DOSSIER

Los servicios sociales a la infancia y la percepción de estigmatización en el País de Gales Gales, los Países Bajos y Cataluña


Child welfare and perception of stigma in Wales, The Netherlands and Catalonia

 

 

Evert SCHOLTE

Senior Research Fellow. Faculty of Social and Behavioural Sciences. University of Leiden, The Netherlands

Matthew COLTON

Senior Lecturer. Department of Social Policy and Applied Social Studies. University of Wales, Swansea

Ferrán CASAS

Catedrático de Psicología Social. Director del Instituto de Investigaciones sobre Calidad de Vida. Universidad de Gerona, España

Mark DRAKEFORD

Lecturer. School of Social and Administrative Studies. University of Wales, Cardiff

Susan ROBERTS

Research Assistant. Department of Social Policy and Applied Social Studies. University of Wales, Swansea

Margaret WILLIAMS

Assistant Professor. Faculty of Social Work. University of Calgary, Canada
 
 


RESUMEN

PALABRAS CLAVE

ABSTRACT

KEY WORDS

INTRODUCCION

RESULTADOS

CONCLUSION Y COMENTARIOS

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

En el presente artículo se compara la disponibilidad de servicios sociales a la infancia en el País de Gales, los Países Bajos y Cataluña, y la percepción de un estigma vinculado a los mismos. En los tres países, los problemas de conducta en los niños y las dificultades de los padres en la crianza fueron las principales causas de ingreso de niños en los servicios sociales. En el País de Gales y en Cataluña, las dificultades materiales y matrimoniales formaron también parte de las razones fundamentales para el ingreso. En Cataluña, los problemas de los padres con la droga también representaron un motivo importante. En los Países Bajos y en Cataluña, se ofrecían servicios preventivos a la familia más a menudo que en el País de Gales, mientras que en el País de Gales y en Cataluña se proporcionaba ayuda material con más frecuencia que en los Países Bajos. En los Países Bajos predominaban los servicios residenciales, y en el País de Gales el acogimiento familiar En Cataluña eran más frecuentes los servicios de cuidado de día En cuanto a la percepción de un estigma, hallamos que tanto los profesionales que prestan los servicios como los usuarios de los mismos, en los tres países, hacían una valoración acusadamente negativa en cuanto a los servicios residenciales y de acogimiento familiar mientras que los servicios preventivos y los servicios sociales relacionados con la salud, prestados a la familia se percibían como los que más fortalecen a los usuarios.

PALABRAS CLAVE

Servicios Sociales a la Infancia. Estigma Descalificación. Fortalecimiento.

ABSTRACT

This paper compares the provision of child welfare services in the Wales, the Netherlands and Catalonia, and the perception of stigma associated with such services. In all three countries the behavioral problems of children and rearing difficulties of parents were major reasons for entry into child welfare services. In Wales and Catalonia material and marital problems were also major reasons for entry. In Catalonia the drug-related problems of parents was additionally an important reason for entry. In the Netherlands and Catalonia preventive family services were more often provided than in the Wales, while material help was more often provided in Wales and Catalonia than in the Netherlands. Residential services were most prevalent in the Netherlands, while foster-care predominated in the Wales. Daycare services were most often provided in Catalonia. As for the perception of stigma we found that both the service providers and the service users in all three countries most strongly feared negative qualifications concerning foster and residential services, while health related and preventive family services were perceived as services that empower users the most.

KEY WORDS

Child Welfare. Stigma. Disqualification. Empowerment.

