaya por delante una aclaración: Me considero un psicólogo "adolescente", con dudas sobre mi misma identidad de psicólogo. Al mismo tiempo, se me puede catalogar como ex experto en temas de seguridad ciudadana, o más en concreto, de delincuencia juvenil. En estos momentos son otros los intereses profesionales, tanto en la función como en el ámbito de trabajo; pero sigo afirmando que soy psicólogo y el tema de la seguridad ciudadana me sigue activando las neuronas y la adrenalina, especialmente cuando el Ministro del ramo intenta explicar ciertas leyes recientes.
Para empezar, introduzcamos dudas y dificultades a la comprensión del término inseguridad ciudadana. Recientemente, dos reclusos por delitos sexuales, con permiso de fin de semana o más amplio, se convierten en presuntos autores de la violación y asesinato de dos niñas. La inseguridad generada por estos dos delitos es enorme, en especial en las zonas donde se han producido. Inseguridad en toda la extensión de la palabra con consecuencias importantes de cara a la credibilidad de los diferentes grados de tratamiento en prisión y a las posibilidades de actuación con tratamiento en libertad. Hace unos meses, un marido acusado de maltratar a su esposa es puesto en libertad por el juez, contra el criterio de los Servicios Sociales responsables del caso, y pocos días después es detenido como presunto autor del asesinato de su esposa. Poco después, un padre lanza por la ventana a su hijo de corta edad: previamente, un Equipo de Atención a la Infancia y Adolescencia (EAIA), había propuesto al juez la retirada de la tutela de ese niño, por los peligros, que podía comportar a su integridad física el vivir con su padre. Estos dos últimos hechos no han generado inseguridad ciudadana ni en sentido amplio, ni en sentido restringido. Las tres situaciones planteadas han tenido en la práctica el mismo resultado de pérdida de la vida de modo violento, sin embargo, a nivel ciudadano, unos han generado indignación e inseguridad, miedo, y otros simplemente indignación.
Existe, por tanto, una connotación "pública" de la inseguridad, consistente en que lo que ocurre en el ámbito privado no se conceptualiza como inseguridad: maltratos infantiles, violencia conyugal excepto cuando estas situaciones motivan un "delito público".
La seguridad ciudadana ha sido muy a menudo, por no decir siempre, un tema recurrente, en especial en períodos electorales o de importante debate político. Se ha convertido siempre en arma arrojadiza entre diferentes contrincantes políticos, generando medidas de todo tipo, unas veces encaminadas a acallar las protestas ciudadanas, otras a impactar temporalmente a los ciudadanos y otras a resolver realmente un problema. También ha servido como excusa para la asunción de medidas relacionadas con otros temas: basta tener en cuenta la difusión de la Ley de Extranjería, previa a su aprobación, y la imagen difundida sobre extranjeros, especialmente de tez oscura. Salvo en honrosas excepciones, el clima de inseguridad ciudadana siempre ha servido para implantar o incrementar medidas de carácter policial. La asunción de medidas permanentes de actuación psicosocial han brillado por su ausencia. Los resultados de este modo de actuación son evidentes para quien quiera verlos: solución temporal del síntoma, pero mantenimiento de los factores que lo generaron, como se puede apreciar en los barrios en que se produjo la explosión de violencia ciudadana contra yonquis hace ahora un año.
De todas formas, la seguridad ciudadana no es algo tangible, mensurable directamente, sino que se trata de un conjunto de opiniones, sentimientos, actitudes, vinculados más o menos directamente a una realidad objetiva. No negaremos que esta realidad objetiva genera la percepción de seguridad o inseguridad, pero también es cierto que existen otros factores que condicionan la percepción de esa realidad. Como señalan Alabart, Agaray y Sabaté (Encuesta de victimización en el área metropolitana de Barcelona, 1990), "1a seguridad ciudadana es una construcción social hecha de una doble realidad: objetiva (la delincuencia y su incremento en los últimos años) y subjetiva (el aumento del miedo y de la sensación de inseguridad colectiva). Ambas realidades tuvieron un inicio conjunto, pero han seguido lógicas y leyes de funcionamiento propias hasta convertirse en dos dimensiones autónomas".
Por ejemplo, hay datos objetivos de disminución de actos delictivos en barrios del casco antiguo de Barcelona. factor que podría incrementar la seguridad ciudadana, pero este hecho se compensa con la colocación de carteles con una calavera cruzada por una jeringuilla y una navaja que enmarcan algunas zonas de los mismos barrios: también se compensa con el anuncio de algunos comerciantes de que contratarán a skins y ex legionarios para aplicar medidas de seguridad. Resulta dificil determinar el peso específico de cada uno de estos hechos en la génesis o mantenimiento de una mayor o menor seguridad ciudadana. Y aquí se nos plantea otro aspecto, como mínimo chocante de la valoración relativa de la seguridad ciudadana: los skins han sido, y siguen siendo, factores importantes de la inseguridad ciudadana y aquí aparecen como salvadores.
