DOSSIER

Percepciones de estigmatización hacia los usuarios de los servicios sociales a la infancia: El caso de Cataluña


Perception of stigma to child welfare service users: the case of Catalonia

F. CASAS

Catedrático de Psicología Social. Director del Instituto de Investigaciones sobre Calidad de Vida, Universidad de Gerona, España

M. COLTON

Senior Lecturer. Department of Social Policy and Applied Social Studies. University of Wales, Swansea

E. SCHOLTE

Senior Research Fellow. Faculty of Social and Behavioural Sciences. University of Leiden. The Netherlands

A. ESCOBEDO

T. CRESPO

M. CUSO

M. DRAKEFORD

Lecturer. School of Social and Administrative Studies. University of Wales, Cardiff

C. RIMBAU

S. ROBERTS

Research Assistant. Department of Social Policy and Applied Social Studies. University of Wales, Swansea


RESUMEN

PALABRAS CLAVE

ABSTRACT

KEY WORDS

1. ANTECEDENTES

2. ADAPTACION DEL CUESTIONARIO A LA REALIDAD CATALANA

3. MUESTREO Y ORGANIZACION DEL PROCESO DE RECOGIDA DE DATOS

4. RESULTADOS OBTENIDOS DE LA MUESTRA CATALANA

5. PERCEPCIONES DE ESTIGMATIZACION POR PARTE DE LOS PROFESIONALES.

6. PERCEPCIONES DE ESTIGMATIZACION POR PARTE DE LOS USUARIOS

7. COMENTARIOS A LOS RESULTADOS OBTENIDOS

8. CONCLUSIONES DE LA PARTE CATALANA DE LA INVESTIGACION

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

Se presentan los resultados de la muestra catalana correspondientes a la investigación coordinada en tres regiones europeas sobre las percepciones de estigmatización por el hecho de ser usuario/a de servicios sociales para la infancia. En Cataluña, tanto profesionales como usuarios muestran valoraciones más positivas de todos los servicios sociales, que en las otras dos regiones. Sin embargo, al igual que ha ocurrido con las muestras galesa y holandesa, se observa una mayor percepción de estigmatización, para todos los servicios, entre los y las profesionales que entre los usuarios y usuarias, aunque la diferencia sólo es significativa en 5 de los 8 distintos tipos de servicios estudiados, a un 95% de IC. Los dos únicos servicios decididamente estigmatizantes tanto para profesionales como para usuarios son la atención residencial y el acogimiento familiar, mientras que la mayor discrepancia perceptiva se da en los servicios de ayuda material.

PALABRAS CLAVE

Estigma. Servicios Sociales. Infancia. Atención residencial. Acogimiento familiar Profesionales. Usuarios.

ABSTRACT

The catalan sample results of the research on perceptions of stigma towards users of child welfare services -developed in three European regions- are presented. In Catalonia, both providers and users have more positive evaluations of all services, than in the other two regions. But it also happens that providers have higher perceptions of stigma than users -the difference is significant in 5 of the 8 services explored at 95% of CI. The only two services clearly stigmatizing both for providers and users are residential care and faster care. The strongest driscrepancy in the perceptions is referred to material suport.

KEY WORDS

Stigma. Welfare Services. Childhood. Residential care. Foster care. Practitioners. Users.

1. ANTECEDENTES

En la literatura anglosajona ha existido y, todavía está candente, un amplio debate interdisciplinario entorno al concepto de estigma, que parte del brillante trabajo de Goffman (1963), publicado en un libro que llevaba este término como título. Mientras que la obra de Goffman es generalmente bien conocida por los profesionales de la intervención socia los debates posteriores sobre procesos de estigmatización no ha tenido mucha repercusión en el ámbito latino, y a menudo sólo son conocidos en algunas esferas académicas. Posiblemente esto sea debido a que en nuestro entorno los intereses por estudiar procesos psicosociales relacionados con problemas sociales se han polarizado más en relación a otros conceptos (inadaptación, marginación, etc.) (Casas, 1996), quedando una cierta sensación de que la noción de estigma ya queda desfasada, o de que ya está situada y agotada en su significación y contenido.

Es bien sabido que uno de los conceptos que han localizado más intereses y debates en el contexto europeo en la última década es el de exclusión social. En Gran Bretaña diferentes autores han señalado que los procesos de estigmatización representan un aspecto importante en la comprensión de los procesos de exclusión social. Dicho aspecto resulta particularmente destacable cuando las personas estigmatizadas lo son por el hecho de utilizar servicios o estar en instituciones de la red de servicios sociales. Cabe recordar que, en dicho país, en el siglo pasado había leyes potenciando explícitamente la estigmatización de los usuarios de servicios sociales, como forma de avergonzar y desanimar a los ciudadanos a que los utilicen, si no les eran vitalmente imprescindibles (Drakeford et al., en este mismo dosier).

