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REFLEXIONES

PIAGET Y SUS CONTACTOS PERSONALES CON EL PSICOANÁLISIS

Mercedes Valcarce

Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación Universidad Complutense de Madrid


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

Este artículo proporciona un acercamiento al hombre que fue Piaget, así como su interés personal por analizarse. Buscó equilibrar su vida a través del trabajo orientándose más por la racionalidad paterna que por la emotividad materna. Resulta interesante y paradójico a la vez el hecho de que un hombre que dedicó su vida al estudio de la infancia no recuerde haber jugado en la suya propia.

ABSTRACT

This paper has the purpose of approaching the kind of man Piaget was and also his personal interest on his own analysis. He looked for balancing his own life through work, guiding himself more by paternal rationality than maternal emotionality. At the same time, it is interesting and paradoxical the fact that a man who dedicated his life to study the childhood doesn't remember to have played during his own's.

PALABRAS CLAVE

Piaget, Freud, biografía, psicoanálisis.

KEY WORDS

Piaget, Freud, biography, psychoanalysis.


Este tema se podría abordar desde dos puntos de vista: desde el punto de vista de la concordancia y diferencia entre las dos escuelas psicológicas; o desde el punto de vista de los encuentros personales de Piaget con el proceso psicoanalítico.

El primer punto de vista lo han tocado muchos autores y yo misma también en un artículo (1993) puesto que, siendo estudiante en Ginebra, eran las dos corrientes que predominaban y las que más estudiábamos.

Los escritos en ese sentido, han proliferado. Así que yo me voy a referir ahora al segundo punto de vista.

Si me permiten una referencia personal, empezaré diciendo que yo pertenecí a un grupo de alumnos de Piaget (éramos muy poquitos en los años 60), que teníamos -creo- una muletilla: preguntarle a todas horas por la relación entre inteligencia y afectividad sobre lo que nos contestaba más o menos pero también sobre lo que escribió varios textos. Yo aquí no me voy a referir a sus escritos sino, más bien, a sus respuestas orales.

Nosotros nos atrevimos también a preguntarle, muchas veces, (¡y ahí la cosa era más confusa!), por qué él no se ocupaba, de hecho, en absoluto de la vida emocional.

(Naturalmente, no es que pensáramos que cualquier profesional no tiene derecho a una especialización. La pregunta se refería a si tiene sentido separar el estudio del desarrollo cognitivo del estudio del desarrollo emocional... Pregunta que me sigo haciendo).

Teniendo sólo en cuenta las respuestas que han quedado en mi memoria o en mis apuntes de clase, recuerdo la de "la inteligencia es tarea para toda una vida; en mi segunda vida me ocuparé de las emociones..." (y rellenaba su pipa con parsimonia... e ironía).

O aquella otra de "la inteligencia es el motor del coche-mente; la afectividad es la gasolina..."

Pero también recuerdo sus comentarios emocionados cuando nos hablaba de lo mucho que le gustaba la música. Aquello, más o menos, de "hay que utilizar la música dramática cuando se necesita un estímulo, cuando se está vacío por razones afectivas". Y, en este sentido, citó una vez, con cierta emoción, la llegada del Comendador en la ópera "Don Juan". En cambio, "la música de Bach es más para el cerebro". (Curiosamente, también para Freud -que no "entendía" de musica- parece que, según cuenta Perrés (1985), era "Don Juan" una de sus óperas preferidas. Éste, que adoraba a su perro, dice en una carta a Pfister: "a menudo, cuando le acaricio, me he sorprendido tarareando una melodía... que reconozco como la entrada del Comendador en "Don Juan").

Es difícil llegar al "hombre" Piaget. Lo que yo he intentado es un acercamiento (arriesgado y difícil), a sus vivencias emocionales a través de sus contactos personales con el proceso analítico.

Y creo que pueden arrojar bastante luz las respuestas que da a Jean Claude Bringuier en una macro-entrevista que éste le fue haciendo a lo largo de 7 años (1977).

