DOSSIER

 

Bienestar social y calidad de vida

Con el número que cierra el segundo año de nuestra revista hemos querido empezar a abordar en el Dossier uno de los temas más cruciales en relación con los objetivos editoriales: los aspectos psicosociales más amplios y básicos relacionados con esa realidad, que es siempre al mismo tiempo aspiración, y que conceptualizamos como "calidad de vida".

Las publicaciones disponibles en lengua castellana sobre esta temática siguen siendo sorprendentemente escasas, manteniéndose la también escasa producción propia que ya apuntaron hace algunos años algunos autores (Blanco, 1985; Blanco y Chacón, 1985; Casas, 1989), en contraste con la gran producción editorial que se observa en el área anglosajona. El resultado es que muchos profesionales de la intervención social desconocen tanto los orígenes teóricos psicosociales, como las investigaciones, como las implicaciones empíricas de este concepto.

La complejidad teórica del concepto hace que se refiera a una realidad difícil de aprehender en su globalidad. Es por ello (además de por las obvias limitaciones de los recursos disponibles para investigar fenómenos sociales tan amplios) que no es de extrañar que las investigaciones se hayan concentrado en la calidad de vida en ámbitos muy delimitados (en el mundo del trabajo, por ejemplo), o referida a conjuntos de la población muy específicos (los ancianos en contextos residenciales, por ejemplo).

Con todo, el uso del concepto en el seno de las ciencias sociales dista mucho de tener la ambigüedad y polivalencia que se observa en su uso cotidiano. Ya para los primeros científicos sociales que abordaron decididamente su más amplio estudio, con el inicio de la década de los 70, la calidad de vida siempre incluye el bienestar psicológico, o, en otras palabras, debe tener en cuenta las percepciones y evaluaciones de las personas en relación a las realidades en que participan y a los servicios que se les prestan. Es decir, las evaluaciones de la calidad de vida deben incluir las tan a menudo mal llamadas "mediciones subjetivas" de la realidad, que no son (o deben ser) subjetivas. sino referidas a fenómenos psicosociales.

Para introducimos a fondo en estas reflexiones hemos contado con dos colaboraciones de alto nivel, muy distintas, pero a la vez muy complementarias.

En primer lugar, el profesor Michael Argyle, emérito por la Universidad de Oxford, y pionero entre los psicólogos sociales en el estudio de la felicidad humana, nos presenta una síntesis del estado de las elaboraciones teóricas en relación con la calidad de vida, en base a datos disponibles de distintas investigaciones. El carácter introductorio y sintético de su presentación no deja de señalar los campos con mayores desarrollos actuales, evidenciando también las aún grandes lagunas existentes.

En segundo lugar, el equipo de la Universidad de Granada dirigido por el catedrático de psicología social, Prof. Dr. Andrés Rodríguez nos presenta la temática a través de un análisis mucho más amplio, en su claro contexto socio-histórico, y al entorno de la noción de bienestar social. Este artículo tiene además el valor de apuntar algunos de los problemas críticos, tanto epistemológicos como metodológicos, que aborda o debe abordar el estudio de tal fenómeno.

Deseamos no sólo que ambas lecturas sean ilustrativas para nuestros lectores, sino que sean productivas y les animen a continuar tratando la temática, tanto desde la vertiente de los análisis teóricos, como desde la de sus desarrollos aplicados. Nuestra revista quiere seguir mirando particularmente en esa dirección.