En los países de habla latina no tenemos constancia de que las legislaciones hayan sido tan explícitas, pero, de hecho, la práctica social no era muy diferente: los acogidos en instituciones llevaban ropa diferente, a menudo iban rapados, y existían otras formas de señalarlos tanto física como psicológicamente, a pesar de que las normas iban cambiando, dependiendo de la institución y del período histórico.

A medida que se han ido implantando los modernos servicios sociales, ya ningún país mantiene servicios explícitamente estigmatizadores (al contrario, parece que, al menos teóricamente, el principio de ,normalización sigue asumido por todo el mundo). Una de las dudas que se han considerado en los debates más recientes es hasta qué punto han persistido formas ocultas de estigmatización, incluso involuntarias e inconscientes, y a menudo muy sutiles. A menudo, las actitudes, el estigma, y muchos otros fenómenos psicosociales (estereotipos, prejuicios, etc.) cambian con pasmosa lentitud, siguiendo procesos largos y complejos.

Por otra parte, en el otro extremo de las dinámicas psicosociales, pero muy ligado al tema expuesto, no podemos dejar de destacar la gran expansión del interés por el estudio de la calidad de vida a lo largo de las últimas décadas. Desde una perspectiva psicosocial, este concepto incluye necesariamente las percepciones y evaluaciones de los ciudadanos con los servicios que reciben. Si los ciudadanos se sienten estigmatizados, es decir, diferentes por el solo hecho de haber utilizado unos servicios públicos, parece presumible que su nivel de satisfacción con estos servicios puede ser inferior.

Todo lo dicho, nos animó a afrontar el reto de participar en el proyecto europeo de investigación coordinada sobre estigmatización y exclusión social en usuarios de servicios sociales para la infancia en diferentes regiones europeas, conscientes del particular interés de contribuir con información y reflexiones de un área latina, hasta el momento poco estudiada desde la perspectiva del estigma.

A continuación presentamos sintéticamente los resultados de la muestra catalana.

2. ADAPTACION DEL CUESTIONARIO A LA REALIDAD CATALANA

El cuestionario original en inglés para desarrollar la investigación, diseñado por el equipo galés que llevaba la coordinación general de la investigación, requirió diversas adaptaciones para Cataluña: a) lingüísticas, b) en función del contexto cultural, y e) en función de la organización de la red catalana de servicios sociales.

a) El cuestionario fue traducido al castellano y catalán, con el fin de facilitar su pasación en la lengua que le fuera más cómoda al entrevistado/a. La adaptación de las preguntas se encontró con algunos problemas semánticos; en algunas preguntas bipolares, en forma de diferencial semántico, aparecieron dificultades que podrían radicar en diferencias culturales de percepción de las interacciones.

Al discutir esta posibilidad, se decidió añadir un nuevo ítem específico en la muestra catalana, que, en vez de focalizarse en sentimientos internos, como la mayoría de los utilizados, lo hiciera en el hecho de estar los entrevistados predispuestos a hablar abiertamente del hecho de utilizar unos determinados servicios sociales para, la infancia, teniendo en cuenta que la cultura latina da mucha importancia a la expresión externa de los afectos. El hecho de poder, o de sentirse capaz de, hablar abiertamente de algo que tiene una gran carga simbólica en relación a ser o no ser aceptado para los demás, pareció teóricamente relevante.

Las respuestas posibles a los ítems sobre el origen étnico y religioso, se adaptaron a las tipologías más habituales entre la población catalana, diferentes de las inglesas. Debido a la sensibilidad de nuestra población hacia este tipo de preguntas, se trasladaron, juntamente con todas las referidas a datos personales, al final del cuestionario, para evitar su influencia en la buena disponibilidad para contestar el cuestionario.

e) Como es sabido, la ayuda a domicilio se presta en Cataluña por parte de un profesional diferenciado (trabajadora familiar) que pertenece al equipo de servicios sociales de atención primaria. A diferencia de las otras dos regiones estudiadas, este servicio en nuestro país no es sólo de tipo material, sino que puede incluirse acompañamiento, actividades educativas y compañía, por lo cual merece ser analizado a parte. En consecuencia, en la clasificación de servicios prestados/recibidos que figuran en el cuestionario pasado en la muestra catalana, ha habido un servicio adicional.

3. MUESTREO Y ORGANIZACION DEL PROCESO DE RECOGIDA DE DATOS

El muestreo realizado parte del acuerdo previo adoptado dentro del proyecto europeo de investigación de pasar el protocolo de recogida de datos a 40 profesionales que trabajen en municipios de más de 20.000 habitantes en un radio de 50 Kms en el entorno de Barcelona ciudad.

