INTERES PROFESIONAL

«Logros y retos para las mujeres de cara al siglo Algunas reflexiones después de la Conferencia de Pekín.
Achievement and challenge for women facing the XXI century. Some thinking after the Pekin Conference

Menchu AJAMIL Gª

Presidenta de AMNIDE y FEDEPE*
Presidenta Fundación DIRECTA.


«Somos iguales, sin dejar de ser diferentes. En la diversidad está nuestra riqueza».


En la mayor parte del mundo occidental, hombres y mujeres han ido alcanzando en las dos últimas décadas la igualdad formal. Las Constituciones y legislaciones así lo contemplan y reconocen.

Pero todavía hoy, en la recta final del siglo XX, son muchos los países donde hombres y mujeres no gozan del mismo trato jurídico, y su valoración ante la ley y las instituciones es claramente desventajoso para las segundas, no habiendo alcanzado, por tanto, la plena ciudadanía, y sencillamente por el hecho biológico de pertenecer a sexos diferentes.

Conscientes de esta situación, las Naciones Unidas convocaron en la capital de México, en 1975, la Primera Conferencia Mundial sobre las Mujeres, bajo el lema de «Igualdad, desarrollo y paz», que engloba los tres temas centrales en que se basó el Decenio de Naciones Unidas para las Mujeres (1976-1985).

A mitad de la década, en 1980 en Copenhague (Dinamarca), se celebró una Conferencia destinada a conocer y profundizar los problemas de las mujeres respecto a educación, empleo y salud. La tercera Conferencia Mundial sobre las Mujeres se realizó en Nairobi (Kenia) en 1985, y se dedicó a evaluar los logros del Decenio. Allí, por consenso de los 157 países representados, se aprobó un texto de 132 medidas para mejorar la situación de las mujeres en el mundo, denominado «Estrategias orientadas hacia el futuro para el adelanto de las mujeres».

En 1990 la Comisión para la Condición Jurídica y Social de las Mujeres de la ONU, realizó una primera evaluación sobre el impacto y seguimiento de las Estrategias aprobadas en Nairobi, llegando a la conclusión de que la Comunidad Internacional es cada vez más consciente y sensible ante los problemas que afectan a las mujeres, aunque no se han cumplido todos los objetivos formulados en 1985.

Para continuar impulsando su logro, se convocó la Cuarta Conferencia Mundial recientemente celebrada en septiembre de 1995 en Pekín (China), con el fin primordial de renovar el interés internacional por la causa de las mujeres, e incidir sobre nuevos temas como la violencia -pública y privada- contra las mujeres (acoso sexual, prostitución, tráfico de mujeres, violaciones de guerra ... ).

Pero además de este tema estrella, la Plataforma de Acción sobre la que se ha trabajado en la preparación y durante la Cuarta Conferencia Mundial, abarca doce áreas de preocupación, que engloba la vasta problemática de género. Un rico proceso previo, de reuniones locales, nacionales y regionales, en las cinco grandes áreas del mundo en que operativamente trabaja la ONU, --con un importante protagonismo de las ONGS-, ha facilitado los acuerdos y el consenso final alcanzado en Pekín.

Las doce áreas básicas de la Plataforma de Acción, junto con los objetivos estratégicos para superar las discriminaciones y las Disposiciones -de recursos y medidas institucionales-, conforman el hilo conductor de análisis y evaluación sobre la situación todavía existente, y las alternativas formuladas. Estas doce áreas son (transcripción literal del documento oficial de Naciones Unidas).

1. La persistente y creciente carga de pobreza sobre las mujeres.

2. El desigual acceso y las inadecuadas oportunidades educativas.

3. Las desigualdades en el acceso a la salud y a los servicios de salud.

4. Violencia contra las mujeres.

5. El avance de la paz, la promoción de la resolución de conflictos y la reducción del impacto de los conflictos armados y otros sobre las mujeres.

