ESPACIO ABIERTO
RESUMEN PROYECTO HIDROELECTRICO DE LA CUENCA ALTA DEL RIO INDRAVATI
PERDIDAS Y BENEFICIOS, SEGUN DATOS DEL GOBIERNO
El presente artículo se centra en los desalojos relacionados con la construcción de presas y en la repercusión global sobre el entorno y sobre las personas de las tribus indígenas. Trata de los desalojados del proyecto de la Presa Multifuncional de Cuenca Alta del Río Indravati en Orissa, (India).
Bienestar subjetivo. Felicidad. Estructura. Modelos.
The present paper focuses on a dam related displacement and its overall impact on the environment and indigenous tribal people. It deals with the oustees of dw Upper Indravati Multipurpose Dam Project in Orissa (India).
Subjective well-being. Happiness. Structure. Models.
Muchos países se han quedado maravillados de los aspectos positivos de diversos planes de desarrollo. Particularmente, en los países del tercer mundo, se extraen los recursos naturales básicos indiscriminadamente por la creación de macroproyectos para compensar el atraso en el desarrollo y dar alcance a otros países desarrollados del mundo. Se han acometido extracciones irresponsables de los recursos naturales por intereses industriales y comerciales en complicidad con el aparato tecno-burocrático del estado (Behera, 1993, p. 256). Sin embargo, no llegamos a darnos cuenta de que muchas veces el desarrollo, ya sea espontáneo o inducido, no sólo conlleva beneficios, sino que con frecuencia produce disrupción social. Muchos planificadores y políticos encuentran difícil percibir este doble impacto, precisamente en el momento en que es necesario: cuando se diseña un plan de desarrollo (Cernea, 1985, p. 188). Por otra parte, para justifiicar la creación de un macroproyecto de desarrollo, se minimizan deliberadamente las abundantes implicaciones sobre las personas y el entorno y se subrayan los costes bajos y los beneficios más altos. Lo que resulta irónico es que las personas que sufren el daño y pagan las consecuencias del desarrollo son en su mayor parte las menos beneficiadas y los frutos del desarrollo los cosechan otros.
El desalojo forzoso es una de las profundas disrupciones sociales que acompañan a un proyecto de desarrollo. El cambio involuntario de hábitat ha acompañado al desarrollo a lo largo de la historia, está inscrito de forma indeleble en la evolución de la industria, al igual que en los países desarrollados (Cernea, 1994, p. 46). El torrente de tales planes de desarrollo irracionales no sólo expulsa a las personas sino que también hace doblar a muerto por las valiosas reservas de riqueza biológica y por la ancestral red social. La expulsión de un gran número de personas, los daños al entorno y la disrupción social provocada por los llamados planes de desarrollo, demandan el asentamiento de los desalojados, el restablecimiento del entorno y la reconstrucción del tejido social. Para mitigar con acierto los citados problemas hace falta la anticipación imaginativa de los planificadores, los políticos y los ejecutores. Sin embargo, la mayoría de los planes de desarrollo muy rara vez incluyen una política de rehabilitación que mitigue de forma amigable los problemas de los desalojados y regenere las pérdidas ambientales. Casi siempre, las directrices de rehabilitación se incorporan al expediente del diseño del proyecto a la mitad del camino, como una reflexión añadida a posteriori. Es una extraña paradoja que el llamado desarrollo planificado trate el tema de los reasentamientos de manera no planificada, casual e inadecuada, empobreciendo y arruinando de este modo a un gran sector de la población. El ejercicio total del reasentamiento y la rehabilitación se funde en una quimera cuando no se trata como un programa de desarrollo sino como una dudosa negociación comercial.
En la India británica e independiente el gobierno trasladó a la gente para hacer sitio a los proyectos de desarrollo. Durante el gobierno colonial se adquirieron terrenos para la construcción de carreteras, líneas de ferrocarril, escuelas, hospitales y para la explotación de minerales (Report of the Commissioner of SC and ST, 1990). Dado que las tierras adquiridas eran menos y había una mayor disponibilidad de terrenos alternativos, resultaba más sencillo el reasentamiento y la rehabilitación de los desalojados. Al igual que todos los países en vías de desarrollo, la India posterior a la independencia vio un desarrollo masivo de infraestructuras por medio de proyectos industriales, de generación de energía, minería y gestión de los recursos hidráulicos. Por consiguiente, el volumen de desplazamientos relacionados con el desarrollo también se incrementó en la India después de la independencia. Por desgracia, toda la industria pesada, todos los proyectos de generación de energía eléctrica y riego y la minería a gran escala se tuvieron que emprender en áreas subdesarrolladas, que estaban habitadas por grupos tribales en zonas concentradas (Mahapatra, 1994, p. 37). Aunque la construcción de proyectos de desarrollo en áreas subdesarrolladas se revela gravoso para los indígenas, es un negocio sin duda rentable en términos económicos.