INTRODUCCION

El impacto negativo y continuo de un estigma en las relaciones interpersonales ha quedado demostrado en varias investigaciones (Goffman, 1963; Katz 1981; Aggleton, 1987; Lee y Loveridge, 1987). Dado que en la mayor parte de occidente, los políticos del bienestar han observado tales impactos estigmatizantes en relación con el uso os servicios sociales, la mayoría de los países han conformado los nuevos servicios de modo tal que incorporen el respeto a los usuarios y el desarrollo de sus capacidades como actores sociales (Hendrick, 1992; Colton y Hellinckx, 1993; Whittaker, 1996). En las secciones precedentes, se trató del impacto de tales principios modernos no estigmatizantes en las experiencias reales e los que se encuentran más directamente involucrados en el encuentro con los servicios sociales a la infancia, en ciertas áreas del País de Gales, los Países Bajos y Cataluña. Dichos datos son especialmente útiles porque no sólo enriquecen la comprensión de la experiencia de la estigmatización en cada uno de los países, sino que permiten que afloren elementos comparativos. Por ejemplo, los profesionales y los usuarios de los servicios en el País de Gales, en los Países Bajos y en Cataluña ¿tienen la misma opinión sobre las personas necesitadas de servicios sociales a la infancia?, ¿experimentan la estigmatización en un grado similar, o existen diferencias en función del tipo, de servicio que se precisa?, ¿existen en otros miembros de la sociedad temores equivalentes en cuanto a la descalificación?, ¿coinciden los grupos de la muestra en cuanto a la finalidad social y a la disponibilidad de la oferta de servicios sociales a la infancia en los países que cubre el estudio, o se dan diferencias de opinión significativas?; si se hallan diferencias, ¿como se pueden explicar?. En este artículo tratamos las citadas cuestiones comparando las percepciones y las experiencias de (des)calificación en los tres países. En primer lugar se examinarán las principales características biográficas de los profesionales y los usuarios de los servicios de los tres países, a la vez que las necesidades psicosociales de los usuarios y los servicios sociales disponibles, en relación con estas necesidades. A continuación, se efectuarán comparaciones entre- las nociones de (des)calificación en los tres países y se intentará explorar las correlaciones.

RESULTADOS

Características biográficas de la muestra

En total, la muestra investigada comprendía 246 usuarios y 123 profesionales de los servicios. Cincuenta y tres (el 22% de la muestra) de los usuarios eran del País de Gales, 73 (el 31%) de los Países Bajos y 117 (el 47%) de Cataluña. Dentro

de cada país estudiado, el número de los profesionales que participaran era comparable: 48 (el 39% de la muestra) eran del País de Gales, 34 (el 29%) de los Países Bajos y 40 (el 32%) de Cataluña.

La figura 1 Ilustra las características biográficas de los usuarios y profesionales de los subgrupos de la muestra en los tres países. Las columnas de la izquierda resumen las características de los usuarios, mientras que las de la derecha presentan un resumen de las características de los profesionales. Para permitir la exploración de posibles diferencias en los datos de las tres muestras, se probaron estadísticamente las diversas dispersiones utilizando la prueba de chi cuadrado para datos tabulares (Hays, 1988); las diferencias significativas con niveles de probabilidad inferiores a 0.05 están marcadas con un asterisco (*).

En cuanto a las características biográficas, las poblaciones de los usuarios y de los profesionales de los servicios sociales en los tres países europeos participantes en el estudio pueden describirse de la siguiente forma. En el País de Gales, los Países Bajos y Cataluña, la mayoría de usuarios eran mujeres blancas de origen europeo; en Cataluña, aproximadamente el 10% de los usuarios pertenecían al entorno gitano. Dos tercios aproximadamente eran de edades comprendidas entre los 30 y los 45 años: en Cataluña había una proporción más alta de usuarios entre los 18 y los 30 años que en los otros dos países.

Aproximadamente un 50% de los usuarios entrevistados en los tres países no practicaban ninguna religión institucional. En el País de Gales, la religión protestante era la predominante; en Cataluña la católica, mientras que en los Países Bajos se practicaban ambas.

Un examen del entorno socioeducativo de los usuarios participantes en el estudio, muestra que en los tres países una cantidad considerable de las familias que utilizaron los servicios de atención a la infancia estaban desempleadas. Los Países Bajos estaban en una situación considerablemente mejor que el País de Gales en cuanto a nivel de empleo, mientras que, una vez más, los usuarios españoles ocupaban un punto medio. En el País de Gales, aproximadamente seis de cada diez usuarios entrevistados no tenían formación cualificada, y siete de diez estaban desempleados. En los Países Bajos, sin embargo, sólo dos entre diez usuarios no tenían formación cualificada, y sólo tres de estaban desempleados; en Cataluña, las cifras son ligeramente superiores, con cuatro de diez usuarios no cualificados, y cinco desempleados sobre diez.

En cuanto a situación matrimonial, la tasa de divorcio entre los usuarios del País de Gales y los Países Bajos era similar (el 42%); en Cataluña, aproximadamente un 24% de los usuarios estaban divorciados.

