INVESTIGACION

 

Calidad de vida en la vejez


Life quality in old age

R. FERNANDEZ-BALLESTEROS

Universidad Autónoma de Madrid.

A. MACIA ANTON

Universidad Nacional de Educación a Distancia.


RESUMEN

PALABRAS CLAVE

ABSTRACT

KEY WORDS

INTRODUCCION

METODO RESULTADOS Y COMENTARIOS

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

El concepto de calidad de vida (CV) está jugando un importante papel en el área de servicios sociales y, más particularmente, en la atención a la vejez. La mayor parte de las conceptualizaciones se basan en el juicio de expertos; pero, CV es también una expresión común usada por la gente mayor cuando se refiere a su propia vida. De todo ello podía derivarse un concepto "Popular" de calidad de vida. Con el fin de contrastar el concepto teórico con un concepto popular de CV, en sus distintos componentes, se ha realizado un estudio exploratorio con una muestra de doscientas cinco personas mayores de 65 años. Los resultados ponen de manifiesto una gran similaridad entre el concepto teórico y el popular de calidad de vida Además se presentan algunos datos sobre el cumplimiento de los aspectos más relevantes de la calidad de vida en los sujetos de la muestra. Finalmente, un análisis factorial contrasta la similitud estructural de ambas conceptualizaciones. Calidad de vida. Vejez.

 

PALABRAS CLAVE

Calidad de vida en la vejez

 

ABSTRACT

The concept of quality of life (QL) is playing an important role in social services as well as in the elders. All models and conceptualizations have been established and defined by experts. Nevertheless, QL is also a common expression ("pop" QL concept) used by the elderly; that is what they mean by "quality of (their) life".We have conducted an exploratory study in order to investigate what are the most important components of the QL concept of the elderly. From our results we can state that both concepts fit quite well into the factorial structure found Additionally, several results concerning percived quality of life of the subjects are shown.

 

KEY WORDS

Quality of life. Elderly.

 

INTRODUCCION

La calidad vida (CV) se ha convertido, en los últimos años, en uno de los conceptos más utilizados tanto por los planificadores sociales como por los distintos profesionales de las ciencias ambientales, sociales y de la salud (y entre ellos, los psicólogos). Podríamos decir, incluso, que está de moda. Medios de comunicación, políticos, profesionales, todos plantean como objetivo prioritario incrementar la "calidad de vida" del ciudadano, refiriendo ésta a sus diferentes contextos (la sanidad, los servicios sociales, etc.).

Si bien es consustancial al ser humano buscar su satisfacción y su bienestar en esta vida (ya que muchos confían poco en que exista otra), el término "calidad de vida" no ha sido utilizado tanto como en nuestra época. Es difícil establecer el por qué de esta moda. En principio podríamos reflexionar sobre dos potenciales fuentes gestoras. De un lado, la evolución del estado del bienestar ha hecho que, del énfasis en el desarrollo económico (el nivel de vida) -y, sin olvidar éste- se haya pasado a tener por objetivo el desarrollo social, y su correlato el bienestar social. Bienestar social es comúnmente definido como "un valor social que establece como finalidad que todos los miembros de la sociedad deben disponer de los medios precisos para satisfacer aquellas demandas comúnmente aceptadas como necesidades" (Redondo, et al. 1987); amplio o molar concepto de difícil medida cuya derivación, resultado o corolario es, necesariamente, el incremento de la calidad de vida de los grupos "necesitados". En resumen, en el estado del bienestar, que tiene como su principal objetivo el que necesidades y demandas sociales sean satisfechas, se espera incrementar la calidad de vida de sus ciudadanos.