El llamado desarrollo ha ocasionado el desarraigo y la desmembración de las tramas sociales, morales y económicas de la vida indígena, construidas a lo largo de generaciones. Ha provocado un daño irreparable a los indígenas. Ha hecho que estas personas, que han sido marginadas y empujadas a la periferia de la sociedad, paguen el precio del ansia y la locura por el desarrollo de los ricos y poderosos. Lo irónico es que el precio lo pagan aquellas gentes con menos posibilidades de afrontarlo y que se benefician menos de los frutos del desarrollo. Para las compensaciones y el realojo de las tribus desplazadas es más fácil cerrar un trato con ellas, y las autoridades responsables del proyecto salen triunfantes sin enfrentarse a mucha resistencia. A menudo las compensaciones asignadas a los desalojados son tan exiguas, que lo que supone en el proyecto la logística para los trabajadores cualificados es mucho mayor que el coste de rehabilitación de los desalojados. A veces, los grupos tribales no son conscientes de lo crítico del impacto a largo plazo de proyectos de desarrollo y quedan desconcertados por las construcciones de grandes estructuras, por las extrañas y pesadas máquinas desplegadas para la construcción. Los jornales que reciben en dinero contante y sonante en el curso de la construcción actúan como incentivos y generan lealtad al proyecto entre los miembros de las tribus. Además, la experiencia histórica de estar siempre en situación de perdedores mata el espíritu y las esperanzas de la tribu, y raramente encontramos un movimiento de antiproyecto entre los indígenas. Todo esto les mantiene mudos y les convierte en el chivo expiatorio de los proyectos de desarrollo. De ahí que no siempre resulte incongruente la proliferación como hongos de tales planes de desarrollo en los dominios de los grupos tribales indígenas como una acción deliberada del gobierno.
Solamente en la India, hasta 1990 había 21.300.000 personas desplazadas por uno u otro proyecto de desarrollo (Fernandes, 1994, p. 24). Sin lugar a dudas, la gran mayoría de ellas son miembros de tribus. De un total de 7.410.000 miembros de tribus desplazados, solamente un 24.9 por cien han sido rehabilitados y un increíble 75.03 por cien de las tribus desplazadas aguardan la rehabilitación (Fernandes, 1991). El grupo de trabajo sobre las Development and Welfare of Schedule Tribes durante el octavo Plan Quinquenal (1990-95) informa que de un total de 1.694.000 de desplazados en los 110 proyectos estudiados, 814.000 (el 48 por cien) eran miembros de tribus (Trukral, 1992, p. 8). Las tribus, han vivido tradicionalmente en una economía de subsistencia autosuficiente, dependiente de los recursos naturales. Están relativamente menos expuestos a la economía de fuera de su región. Excepto en el nordeste y en algunas partes de Chotanagpug, la alfabetización es extremadamente baja. Como consecuencia no pueden esperar conseguir muchos puestos de trabajo en el nuevo proyecto. Si consiguen algún trabajo, están limitados a las categorías de los no cualificados y temporales, incluso como jornaleros (Fernandes, 1996).
El desalojo de los indígenas para hacer sitio a proyectos de desarrollo intensivo de capital mastodóntico se ha convertido en un penoso fenómeno habitual. Sin embargo, es razonable sostener que aunque el desalojo de los indígenas en la India había comenzado durante la era colonial, lo crítico de su supervivencia es esencialmente un fenómeno postcolonial (Mahapatra, 1994, p. 13).
En nuestros días, con una economía más liberalizada uno se encuentra con muchas multinacionales empujándose unas a otras en la India. La intrusión de las multinacionales es de hecho una amenaza potencial para los indefensos indígenas cuyos derechos y privilegios es probable que se sacrifiquen en aras de intereses corporativos. Ya que estas multinacionales no deben lealtad a la tierra y no tienen ningún sentido de pertenencia al país, no pueden empatizar con la gente afectada por los llamados planes de desarrollo.
La comida es el producto básico más esencial para la supervivencia del hombre. Para aumentar la producción de alimentos tiene una importancia primordial la construcción de presas y ello supone el desarrollo de los recursos hidráulicos. Sin embargo, en la construcción de las presas el riego va frecuentemente unido a la generación de energía hidroeléctrica y al de un medio de regulación de crecidas. Esta es la razón por la que encontramos una proliferación de proyectos para la construcción de presas multifuncionales en los países en vías de desarrollo. Para considerarla multifuncional, una presa tiene que ser lo suficientemente grande para generar electricidad. Es evidente que una gran presa inundaría más tierra y desplazaría por tanto más número de personas. El número de desalojados por proyectos relacionados con la construcción de presas en China es de más de 10 millones (Chao Liang, 1990), y en la India es de 14 millones (Fernandes, 199 l). Aparte de esto, hay muchos más desalojados que no figuran básicamente en los documentos del gobierno. Mientras que la comida es un producto esencial para todo ser humano, la electricidad principalmente abastece la necesidad de las industrias y de las clases privilegiadas. La función de regulación de crecidas por medio de presas es un mito. Las grandes obras de regadío que se supone que detienen las inundaciones, no se ha demostrado que resultaran la mitad de beneficiosas de lo que se suponía que eran. En la India, el área total sujeta a inundaciones se ha duplicado de 20 millones de hectáreas en 1971 a 40 millones de hectáreas en 1981 (D'Monte, 1985, p. 14). Además, el riego continuo no erradica sencillamente la pobreza. La desigual distribución de la tierra, conduce a la polarización de las clases agrarias. Pone más énfasis en la producción de cosechas que se venden al contado, a costa de cosechas de alimentos para generar excedentes que compensen la escalada de los costes de inversiones y también para satisfacer las demandas de la industria (Glodsmith y Hidyard, 1984, p. 181-191). Cuando llega el momento del reparto de beneficios, especialmente en proyectos de desarrollo relacionados con la construcción de presas, se deja de lado a los miembros de las tribus indígenas. Varios proyectos para la construcción de presas pudieran haber ayudado a convertir en regadío grandes extensiones de tierra pertenecientes principalmente a grandes y medianos agricultores. Pero para las tribus indígenas sólo han significado el dolor de verse desarraigados de su tierra nativa, con escasa preocupación por su rehabilitación. El impacto negativo de tales proyectos en el ecosistema y como consecuencia las pérdidas y las conmociones sufridas por determinados indígenas, es probable que se despachen como «el precio del desarrollo» (Ratha y Behera, 1990, P. 10).