Si contemplamos las características biográficas de los profesionales de los tres países, está claro que predominan las Mujeres, aunque un porcentaje importante (del 20 al 30%) de los trabajadores sociales dedicados a la infancia eran hombres. Las edades y el entorno religioso de los profesionales de los servicios eran similares a los de los usuarios. En los tres países la mayoría de los profesionales tenían entre 30 y 45 años. Un número considerable de ellos no practicaba ninguna religión oficial; si profesaban una religión, en el País de Gales predominaba el protestantismo, en Cataluña el catolicismo y ambas religiones en los Países Bajos. En cuanto al nivel educativo, el de los profesionales era mucho más elevado que el de los usuarios en los tres países.

Las necesidades de los clientes

En la figura 2 se relacionan las necesidades de los menores y sus familias en cuanto a los servicios de atención a la infancia en los tres países implicados en él estudio.

Al comparar transculturalmente las razones para remitir a un niño a los servicios sociales, queda claro que en los tres países los problemas de conducta de los niños y las dificultades de los padres en su crianza fueron las razones fundamentales para el ingreso. Sin embargo, en los Países Bajos ingresó en los servicios por estos motivos un número mayor de familias que en el caso del País de Gales o de Cataluña.

En el País de Gales, y particularmente en Cataluña, las dificultades materiales y matrimoniales de las familias fueron las razones fundamentales para el ingreso en los servicios. La negligencia en el cuidado de los niños y los problemas de salud fueron también problemas básicos en cuanto a las razones para remitirlos en ambos países; tanto en el País de Gales como en Cataluña, los problemas de conducta de los padres jugaron también un papel importante. Además, es evidente que un porcentaje significativamente alto de los padres españoles ingresaron en los servicios sociales como resultado de problemas con la droga, y en los tres países era similar el número de niños que ingresaron con dificultades escolares.

Al comparar los servicios transculturalmente, se encontró que los preventivos a la familia, tales como proporcionar información, consejo y orientación, se daban con más frecuencia en los Países Bajos y en Cataluña que en el País de Gales. En el País de Gales y en Cataluña se proporcionaba más ayuda material que en los Países Bajos. En los Países Bajos predominaba la remisión a tratamiento terapéutico y en particular a los servicios residenciales, mientras que en el País de Gales destacaba la remisión a los servicios de acogimiento familiar. Los servicios de atención diurna eran más frecuentes en Cataluña en comparación con el País de Gales y los Países Bajos. No obstante, esta última conclusión puede estar contaminada por el hecho de que la noción de cuidado de día no es comparable en los tres países. Los centros de cuidado de día en Cataluña pueden compararse con los centros de atención para hijos de padres que trabajan, tanto en el País de Gales como en los Países Bajos, mientras que el «cuidado de día» en estos dos países comprende un entorno de atención ambulatoria para el tratamiento de niños con dificultades de conducta, durante el día o al salir de la escuela.

Las actitudes hacia los miembros de la comunidad que precisan de los servicios sociales

Para poder medir las actitudes hacia los miembros de la comunidad que utilizan los servicios sociales, se pidió a los usuarios y a los profesionales de los tres países que evaluaran los dos enunciados siguientes en una escala de 6 puntos que va del «desacuerdo total» al «acuerdo total» «Las personas que necesitan el servicio X son diferentes de otras personas», y «las personas que no reciben el servicio X están en mejor posición». Con este método se evaluaron los siguientes servicios: tener un trabajador social, recibir asistencia de la seguridad social, tener un orientador o estar en terapia, y recibir asistencia sanitaria.

La figura 3 refleja la puntuación media de acuerdo con respecto a los cuatro servicios en cada país. La parte superior de la figura ilustra las opiniones de los profesionales, la parte inferior la de los usuarios. En ambas secciones del gráfico, la primera línea de las estadísticas presenta los resultados del País de Gales, la segunda los de los Países Bajos y la tercera los de Cataluña. El cuadrado que figura en el centro de cada línea representa la puntuación media de las opiniones. Una puntuación media en la parte izquierda del gráfico representa opiniones positivas: las puntuaciones en la derecha significan opiniones negativas. Una puntuación de 3.5 refleja una opinión neutra. La longitud de la línea de cada dato estadístico representa el 95% de los límites del intervalo de confianza. A menor superposición de los intervalos de confianza entre los países (o entre los usuarios y los profesionales), más difieren las opiniones. Las diferencias son estadísticamente significativas (con un nivel de probabilidad inferior a 0,05) cuando los intervalos no se superponen.

