ESPACIO ABIERTO
RESUMEN
Se presentan una serie de reflexiones sobre el significado de "calidad" en el concepto "calidad de vida", destacando su sentido valorativo. Una vez señalado el objetivo, se plantea la cuestión del método. Se analizan los indicadores sociales como instrumento técnico para medir y evaluar la calidad de vida. Se señalan distintos tipos de indicadores y, finalmente, se describen distintos usos de los indicadores utilizados en informes sociales.
Calidad de vida. Indicadores sociales. Medición. Evaluación. Valor
Different ideas on the meaning of "quality" in the concept "quality of life" are debated, emphasizing the evaluative sense. After pointing out the aim, the question of the means is presented as a matter of technology. Social indicators are analyzed as a technology of quality-of-life measurement and assessment. Different types qf social indicators are considered. Finally, different forms of using social indicators are described.
Quality of life. Social indicators. Measurement. Assessment Evaluation.
1 Este artículo fue originalmente publicado en inglés en la revista Wor1dscape, 3, 2, Fall 1989, de la Universidad de Guelph, Canadá,
2 A. C. Michalos es editor de la revista SOCIAL INDICATORS RESEARCH. An International and Interdisciplinar Journal for
Si se quiere ser una persona moralmente buena, en términos generales, ¿cómo debería uno comportarse? En otras palabras, ¿qué principio general debería seguirse al ocuparse uno de los asuntos cotidianos, especialmente con respecto a las relaciones humanas?
Hablando de forma genera los filósofos han dado respuesta a estas preguntas recomendando uno de los siguientes principios:
No conozco ningún argumento a favor de uno de los dos principios que sea absolutamente irresistible, pero soy partidario del Principio de Beneficencia porque creo que un mundo habitado por gente que actúe de acuerdo con este principio será un lugar mejor que uno poblado por gente que actúe simplemente de acuerdo con el Principio de No Daño. Si tuviera que elegir un amigo de entre dos personas de las cuales cada una actuara de acuerdo con uno solo de estos principios, preferiría con toda seguridad a la que actuara según el Principio de Beneficencia. En una situación conflictiva, una persona así intentaría siempre encontrar una solución que fuera lo mejor para todos, mientras que alguien que actuase según el Principio de No Daño intentaría simplemente no dañar a nadie, quizá no haciendo nada en absoluto. Personalmente, creo que la bondad moral debería requerir algo más que una inactividad angustiada.
Si se adopta el Principio de Beneficencia, ¿qué tipo de cosas se deberían hacer?
Hablando de nuevo en términos generales, hay dos caminos que se pueden seguir:
Claramente, si las circunstancias relativamente objetivas y subjetivas de uno se mejoran, entonces mejora su calidad de vida. Desde el siglo quinto antes de Cristo la gente ha discutido acerca de lo que es objetivo, de lo que es subjetivo y de cuál de las dos cosas es más importante. Pero es una verdad evidentemente trivial que si las circunstancias totales de uno se mejoran, uno mejora.
Cuando la gente usa la expresión "calidad de vida", a veces intenta contrastarla con cantidades o número de algo. Existen, entonces, dos tipos de cosas bastante diferentes a las que uno podría querer referirse al utilizar la expresión "calidad de vida". En primer lugar, uno podría querer referirse a clases, tipos o géneros de cosas más que a simples números de cosas. Por ejemplo, uno podría querer saber no sólo cuanta gente asistió a partidos de fútbol en 1988, sino también qué clase de personas eran, varones o mujeres, jóvenes o viejos, ricos o pobres, etc. Cuando el término "calidad" de la expresión "calidad de vida" es usado con este sentido, se podría decir que este término y la expresión en la que aparece tratan de ser ante todo descriptivos.
