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INVESTIGACION

TIDA: UN TEST INFANTIL PARA EVALUAR LAS DISFUNCIONES EN LA PERCEPCIÓN DEL COLOR

Lillo, J; Sánchez, P; Collado, J.; Ponte, E; García, C.

Universidad Complutense de Madrid


RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

MÉTODO

PROCEDIMIENTO

RESULTADOS

DISCUSIÓN

BIBLIOGRAFIA


RESUMEN

Tras revisar las causas de aparición, características principales, y relevancia escolar de las alteraciones de la percepción del color, se informa de los resultados obtenidos aplicado un nuevo test ("TIDA") a una población escolar formada por 458 niños y 330 niñas, con edades comprendidas entre los 5 y 7 años. Su eficacia diagnóstica y nivel de atractivo se compararon con otros dos tests (Ishihara y CUT). El TIDA mostró un alto nivel de atractivo, buenos niveles para diagnosticar la gravedad del daltonismo y niveles mejorables en cuanto al diagnóstico del tipo.

ABSTRACT

After reviewing the controlling factors of alterations in colour perception, their main characteristics and relevance for primary education, the results after applying a new test (TIDA) to a schoolchild population with ages ranging from 5 to 7 years old are reported. Its diagnostic validity and appeal to children were compared with two other tests (Ishihara and CUT). TIDA was highly appealing to children and gave a fair estimate of the severity of daltonism, though its power to discriminate among different types of daltonism has still to be improved.

PALABRAS CLAVE

Daltonismos. Niños. Tests

KEY WORDS

Color blindness. Children. Tests.


Esta investigación fue posible gracias al apoyo proporcionado de una beca CIDE/1994. También queremos agradecer la ayuda recibida a los miembros del equipo psicopedagógico del Ayuntamiento de Majadahonda y a los directores. jefes de estudio y profesores de los 10 centros en los que se llevó a cabo.


El color no es una propiedad de los objetos o superficies, sino un atributo de la respuesta perceptiva que produce el cerebro ante la luz que llega a la retina. En términos más concretos, no es científicamente cierto que la sangre sea "roja" o la hierba "verde", aunque sí lo es indicar que estas son las experiencias que tienden a darse cuando la retina recibe la energía lumínica previamente reflejada por la sangre o la hierba.

Las vivencias cromáticas de los daltónicos son especialmente útiles para entender el carácter perceptivo de las respuestas de color. Por ejemplo, la misma estimulación que normalmente produce la experiencia de "naranja" generaría en algunos daltónicos la de "amarillo". Por tanto, el color no puede ser una propiedad de los objetos, ni de la luz reflejada por ellos, porque entonces no podrían darse dos respuestas cromáticas diferentes ante una misma estimulación.

Si el color es una respuesta perceptiva y, por consiguiente, pertenece al subjetivo mundo de las experiencias conscientes de cada persona, ¿cómo es posible identificar los colores experimentados por los daltónicos?. Aunque puedan utilizarse otros procedimientos (véase, p.ej. Coren y Hakstian, 1988; Pokorny y Smith, 1979), existen dos tipos de experimentos cuyos resultados son especialmente relevantes respecto a la pregunta que se acaba de formular.

El primer tipo requiere la colaboración de un "daltónico monocular". Como su nombre indica, esta alteración sólo afecta a la visión mediada por uno de los ojos. Por ello, como se ha hecho en distintas ocasiones (p.ej. Graham & Hsia, 1958; Vriest de Mol & Went, 1971), puede pedirse al sujeto experimental que observe, sólo con su ojo daltónico, un determinado estímulo y que, posteriormente, utilice el ojo no daltónico ("normal" o "tricromático común" para seleccionar una estimulación capaz de reproducir en él la experiencia cromática previamente vivida al mirar con el ojo daltónico.

El segundo tipo de experimentación ha sido más frecuente (véase, p.ej. Fletcher y Voke, 1985), porque se ha basado en el estudio de las respuestas de personas que son daltónicas en ambos ojos ("daltónicos binoculares") y éstas constituyen el tipo daltónico común. En esencia, de lo que se trataría sería de determinar conjuntos de estimulaciones "metaméricas". Esto es, productoras de la misma experiencia de color a pesar de ser físicamente diferentes. Así un daltónico podría indicar que para él "son del mismo color" (y, por tanto, metaméricos) estímulos lumínicos monocromáticos que normalmente recibirían las denominaciones de "verdoso" (520 nm), "amarillento" (590 nm) y "rojizo" (620 nm). Para él, insistimos, todos estos estímulos producirían la misma clase de sensación.