Al comparar los resultados de los tres países, hallamos una gran discrepancia en las actitudes hacia las personas que necesitan de los servicios sociales en el País de Gales. Las personas que reciben servicios sociales a la infancia expresaron una actitud positiva hacia aquellos que precisaban de los mismos, mientras que las que los prestan tienen una opinión negativa sobre las personas que los necesitan. En los Países Bajos, las opiniones de los usuarios y los profesionales eran ambas positivas y similares. En Cataluña, las opiniones de ambos grupos también eran parecidas. Sin embargo, se evidenciaban diferencias en las actitudes respecto a las personas que necesitaban del trabajo social y de la seguridad social. Los usuarios de los servicios expresaron actitudes neutras sobre los miembros de la comunidad que precisan estos servicios, en tanto que los profesionales eran negativos en este punto. Los profesionales españoles eran, no obstante, mucho más positivos que los usuarios sobre las personas que precisaban de la seguridad social.

Las reacciones percibidas de otros al recibir los servicios sociales a la infancia

La actitud de otros miembros de la comunidad, como familiares, amigos y vecinos, es un factor importante que puede influir en el bienestar psicológico de los usuarios de los servicios. Mientras que la percepción del apoyo por parte de otros produce normalmente sentimientos fortalecedores e incrementa la predisposición a aceptar la atención al niño, la percepción de una descalificación creará normalmente sentimientos de incapacidad, y disminuirá la predisposición a aceptar la ayuda.

Los sentimientos de apoyo y de descalificación por otros se exploraron preguntando tanto a los usuarios como a los profesionales qué pensarían otros de ellos si recibieran servicios de atención a la infancia. ¿Pensaría la. gente mejor o peor de uno?

Se utilizaron tres escalas de 6 puntos para medir las percepciones de (des)calificación por otros. Un extremo de la escala representaba las reacciones positivas y el otro extremo las reacciones descalificadoras. Estas escalas se combinaron para medir el grado percibido de descalificación por otros. La figura 4 muestra la media aritmética de las puntuaciones de las percepciones tanto de los usuarios como de los profesionales de todos los servicios al niño considerados conjuntamente. Esta figura debe interpretarse del mismo modo que la anterior.

La figura 4 muestra que en el País de Gales y en los Países Bajos tanto los usuarios como los profesionales suponían que otras personas reaccionarían de forma bastante negativa, en el sentido de que pensaban que les considerarían menos, tendrían opiniones más negativas y sentirían lástima de ellos si necesitaran los servicios sociales. Los usuarios de los servicios holandeses tenían claramente más temor a las reacciones negativas de los demás que los británicos.

En Cataluña, tanto los usuarios como los profesionales esperaban claramente menos reacciones negativas de «otras personas significativas» que los del País de Gales y los Países Bajos. Los usuarios de los servicios españoles esperaban en general reacciones de otros tendentes a positivas, mientras que los profesionales españoles eran más neutros al respecto.

La figura revela además que las expectativas de los usuarios y los profesionales de los servicios en los Países Bajos y en Cataluña eran comparables en gran medida. Los profesionales del País de Gales, sin embargo, eran notablemente más negativos sobre las reacciones de los demás que los usuarios de los servicios.

La comparación transcultural revela además que los usuarios y los profesionales de los tres países percibían una mayor descalificación por otros en relación con la asistencia residencial y el acogimiento familiar. Las percepciones de descalificación se experimentaban en menor grado en relación con otros servicios, resultando la asistencia sanitaria la reacción menos descalificadora por parte de otros. Al examinar los tres países, resulta evidente que los usuarios y los profesionales de los Países Bajos expresaron los temores más fuertes a la descalificación por otros, mientras que los españoles eran los que menos la temían. En Cataluña y en los Países Bajos, las percepciones de los usuarios y los profesionales en cuanto a la descalificación por parte de otros eran comparables en gran medida, mientras que los profesionales del País de Gales esperaban claramente

Evaluación de la función social de los servicios sociales

Las opiniones de los miembros de la comunidad en relación con la finalidad social de los servicios sociales a la infancia son un factor adicional que podría pensarse que influye en la predisposición a aceptar los servicios de atención a la infancia.