Con este telón de fondo, el presente artículo se centra en los desalojos relacionados con la construcción de presas y en la repercusión global sobre el entorno y sobre las personas de las tribus indígenas. Trata de los desalojados del Proyecto de la Presa Multifuncional de la Cuenca Alta del Río Indravati, en Orissa (India).
El Proyecto Hidroeléctrico de la Cuenca Alta del Río Indravati es un gran proyecto de desarrollo fluvial multifuncional, en Orissa (India). Constituye un embalse de 110 kilómetros cuadrados formado por cuatro presas y ocho diques, así como un extenso complejo de regadío. El proyecto se ha diseñado teniendo en cuenta dos objetivos básicos: (1) proporcionar agua de riego para 109.300 hectáreas (modificadas posteriormente en 1994 a 128.000 hectáreas) de terrenos agrícolas en la cuenca del río Hati, colindante a la del río Mahanadi y (11) suministrar 600 megavatios de energía eléctrica destinada a la red del Orissa State Electricity Board (OSEB).
Las investigaciones para el Proyecto del Alto Indravati comenzaron en 1959. La aprobación por parte de la Union Planning Commission para la ejecución del mismo se retrasó hasta que en 1977 se llegó a una decisión sobre la distribución equitativa de los recursos de agua por la Krishna-Dodavari Commission. La Union Planning Commission aprob6 el proyecto en 1978 y el Environmental Appraisal Committee del Department of Scíence and Technology dio la autorización medioambiental al proyecto en 1979 (Final Environmental Assessment Report of HECIL, 1994). Sin embargo, el trabajo de la construcción a pleno rendimiento comenzó en 1985, después de obtener ayudas del Banco Mundial. La construcción se enfrentó con un retraso en el año 1991, debido a los daños causados por unas fuertes inundaciones en julio. Se perdió un gran número de vidas (principalmente miembros de tribus indígenas), los daños en las obras fueron inmensos y los poblados vecinos sufrieron lo indecible (Das, 1992, p. 5).
Si se debió a un problema en el diseño del proyecto o a irresponsabilidad por parte de los ingenieros, es algo que nunca pudo esclarecerse. Se llevó a cabo una investigación nominal sobre las causas y las cosas siguieron tan alegremente como antes.
Respecto a beneficios, habría 600 megavatios de electricidad y el regadío de 12.800.000 hectáreas de terrenos agrícolas en la zona de influencia, en el distrito de Kalahandi, propenso a la sequía de forma permanente. Con ello se incrementaría la producción agrícola y como consecuencia las oportunidades de empleo y el crecimiento del sector de servicios. Ha proporcionado empleo fijo adicional a alrededor de 248 personas de entre las familias desplazadas, en diversos puestos del proyecto. Como asunto de decisión de política, las principales agrupaciones de asentamientos formados por las familias desplazadas, serán electrificadas por el Orissa State Electricity Board. El almacenamiento de agua en el embalse creará un enorme potencial de pesca (captura). Las familias desplazadas establecidas en la periferia de los lugares embalsados podrán adoptar esta profesión como principal fuente de subsistencia. Se harán esfuerzos para enlazar esto con el proyecto de cultivo de la gamba y el pescado, bajo el programa patrocinado por el Banco Mundial. La única pérdida que lamenta el gobierno es el desplazamiento de 17.000 personas debido a la construcción del embalse [Informe del Resettlement and Rehabilitation Unit Khatiguda (en adelante RRU), 1995:31. Sin embargo, el Orissa Kurshak Mahasangh y el Indravati Gana Sangharsha Parishad señalan la cifra de 30.000 en los distritos de Kalahandi y el de Koraput íntegro. Aún más, el proyecto ha adquirido 13.175 hectáreas de tierra, 6.962,75 y 6.212.25 hectáreas de los distritos de Kalahandi y del total de Koraput, respectivamente (RRU, 1995, p.4). En la Tabla 1 se detallan los diversos tipos de terrenos.
El proyecto afectará en total a 97 pueblos, 44 del total de Koraput y 53 del distrito de Kalahandi. De ellos, 31 pueblos de Koraput y 34 del distrito de Kalahandi se verán directamente afectados y sumergidos por el agua embalsada. Con el fin de abrir paso a las obras, la evacuación de las personas se llevó a cabo en cuatro fases anuales. La primera fase de la evacuación comenzó en 1989.
Este artículo trata de algunos puntos básicos en relación con los pailas indígenas, un importante grupo tribal afectado por dicho proyecto.
1. ¿Hasta dónde pueden los parjas prosperar en el entorno cambiante?
2. ¿Hasta qué punto pueden los pailas disfrutar de sus derechos y privilegios en la situación actual?
3. ¿Cómo ha afectado el proyecto a la calidad de vida de los parjas?
4. ¿Cuál es el impacto del macroproyecto de la presa en la economía tradicional de los parjas?
