INVESTIGACIONES APLICADAS
INTRODUCCION
A estas alturas del siglo no es ninguna novedad señalar el envejecimiento de la población que está teniendo lugar en todos los países industrializados. Actualmente se determina un porcentaje de personas mayores de 65 para la Comunidad Autónoma Andaluza del 11,7 por 100 de los que el 58 por 100 son mujeres (Consejería de Salud, 1992). La disminución generalizada de las tasas de natalidad y de las tasas de mortalidad infantil (Grupo de población de la AGE, 1986) y la mejora del nivel de vida y de los cuidados en general nos han conducido a una esperanza de vida que actualmente ronda los 80 años.
Todo ello nos dirige, en el futuro próximo, a una situación en la que el peso específico del anciano será mayor que el de los jóvenes, planteándose nuevos problemas sociales. El aumento de la demanda de servicios sociales y de salud para esta población va a requerir mejorar la oferta de los que existe y, sobre todo, aportar soluciones creativas que rentabilicen los recursos de los que se dispone.
Si analizamos la cuestión en este momento, nos encontramos además, con una población no muy conocida. Al contrario de lo que se piensa, la mayoría de los adultos mayores de 65 años viven sin depender de los servicios sanitarios, bien porque no sufren una incapacidad que le impida su autocuidado, bien porque éste está compensado por un sistema informal de cuidados que realiza la familia, los vecinos, etc. (López Aranguren, 197 l). Por otra parte, en general esta etapa de la vida es aceptada con agrado por el propio sujeto e incluso para algunos aspectos (por ejemplo, los relacionados con el trabajo) le supone una liberación (Bazo, 1990; Sediles, 1992).
Envejecer y sus consecuencias es una situación que se percibe de manera favorable o desfavorable en función de múltiples factores. Uno de los indicadores más relevantes del bienestar en ancianos ha demostrado ser el apoyo social (Freixas, 1993). La existencia de relaciones satisfactorias con familiares y amigos constituye un elemento de bienestar y de seguridad hata tal punto que el apoyo social puede ser un buen predictor de equilibrio en la vejez. Por este motivo, se señalan como grupos de especial riesgo las mujeres ancianas, no sólo por suponer el grupo más numeroso, de mayor incapacidad por vivir mas años, y de menor nivel económico, sino porque además están mas solas (existen mas mujeres solteras y viudas y se vuelven a casar en menor porcentaje que los hombres) (De Miguel y Díez Nicolás, 1985; Feriegla, 1992; Miralles, Artes y Segin, 1995).
Aunque hemos señalado que la soledad y la falta de personas que se ocupen de sus cuidados no son situaciones generalizadas en la mayoría de los ancianos, sí supone éste un problema muy importante para los que lo padecen. Por ello, dentro de esas soluciones imaginativas que al principio apuntábamos parece una buena idea el que, personas mayores desocupadas que gozan de buena salud contribuyan al cuidado colectivo y este apoyo puede ser un recurso no profesional del máximo interés si es regulado y formalizado en redes sociales de servicios (Roca y Llanguer, 1994).
La experiencia que se presenta es un intento de formalizar ese tipo de recursos. Surge en uno de los barrios periféricos más pobres de Granada: el polígono de Cartuja, barrio eminentemente joven pero cuyos ancianos suponen una población que sufre con más crudeza los rasgos del barrio (INSERSO, 1991). En un análisis realizado por el Centro de Salud en 1986 se detectó que la mayoría de las personas ancianas que aquí vivían no podían valerse por sí mismas y no disponían de personas que se ocuparan de ellas, amén de sufrir de falta de recursos, desarraigo, soledad y aislamiento, A raíz de esto un grupo de profesionales sanitarios promovió una iniciativa, en la que se intentó implicar, a los ancianos asistentes a un Centro de Día de la tercera edad, en un servicio de ayuda a domicilio para los ancianos incapacitados. El objetivo era contribuir, en su propio contexto, a la mejora de la calidad de vida de los ancianos considerados como de alto riesgo psicosocial.