Los datos obtenidos en los dos tipos de experimentos descritos concuerdan en indicar que el mundo cromático de los daltónicos es una versión "reducida" y "alterada" del experimentado por los humanos comunes. "Reducida" porque se basa en un menor número de categorías de color y/o en una menor capacidad de discriminación cromática (p.ej; algunos daltónicos carecen de las categorías "verde" y "rojo" y perciben como idénticos a los grises estímulos que un observador normal considería "rojos" ó "verdes"). "Alterada" porque experiencias que son en sí idénticas a las vivenciadas por el observador común, pueden darse en respuesta a estimulaciones que nunca las provocarían en él (p.ej. verían "amarillo" lo que normalmente se ve "naranja").

La que suele denominarse como "teoría integrada de la percepción del color" (véase Lillo 1993, cap.7) proporciona el marco conceptual más parsimonioso para explicar tanto las características de la visión normal, como las de la "reducida" y "alterada" presente en los daltónicos.

La teoría integrada parte de una inicial fase "tricromática" basada en las respuestas de tres tipos de conos. Los primeros ("protoconos") serían especialmente sensibles a las longitudes de onda más largas, los segundos ("deutoconos") a las medias y los terceros ("tritaconos") a las cortas. Esta diferenciación funcional permitiría explicar por qué algunas estimulaciones dan lugar a colores diferentes (las que activan en forma distinta los tres tipos de conos) mientras que otras, a pesar de ser físicamente distintas, producen el mismo color (serían metaméricas las que produjesen idéntico patrón de actividad en los conos). Muy importante, la fase tricromática también permitiría explicar por qué los daltónicos se caracterizan por experimentar un elevado número de metámeros, y por qué existen distintos tipos de daltónicos.

Empecemos ocupándonos de los distintos tipos de daltónicos indicando que puede establecerse una distinción entre los casos mas graves ("dicromáticos") y los que no lo son ("tricromáticos anómalos"). Entre los primeros la causa más común del problema sería la ausencia en retina de uno de los tres tipos de conos, utilizándose el sufijo "anopia" para indicar este hecho en las denominaciones técnicas. Por ello, si se considera como "primer" tipo de cono al que es especialmente sensible a las longitudes de onda largas y como "segundo" al que lo es a las medias, parece adecuado denominar "protanopia" y "deutanopia" a los tipos de daltonismo derivados de la ausencia del "primer" y "segundo" tipo de cono puesto que, en griego, "proto" y "deuta" significan "primero" y "segundo". Lógicamente, la carencia de uno de estos tipos de conos debe conducir a que se experimente un número mucho mayor de metámeros de lo que es normal, puesto que es más fácil conseguir que dos estimulaciones afecten de manera distinta a dos (lo que sucede en los dicromáticos) que a tres (lo que sucede en los tricromáticos) tipos de conos. Esta sería la razón por la que un niño daltónico percibiría como semejantes o metaméricas estimulaciones que en un niño tricromático común darían lugar a experiencias de color nítidamente diferenciadas.

Las denominaciones más comúnmente utilizadas para referirse a los daltonismos atenuados son las de "protanomalía" y "deutanomalía", pudiendo por ello deducirse con acierto que la causa de estos problemas es la existencia de algún tipo de problema o "anomalía" relacionado con el primer ("prota") o segundo ("deuta") tipo de cono. Aunque durante mucho tiempo se consideraron distintas posibilidades a la hora de concretar en que consistía exactamente tal anomalía (véase, p.ej. Wasserman, 1978), las mediciones microespectofotométricas efectuadas en las dos últimas décadas (Pokorny & Smith, 1982) han mostrado que la causa de este tipo de alteraciones estriba en el incremento del grado de superposición existente entre las curvas de respuesta espectral de protoconos y deutaconos.