Para cada uno de estos profesionales también se acordó entrevistar a tres de sus usuarios/as escogidos aleatoriamente. La recogida de datos consistía, inicialmente, pues, en un total de 40 protocolos pasados a profesionales y 120 a usuarios de estos profesionales. El resultado real ha sido de 40 profesionales y 117 usuarios, es decir, se han realizado 157 entrevistas.

En un radio de 50 Kms., el territorio cosmopolita de Barcelona está formado por 7 municipios de más de 100.000 habitantes y 23 municipios de más de 20.000 habitantes.

El profesional a entrevistar se decidió aleatoriamente sobre el universo de trabajadores sociales en activo en los servicios municipales; en el caso de la ciudad de Barcelona, además, se decidió subestratificar la muestra para garantizar que hubiesen trabajadores sociales tanto de los servicios sociales de atención primaria como de los EMA (Equipos de Atención a la Infancia y Adolescencia).

Para hacer esta selección aleatoria de profesionales se contó con la amable colaboración del Colegio Oficial de Diplomados en Trabajo Social y Asistentes Sociales de Cataluña, que facilitó los listados de profesionales para cada municipio. A pesar de todo, pudimos comprobar que no todos los profesionales están colegiados, por lo que fue necesario, para algunos municipios, actualizar y completar los listados mediante gestiones telefónicas.

Una vez dispusimos de la primera lista de profesionales muestreados, se les envió una carta proponiendo participar en la investigación y anunciando una posterior llamada. telefónica para una mayor clarificación. La necesidad de entrevistar tres de sus usuarios aleatoriamente resultó, como era de esperar, el punto más delicado y más controvertido para conseguir la aceptación de cada profesional.

En la práctica nos encontramos con dos tipos de negativas para colaborar en la recogida de datos: unas de profesionales a título persona lo que ha obligado a buscar a otro profesional del mismo municipio; y otras de los responsables municipales de servicios sociales, lo que ha llevado a la imposibilidad de incluir dos de los municipios del muestreo.

4. RESULTADOS OBTENIDOS DE LA MUESTRA CATALANA

Las características más destacables de la muestra de usuarios y de profesionales a quien se administraron los cuestionarios en Cataluña son las siguientes:

 

Total %

mujeres

Lengua materna = catalán

profesionales

40

85%

50%

usuarios

117

84,6%

10,3%

 

De estos datos se desprende que los usuarios son más frecuentemente de habla no catalana, es decir, inmigrantes o hijos de inmigrantes, que los profesionales.

Las edades de los entrevistados nos muestran una población un poco mayor entre los usuarios:

 

 

 

 

profesionales

usuarios

30 o menos

37,5%

29,9%

31 a 45

52,5%

51,3%

más de 45

10,0%

18,8%

 

Otra característica distintiva entre las dos submuestras aparece cuando analizamos las religiones o creencias. Los profesionales se manifiestan más a menudo ateos o agnósticos, mientras que los usuarios dicen ser más a menudo católicos, sean practicantes o no.

Profesionales

usuarios

católicos no practicantes

47,50%

55,60%

católicos practicantes

17,50%

23,10%

ateos

17,50%

3,40%

agnóstico

12,50%

6,00%

otros

2,50%

12,00%

Cuando comparamos la frecuencia de los servicios provistos por los trabajadores sociales con los porcentajes de usuarios que dicen recibir cada servicio, hemos encontrado una similitud aceptable, excepto con los servicios sociales relacionados con la salud. Esto hace pensar que lo que los usuarios y los profesionales entienden por «relacionados con la salud» puede que sea bastante diferente.

Información

Profesionales

Usuarios

frecuente

ocasional

nunca

/asesoramiento Ayuda material

92,5%

7,5%

0,00%

94,00%

/económica

62,5%

32,5%

5,00%

71,80%

Servicios relacionados salud

52,5%

47,5%

0,0%

23,10%

Servicios diurnos

40,0%

45,0%

15,0%

42,70%

Terapia/mediación

30,0%

67,5%

2,50%

43,60%

Acogimiento familiar

12,5%

52,5%

35,0%

11,10%

Ayuda a domicilio

10,0%

80,0%

10,0%

12,00%

Atención residencial

10,0%

72,5%

17,5%

11,10%

Según los expedientes de los trabajadores sociales, los diferentes problemas que habían motivado que los usuarios entrevistados estuvieran utilizando servicios sociales eran:

problemas materiales

88,90%

problemas de relación entre progenitores

68,40%

problemas emocionales /comportamiento de progenitores

62,40%

adultos incapaces de asumir su rol parental

49,60%

problemas de salud de los progenitores

44,40%

problemas emocionales /comportamentales del niño/a

44,40%

problemas escolares/absentismo

34,20%

desatención física/emocional del niño/a

33,30%

problemas de salud del niño/a

29,90%

drogadicción de algún progenitor

17,10%

alteración del proceso de individuación del niño/a

8,50%

maltrato físico del niño/a

8,50%

delincuencia de algún progenitor

3,40%

delincuencia del niño/a

3,4%

abuso sexual por parte del progenitor

2,60%

drogadicción por parte del niño/a

0,90%

 