Los miembros de la comunidad que perciben los servicios sociales como «fortalecedores» normalmente los aceptarán mejor que las personas que los perciben como «humillantes para la gente». Con el fin de examinar las percepciones acerca de la finalidad social de los servicios sociales a la infancia, se les pidió, tanto a los usuarios como a los - profesionales, que puntuaran su grado de acuerdo con cinco enunciados relativos a las finalidades de estos servicios, a saber: la forma en, que se ofrecen los servicios «ayuda a la gente a salir adelante», «hace que sean fáciles de obtener», «demuestra que el gobierno se preocupa de las personas», «alienta a la gente a buscar ayuda» y «ayuda a las personas a mantener su autoestima».

La figura 5 refleja la media aritmética de las actitudes generales en cuanto a la finalidad social que se atribuye a los servicios sociales a la infancia por parte de los usuarios y los profesionales. Los datos deben leerse en la misma forma que las figuras anteriores.

La figura 5 indica que los usuarios del País de Gales tenían opiniones positivas sobre la forma en que se ofrecían. Esto sugiere que, en general, opinaban que los servicios de atención a la infancia eran beneficiosos para los receptores; los profesionales del País de Gales eran mucho más pesimistas. Tenían una opinión negativa sobre la forma en que se dispensaban.

En los Países Bajos, los usuarios eran positivos en cuanto al modo de prestar los servicios. No obstante, los profesionales eran menos optimistas; evaluaban de una manera más neutra el modo en que se prestaban.

En Cataluña tanto los usuarios como los profesionales tenían opiniones muy positivas sobre la forma en que se prestaban los servicios sociales.

La comparación transcultural de los resultados reveló que los usuarios y los profesionales de Cataluña parecen en general mucho más optimistas que los del País de Gales y los de los Países Bajos sobre el modo en que se prestan los servicios.

En los tres países, los usuarios fueron más positivos que los profesionales acerca del modo en que se dispensaban los servicios. Las divergencias más grandes de opinión se daban entre los usuarios y los profesionales del País de Gales: el menor nivel de divergencia se encontró en los Países Bajos, mientras que Cataluña ocupaba una posición intermedia. La ayuda materia el acogimiento familiar y los servicios residenciales se valoraban en los tres países como los más difíciles de obtener y que menos ayudan a las personas; los usuarios de los Países Bajos eran más neutros sobre los servicios residenciales que los sujetos de los otros dos países.

Correlaciones en la (des)calificación

En las secciones precedentes, hemos comentado las percepciones de los usuarios del País de Gales, los Países Bajos y Cataluña, en relación con los servicios sociales a la infancia en sus países respectivos, centrándonos en las semejanzas y diferencias, cuando se percibieron. En esta sección, rastrearemos parte de los factores independientes que contribuyeron a las experiencias de descalificación manifestada por los usuarios. El conocimiento de estos factores puede ayudar a los profesionales a conseguir que sus usuarios se sientan más cómodos al recibir los servicios.

Más abajo, exploraremos en primer lugar el modo en que los usuarios percibían los servicios de atención a la infancia recibidos. A continuación describimos las experiencias relacionadas con la percepción de descalificación que se han presentado en los párrafos anteriores. Se utilizaron el chi cuadrado y el Scheffé's múltiple range tests para identificar las diferencias monovariantes entre los grupos. Se utilizó la regresión simple y la regresión múltiple para el análisis de las medidas según escala (Hays, 1988; Achen, 1992).

Satisfacción y participación

¿En qué grado participaran los usuarios en los servicios sociales a la infancia, y hasta qué punto estaban satisfechos con los servicios que recibieron?. En la figura 6 se representan los resultados de los tres países, medidos en escalas de 6 puntos que van desde muy satisfecho/muy participativo hasta muy insatisfecho/muy poco participativo.

En general, nuestros resultados revelan que, en los tres países, los usuarios entrevistados estaban más satisfechos que insatisfechos con los servicios que recibían. Normalmente también declaraban ser más participativos que no participativos en la prestación de los mismos.