En términos más concretos, y como ejemplifica la figura 1, se daría una protanomalía cuando el máximo de la respuesta de los protoconos se diese ante una longitud de onda menos larga de lo habitual (desplazamiento de la curva espectral a la izquierda), mientras que para las deutanomalías el problema sería que la máxima respuesta en los deutoconos se daría ante una longitud de onda más larga que lo habitual (desplazamiento de la curva espectral a la derecha). En cualquier caso la menor separación entre curvas, o su mayor superposición si se prefiere, reduciría las probabilidades de obtener respuestas diferentes en proto y deutoconos y, por tanto, incrementaría las probabilidades de aparición de colores metámeros.

Como acabamos de ver, las peculiaridades de la fase de codificación tricromática permiten entender el por qué de las denominaciones clínicas correspondientes a los distintos tipos de daltonismos y, también, la causa de que en las personas que sufren este tipo de afecciones se dé con excesiva frecuencia el fenómeno de los colores metámeros. Por otra parte, sin embargo, para entender la naturaleza de las experiencias cromáticas de los daltónicos debe ascenderse un peldaño en la teoría integrada y alcanzar el nivel correspondiente a los "procesos" o "mecanismos" oponentes (Abranov & Gordon, 1994; Hurvich, 1981).

La actividad generada en los conos es utilizada por el sistema visual como "entrada" para tres tipos diferentes de mecanismos perceptivos. La actividad de éstos se relaciona con la detección de tres diferentes tipos de desequilibrios en la energía luminosa que llega al observador y produce la vivencia de distintos atributos en los colores ("claro-oscuro", "rojo-verde", "amarillo-azul"). El primero de ellos, al que puede denominarse como "acromático", "claro-oscuro" o "blanco-negro", basaría su funcionamiento en la comparación de las cantidades de luz procedentes de áreas vecinas. Los dos restantes, a los que se denomina "cromáticos", serían esenciales respecto al "matiz" y se centrarían en la búsqueda de acumulaciones relativas de energía en distintas partes del espectro. Así, el mecanismo "verde-rojo" respondería ante la presencia de un predominio en las longitudes de onda media ("verde") o en cualquiera de los extremos ("rojo" mientras que la activación del mecanismo "azul-amarillo" indicaría un predominio en la porción corta ("azul") o larga ("amarillo") del espectro.

Es fácil predecir la existencia en los daltónicos de problemas funcionales en los mecanismos oponentes, puesto que éstos utilizan las respuestas de los conos y éstas se encuentran alteradas en los daltónicos. En concreto, la mayor alteración consistiría en una reducción en la capacidad funcional del mecanismo "rojo-verde" que sería máxima para los dicromáticos ("protanopes" y "deutanopes" no conocerían las experiencias de "verde" y "rojo") y menor para los tricromáticos anómalos (las experiencias de "verde" y "rojo" tendrían una intensidad relativamente reducida y sólo se darían ante estimulaciones que una persona normal consideraría como de "colores muy vivos"). Para terminar, debe indicarse la existencia de personas en las que se da una alteración funcional en el mecanismo "verde-rojo" en ausencia de perturbaciones a nivel de fotorreceptores. Tales personas serían las que tradicionalmente se han denominado como "daltónicos inespecíficos" y que Hurvich (1981) denomina "neuteranómalos" o "neuteranopes" atendiendo al grado de gravedad de su problema.

Aunque no produzcan efectos tan notorios como en el mecanismo "rojo-verde", las alteraciones de los receptores características de la mayoría de los daltonismos afectan también la funcionalidad de los mecanismos "amarillo-azul" y "acromático". Respecto al primero debe indicarse que los daltónicos difieren, tanto entre sí, como respecto a los normales, en cuanto al grado con el que experimentan componentes "amarillentos" o "azulados" en las estimulaciones cromáticas. Mucho más importante, y situándonos ahora en el ámbito del mecanismo acromático, se produce en los "protanes" (protanopes y protanomalos) una significativa reducción en la capacidad para responder a la energía de longitud de onda larga. Por ello, un niño daltónico puede pensar que está apagada una luz rojiza de intensidad reducida o confundir un dibujo "rojo" con otro "negro" o "gris oscuro". Tan notorio es este tipo de efectos que, durante las primeras décadas de este siglo, fue común la denominación de "ceguera al rojo" para referirse a las anomalías protán.

