DEBATE

Nuevas fuentes de estrés en los varones homosexuales: La aparición del SIDA


New Sources of Stress in Homosexual Males: the Appearance of AIDS

Margarita Ortiz-Tallo Alarcón

Profesora Asociada del Departamento de Psicología Social y de la Personalidad Facultad de Psicología. Campus de Teatinos. Universidad de Málaga


RESUMEN

PALABRAS CLAVE

ABSTRACT

KEY WORDS

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

La aparición del virus del SIDA en nuestra sociedad ha sido un fuerte impacto en la comunidad de los varones homosexual.

Nuevas fuentes de estrés aparecen en la última década para las personas con esta orientación del deseo sexual.

En este artículo hacemos una revisión acerca de los nuevos estresores y aportamos apunas ideas para aumentar la calidad de vida de los afectados.

PALABRAS CLAVE

Homosexualidad. Estresores. SIDA

ABSTRACT

Discovering AIDS in our society has meant a hard blow to the homosexual male community.

New sources of stress appeared in the last decade to people with this sexual need.

In this article we revised the new stressing elements and and we give some ideas to improve this people's quality of life,

KEY WORDS

Homosexuality. Stressors, AIDS.

 

Las actitudes de la sociedad ante distintas formas de relación sexual han ido variando lentamente en los últimos veinte años hacia una mayor apertura y permisividad. La homosexualidad, es una forma de relación que ha suscitado grandes controversias a lo largo de la historia y que durante mucho tiempo fue considerada una anormalidad psíquica. Podemos decir que en su mayoría fueron aspectos filosóficos y religiosos, no científicos, los que influyeron decisivamente en la consideración por parte de estudiosos del tema de la homosexualidad como patología.

No fue hasta el año 1974 que la Asociación Norteamericana de Psiquiatría decidió por mayoría no seguir considerando el comportamiento homosexual como una entidad patológica sin embargo este cambio no fue asumido por todos los países y en concreto en España siguió, siendo considerada una anormalidad psíquica durante más tiempo. Lógicamente los ciudadanos de a pie guiados generalmente por lo que la ciencia marca tardaron más en asumir ese cambio de actitud.

Al tener la homosexualidad una historia anterior de marginación y consideración patológica o enfermiza no ha sido fácil para la sociedad el formarse una opinión distinta a la tradicional.

Es fácil encontrarnos con personas que intelectualmente aceptan la homosexualidad y son permisivos con las personas que practican este comportamiento, sin embargo cuando les afecta más directamente, como en el caso de tener un hijo homosexual la actitud puede variar. En este sentido, en un estudio realizado por la Asociación Pro Derechos Humanos sobre la imagen social de la homosexualidad en España, se recogía que la homosexualidad era considerada un derecho fundamental de la persona para el 67% de los encuestados, pero descendía este porcentaje hasta un 33% cuando se trataba de aceptar tener un hijo homosexual.

Esta falta de aceptación social ha supuesto grandes sufrimientos psicológicos en los más directamente afectados, estos son, todas aquellas personas a las que su orientación del deseo les ha hecho sentirse homosexuales. En muchas ocasiones son ellos mismos los que tienen una actitud de rechazo hacia sus propios sentimientos, surgiendo así la consideración de la homosexualidad egodistónica.

La aparición del SIDA afectando principalmente en un principio a varones con comportamientos homosexuales, ha hecho que tanto la sociedad como muchos de ellos mismos se pregunten de nuevo acerca de esta orientación sexual y su estilo de vida.

Como ya he comentado en otros momentos (Ortiz-Tallo Alarcón, M., 1993) uno de los efectos importantes del estilo de vida del homosexual como consecuencia de los condicionantes ambientales y de las actitudes de la sociedad es el miedo a que otros descubran su homosexualidad. En general sienten una enorme ansiedad a la pérdida de su anonimato. Con la aparición del SIDA este miedo se ha agravado enormemente. En la actualidad en muchas de las ocasiones son descubiertos precisamente al ser diagnosticados de alguna de las enfermedades producidas por el virus de la inmunodeficiencia.

La situación actual de los homosexuales varones se ha complicado gravemente, al sufrimiento frecuente por tener unos comportamientos sexuales que pueden no estar en consonancia con sus propias actitudes y sentimientos y al miedo a la pérdida del anonimato viene a añadirse el temor racional, en muchos de los casos, de haber podido ser contagiados de un virus que en estos momentos produce una enfermedad mortal. Como vemos su ajuste emocional está siendo sometido a una gran fuente de estrés que puede llegar a desencadenar diversos cuadros patológicos.

Voy a comentar algunas de las nuevas fuentes de estrés a las que están sometidas estas personas desde la aparición del SIDA

En primer lugar vamos a considerar como fuente de estrés la falta de apoyo social, En el estudio realizado en Málaga (1990) encontramos que la reacción ante el diagnóstico del SIDA está teñida de matices sociales. Los pacientes diagnosticados de portar el virus, independientemente de la forma en la que hayan sido contagiados piensan que serán rechazados por la mayoría de la gente si ésta conociese su infección. Curiosamente en este estudio este rechazo no estaba confirmado por la realidad, ya que el miedo les llevaba a no comunicar el diagnóstico.