La confluencia entre los objetivos del estado moderno y las ideas mannhenianas, también modernas, por las que el desarrollo científico y tecnológico, en su aplicación práctica, se espera lleve consigo el desarrollo social influye en que, se experimente un enorme crecimiento de prestaciones, servicios y programas sociales. Pero, también como un derivado de la metodología científica, el estado ha de velar porque sus acciones den los frutos esperados; así, se trata de juzgar o evaluar hasta qué punto las intervenciones sociales dispensadas han logrado los efectos esperados atendiendo a las necesidades expresadas y/o inferidas. Así, en un estado moderno del bienestar se trata de establecer un riguroso proceso de planificación social en el que se inserte, mandatoriamente, la valoración de toda intervención en función de los objetivos previamente establecidos (Fernández-Ballesteros, 1992a) Y así, volvemos a encontrar el concepto de "calidad de vida" ya que en la mayor parte de las prestaciones, programas y ser vicios sociales aparece como objetivo prioritario el incremento de la calidad de vida de los ciudadanos beneficiados o de las poblaciones-objetivo de tales programas. Así, pues, la estimación de la calidad de vida, como efecto o resultado de los programas de acción e intervención social pasa por la definición operativa y medición de este concepto.

En segundo lugar, la definición del concepto de salud establecida por la OMS en 1990 como el total bienestar físico, psíquico y social del individuo, determina que los indicadores de salud habituales ligados a la enfermedad y la muerte -la morbilidad y la mortalidad- no expresen, en toda su extensión, la salud, no se trata de vivir más, sino mejor. Se requieren otras condiciones e indicadores psicológicos y sociales a la hora de establecer la salud de una comunidad o un grupo social (por ejemplo, Blanco, 1985). Ello repercute en que la propia OMS haya tratado desde entonces, en múltiples foros y documentos, de enfatizar la importancia del desarrollo de medidas que, con garantías científicas permitan dar cuenta de la CV desde una perspectiva multidimensional a la hora del juicio, tanto de la efectividad o eficiencia de intervenciones sanitarias como en la estimación de las distintas condiciones que presentan al respecto distintos grupos de sujetos (comparaciones transnacionales, grupos de edad, etcétera) 1.

Lo que está claro es que estos dos factores históricos (seguramente, junto a otros) han conducido a múltiples conceptualizaciones de la calidad de vida así como, también, a la aparición de un conjunto de medidas del más variado tipo y condición (ver, entre nosotros, Blanco, 1985; Rodríguez Marín, 1994; Ruiz y Baca, 1992) la mayoría de las cuales tienen un fuerte componente médico y no han logrado demostrar algunas de las garantías psicométricas de rigor.

Pero, uno de los problemas de la operacionalización de la calidad de vida tiene que ver con su necesaria dependencia del contexto de referencia. Así, la calidad de vida de un canceroso terminal ha de evaluarse con una serie de parámetros distintos de la calidad de vida de una persona de 65 años que, habiendo entrado ya en la "tercera edad", mantiene sus niveles de competencia (física, psíquica y social). De ahí que sea sumamente difícil establecer una definición operativa de la calidad de vida general. (En el futuro, se tratará de contar con amplios bancos de ítems que puedan ser utilizados en distintas poblaciones en forma idiosincrática.)

Una de las poblaciones-objetivo del Estado del Bienestar son las personas mayores, viejos, ancianos o, eufemísticamente, "Tercera edad". Cualquiera que sea la ideología dominante, en un Estado democrático moderno, las personas mayores conforman un grupo de edad protegido. Independientemente de cualquier estereotipo en tomo a la vejez (ver Fernández-Ballesteros, 1992b), las acciones -sanitarias, económicas y psicosociales que se emprenden con el fin de atender a este grupo de edad tienen como objetivo global el incremento de la calidad de vida de las personas mayores (ver Plan Gerontológico; INSERSO, 1992). Así, la medida de la calidad de vida en la vejez será un objetivo prioritario de cualquier plan de atención a las personas mayores.


(1) Incluso se ha creado el Amsterdam Collaborating Center for Research and Training in Methods of Assessment of Quality of Life in Relation to Health Care que en 1992 ha publicado la revista Quality of Life Research.


La calidad de vida, cuenta con una serie de características ampliamente aceptadas: que tiene que partir necesariamente de una conceptualización teórica, ser multidimensional, operacionalización de sus componentes y proceso riguroso de validación. Es decir, es de común aceptación entre los estudiosos que la calidad de vida que ello implica un concepto molar (en el sentido complejo y altamente abstracto) y multidimensional (en el sentido de contener distintos aspectos, factores o dimensiones) por lo que previamente a su medición ha de partirse de una conceptualización teórica que concluya con una definición de lo que se entiende por CV. Tendríamos así un concepto teórico de calidad de vida que, posteriormente, deberá ser puesto a prueba empíricamente.