Las importantes limitaciones del mundo cromático de los daltónicos fueron pronto consideradas en el mundo laboral, al tenerse conciencia de los peligros que entrañaban para ciertas profesiones. Por poner algunos ejemplos, ¿es difícil imaginarse las consecuencias de que un guardagujas protanope no aprecie el encendido de una luz roja de alarma?, ¿y en el caso del vigilante de un panel que pudiese confundir el encendido de una luz verde de "seguridad" con el de otra de "precaución" o "peligro"? Por ello, pronto se establecieron normas destinadas a restringir el acceso de los daltónicos a determinadas profesiones (véase, p.ej. Voke, 1980).

En abierto contraste con lo sucedido en el mundo laboral, la evaluación de las capacidades cromáticas de los escolares ha sido, hasta fecha reciente, un hecho poco cotidiano. Teniendo en cuenta que los daltonismos afectan a entre un 4 y un 8 % de la población masculina (Pokorny & Smith, 1986; Flecher & Voke, 1985; Birch, 1993), que en el entorno escolar es frecuente la utilización de colores como medio para facilitar la adquisición de ciertos conocimientos y, finalmente, que el propio aprendizaje de los colores es uno de los objetivos de los primeros niveles educativos, ¿cómo puede explicarse que no esté más extendida la medición de este aspecto de la percepción?. Entre otras razones, pueden indicarse las siguientes:

1. Ciertas investigaciones efectuadas en la transición entre las décadas de los 60 y los 70 (p.ej. Mandola, 1969; Lampe et al, 1973; aunque véase también, Perales y cols., 1986) no detectaron efectos importantes de las anomalías en la percepción del color y el nivel de rendimiento escolar.

2. La mayor parte de las pruebas capaces de muestrear rápidamente las capacidades cromáticas y, por tanto, las utilizadas cuando se desea evaluar poblaciones relativamente amplias, no están concebidas para aplicarse a niños pequeños. Por poner un ejemplo especialmente notorio, mientras que la primera versión para adultos del clásico test de Ishihara data de 1917 (Birch, 1993), y ha sido ampliamente utilizada en todo el mundo desde entonces, la versión específicamente diseñada para niños no se introdujo en Inglaterra hasta 1990 (op.cit.) y todavía no es asequible en nuestro país.

3. Debido a sus precios, y a su escasa utilidad en un posterior programa de apoyo, las pruebas para detectar alteraciones cromáticas han tenido una distribución muy reducida.

Ninguna de las razones expuestas tiene por qué ser operativa en la actualidad. Para empezar, aunque sea cierto que el daltonismo no siempre produce un menor rendimiento académico (Mandola, 1969; Lampe et al, 1973), también lo es que obstaculiza el desempeño de ciertas tareas escolares (Knowlton & Woo, 1989), que su desconocimiento tiende a producir respuestas emocionales en los niños afectados (Voke, 1984), y que éstos tienen, respecto a los tricromáticos comunes, un mayor porcentaje de cambio en las preferencias vocacionales, debido a que inicialmente escogen profesiones poco compatibles con sus limitaciones (Taylor, 1971; 1977). En conclusión, los datos comentados en este párrafo recomiendan la evaluación de las capacidades cromáticas a una edad temprana.

La prueba que constituye el centro de esta publicación, el TIDA (Test de Detección de Daltonismos), pretende contribuir a reducir algunos de los obstáculos que han dificultado la evaluación de las capacidades cromáticas infantiles en nuestro país. A saber: (1) la ausencia de pruebas atractivas y de fácil comprensión para los niños pequeños; (2) el coste elevado de las existentes y (3) su poca utilidad para permitir que el niño entienda la naturaleza de su limitación y, por tanto, se reduzcan las posibilidades de que esta se convierta en un problema.