Las personas contagiadas por vía sexual a consecuencia de reacciones homosexuales se ven a sí mismas como grupos marginales que padecen una enfermedad no aceptada socialmente. En este sentido encontramos algunos estudios que parecen confirmar sus miedos. Notermans y cols. (1988) en una investigación realizada en San Francisco aplicaron un cuestionario sobre actitudes ante el SIDA a estudiantes entre doce y dieciocho años que reflejó que las actitudes generales hacia los pacientes eran positivas pero cuando se les preguntaba acerca de la homosexualidad éstas eran negativas en su mayoría. alegando que para paliar el SIDA había que hacer desaparecer la homosexualidad. Royse (1989) en un estudio realizado en Kentucky con 161 estudiantes de enfermería encuentra que el miedo y el rechazo al SIDA van muy unidos a la homofobia.

Los homosexuales han sido el colectivo que más ha sentido la marginalidad, probablemente por haber sido considerados durante un tiempo los causantes y propagadores de la enfermedad. El que los primeros casos descritos fueran sujetos con esta forma de comportamiento sexual parece haber marcado definitivamente las actitudes de la población.

Desde hace ya varios años los estudiosos del tema hacen hincapié en la enorme importancia del conocimiento de la enfermedad para que exista un menor rechazo social (Polan, 1989). El transmitir una información adecuada también ha sido un objetivo importante para prevenir desajustes psicológicos en las personas afectadas y en aquellos que a pesar de no estar contagiados por el virus, por su estilo de vida sexual pueden desarrollar miedos que les lleven a estados fóbicos o a trastornos por ansiedad en general.

Una segunda fuente de estrés en relación con la anterior es el miedo al descubrimiento de su orientación sexual por parte de familiares y amigos íntimos. Cualquier enfermedad física supone para el que la padece una posible debilidad psicológica, bien sea con la aparición de sentimientos depresivos o la aparición de trastornos por ansiedad ante la nueva situación. Esto es mucho más rotundo siempre en una enfermedad grave con caracteres letales y que el propio paciente conoce. En esta situación el apoyo emocional que pueden facilitar los familiares y amigos más cercanos es de vital importancia, para que el estado anímico del paciente no agrave la situación física. Los homosexuales contagiados del virus del SIDA suelen recibir el diagnóstico solos, teniendo que enfrentarse posteriormente a transmitírselo a sus allegados con el consiguiente descubrimiento de la vía de contagio.

Un paciente de 22 años me comentaba con dolor cómo cuando enterado del diagnóstico y con temor a contárselo a su familia ya que desconocían sus relaciones homosexuales se decidió finalmente a contárselo a una amiga que sabía de su orientación sexual. Su amiga pareció comprenderle pero dejó de llamarle y relacionarse con él. El chico pensando que había elegido mal a su confidente se atrevió a confiarle su secreto a otra buena amiga casada. El marido no le permitió que volviera a verlo. Este tipo de situaciones se han repetido con bastante frecuencia en nuestra sociedad sobre todo en los primeros años en los que el mayor desconocimiento y el miedo al contagio han favorecido enormemente el rechazo. A pesar de ello, finalmente es la familia la que termina aceptando la nueva situación pero siempre después de que sea el propio afectado el que trate de animarles o hacerles comprender su condición homosexual. Como vemos el esfuerzo que les estamos pidiendo a personas que lo que necesitan en ese momento es un apoyo emocional incondicional es grande.

Un tercer aspecto de vital importancia que debemos tener en cuenta los psicólogos son las reacciones emocionales que se producen. Las reacciones emocionales de estas personas están en consonancia con la gravedad de los problemas que puede llegar a producir el virus. Lógicamente los más afectados, son en primer lugar los enfermos y portadores. Morin, Charles y Malyon, psicólogos del hospital general de San Francisco, ciudad en la que se concentran grandes comunidades gays, ya planteaban en el año 1984 la necesidad de abordar los problemas emocionales de los homosexuales diagnosticados de portar el virus del SIDA Estos psicólogos piensan que la necesidad de estos pacientes de apoyos emocionales es mayor que en el caso de otras enfermedades. Las reacciones psicológicas que con más intensidad aparecen incluyen miedo al rechazo social y familiar, sentimientos de culpa, menor autoestima una constante incertidumbre acerca del futuro. El miedo aparece como constante en cada uno de los sentimientos, miedo a ser rechazado, miedo a padecer distintas enfermedades, miedo a la muerte.