6. La desigualdad en el acceso y participación de las mujeres en las estructuras económicas y las políticas en los procesos productivos.

7. La desigualdad entre hombres y mujeres en el reparto de poder y toma de decisiones a todos los niveles

8. Insuficientes mecanismos a todos los niveles para promover el avance de las mujeres.

9. Falta de conocimiento y de compromiso con los derechos humanos de las mujeres en los planos internacional y nacional.

10. La desigualdad en el acceso de las mujeres y en la participación en todos los sistemas de comunicación, especialmente en los medios, así como la insuficiente movilización para promover las contribuciones de las mujeres a la sociedad.

11. Falta del adecuado reconocimiento y apoyo a las contribuciones de las mujeres para gestionar los recursos naturales y el mantenimiento del medio ambiente.

12. La persistente discriminación y violación de los derechos de las niñas.

Más allá de las diferencias objetivas y el diverso nivel de logros de unas zonas del planeta a otras, aún sigue siendo una constante que no basta con declaraciones de principios y pomposas formulaciones de objetivos paritarios. En todas las culturas todavía queda un largo camino hasta alcanzar la igualdad real, que no se podrá dar por totalmente materializada hasta que las mujeres ocupen, en plano de absoluta igualdad y paridad, la posición que les corresponde en todos los ámbitos de la vida pública, lo que se traduce también en su pleno acceso a los niveles más altos de poder, liderazgo y representación, en el entorno político, institucional, económico, profesional, social y laboral.

Y todo esto no sólo es un derecho para las mujeres, sino también un deber: queremos participar, pero además tenemos la obligación, -por responsabilidad-, de incorporarnos plenamente al desarrollo social, aportando todas nuestras capacidades y Potencialidades, de las que hasta ahora se ha beneficiado muy poco la sociedad en su conjunto, por la marginalidad e infravaloración a que ha sometido a más del cincuenta por ciento de su población.

Aunque se puede establecer un listado común a todas las mujeres del planeta, sobre determinadas problemáticas compartidas, es cierto que las realidades de unos continentes a otros varían sensiblemente. Por ello, -en el último año antes de Pekín- se celebraron cinco Conferencias preparatorias regionales, para establecer por separado en cada una de ellas, las prioridades, especificidades y la guía de objetivos estratégicos de los programas de acción regionales. Son los siguientes:

* Para América Latina y el Caribe (Conferencia de Mar de Plata, Argentina. CEPAL: Comisión Económica para América Latina):

1. Fomentar la equidad entre hombres y mujeres incorporando una perspectiva del género en las políticas sociales y económicas, en todas las etapas de planificación, implementación y evaluación.

2. Asegurar que las decisiones, responsabilidades y beneficios del desarrollo se distribuyen equitativamente entre hombres y mujeres.

3. Eliminar la pobreza de la mujer y examinar y modificar, según corresponda, las políticas macroeconómica y de ajuste que han causado mayor pobreza, desempleo y violencia.

4. Asegurar el acceso equitativo de la mujer a las estructuras de poder y los procesos de toma de decisiones, creando mecanismos y medidas que permitan la participación efectiva de la mujer en el desarrollo de la democracia.

5. Asegurar el carácter universal, inalienable, indivisible e integral de todos los derechos humanos (cívicos, políticos económicos, sociales y culturales) de la mujer.

6. Fomentar una distribución más equitativa de las responsabilidades familiares entre el hombre y la mujer.

7. Fomentar la igualdad cultural y el respeto por la diversidad cultural en la región y la sociedad.

8. Asegurar que la cooperación internacional incorpore una perspectiva del género a nivel político.

* Para los 53 países de la región Europa (Conferencia de Viena, Austria. CEE: Comisión Económica para Europa):

1. Fomentar y proteger los derechos de la mujer.

2. Erradicar la pobreza en la mujer.

3. Reconocer la plena contribución de la mujer a la economía nacional y el desarrollo sostenible.

4. Fomentar un tratamiento equitativo entre los y las trabajadoras y la armonización de las responsabilidades laborales con las familiares.