¿Qué características utiliza el TIDA para intentar superar dichos obstáculos?. La figura 2 permite describirlas escuetamente, al presentar el modelo general del que se derivan todas las láminas del test. Como puede observarse, en ella aparecen dos conjuntos de monos cuyo interior puede rellenarse con distintos colores. El tipo de dibujo utilizado es similar al que suele aparecer en los cuentos y libros para niños de edad escolar, lo que permite presentar al test como si fuera parte de un juego en el que se integra la tarea perceptiva que se utiliza en el diagnóstico. Ésta, por otra parte, es muy sencilla, puesto que no es otra que la de indicar cuáles de los monos ubicados en la porción inferior son "parecidos" , "similares" o "hermanos" a los de la superior. Más concretamente, puesto que los superiores son siempre grises, la tarea a realizar es la de indicar entre los inferiores aquellos que también se perciben como carentes de color, deduciéndose la existencia de un daltonismo cuando el niño selecciona, junto a los genuinamente grises, alguno de los que una visión normal calificaría de "coloreados".

Al basarse en la utilización de estimulaciones pseudoacromáticas ("grises" sólo para los daltónicos), el test permite localizar el conjunto de colores que más dificultades presentan a cada niño concreto y, por tanto, proporciona una valiosa información para un posterior programa compensatorio. Además, con una mínima explicación complementaria, permite hacer comprensible la naturaleza del problema a padres y profesores.

Con el fin de evaluar si, efectivamente, las características del TIDA producían los resultados deseados, se utilizó este test con una muestra de escolares cuya edad se situaba en el límite cronológico inferior de aplicabilidad de dos tests (Ishihara y CUT) de amplio uso y buena valoración en el ámbito de la detección de los daltonismos (Birch, 1993; Fletcher & Voke, 1985). La utilización conjunta de las tres pruebas mencionadas (TIDA, CUT e Ishihara) permitió evaluar tanto la capacidad diagnóstica del TIDA, como su atractivo para los niños.

MÉTODO

Sujetos

La investigación se llevó a cabo en 10 colegios de Madrid y Majadahonda, de los cuales se seleccionaron los cursos de "preescolar", "primero" y "segundo", que abarcaban las edades comprendidas entre 5 y 7 años al inicio del curso 199495. La muestra estuvo formada por un total de 788 niños, (330 niñas y 458 niños).

Aparatos

Se utilizó una batería compuesta por los test Ishihara, CUT y TIDA.

Como es bien conocido, el clásico test de Ishihara esta formado por una serie de láminas en las que pueden identificarse ciertos números (p.ej. "el siete" ó "el cuarenta y dos"), siempre y cuando se perciban con colores diferentes los elementos que forman las cifras y los que corresponden al fondo en el que se presentan.

El test de Ishihara se aplicó de dos formas distintas. En la primera, "versión simplificada", sólo se utilizó un conjunto limitado de láminas para facilitar a los niños la tarea a realizar. En concreto, se emplearon las que tienen los siguientes números de identificación: 1, 2, 3, 6, 8, 10, 13,14,15, 18,19, 22 y 23. En la segunda, '4versión completa", se utilizaron todas las láminas numéricas (de 1 a 25) de la versión de 1988.

Dado que muchos niños tenían dificultades para identificar verbalmente los números de dos cifras, se les permitió que indicasen la "respuesta-numero" cifra a cifra ("uno" y "cuatro" en lugar de "catorce" En algunos casos, además, se permitió que el niño trazara con el dedo la forma del número que decía reconocer (si era incapaz de identificarla verbalmente).

El segundo de los test utilizados, el test CUT (City University Test) consta de 11 láminas (1 de entrenamiento + 10 de diagnóstico) en las que se presenta una ficha central de referencia y a su alrededor cuatro alternativas de entre las que debe señalarse la más similar a la central. En todas las láminas de diagnóstico una de las alternativas corresponde a la que seleccionaría una persona con visión cromática "normal", mientras que las tres restantes hacen lo propio respecto a los tres tipos clásicos de alteraciones ("protán", "deután" y "tritán").

El TIDA (Test de Identificación de Daltonismo) es una prueba de láminas pseudoisocromáticas especialmente diseñado para la población infantil. Dicho test consta de 8 láminas (2 de entrenamiento + 6 de diagnóstico) cuya estructura general se reproduce en la figura II. Como ya se indicó, en todas las láminas se presentan dos grupos de monos (3 superiores de mayor tamaño, 4 inferiores de menor tamaño) con funciones diferentes. La de los superiores es actuar como elementos de referencia para el tipo de estímulos que el niño debe buscar en las inferiores ("grises" o "sin color"). La de los inferiores es presentar las alternativas entre las que el niño debe seleccionar las que experimenta como acromáticas.

