EXPERIENCIAS

Estudio con los niños de la calle: una investigación e intervención psicosocial alternativa


Study with street children: an alternative psychosocial. research and intervention

 

Esperanza FIGA SASTREGENER

Psicóloga Social. Diplomada en Educación Popular


ANTECEDENTES

CONCEPCION DE LA PROBLEMATICA

METODOLOGIA Y TECNICAS

PROCEDIMIENTO:

RESULTADOS: CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFIA


ANTECEDENTES

En la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México (UAM/SOCH), durante el último año de psicología en el área de Psicología Social hay que elaborar y presentar en equipo el trabajo final de carrera. No necesariamente tiene que estar planteado como una tesis forma pero tiene que ser el resultado de la intervención en un sector marginado preferentemente de la ciudad de México. Se puede desarrollar la investigación en una institución gubernamental o en una asociación civil (organización no gubernamental).

El programa de este último año de carrera se divide en tres módulos, cada uno de ellos de un trimestre de duración. En este tiempo no sólo hay que asistir a clases, sino que paralelamente al programa al interior del aula, hay que realizar la investigación y hay que llevar a cabo un seguimiento de los avances de la misma en el grupo clase.

Los requisitos a cumplir en lo que respecta a la investigación-intervención son los siguientes: presentar un anteproyecto a finales del primer trimestre, lo cual implica establecer los contactos necesarios con los organismos a elegir e ir delimitando un sector y un tema a trabajar. Los avances en la investigación y en la intervención (trabajo de campo) hay que presentarlos en el segundo trimestre con una delimitación ya más concreta de los objetivos que se persiguen y, por último, el trabajo final ya terminado se presenta al finalizar el año escolar y debe ser el resultado tanto de la intervención-investigación de campo, como del desarrollo teórico que explique y avale académicamente los resultados obtenidos

Nuestro primer interés como equipo fue el de trabajar con una asociación civil (ONG), fuera del espacio institucional gubernamental, por lo que buscamos individuos, grupos y asociaciones que se involucran con problemáticas urbanas de carácter social. Después de diversas entrevistas con ONG's elegimos llevar a cabo nuestra investigación con una asociación civil que trabajaba con niños callejeros. Dicha organización contaba con un bagaje teórico adquirido a partir de experiencias previas en distintos países de América Latina en los que los proyectos desarrollados con menores de la calle se encuentran mucho más avanzados que en México.

 

CONCEPCION DE LA PROBLEMATICA

Después de varias reuniones con miembros de la ONG, con la que íbamos a trabajar, llegamos a una serie de acuerdos que conformaron los principios y normas con los que llevaríamos a cabo nuestra investigación a la vez que la concepción de la problemática que sufren los menores de la calle, el origen de la misma y su estado actual se hacían cada vez más presentes a partir del estudio de diferentes documentos, artículos, libros, etc., y del relato de experiencias de educadores de la calle.

El hecho de que nuestro interés como equipo de la UAM-XOCH era académico y de que los objetivos que perseguía la organización no eran académicos sino que partían de la intervención educativa para lograr a largo plazo la integración crítica del menor de la calle a la comunidad, no implicaba contradicciones: sin embargo, había que partir de una serie de acuerdos entre ambas partes. Y no sólo había que hacerlo al interior de la ONG, sino también con los destinatarios del proyecto, o sea, con los niños de la calle, cuando llegara el momento. Dado que existía acuerdo del equipo con los principios básicos de la organización, se planteó que nuestro futuro desempeño como educadores de la calle podía aportar tanto a los menores como a la organización misma debido a que el intercambio de información, los aprendizajes y experiencias que resultaran iban a enriquecernos a todos. En México, en estos momentos no había prácticamente nada publicado sobre niños callejeros respecto al contexto mexicano, por lo que nos apoyamos básicamente en materiales de otros países latinoamericanos cuya realidad social se asemeja a la mexicana. A su vez conocimos las aportaciones de instituciones de diversa índole hacia la resolución de la problemática que afecta a los menores de la calle. Ello nos permitió conocer diferentes concepciones y formas de abordaje hacia un mismo problema; desde aquellas que entienden al menor como sujeto de caridad, pasando por las que lo hacen destinatario del encierro y el castigo, hasta aquellas que parten de que el menor de la calle es el producto de una situación de profunda desigualdad y tratan de ayudarlo a partir de acciones educativas como sería el caso de la organización con la que decidimos llevar a cabo el trabajo de investigación.