Esta lista de problemas nos da una idea aproximada de las razones por las que las familias en Cataluña están pidiendo ayudas a la red de servicios sociales. Debido a que en el Estado español tenemos las tasas de para más altas de Europa, y a pesar de que en Cataluña sean inferiores a la media española, este problema social pone a muchas familias en situación de dificultad económica, particularmente cuando tienen hijos, explicándose así que aparecezca como el más frecuente, a diferencia de lo que ocurre en las otras regiones estudiadas.

5. PERCEPCIONES DE ESTIGMATIZACION POR PARTE DE LOS PROFESIONALES.

Uno de los conjuntos de preguntas formuladas se refiere a la opinión de los entrevistados sobre la bondad de utilizar determinados servicios: los servicios de trabajadores sociales, de la seguridad social, de un terapeuta orientador o mediador, y de un asistente social sanitario. Esta bondad de los servicios se midió con dos ítems, uno sobre la opinión de si «te hace diferente» y otro sobre si «es mejor no haber de recurrir a ese tipo de servicios».

Como era de esperar, los entrevistados están relativamente de acuerdo sobre el hecho que es preferible no haber de utilizar servicios (dado que esto significa que se está perfectamente bien y que no se necesita ninguna ayuda), a pesar de que esta afirmación o tiene mucha intensidad; incluso, en el caso de la seguridad social raya el punto neutro. Posiblemente la idea «más vale prevenir que curar» tiene un cierto peso en explicar esta baja intensidad, que en el caso de la seguridad social debe ir acompañada de la convicción que es difícil no haber de utilizarla en alguna ocasión. En cualquier caso, los servicios que los profesionales preferirían no tener que utilizar, con una relativa mayor intensidad, son los de un trabajador social, por encima de los terapeutas, que quedan en segundo lugar.

Una segunda dimensión que se ha estudiado está relacionada con la autoimagen que se puede tener como posible usuario de cada uno de los diferentes servicios prestados dentro de la red de servicios sociales. Exploramos diferencialmente cada uno de los 8 servicios ya referidos, y por ello utilizamos 6 indicadores medidos con escalas bipolares de valores 1 a 6, semejantes a las de un diferencial semántico. Los indicadores escogidos fueron: sentirse bien utilizando el servicio (versus mal), sentirse orgulloso (versus avergonzado), sentirse implicado (versus dejado de lado), sentirse respetado (versus humillado), sentirse una persona normal (versus diferente), y no sentir ninguna reserva para explicarse abiertamente (versus sentirse con muchas reservas).

El indicador más sensible, en el sentido de reflejar autoimágenes más opuestas, pero coherentes con el resto de indicadores, es «sentirse bien». En genera los profesionales se sentirían bastante bien utilizando cualquier servicio, excepto aquellos que significan que se saca al niño/a de casa: el acogimiento familiar y la atención residencial. También expresan que se sentirían un poco avergonzados si recibieran ayuda material.

El indicador «sentirse orgulloso» es el que expresa menos intensidad de respuestas positivas, pero parece ser muy sensible a las situaciones estigmatizantes (sentirse avergonzado), con resultados muy próximos a los de «sentirse mal».

En contraste, el indicador «sentirse una persona normal» (versus diferente), que sería una pregunta bastante directa sobre la autoimagen estigmatizada, parece ser más sensible a las manifestaciones positivas, dando una media de respuestas positivas en todos los casos excepto en el acogimiento familiar y en la atención residencial.

Los indicadores «sentirse respetado» y «sentirse implicado» dan medias de respuestas muy parecidas y desviaciones estandards, en general, más bajas que los otros indicadores. Se muestran incapaces de detectar ninguna autoimagen negativa en la muestra catalana, ya que puntúan positivamente a todas las respuestas.

Finalmente, el indicador «no sentir ninguna reserva para explicarlo», que solamente se ha incluido en la muestra catalana, muestra unas medianas de respuestas singulares. En 5 de los servicios tiene unas respuestas muy parecidas al indicador «sentirse una persona normal», discriminando bien entre respuestas positivas - servicios sociales relacionados con la salud, servicios diurnos, ayuda a domicilio) y negativas (acogimiento familiar, atención residencial); pero en los otros 3 servicios muestra respuestas bien diferenciadas: Es el indicador que obtiene respuestas más negativas delante los servicios de terapia, y obtiene respuestas casi neutras, ligeramente negativas, delante de la ayuda material y los servicios de información. Esto sugiere la hipótesis que este indicador, al menos en una cultura latina, puede medir aspectos diferentes de la autoimagen de estigmatización.