La comparación transcultural ha revelado que los usuarios del País de Gales, aunque puntuaban en gran medida dentro de los valores positivos de las escalas, estaban menos satisfechos con los servicios sociales a la infancia que recibían, que, los de los Países Bajos o los de Cataluña; la participación presentaba un cuadro similar. Los usuarios de los Países Bajos y de Cataluña manifestaban igualmente altos niveles de participación activa en los servicios, mientras que los del País de Gales creían que participaban menos activamente en la prestación de la ayuda. El treinta y tres por cien de los usuarios del País de Gales estaban insatisfechos con su trabajador social, y el veinte por cien indicaba que no participaban activamente en los servicios. En los Países Bajos, las cifras correspondientes eran del 8% y el 4%, y en Cataluña, el 11% y el 8%, respectivamente.

Adicionalmente, se consultó a los usuarios si participaban activamente en las decisiones tomadas por los asistentes sociales en los servicios recibidos. En el País de Gales (75%), en los Países Bajos (85%) y en Cataluña (81%), la mayoría de los usuarios manifestaron que participaban activamente en las decisiones tomadas por los asistentes sociales. En este aspecto, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los tres países (p=.36 prueba de chi cuadrado).

El análisis correlacional reveló que la satisfacción y el nivel de participación activa en los servicios no estaban relacionados con la edad, el género o el entorno educativo de los usuarios.

Un análisis multivariado midiendo la satisfacción de los usuarios como variable dependiente y la participación activa del usuario y los tipos de servicios como variables independientes, utilizando la eliminación retroactiva de factores no significativos, reveló además que los niveles de satisfacción de los usuarios de los tres países correlacionaba ampliamente con la participación en los servicios (b -RU=.36; b -PB=.50, y b -E=39). En el País de Gales y en Cataluña la satisfacción del usuario se relacionaba también con el tipo de servicio prestado. Los usuarios británicos que recibieron información, consejo y orientación (b =.22), y aquellos que recibieron asistencia terapéutica b =.l2) estaban ligeramente más satisfechos que los usuarios de los otros servicios. En Cataluña, los usuarios que recibieron información, consejo y orientación (b =. 15),_ ayuda material (b =. 19) o asistencia terapéutica (b =. 15) estaban ligeramente más satisfechos, mientras que los que recibieron servicios de atención diurna (b .16) estaban ligeramente menos satisfechos.

En los tres países, los usuarios manifestaron unos niveles de satisfacción más altos y una participación más activa en los servicios cuanto más participaban en las decisiones tomadas por sus asistentes sociales (correlación de los resultados de los tres países >.40; p<0.05).

Además, la satisfacción y la participación en los servicios se correlacionaba en los tres países con la percepción de descalificación, aunque los factores de estigma implicados variaban ligeramente dentro de cada país. En el País de Gales, se observaron niveles más elevados de satisfacción y altos niveles de participación cuando los usuarios percibían que los servicios sociales a la infancia y el modo en que se prestaban era fortalecedor (correlaciones entre .25 y .43). En los Países Bajos, se constató un incremento en los niveles de satisfacción con los servicios y de participación entre los usuarios cuando percibían que los servicios de atención a la infancia eran fortalecedores, y cuando creían que otros miembros de la comunidad les apoyaban cuando tenían necesidad de los servicios (correlaciones desde .20 a .36). En Cataluña, se manifestó un incremento en los niveles de satisfacción de los usuarios cuando percibían que los servicios sociales a la infancia y el modo de prestarlos eran fortalecedores, y de los usuarios que creían que otros miembros de la comunidad les apoyaban si necesitaban los servicios a la infancia. Estos usuarios manifestaron también niveles elevados de participación en los servicios (correlaciones desde .25 a.34).

Así pues, estos resultados transculturales revelan que los usuarios de los tres países estaban más satisfechos y participaban en mayor grado en los servicios cuando tomaban parte activa en las decisiones tomadas por los trabajadores sociales, y cuando percibían que los servicios sociales a la infancia eran fortalecedores. Además, en los Países Bajos y en Cataluña, la satisfacción y la participación activa se incrementaban también cuando los usuarios esperaban que otros miembros de la comunidad les apoyaran en su necesidad de los servicios sociales a la infancia.

Estos resultados indican ciertamente que una actitud profesional que incluya la colaboración, la comprensión y el respeto a los usuarios, llevaría a un incremento de los niveles de satisfacción de éstos en los tres países, y también a una participación activa en los servicios sociales a la infancia.