Las causas de la inseguridad pueden ser variadas, pese a lo cual, es frecuente que se acepte una causa inmediata, que varía en función de otras preocupaciones ciudadanas: en la época de los inicios de la transición política se culpaba a la misma transición, con su "ausencia de autoridad", relajación de costumbres y libertinaje generalizado, de ser la responsable del, más que inseguridad, pánico ciudadano. Actualmente, la causa socialmente aceptada es la droga. Resulta cómodo asignar una única causa a un problema tan complejo, pero es justamente este elemento de comodidad el que favorece su aceptación generalizada. En el caso que hemos planteado anteriormente de la elección de skins para "limpiar las calles" en determinadas zonas de Barcelona, podemos ver cómo la elección de esta mal llamada tribu urbana, sujeto activo de inseguridad ciudadana relacionada con el fútbol y/o con una ideología política, es útil a un grupo social respetable, por su odio visceral a punkis, yonquis y travestis. Existe un hecho no deseado, se le asigna una causa directa y se busca la vacuna de dicha causa... sin tener en cuenta los efectos secundarios.
Hay un elemento, de todas formas, que condiciona de forma fundamental la inseguridad ciudadana: el miedo. En la encuesta de victimización citada anteriormente se indica: "El actual sentimiento colectivo de miedo e inseguridad apareció con el crecimiento de la delincuencia y después se ha ido desarrollando autónomamente. En estos momentos se desarrolla y funciona siguiendo sus propias leyes, al margen muchas veces de la realidad delictiva. Su lógica, en esquema, es la siguiente: la seguridad es hoy un valor absoluto, un mito: por tanto, su ausencia, real o figurada, se soporta mal, se vive como un castigo y es necesario encontrarle culpables (preferentemente, las drogas y los drogadictos)... En la encuesta se aprecia. por ejemplo, que la gente está atemorizada por unos delitos que no son precisamente los más frecuentes". En el caso que hemos analizado anteriormente, la ideología que sostiene o utiliza el movimiento skin, en estos momentos, su realidad social y delictiva, no genera inseguridad. Esperemos que no Llegue el momento en que sean los máximos factores de inseguridad.
La construcción social de la inseguridad ciudadana es fruto de un proceso complejo conocido como Reacción Social, consistente en un encadenado de acciones respuesta que interactúan modificándose mutuamente, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. Así, cualquier acto desviado genera una respuesta del entorno, activando un proceso de incremento en espiral, tanto de la desviación como de la reacción-respuesta sancionadora, formal y/o informal. El resultado final es la etiqueta desviante o, en palabras de Goffman, el estigma. Este estigma define tanto las características y el rol del sujeto desviado, como las respuestas que la comunidad y la sociedad han de dar ante él.
Se produce generalmente una interpretación restringida del concepto de inseguridad ciudadana, referida exclusivamente a la criminalidad, o para ser más concretos a cierta criminalidad. Se olvidan, así otros factores que generan un sentimiento de inseguridad: la colza, la aluminosis, seguridad en locales públicos. La proximidad y frecuencia de estas situaciones, así como el grado de probabilidad de que se produzcan, determinan que su incidencia, directa o indirecta en la percepción social de seguridad/inseguridad, sea importante. A nadie se le escapa que los tiempos de crisis son especialmente propensos a que esta percepción de inseguridad sea superior, justamente por las dos dinámicas planteadas anteriormente, la objetiva y la subjetiva.
Por otra parte, los mecanismos y procesos de inseguridad son, si no iguales, si muy similares, independientemente de la causa que los origine. Por ello es bueno tener presente el proceso global de inseguridad y no la especificidad de la inseguridad generada por la realidad delictiva, todo y que ésta pueda ser muy útil a la hora de interpretar los mecanismos psicosociales de la inseguridad.
A la hora de plantear la actuación del psicólogo en el ámbito de la seguridad ciudadana se corre, por tanto, el riesgo de asimilarlo al psicólogo dentro del ámbito de actuación de la delincuencia, ya sea desde la perspectiva de la prevención. ya sea desde la del tratamiento/intervención. Sin embargo, los ámbitos de actuación son mucho más amplios y diversificados, aunque no se acepte desde determinados sectores que esté interviniendo en seguridad ciudadana. No obstante, lo que en estas líneas se plantea no es la creación de una nueva especialidad en Psicología de la Seguridad ni, por supuesto de inseguridad de la Psicología.
