EXPERIENCIA
PRESENTACION
- Algunas especificaciones a considerar
- Características y necesidades de las personas mayores
- Ultimas consideraciones
LA CONTRATACION EXTERNA DE SERVICIOS COMO VIA DE COLABORACIÓN ENTRE LA ADMINISTRACION Y LA INICIATIVA PRIVADA LOS SERVICIOS SOCIALES PUBLICOS, Y PRIVADOS EN EL MARCO DE LA NUEVA EUROPA
Abordar el problema de la estructuración de las sociedades desarrolladas intentando establecer la posición óptima entre el sector público y el mercado o el sector privado de cara a las necesidades y demandas de la tercera edad es un asunto complejo del que difícilmente se puede salir airoso. Todo ello con independencia y dando por supuesto que faltaría una tercera pieza clave en la estructura organizacional de la provisión de servicios de tipo social como son las organizaciones civiles y que inicialmente no abordamos en esta reflexión más que de pasada.
En este artículo intentaré abordar estas cuatro cuestiones:
Algunas consideraciones generales sobre el diálogo público-privado y sobre los posibles límites, fruto de una "comparación" entre los dos sectores.
Un breve análisis cualitativo sobre las necesidades y demandas formuladas por las personas mayores.
La contratación externa de servicios como vía de colaboración entre la Administración y la iniciativa privada.
La necesidad de ir configurando un nuevo sistema de provisión de servicios de bienestar en el marco de la nueva Europa.
La dinámica del cambio social ha ido modificando y difuminando las fronteras entre lo que se denomina sector público y privado. Las continuas interconexiones parecen obligar a abrir un debate de reflexión sobre aquello que define uno y otro sector y la naturaleza de las relaciones que se van introduciendo.
Como hemos ido comprobando en otras áreas, la misma evolución de los hechos va llevando muchas veces, de manera no programada y sí bastante casual a situaciones nuevas. Encontrar nuevos elementos conceptuales que nos ayuden a comprender esta nueva realidad y que permitan cierta programación y definición puede evitarnos la sensación de constante provisionalidad o de no tener rumbo fijo en cuanto a la necesaria redefinición del marco de bienestar social que entre todos debemos configurar.
Me gustaría, en primer lugar, situar el marco en el que se establece el diálogo, para muchos confrontación, cada vez más intenso y profundo entre ambos sectores.
Son diversos los escenarios de este diálogo y conviene aclarar en cuál de ellos se sitúa la discusión en cada momento en orden a evitar errores o malos entendidos.
De esta multiplicidad de escenarios me gustaría destacar los siguientes:
El escenario ideológico. El que recoge y sintetiza más principios y banderas (libertad, justicia, progreso, igualdad ... ), supuestamente el escenario más fundamental, pero probablemente el más empobrecido en los últimos tiempos. La propia evolución internacional y el acercamiento de posiciones ideológicas lo ha relegado a un discreto segundo plano. Aunque pueda parecer, en una primera impresión, que el gran derrotado por la historia ha sido lo público, es más realista reconocer que la partida ha quedado en tablas. Público y privado coexisten y la opción más inteligente es no discutir esa convivencia
Un segundo enfoque de debate es el escenario político. Se trata de dirimir el reparto del poder dentro de la estructura organizacional. Dirimir qué cuota de poder sobre el conjunto de la sociedad se socializa a través del Estado. Este es un debate en el que lo que se cuestiona no son principios, sino cantidades y por tanto es un debate permanente y recurrente.
En este momento en España las posturas ante el Estado del Bienestar llena de manera diaria y sistemática gran parte de la información escrita. Como decía un articulista recientemente en la "Gaceta de los Negocios" 1o que se discute no es cuánto debe crecer el Estado, sino cuánto debe reducirse".
En síntesis, las posturas serían las siguientes: la izquierda quiere reformar el Estado del Bienestar para salvarlo, en tanto la derecha o los neoliberales lo que desean es desmantelarlo.
Los primeros extienden los beneficios de la asistencia estatal tanto a quienes los necesitan como a quienes no (universalización), y los segundos, en el mejor de los casos, limitan la cobertura asistencial a quienes no pueden obtenerla en el mercado.