5. Fomentar la plena participación de la mujer en la vida pública.

6. Elaborar sistemas estadísticos específicos por género e investigación específica de los problemas del género.

7. Fomentar la solidaridad y la cooperación intra e interregional para fortalecer el papel y capacidad.

* Para Africa (Conferencia de Dakar, Senegal. CEA: Comisión Económica para Africa):

1. Superar la pobreza de la mujer, asegurando alimentos para la supervivencia y fomentando el desarrollo de su poder económico.

2. Incrementar el acceso de la mujer y las niñas a la educación, capacitación, ciencia y tecnología.

3. Reconocer el papel vital de la mujer en la cultura, la familia y la socialización.

4. Mejorar la salud de la mujer, incluyendo la salud reproductiva y los servicios de planificación familiar, así como programas demográficos integrados.

5. Reconocer y fomentar las relaciones y vínculos de la mujer con la gestión del medio ambiente y los recursos naturales.

6. Fomentar el desarrollo del poder e influencia política de la mujer.

7. Reconocer y aplicar los derechos jurídicos y humanos de la mujer teniendo en cuenta a las mujeres con necesidades especiales.

8. Fomentar la participación de la mujer en el proceso de paz.

9. Generalizar información desagregada por género.

10. Incrementar el acceso de la mujer y su participación en la administración de los medios de difusión.

11. Eliminar la discriminación de las niñas y adolescentes y fomentar la capacidad de autoestima de las mujeres.

* Para Asia del este y el Pacífico (Conferencia de Yakarta. Indonesia. ESCAP: Comisión Económica y Social del AsiaPacífico).

1. Erradicar la pobreza mediante un acceso equitativo y un control adecuado de los recursos.

2. Fomentar la igualdad en el acceso y la participación de las actividades e instituciones económicas.

3. Reconocer y utilizar la función de los conocimientos vitales de la mujer en la gestión ambiental,

4. Fortalecer los factores que promueven la plena y equitativa participación de la mujer en las estructuras de poder y el proceso decisorio a todos los niveles.

5. Establecer legislación no discriminatoria en todas las esferas, de la vida pública y privada, para alcanzar una igualdad básica, especialmente en las esferas de los derechos de propiedad, matrimonial divorcio nacionalidad.

6. Asegurar la atención de las necesidades de salud de la mujer en todas las etapas del ciclo de la vida eliminando el feticidio femenino y castigando jurídicamente la discriminación en la distribución de servicios de nutrición y atención de la salud entre las niñas y niños en la familia.

7. Dar prioridad a la eliminación del analfabetismo en la mujer y eliminar la brecha de género en la alfabetización básica y funcional y en los planes de estudio.

8. Asegurar el acceso equitativo de la mujer a la ciencia y la tecnología.

9. Promover una imagen positiva de la mujer en los medios de prensa.

10. Crear, organizar, adecuar y fortalecer los organismos nacionales existentes para la promoción de la mujer y la implementación del Plan de Acción.

* Para los Países árabes y del Asia Occidental: (Conferencia de Ammán, Jordania. Comisión Económica y Social para Asia Occidental: ESCWA).

1. Proteger el derecho de la mujer árabe a participar en las estructuras de poder y de toma de decisiones y movilizar a la sociedad (a hombres y mujeres) para cambiar las actitudes negativas y prejuiciadas de la sociedad en relación con la mujer en su papel en el proceso decisorio, y adoptar mecanismos y medidas que le permitan alcanzar este objetivo.

2. Erradicar la pobreza, eliminar sus causas y aliviar sus efectos en la mujer, especialmente en aquellas con niños, dependientes.