Cuando se le pregunta (¡como nosotros hacíamos!), por qué se ocupa de las etapas evolutivas sólo desde el punto de vista de la inteligencia, Piaget contesta: "no soy psicólogo. Sólo epistemólogo"

"Todas las teorías que se han hecho sobre la afectividad me parecen muy provisionales. Estamos esperando que los fisiólogos nos den explicaciones endocrinológicas precisas"... Pero, más adelante aventura, sin embargo, su clásica respuesta: "Es totalmente evidente que, para que la inteligencia funcione, se necesita un motor que es afectivo. Nunca trataremos de resolver un problema, si el problema no nos interesa. El interés, la motivación afectiva es el móvil de todo".

También se refiere a los lapsus: "Sólo perdí un papel en toda mi carrera ... un artículo sobre los vegetales telefios ... Tuve que escribirlo de nuevo. Es uno de los raros casos en los que estoy totalmente de acuerdo con Freud, sobre el lapsus y los errores en las acciones. Desde luego que, inconscientemente, deseaba perderlo. No era bueno"

Pero luego describe las interpretaciones psicoanalíticas, en términos estrictos de "reconstrucción" lo que ningún psicoanalista actual, digno de tal nombre, aceptaría. "En general estoy de acuerdo con Freud sobre las grandes líneas de la represión y los grandes mecanismos del inconsciente. Por supuesto. Pero la interpretación... es... una reconstrucción histórica. Se está en lo verdadero hasta cierto nivel... después del cual se reconstruye más o menos arbitrariamente..."

Es curioso que Piaget comete con Freud la misma injusticia que cometieron con él muchos de sus detractores: fijarse únicamente en sus primerísimos escritos.

(Ningún psicoanalista actual aceptaría que la interpretación "es reconstrucción histórica").

El entrevistador insiste sobre la ausencia de lo afectivo en su obra: "...Al ser mi problema el conocimiento, no tengo motivos para ocuparme de los problemas afectivos. Pero no es por desacuerdo (con Freud). Es por distinción, por diferenciación de intereses... Me intereso poco por los individuos, por lo individual..."

En este sentido, recuerdo que haciendo mis prácticas de estudiante sobre Percepción y Memoria, entrevisté en una escuela ginebrina a un niño que me llamó la atención por ir vestido de un blanco impoluto. Al comentarlo con la maestra, me dijo que su extrañeza era aún mayor por haber visitado a la familia, cuyos miembros estaba todos vestidos del mismo blanco impoluto, de la cabeza a los pies. Por otra parte, los padres se dedicaban a la recogida de basuras ¡y tenían la casa llena de bolsas de basura!

Entusiasmada, ante aquel -para mí- "caso interesantísimo", corrí a comentárselo a Piaget, quien cortó en seco mis entusiasmos juveniles: "ese niño no me interesa en absoluto. Júreme (sic) que no lo incluirá en su muestra".

Siguiendo con Bringuier, éste pregunta: En el fondo, ¿el ser humano le interesa menos en tanto que individuo, que en tanto que existen en él ciertas invariables cognoscitivas? "Si, así es. ¡Pero yo siempre me he interesado mucho por el psicoanálisis!".

Más adelante, Piaget revela al entrevistador algunos detalles de lo que él llamó su "análisis didáctico".

Pero tal análisis ya se había descubierto, por casualidad, dos años antes.

El editor de las "Cartas de Freud a Jung" (William McGuire, 1988), solicitó a Piaget información sobre Sabina Spielrein, de la que se hablaba en varias cartas, como alguien que había vivido en Ginebra. Piaget contestó que la conocía muy bien "porque he hecho mi psicoanálisis didáctico con ella".

Curiosamente, la mayoría de los estudiosos de Piaget han demostrado poco o ningún interés por el encuentro personal que tuvo Piaget con el Psicoanálisis.

El único autor que creo que ha investigado ese período de la vida de Piaget es Fernando Vidal (1986, 1987). En mi opinión, su relato es muy válido desde el punto de vista de los hechos pero, quizá, insuficiente para aclarar las dimensiones emocionales del análisis personal de Piaget, que es lo que me interesa a mí. Vidal es, ante todo, un biógrafo histórico (magnífico) y, naturalmente, no tiene por qué meterse en interferencias emocionales, ni quiere hacerlo.