Para obtener un rango de grises amplio, se empleó en los monos superiores una gama de reflectancias que iban desde el 15 al 70%. Estos valores corresponden, en términos subjetivos a, un "gris muy oscuro" y a un "gris muy claro" respectivamente, siendo muy próximos a los colores de referencia S 2500-N y S 8500-N de la norma española de colores (AENOR, 1994).

La porción inferior de las dos láminas de entrenamiento (1 E y 2 E) permitía responder de manera semejante a los niños daltónicos y a los normales, utilizando para ello estimulaciones cromáticas de efectos semejantes en estos dos tipos de personas. En concreto, la lámina "l E" presentaba 2 estímulos acromáticos y dos cromáticos, mientras que la "2 E" tenía 3 estímulos acromáticos y 1 cromático.

Las 6 láminas de diagnóstico presentaron entre los monos de la porción inferior dos estímulos que eran percibidos en forma semejante para todo tipo de observador (uno acromático y otro cromático). Los dos restantes pertenecieron a la categoría de "pseudoacromáticos". Esto es, claramente coloreados para los sujetos normales, pero posibles acromáticos para los daltónicos. Uno de estos estímulos se ubicaba en el área cromática de los "verdes", otro lo hacía en la de los "rojos". La posición ocupada por cada uno de los 4 tipos de monos descritos varió de lámina a lámina.

Tres de las seis láminas de diagnóstico utilizaron estimulaciones que pretendían ser pseudoacromáticas para las alteraciones de tipo protán, el resto hizo lo propio para las deután. Dentro de cada una de estas triadas se utilizaron tres grados distintos de saturación (uno por lámina), para así poder diferenciar entre daltonismos de mayor o menor gravedad

La medición de las coordenadas cromáticas correspondientes a las distintas láminas del test TIDA se efectuó mediante un fotocolorímetro Minolta CS100.

A fin de controlar las condiciones lumínicas en la que se aplicaron los tests se utilizó un Luxo-Fotómetro Gossen Mastersix. El empleo de los accesorios adecuados permitió comprobar si el nivel de iluminación (entre 60 y 200 lx) y la temperatura del color (entre 4000 y 6000 K) eran los adecuados para los tests. Siempre que fue posible se empleó exclusivamente luz solar. Cuando no fue así, la luz solar se complemento con la generada por bombillas incandescentes de filamento de tungsteno filtradas como para alcanzar una temperatura del color de 4000 K.

PROCEDIMIENTO

La batería de test se aplicó en horario escolar durante los meses de Marzo, Abril, y Mayo de 1995. En todos los colegios se dispuso de algún habitáculo con condiciones de iluminación y espacio suficientes como para permitir la evaluación simultánea de grupos pequeños de niños (34).

Tras informar a cada niño de que iba a utilizar tres "Juegos de colores" distintos, se le expuso secuencialmente a las tres pruebas utilizadas. El orden de su presentación se vario siguiendo un procedimiento de "aleatorización total" (Pereda, 1987). Finalizada la aplicación de la batería se presentó delante del niño una lámina de cada uno de los test aplicados, pidiéndosele que indicase cual de ellos "le había gustado más", e insistiéndosele en que debía seleccionar sólo uno de los presentados.

Se procedió a repetir inmediatamente aquella prueba en la que se diera alguna respuesta distinta a la esperable en un niño con visión normal. En aquellos casos en los que las respuestas correspondieron a un patrón patológico, se procedió a confirmar el diagnóstico mediante una nueva aplicación de la batería transcurridas 3-4 semanas desde la evaluación original.

RESULTADOS

En este apartado se analizan dos tipos de resultados. El primero de ellos se centra en la Figura 3 y se refiere a las preferencias entre los tests. El segundo tipo, centrado en la Tabla III, tiene que ver con su capacidad diagnóstica.