Se recopilaron datos tanto de fuentes primarias como secundarias.
Los investigadores llevaron a cabo una encuesta que cubrió varios pueblos/grupos, a saber, Sanchattarang, Dinirimasca, Lepespas y Naringjhola, en la cuenca de captación del embalse en el distrito de Kalahandi. Se utilizaron métodos de entrevista, observación y estudio de casos para la recopilación de datos. Se entrevistó a los NGO locales, activistas y funcionarios del gobierno de la unidad de asentamiento y rehabilitación de Khatiguda para completar nuestros datos. Los datos secundarios se recopilaron dondequiera que estuvieran disponibles, para completar nuestro análisis. Aún aceptando que nuestros datos son escasos, nos dan, sin embargo, indicios suficientes sobre el impacto en los indígenas de un macroproyecto para la construcción de una presa.
Durante siglos, el río Indravati ha sustentado en sus márgenes a los parjas indígenas, tanto material como espiritualmente. Todavía se ajustan a una vida sencilla dentro de su hábitat natural y resuelven sus problemas diarios de forma natural, sin mucha intervención externa. Anhelan siempre un entorno saludable y ecológicamente equilibrado. Algunos de los hábitos culturales de esta comunidad contribuyen de forma significativa a mantener la rica biodiversidad de la región. Algunos símbolos totémicos se llevan como amuletos e incluso tatuados en el cuerpo. Se realizan ceremonias para asegurar el incremento de las especies totémicas. Una parte fundamental de las tradiciones orales, los mitos, las leyendas, los cuentos, el folklore, etc., reafirman la preocupación de la tribu por conservar los recursos naturales de la comunidad (Bereha, 1993, p. 257). Así, la tribu que habita en el bosque tiene una cultura adaptada al mantenimiento del equilibrio entre sus propias necesidades y los imperativos ambientales (Macleod, 1936: Gcertz, 1983; Gadgil, 1985, 1989; Gadgil y Lyer, 1989). Por lo tanto, los parjas no matarían una cierva o una coneja preñadas y sus usos culturales les prohiben coger cualquier fruto del bosque antes de que estén maduros. Por ejemplo, nunca se cogen mangos hasta y a menos que haya tenido lugar la ceremonia Amnua. Uno de nuestro informadores nos relató que su comunidad castigaría a una persona si arrancara las mazorcas tiernas antes de que tenga lugar el ritual Jannahamara. Ciertas zonas de su hábitat se consideran sagradas debido a la presencia de deidades, dioses, semidioses, diosas, etc., y la región se tiene en la más alta estima, revelándose la vegetación y los matorrales que allí crecen como arboledas sagradas. Está prohibido talar los árboles y las plantas de la morada de los dioses y las diosas. Sin embargo, con la mejora de los medios de comunicación y la consiguiente exposición de esta zona al mundo exterior, han llegado aquí muchos personas que no son de la tribu, para violar el hábitat y los recursos naturales de los parjas indígenas. Probablemente, la sencillez de los parjas y su natural generosidad son los determinantes importantes de su migración. Los parjas resultan pronto una presa fácil para los malvados propósitos de estos no tribales. Los sundhis, los paikas y las castas catalogadas constituyen los principales grupos no tribales del valle del Indravati. Los sundhis son básicamente vendedores de licores que hacen un gran botín tanto en dinero como en especie, a base de convertir a los parjas en adictos. Los paikas, que eran guerreros y se convirtieron después en negociantes, explotan a los parjas indígenas cambiando productos de consumo baratos, como sales para conservar legumbres verdes, semillas de mijo y productos valorados del bosque. Todos los inmigrantes no tribales llegan aquí con la intención de maximizar las ganancias a costa de los parjas y de su hábitat. Mientras que los no tribales aumentan su beneficios a costa de la degradación medioambiental, por medio de la codicia y el fraude, se considera a los parjas indígenas responsables de la deforestación, de la erosión de suelo, de la contaminación atmosférica, etc., debido a sus creencias y a sus técnicas. El panorama no ha mejorado, incluso después de la intervención del Estado. Inicialmente la Orissa Forest Development Corporation y la Tribal Development Cooperatives Corporation tenían derechos exclusivos para un número de NTFP. Pero desde 1990 se han otorgado derechos de recolección de 29 NTFP a compañías individuales. No se ha comprobado el precio que éstas han pagado a las tribus (Indian Express, 21 de septiembre de 1995). Además, es triste observar que el poder estatal está centrado exclusivamente en apoyar al comercio y a la industria, proporcionándoles materias primas del bosque subvencionadas en gran medida. Resulta irónico que un grupo de personas, que se consideran a sí mismas los propietarios legítimos del total de los recursos básicos de estas áreas, apenas tienen derechos, incluso aunque estén empleados para trabajar con dichos recursos (Sharma, 1978, p. 75). Por lo tanto, aunque los miembros de las tribus recolecten los productos del bosque, no son los auténticos beneficiarios.