En segundo lugar, no obstante, usando el término "calidad" en la expresión "calidad de vida" podría quererse hacer referencia al valor o la valía de las cosas. Por ejemplo, se oye a menudo de gente que hace un intercambio entre, digamos, un salario alto, por un lado, y mejores condiciones laborales, por otro. Presumiblemente este intercambio implica valores monetarios a la vez que otro tipo de valores. Esto es, uno cambia el valor de cierta cantidad de dinero por el valor de ciertas condiciones laborales. Cuando se utiliza con este sentido el término "calidad" en la expresión "calidad de vida", podría decirse que el término y la expresión en la que aparece intentan ser, ante todo, valorativos.
Ambos sentidos del término "calidad de vida" son importantes. Es importante poder describir la existencia humana de una forma bastante fiable y válida, y es importante poder evaluar la existencia humana de la misma manera. Sin embargo, cuando dije antes que la mejora de las condiciones relativamente objetivas y subjetivas de uno implica una mejora en la calidad de su vida, esta última expresión estaba siendo obviamente usada en su sentido evaluativo. Desde un punto de vista moral, nuestro objetivo debería ser mejorar la calidad de vida de toda la gente con este sentido evaluativo.
Habiendo especificado nuestro objetivo en términos generales, surge la cuestión de un método adecuado. En otras palabras, suponiendo que sabemos dónde queremos ir y por qué, la pregunta que queda es cómo. Esto, por supuesto, es una cuestión de tecnología.
Además de cualquier otra cosa que la palabra signifique, "tecnología" siempre designa alguna clase de artefacto humano, algo inventado por alguien para hacer algo. El artefacto puede consistir en un equipo o en una construcción lógica, o, como ocurre con nuestros ordenadores, en ambos a la vez.
Durante cerca de 25 años ha habido gente trabajando en todo el mundo en la tecnología de la medición de la calidad de vida. Estas personas han formado parte de lo que a veces se ha llamado el "movimiento de los indicadores sociales".
El término "Indicador social" se usa para denominar una estadística social que se supone que tiene alguna trascendencia para la calidad de vida, y el término "informe social" designa una colección organizada de indicadores sociales. Desde un punto de vista lingüístico, los indicadores sociales consisten normalmente en un término que denota una categoría de sujeto y un término que denota lo que yo llamo una "propiedad del indicador". Por ejemplo, el primer término de la expresión "mortalidad infantil" denota la propiedad del indicador "mortalidad" y el segundo término denota una categoría concreta de cosas, esto es, los niños que pueden tener esa propiedad. Reemplazando el término de sujeto "niño" por "niño de un año", "niño de dos años", etc., podemos generar rutinariamente indicadores (sociales) de mortalidad (sociales) para tantos grupos de edad como deseemos. De forma similar, reemplazando el término de sujeto por "varón", "Indio", etc., podemos generar rutinariamente indicadores de mortalidad para tantas clases de grupos como deseemos.
Las expresiones de los indicadores sociales son como los nombres de las variables en lógica y matemáticas, y los indicadores sociales son como las variables mismas. Además, al igual que hablamos de los valores de las variables en lógica y matemáticas, podemos hablar de los valores de indicador en los indicadores sociales. Por ejemplo, el peso del cuerpo humano es un indicador (social) de salud que puede tener un valor de indicador de 54 kgs. Finalmente, y más importante aún, es el valor de indicador de un indicador social lo que indica aquello que se supone que un indicador social tiene que indicar. Por ejemplo, si el valor de indicador del peso corporal de una persona es de 272 kgs. entonces esto indica que está probablemente obesa (o es muy, muy alta), come más hidratos de carbono, féculas y grasas que la mayoría de la gente, compra en tiendas de ropa especiales, sufre fatiga y se ahoga con el menor esfuerzo, no puede sentarse cómodamente en una butaca de teatro y puede tener dificultad para encontrar una pareja adecuada.