Concepto teórico de calidad de vida

Partimos de un concepto teórico de calidad de vida formulado por Fernández-Ballesteros (1992b) que plantea las siguientes asunciones:

Se parte de la especificidad del concepto de calidad de vida en personas mayores. Aunque la calidad de vida cualquiera que sea el contexto de referencia mantiene aspectos comunes, comparativamente con otros grupos de sujetos, la calidad de vida en personas mayores tiene un perfil específico en el que no intervienen factores importantes en otros grupos de edad, por ejemplo, referidos al trabajo (ver Ruiz y Baca, 1992) y donde existen otros idiosincráticos que tiene que ver con el mantenimiento de las habilidades funcionales o de autocuidado.

En segundo lugar, la calidad de vida es un concepto multidimensional Cualquier reducción (frecuente entre los instrumentos de calidad de vida desarrollados desde la medicina) a un concepto monofactorial de salud resulta inadmisible y atenta contra los a priori del concepto. Es decir, la vida es ontológicamente multidimensional y su calidad habrá de serlo también (Blanco, 1985, Fernández-Ballesteros, 1992). Ello implica que habrán de contemplarse factores personales (la salud, la autonomía, la satisfacción) así como factores socioambientales o externos (las redes de apoyo, los servicios sociales, etc.). La Figura 1, trata de representar la imbricación que factores personales y socioambientales tienen; así, la salud, que es un factor personal, por ejemplo, está íntimamente asociada con los servicios de salud, o también las relaciones sociales de una persona (dependiente de sus habilidades interpersonales) estarían en íntima dependencia del apoyo social brindado por el medio.

Una tercera asunción, hace referencia a que el concepto de calidad de vida debe contener tanto aspectos subjetivos (valoraciones, juicios, sentimientos, etc.) como objetivos (servicios con los que cuenta la persona, nivel de renta, etc.). Esta cuestión parte de la decisión sobre si, calidad de vida, es un concepto puramente subjetivo, en el sentido de que son aspectos percibidos de la realidad los que deberían tomarse en cuenta a la hora de su conceptualización (por ejemplo, Ruiz y Baca, 1992), o como defienden otros autores (ver Fernández-Ballesteros, 1982), la definición operativa de la calidad de vida debe pasar por la utilización de indicadores objetivos los cuales darían cuenta de aspectos reales y observables que contribuirían al bienestar de la persona. Evidentemente estamos tocando una polémica, ya tradicional tanto en psicología como en otras ciencias sociales, en la que no vamos a entrar y que hace referencia tanto a corrientes filosóficas como a planteamientos epistemológicos y metodológicos (ver, por ejemplo, Sampson, 1981). Aquí partimos de la consideración objetivo-subjetiva de la calidad de vida por lo que consideramos que habrán de ser incorporados tanto aspectos objetivos como subjetivos en la definición operativa de la calidad de vida. Es decir, serán tenidos en cuenta, tanto la apreciación y valoraciones de los sujetos sobre los distintos ingredientes de calidad de vida (por ejemplo, si están satisfechos de las relaciones afectivas que sostienen con los amigos, si consideran que su salud es satisfactoria) como los aspectos objetivos de esas mismas dimensiones (por ejemplo, con qué frecuencia se producen relaciones sociales, cuántos fármacos ingiere y otros indicadores objetivos de salud). En la Figura 2 se trata de representar también las relaciones múltiples entre los aspectos subjetivos y objetivos.