En esta coyuntura, la construcción del proyecto para la presa multifuncional en el río Indravati ha conducido a la agonía de los indígenas. Ha desarraigado a 17.000 personas de sus tierras y de su trabajo. Los más negativamente afectados son los parjas. Mientras que el problema del desplazamiento trastorna no sólo a la población tribal sino también a la población en general que entraba dentro del área a sumergir o a expropiar, hay algunos puntos básicos que diferencian el tipo de dificultades a las que se enfrentan las dos comunidades. La más importante se relaciona con el aspecto cultural de la vida. Mientras que el parentesco de la población en general se esparce por todas partes, esto no es así para los grupos tribales cuya residencia está muy limitada a sólo ciertas áreas específicas (Ministry of Home Afiáirs, 1984, p. 178). De ahí que, cuando se dio a los desalojados de la Cuenca Alta del Indravati la opción de elegir su propio lugar de asentamiento, no se movieron lejos del área a sumergir y se instalaron alrededor de las márgenes del embalse. Se crearon unas 560 agrupaciones, de diversos tamaños y se distribuyeron en 19 bloques (RRU, 1995, p. 2). Se asignó un total de 2.135 hectáreas de tierra para 5343 familias para el realojo y la rehabilitación en la zona de influencia. El gobierno les proporcionó 1,0 hectáreas de tierra sin regadío ó 0,51 hectáreas de tierra de regadío. Aunque el proyecto se concibió en 1959 y los trabajos de construcción comenzaron en 1985, no existe aún una fecha tope para su terminación. A este paso, es evidente que podría no estar terminado y en funcionamiento a finales del siglo. Debido a la corrupción y a las irregularidades por parte de algunos funcionarios y contratistas y a la demora en la ejecución, el costo del proyecto se ha elevado de 1.150.000 dólares USA (4.000 millones de rupias) a 4.600.000 dólares USA (16.000 millones de rupias), según afirmó Halinder Singh, lider del Congreso de la Juventud (Indian Express, 8 de agosto de 1996).
Se evacuó a las personas del área a sumergir en cuatro fases. La notificación se efectuó a los habitantes de 65 pueblos a sumergir durante el período 1981-87 y los trabajos de evacuación comenzaron en 1989, el 10,68 % de la evacuación tuvo lugar en 1989, el 16,85 % en 1990, el 21,68 % en 1991 y el 38,02 % en 1992. Aunque no se planificó ninguna evacuación para 1993, el 9 por cien tuvo lugar en ese año (RRU, 1995, p. 22). Es de destacar que los miembros de las tribus fueron los primeros desplazados por las autoridades y se consiguió evacuarlos sin resistencia.
Como condición previa general para la evacuación y el asentamiento, las personas desplazadas deberían haber sido asentadas en la zona de influencia. Pero en el Proyecto de la Cuenca Alta del Indravati se adoptó para el realojo y la rehabilitación un paquete de medidas innovador, dando a los desalojados la oportunidad de elegir sus lugares de realojo (RRU, 1993, p. 3). Es significativo el hecho de que los desalojados eligieran para realojarse lugares próximos a las márgenes del embalse. No optaron por realojarse en la zona de influencia debido a diversas razones. En primer lugar, la cuenca de captación del embalse del Indravati está atravesada por muchos arroyos, denominados allí jhola. Los jholas son fuentes constantes de agua para los parjas, cerca de las cuales consiguen cosechas durante todo el año. En segundo lugar, las tierras a ambos lados del río Indravati son muy fértiles y en ellas crecen el arroz y distintas verduras. En tercer lugar, el riego en la zona de influencia es algo a largo plazo. Tendrían que esperar más de una década para que la tierra recibida como compensación pudiera regarse y no tendrían ningún recurso de propiedad comunal o de bosques disponibles para sustentarlos. Se les habría abandonado para tener que ganarse la vida por sí mismos. Si se trata de bosques, la ley no reconoce ningún tipo de derechos a las personas, incluso en el caso de que pudieran haberlos utilizado como medio de subsistencia durante varias generaciones (Singh, 1989, p. 92). Para los pobres, en particular para los que no poseen tierras u otro tipo de bienes, el no poder acceder a bienes de propiedad comunal que pertenezcan a las comunidades que son realojadas (bosques, agua, tierras de pastos, etc.) supone una causa de deterioro en los ingresos y los medios de vida, que se pasa por alto sistemáticamente y no se compensa de ningún modo en los planes gubernamentales (Cernea, 1995, p. 267). De ese modo, muchos parjas indígenas no pueden reclamar ningún derecho de propiedad sobre la tierra que han cultivado durante generaciones, porque no estaba calificada como tierra de cultivo (se trataban generalmente de tierras de bosques, reservadas o protegidas). Se reflexionó poco o nada sobre cómo estos desalojados sin tierra iban a ser rehabilitados. Como consecuencia, se les proporcionó como compensación un mínimo de tierra en la zona de influencia. La tierra proporcionada a los desalojados en la zona de influencia resultaba insuficiente e inadecuada para conseguir cosechas y otros servicios básicos, como el agua potable eran inadecuados, según informa el Indian Express (4 de marzo de 1993).
En el valle del río Indravati los parjas practican una forma de economía mixta. Los productos de la tierra son suficientes para mantenerse durante seis o siete meses y durante un escaso período, que dura dos meses, dependen del bosque. También crían ganado, recolectan productos no madereros del bosque y trabajan como jornaleros del campo. Cada componente de su economía mixta completa y suplementa a los otros. Por otra parte, las oportunidades de conseguir jornales por medio de trabajo en las obras de construcción del proyecto son abundantes. Por otra parte, había escasez de alternativas económicas viables en la zona de influencia. Aunque las medidas actuales para realojar a los parjas cerca del embalse se tomaron con vistas a minimizar el trauma psicológico y darles la posibilidad de cultivar sus tierras ancestrales en dicha área, nunca se dio la debida consideración a la problemática a largo plazo. Una vez se haya embalsado el agua y toda la tierra se sumerja en el embalse, se incrementará la presión sobre las tierras de bosques y las laderas de las colinas. Las autoridades ya se muestran escépticas respecto a los cultivos múltiples practicados por los parjas en las colinas, que ahora creen que provocarían una fuerte erosión del suelo y la obstrucción del embalse, que impediría el funcionamiento de la presa. Este hecho proclama el aterrador estado de preparación y cortedad de miras de las autoridades responsables del proyecto.