Los criterios fundamentales para asistir a un anciano eran: que viviera solo, que no tuviese familiares próximos, que presentara dificultades para la deambulación y para realizar las actividades de la vida diaria y sufriera problemas de soledad y/o aislamiento. La captación se haría a través de las demandas de los profesionales de salud y de los vecinos o de cualquier miembro de la comunidad.
Respecto a las actividades a realizar por los voluntarios se centrarían fundamentalmente en: dar compañía en el domicilio, acompañarlos a realizar distintas actividades, ayudarlos en pequeños trámites y gestiones, avisar al centro de salud en caso de enfermedad del asistido y recogerles la medicación. Se establecieron normas de actuación, circuitos de información y derivación de casos, y sistemas de coordinación con organismos y asociaciones públicas y privadas suministradoras de recursos; se fijaron unas reuniones periódicas de tipo organizativo y de seguimiento y las actividades comenzaron de forma organizada en enero de 1987. Desde esa fecha el programa se ha mantenido en funcionamiento y en 1993 se institucionalizó esta actividad mediante la incorporación a la Federación de Organizaciones y Asociaciones Andaluzas de Mayores (FOAM).
En 1994 el grupo de sanitarios que coordinó esta actividad desde un principio se plantea la necesidad de valorar la experiencia persiguiendo como objetivos fundamentales:
1. Caracterizar a los voluntarios que pertenecen al grupo de apoyo.
2. Objetivar los beneficios que obtienen tanto los ancianos voluntarios como los ancianos asistidos, y
3. Explorar nuevas perspectivas en el voluntariado
De estos objetivos nos parecen de especial interés, y en ellos nos vamos a centrar en esta comunicación, los que se refieren a la caracterización de los ancianos que prestan su servicio como voluntarios y ellos van a ser operacionalizados en las siguientes hipótesis:
1. Los ancianos que prestan sus servicios como voluntarios no difieren ni en sus características sociales ni en las psicopatológicas de los ancianos en general.
2. Los ancianos que prestan sus servicios como voluntarios reciben beneficios a modo de satisfacción personal o de reconocimiento social, derivado de su actitud de ayuda.
3. La propia pertenencia al grupo de apoyo puede representar, en sí misma, un beneficio adicional para los voluntarios.
En este estudio han participado el 80 por 100 de los ancianos que colaboran como voluntarios en la campaña "Ancianos que ayudan a Ancianos" en Granada capital, formado por 35 ancianos voluntarios, 12 de la zona Cartuja/Almanjáyar y 23 del resto de las zonas (Chana, Camino de Ronda, Centro y Doctores). La edad media de este grupo ha sido de 64 años. Una información detallada de las características sociodemográficas de la muestra puede observarse en la tabla 1.
En primer lugar, con el conjunto de la muestra se ha seguido un diseño correlacional descriptivo. Posteriormente se ha dividido en grupo de voluntarios según su apoyo social general (escogido como variable independiente), aplicándosele un ANOVA a todas las demás variables considerándolas como dependientes.
Las variables recogidas han sido las siguientes:
Variables sociodemográficas: zona de residencia, edad, sexo, estado civil, nivel de instrucción y nivel socioeconómico.
Variables que intervengan en su relación con el grupo: años de pertenencia, continuidad en el grupo, grado de compromiso y evolución del grupo.
Variables de orden familiar y apoyo social: tipo de familia a la que pertenecen, cantidad y calidad del apoyo familiar y social que reciben.
Variables de orden psíquico y psicopatológico: caracterización psicopatológica y variables motivacionales.
Para todos los análisis estadísticos se ha utilizado el paquete estadístico BMDP.
Previamente a la recogida de datos se informó, en una de las reuniones mensuales, sobre el estudio y sus objetivos tanto a los voluntarios del grupo de apoyo Cartuja-Almanjáyar como a los voluntarios de la FOAM. En una primera fase quedaron incluidos en el estudio 27 voluntarios que desde 1986 pertenecen o han pertenecido al grupo de apoyo Cartuja-Almanjáyar. También manifestaron interés 37 voluntarios de la FOAM, aunque sólo se pudo contactar telefónicamente con 27 (73 por 100), para concertar una entrevista. A ella acudieron 23 voluntarios (85 por 100), los cuatro restantes se disculparan por motivos de salud y obligaciones familiares en ese momento. El resto no se pudo localizar, dado que era el mes de julio (1994) y algunos ya estaban de vacaciones.