La autoimagen de los profesionales medida con la media de los 6 indicadores comentados, confirma la diferenciación clara de dos servicios percibidos como muy estigmatizantes, en comparación con los otros 6 que se considera que estigmatizan relativamente poco si uno es el usuario/a. Los servicios que se perciben como menos estigmatizantes son los diurnos. Debe tenerse en cuenta que, en Cataluña, estos servicios se identifican sobre todo con la obtención de plazas en guarderías (escuelas infantiles), que más que relacionarse con una carencia familiar, representan una aspiración para las personas que no consiguen plaza, dado el déficit existente en algunas zonas.

Otra dimensión que se ha explorado con indicadores ha sido la atribución de actitudes por parte de terceras personas hacia uno mismo/a, por el hecho de ser usuario/a de cada uno de los diferentes servicios estudiados. Se han utilizado tres indicadores con puntuación 1 a 6, también de tipo bipolar, bajo el supuesto que el entrevistado se convirtiera en usuario/a de cada uno de los servicios: estarían pendientes de mi (versus peor) y me tendrían envidia (versus lástima).

Estos ítems conllevaron algunos problemas de interpretación de las bipolaridades que los equipos de entrevistadores debieron ir clarificando. Será necesario, por esta razón, mantener algunas reservas en cuanto a la fiabilidad de estos indicadores en la población catalana. De los resultados obtenidos de los profesionales entrevistados se puede apuntar los siguiente: el indicador «tendrían mejor opinión de mi» da siempre respuestas muy cercanas a la neutralidad; sólo discrimina claramente y negativamente ante el acogimiento familiar y la atención residencial y, en cualquier caso, lo hace con menor intensidad que los otros indicadores. Parece, pues, que es un indicador poco sensible para medir las pretendidas atribuciones, al menos entre la población catalana.

Los otros dos indicadores muestran una moderada sensibilidad de signo contrario. Confirman claramente la mayor negatividad atribuida a- los servicios de acogimiento familiar y atención residencial.

Las evaluaciones sobre la forma de ser facilitados los servicios ha sido medida con 5 indicadores, en una escala tipo Likert de 1 a 6 puntos, presentando el grado de acuerdo (o desacuerdo) para cada uno de los 8 servicios estudiados hacia el hecho de que: el servicio ayuda a la gente a conservar su amor propio, demuestra que las administraciones públicas prestan atención a los ciudadanos, ayuda a la gente a mejorar en la vida, incita a la gente a buscar ayuda, y resulta fácil obtener por parte de todo el mundo.

El indicador «resulta fácil de obtener por todo el mundo», para los profesionales tiene un valor negativo en 6 de los servicios, y sólo muy ligeramente positivo para los servicios de información y para los servicios sociales relacionados con la salud. Este indicador señala su negatividad más elevada con los servicios de atención residencial, seguidos de cerca por los de acogimiento familiar.

Los otros 4 indicadores parecen medir aspectos muy parecidos de la realidad objeto de estudio, porque obtienen en todos los casos respuestas muy próximas, bien diferenciadas del indicador antes referido. Los valores más positivos los obtiene el indicador «ayudan a la gente a conservar su amor propio», en el caso de los servicios de atención diurna en primer lugar, y también para los servicios de información y de terapia. Para el grupo de estos 4 indicadores, los valores más negativos corresponden, en Primer lugar, a la atención residencia seguida de cerca por el acogimiento familiar, y quedando a continuación las ayudas materiales, entre la negatividad y la neutralidad.

El índice de valores medios muestra en este caso ciertas diferencias con los grupos de indicadores anteriormente descritos. En primer lugar se observa que las puntuaciones son más bajas, pero esto puede que sea debido exclusivamente al hecho de que el tipo de escala no es equivalente. En segundo lugar se observa que, además de que las valoraciones más negativas siguen correspondiéndo a los servicios de acogimiento familiar y de atención residencial, la tercera peor opinión corresponde claramente a los servicios de ayuda material, cosa que queda más difusa en los grupos de indicadores descritos hasta aquí. Finalmente, los servicios mejor evaluados son el diurno en primer lugar, las terapias en segundo, y los relacionados con la salud en tercer.