Un tercer escenario es el escenario competencial. La discusión se centra en este caso en encontrar la legitimidad que da soporte a la asignación de espacios de competencia. Quién tiene que hacer qué, cuáles son las competencias de cada cual, qué funciones debe cumplir, dónde están los límites de las distintas competencias. En síntesis, qué espacios son legítimamente asignables a cada sector.
Un cuarto escenario es el escenario productivo. La discusión se centra en quién es más idóneo para garantizar el proceso de producción del bien o servicio de que se trate. No hay mucha discusión acerca de quién debe asegurar la existencia de una red de autopistas, ni se discute quién puede garantizar mejor la adecuada construcción de las mismas. Pero por desgracia esta asignación productiva no es siempre tan clara. La discusión es permanente en cuanto al teléfono, el correo, el sistema penitenciario y también en el ámbito que nos ocupa de los servicios sociales.
Parece claro que el Estado debe ser el garante de ese espacio de bien o de bienestar común, que tiene que regular las reglas del juego y también disponer de sistemas de control y supervisión, pero es discutible que la provisión de determinados bienes y servicios tenga que ser exclusivamente del sector Público.
Por último podríamos hablar del escenario gestionario, cercano al productivo, pero distinto. Lo que aquí se discute es cómo deben hacerse las cosas. Cuáles son los mejores sistemas para garantizar una mayor economía, eficacia y eficiencia.
Este es el debate más engañoso y virulento que parte de apriorismos tales como que los servicios que presta el sector público no es tan económico, ni eficaz ni eficiente como el sector privado y que las cosas alcanzan su optimización o bien cuando el servicio se deja en manos de estructuras privadas o bien cuando el sector público mimetiza, internaliza al privado.
Quizás existan otros enfoques en este debate pero el repaso creo que puede ser suficiente para hacer una primera afirmación: la confrontación y/o diálogo entre público y privado se centra cada vez más en el ámbito competencial y gestionario y menos en opciones ideológicas o incluso políticas, donde no hay tanto margen de maniobra.
Por otro lado, no querría acabar este primer apartado sin incorporar al debate posterior algunas notas diferenciales de ambos sectores, que a veces se deducen de cualquier intento de comparación. A saber:
¿Qué ocurre en el sector público? Que el referente no es el individuo, es el colectivo, es el interés colectivo. La función del sector público es manejar acuerdos entre intereses sin la posibilidad de poder recurrir muchas veces al precio como elemento de decisión.
El sector público no puede hacer esta opción, y dentro del colectivo global de la tercera edad que nos ocupa tiene que encontrar la manera de conseguir que los recursos disponibles se distribuyan de forma equitativa entre las distintas necesidades sin posibilidad de utilizar mecanismos simples de asignación de recursos.
Por tanto, ¿cómo comparar las eficacias o deficiencias de cosas que funcionan con reglas de juego tan distintas?
Por otro lado, ¿quién puede cortar con bisturí los límites entre el sector público y privado (p.e., en la prestación de servicios sociales) cuando la "franja difusa" o el territorio común ha tendido a ampliarse y donde la consolidación de necesidades hasta hace poco sólo satisfechas por el sector público ha creado una demanda que ya es atractiva y solvente para el sector privado? (centros diurnos para mayores, enfermería a domicilio, teleasistencia, turismo para la tercera edad, etc.).
Por tanto, creo que el diálogo entre lo público y lo privado es posible y necesario y que estamos ante una función de complementariedad y colaboración cuyo engarce viene condicionado por:
- La necesidad de proveer de ofertas a infinitas demandas individuales y solventes de distintos e infinitos grupos (los distintos grupos de mayores") dentro del llamado sector de la tercera edad.
- La obligación de satisfacer necesidades de dimensiones colectivas que siempre necesitarán de la intervención del sector público compatible con la satisfacción de necesidades individuales que puede ser resuelto con mayor eficacia por el sector privado.
Es preciso pues que en el proceso de producción del bienestar social no sólo haya complementariedad, sino "voluntad de aprendizaje mutuo", con elaboraciones específicas e innovaciones sociales de cada sector en sus maneras de operar.
Y por otro lado, debe haber un proceso de "aproximación de responsabilidades" aprendiendo el sector privado a no desentenderse de los problemas colectivos. Siempre que el mercado quiera un respeto social y si aspira a consolidar su legitimidad y a legitimar sus beneficios.