Las características sociodemográficas, los datos referidos a la pertenencia al grupo y el grado de apoyo familiar y social, así como la información sobre motivación y perfil psicopatológico fueron recogidas por cuatro de los investigadores mediante dos entrevistas personales por voluntario, de 60 a 90 minutos de duración. Las entrevistas se llevaron a cabo en el lugar habitual de reunión de cada grupo (Centros de Salud o Centros de Servicios Sociales Comunitarios). La información se recogió durante los meses de mayo a julio de 1994.
Cuestionario APGAR FAMILIAR
Para la medición del apoyo familiar se utilizó el índice APGAR FAMILIAR tal y como fue validado por Smilkstein y adaptado en nuestro país por Revilla y cols, (199 la), para ser usado de manera inteligible en poblaciones de bajo nivel de instrucción. Consta de cinco preguntas, correspondiéndose cada una de ellas con un área diferente de la función familiar (apoyo, cooperación, desarrollo, afectividad y capacidad resolutiva).
Cuestionario de apoyo social DUKE-UNC
Para la medición del apoyo social se utilizó el cuestionario DUKE-UNC modificado por Broadhead y validado en nuestro país por Revilla y cols. (1991b). El cuestionario contiene once ítems cuyas respuestas se recogen mediante una escala tipo Likert, con puntuaciones que oscilaban entre 1 y 5. Los ítems 1, 4, 6, 7, 8 y 10 miden el "apoyo confidencial", es decir, la posibilidad de contar con personas a las que se le puedan comunicar problemas, mientras que los ítems 2, 3, 5, 9 y 11 miden el "apoyo afectivo", entendiendo por tal la posibilidad de contar con personas que nos expresen amor, cariño o empatía.
Escala de Motivación Psicosocial (MPS)
Para el análisis y cuantificación de los elementos que definen la motivación psicosocial utilizamos la Escala de Motivación Psicosocial (MPS), de Fernández Seara (1987). Este instrumento explora seis factores motivacionales, aunque se han seleccionado para este estudio los cuatro que consideramos relevantes en relación con las hipótesis planteadas:
- Aceptación e Integración social: este factor intenta evaluar la necesidad de relaciones afectivas con otras personas. Incluye la pertenencia al grupo y la aprobación social.
- Reconocimiento social, que alude a la búsqueda de prestigio y reconocimiento social.
- Autoestima/Autoconcepto es una variable formada por elementos relacionados con la necesidad de poner a prueba la valía personal o profesional del individuo y, con la de alcanzar metas que refuercen el propio concepto y la confianza en sí mismo
- Autodesarrollo, factor que evalúa la necesidad de desarrollar capacidades personales, de realizar proyectos y proponerse metas.
Cada uno de estos factores se ha analizado en función de tres componentes principales:
Indice de Satisfacción con la Vida (LSI)
La evaluación del bienestar subjetivo de los voluntarios ha sido realizada mediante el Indice de satisfacción con la vida (LSI) de Havighurst y col (1961) adaptación de J. F. González, 1980. Se trata de un cuestionario, especialmente considerado en la evaluación de ancianos, y que mide la satisfacción con la vida independientemente del nivel de actividad o de participación social.
Cuestionario de Análisis Clínico (CAQ)
Del Cuestionario de Análisis Clínico (CAQ), Krug (1985), se han seleccionado los factores que hemos considerado más relevantes para esta investigación, a saber:
Hipocondriasis, que evalúa la preocupación excesiva por la alteración de las funciones del cuerpo y por la enfermedad física o psíquica.
Agitación, factor que mide la tendencia a realizar varias cosas al mismo tiempo y acometer proyectos que posteriormente se abandonan
Apatia-Retirada, que evalúa la tendencia a evitar el trato con los demás y la preocupación por asuntos que no conciernen directamente a la persona.