La Figura 3 muestra las frecuencias y porcentajes de elecciones para cada test cuando se considero, "globalmente", toda la población evaluada, y cuando se hizo lo propio en cada uno de los tres niveles académicos ("preescolar", "primero" y "segundo"). La altura de las barras corresponde a los porcentajes. La suma de las tres frecuencias correspondientes a la población global es de sólo 537 (294+132+111=537), puesto que éste fue el número de niños que proporcionaron respuestas claras y en condiciones adecuadas en la tarea de selección del test. El resto de los 788 a los que se aplicaron los tests o bien dijeron que estaban muy fatigados tras su aplicación, o bien no esperaron a tener los tres tests delante antes de dar una respuesta, o bien no quisieron decantarse por sólo uno de ellos.

La primera impresión que se obtiene al contemplar la figura 3 es la de que fueron muchos más los niños que mostraron su preferencia por el test TIDA, tanto dentro de la población "global", como cuando esta se desglosa por niveles educativos. Esta impresión, como indicaron los análisis de x2 recogidos en la tabla I, fue confirmada con niveles de significación muy altos.

El segundo aspecto llamativo de la Figura 3 son las diferencias entre los porcentajes correspondiente a los tests CUT e Ishihara, existiendo una tendencia a que el primero reciba un mayor porcentaje de preferencias. La aplicación de los correspondientes análisis de x2 reproducidos en la tabla I, indicó que esta diferencia sólo fue significativa en el caso de "preescolar".

El tercer aspecto interesante de los datos recogidos en la figura 3 no es tan notorio como los dos anteriores, y tiene que ver con el cambio en la magnitud de las preferencias en favor del TIDA. Más concretamente, si se compara la diferencia de alturas existentes entre los porcentajes correspondientes al TIDA y sus alternativas (CUT e Ishihara) en el grupo de "segundo", se observará que esta es menor que la existente en los de "preescolar" y "primero", lo que indica que para los niños de mayor edad no era tan predominante la preferencia hacia el TIDA. Los resultados de una serie de análisis de x2 indicaron que, efectivamente, el patrón de preferencias entre los tests fue distinto en los niños de "segundo" respecto a cualquiera de los otros dos (segundo vs preescolar; x2=6,28; p=0,043; segundo vs primero; x2=9,54; p=0,008) Estos, por otra parte, no se diferenciaron entre sí (preescolar vs primero, x2=4,4; p=0,11).

A diferencia de lo sucedido con el nivel escolar, el sexo de los niños no influyó en el patrón de preferencias. Ni cuando se consideró a la población global (X2=1,19; p=0,55), ni cuando se compararon las elecciones en función del sexo para cada uno de los niveles educativos ("preescolar"; X2=2,68; p=0,26; "primero" x2=0,59; p=0,74; "segundo"; x2=0,16; p=0,92).

Pasemos a comparar la capacidad diagnóstica de las tres pruebas utilizadas.

Para empezar debe indicarse que el "diagnóstico final" para cada niño se hizo, como recomiendan Fletcher y Voke (1985) en este tipo de exploraciones, a partir de combinar los diagnósticos proporcionados por los tests Ishihara y CUT, tanto respecto al tipo de patología ("protán", "deután", "inespecífico" como a la gravedad del problema ("problema severo=dicromatismo o tricromatismo anómalo grave"; "problema medio=tricromatismos anómalos medios y suaves"). La tabla II permite desglosar los 24 casos detectados en las categorías diagnósticas utilizadas. Todos las alteraciones detectadas se dieron en niños varones.

El "diagnóstico final" se comparó con los que denominaremos "diagnósticos posibles", siendo éstos los que se hubiesen derivado de la aplicación en solitario de cada uno de los tres tests utilizados, o de la combinación del TIDA con cualquiera de los otros dos (TIDA + ISHIHARA = COMB l); (TIDA + CUT = COMB 2) CUT = COMB 2). Cuando para una persona coincidían el "diagnóstico final" y uno de los "diagnósticos posibles" se tenía una "concordancia", en caso contrario se daba una "discordancia"

La Tabla III muestra las frecuencias de "concordancias" y "discordancias" existentes entre cada uno de los 5 "diagnósticos posibles" y el "diagnóstico final". En IIIA la comparación se limito a lo diagnosticado respecto al "tipo" de problema. En IIIB se hizo lo propio respecto a su "gravedad". En IIIC la concordancia requirió la coincidencia en los diagnósticos tanto respecto al "tipo" como a la "gravedad" del problema.