3. Garantizar igualdad de oportunidades en la educación para mujeres y niñas, asegurando que éstas se benefician de la educación y de los programas de alfabetización y orientación vocacional, y lograr la autosuficiencia a través de tales programas.

4. Proteger el derecho de la mujer a participar activamente en la formulación e implementación de planes y políticas que satisfagan sus necesidades y asegurar la buena salud física y mental de las mujeres a lo largo de sus vidas.

5. Fortalecer la capacidad de la mujer árabe para ingresar al mercado laboral e incrementar su contribución a la vida económica incluyendo la participación en la planificación del desarrollo.

6. Incrementar la participación de la mujer en el mantenimiento de la paz, la solución de conflictos nacionales e internacionales y proteger a la mujer de los efectos de éstos.

7. Fortalecer la capacidad de la mujer y garantizar su participación efectiva en la protección del medio ambiente y la gestión adecuada de los recursos naturales.

8. Implementar las convenciones internacionales que garantizan los derechos civiles de la mujer en general; brindar a la mujer protección contra toda forma de violencia y afianzar los medios y las medidas preventivas a través de la educación, la concienciación y la aplicación de la Plataforma de Acción.

Estos textos fueron aprobados en las cinco reuniones regionales preparatorias de la IV Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, e incorporados en Pekín a las resoluciones finales.

La IV Conferencia Mundial de las Mujeres ha significado algunos logros fundamentales, y globalmente ha supuesto el reconocimiento internacional definitivo de la función clave de las mujeres en el desarrollo de sus países y su papel dinámico y activo en la creación de riqueza. Por tanto, no se podrá prescindir de las mujeres en el proceso de transformación y modernización de los pueblos hacia el logro de una calidad de vida más digna, con el merecido respeto a las especificidades de cada identidad cultural.

El reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres, con dimensión universal, ha marcado un hito irreversible en Pekín, donde ciento ochenta y nueve Estados de los cinco continentes, reflejo fiiel de las diferentes tradiciones, culturas y religiones del planeta, se han puesto de acuerdo, por consenso, en una importantísima Declaración Política, y en el marco operativo de la Plataforma de Acción, para asumir compromisos en la resolución de los problemas de las mujeres desde su dimensión social

Importante también ha sido el reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres como derechos universales, basados en nuevas formas de equilibrio y corresponsabilidad de hombres y mujeres, en lo público y en lo privado.

Estas valiosas consideraciones, y las transformaciones profundas que conllevan , se conciben ya como algo que afecta e interesa no sólo a las mujeres, sino afortunadamente a la sociedad en su conjunto. Y este proceso hacia la igualdad real, aunque a diferente ritmo de conquistas, es algo irreversible como tendencia en el mundo entero, siendo los ámbitos de la educación y el trabajo remunerado donde se han registrado los avances más significativos del último decenio (Plataforma de Acción, párrafo 28).

En Pekín, tanto en el gran Foro de ONG's, como en la Conferencia Gubernamental, -y por más que también los fundamentalismos del planeta estuvieran presentes y visibilizaran sus posturas-, ha sido innegable la aceptación mayoritaria del reconocimiento básico a la equidad total entre hombres y mujeres, y el triunfo, en consecuencia, de los posicionamientos progresistas frente a los minoritarismos -aunque significativos- intereses integristas.

Clave en todo este proceso ha sido el papel de las ONG'S, Asociaciones y Redes de mujeres de todo tipo, articuladas en el norte, sur, este y oeste de los cinco continentes, y que se han convertido en dinamizador y catalizador de los cambios, aumentando su influencia en los sectores gubernamentales, que son los responsables de promover políticas públicas que faciliten y avalen la igualdad real.

Se ha avanzado en el «contrato de género», y en la transversalidad de las propuestas o mainstraining, así como en la definición de los mecanismos nacionales e internacionales garantes de la igualdad de oportunidades.

En definitiva, Pekín ha significado la generalización de un discurso y la legitimidad democrática de las luchas y reivindicaciones históricas de las mujeres, al haberse aprobado la Plataforma de Acción con alcance mundial.