NECESIDADES Y DEMANDAS DE LAS PERSONAS MAYORES
No voy a insistir en este punto en aspectos que ya han sido abordados con detenimiento en anteriores ponencias, como es el fenómeno del envejecimiento, los datos cuantitativos y las proyecciones demográficas.
Sólo me gustaría traer en este momento cinco datos fundamentales:
a) Que de aquí a siete años de los 6,2 millones de personas mayores de 65 años, más de un millón doscientas mil personas tendrán, en ese mismo período, más de 80 años. Es decir, el 20 por 100 del colectivo de mayores habrá experimentado un profundo proceso de envejecimiento interno.
Este fenómeno provocará no sólo la aparición de nuevas necesidades sociosanitarias, sino una generalización de demandas más costosas y especializadas por el previsible deterioro a niveles de autonomía personal, posibilidades de autocuidado, integración social y salud que conlleva la edad avanzada.
b) Que el ritmo de crecimiento de la población anciana será muy diferente en las distintas comunidades autónomas y provincias debido a las diversas estructuras de la población que actualmente soportan.
En un estudio proyectivo realizado por el Inserso se prevé para el año 2010 que Andalucía, Cataluña y Madrid concentrarán más del 46 por 100 de la población anciana española, siendo en estos momentos las menos envejecidas y las que no necesariamente disponen de mayores recursos sociales en estos momentos (incluso con déficits importantes en Andalucía, y preocupantes, por su nivel de desarrollo, en Cataluña).
e) Continuamente se está reformulando a la baja la edad de jubilación, edad que va modulando el mercado laboral y que produce que sólo un 25 por 100 de las personas que tienen un trabajo remunerado se jubilen a los 65 años. Lo demás son jubilaciones anticipadas. Apareciendo un nuevo colectivo cada vez más amplio de "Jóvenes jubilados" que con independencia "de su efecto carga" en la protección social del país, demandan servicios nuevos a la sociedad y con un mayor nivel de exigencia y calidad en los servicios.
d) De acuerdo con el Instituto de Demografía del CSIC se calcula que aproximadamente residen en España, de forma habitual, unos 500.000 ciudadanos extranjeros mayores de 65 años procedentes en su mayoría de países europeos.
Número que se puede incrementar progresivamente tras la aplicación de la Directiva de la Comunidad Europea (28-6-90) sobre derecho a la libre residencia.
Este fenómeno afectará mas a determinadas regiones costeras y actuará como multiplicador de la demanda de atenciones sociosanitarias y de más elevado nivel de exigencia.
e) Las necesidades derivadas del envejecimiento de la población se ven acentuadas, en parte, por otros fenómenos sociales, como por ejemplo los cambios operados en el rol social de las mujeres, que hace que la función de proporcionar cuidados a los mayores en el seno del hogar ("apoyo informal") que históricamente ha venido cumpliendo, esté disminuyendo y tenga por ello que ser sustituido.
Este fenómeno provocará un rápido crecimiento de los cuidados sustitutivos: ayuda a domicilio, estancias diurnas, estancias nocturnas, teleasistencia, centros de día, etc.
Las diversas investigaciones sociológicas que recientemente se han ido publicando sobre la situación social y las necesidades de las personas mayores y de sus familias nos da la siguiente radiografía.
Situación económica
Esta es la mayor preocupación de los mayores, si bien por parte de la Administración se ha hecho un innegable esfuerzo de mejora de la protección económica y de extensión a nuevos colectivos a través de la promulgación de la Ley 26/90 de 20 de diciembre por la que se establecen en la Seguridad Social pensiones no contributivas.
Las pensiones no son la única, pero sí la fundamental fuente de ingreso de los mayores.
De las 6.656.596 pensiones a 31-12-93, mas de cuatro millones setecientas mil son pensiones percibidas por mayores de 65 años.
Al finalizar el año 93 la pensión media de jubilación de la Seguridad Social percibida por mayores de 65 años estaba en torno a 65.000 pesetas. En caso de circunscribirnos, insisto, a los 3.049.737 pensionistas de jubilación. Si buscamos la pensión media de los que tienen más de 65 años, incluyendo ahora a los pensionistas de invalidez o viudedad pasaríamos a una cuantía promedio de 58.000 pesetas.