Según Vidal, Piaget entró en contacto con las teorías de Freud hacia los 20 años. Parece que fue durante su último Curso de enseñanza secundaria. Piaget mismo cuenta (1945) que, en 1916, teniendo 20 años, oyó a Théodore Flournoy hablar de la relación entre Psicoanálisis y Religión. Parece que la novela filosófica Recherche, que escribió a los 22 años, reflejaría algunas de las ideas de Flournoy. En ella hace críticas y acusa a Freud de "pansexualismo". (Lo que demuestra lo mal que entendió el psicoanálisis, empleando curiosamente el mismo término que la Iglesia Católica, cuando ésta incluyó las Obras Completas de Freud en el llamado Indice de Libros Prohibidos).

En la Autobiografía que escribió a los 56 años (1952), Piaget dice que descubrió el psicoanálisis, después de haber defendido su tesis de Doctorado en Neuchâtel (cuyo tema fue "La taxonomía de los moluscos locales"). Se marchó entonces, a pasar el semestre de invierno en Zurich, donde asistió a los seminarios psiquiátricos de Bleuler, "leyendo a Freud, la Revista Imago y escuchando, de vez en cuando, las clases de Pfister y de Jung."

Después de su 23 cumpleaños, en el otoño, se trasladó a París. Se interesa por los tests psicológicos hechos a escolares (cuando luego los criticó ¡¡fue con conocimiento de causa!!) y escribió sus primeros trabajos sobre el proceso del razonamiento infantil. Pero también profundiza sus estudios de psicopatología y psicoanálisis. Asiste a un Curso en la Sorbona para aprender a "entrevistar a pacientes mentales" y presenta su candidatura a la Sociedad Suiza de Psicoanálisis, donde se le admite en Octubre de 1920. (¡Con 24 años!). Unos meses antes, ya había dado una conferencia en la Sociedad Alfred Binet, titulada "El Psicoanálisis y sus relaciones con la Psicología del Niño".

Reproduzco algunos extractos: "...Para poderlo entender uno tiene que insistir en la necesidad de llevar a cabo un análisis. Es sorprendente descubrir cómo la vida real suele confirmar fenómenos que pueden parecer pura ... fantasía si se estudian en obras literarias". Pero sigue insistiendo en la famosa y burda crítica de "pansexualismo".

Pfister escribió un comentario a la conferencia: "el movimiento psicoanalítico puede, ciertamente, esperar una importante contribución por parte de este joven erudito" (1920).

A los 25 años, Piaget regresa a Suiza, instalándose en Ginebra, donde Claparéde le ofrece una plaza en el Instituto Jean-Jacques Rousseau, para trabajar en investigación sobre desarrollo infantil. Parecería que su interés por el psicoanálisis fue considerado como una característica positiva.

Una parte de la Asociación ginebrina de Psicoanálisis se reunía semanalmente en el laboratorio de Claparéde. Piaget se unió a este grupo, del cual formó parte enseguida Sabina Spielrein, quien empezó a analizar a casi todos los del grupo (lo que hoy sería absolutamente inaceptable).

Tampoco se exigía mucho entonces, en cuanto a salud mental, para ser psicoanalista.

Parece que la rusa Sabina Spielrein había desarrollado una histeria psicótica en su juventud, por lo que sus padres la ingresaron en la clínica de Bleuler en Zurich, donde permaneció internada 14 meses. Allí fue atendida por un joven médico: Jung. No parece que éste captara lo que fue una grave sexualización de la transferencia y se diría que cometió errores groseros; pero ella logró doctorarse en Medicina en Zurich, pasando luego a Viena para asistir a los Seminarios de Freud, y ¡donde tuvo sus primeros pacientes!

Se instaló en Ginebra unos meses antes que Piaget.

La gran inteligencia y la creatividad de Spielrein parecen indiscutibles; pero también su desequilibrio mental, de lo que hay numerosos testimonios (Carotenuto, 1982).

Por otra parte, parece que Sabina había quedado con una dependencia neurótica a Jung ¡y, curiosamente, Piaget nunca tuvo mucho respeto a Jung, ni como hombre ni como teórico!

Las escasas observaciones que hizo Piaget sobre su supuesto "análisis", nos hacen suponer que no se llevó a cabo, en absoluto, como lo que hoy llamamos un "verdadero proceso psicoanalítico".

Fue en las citadas entrevistas con Jean-Claude Bringuier, donde proporcionó, públicamente, el relato más largo y detallado de lo que él llamo su "psicoanálisis".