Los indicadores sociales pueden ser divididos provechosamente en tres subcategorías. En primer lugar, habrá indicadores positivos, que son aquellos que cuando sus valores de indicador aumentan, la gente da por sentado que alguna faceta de la calidad de vida está mejorando, como, por ejemplo, las pensiones para los jubilados y la educación de grupos marginados. En segundo lugar, habrá indicadores negativos, que son aquellos que cuando sus valores de indicador aumentan, la gente da por sentado que alguna faceta de la calidad de vida se está deteriorando, como, por ejemplo las tasas de mortalidad infantil y las tasas de asesinatos (nótese que un indicador es considerado aquí como positivo o negativo no en virtud de si sus valores de hecho aumentan o disminuyen, sino sólo en virtud de si a la mayoría de la gente le gustaría que sus valores aumentasen o disminuyesen, esto es, no en virtud del hecho, sino de la deseabilidad de un aumento o disminución de sus valores).
En tercer lugar, habrá indicadores inciertos, que son aquellos de los que la mayoría de la gente no está dispuesta o no es capaz de decir si unos mayores valores de indicador indican una situación mejor o peor, como por ejemplo las tasas de divorcios. En el caso de las prestaciones asistenciales no contributivas, no sabemos qué decir, porque según aumentan los valores puede haber un aumento de gente que necesite dicha ayuda, lo que es malo; mientras, a la vez, hay un aumento en la cantidad de ayuda concedida, lo que es bueno. En el caso de las tasas de divorcio, por otra parte, muchas personas saben exactamente lo que quieren decir, y ocurre que están en completo desacuerdo con lo que otras personas quieren decir.
La existencia de estos tres tipos de indicadores refleja lo que ya se sabía acerca de nuestras ideas preconcebidas de lo que es una buena vida y de la gente moralmente buena. Y refleja los límites de la tecnología en este área. En el mejor de todos los mundos posibles, tendríamos un consenso generalizado sobre dónde queremos ir, por qué y cómo medir el progreso y la falta de éste. Podríamos ir más allá de los informes sociales, a la contabilidad social, que es, como la contabilidad ordinaria, un sistema de indicadores positivos y negativos que nos permite medir hasta qué punto nuestro sistema social o comunidad se está desarrollando de la forma que se debería estar desarrollando desde una perspectiva moral.
Estamos muy lejos de tener un sistema mayoritariamente aceptado de contabilidad social, pero también estamos lejos de estar totalmente perdidos y estamos haciendo grandes progresos. No obstante, para los propósitos actuales, nuestro progreso o la falta de éste es irrelevante. En este punto nos preocupa ante todo el impacto de una clase concreta de tecnología (los indicadores sociales) sobre la calidad de vida. Nuestra suposición hasta el momento ha sido que los indicadores sociales son simplemente estadísticas usadas para medir la calidad de vida. Pero ahora queremos mencionar una serie de formas en las que aparentes instrumentos de medida están o pueden estar sesgados política y socialmente de forma sustancial. En otras palabras, queremos echar un vistazo a las maneras en las que una tecnología aparentemente neutral es en realidad una ventana que sólo permite una cierta perspectiva de la realidad y, por lo tanto, fuerza todas las evaluaciones y opciones morales.
Los indicadores y los informes sociales pueden ser utilizados para:
Durante los últimos veinte años ha habido una media de 1.100 publicaciones cada año sobre los temas de calidad de vida, bienestar, satisfacción y felicidad. Nuestra tecnología (los indicadores sociales) y nuestra comprensión de ella está mejorando, y nuestra idea de una buena vida y de una acción moralmente buena mejora con ella. Hay motivos para el optimismo, la esperanza y un esfuerzo continuado, pero hay motivos también para la precaución. Los indicadores sociales son un tipo relativamente nuevo de tecnología, que nos ofrece algunos beneficios y costes, reales y potenciales, impresionantes. Como todos los otros mecanismos tecnológicos, es fácil pensar en ellos como artefactos neutros que simplemente nos permiten hacer algo mejor, esto es, medir con precisión cómo estamos haciendo realidad nuestro objetivo de una buena calidad de vida. Y, como en el caso de todos los demás mecanismos tecnológicos, si pensamos en ellos de esta forma podemos estar equivocados, y de vez en cuando. de forma peligrosa.