Pero esta consideración conceptual de lo objetivo y subjetivo se solapa con una consideración metodológica, a saber, que la evaluación de la calidad de vida debería ser multimetódica Es decir, que cualquier dimensión objetiva de la calidad puede ser evaluada o medida a través de distintos métodos, los cuales pueden ordenarse según un continuo "directo-indirecto" según intervengan más o menos fuentes metodológicas de error (ver Cone, 1981).Así, por ejemplo, a la hora de evaluar la salud objetiva de un individuo podemos someterle a complicados exámenes clínicos(análisis de sangre, pruebas biológicas sobre presión sanguínea, capacidad vital, etcétera), podemos pedir la valoración de su médico, podemos preguntarle al propio sujeto sobre "hechos" relevantes sobre su salud; es decir, cuantas veces ha ido al médico en los últimos quince días, cuantas enfermedades crónicas ha padecido en el último año, o podemos obtener su masa corporal preguntándole por su talla y por su peso. Todas estas formas de indagación de la salud son más o menos "objetivas" en función de que los métodos sean más o menos directos y, desde luego, hay mayor precisión en la información sobre la presión sanguínea siendo tomada ésta por un especialista con un dinamómetro con columna de mercurio y un estetoscopio en condiciones estándar que preguntándole a la persona cual es su presión sanguínea. Estos ejemplos referidos a la salud pueden ser ampliados con otros referidos a otras dimensiones como, por ejemplo, las "redes de apoyo Social". Sabemos que este concepto interviene en la calidad de vida; sin embargo podemos diferenciar en él una dimensión subjetiva (el grado de satisfacción que siente una persona en sus relaciones familiares y sociales) y una dimensión objetiva (la frecuencia de contactos sociales o la existencia de apoyos sociales brindados por la comunidad). A la vez, cada una de estas dimensiones pueden ser evaluadas por procedimientos más o menos directos: es decir, podemos observar (la observación, llevada a cabo por expertos, es considerado un método directo de evaluación de la conducta manifiesta) cuantas personas visitan a un sujeto o preguntárselo (método más indirecto). En la Figura 3 se presenta la propuesta multimetódica poniendo de ejemplo la salud que puede ser evaluada por medio de tres métodos distintos logrando la triangulación del concepto (Cook, 1985).

Por otra parte, hay que resaltar que, desde luego, cuando se trata de tener en cuenta aspectos subjetivos de la calidad de vida el método "más directo" es el autoinforme del propio sujeto.

Hemos de concluir diciendo que la evaluación de la calidad de vida no sólo tiene que ser multidimensional y tiene que contemplar componentes subjetivos y objetivos sino que, preferentemente, debe contener distintos métodos de medida de los distintos componentes y dimensiones. Hay que resaltar que esta propuesta si bien creemos que satisface una serie de criterios de adecuación conceptual y rigor metodológico, supone, también, un modelo difícil de alcanzar en la realidad, fundamentalmente por lo que se refiere a su vertiente metódica ya que complica y encarece, extraordinariamente, cualquier intento de medición de la calidad de vida.

Pero, éstos serian los planteamientos teóricos en el estudio de la calidad de vida; sin embargo, no cabe duda de que éste es también un concepto relativamente popular que se utiliza en el lenguaje común. Hemos encontrado muy escasos estudios que se hayan realizado con el fin de establecer el concepto que sobre calidad de vida tiene la población no experta (por ejemplo, ver, Ruiz y Baca, 1992); es decir, sabemos poco sobre los ingredientes implicados en el concepto de calidad de vida utilizado por y para las personas mayores. Sin embargo, como George Kelly señalaba, el ser humano es un constructor de teorías. Cabe preguntar ¿que ingredientes tiene la calidad de vida y como es conceptualizada por las personas mayores no profesionales?

En el presente trabajo se presentan los resultados de una investigación llevada a cabo con el objetivo, entre otros, de explorar los elementos de los que consta el concepto popular de "calidad de vida" aplicado a personas mayores y verificar su concordancia con el concepto teórico de calidad de vida en sus aspectos multidimensionales. Así como, realizar una aproximación empírica al concepto de calidad de vida en los propios mayores como trabajo previo para el establecimiento de un sistema de evaluación de la calidad de vida 3.


(2) Es decir, este trabajo no pretende dar respuesta a los componentes subjetivos de la CV ni a su implicación multimetódica.

(3) Estudio que será subvencionado por el INSERSO.


METODO

Sujetos

El estudio se ha llevado a cabo en una muestra de 205 sujetos de 65 o más años, que forman parte de una muestra más amplia (1.200 sujetos) representativa de la población española (error muestral ±3 %) obtenida por medio de un muestreo aleatorio estratificado por comunidades autónomas y municipios, según tamaño, que representa la estructura poblacional española. En la Tabla 1 se presenta la distribución por sexo y edad de la muestra utilizada.