Extraigo algunos párrafos: "yo me analicé... Cuando alguien habla de algo, tiene que saber de qué se trata... Hice un análisis didáctico (?), con una discípula de Freud, todos los días a las ocho de la mañana, durante ocho meses".

"...Todo lo que vi era interesante. Enfrentarme con mis propios complejos era increíblemente maravilloso. Pero mi psicoanalista supo que era impermeable a la teoría (?) y que nunca me convencería. Me dijo que no valía la pena seguir..."

J-C. B.: Pero, ¿a usted le hubiese gustado seguir?

"Claro que sí. Yo estaba muy interesado".

Aunque surgen muchos comentarios, uno desde luego es evidente: el extrañarnos bastante ante una psicoanalista que, en vez de intentar que el paciente elabore sus resistencias a través de interpretaciones adecuadas, sencillamente le echa.

Y, por otra parte, sabemos las afinidades intelectuales conscientes que unían a Piaget con Spielrein. Ambos estimaban las contribuciones científicas del otro. Por ejemplo, un artículo de ésta (escrito al año siguiente de que Piaget empezara su análisis), sobre "El desarrollo de la noción subliminal del tiempo en los niños" (1923), tiene una clara influencia de Piaget. Y, por una nota de una de las publicaciones de Spielrein (Schepeler, 1993), nos enteramos de que ésta asistió al Curso de laboratorio de Psicología, que dio Piaget en el Semestre de invierno de 1921-22. (¡Cuando le estaba analizando!)-

Y, a la inversa: el primer libro psicológico de Piaget, "El lenguaje y el pensamiento en el niño" (1923, b), parecería muy influenciado por las teorías de Spielrein, ya que resumía las investigaciones que ella hizo sobre la formación de símbolos. Durante el Séptimo Congreso de Psicoanálisis en Berlín, (Sepbre. 22), en el que Spielrein presentó su ponencia sobre "El tiempo subliminal", Piaget presentó también un trabajo sobre "El pensamiento simbólico y el pensamiento del niño" (1923, a), en el que hablaba de la "sugestiva teoría (de Spielrein) sobre el simbolismo... Esperamos seguir desarrollando juntos esta hipótesis".

(Lo menos que podríamos decir es que el "análisis" se siguió desarrollando siempre en el mismo ambiente de gran promiscuidad).

Por otra parte, a Bringuier (1977) le dice, en un determinado momento, que Sabina era "una freudiana dogmática", aunque lo que sabemos de las diferentes épocas de su vida, no encaja para nada en esta imagen.

Incluso, el mismo Piaget opina en otra ocasión que tenía "ideas muy creativas".

Se podría decir, quizá que, en otras entrevistas posteriores con el mismo Bringuier, usó a Spielrein para individualizar la crítica global que hacía a los seguidores de Freud

Y también podríamos, quizá, hacer la hipótesis de que Piaget nunca olvidó la humillación de su primer y único encuentro con Freud, que yo misma le oí contar en clase más de una vez y que él contó a Richard Evans (1973) en una entrevista, exactamente igual a como yo recordaba su relato.

Tal encuentro tuvo lugar en ese Congreso Psicoanalítico de Berlín (1922). Según Piaget, mientras él estaba leyendo su ponencia sobre el pensamiento simbólico, Freud estaba sentado a su derecha, "fumando puros". La audiencia, compuesta según él por "freudianos devotos", nunca miró al conferenciante. "Miraba únicamente a Freud tratando de descifrar si lo que se estaba diciendo le gustaba o no..." (El tono era extremadamente irónico cuando nos lo contaba a nosotros).

Por otra parte, en realidad, Piaget no siempre es consecuente con lo que dice de Spielrein y de su análisis con ella. Por ejemplo, mientras que en el 75 le cuenta a Bringuier que ella cortó su análisis, dos años después en la Sección de Cartas al Director del "Journal de Genève", se contradice al afirmar que su análisis "llegó a buen fin" (1977).

Naturalmente, es imposible reconstruir las sesiones de análisis de Piaget. Pero llama la atención el que se refiera a éste, únicamente como "maravilloso" o "muy interesante".

Generalmente, los descubrimientos que se hacen en las sesiones se acompañan de profundas emociones y/o de intensas ansiedades. Pero Piaget no menciona nunca ninguna de las emociones típicas que afloran durante un verdadero tratamiento analítico.