No obstante, conviene matizar el optimismo generalizado de la clausura y conclusiones de esta IV Conferencia, dado que si bien son constatables los logros obtenidos por las mujeres en esta década, todavía la situación de absoluta pobreza, analfabetismo y precariedad en que viven mas de mil doscientos millones de mujeres confirma la enorme brecha existente entre los países del norte y del sur, e indica por dónde deben orientarse las prioridades, a través fundamentalmente de la cooperación al desarrollo con perspectiva de género.

En cualquier caso, también en el primer mundo hay que seguir denunciando las diversas formas de violencia e injusticia hacia las mujeres, la feminización de la pobreza, el 25 por 100 como promedio de menor remuneración frente a igual trabajo y cualificación.... y sobre todo, hay que conquistar el acceso a los niveles de poder, decisión y representación, donde seguimos estando en franca minoría, tanto en el ámbito político-institucional, como económico, empresarial y profesional.

Las mujeres constituyen apenas el 10 por 100 del total de los legisladores electos de todo el mundo, y en la mayoría de las estructuras administrativas nacionales e internacionales, públicas y privadas, continúan teniendo muy poca representación.

Igual ocurre en el propio seno de la ONU: hay paridad en el funcionariado, pero se está muy lejos de tenerla entre los cargos directivos y las personas que asumen las decisiones y la representación.

La Plataforma de Acción (párrafo 29), recoge críticamente que cincuenta años después de su creación, las Naciones Unidas siguen privadas de las ventajas de la dirección de la mujer a causa de la falta de representación de ésta en las instancias donde se adoptan decisiones dentro de la Secretaría y en los organismos especializados.

Lo mismo se puede afirmar categóricamente de las estructuras multilaterales y de todos los mecanismos de poder, tanto locales como regionales, estatales y supranacionales.

Hay que expresar con rotundidad que la humanidad no alcanzará la democracia plena, y ni siquiera los países desarrollados y con larga tradición institucional podrán considerarla consolidada, hasta que se eliminen las barreras objetivas que imposibilitan la participación paritaria en todos los órganos de representación política.

Gracias, sin duda, a que son muchos millones de mujeres las que ya están organizadas y participando activamente en la sociedad, y a los esfuerzos solidarios de este siglo se han servido para generalizar conquistas, hoy resulta evidente que las mujeres estamos liderando tanto la lucha por la supervivencia y el aumento de la calidad de vida, como el nuevo reconocimiento de los derechos humanos.

Pero hay que dar un paso más: liderar también desde la igualdad los procesos de toma de decisiones en todos los órdenes, incorporando la dimensión de género en la formulación de todas las políticas, y en la articulación de las medidas y actuaciones que definan los modelos de desarrollo y de convivencia de nuestras sociedades futuras.

El futuro plantea muchas incógnitas, en cuanto a nuevas formas de articulación social, organización laboral y comunitaria, modelos de producción, mecanismos de delegación y representación... Pero es evidente que la resolución y respuestas a todos estos interrogantes pasa por la necesaria búsqueda de equilibrio entre los nuevos parámetros que conformarán el concepto de desarrollo en las próximas décadas, y que necesariamente será:

- Equilibrio en la redistribución de la riqueza, y nuevas relaciones entre el norte/sur, este/oeste.

- Equilibrio y armonía entre la sociedad y la naturaleza; el consumo y los recursos naturales.

- Y por supuesto, equilibrio desde la profunda equidad de género entre hombres y mujeres, para construir juntos un mundo más justo.

Éstos son nuestros retos, nuestro derecho y nuestra obligación inalienable, y lo que como hombres y mujeres, ciudadanos demócratas y de pleno derecho en el final del siglo XX, deberemos traspasar como conquista, herencia y patrimonio de la humanidad a las generaciones venideras.