A los profesionales entrevistados se les ha hecho dos preguntas dirigidas a saber qué opinan sobre el grado de participación y de colaboración de los usuarios en los servicios. En una escala de 1 a 6 puntos, un 65% de los profesionales manifiestan observar una participación bastante alta (sobre todo con 4 6 5 puntos), incluido el tomar parte en la toma de decisiones que les afectan. En el mismo sentido, un 57,5% consideran que los usuarios colaboran realmente bastante en facilitar los servicios.

Ante la pregunta de si piensan que la administración de quien depende el profesional se focaliza más en la protección a la infancia o en la prevención y apoyo a la familia, las respuestas quedan bastante equilibradas: 52,5% y 45% respectivamente.

A la pregunta directa sobre si el profesional entrevistado piensa que los servicios sociales para la infancia y la familia, tal como están provistos para las autoridades de que él o ella dependen, son o no estigmatizadores, un 55% opina que sí que los son, y un 42% que no. Finalmente, también se preguntó al entrevistado/da si pensaba que las autoridades utilizan formas de disuadir que haya demanda, a fin de prestar menos servicios sociales, resultando que el 70% piensa que esto no ocurre, mientras que un 30% piensa que sí que sucede.

6. PERCEPCIONES DE ESTIGMATIZACION POR PARTE DE LOS USUARIOS

Ante las mismas preguntas que hemos descrito en relación a la opinión de los entrevistados hacia la bondad de los servicios, los usuarios mostraron una pauta de respuestas mucha menos neutral. En primer lugar los usuarios también tienen bastante claro que es mejor no tener que recurrir a la ayuda de ningún servicio; la intensidad de esta opinión es más débil en relación a la seguridad social y más evidente en relación a los trabajadores sociales, tanto si prestan sus servicios a los servicios sociales o a los servicios de salud.

Por otro lado, la opinión de que recurrir a estos servicios NO te hace diferente de las otras personas queda claramente expresada por todos los servicios, siendo ligeramente más contundente en relación a la seguridad social, posiblemente por las mismas razones que apuntaban en relación a los profesionales.

En relación a la autoimagen como posible usuario/a de cada uno de los 8 servicios sociales estudiados, también se pasaron a los usuarios/as entrevistados/as las mismas preguntas que a los/las profesionales.

Podríamos decir que las pautas generales de respuestas se parecen mucho a los de los profesionales, con la característica que son más extremas en la expresión de las polaridades, tan positivas como negativas. En general, lo que más destaca es la imagen de estigmatización que se relaciona con el acogimiento familiar y la atención residencial, mayor que en los profesionales. Por otra parte, la imagen como usuario/a de servicios sociales relacionados con la salud y de servicios de atención diurna es muy positiva.

Se precisan, de todas maneras, algunas matizaciones. En primer lugar, en los servicios de ayuda a domicilio la autoimagen como usuario que ven los propios usuarios/as es muy positiva (más que la de los profesionales), pero hay la clara excepción de un indicador, «sentirse orgulloso» (versus avergonzando), que es bastante negativo. En segundo lugar, al recibir ayuda material, los usuarios tienen una autoimagen netamente positiva y manifiestan alta puntuación en el indicador «sentirse bien» (todo ello en claro contraste con la autoimagen como usuarios/as que expresan los profesionales), siendo el indicador que puntúa menos positivamente en este caso «no, sentiría ninguna reserva para explicarlo». Para los de terapia, los usuarios/as no manifiestan ningún valor negativo en su autoimagen con usuarios/as (a diferencia de los/las profesionales).

Finalmente, y a pesar de todos estos matices, el índice de valores medios de los indicadores de autoimagen estigmatizada da para los usuarios catalanes unos resultados casi idénticos a los de los profesionales. En definitiva, se percibe como altamente estigmatizador para una familia el hecho de ser usuario/a de servicios de acogimiento familiar o de atención residencial para la infancia, mientras que no se percibe el hecho de ser usuario/a de cualquiera de los otros servicios estudiados.

La atribución de actitudes a terceras personas hacia uno mismo/a, por el hecho de ser usuario/a de cada uno de los diferentes servicios, se ha estudiado entre los usuarios/as con los mismos indicadores que entre los/las profesionales.

Cabe señalar de antemano que, el análisis detallado de las respuestas a estos tres indicadores plantea serias dudas sobre su adecuación para la población catalana de usuarios. Los equipos encuestadores han indicado que se han encontrado muchos problemas de comprensión de las bipolaridades y esto ha dado muchos «no contesta»: entre un 20 y un 30% a los dos primeros indicadores, llegando al 35% en el caso de «me tendrían envidia».

Con estas reservas, podemos apuntar que los comentarios de los usuarios/as que han respuesta a las preguntas en relación a cada servicio resultan, a pesar de todo, casi idénticos a los hechos por profesionales, con la excepción de los servicios diurnos y de los servicios sociales relacionados con la salud que, para los usuarios/as, parecen merecer atribuciones ligeramente más positivas.