Algunas pistas sobre lo que Piaget vivenció durante su análisis, se podrían encontrar en su libro "La formación del símbolo en el niño" (1945, a). Intenta ahí una descripción del método psicoanalítico y entre otras cosas, que a mí me han parecido chocantes, dice: "el paciente aprende simplemente... a no temer parecer totalmente desprovisto de inteligencia "El paciente considera al analista como una simple grabadora "... "Si parece útil, se analizan los sueños, pero generalmente es superfluo..."

En una de sus entrevistas con Bringuier, Piaget desarrolla la naturaleza totalmente visual de su análisis.

Cualquier psicoanalista notará enseguida que los recuerdos de Piaget durante su análisis, corresponden a la categoría que Freud llamó "recuerdos encubridores". Es decir, recuerdos que sirven de "tapadera" para no tomar conciencia de vivencias inconscientes de contenido conflictivo.

Curiosamente, frente a las características visuales de su análisis que él mismo subrayó, es sorprendente su incapacidad para visualizar, en cualquier otro momento de su vida, como él mismo admitió en sus entrevistas con Bringuier: ¿Tiene usted alguna idea de por qué elimina las cosas visuales?

"Mi mente es abstracta".

A mí me resulta sorprendente este simple y contundente comentario en la boca de un hombre de gran curiosidad. Extraña que un hombre, radicalmente inquisitivo, deseche investigar las razones de sus limitaciones visuales en general, después de haber subrayado tanto, la "naturaleza visual" de su análisis.

También extraña su insistencia en que el analista es sólo "una grabadora o un espejo". Opiniones en las que insiste en su ponencia "Valores de la Psicología y de la Religión", presentada en la Reunión Anual de la Asociación Suiza de Jóvenes Cristianos, en 1922.

Y parece que, cuando el mismo Piaget jugó a ser psicoanalista, aplicó estos principios, restringiendo su papel al de un "espejo" y "simple grabadora".

En 1929, Piaget "analizó" a Robert Jequier, un pastor protestante, estudiante del Instituto. En 1981,durante una entrevista, el pastor contó a Fernando Vidal (1986) que, durante dos meses, (duración fijada de antemano), fue a ver a Piaget, se echó en el diván y habló, mientras Piaget tomaba notas pero sin hacer comentario alguno.

El mismo Piaget menciona a otros sujetos a quienes, supuestamente, analizó. Cuando tenía 24 años, a una mujer de unos 30 años "con un pronunciado complejo de Electra"; con 27 años, a un hombre que "contaba sus particulares e infantiles teorías sexuales"; y, más tarde, a "un joven autista cuya condición, a mi parecer, no empeoré" (1977).

Pues bien, parecería que también tendríamos derecho a interrogarnos sobre la posible relación entre la historia personal de Piaget y su acercamiento al Psicoanálisis.

Por ejemplo: ¿cómo fueron las relaciones con sus padres? ¿Qué clase de niño, adolescente y joven fue? ¿Cuál sería la razón profunda que llevó a Piaget a su aventura psicoanalítica? (NO los motivos racionalizadores).

Esta aventura le honra y fue quizá una pena que diera con Sabina Spielrein..,

En su autobiografía (1952), Piaget cita a su madre como la responsable de su interés inicial por el psicoanálisis (allí no habla de "análisis didáctico"):

"...Su carácter algo neurótico hizo que, a veces, nuestra vida familiar fuera algo agitada. Una de las consecuencias directas de esta situación fue que, desde muy temprana edad, dejé los juegos para dedicarme a trabajos más serios... Siempre he odiado cualquier tipo de huida de la realidad (¿el juego?), actitud que asocio con el segundo factor que influyó de manera profunda en mis primeros años: la débil salud mental de mi madre. Este inquietante factor hizo que, desde los primeros años de mis estudios psicológicos, me interesase por el psicoanálisis y por la psicología patológica" (Podemos preguntarnos: si no hubiera sido por Sabina Spielrein, ¿habríamos perdido a un gran psicólogo del desarrollo cognitivo pero hubiéramos ganado, quizá, un gran psicoanalista?).

Al lado de la madre, "un caos lleno de emociones impredecibles y potencialmente peligrosas", estaba el padre "firmemente anclado en una realidad y una racionalidad", que parecía ofrecer la estructura y el orden a los que aspiraba el ansioso y angustiado joven Piaget.