Aunque el gobierno muestra una gran preocupación por el sistema de cultivos múltiples practicado por los pobres parjas, las operaciones de minería en estas regiones han ganado ímpetu sin consideración al desastroso impacto ecológico en el entorno. Las minas de bauxita en Baphlamali, en la cuenca de captación, están a 10 kilómetros de distancia del embalse. Las operaciones mineras aquí, no sólo contribuirán a la obstrucción del embalse sino que absorberán grandes porciones de tierra y riqueza forestal, Sin embargo, no se han dado pasos concretos por parte del gobierno para detener las operaciones mineras. Tal actitud complaciente del gobierno hacia los planes de desarrollo y el tratar como una madrastra a los indígenas, han estado a la orden del día en todos los países subdesarrollados y en vías de desarrollo.
En contraste con la situación del mundo occidental, la gente del Tercer Mundo, luchando por sobrevivir ante la implacable presión de la población, se siente más tentada colectivamente, impelida casi, a ignorar las claras señales de lo que parecen desastres económicos inminentes. Continúan minando el suelo, allanando los bosques, contaminando los ríos y los lagos y socavando de diversas formas su sistema de sustento ecológico (Mishan, 1993, p. 97).
Es interesante el hecho de que parjas de esta región son los que menos contribuyen al desastre ecológico. Su modo de extraer los recursos naturales es benévolo con el entorno. El entorno es el medio de subsistencia de las comunidades que dependen de los recursos naturales. Ven la naturaleza desde su perspectiva; toman la flora, la fauna, el aire y el agua no de forma aislada como hacen los naturalistas, sino como partes de un ecosistema con la comunidad humana en el centro (Fernandes, 1995, p. 193). Tradicionalmente la economía de los parjas hacía demandas marginales de su hábitat. Su actitud hacia los recursos naturales fue siempre la del respeto debido a un don sagrado. El llamado desarrollo ha afectado de forma negativa a su sabiduría tradicional en la conservación de los recursos. Bajo las circunstancias cambiantes, las técnicas ancestrales ya no producen los resultados deseados. La ampliación de la administración exterior y el impacto de los no tribales, sin embargo, ha producido un cambio en su actitud. Las fuertes demandas de productos menores del bosque por parte de los no tribales y las necesidades crecientes de dinero en efectivo de los parjas ha intensificado ahora el proceso de deforestación. Los recursos del bosque gradualmente no llegan a abastecer las diversas necesidades de los parjas. La dependencia de los parjas del bosque, que era constructiva, está siendo ahora lentamente reemplazada por la dependencia destructiva. En tiempos recientes se ha convertido en una moda el describir a los parjas como los destructores de recursos naturales de interés nacional.
Las autoridades responsables del proyecto planean ahora la disuasión de los cultivos múltiples (conocidos localmente como podu) en la cuenca de captación del Proyecto de la Cuenca Alta del Indravati.
Dado que a los parjas no se les permite practicar los cultivos múltiples, cuando se concluyan los trabajos en la construcción del proyecto, no tendrán ni una cosa ni la otra. Hay alarma entre los llamados científicos sobre los cultivo múltiples practicados por los parjas en la cuenca de captación del proyecto del alto Indravati. Todavía no han comprendido que es parte de su cultura. No solamente producen por medio del cultivo múltiple, sino que muchos de sus rituales, sus fiestas y sus dioses y diosas están relacionados con el mismo. Para un forastero, los cultivos múltiples en el lugar producen un aspecto de abandono, de rocas desnudas, erosionadas, agujereadas, escaso rendimiento en el trabajo. Sin embargo, sólo un parja puede ver y sentir el entorno invisible e intangible.
Es más, con los cultivos múltiples tienen un modelo de cosechas múltiples. Cultivan principalmente una variedad inferior de mijo, legumbres, maíz, junto con su dieta principal, la tapioca. Un parja no solamente saborea los alimentos anteriores, sino que también propicia a sus dioses, diosas y ancestros ofreciéndoles los productos de sus cultivos múltiples. El modelo de cultivo a base de cosechas múltiples asegura las cosechas contra las pestes, las sequías, etc. Como todas las cosechas no maduran al mismo tiempo, las recogen en fases, asegurando así el alimento durante un período de tiempo más largo. Por encima de todo, a los parjas les preocupa más la calidad del grano alimenticio que la cantidad. Dan el ímpetu debido a la reproducción, más que a la producción. Especialmente, con los cultivos múltiples se mantiene la biodiversidad del suelo. Las lombrices de tierra y los artrópodos cuidan de la fertilidad y la aireación de la tierra. La variedad local de las cosechas es resistente a la peste. Como resultado, no se aplican fertilizantes ni pesticidas, lo cual reduce el coste de producción y mantiene la calidad de los alimentos. Por otra parte, el cultivo con riego por canalización precisa de una variedad de semillas altamente productivas que no son resistentes a la peste local y es necesaria la aplicación de una cantidad importante de pesticidas para salvar las cosechas. Todo esto da lugar a la escalada de los costes de producción. Es más, el riego por canalización conduce al encharcamiento y a la salinización del suelo. El encharcamiento en la zona de influencia se ha convertido en una amenaza Catch-22 (Kavania y Prajapati, 1991, p. 13). La aplicación de pesticidas, que tiene también efectos tóxicos secundarios en los seres humanos, mata también la biodiversidad del suelo. La ley de rendimiento marginal en términos de producción opera a largo plazo en los cultivos de riego por canalización.