CONCLUSION Y COMENTARIOS

En este artículo, nos hemos centrado en primer lugar en las necesidades de los niños y de las familias que acceden a los servicios sociales a la infancia en ciudades de tamaño mediano en un área del País de Gales (Gales), Holanda y una parte de Cataluña. Hallamos diferencias transculturales significativas en cuanto a las necesidades y a los servicios que se prestan. En los tres países, las causas fundamentales de su utilización fueron los problemas de conducta de los niños y las dificultades de los padres para su crianza. Sin embargo, en Holanda ingresaron por estos motivos un número de familias mayor que en el País de Gales o en Cataluña. En estos países las dificultades materiales y en las relaciones entre los progenitores fueron la razón principal para el ingreso.

Además, encontramos que en los Países Bajos y en Cataluña se proporcionaban servicios preventivos a la familia con más frecuencia que en el País de Gales. En el País de Gales y en Cataluña se facilitaba ayuda material con más frecuencia que en los Países Bajos. En este país predominaban los servicios residenciales, mientras que en el País de Gales predominaba el acogimiento familiar. En Cataluña se daban con más frecuencia los servicios de cuidado de día. Pero estos resultados pueden estar contaminados por el hecho de que la noción de cuidado de día no es comparable en los tres países. Los centros de cuidado de día en Cataluña son comparables a los centros de atención para hijos de padres que trabajan tanto en el País de Gales como en los Países Bajos, mientras que el «cuidado de día» en estos dos países significa un entorno profesional para el tratamiento de niños con problemas de conducta y de desarrollo, durante el día o ál salir de la escuela (Casas, 1996; Scholte, 1996; Colton, 1996).

Examinamos además las percepciones tanto de los usuarios como de los profesionales del País de Gales, de los Países Bajos y de Cataluña, en relación con el grado de estigma que se asocia a los diversos servicios de atención a la infancia.

Encontramos que los profesionales, de forma sorprendente, más negativos que los receptores en sus actitudes hacia los servicios sociales, tanto en cuanto a los servicios mismos como al modo en que se prestan. Una posible explicación de esto es que aquellos que prestan los servicios son más conscientes que los que los reciben de las lagunas y los desacuerdos en las políticas y prácticas que se dan «entre bastidores»

Los profesionales son aún más negativos cuando se les pide que evalúen las reacciones probables de otros hacia ellos si ellos tuvieran necesidad de estos servicios. Un ejemplo de esto podría ser la percepción de que aquellos que pretenden ser capaces de ayudar a otros en sus tareas de la crianza de los niños, no deberían necesitar dicha ayuda ellos mismos: y, por supuesto, necesitar ayuda personal en la esfera de la profesión de uno es una demostración de incompetencia tanto profesional como personal.

Tanto los profesionales como los usuarios de los tres países preveían reacciones muy negativas de otros, especialmente en relación con los servicios residenciales y de acogida familiar, aunque percibían que los servicios preventivos a la familia y los relacionados con la salud fortalecían en mayor grado a los usuarios. En las tres culturas, por tanto, la percepción parece ser que es algo correcto el aceptar ayuda en la crianza de los propios hijos (aunque el necesitar ayuda en sí mismo puede no ser un indicador de fracaso), pero no es correcto fracasar tanto en la tarea de la crianza de los hijos que se les tenga que llevar a otro lugar y que otras personas los cuiden. Este hallazgo está de acuerdo con la idea de que los niños y sus padres biológicos normalmente están y permanecen estrechamente vinculados, incluso aunque tengan que separarse debido a circunstancias familiares adversas (Boszormenyi-Nagy, 1987). Si no se permiten estas relaciones en los programas de atención, aumenta de forma considerable el riesgo de que el emplazamiento en una familia de acogida o en una residencia termine en ruptura (Scholte y Ploeg, 1996; Scholte, 1997).

Aunque las diversas formas de servicios sociales a la infancia en los tres países estaban asociadas al mismo patrón de descalificación percibida, el grado de estigma ligado a los servicios infantiles variaba considerablemente de unos países a otros. En Cataluña, la actitud hacia dichos servicios era muy positiva en general, mientras que en el País de Gales y en Holanda los usuarios adoptaban una posición neutra. En Holanda, los usuarios temían mucho, en general, las reacciones descalificadoras de otros, mientras que en el País de Gales y en Cataluña los usuarios eran bastante neutros al respecto. En Cataluña, los usuarios percibían en general la naturaleza de los servicios como altamente fortalecedora, mientras que en el País de Gales y en Holanda los usuarios tenían una posición neutra.