Según Schepeler (1993), en una entrevista radiofónica que le hicieron en 1973, al preguntarle sobre sus actividades lúdicas infantiles, dio esta respuesta sorprendente: "no tengo ningún recuerdo de haber jugado" (de ser cierto, ¡hoy sabemos lo grave que es esto para un niño!).

Su famosa y muy precoz carrera de naturalista, fue interrumpida -según dice él mismo- por su "crisis de adolescencia... que era producto tanto de una complicada situación familiar como de las inquietudes intelectuales propias de esa edad tan productiva" (?) (1952).

El gran problema angustioso que se planteó en la adolescencia parece que fue, a nivel consciente, el de la religión: "una madre profundamente creyente, me educó en la fe protestante. Mi padre, sin embargo, era agnóstico así que yo era agudamente consciente del conflicto que existía entre religión y Ciencia"

En su novela "Recherche" (1918), expone toda la complejidad de sus crisis adolescentes. (Confesó a Bringuier que era absolutamente autobiográfica).

Parece que su estancia en un Sanatorio anti-tuberculoso de los Alpes, representó la culminación de sus crisis: experimentó "fuertes ansiedades, fluctuaciones entre la depresión y la euforia, así como episodios de despersonalización".

En realidad, su decisión a los 22 años y ya doctorado, de dejar Neuchâtel e irse a Zurich a estudiar psicología, parecería estar profundamente relacionada con "la débil salud mental" de su madre, así como con "su temperamento bastante neurótico".

Creo que podemos deducir que., cuando empezó su análisis con Spielrein, llevaba un gran bagaje de conflictos emocionales sin resolver.

Y, quizá, podríamos añadir que, "como consecuencia directa" de "la débil salud mental de mi madre", es por lo que Piaget de niño dice "odié toda huida de la realidad" (¡y ahí mete el juego infantil!) y se transformó en un preadolescente terriblemente racionalizador.

Pero, durante la adolescencia propiamente dicha, parecería que las fuerzas afectivas volvieron a ganar terreno; y se diría que un cierto equilibrio, al menos externo, se logró más tarde rechazando emociones y pasiones; y, por supuesto, excluyendo éstas de su enorme curiosidad en otros campos.

Pero, ¿elaboró Piaget durante su análisis algunos de sus problemas emocionales? Por la descripción que hace del proceso (¿hubo proceso?), no podemos tener la impresión de que haya conseguido vivenciar en él los sentimientos más conflictivos de su infancia. Considera lo que él llama sus "complejos" con el desapego de un crítico cinematográfico (Bringuier, 1977). Observa, muy a distancia, la mezcla de sueños y recuerdos, sin penetrar emocionalmente en el mundo confuso de su infancia, un mundo "ficticio", en el cual -como dice en su auto-biografía- su madre "se adentró, escapando a la realidad".

Parece bastante verosímil, que Piaget no lograra elaborar, durante su análisis, los fuertes sentimientos hostiles hacia la madre. Y, según sus comentarios, parecería también que desarrolló una fuerte transferencia negativa hacia su analista que, evidentemente, quedó sin elaborar.

Por cierto que, al comparar algunas de las pocas características que se conocen de estas dos mujeres, podemos encontrar notables paralelismos entre ellas, incluido su parecido físico. (Una fotografía de la madre, Rebeca-Suzanne, formó parte de la Exposición de la Universidad Complutense). Y Carotenuto (1982), publica una fotografía de Spielrein, en la que el parecido es extraordinario.

Piaget describe a su madre (1952), como "muy inteligente" pero también como una "mujer dogmática" y con una "débil salud mental". Esta descripción coincide bastante con la que Helen Deutsch hace de Sabine (Carotenuto, 1982): "una mujer extraordinariamente dotada, aunque mentalmente trastornada". Y también Piaget recuerda a ésta como una "mujer muy inteligente aunque también "dogmática". (Por cierto, nadie tacha a Spielrein de "dogmática"; que es lo que, de hecho, sí parece que era su madre en grado sumo).

Varios años después de su análisis, Piaget jugó a ser psicoanalista ¡con su propia madre!

