DOSSIER
El dossier que se presenta en este ejemplar trata de contemplar un aspecto de la intervención psicosocial especialmente importante. La evaluación de programas (debería decirse valoración de programas para ser más rigurosos) supone en la actualidad una exigencia metodológica para todos los programas de intervención. Por de pronto, la evaluación permite averiguar la pertinencia, la bondad y muchos otros criterios de calidad de la intervención realizada, convirtiéndose en la garantía de control de programa. Desde nuestro punto de vista, además, la evaluación de programas cubre con una triple exigencia: en primer lugar es una exigencia profesional ya que es responsabilidad de todos los que intervienen en los programas el conocer y estudiar sus propios procesos y resultados de intervención con el fin de mejorar su ejercicio; en segundo lugar, es una exigencia científica en cuanto que la intervención psicosocial es un campo en construcción que demanda un desarrollo teórico y unos fundamentos que necesariamente pasan por analizar rigurosamente las prácticas desarrolladas, contrastando y comprobando las nuevas aportaciones técnicas y teóricas, finalmente, la evaluación de programas es una exigencia ética que ya permite el control de los efectos causados con una determinada intervención, y por tanto, garantiza la adecuación a ciertos principios prescriptivos (que diría Scriven) como la igualdad de oportunidades, el respeto a las minorías, etc.
Los tres artículos que componen este dossier abordan la evaluación de programas desde una perspectiva que trata de huir de los habituales enfoques basados en la recomendación de ciertos procedimientos o secuencias de realización. Como muchos autores han puesto de manifiesto (especialmente se puede comprobar en la excelente revisión de Shadish, Cook y Leviton, 199 1) la bibliografía existente sobre la evaluación de programas se ha centrado en muy diversas propuestas acerca del modo en que se deben llevar a cabo (fases, instrumentos, diseños, etc.). Sin embargo, la reflexión conceptual sobre algunos términos esenciales como es el caso de «la calidad» de los programas deja notar una gran ausencia. Manuel Medina realiza un análisis pormenorizado del concepto de la calidad en la evaluación de programas en un ámbito tan comprometido como es el de las administraciones públicas.
Otro aspecto de discusión esencial es el que Ferrán Casas aborda con respecto a las funciones sociales de la evaluación de programas, actualizando en nuestro contexto la preocupación sobre la repercusión de las evaluaciones en el bienestar social que enfatizara en su día C.Weiss.
Finalmente, el artículo de Jorge Fernández del Valle intenta sintetizar los principales enfoques de evaluación de programas desde una perspectiva estratégica que intenta ser novedosa, planteando las diferencias de metodología como una cuestión que afecta al rol del evaluador en cada situación. De las distintas funciones que ese rol debe desempeñar se derivarían conclusiones prácticas para la metodología de la evaluación de programas.
En suma, se ha tratado de elaborar un dossier que analice y revise las dificultades teóricas y metodológicas de la evaluación de programas en el momento actual y en nuestro contexto cultural. Sólo cabe esperar que, además del disfrute de nuestros lectores con su lectura, este dossier sirva de estímulo desencadenante de nuevos artículos, reflexiones y debates sobre un tema tan crucial y tan necesitado de nuevas elaboraciones y propuestas.