Nuestros hallazgos revelaron además que los usuarios de los tres países participaban más en los servicios cuanto más percibían que los mismos eran fortalecedores. Los usuarios también participaban más activamente cuando tenían actitudes más favorables hacia los servicios sociales a la infancia, y cuando percibían menos las normas sociales descalificadoras por dichos servicios. La comparación transcultural reveló, no obstante, que en Holanda la percepción de normas sociales alentadoras determinaba en mayor grado la participación en los servicios de los usuarios que en el caso de Cataluña y, en particular, del País de Gales. Esto sugiere que la percepción de las normas sociales descalificadoras es un factor que desalienta a los usuarios a participar activamente en los servicios sociales a la infancia: en cierto modo es dependiente de la cultura. Por otra parte, la actitud de los usuarios y la influencia fortalecedora percibida de los servicios sociales a la infancia en que los factores dependían menos de los contextos culturales, facilitaban el que los usuarios participaran en los servicios sociales a la infancia. Además, señalamos que los usuarios de los tres países participaban más en los mismos cuando tomaban una parte activa en las decisiones tomadas por sus trabajadores sociales.

Estos hallazgos sugieren que un enfoque profesional que explícitamente se dirija a fortalecer a los usuarios de estos servicios, que incluya la cooperación, la comprensión y el respeto, daría como resultado una importante mejora en los niveles de participación activa en los servicios sociales a la infancia. Así pues, nuestros resultados apoyan con fuerza los enfoques contemporáneos sobre la oferta de servicios sociales a la infancia, que se dirigen a utilizar el personal existente y los recursos ecológicos de los usuarios como un medio fundamental para fortalecer a las familias y a los niños vulnerables y colocarlos en la vía de la autoayuda (Webster-Stratton, 1993; Whittaker, 1996).

A primera vista podemos interpretar las diferencias halladas entre los tres países como debidas a la oferta real de servicios sociales y a los entornos ideológicos opuestos (Esping Anderson, 1990). Gran Bretaña representa una tradición neoliberal que ha desarrollado un amplio modelo de disposiciones para el bienestar social (Colton, 1996). Las políticas gubernamentales, no obstante, han disminuido el papel del estado en la previsión del bienestar cada vez más en favor de una red mínima de seguridad para aquellos que son incapaces de sustentarse a sí mismos. Desde el punto de vista ideológico, las medidas para el bienestar se perciben cada día más como potencialmente perjudiciales para el receptor y que socavan la responsabilidad individual. En estas circunstancias, es bastante comprensible que la privación económica y los problemas materiales se hayan convertido en el principal motivo para el ingreso de las familias en los servicios sociales a la infancia. Holanda, en este aspecto, aparece como un país representativo de un comercio relativamente rico con una tradición social demócrata de raíces calvinistas. Sus recursos económicos son bastante grandes, por lo que la carencia económica es en pocos casos la causa de que las familias tengan problemas. El grado y el alcance de sus recursos económicos y las medidas de bienestar es también bastante amplio, pero la fuerte ideología calvinista hace que los ciudadanos crean que ellos mismos son los principales culpables cuando las cosas no marchan bien en la vida social (Scholte, 1996). Es bastante fácil comprender que en un contexto como este, el temor a la descalificación por parte de otros si uno tiene que utilizar los servicios sociales públicos, está muy vivo. Cataluña representa el modelo menos avanzado de disponibilidad económica y de bienestar (Casas, 1996). El estado tiene un compromiso constitucional e ideológico de fuertes medidas universales de bienestar. Como tal, Cataluña podría denominarse un «estado del bienestar de promesa institucional» (Leibfreid, 1993). Las expectativas optimistas que los usuarios tienen sobre las previsiones de los servicios sociales a la infancia reflejan estas esperanzas. No obstante, hacen falta otros datos para la comprensión a fondo de las diferencias que encontramos en las necesidades, servicios y factores relacionados con la percepción de un estigma en los tres contextos culturales. Intentaremos tratarlos en futuros estudios.

BIBLIOGRAFIA