Depresión Ansiosa, que comprende elementos como desorientación, torpeza, inseguridad e incapacidad para enfrentarse a las exigencias inmediatas de la vida.
Depresión-Baja energía, se refiere a fatiga, tristeza y mal humor.
Culpabilidad-Resentimiento, es decir, el sentimiento de haber cometido algo imperdonable y la consecuente sensación de inutilidad e impotencia.
En total se encuestaron 35 voluntarios: 12 de la zona Cartuja/Almanjáyar y 23 del resto de las zonas (barrios de Chana, Camino de Ronda, Centro y Doctores). Sus características sociodemográficas pueden consultarse en la tabla 1, en ella se puede observar como, por zonas, el mayor porcentaje de ancianos voluntarios corresponde a la zona de Cartuja. Se aprecia, asimismo, como la mayoría de los voluntarios son mujeres y, en relación a su estado civil, el porcentaje más importante corresponde a casados o viudos. El nivel de instrucción mayoritario es bajo, entre educación primaria y sin estudios recogen casi el 80 por 100. Sin embargo, el nivel socioeconómico, en su conjunto, no puede ser considerado bajo, ya que el 40 por 100 de los entrevistados declara más de 100.000 pesetas de ingresos mensuales.
En relación con su situación en el grupo, el 22,9 por 100 lleva menos de un año, siendo la media de tiempo de pertenencia al grupo de 1 año y 6 meses. La mayoría (85,7 por 100) no ha abandonado el grupo desde su ingreso y, su grado de compromiso es muy alto, el máximo señalado lo cumple un 74,3 por 100 de voluntarios encuestados.
La estructura familiar y el apoyo familiar y el apoyo social sé recogen en la tabla número 2. En ella podemos apreciar como la mayoría de los voluntarios viven sin sus hijos, el 57,2 por 100 frente al 31,4 por 100. Sin embargo, el apoyo familiar que manifiestan en sus contestaciones es muy alto, la puntuación media se sitúa en 7,89 puntos directos y el 77,1 por 100 de los voluntarios ocupa el rango de normalidad de la escala. En relación al apoyo social, la medida del grupo es moderada, situándose en la banda que podemos clasificar de apoyo escaso o malo, en torno a un 20 por 100 de los entrevistados. En general, las puntuaciones en apoyo confidencial y apoyo afectivo aparecen bastante homogéneas aunque con una media ligeramente más alta para el apoyo confidencial.
De igual modo, las puntuaciones medias, arrojadas por el Indice de satisfacción de la vida nos expresan que la satisfacción de estas personas se sitúa en un rango normal.
En la tabla 3 se recogen los resultados obtenidos sobre motivación y como puede observarse, en los ancianos voluntarios evaluados, la puntuación media obtenida para los factores motivacionales y para cada uno de sus componentes, muestra valores similares a la media de la población española determinada por los baremos de esta escala. Sólo en el caso del factor ejecución del componente autodesarrollo este grupo muestra valores significativamente más altos que la media, según haremos.
En relación con el perfil psicopatológico realizado a través del CAQ, los resultados, que quedan expresados en la tabla 4, comparados con las puntuaciones medias de los haremos que podemos tomar como índices de la tendencia de la población en genera muestran altos niveles significativos en todas las variables analizadas, excepto en la de agitación.
En la Tabla 6 recogemos la comparación entre el grupo con alto apoyo social y el grupo con bajo apoyo social. Sólo se recogen las variables de perfil psicopatológico y apoyo familiar pues son en éstas donde aparecen diferencias significativas entre ambos grupos. Estas diferencias se sitúan en las variables: Hipocondriasis, baja energía, apatía y culpabilidad. Igualmente existen diferencias entre los dos grupos respecto al apoyo familiar.
En general pues, podemos afirmar que los voluntarios, participantes en este programa, que han sido evaluados, tienen el perfil sociodemográfico general de la población anciana de Granada. El grupo está compuesto fundamentalmente por mujeres, casadas o viudas, con bajo nivel educativo y con un nivel de renta aceptable.