Con frecuencia, el gobierno se equivoca notoriamente al considerar el ejercicio total como un trabajo de ingeniería. Como medida compensatoria, el gobierno debería garantizar al menos que se mantuviera la calidad de la vida de los desalojados, si no que se mejorase. Sin embargo, la marginación comienza a menudo mucho antes que el desplazamiento real; por ejemplo, cuando las tierras se condenan a una futura inundación e implícitamente se devalúan, se prohiben nuevas inversiones públicas y privadas en infraestructuras, y se socava la expansión de los servicios sociales (Cernea, 1995, p. 266). Esto significa que aunque la evacuación real en el caso del Proyecto Hidroeléctrico de la Cuenca Alta del Indravati tuvo lugar por primera vez en 1989, las personas entraron en el ámbito de las privaciones desde la época en que se concibió, en el año 1959. El macrodesarrollo trae consigo muchos elementos externos a los lugares de la construcción. Los miembros de las tribus indígenas son de hecho los que más sufren a manos de los foráneos. Estos últimos utilizan, maltratan y abusan de los inocentes y sencillos miembros de las tribus: es normal y frecuente el asalto a sus mujeres. Los trabajos de construcción del Proyecto de la Cuenca Alta del Indravati han atraído a muchos foráneos del distrito este de Godavari, de Andhra Pradesh y del distrito de Ganjam en Orissa. Los parjas son una mano de obra barata para los contratistas inmigrados. A manos de estos contratistas desaprensivos los parjas han sido manipulados gravemente desde el comienzo de los trabajos de construcción. Están manifiestamente infrarremunerados y sus mujeres son violadas frecuentemente en el lugar de las obras. La necesidad creciente de dinero ha forzado a muchas mujeres de los parjas a dedicarse a la prostitución. En estos días hay una prostitución creciente en este área, la mujer pala ha aprendido el arte de utilizar el sexo como una mercancía y pueden ser compradas con baratijas. El mercado local lo monopolizan los intrusos. Compran los productos locales de los indígenas a precios tirados, mientras que les venden sus mercancías a precios altísimos. Una característica interesante del proyecto es que influye grandemente en el mercado local, hay una gran escalada de precios de los productos básicos que incide sobre las tribus indígenas. Tienen una capacidad adquisitiva limitada y debido a la subida de los precios se ven forzados a llevar una vida sin algunos de los productos que les son muy necesarios. Los foráneos intercambian bagatelas de la sociedad moderna con productos «valiosos» de la comunidad tradicional. El nuevo inmigrante observa con ojo avizor lo que puede tomar para su mayor beneficio. Así, la valiosa madera y las tierras tribales pueden venderse por una canción, por otra parte, una bagatela, como una radio de transistores, puede venderse por una fortuna (Sharma, 1978, p. 98). El mismo proceso se pone en marcha con gran ingenio con la emergencia de un proyecto de desarrollo. Es más, hay un aumento de la incidencia de enfermedades desconocidas en el pasado, que están echando raíces poco a poco. Una vez que el embalse se inunde a plena capacidad, conducirá a encharcamientos y a una elevación en los gráficos de enfermedades como la malaria, las lombrices, la encefalitis, la esquistosomiasis, etc. Es triste observar que la compensación de los indígenas desplazados la contempla el gobierno exclusivamente desde el punto de vista económico. Los seres humanos no pueden reducirse a una simple cuestión económica. Su cultura, sus vínculos y necesidades sociales y psicológicos se hacen añicos cuando se les desplaza. Ninguna ayuda económica puede eliminar el dolor causado en el proceso de desplazamiento. El reducir las compensaciones a lo meramente económico equivale a degradar al ser humano. Sin embargo, en la práctica, ni siquiera se tomó en serio la rehabilitación desde el punto de vista económico de las personas afectadas por las obras. Las compensaciones recibidas por los parjas se utilizaron para comprar tierras agrícolas en puntos muy alejados de su lugar de asentamiento. Por lo tanto, estas tierras han quedado yermas y sin cultivar. Entretanto, parte de su tierra ha sido ocupada y usurpada por los anteriores propietarios de la misma. Por lo tanto, algunos de los parjas han comenzado ya a vender las tierras recientemente compradas a los inmigrantes. A pesar de la existencia de la Land Acquisition Act (Ley de Adquisición de las Tierras) una cantidad considerable de terrenos agrícolas se ha transferido ya de los parjas a agricultores inmigrantes de Andhra Pradesh. Una vez que el proyecto de regadío comience a funcionar, éstos últimos obtendrán las mayores ventajas, debido a su localización al principio del canal de regadío. Los parjas, debido al bajo nivel de posibilidades de inversión, tienen que cambiar la agricultura por otras ocupaciones diferentes. Cuando las autoridades prohiben los cultivos múltiples, los parjas virtualmente no llegan a ser propietarios de las tierras y se ven obligados a emigrar a centros urbanos próximos para trabajar como jornaleros. De hecho, la emigración de los parjas ya ha comenzado y se puede encontrar a sus hombres y niños trabajando en los hoteles de Nowrangpur y Bhawanipatna. De este modo, vemos el desplazamiento laboral de los Parjas además de su desplazamiento físico. Esta emigración ha dado como resultado muchas casas con una mujer como cabeza de familia. Como consecuencia, la carga de trabajo de la mujer parja se ha multiplicado. Al mismo tiempo que el desplazamiento directo debido al proyecto, se prevén también unos desplazamientos indirectos a gran escala. Las cifras estimadas del desplazamiento indirecto no se conocen y no pueden conocerse (Parasuraman, 1994, p. 4). De hecho, algunos de los que han sido ya desplazados, sufren un doble desplazamiento debido a la lánguida actitud por parte de las autoridades hacia el realojo y la rehabilitación de los desalojados.