Por diversas razones (cotizaciones efectuadas, régimen aplicable a las pensiones, diferencial existente entre el incremento de las pensiones y de los salarios) los niveles de ingresos de las personas mayores tienden a deteriorarse conforme aumenta la edad, a la vez que empieza a tener un peso específico importante las pensiones asistenciales y las no contributivas.
Por el contrario, las pensiones medias de las nuevas altas van presentando unos datos muy interesantes de cara al poder adquisitivo de los nuevos jubilados.
También hay diferencias muy significativas en las cuantías medias de las pensiones en función del sexo, siendo prácticamente la de los varones el doble al de las mujeres. Todo ello, por supuesto, con independencia de la innegable constatación de que es la mujer la que maneja la pensión del cónyuge, aspecto de gran significación en estrategias comerciales y de lanzamiento de nuevos productos.
Salud
La otra gran preocupación de los mayores es su estado de salud.
De hecho, un 70 por 100 de las personas mayores de 65 años padecen alguna enfermedad o discapacidad, sea de origen físico, psíquico o sensorial.
De acuerdo con nuestros datos, los factores que más condicionan la autopercepción negativa de la salud son el estado civil (viudos/as), la escasa formación cultural y los bajos niveles de ingresos económicos.
Este ámbito de bienestar social está suficientemente cubierto por el Sistema Nacional de Salud, universal y gratuito, si bien la cobertura de los ancianos frágiles no es del todo correcta, no existe la tipología adecuada de las diferentes unidades geriátricas de las que debe disponer la red hospitalaria, existe una inadecuada utilización de camas de agudos, por mayores con enfermedades crónicas y no está ni mínimamente desarrollada la atención sanitaria a domicilio.
Tipo de convivencia
Más de un millón de personas mayores, en un alto porcentaje mujeres, viven solas: casi un 19 por 100 de los 5.400.000 mayores de 65 años.
La soledad es pues, junto con los problemas económicos y la falta de salud, una de las mayores preocupaciones de los mayores.
Estas faltas de convivencia diaria generan una problemática variopinta y exige respuestas, aún incipientes, como la teleasistencia, la ayuda a domicilio u otras tradicionales como viviendas tuteladas, centros residenciales, etc.
En cuanto a los que conviven con otras personas, indicar que el 53 por 100 de los mayores viven en sus domicilios particulares, compartiendo el hogar con su cónyuge y en su caso con los hijos no emancipados, y alrededor del 25 por 100 conviven con sus hijos ya emancipados o con otros familiares.
Aproximadamente un 3 por 100 viven en algún alojamiento colectivo o residencia.
Vivienda
Más del 60 por 100 de las personas mayores de 65 años viven en domicilios particulares; habitan una vivienda de su propiedad.
Conforme avanza la edad, aumenta considerablemente la proporción de mayores que residen en vivienda que son propiedad de sus familiares.
Un dato significativo es que la cuarta parte de los hogares de los ancianos tiene más años que sus propios ocupantes.
Las carencias más significativas en el equipamiento de las viviendas ocupadas por mayores son: el 25 por 100 carecen de agua caliente, el 21 por 100 no dispone de baño completo, el 31 por 100 no cuenta con teléfono, el 18 por 100 carece de lavadora y el 11 por 100 carece de ascensor en sus viviendas.
Nivel de estudios
Aproximadamente el 93 por 100 de las personas mayores no han cursado más que estudios primarios. Casi un 20 por 100 son analfabetos funcionales.
Algo más del 2 por 100 realizaron estudios secundarios y un 3 por 100 han cursado carreras de grado medio y universitarias.
La proporción de personas con déficits formativos aumenta con la edad, debido a los precarios niveles de escolarización existentes en su niñez y globalmente las mujeres cuentan con niveles formativos inferiores a los hombres.
Ocupación del tiempo libre
El empleo del tiempo libre está muy condicionado por el nivel cultural Más de la mitad de los mayores no leen nunca o casi nunca libros. Su principal fuente de información y de acceso a la cultura es la televisión (la inmensa mayoría la ve a diario) y la radio que oyen habitualmente un 54 por 100.
Sólo un 10 por 100 asisten a espectáculos, haciéndolo un 3 por 100 con asiduidad (especialmente cine). En torno a un 1 por 100 asisten a teatro y conciertos.