 

Variables

* Conceptualización popular de la calidad de vida

Se trató de explorar el concepto sobre calidad de vida en la vejez preguntando sobre cuáles aspectos, de entre los siguientes listados, contribuían en primer, segundo y tercer lugar, en la calidad de vicia de las personas mayores:

Como puede apreciarse al listado de variables se añadió un apartado de "otras" para permitir a los sujetos introducir nuevas categorías nominales que pudieran ser consideradas como ingredientes de la calidad de vida en la vejez.

Por otra parte, se trató también de examinar hasta qué punto los aspectos frecuentemente reseñados de la CV se cumplían en los sujetos de la muestra. 6.

* Factores de calidad de vida teóricos

Finalmente se trató de analizar separadamente cada uno de los aspectos relevantes a la calidad de vida teórica mediante un conjunto de preguntas relativas a diez áreas fundamentales:

1. Salud subjetiva

2 Autonomía

3. Actividad

4. Satisfacción social

5. Apoyo social

6. Satisfacción en la vida

7. Nivel de renta

8. Servicios sociales

9. Recursos culturales

10. Calidad de la vivienda

 

Instrumentos

El cuestionario fue preparado por Femández-Ballesteros y García Mon (CIRES, mayo 1992) para el estudio realizado por el CIRES (Centro de Investigación sobre la Realidad Social) en su estudio sobre "Tercera Edad".

Procedimiento

El diseño del procedimiento estuvo a cargo de CIRES. La recogida de información se llevó a cabo en mayo de 1992 y se realizó mediante entrevista personal en el domicilio de cada uno de los encuestados. La recogida de información se llevó a cabo a través de la red Intercampo, S. A. Se supervisaron el 20% de las encuestas, tarea realizada por ASEP, S. A. Asimismo, la codificación de los datos y desarrollo del programa para usuarios fue realizada por ASEP con "software" desarrollado por J. D. System, S. L.

Análisis estadístico

Para el análisis de los datos del presente trabajo se han realizado diferentes contrastes do significación de diferencias entre proporciones, entre distintas variables, referidas al concepto popular de calidad de vida, así como un análisis factorial (factores principales y rotación varimax, Programa 4M.1 del BMDP), con las puntuaciones obtenidas en una serie de variables implicadas teórica y "popularmente" en la calidad de vida de los mayores, 4

 

RESULTADOS Y COMENTARIOS

Preguntados sobre la importancia que conceden a una serie de aspectos para determinar la calidad de vida de las personas mayores (primero, segundo y tercero más importante), se obtiene que como primera opción, una mayoría significativa de sujetos consideran que tener buena salud es lo más importante, seguido de poder valerse por sí mismo. Muy pocos dan como primera opción: mantenerse activo, tener buenos servicios sociales y sanitarios, mantener buenas relaciones con la familia y sociales, tener una buena pensión o renta, tener la oportunidad de aprender o conocer nuevas cosas, y tener una vivienda buena y cómoda. Ninguno da como primera opción la calidad del medio ambiente del barrio o de la ciudad, la satisfacción por la vida, o, cualquier otra. En la Tabla 2 podemos ver, en porcentajes, cuáles han sido las elecciones en primera, segunda y tercera opción.


(4) Nuestro agradecimiento a M.ª José Navas por su colaboración en este apartado.


El concepto "popular" de calidad de vida verifica, en buena medida, nuestro concepto teórico. Así, las elecciones realizadas por los sujetos consultados ponen de manifiesto un importante acuerdo por lo que se refiere a dos elementos -juzgados teóricamente relevantes- cuya relevancia sobresale de todos los demás: la salud y el valerse por sí mismo (o habilidades funcionales). En primer lugar, cabe destacar que la calidad de vida para los mayores difiere de la percibida por otros colectivos. Así, la salud o el valerse por sí mismo son irrelevantes en otros estudios realizados con población general en edades inferiores a los 65 años (ver, por ejemplos, Ruiz y Baca, 1992). Cabría inferir que lo que se posee (la salud o la capacidad de autovalerse) no involucra la consideración de la propia calidad de vida sino cuando está en peligro. Por otra parte, tener una buena pensión o renta, mantener buenas relaciones sociales y familiares y mantenerse activo son los ingredientes de la calidad de vida que aparecen seleccionados por los mayores en un segundo lugar y que, también, aparecían en el modelo teórico planteado. En este caso, no cabe duda, estos elementos intervienen en cualquier conceptualización de la calidad de vida aunque, en otras poblaciones, el mantenerse activo tenga que ver mas bien con desarrollar un trabajo satisfactorio.