En general, aunque un porcentaje relativamente alto vive sin hijos, se percibe a sí mismo como con un buen apoyo familiar y social y sólo un 20 por 100 señalan una situación desfavorable en este sentido. Estos datos pueden ser relacionados con el índice de satisfacción a la vida, que para este grupo, se sitúa dentro de los valores normales para la población en general.
En relación con las variables motivacionales que pensábamos podrían estar relacionadas con su dedicación a este trabajo de voluntariado, sólo el nivel de ejecución del factor autodesarrollo aparece con diferencias apreciables respecto de la población española en general lo que podría ser interpretado como que estos ancianos, efectivamente, desarrollan gran cantidad de esfuerzo para llevar a cabo proyectos y alcanzar nuevas metas en la vida, es decir, que son capaces de trabajar para alcanzar metas elevadas significativamente más que la media de la población española.
Es en las variables evaluadas a través del CAQ en las que este grupo arroja grandes y significativas diferencias con respecto a la población española en general. En este sentido podemos afirmar que
nuestro grupo de voluntarios se caracteriza por su alto nivel de hipocondriasis, apatía, y en cada uno de los tres componentes de la depresión evaluados. Esto quiere decir que: están preocupados excesivamente por su salud, tienden a no preocuparse por los asuntos de los demás y presentan altos índices depresivos: sentimiento de culpa, bajo tono vital e incapacidad para enfrentarse a exigencias inmediatas de la vida. No obstante, para una completa interpretación de estos datos, debemos remitirnos no a la población en general, sino a los perfiles que habitualmente se dan en la vejez. En este sentido, numerosos estudios ponen de manifiesto que, aunque la mayor prevalencia de la depresión se sitúa antes de los 65 años, las tasas de sintomatología asociada (que están siendo reflejadas por estos tres factores que evalúa el CAQ) son muy altas en los ancianos. Así, según datos obtenidos por el Gabinete de Estudios Sociológicos de Bernard Krief (1982), el 56,4 por 100 de los ancianos españoles presenta sintomatología depresiva, aunque sólo el 7,3 por 100 puedan ser catalogados como depresivos (Fernández Ballesteros y col., 1992). Este hecho, que aparece relacionado con variables tales como el estado civil, los recursos económicos y la situación de salud (Gaylord y Zung, 1989), no correlaciona sin embargo (para la población general) con la satisfacción de la vida, el nivel de actividad o el apoyo social (Suárez y Fernández-Ballesteros, 1994), datos que parecen haberse confirmado en nuestro estudio. Todo lo cual, nos permite considerar que el perfil psicopatológico que aparece en los voluntarios participantes en nuestro trabajo no es específico de ellos sino, en general, de la vejez.
Por otra parte, al comparar a los voluntarios en relación a su apoyo social percibido encontramos que las diferencias significativas entre los voluntarios con alto vs. con bajo apoyo social se dan en esas mismas variables, de tal modo que los ancianos que perciben un apoyo social más alto, aunque con puntuaciones algo mayores que la media española en general, no se diferencian excesivamente de ésta, mientras que los ancianos que perciben un apoyo social más bajo obtienen unas puntuaciones altamente significativas, en hipocondriasis, depresión-baja energía, apatía y culpabilidad.
En conclusión, y en relación con las variables psicológicas evaluadas podemos afirmar que los ancianos que forman parte de los grupos de voluntarios que participan en esta experiencia tienen las características habituales de los ancianos en general, destacando sólo el hecho de un mayor nivel de ejecución en el factor motivacional de autodesarrollo. Esto puede ayudarnos para explicar su presencia en este tipo de actividades. A pesar de las puntuaciones obtenidas en relación con la apatía, depresión y baja energía, que como ya hemos señalado coinciden con los resultados esperados en ancianos, estas personas dedican gran parte de su esfuerzo a realizarse y a alcanzar metas de desarrollo personal.
No obstante hemos de señalar como los ancianos con bajo apoyo social puntúan mucho más alto con esa variables psicopatológicas indicativas de depresión y esto estaría de acuerdo con los datos apuntados al principio para los ancianos en general, en base a los cuales podemos afirmar que el apoyo social percibido es un buen predictor de ajuste emocional en los ancianos.