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EDITORIAL

Psicoterapia. ¿De dónde venimos, a dónde vamos?


EN los albores de 1993 y enfilando ya el camino del fin de siglo, las fronteras se permeabilizan y los planteamientos políticos nos obligan a reflexionar sobre el futuro profesional de la Psicología en el ámbito geopolítico en el que nos movemos: Europa.

Comenzará el libre intercambio de profesionales entre países europeos. En el caso del ejercicio de la Psicoterapia, y más concretamente la práctica privado de la Psicoterapia se plantearán problemas, que hasta el momento hemos resuelto drásticamente con una actitud de no injerencia, del laisser faire ¿ Quién podrá ofertarse como psicoterapeuta? ¿Qué formación habrá de tener? ¿Quién y cómo acreditará dicha formación y la inclusión en una categoría profesional que le legitime para ofrecer servicios de Psicoterapia?

En España, a diferencia de otros países europeos como Italia, Dinamarca, Inglaterra, etc., tendremos que comenzar o dar respuesta a estos problemas antes de tener realmente resueltos otros de orden lógico inferior- (léase Estatuto del Colegio, reconocimiento de la especialidad de Psicología Clínica, la inclusión como profesional sanitario, etc.).

Lo que nos lleva a tomar en consideración nuestro retraso histórico en este campo fruto, básicamente, del período oscurantista y autártico (no sólo económico sino también intelectual) de una dictadura de casí 40 años, período en el que florecieron y se desarrollaron en otros países de nuestro entorno occidental (Europa, EE.UU) corrientes de pensamiento y prácticas profesionales alrededor de la Psicoterapia. Recordemos, como caso paradigmático, que las obras de Freud fueron traducidas al castellano a comienzos de los años 30 y solamente a mediados de los años 70 comenzó a desarrollarse el psicoanálisis y las psicoterapias psicoanalíticas, ya que en el período franquista (y esto ocurrió realmente) las psicoterapias de grupo, por ejemplo, eran considerados un modo ilegal de asociación ilícita (!!).

En estos poco más de 15 años hemos recorrido un camino quemando etapas y grandes líneas teóricas sobre el ser humano se han implantado en nuestro país con mayor o menor arraigo en uno u otro ámbito Así, la influencia del psicoanálisis ha impregnado buena parte de lo psiquiatría progresista de este país (Psiquiatría de orientación dinámica, comunitaria) y ha calado en el tejido social donde han proliferado grupos y asociaciones avaladas institucionalmente (Asociación Psicoanalítica) o autodefinidas por sus teorías y prácticas (Grupos lacanianos) con un gran desarrollo de la oferta psicoterageística por parte de los médicos, psiquiatras y psicólogos adscritos o esta orientación.

El enfoque conductual, que se introdujo a final de los años 70 a través de los ambientes universitarios de las Facultades de Psicología, ha producido una pléyade sobretodo de psicólogos que, aunque al principio rechazaron ser etiquetados como psicoterapeutas al preferir el término de modificación de conducta, se han ido incluyendo como hacedores de psicoterapia, al modelarse este enfoque con las nuevas aproximaciones cognitivas.

Lo orientación sistémica de aparición algo más tardía, a comienzos de los 80, también ha influido en las nuevas generadoras de profesionales (psiquiatras,, psicólogos, asistentes sociales,) y especialmente en lo referente o la terapia de familia práctica principal de esta orientación

Otros enfoques, mezclas, escuelas,, etc, han ido conformando un rico, aunque o veces babélico panorama teóríco-técnico o la hora de referirnos o lo Psicoterapia Su práctica está siendo legitimada a nivel social por la demanda que llega a los numerosos centros, gabinetes o consultas particulares y en las instituciones públicas con el incipiente y balbuceante comienzo de la Reforma Psiquiátrica que contempla lo oferta de la Psicoterapia como una prestación de los Servicios de Salud Mental en general, y de los psiquiatras y psicólogos en particular (Véase Unidades de Salud Mental Normas de funcionamiento en Papeles del Colegio Vol IV Nº 26 1986.

Para completar esta idea global de la situación de la Psicoterapia en España añadiremos que las organizaciones profesionales en las que nos encuadramos los profesionales que mayoritariamente ejercemos la Psicoterapia (psiquiatras y psicólogos) han apoyado y reconocido esta práctica con gran consenso entre sí (Colegio Oficial de Psicólogos, Asociación Española de Neuropsiquiatría) o con excesivo empeño corporativista, como es el caso del Colegio de Médicos

Así estamos los psicólogos mejor que ayer (por ejemplo respecto a la ya conseguida exención del IVA) y peor que mañana (esperemos que con Estatuto y con el PIR aprobado a nivel estatal) Y entramos en Europa, de ahí que la reciente creación de la Asociación Europeo de Psicoterapia (EAP) y la Federación de Asociaciones para la Formación de Terapeutas (FEAP) en España (Ver pág 209 de este número), suponga una iniciativa interesante para abordar los problemas que antes o después tenemos que enfrentar. Elaborar respuestas colectivas, consensuadas democráticamente y con la participación del mayor número posible de implicados será una garantía de ecuanimidad lejos de tentaciones normativas de carácter restrictivo dictadas desde el poder político con la mayor o menor complacencia de unos u otros sectores interesados (ya sea en formación,, ya sea en atención psicoterapéutica es indudable que supone un mercado económico de prestigio y poder nada desdeñable para los profesionales)

Los interrogantes son muchos, las respuestas todavía pocas y en proceso de elaboración. Responsabilidad de todos será encontrar aquellas más ventajosas, no sólo para la profesión sino, sobretodo, para la sociedad que demanda este servicio con calidad, rigor y accesibilidad.

De ella venimos y a ella vamos, como en la psicoterapia