El índice de valores medios tiene una ordenación del grado de estigmatización de cada uno de los servicios prácticamente idéntica a los grupos de indicadores descritos hasta el momento, pero también en este caso (en comparación con los profesionales) con mucha menos discriminación entre estos valores.

Las evaluaciones sobre la forma de ser facilitados los servicios han sido medidas, así mismo, con los mismos indicadores utilizados con los profesionales. También en este caso el indicador «resultan fáciles de obtener para todo el mundo» muestra unas pautas de respuesta diferentes que los otros 4. Sus valores siguen siendo claramente más negativos, casi siempre, ajos de los otros, pero, en contraste con los profesionales, se observan valores mucho más positivos en los servicios sociales relacionados con la salud, los servicios diurnos, los servicios de información y las terapias. La valoración más negativa de los usuarios/as en este indicador, corresponde a las ayudas materiales, seguidas de cerca por la ayuda a domicilio y por los servicios de acogimiento familiar, que se evalúan como más difíciles de obtener que la atención residencial.

Los otros 4 indicadores muestran que los usuarios/as hacen evaluaciones muy positivas de todos los servicios, aunque de forma menos notoria en lo que se refiere a los servicios de información; con la excepción, como viene siendo constante, de los servicios de atención residencial y acogimiento familiar. Para estos dos últimos servicios los 4 indicadores ya no muestran sus habituales valores casi idénticos. El indicador «ayuda a la gente a conservar su amor propio» expresa una clarísima mayor negatividad que los otros. El indicador «ayuda a la gente a mejorar la vida» tiene un valor prácticamente neutro. Mientras que los indicadores «demuestra que las administraciones públicas prestan atención a los ciudadanos» y «incita a la gente a buscar ayuda», tienen claras evaluaciones positivas.

En una pregunta separada, un 70,1% de los usuarios/as manifestó que se sentirían cómodos/as pidiendo ayuda a los servicios sociales si lo volviera a necesitar, mientras que un 29, 1 % manifestó que se sentirían incómodos/as. A pesar de esto, un 85,5% de los entrevistados/as consideran que se han implicado mucho o bastante y que han sido partícipes de las tomas de decisión que les afectaban, un 80,3% confirman en otra pregunta que su sentimiento es de implicación. Un 78,6% considera que la información que les ha sido proporcionada ha resultado insuficiente para tomar adecuadamente las decisiones correspondientes.

7. COMENTARIOS A LOS RESULTADOS OBTENIDOS

Como tónica general, las respuestas de los usuarios han tendido a ser más claramente posicionadas en acuerdos o desacuerdos que las de los profesionales, que podríamos decir que son mucho más «diplomáticas» o menos contundentes.

Cuando analizamos los índices de las respuestas medias a cada grupo de preguntas referidas a actitudes hacia las personas que puedan necesitar cuatro tipos diferentes de servicios, observamos que los profesionales tienen actitudes ligeramente negativas hacia tres de los servicios (trabajo social en los servicios sociales, asesoramiento-terapia, y servicios sociales de salud) y positivas hacia el cuarto (la seguridad social). En contraste, los usuarios tienen una actitud muy neutral hacia los mismos tres servicios y sólo ligeramente positiva hacia la seguridad social.

En la Figura 1 se pueden ver los resultados comparativos, obtenidos mediante gráficos de barras de error, de los ítems sobre autoimagen de los/as trabajadores sociales y de los usuarios/as de servicios, al situarse en el lugar de los usuarios/as de diferentes servicios sociales para la infancia. Los/as profesionales tienen actitudes relativamente positivas hacia 5 servicios (ayuda material, información/asesoramiento, terapia, atención diurna y servicios sociales relacionados con la salud), y los usuarios tienen actitudes muy positivas hacia los mismos. Las actitudes hacia los servicios diurnos son particularmente positivas entre estos últimos; cabe tener en cuenta, que como ya hemos comentado, estos servicios se identifican mayoritariamente con la obtención de plazas de escuelas infantiles, a menudo en el contexto de déficit de las mismas en su territorio.

Hay dos servicios que generan actitudes bien diferentes: el acogimiento familiar y la atención residencial. Los profesionales muestran actitudes neutras, mientras que los usuarios las muestran claramente negativas.

En la Figura 2 se ilustran los resultados sobre las atribuciones de actitudes a terceras personas del propio entorno, en el caso de que uno/a fuera usuario/a de un servicio. Nuevamente- se aprecian dos servicios diferenciados: el acogimiento familiar y la atención residencial. Las atribuciones hechas por profesionales y usuarios/as son muy parecidas en este caso, y tanto las positivas como las negativas son bastante moderadas.