Partimos entonces del análisis de la situación económica, política y social de México, país en el que los niños constituyen la mitad de la población y la mayoría de ellos son pobres. Sin embargo, distinguimos entre pobreza y marginación, debido a que la falta de oportunidades educativas y de acceso a los servicios básicos, los problemas de salud y alimentación, la falta de vivienda digna, la migración constante, el ingreso insuficiente e inestable, la imposición de normas y valores con significados ajenos están entre sus características. La mayoría de los niños que están permanentemente en una situación de pobreza y de marginación dependen de su propia actividad para sobrevivir; trabajan todos ellos sin ningún tipo de protección legal, muchos mendigan en las ciudades y otros están encerrados en sistemas carcelarios como son los Consejos Tutelares, Albergues o Casas de Asistencia Social.

El niño que vive en la calle y de la calle (que trabaja en la calle) tiene características que lo hacen identificable y diferenciable de otros grupos; se trata de una minoría social con atributos específicos ubicable en el sector marginado como grupo de alto riesgo. Para el niño callejero la supervivencia es el eje de todo aprendizaje que se inserta en el contexto de su vida cotidiana. Generalmente sale de su casa por problemas económicos y/o de maltrato enfrentándose a situaciones que determinan sus carencias específicas. Estas van desde vivienda, alimentación, salud, protección, orientación, educación, ausencia de recursos económicos formales, organización y afecto.

Comúnmente se ha enfocado la problemática que sufre el callejero como si esta fuera individual, aislada y de índole únicamente afectiva. En ningún caso es e las instituciones gubernamentales existe una visión que de cuenta de que se trata en primer lugar de una problemática social que manifiesta la profunda desigualdad que existe.

 

METODOLOGIA Y TECNICAS

Fue a partir de una primera etapa de información general sobre la situación en la que viven los menores de la calle que nos dedicamos básicamente a organizar los encuentros con los niños, con la intención de observar y conocer al niño callejero en su medio y a partir de ello poder darnos cuenta de cuales serían los posibles temas a trabajar a partir de nuestra intervención. Al finalizar el primer trimestre y presentar el anteproyecto de trabajo final, habíamos llevado a cabo tres encuentros con grupos de menores callejeros, con técnicas y objetivos específicos.

Cada salida con los niños implicaba la elaboración de un pequeño programa, la ejecución de la salida y posteriormente una reunión del equipo de análisis y valoración tanto de la relación del equipo con los menores, como de los logros obtenidos, de las dudas, miedos e inseguridades manifestadas, etc. Además de ello, elaborábamos conjuntamente el relato de cada salida a modo de diario de campo.

Para el primer encuentro con menores de la calle nuestros objetivos fueron los siguientes: Ubicar las zonas de mayor afluencia de niños callejeros: identificar las relaciones del menor con su contexto inmediato, establecer nexos de comunicación no formales con los niños. Para ello utilizamos observación a distancia como instrumento central y después diálogos muy breves con algunos de los grupos. La finalidad era tener un primer contacto con el medio que nos permitiera introducirnos de manera paulatina, es decir, sin cuestionar, sin invadir, sin crear falsas expectativas y además darnos cuenta de cómo es la situación sin nuestra intervención y con nuestra intervención.

Dentro del sistema de ventilación hay tres niños; es una imagen muy impresionante. Detrás del enorme ventilador del estacionamiento están ellos, activando y vistiéndose. Se los ve a contraluz, a través de la reja; hay un momento de desconfianza y tensión...

relatoria primer encuentro

A partir del tercer encuentro pudimos emplear el acompañamiento a un nivel mucho más profundo que implicó convivir varias horas con el grupo de menores fuera de la ciudad con el objetivo de empezar a observar cual era la dinámica del grupo fuera de su contexto y la capacidad de cooperación.

De acuerdo con los planteamientos y objetivos de la ONG con la que nos vinculamos, uno de los ejes de nuestro trabajo era -en un primer momento- el de rescatar el papel que juega la grupalidad en los niños callejeros. Pensamos que éste podría ser el tema de nuestro trabajo de fin de carrera y así se planteó en el anteproyecto y en los avances de la investigación-intervención.

Cabe señalar que en cada salida, a pesar de que teníamos objetivos establecidos de antemano, los instrumentos que se emplearon fueron adecuándose a cada situación. Por otro lado, antes de cada salida fue necesario analizar el factor de riesgo, tanto de los niños como nuestro en cada situación, para prever las posibles respuestas o soluciones a las que podíamos acudir, Fue a partir del tercer encuentro en el que pasamos varias horas con los niños, empezando por el recorrido hacia el lugar planeado, la estancia, juegos, comida y regreso que utilizamos además de la observación, el diálogo y la entrevista informa¡ en grupo e individual. A su vez, a partir del segundo trimestre al finalizar la relatoria de cada salida (diario de campo) se hacía un análisis de la misma con el fin de destacar aquellos aspectos que nos indicaban características de solidaridad, protección, ayuda mutua. etc.. o sea, tendencia a la grupalidad.