Las actividades de ocio preferidas son los paseos, acudir a un centro de convivencia (hogar o similar), hacer excursiones, juegos de mesa, hojear prensa y charlar con los amigos.
Una actividad progresivamente demandada es el turismo. El 30 por 100 de los mayores de 65 años son potencialmente clientes de un paquete turístico. Estos paquetes vacacionales son especialmente valorados cuando contemplan sus necesidades básicas de organización, seguridad, comodidad, etc., como es el caso de los programas del Inserso.
A pesar de que la imagen de las personas mayores está anclada en estereotipos negativos: "personas con escasos recursos, con nivel cultural bajo y con salud deficiente", es evidente que la realidad es mucho más plural; cada vez se aleja más del estereotipo y desde luego constituye un sector muy heterogéneo.
En cada una de las personas que incluimos como "Tercera edad" se relacionan múltiples variables: la edad, el sexo, la procedencia urbana o rural, el tipo de jubilación, los recursos económicos, la vivienda, el grado de dependencia, el nivel cultural, etc.
Constituye, pues, un sector muy segmentado y en mutación permanente donde sobresalen, además de su creciente peso cuantitativo sobre el conjunto de la población, dos tendencias muy positivas: a) su capacidad de consumo, y b) la autoconciencia de grupo.
a) Las personas mayores han pasado, en los últimos años, de ser el grupo con un nivel mayor de pobreza a ser el sector que más ha mejorado en estos últimos quince años.
El gasto dedicado a la vejez ha aumentado considerablemente, y las razones demográficas no son las más importantes, por lo que se puede afirmar que en este período ha habido un extraordinario avance en el terreno de la seguridad económica de la población mayor. De hecho, una importante parte del gasto social de España ("función protección económica y Seguridad Social"), que se puede cifrar ya en un 23 por 100 de nuestro P.I.B. va destinada a cubrir las pensiones de jubilación.
El nivel de renta de los mayores de 65 años oscila entre el 75 y el 95 por 100 de la renta nacional media y su nivel de vida se ha vuelto comparable o superior al de otros grupos de edad.
A ello hay que añadir el hecho de que los jubilados más jóvenes tienen unos ingresos más elevados que el resto, por lo que es previsible que el dinero disponible por este colectivo siga creciendo en los próximos años.
No olvidemos, además, el patrimonio que supone el que una gran parte de nuestros mayores disponga de una vivienda en propiedad.
b) La segunda tendencia señalada apunta a una creciente "conciencia de colectivo" y a unos mayores deseos de organizarse en participar en la sociedad.
Está surgiendo una nueva imagen de la tercera edad, donde hay una mayor autoestima y una mejor percepción por parte de la sociedad, a la vez que las personas mayores se asocian, a veces en estructuras con gran capacidad de presión social y política.
Los llamados agentes sociales ya no son sólo las tradicionales (organizaciones sindicales y empresariales), también se incorporan en las mesas de negociaciones y de concertación las organizaciones de pensionistas.
Esta autoconciencia viene acompañada de una atención creciente de la sociedad y de los sectores económicos. Estas mismas Jornadas constituyen una demostración palpable: Nace un nuevo mercado: La tercera edad.
Los recursos que puede generar son extraordinarios. De ahí que se institucionalice ya como colectivo y como interlocutor social y económico.
Como hemos indicado en el primer apartado de mi intervención, concebimos el sector público y privado como complementarios o como dos valores extremos de un "continuo" de categorías con situaciones intermedias.
No es necesario, por tanto, entrar en el "avispero" de discernir ¿qué servicios y prestaciones a la tercera edad son o tienen que ser exclusivos?, ¿cuáles pueden ser prestados por ambos?, ¿qué funciones son exclusivas de uno o de otro?
Creo que es más importante tener presente los efectos del entorno en el discurso de la responsabilidad pública, en la prestación de servicios al ciudadano y por otro lado marcar tendencias de quién puede en un momento dado gestionar mejor determinados servicios sacándolos fuera del sector público a través de diferentes respuestas.
La Administración en esta última postura mantiene como prerrogativa la titularidad de estos servicios y la función de tutela e inspección.