En la Figura 3 se pueden analizar los interesantes resultados obtenidos respecto a la evaluación del funcionamiento de cada servicio. Para los usuarios/as, todas las evaluaciones son positivas, a pesar de que los dos servicios que siempre salen diferenciados también lo están en este caso, mostrándose sólo ligeramente positivos. Para los/las profesionales, 4 servicios son evaluados como relativamente positivos, dos bastante negativos (acogimiento familiar y atención residencial) y uno de forma neutra (ayuda material).

Finalmente, los resultados también nos muestran que los usuarios/as en Catalunya están mayoritariamente satisfechos/as tanto con los servicios que les proporcionan, como con los profesionales que los prestan:

 

 

Muy satisfecho/a

Muy Insatisfecho/a

Con el profesional

42,7%

29,9%

12,9%

3,4%

11,1%

Con los servicios recibidos

74,4%

 

 

25,6%

 

Cuando pedimos qué mejoras en los servicios podrían aumentar su satisfacción, la respuesta más destacable fue que les gustaría disponer de más tiempo para explicarse y para poder ser adecuadamente comprendidos:

si el profesional estuviera menos apresurado 51,3%

si el profesional tuviera hijos propios 45,3%

si el profesional tuviera más edad 6,8%

8. CONCLUSIONES DE LA PARTE CATALANA DE LA INVESTIGACION

En Cataluña, tanto los usuarios como los profesionales de los servicios sociales para la infancia perciben dos tipos de servicios claramente diferenciados de todos los demás en cuanto a sus efectos estigmatizadores: la atención residencial y el acogimiento familiar. Estas percepciones son consistentes tanto medidas a través de autopercepciones por el hecho de ser usuario, como de atribuciones de heteropercepción y como de evaluaciones sobre la forma en que son prestados los servicios.

Tanto profesionales como usuarios hacen sólo una pequeña discriminación a la hora de plantearse la estigmatización provocada por el acogimiento familiar y por la atención residencial, percibiéndose aquél como ligeramente menos estigmatizante que ésta. Este hecho no encaja con la creencia generalizada de que el acogimiento familiar es un servicio más normalizador que la atención residencial. Parece que hay un potente denominador común de la percepción estigmatizadora, fuertemente vinculado al hecho de que haya una separación física entre el niño/a y su unidad familiar natural.

Percepciones, actitudes y evaluaciones de los servicios sociales para la infancia son, como norma general, relativamente positivas entre los profesionales y muy positivas entre los usuarios/as. En otras palabras, esto significa que los profesionales tienden a ver los servicios como más diferenciadores y estigmatizadores que los propios usuarios/as.

Esta última conclusión obtenida en la muestra catalana ha resultado todavía mucho más clara y contundente en las muestras del País de Gales y de los Países Bajos, donde el conjunto de las percepciones y evaluaciones sobre el funcionamiento de los servicios ha sido más negativa, tanto por parte de los usuarios como de los profesionales. Esta diferencia en la muestra catalana se ha atribuido al hecho de que nuestro sistema de servicios sociales es mucho más joven, y ha nacido en un contexto histórico de necesidades sociales menos cubiertas y en un contexto social de muchas expectativas, resultando que los servicios nuevos han sido bienvenidos por los ciudadanos.

El concepto de estigma relacionado con los servicios sociales para la infancia se ha mostrado productivo para la investigación, mediante el cuestionario utilizado. Los resultados, algunos inesperados, muestran la necesidad de más debate teórico entorno al concepto o conceptos afines (ya que, entre nosotros, es un concepto más bien en desuso entre los profesionales).

Por otra parte, las mejores percepciones de estigmatización de los servicios entre profesionales apuntan hacia el riesgo de transmisión inconsciente, tanto a los propios usuarios como a la sociedad en general, reforzando de esta manera una espiral de exclusión social. Ello plantea la necesidad de la mejor consideración de estos hechos en las actividades formativas dirigidas tanto a profesionales, como a futuros profesionales.

El hecho de que sólo los servicios que separan a los niños/as de la familia sean percibidos como fuertemente estigmatizadores, plantea retos relevantes a las políticas sociales: primero, cabe fortalecer las estrategias y crear nuevos servicios para prevenir y evitar su separación del núcleo familiar; segundo, cuando la separación es inevitable, las estrategias y acciones se han de focalizar más en que los servicios sean lo menos diferenciadores posibles, tanto para los niños/as como para sus familias. Con más profundidad, cabe desarrollar estrategias para evitar la difusión, entre los ciudadanos, de percepciones y actitudes estigmatizantes hacia los usuarios/as de los servicios sociales para la infancia

BIBLIOGRAFIA