La metodología que la ONG empleaba era participativa (Investigación-acción), trabajando modelos alternativos y concepciones de autoayuda, solidaridad, etc. Las estrategias planteadas se centraban en acciones educativas progresivas que comprendían a largo plazo la realización de asambleas de menores callejeros, formación de educadores de la calle, etc. El objetivo final era el de traducir las carencias y aspiraciones de los grupos de menores en acciones consecuentes en las que los niños fueran sujetos y autores de sus alternativas de vida. Se consideraba que ello era posible a largo plazo a partir de rescatar las experiencias, valores y cualidades de los menores de la calle y crear de manera conjunta (educadores y menores) opciones que no fueran las convencionales ni las institucionalizadas, sino que tendieran a que los grupos de niños se insertaran en las organizaciones comunitarias que existen en los barrios (Movimiento Urbano Popular). Al finalizar el segundo trimestre (investigación-intervención) y, después de más de cuatro meses de intervención con los menores de la calle, habíamos llevado a cabo 18 salidas con ellos: dos veces por semana durante la noche y los sábados en los alrededores del D. F. Las salidas nocturnas no duraban más de dos horas, por lo general, y se trataba de visitar a los menores en sus zonas, en sus "casas"; las salidas de los sábados duraban prácticamente todo el día: a veces se hacían con varios grupos a la vez, dependiendo de lo que se hubiera acordado con los niños

Teníamos en este momento el relato elaborado por el equipo de cada una de las salidas; el análisis de cada una de ellas desde lo grupal; un análisis elaborado en distintas sesiones sobre las implicaciones afectivas que como educadoras sentíamos hacia el medio, hacia los grupos de menores, hacia los y las callejeros/as; un breve estudio sobre grupalidad; otro trabajo sobre investigación-acción y un pequeño capítulo titulado ¿quién es el niño callejero? Con todo ello, nos disponíamos a cerrar el período de intervención con los menores y a elaborar la última parte del trabajo que, según habíamos planteado, iba a realizarse sobre el papel que juega la grupalidad en los menores de la calle.

Teníamos, a su vez, un bagaje de experiencias con los callejeros y una visión sobre su particular identidad que no sabíamos cómo abordar y que, al ser nuestro objetivo el trabajar sobre la grupalidad, pasaba casi desapercibido. No nos dábamos cuenta de que detrás de lo descriptivo, anecdótico, inclusive detrás de lo sorprendente, existían multitud de rasgos y características que conformaban una manera de ser y de enfrentar la vida particularmente diferente.

 

PROCEDIMIENTO:

El psicólogo social como educador-investigador de la calle

"... Cuando se va a trabajar a la calle, obvia ente se va en la condición de quien emerge de la cotidianeidad. Es decir, antes se estaba sumergido en ella y hay que emerger para poder comprenderla, para poder preguntar, para poder entender y para poder preguntarnos a nosotros mismos sobre la cotidianeidad".

Paulo Freire

Los educadores de la calle.

Una aproximación crítica

UNICEF Documentos

El educador de la calle necesita conocer de antemano cuál es la problemática que sufre el callejero, cuáles son las causas que la originan y analizar las diferentes dimensiones en que va a desarrollarse su trabajo, o sea, los orígenes y la historia de la infancia callejera; la dimensión socioeconómica, y las dimensiones ideológicas, políticas y psicosociales. Necesita a su vez conocer las diferentes experiencias y resultados de las mismas en cuanto a la labor del educador. Necesita también conocer diferentes metodologías de trabajo, y diferentes proyectos que se hayan llevado a cabo, desde los convencionales a los alternativos.

Sin embargo, quizás lo más importante es que el educador parta de una "Filosofía" de trabajo con el callejero, así como de herramientas tanto teóricas como metodológicas que se requieren para el abordaje profesional de su práctica. Finalmente, el educador de la calle es, en cierto sentido, también un instrumento de trabajo; sus actividades como tal, estarán impregnadas de su afectividad. Sus motivaciones, miedos, resistencias y el insight que establezca con los menores de la calle, serán determinantes no sólo en la relación que se dé con los niños, sino en los resultados de la intervención global.

Nuestro modelo de acción se basó en establecer una relación con los callejeros totalmente libre y voluntaria, en la que los criterios principales fueron el respeto mutuo y la colaboración. Desde un principio y al tratarse de una intervención intencionada, los menores conocieron cuáles eran los objetivos que perseguíamos y se establecieron condiciones claras y negociaciones para tal efecto. Ello suponía establecer una relación educador-educando distinta de las formales (en el medio escolar, por ejemplo) que nos remitía a una idea de proceso en la que las pautas no estaban determinadas de antemano, sino que, muchas veces, dependían de los acontecimientos a los que había que hacer frente y de la actitud aprobatoria, solidaria o recriminatoria que se manifestaba.