Esto asegura de esta manera que se alcancen los objetivos previstos y que se garanticen los principios que gobiernan el hecho público: efectividad, e universalidad, compensación de déficit, satisfacción del usuario y dinamización social
El incremento de la contratación externa como forma de gestión indirecta de servicios públicos de bienestar social constituye el mejor ejemplo de cooperación entre la Administración y la empresa privada, Esto es un hecho en determinadas áreas de la Administración. En el área de la salud la contratación externa de servicios representa un 10 por 100 de la cobertura sanitaria y en el área de educación en torno a un 30 por 100 de las plazas educativas, sin distinguir por niveles de enseñanza.
En servicios sociales hemos asistido en los últimos años, desde mediados de la década de los ochenta hasta nuestros días, a un fuerte impulso de la gestión de servicios a través de la iniciativa privada.
Veamos en qué sectores de la tercera edad se viene produciendo la contratación externa de servicios y con qué intensidad.
Programa de Residencias
Como es conocido, los centros residenciales facilitan la respuesta adecuada a los problemas de vivienda, salud, cultura y ocio de las personas de edad avanzada que viven solas o que no pueden ser atendidas por su familia, y muy especialmente a quienes padecen un cuadro invalidante que las incapacita para llevar una vida independiente.
A pesar del gran esfuerzo realizado en los últimos años se sigue arrastrando un fuerte déficit de plazas residenciales y existen desequilibrios regionales importantes.
Actualmente se estima que existen alrededor de 142.000 plazas, de las que un 40 por 100 son de promoción pública.
La ratio actual es de 2,63 plazas por cada cien personas mayores de 65 años. Para cubrir adecuadamente las necesidades existentes debería elevarse al menos hasta 3,5 plazas por cada cien mayores. (El promedio de la Comunidad Europea se sitúa en el 4 por 100.)
Por tanto, en este momento tenemos un déficit cercano a las 50.000 plazas. Teniendo en cuenta las proyecciones demográficas para el año 2000, necesitaríamos incrementar en 100.000 el número de plazas si queremos alcanzar el objetivo propuesto del 3,5 por 100.
Estamos hablando de una inversión (sin contar el coste del terreno) cercana a los 600.000 millones de pesetas, que podrían, además, generar más de 50.000 puestos de trabajo.
Existe, desde luego, por parte de nuestro Ministerio de Asuntos Sociales, a través del Inserso, un plan cuatrienal de inversiones en virtud del cual seguimos construyendo residencias, habiendo en este momento un total de 23 residencias en distintas fases de ejecución, lo que va a suponer una oferta adicional de 4.000 nuevas plazas. A este Plan hay que sumarle las que se generan a través del Plan Gerontológico, en cooperación con las comunidades autónomas y que supondrían a corto plazo disponer de otras 2.000 nuevas plazas públicas.
A pesar de este esfuerzo, ente que estamos ante una tarea de todos y que tanto la iniciativa pública como la privada deben promover durante estos siete años el mayor número de plazas posibles.
Para asegurar la puesta en marcha de centros y colaborar con la iniciativa privada, tanto con fin como sin fin de lucro, el Inserso desde 1989 (O. M. de 12-7-89) puso en marcha la concertación de plazas residenciales tanto en centros de tercera edad como de minusválidos.
Fruto de esta normativa se han hecho hasta la fecha 78 conciertos, siendo el 40 por 100 con empresas privadas de iniciativa mercantil. Casi 3.000 plazas concertadas, de las cuales el 54 por 100 (1.594 plazas) son con empresas privadas.
Entiendo, pues, que estamos ante una línea de trabajo muy positiva, que va creciendo una cultura de colaboración y participación de todas las fuerzas sociales en la solución de nuestros problemas.
Parece claro, en resumen, que las necesidades existentes y previstas plantean un espacio claro para la oferta tanto pública como privada y que este instrumento de colaboración puede servir para optimizar la respuesta al conjunto de la población demandante.
Programa de Ayuda a Domicilio
Este programa que consiste en atenciones y cuidados de carácter personal, doméstico y social busca facilitar la autonomía personal y lograr la permanencia de la persona mayor en su domicilio habitual.
En España tiene un desarrollo incipiente. Se viene produciendo un notable incremento desde el año 1985, pero aún estamos a un nivel de cobertura muy bajo. Se estima en 90.000 las personas que reciben en nuestro país el Servicio de Ayuda a Domicilio. Esto representa una ratio de 1,8 personas atendidas de cada cien mayores de 65 años.