Seguimos refiriéndonos, por tanto al ámbito de la seguridad ciudadana, en los mismos términos planteados hasta ahora.
La actuación del psicólogo en relación a la seguridad ciudadana puede venir determinada tanto por la orientación profesional, incluso teórica, como por el campo concreto de intervención. Para analizar esta intervención hemos de considerar los siguientes elementos:
Desde qué perspectiva trabajamos. Cabe tanto una actuación clínica como psicosocial u organizacional, desde el counseling hasta la terapia con un delincuente. Caben todas las posibilidades, pero en mi modesta opinión no cabe la exclusividad, ni en la orientación metodológica de intervención, ni en el sustrato teórico que la sustenta. Un cierto eclecticismo es saludable en la actuación sobre la inseguridad ciudadana, en cualquiera de sus objetos de actuación.
A qué dirigimos nuestra actuación. Son variados los participantes en el proceso de inseguridad ciudadana: delincuente, víctima, sistema policial, como organización y como individuos, sistema judicial, sistema penitenciario, contemplando al delincuente, a la institución, a sus miembros, la comunidad... Y con todos ellos, el enfoque de la actuación puede plantearse desde diferentes perspectivas y con diferentes métodos. En nuestro país es relativamente reciente la incorporación del psicólogo a este ámbito de intervención, a excepción de algunas actuaciones concretas relacionadas con la pasación de algún test de personalidad a delincuentes penados. La incorporación de la psicología a la vida ciudadana del país, así como la ampliación de los campos de actuación de esta disciplina y los cambios sociales y políticos, han permitido que la psicología, como ciencia empírica y como campo profesional pudiera intervenir en esta problemática social.
Los campos de intervención del psicólogo en relación a la inseguridad ciudadana pueden ser tan variados como ramas de la psicología existen y aplicables a todos los actores del proceso de inseguridad ciudadana. Veamos algunos ejemplos Delincuente - víctima - aparato policial -aparato judicial - sistema penitenciario -servicios sociales de reinserción.
Delincuente:
Víctimas:
Policía:
Sistema judicial:
Sistema penitenciario:
Servicios de Reinserción:
Los aspectos concretos de actuación del psicólogo se han ido ampliando paulatinamente desde hace relativamente poco tiempo. Así, la incorporación de servicios de atención a las víctimas, desde una perspectiva integral de atención psicosocial y legal han supuesto un avance en la atención a esta población así como una ampliación en el planteamiento de objetivos en relación a la actuación sobre la inseguridad ciudadana. Sin embargo, queda por evaluar el coste que ha supuesto transformar la imagen del psicólogo, más allá del tópico diván, no sólo en la Administración contratante, sino también entre la misma profesión. Lo mismo se puede decir de todos aquellos espacios en que la psicología social y comunitaria ha ido implantándose.
En el campo de la inseguridad ciudadana adquiere cada vez más relevancia la intervención desde una perspectiva comunitaria En la referida encuesta de victimización ya se afirma "si la gente encuentra más seguro el espacio más próximo... se puede colegir que el impulso a cuanto suponga acción comunitaria es básico en materia de seguridad". Pero en este país acostumbramos a tener una cierta tendencia pendular, corriendo el riesgo de que la acción comunitaria se convierta en la única acción realizada. En materia de seguridad ciudadana se ha de compensar la actuación individualizada y la comunitaria. Buen ejemplo puede ser la implantación de una política criminal que contemple ambos aspectos y desde diferentes perspectivas. La encuesta de victimización forma parte de esta política, junto con otras medidas, en el caso concreto de la ciudad de Barcelona, que pretenden dar respuesta a las situaciones que esta problemática plantea. Así, junto a la creación de los Consejos de Seguridad de Distrito, se implanta el Servicio de Atención a Víctimas del Delito, o el Equipo de Atención a la Mujer, para aquellas situaciones en que la mujer, por su condición de mujer, es la víctima (violación, maltrato ... ).
La actuación del psicólogo en estos servicios puede limitarse a la atención individualizada, a la superación del mayor o menor trauma que supone ser víctima de un delito, pero el planteamiento ha de ser más generalizado. En concreto en el ámbito del maltrato, por ejemplo, conseguir. evitar las situaciones límites de violencia a partir del trabajo comunitario, es todo un reto que no podemos dejar en el cajón de los proyectos. La coordinación entre la atención individualizada y la comunitaria se convierte, por tanto, en un elemento fundamental para poder realizar una actuación de conjunto que contemple todas las situaciones y todos los factores de riesgo sobre los cuales intervenir.