Como era de prever, la calidad de los servicios sociales implica un importante aspecto de la calidad de vida en los mayores, lo cual tampoco aparece en los juicios sobre este constructo en otros colectivos.

El hecho de forzar las respuestas a tres únicas opciones ha debido repercutir en qué aspectos teóricamente importantes como la satisfacción por la vida, calidad de la vivienda y del medio ambiente o la opción de aprender nuevas cosas, no aparezcan elegidas sino en muy escasa medida (opciones segunda y tercera) y por un muy reducido número de personas mayores. Por último, cabe destacar que no hubo ninguna respuesta a la pregunta abierta a través de la cual pretendíamos conseguir otros matices o ingredientes de la CV importante para este colectivo.

Por otra parte, analizamos las diferencias, en cuanto a la importancia que se da a estas variables, en función del sexo, los ingresos económicos y los cuatro grupos de edad, uniendo las elecciones de las tres opciones.

La Tabla 3 muestra los resultados relativos al análisis realizado con la variable sexo.

Como podemos comprobar, no existen diferencias, significativas respecto a las elecciones entre los distintos elementos considerados importantes para la calidad de vida, entre los hombres y las mujeres.

Realizamos el mismo análisis, pero esta vez en función de los ingresos de los mayores, considerando ingresos bajos (menos de 100.000 ptas. al mes), ingresos medios (100.001 y 275.000 ptas. mes), e ingresos altos (más de 275.001 ptas. al mes. Los resultados aparecen en la Tabla 4.

Como puede comprobarse, prácticamente no existen diferencias significativas entre las menciones que hacen los sujetos si los consideramos en función de su nivel de ingresos, únicamente en la satisfacción por la vida, entre los grupos de ingresos bajos y medios difieren significativamente en su percepción de que ello es importante para la calidad de vida (z=2,886; p<0,05). Cabe señalar también que en el grupo de ingresos altos, nadie ha mencionado los buenos servicios sociales, ni la posibilidad de conocer nuevas cosas.

Por último, realizamos también las comparaciones en función de cuatro niveles de edad: entre 65 y 69, entre 70 y 74, entre 75 y 79, y 80 o más años. Los resultados aparecen en la Tabla 5.

Como podemos comprobar por los resultados, las menciones por grupos de edad, son también muy semejantes, encontrándose apenas alguna diferencia significativa como son las que obtenemos entre el grupo de 65-69 años y el de 70-74, en su consideración de importancia de contar con buenos servicios (z= 2,05 1; p < 0,05); entre el grupo de 70-74 años y el de mayores de 80, en lo referente a que las buenas relaciones sociales y familiares son importantes para la calidad de vida (z=2,004; p<0,05); y entre el grupo de 75-79 años y el de mayores de 80, en la referencia que hacen de que la buena salud es un ingrediente prioritario de la calidad de vida (z= 1,998; p < 0,05).

Todos estos resultados hablan en favor de una gran consistencia intergrupos en el concepto "popular" de calidad de vida; este es muy semejante en los dos sexos, en los distintos grupos de edad y en distintas condiciones socioeconómicas.

Asimismo, con el fin de tener una primera aproximación a su calidad de vida según es percibida por los propios sujetos, con base en el concepto "popular", se les preguntó en la entrevista cuáles de los aspectos mencionados se cumplían, realmente, en ellos. La Tabla 6 nos muestra los resultados por edad, sexo y nivel de ingresos.