En otros países europeos nos encontramos con tasas de cobertura del 20 por 100 en el caso de Dinamarca o el del 8 por 100 en el caso de Francia.
Es precisamente este último índice 8 por 100 el que se ha fijado como objetivo en el Plan Gerontológico.
Por tanto, estamos hablando de atender en los próximos años a más de 400.000 personas.
Esto supondría arbitrar una financiación total de 60.000 millones de pesetas, que generarían 10.000 puestos de trabajo.
En este punto conviene indicar que si bien la concertación se hace mayoritariamente con corporaciones locales, que son los gestores competentes según la Ley de Régimen Local, estas entidades suelen contratar la prestación de servicios con la iniciativa privada.
Programa de Vacaciones Tercera Edad
Este programa que se inicia en la temporada 1985-86 tiene como objetivos proporcionar a las personas mayores una estancia de quince días en lugares de interés turístico y clima agradable a precios reducidos y por tanto haciéndolo accesible a las pensiones más reducidas y por otro lado son un instrumento de mantenimiento y generación de empleo concentrando la oferta turística en temporada baja y en hoteles de actividad no permanente.
La oferta actual, en la temporada 93-94 es de 357.000 plazas, con una inversión pública de 6.000 millones de pesetas, a la que habría que sumar la aportación de los usuarios que ronda los 8.000 millones de pesetas. Por tanto, más de 14.000 millones de pesetas, que inciden no sólo en el sector hotelero, sino en el de agencias de viaje, transporte aéreo, marítimo y terrestre y otros sectores de la economía, generando al año 21.000 puestos de trabajo entre directos e inducidos.
Este programa se instrumenta por la Administración mediante la convocatoria de un concurso público para el que se confecciona un Pliego de Prescripciones Técnicas y otro de Cláusulas Administrativas que han de cumplirse por parte de la empresa adjudicataria, reservándose el Inserso el seguimiento, control y evaluación del programa.
Programa de Termalismo Social
Este servicio tiene unas finalidades similares al de Vacaciones, si bien tiene el "componente salud", proporcionándose a los mayores que por prescripción médica precisan de tratamientos en balnearios.
Este programa es de reciente implantación en nuestro país. La inició el Inserso en 1989 y para 12.848 personas y en 1994 la oferta de plazas es de 53.500.
Son 45 las estaciones termales con las que la Administración ha firmado este año un concierto, a través de la Asociación Nacional de Estaciones Termales, y por tanto estamos ante una oferta amplia y repartida por todo el país.
Este programa está, por un lado, haciendo posible el acceso de pensiones bajas a establecimientos tradicionalmente "prohibitivos" por precios que oscilan entre 23.000 pesetas., a 45.000 pesetas. por catorce días de estancia en balnearios de diferentes categorías. Por otra parte, ha permitido, en estos años, que muchos establecimientos termales que permanecían cerrados abrieran, que otros mantuvieran durante todo el año su actividad y que la mayoría estén modernizando y mejorando sus instalaciones.
Son 3.000 millones de pesetas lo que anualmente se "Inyecta" al sector, entre la aportación de la Administración y el usuario. Y son prácticamente 1.000 millones de pesetas/año lo que esta industria está empleando en modernización de instalaciones.
Otros programas
No quisiera terminar este apartado sin citar, aunque sea brevemente, algunos otros programas de naturaleza desinstitucionalizadora y que se están gestionando en colaboración con la empresa privada.
Me refiero a servicios domiciliarios como las comidas a domicilio, los servicios de lavandería, los sistemas de telealarma, etc., o más recientemente la puesta en marcha de Unidades de Estancias Diurnas, como servicio de apoyo a las familias y que se presta íntegramente a través de la contratación externa de servicios con la iniciativa privada.
Quiero indicar que por obvio no he entrado a abordar un ámbito tradicional de colaboración del Inserso con la empresa privada como es el mantenimiento, reforma y construcción de la red de centros para la tercera edad y sólo señalar que anualmente dedicamos 13.000 millones de pesetas para inversiones y que mayoritariamente están dedicadas a la construcción de residencias y centros de día. En este momento tenemos en ejecución de obra siete residencias, cuyo coste promedio es de 1.500 millones de pesetas y dos más en proyecto, y por otro lado, seis centros de día en construcción y 14 en proyecto, cuyo coste promedio es de 200 millones por centro.