Con quién intervenimos. Cada vez se implanta con mayor fuerza la necesidad del trabajo interdisciplinar, o de colaboración entre diferentes profesionales. Es evidente que trabajar con el sistema policial o judicial implica en mayor o menor grado una relación con los profesionales que lo componen. Ahora bien, en unos casos se establece una relación podríamos decir jerarquizada, en la que el psicólogo está claramente "a las órdenes de", y en otros casos, esta relación se establece en régimen de igualdad. Ambas situaciones plantean dificultades de diferente orden.
Al inicio de este artículo hemos planteado algunas situaciones en las que se manifestaba una de las dificultades de relación, consistente en la autoridad del psicólogo (por extensión, también de otros profesionales), en su relación con las instancias judicial y penitenciaria. Baste recordar cómo en uno de los casos de delito sexual realizado por un penado, el equipo de valoración de la prisión desaconsejó el cambio de grado que permitió que saliera de permiso, pese a lo cual, el juez lo autorizó. El papel consultor del psicólogo en estos ámbitos, limita su eficacia a la aceptación de sus recomendaciones por parte del órgano decisorio, en este caso el juez. Es cierto que en materia de Derecho penal y aplicación de penas, la decisión ha de corresponder exclusivamente al juez, pero se ha de plantear seriamente el papel que profesionales como el psicólogo juegan en la aparición de elementos que ayuden a la toma de decisión y en el peso que estos elementos han de tener. Que quede claro, que no es intención de estas líneas quitarle competencias al poder judicial ni a sus miembros (por si acaso).
Diferente carácter tiene la colaboración con profesionales de igual rango, en equipos interdisciplinares. Aquí las dificultades, no específicas del tema concreto de seguridad ciudadana, vienen más marcadas por una especie de interés en la seguridad profesional de definición de funciones en cada una de ellas y de delimitación de fronteras de las mismas. Se dan dos tendencias: Entre todos, todo; De aquí no pases. Evidentemente, las tonalidades grises existen y, por fortuna, variadas. La apertura hacia técnicas no propias, hacia sistemas de trabajo alejados de lo que típicamente se entiende como psicológico, comporta unas nuevas perspectivas de intervención que, probablemente, confunden al profano, en el sentido de interpretar que se está actuando con intrusismo laboral en otra disciplina, El extremo contrario, entre todos todo, generalmente viene motivado por la insuficiencia de recursos humanos y la necesidad de dar respuesta a todas las demandas que al equipo se le plantean. Considero que para la valoración del papel del psicólogo en estos ámbitos de trabajo, y por tanto para la de los otros profesionales, ambos extremos son peligrosos. Me centraré brevemente en un posible peligro de la difuminación de funciones: El ámbito de trabajo al que nos referimos está estrechamente vinculado a la Administración. Son limitadas las posibilidades de actuación en los diferentes campos de la inseguridad ciudadana desde una perspectiva privada. Por tanto, la Administración, en sus diferentes niveles, es la mayor empresa contratadora de psicólogos especializados en estos temas. La actual línea de planteamiento económico de la Administración prioriza aspectos economicistas sobre estrictamente técnicos, a la hora de planificar y dotar profesionalmente los servicios. En este sentido, hemos de tener presente que el coste de un técnico medio es notablemente inferior al de un técnico superior. Por ello, se ha de prestar especial atención, desde la planificación, pero también en el desarrollo concreto de las funciones profesionales asignadas. a aquellos elementos diferenciales entré las diferentes profesiones que justifiquen la necesidad de su contratación.
Por otra parte, la postura contraria, la delimitación estricta de fronteras profesionales, genera normalmente un bloqueo de circuitos de relación y derivación que tiene como consecuencia la ineficacia del servicio y, en último extremo su inutilidad. Valga aquí, entonces, el mismo razonamiento sobre los intereses contractuales de la Administración, sobre todo en relación a ámbitos de trabajo vinculados al bienestar social de los ciudadanos y, en concreto a su seguridad.
Creo, pues, que las posibilidades que ofrece una actuación decidida en torno a la seguridad ciudadana a la intervención del psicólogo son variadas, pero que ha de haber, aún, un juego de adaptación mutua entre los diferentes interventores en el tema, superando una posible postura gremialista, lo cual podría forzar a las diferentes Administraciones a planificar mejor y a obtener niveles de eficacia muy superiores a los actuales.
Por último, sigamos reivindicando que las actuaciones en el terreno de la prevención, bien planificadas y ejecutadas, siempre serán más rentables, social y económicamente, que las posturas de carácter represivo. Para ello, no perdamos aquel gramo de militancia por el bienestar colectivo que, en determinados momentos, hizo posible que hoy disfrutemos de una mejor calidad de vida.