Si no se adoptan las medidas adecuadas, los desalojados del Proyecto de la Cuenca Alta del Indravati, especialmente los parjas, inundarían los centros urbanos próximos de Orissa y Andhra Pradesh, contribuyendo significativamente al crecimiento de suburbios miserables en estas regiones. Un estudio expuso que alrededor del 65 por ciento de los habitantes de estos suburbios en las mayores ciudades del país pertenecen a castas catalogadas y a tribus que se han visto forzadas a dejar sus pueblos debido a planes de desarrollo como la «Revolución Verde», las presas, las minas, la infraestructura industrial, etc., que han desplazado a los habitantes locales sin medidas adecuadas de rehabilitación y compensación (de Souza, 1981, p. 183). Se rechazan con vehemencia las voces que protestan contra los métodos actuales del desarrollo y son incapaces de detener el modelo presente de crecimiento ilimitado (Jain, 1995, p. 315). Cualquier pequeño movimiento antiproyecto manifestado por los desalojados del Proyecto de la Cuenca Alta del Indravati, fue detenido con mano dura por las autoridades.
Durante el trabajo de campo se hizo patente que se había dado una significativa importancia a la construcción de una maravilla de la ingeniería, pero había una escasez de celo y entusiasmo en lo concerniente a la rehabilitación de los desalojados. La actitud de la autoridades hacia los impotentes parjas ha sido de indiferencia y revela una falta de implicación. Aunque se llevaron a cabo muchas modificaciones en el paquete de medidas de realojo y rehabilitación durante el curso del realojo, falló manifiestamente en su ejecución a la hora de aliviar los sufrimientos de los parjas indígenas. El asentamiento y la rehabilitación de todos los desplazados por el proyecto no se ha considerado o tratado de forma adecuada.
Es una pena que aunque la India puede presumir de muchos proyectos para la construcción de presas, todavía no hemos aprendido mucho de los precedentes en cuanto al realojo y a la rehabilitación de los desalojados. Todavía tenemos que darnos cuenta de que es un mito, y también un crimen, el tratar de amansar a los desalojados con remiendos basados exclusivamente en compensaciones económicas. Se encontró en el proyecto una falta de consideración hacia el medio ambiente. La historia del aspecto medioambiental del Proyecto de la Cuenca Alta del Indravati es la historia del incumplimiento. La naturaleza y una cantidad de problemas y soluciones medioambientales continúan indefinidas. Las mejoras del entorno siguen siendo manifiestamente inadecuadas.
Debido a la degradación medioambiental y al agotamiento de los recursos naturales, los conocimientos y técnicas tradicionales de los parjas en la conservación de los recursos están desapareciendo de este planeta. La generación más joven de los parjas ya no está interesada en adquirir estos conocimientos y técnicas de los ancianos de su comunidad, porque no los encuentran útiles en el entorno que cambia con tanta rapidez. Así, en ausencia de un lenguaje escrito de la comunidad, el acerbo de conocimientos está en proceso de extinción. La Hazra Erigineering Company International LP sugiere algunas medidas de ayuda para aliviar los problemas de los desalojados y del entorno, que precisarían de una enorme suma de dinero, muchas veces mayor que el coste real de la construcción del proyecto. Aún en el caso de que las medidas que recomienda la Hazra Engineering Company se llevaran a cabo, el coste recaería en último extremo sobre los ciudadanos. Si en las etapas iniciales se hubiera efectuado una evaluación completa y adecuada de los costes sociales y medioambientales, la proporción coste-beneficio del proyecto se habría alterado. El proyecto de construcción de la presa ha sacrificado los derechos legítimos y los intereses de los parjas indígenas, simplemente porque no están organizados y no están equipados políticamente para defenderse.
La supervivencia y el progreso continuado de los indígenas dependen de un sistema de autodesarrollo basado en su propia fuerza creativa, los recursos productivos corporativos y las estructuras cognitivas, donde los términos de la dinámica a seguir sean definidos por la propia gente implicada. Los indígenas deben tener el derecho fundamental e inalienable de tener acceso a su entorno y a sus recursos naturales. Desde luego, un modelo de desarrollo tan globalmente sostenible desde el punto de vista ecológico y culturalmente específico, estaría en oposición al modelo actual, completamente tecnocrático y neocolonial.