Si nos fijamos en la columna del total, la característica que más dicen cumplirse es la de valerse por sí mismo (en un 77 % de los casos), seguida de tener una buena vivienda y de poseer unas buenas relaciones interpersonales. Las características que menos se cumplen son la opción a conocer cosas nuevas (sólo en un 19 % de los casos) y el nivel de ingresos (que sólo consideran que es adecuado un 34% de los sujetos). Así pues, parece poder concluirse que, excepción hecha de tener una buena pensión, una mayoría de las personas mayores consideran que tienen buena salud, habilidades funcionales y satisfactorias relaciones interpersonales, lo cual debería determinar contar con una adecuada calidad de vida al menos para más de un 60% de población mayor.

En relación con las diferencias encontradas en cuanto a nivel de renta, sexo y edad, cabe destacar que el nivel de ingresos no parece afectar el cumplimiento sobre los elementos de calidad. Analizando los porcentajes por grupos, en función de los ingresos no encontramos diferencias significativas entre ellos. Así, respecto a la variable sexo, sólo encontramos dos aspectos diferenciales significativos: en cuanto a que hay más hombres que mujeres que consideran que tienen buena salud (z= 2,206; p < 0,05); y también hay más hombres que mujeres que consideran que su medio ambiente goza de calidad (z = 2,206; p < 0,05).

Por lo que se refiere a la distinción realizada por grupos de edad, es donde nos aparecen más diferencias significativas, debidas fundamentalmente al grupo 3 (75-79 años) y en los aspectos de satisfacción por la vida, calidad del medio ambiente y opción a conocer cosas nuevas, en los que difiere con el grupo 2 (70-74 años) (z=2,542; z=3,755; z=2,836; p<0,05 respectivamente). Asimismo, el grupo 3 (75-79 años) difiere con el grupo 1 (65-69 años) en calidad del medio ambiente (z = 2,592; p < 0,05) y en "opción a conocer cosas" (z = 2,29; p < 0,05). El grupo 3 (75-79 años) difiere también con el 4 (= > 80 años) en calidad del medio ambiente (z = 3,084; p < 0,05). Por otro lado, el grupo 1 (65-69 años) difiere del grupo 2 (70-74 años) en la satisfacción por la vida (z = 2,096; p < 0,05) y, el grupo 2 (70-74 años) al 4 (= > 80 años) (z = 2,443; p<0,05) difieren en satisfacción por la vida y, este último, en "mantenerse activo" (z = 2,216; p < 0,05).

Cuando aparecen diferencias entre los grupos, en función de la edad, observamos que estas diferencias suelen ser a favor del grupo 2 (70-74 años) cuando se compara a este grupo con otros, y en detrimento del grupo 3 (75-79 años) cuando las diferencias aparecen con este grupo.

Estos resultados son incongruentes con otras muchas observaciones que ponen de manifiesto el lento y paulatino decremento en salud y en autonomía según aumenta la edad, apareciendo, sin embargo, en estudios de estas mismas características en los que la muestra se recoge por el sistema "puerta a puerta" (ver Fernández-Ballesteros, 1992b). Hay que suponer que en estos casos los muy mayores no se prestan a ser encuestados cuando tienen problemas de salud o de valerse por si mismos lo cual ha de haber contaminado nuestros resultados relativos al análisis por edad.

Por otra parte, entresacamos del cuestionario preguntas relativas a cada una de estas variables, obteniendo un total de 47 ítems relativos a la salud, la habilidad funcional, actividades, pensión, relaciones sociales, servicios sociales, vivienda, satisfacción de la vida, conocimientos, y calidad del medio ambiente con los que realizamos un análisis factorial, con la intención de comprobar si éste se ajustaba a nuestro concepto teórico y/o "popular" de calidad de vida.

El análisis factorial presentado en la tabla 7 arroja 9 factores, con autovalores superiores a la unidad y saturación mayor de .40, que explicarían el 85,69 % de la varianza del espacio de los datos, y una medida de consistencia de 0.9554 (Theta de Carmines)

El primer factor se corresponde con actividades de "valerse por si mismo" (AVD1) como: ir de compras, andar, hacer la comida, caminar o ir de visita.

El segundo factor lo podríamos denominar de "servicios sociales", pues en él saturan únicamente los ítems relacionados con la evaluación de los servicios: autonómicos, locales, centrales y privados.