Fernando Vidal cuenta (1986), una breve entrevista que hizo a una hermana de Piaget, Marthe -ella misma psicoanalista- en la que ésta expone sus recuerdos sobre tal episodio. (Por cierto, que Piaget no habla de ninguna de sus dos hermanas -Madeleine y Marthe- en ninguno de sus recuerdos autobiográficos).

Volviendo a los intentos de analizar a su madre, esto debió ocurrir entre 1925 y 1929, cuando Piaget ocupaba una Cátedra en la Universidad de Neuchâtel (tenía treinta y pocos años). Según Marthe Piaget, tales intentos "de análisis silvestre" finalizaron bruscamente, cuando la madre se negó un día, en rotundo, a aceptar las interpretaciones del hijo (¡y con razón!).

Pero, en su autobiografía escribe también: "yo siempre he preferido el estudio de la normalidad y del funcionamiento intelectual, al de las jugarretas del inconsciente" ("les malices de I´inconscient"). (Lo que no es verdad que fuera "siempre").

Podríamos ya aventurar, quizá, la hipótesis de que, trabajando con sus propias teorías psicológicas, Piaget encontró el modo de canalizar sus "pasiones y sensaciones desatadas" así como "las jugarretas del inconsciente". Sus mecanismos defensa se habrían ido transformando en una erudición intelectual, por cierto enormemente creativa. Precisamente, él escribió (1964): "una vez que se ha superado la última crisis adaptativa, el trabajo profesional establece, definitivamente, el equilibrio". (El subrayado es mío).

Creo que Piaget estaba totalmente consciente de que, incluso en la edad adulta, el trabajo intelectual era el factor que mantenía el equilibrio en su vida. Como escribió de sí mismo (1952): "Yo soy fundamentalmente un hombre preocupado, a quien sólo alivia el trabajo".

El Profesor Pedro Rosselló, catalán que fue Director Adjunto de la Oficina Internacional de Educación (B.I.E.), durante más de 30 años y siendo Piaget el Director, me comentó en los años 60 estupor durante unas vacaciones que pasó en Guipúzcoa con Piaget. Por lo visto, cuando llegaban por la noche al Hotel, agotados de haber hecho larguísimas caminatas, Piaget invariablemente decía: "tengo que escribir mis cuatro páginas *. Es mi modo de relajarme para poder dormir".

Parecería, pues, que las profundas y fluctuantes ansiedades de su juventud, pudieron quedar más o menos integradas en la estructura de su carácter y ser asumidas con éxito, a través de un trabajo intelectual enormemente creativo.

Pero es evidente que, cuando de intentamos hacer paralelismos entre la vida y la obra de alguien, tenemos que tener mucho cuidado de no simplificar. Sin embargo, en una entrevista que también hizo Bringuier al gran físico Ilía Prigogine (1977), acerca de sus investigaciones en colaboración con Piaget, dice aquel: "ahora que conozco a Piaget, me doy cuenta de la importancia del papel del hombre en la teoría científica que elabora".

En realidad, podríamos encontrar argumentos biográficos bastante convincentes que expliquen, en parte, por qué Piaget prefirió siempre el estudio del proceso racional al de las emociones.

También Bruner, por ejemplo, (1982), (que no es psicoanalista) se sorprende de que Piaget describa siempre a los niños interaccionando únicamente con su el mundo físico, "sin tener, aparentemente, ningún intercambio emocional con la madre".


* Piaget siempre encaraba su trabajo diario por número de páginas y, prácticamente, siempre estaba escribiendo un libro.


- Y la tan a menudo criticada tendencia de Piaget a racionalizar sobre la relación entre lo cognitivo y lo afectivo -haciendo en resumidas cuentas dos mundos separados- se podría entender mejor, si lo ponemos en relación con el férreo dominio que él logró tener sobre sus emociones.

Yo creo que las razones que llevaron a Piaget a analizarse fueron muy personales y no "una simple aventura intelectual o didáctica" como él dijo muchos años después.

Pero que, quizá, "la compulsión a la repetición" le llevó a elegir una psicoanalista inadecuada y que, en este campo, todo terminó en un gran fracaso.

BIBLIOGRAFIA

Bringuier, J-C. (1977). Conversations libres avec Jean Piaget. París: Ed. Robert Laffont. Trad. Cast. (1.985): Conversaciones con Piaget: mis trabajos y mis días. Barcelona: Gedisa.