En este sentido, el hacer frente a problemas de adicción de inhalantes a problemas de agresión entre los menores y a comportamientos delictivos, requería no sólo de un profundo análisis de las causas y los orígenes, sino de tener claramente establecidas una serie de normas y formas de actuar que fueron definiendo un estilo de trabajo propio.

 

RESULTADOS:

El niño de la calle

"Los pequeños crean una cultura propia que tejen desde abajo, generada por una singular forma de sobrevivir; en un espacio y un tiempo que provoca un giro en la escala de valores y da nuevos significados a las cosas, a los acontecimientos. La cultura callejera tiene un código propio, obedece a una moral pocas veces entendida; sus originales formas de manifestarse están impregnadas del medio en que se desarrolla".

Pequeño errante, equilibrista de la infancia

Si bien el tema de la grupalidad en los callejeros cumplía ampliamente con los requisitos del trabajo de final de carrera en la UAM-XOCH, en algún sentido no respondía a nuestras expectativas. Habíamos conocido a unos treinta niños y niñas de la calle; habíamos compartido sus espacios, sus inquietudes y también sus sufrimientos. Ya no eran treinta menores pertenecientes únicamente a un sector marginado, víctimas y resultado de una profunda desigualdad, en los que podíamos observar y analizar los rasgos grupales, identificar diversos roles, etc.: eran Eva, el Gato, el Manitas, el Quintero, y respondían a otra lógica, a otra dinámica y también, a otra ética. Tenían una identidad propia, eran en algún sentido, un Sujeto Social diferenciable.

Sólo pudimos darnos cuenta de ello a través de una ruptura que significó dejar de lado nuestro objetivo académico preestablecido y releer "desde otro lugar" que no fuera el nuestro, todo el material y la experiencia que habíamos acumulado.

Ello implicó no dar respuesta a un marco referencial preestablecido desde el cual "comprobar" que la realidad de los niños de la calle "se ajustaba" a este marco, sino que supuso apoyarnos en diversos marcos referenciales que nos explicaran dicha realidad y sus diversas significaciones.

Fue así como pudimos "descubrir" aquello que ya estaba escrito; las formas grupales de los callejeros respondían no tanto a un grupo con roles definidos, sino a necesidades de adhesión y a vínculos afectivos y cambiantes a la vez que nos sugerían características de la horda primitiva. El espacio y el tiempo que vivía el niño callejero, no eran nuestro espacio y tiempo cotidianos sino que estaban en el orden del devenir; el niño callejero no respondía a lo que entendemos por niño, sino que era niño y hombre a la vez, en una simultaneidad entre el pasado y el futuro... incluso los valores, normas y parámetros por los que se guiaba el menor respondían a una ética diferente, a una "moral" pocas veces entendida, en la que la sobrevivencia, la movilidad y una particular idea de la libertad eran sus rasgos característicos,

 

CONCLUSIONES

Los logros obtenidos en el trabajo de final de carrera, titulado "Pequeño errante, equilibrista de la infancia", fueron posibles gracias a un proceso que significó pasar de un primer aprendizaje general sobre la problemática que afecta a los menores de la calle a la intervención sobre dicha realidad, retroalimentándonos con el que fue nuestro primer marco de referencia. Sin embargo, una vez terminada la intervención, y con objetivos claros para abordar la parte académica, pudimos hacer "un salto", "romper" con este objetivo debido a que la información y formación obtenidas nos daban distintas significaciones que implicaban abrir un nuevo camino, hacer una nueva lectura, mirar con otra mirada. En algún sentido, la ética del callejero implica un modo de ser transgresivo, para poder entenderlo y transmitirlo, tuvimos también que "transgredir": pasamos de una concepción del objeto de estudio, al análisis de una identidad distinta; pasamos de trabajar "sobre" los callejeros, a trabajar "con" los callejeros. Ello permitió dar un salto del "qué es" el niño de la calle al "quién es". A su vez, no pudimos sustentar nuestros resultados con una teoría acabada, sino que, al tener no solamente un único sentido la lógica del menor, tuvimos que sustentar un análisis que diera cuenta de la lógica paradójica que constituye la permanente sobrevivencia del callejero.

En este proceso de conocimiento, pasamos de lo que se había hecho cotidiano y cuasi imperceptible en nuestra intervención a lo destacable; de lo general que afecta a los callejeros, a lo particular de aquellos a los que conocimos; de algo que estaba fuera de nuestra vida cotidiana, a algo que pasó en un tiempo a formar parte de la misma, con todas aquellas implicaciones afectivas que debíamos analizar; pasamos a su vez de lo supuesto, aquello que "ya sabíamos" a la capacidad de asombro. Pasamos, finalmente a intentar ir más allá de lo considerado puramente académico a dar la palabra al menor de la calle.

 

BIBLIOGRAFIA

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Paulo Freire y los educadores de la calle. Una aproximación crítica., Alternativas de atención a los niños de la calle UNICEF