El tercer factor está saturado por ítems relativos también, a "habilidades funcionales" (AVD2) tales como: ir de compras, tareas del hogar, hacer recados y actividades manuales. La diferenciación entre el factor 1 y 3 parece relacionada con las diferencias presentes en la literatura concerniente a los AVD1 y II ("actividades de la vida diaria" que requieren distintos niveles de habilidad funcional; ver, por ejemplo, Fernández-Ballesteros, Izal, Montorio, González y Díaz, 1992).

El factor 4 es un factor de "satisfacción social". En él saturan los ítems en los que se miden las relaciones de los sujetos con diferentes grupos de edad.

El factor número 5 entraña un factor de "salud". En él saturan los ítems relativos a las preguntas sobre: declive de salud, declive físico, y mental, la salud y la valoración sobre salud personal en comparación con otros de su edad.

En el factor 6 saturan sólo dos ítems: buenas relaciones y vivienda. Es un factor que podríamos denominar de "entorno" en su aspecto psíquico y físico.

El factor 7 parece poder ser definido como "factores culturales" en un sentido personal. En él saturan los ítems relativos a ir a espectáculos, leer, hacer excursiones, actividad cultural y el nivel de estudios.

El factor 8 es un factor que podríamos denominar de "actividad de ocio". En él saturan los ítems: ver la televisión, oír la radio, ir a la iglesia y caminar.

Por último, en el factor 9, recoge también elementos introducidos en la evaluación de las "habilidades funcionales": cuidar de su aspecto físico, manejar dinero, tomar medicamentos y utilizar el teléfono.

Es de señalar que tan solo cinco de los ítems con los que se realizó el análisis factorial no saturan en ninguno de los factores hallados: mantenerse activo, cuidar niños, hacer visitas, jugar y la pensión económica.

La estructura factorial obtenida corrobora, en buena media, tanto el modelo multidimensional del que partimos como el "popular" hallado en la muestra entrevistada. Así, factores personales como habilidades funcionales (presentes en el factor 1, 2 y 9), salud (factor 5), relaciones sociales (factor 4) y actividades de ocio (factor 8) emergen como aspectos que dan cuenta de las elecciones de los sujetos. En la misma medida, factores socioambientales como calidad de los servicios sociales (factor 2), calidad del ambiente (factor 6), factores culturales entretejidos con actividades culturales (factor 7) emergen como aspectos relevantes socioambientales.

Dos elementos de nuestro modelo no se ven reflejados en la estructura factorial: de un lado satisfacción por la vida y, de otro, las condiciones económicas. Tal vez ello se deba a que ambos aspectos han sido pobremente evaluados a través de un sólo elemento cada uno. El primero de ellos aparece saturando el factor 1 correspondiente a. habilidades funcionales y el segundo satura por debajo de nuestro punto de corte (0.40). Dado que en nuestra muestra aparecía un muy reducido número de sujetos con renta alta (5 sujetos, 51 sujetos no declararon su renta) pensamos que ello ha involucrado estos resultados.

En resumen, a partir de una conceptualización teórica de calidad de vida, hemos tratado de explorar su concepto "popular". entendiendo por tal las valoraciones recibidas por los sujetos de nuestra muestra sobre los distintos elementos teóricamente comprometidos. Salud, valerse por sí mismo, tener una buena pensión y buenas relaciones familiares y sociales han sido los ingredientes fundamentales de la calidad de vida de los mayores vista por ellos mismos. Esta misma conceptualización se contrasta tomando distintas submuestras en función del sexo, la edad y la condición socioeconómica. Cuando interrogamos sobre cuáles de esos aspectos de la calidad de vida se cumple en ellos, se aprecia que, en conjunto, un elevado número de sujetos informan contar con una buena calidad de vida no encontrándose apenas diferencias significativas según los subgrupos. Este hecho puede ser explicado por el modo de obtención de los datos (mediante encuesta puerta a puerta). Finalmente, la estructura factorial arrojada corrobora, en buena medida, la bondad de las dimensiones propuestas en la evaluación de la calidad de vida así como la multidimensionalidad de este concepto.

 

BIBLIOGRAFIA

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