En este último punto quería aportar solamente dos reflexiones: a) en primer lugar, el modelo de servicios sociales hacia el que caminamos, y b) la necesidad social de incrementar el gasto en servicios sociales.
a) En cuanto al primer aspecto y desde un punto de vista estrictamente personal, creo que por diversas razones en las que se mezclan desde tendencias de los últimos años y resultados de evaluaciones realizadas en la gestión de servicios sociales hasta la propia crisis económica que estamos viviendo, se camina hacia un nuevo modelo de bienestar, centrado básicamente en la "oferta plural de proveedores de bienestar".
En Europa, en su conjunto, están en revisión prácticamente todos los modelos de servicios sociales. Hasta hace poco era fácil identificar un modelo netamente público (como es el caso de Suecia o Dinamarca) o un modelo privado, como el de Reino Unido, pasando por modelos mixtos, como el de Bélgica o Alemania, donde la iniciativa privada, especialmente la de sin fin de lucro, tiene un gran peso en la gestión de servicios.
Europa, globalmente, ha tenido un gran éxito en sus políticas de tercera edad, especialmente en la mejora de la salud y de la esperanza de vida, así como en la protección económica de los mayores, pero está
modificando los servicios de atención personal e introduciendo cambios en los sistemas de bienestar.
En cuanto a los servicios, se va de los servicios normalizados (prestados en instituciones, con horarios rígidos y burocratizados y a través de servicios independientes) a los servicios flexibles (prestados en casa, personalizados, con horarios adecuados al cliente y con servicios coordinados).
Por otro lado, se tiende desde una interacción implícita (cliente como receptor pasivo de servicios del ámbito "formal") a una relación más recíproca, donde el cliente sea coproductor activo del servicio que recibe y donde la "atención informal" (familiares, vecinos, voluntariado, etc.) tenga un papel más activo, apoyado y regulado por la Administración.
Por lo que respecta a los sistemas de bienestar, se va desde el centralismo burocrático (prestación pública en monopolio; servicios fragmentados; responsabilidad del estado "paternalista y protector" para los mayores dependientes) hacia un pluralismo regulado con mezcla plural de proveedores de bienestar, fomento de la responsabilidad individual y con división de responsabilidades del estado/sociedad/familia/voluntarios/mercado.
Por último, en este análisis de tendencias se observa igualmente que en servicios sociales se abandona la "tentación" de la universalización de servicios (que en nuestro país se produjo especialmente en el ámbito de la sanidad, educación y pensiones) y se va hacia planteamientos de selectividad y selección de demandantes de servicios; hacia un volumen de servicios limitados por los costes: colaboración económica del perceptor de servicios y en el desarrollo de la eficacia y eficiencia en el desarrollo de la prestación del servicio (cuadro 2).
b) Nuestro país debe caminar hacia un incremento mayor en el gasto en servicios sociales para mayores por múltiples razones, pero de las que solamente destaco tres:
Nuestro país debería pasar, a medio plazo, a gastar un 4 por 100 del PIB en servicios sociales, frente al actual gasto, que representa un 1,4 por 100 sobre el PIB.
Para terminar, indicar que en estos 10 últimos años se ha realizado un importante esfuerzo en mejorar la atención a la tercera edad y se van sentando las bases de un modelo de servicios sociales en que todos tienen cabida.
Además, nos encontramos frente a un cambio importante. Primero, de mentalidad global, donde empieza a verse que los servicios sociales contribuyen a generar riqueza y puede llegar a ser un sector económico dinámico.
Segundo, se está produciendo un cambio cultural en la Administración que tiende a la compra de servicios y no ser necesariamente gestor directo.
Venimos de una situación en la que había una organización del sistema donde la contratación y la provisión de servicios se hallaban integradas, y vamos hacia una situación de futuro en la que la contratación y la provisión estarían separadas.
La contratación son exclusivas del sistema de servicios sociales, mientras que la provisión de servicios queda abierta a las distintas instituciones públicas y privadas que aporten una oferta de calidad, debidamente acreditada y coste adecuado a los objetivos del sistema de servicios sociales, en un entorno de competencia regulada.
La inequívoca voluntad de garantizar unos servicios sociales a los sectores más débiles de la sociedad obliga a buscar una gestión más eficiente en los servicios.