Pero estos miedos no son exclusivos de enfermos y portadores. Todo el colectivo homosexual se ha visto afectado en mayor o menor medida con la aparición de la nueva enfermedad. La incertidumbre acerca del futuro aparece también como una constante en los que no padecen ninguna enfermedad relacionada La mayoría ha visto morir a algún amigo o persona conocida, algunos incluso la han visto tan de cerca que se ha llevado a sus parejas. La angustia no acaba cuando se realizan las pruebas porque aun en el caso de no dar positivos en el análisis se les recomendará para mayor seguridad que se realicen otra prueba en un tiempo determinado. La dura realidad es que es difícil que un homosexual de vida sexual activa no haya pasado por la experiencia de conocer a alguien que esté padeciendo alguna enfermedad que le haga sospechoso de estar contagiado del virus.

Como sabemos los cuadros de ansiedad cursan con síntomas físicos que pueden ir desde la alteración del ritmo cardíaco y excesiva sudoración hasta reacciones más complejas en las que la pérdida de peso, las erupciones cutáneas o la aparición de fiebre puedan hacer confundir estos síntomas consecuencias de un estado psicológico con un cuadro de enfermedad física producido por el virus. Desde mi punto de vista evitar en lo posible o paliar las reacciones emocionales intensas ayudaría a toda persona implicada a un menor riesgo de enfermedad así como a rebajar enormemente el sufrimiento.

Por último querría hacer algunos comentarios y reflexiones sobre los cambios de comportamientos sexuales que ha supuesto la aparición del virus en las sujetos homosexuales.

Desde que se conocieron con exactitud las vías de contagio del Virus de la Inmunodeficiencia Humana se ha tratado de transmitir a la población la necesidad de cambiar ciertos comportamientos que implican riesgo de contagio. Las relaciones sexuales promiscuas entrañan mayor riesgo ya que aumentan las posibilidades de contagio. En general, los homosexuales tienden a ser más promiscuos en sus relaciones. Quizá el hecho de que su orientación sexual sea una pesada carga para muchos de ellos puede ser uno de los motivos para que le den a las relaciones sexuales gran importancia. Masters y Johnson (1988) dicen que el cambio frecuente de parejas para ellos tiene un gran poder afrodisíaco. En lo que parecen coincidir todos los estudios es que el número de parejas en su vida suele ser bastante mayor que el de los sujetos heterosexuales. Esto podría tener que ver con que los dos miembros de la pareja a la que nos referimos son varones y los varones en general también parecen ser más promiscuos que las mujeres por lo que en el caso que nos ocupa el sexo de los implicados puede estar influyendo en la mayor frecuencia de las relaciones.

La aparición del SIDA ha provocado en muchos de ellos un cambio significativo en sus hábitos sexuales. Kaplan (1989) hizo un estudio durante cinco años en Atlanta (EE.UU.) de un grupo de 75 personas seropositivas con relaciones homosexuales, encuentra que todos ellos descendieron notablemente en el número de parejas con las que se relacionaban sexualmente así como en el número de contactos sexuales. Este descenso dependía de la historia anterior de los sujetos. Aquellos de mayor promiscuidad previa iban rebajando paulatinamente el número de parejas, a la vez que tomaban precauciones consideradas como de sexo seguro, mientras que las personas con una sola pareja cambiaban su forma de relacionarse con ellos o se abstenían de éste tipo de relaciones. En este mismo sentido, ya hace unos años que distintos estudios realizados en San Francisco, ciudad en la que se asientan grandes comunidades gays defendían la hipótesis de que los varones homosexuales en general han variado sustancialmente sus comportamientos sexuales ante la amenaza del SIDA (Bochow, 1988; Moss, 1989; Stempel, 1992; Willoughby, 1988). Esto ha quedado absolutamente confirmado en la evolución de las estadísticas oficiales acerca de las personas enfermas y la vía por la que habían sido contagiadas. Podemos ver en las estadísticas oficiales como ha descendido considerablemente la proporción de personas contagiadas por esta vía.

En algunos de los estudios nos encontramos que este cambio de comportamiento en las personas que ya han sido diagnosticadas de portar el virus o que han padecido alguna enfermedad relacionada ha supuesto dejar de tener relaciones sexuales, esto es, renunciar a un aspecto importante de su persona (Ortiz-Tallo, 1990; Kaplan, 1988).

En este sentido parece que se está consiguiendo gracias a las campañas preventivas y a la información transmitida que reduzcan las relaciones sexuales o en muchos casos que dejen de tenerlas. Sin embargo, creo que debemos preguntarnos a costa de cuántos sufrimientos personales lo hacen realidad y si encuentran alternativas de relación y comunicación sexual que les haga mantener su equilibrio. En esta línea la intervención de los psicólogos no debería acabar una vez conseguidos los cambios conductuales que implican riesgo, esto era la mayor urgencia, debemos dar información y establecer las pautas adecuadas para conseguir una calidad de vida en la que no todo sean renuncias y sufrimiento y en la que se den las alternativas viables en cada caso.

 

BIBLIOGRAFIA

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KAPLAN, J. E. (1989): "Reduction in high-risk sexual activity in homosexual men with hivassociated lymphadenopaty syndrome". Center for disease control, Atlanta, GA. USA.

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ROYSE, D. (1992): "Homophobia and attitudes towards AIDS patients among medical nursing and paramedical students" Psychological Reports. Vol. 62. 867-870.

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