Con la finalidad de comparar entre sí los 5 "diagnósticos posibles", se aplicaron series de análisis de x2 (sustituidos cuando fue necesario por tests de Fisher) a las frecuencias recogidas en cada una de las tres partes de la tabla III, obteniéndose los resultados que aparecen en la tabla IV. Como puede observarse allí, fue estadísticamente significativo que el diagnóstico sobre el "tipo" basado en el uso exclusivo de los tests "CUT" y "TIDA" diese lugar a una menor frecuencia de concordancias que el obtenido a partir de la combinación del TIDA con el test de Ishihara (Comp l).

En lo que compete al diagnóstico sobre el nivel de "gravedad", el test CUT mostró una tendencia a ser inferior al resto de los diagnósticos parciales que rozó el nivel de significación estadística cuando se le comparó con los compuestos 1y 2

Los últimos análisis recogidos en la tabla IV se refieren a la capacidad diagnóstica cuando se contempla tanto el "tipo" como la "gravedad" del problema. En este caso se observó que cualquiera de los tests por separado tendió a ser menos efectivo que la combinación formada por el uso conjunto de los tests TIDA e Ishihara (comp.1). Tal tendencia alcanzó niveles de significación estadística para los Tests CUT y TIDA y los rozó en el caso del Ishihara.

El segundo tipo de análisis aplicado a las frecuencias de la tabla III consistió en la aplicación de una serie de pruebas binomiales para determinar el grado de probabilidad con la que podría esperarse obtener las frecuencias de "concordancias" y "discordancias" correspondientes a cada uno de los "diagnósticos posibles" en cada uno de los tipos de diagnóstico ("tipo", "gravedad", "tipo y gravedad"). Todos los datos recogidos en la tabla V indican que cualquiera de los "diagnósticos posibles" proporcionaba un porcentaje de concordancias que fue significativamente muy superior al esperable de haber emitido al azar cada una de las categorías diagnósticas. Los porcentajes esperables en tal caso eran del 33 % (frecuencia esperada 7,92) para la gravedad (categorías; "severo", "medio", "sin problema"); del 25 % (frecuencia esperadas 6) para el tipo (categorías "protán", "deután", "inespecífico", "sin problema") y del 14 % (frecuencia esperada 3,43) para la combinación de "tipo" y "gravedad" ("protán severo"; "protán medio"; "deután severo"; "deután medio"; "inespecífico severo"; "inespecífico medio problema").

DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos por el test TIDA pueden calificarse de "muy alentadores", tanto en lo que compete a atractivo (fue el test que recibió más preferencias), como en lo referido a su capacidad diagnóstica. Dicho en términos más concretos, el TIDA presenta las ventajas de: (1) Estar formado por un número reducido de laminas y permitir una aplicación rápida. (2) Basarse en una tarea que resulta fácil para los niños. Probablemente por ello, y por sus propias características gráficas, esta prueba fue considerada como la más atractiva, dándose este predominio con especial fuerza entre los niños más pequeños. Finalmente, todas estas ventajas se dieron al tiempo que se obtuvieron niveles diagnósticos muy semejantes a los correspondientes a los otros dos tests utilizados.

Es un hecho asumido por toda la literatura (véase p.ej. Birch, 1993; ó Fletcher y Voke, 1985) que la combinación de distintos tests proporciona siempre mejores resultados que la aplicación de cualquiera de ellas en solitario. Por ello, el que este resultado se obtuviera también en nuestra investigación dista de ser un hecho sorprendente. Dicho esto, sin embargo, la comparación entre los "diagnósticos posibles" correspondientes al uso solitario del TIDA y los derivados de su uso combinado con cualquiera de los otros dos tests parece indicar que la mayor debilidad del TIDA se relaciona con su capacidad para hacer diagnósticos sobre el "tipo" de problema.

¿Cómo puede mejorarse este aspecto del TIDA manteniendo, al mismo tiempo, las ventajas que ya se han mencionado?. Pensamos que la mejor solución sería la de dotar a este test de una "segunda parte" específicamente diseñada para diferenciar entre los distintos tipos de daltonismo. Tal "segunda parte" esta ya siendo diseñada y se aplicaría sólo a los niños en los que la "primera parte" (la única utilizada en esta investigación) hubiese detectado la presencia de problemas en la percepción del color.

BIBLIOGRAFIA