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Vol. 28. Núm. 1. - 2018. Páginas 66-73

Satisfacción con la Vida y Factores Asociados en una Muestra de Menores Infractores

[Satisfaction with life and associated factors in a sample of juvenile offenders]

Cristina Garrido-Montesinos, Javier Pons-Diez, Sergio Murgui-Pérez y Jessica Ortega-Barón


Universitat de València, España


https://doi.org/10.5093/apj2018a9

Recibido a 3 de Mayo de 2017, Aceptado a 20 de Noviembre de 2017

Resumen

El objetivo de esta investigación es, por un lado, conocer la relación existente entre el apoyo social percibido, la empatía emocional y cognitiva, la satisfacción con la vida, la expresión de ira como rasgo y cinco dimensiones del autoconcepto −académico, social, emocional, familiar y físico− en una muestra de residentes en un centro de reeducación de menores infractores en cumplimiento de medidas judiciales. Por otro lado, el trabajo pretende conocer cuáles son las variables que mejor predicen la satisfacción con la vida en la misma muestra. Los principales resultados son la existencia de correlaciones positivas de satisfacción con la vida con apoyo social y autoconcepto, así como que el apoyo social y el autoconcepto familiar son las variables que mejor predicen la satisfacción con la vida.

Abstract

The aim of this research is, on the one hand, to know the relationship between perceived social support, emotional and cognitive empathy, satisfaction with life, the expression of anger as a trait and five dimensions of self-concept −academic, social, emotional, familiar and physical− in a sample of residents in a re-education center for juvenile offenders in compliance with judicial measures. On the other hand, this study attempts to know which are the variables that best predict satisfaction with life in the same sample. The main results are the existence of positive correlations of satisfaction with life with social support and self-concept, and that social support and family self-concept are the variables that best predict satisfaction with life.

Palabras clave

Menores infractores, Satisfacción con la vida, Apoyo social, Autoconcepto, Empatía

Keywords

Juvenile offenders, Satisfaction with life, Social support, Self-concept, Empathy

Correspondencia: jpons@uv.es (J. Pons-Diez).

Introducción

Numerosos autores corroboran que la satisfacción con la vida es uno de los indicadores más importantes del bienestar psicológico (Ash y Huebner, 2001; Chavarría y Barra, 2014; Diener y Diener, 1995; Diener, Sapyta y Suh, 1998; Gilligan y Huebner, 2002; Giménez, Vázquez y Hervás, 2010; Huebner, 1997; Huebner, Drane y Valois, 2000; Luna, Laca y Mejía, 2011). La satisfacción con la vida es entendida como una evaluación personal de la calidad de las experiencias propias y se relaciona con un sentimiento personal de bienestar o de felicidad, ya que se trata de la percepción personal acerca de la propia situación en la vida, partiendo de los propios objetivos, expectativas, valores e intereses, interaccionando todos estos factores con los significados del contexto cultural de referencia (Pérez-Escoda, 2013). Puede medirse a partir de un juicio de carácter personal, mediante el cual la persona valora globalmente su vida (Cummins, Eckersley, Pallant y Davern, 2002; Diener, Scollon y Lucas, 2009).

La percepción de esta variable tiene implicaciones importantes para el funcionamiento psicológico y social. Con muestras de adolescentes, la satisfacción con la vida ha encontrado relaciones positivas con autoestima y ajuste (Martínez-Antón, Buelga y Cava, 2007; Moreno-Ruiz, Estévez, Murgui y Musitu, 2009; Proctor, Linley y Maltby, 2009; Reina, Oliva y Parra, 2010; Sun y Tao, 2005; Yusliza, 2012) y negativas con ansiedad, depresión y sentimiento de soledad (Atienza, Pons, Balaguer y García-Merita, 2000; Huebner, 1991), así como menores niveles de conducta violenta y de consumo de drogas (MacDonald, Piquero, Valois y Zullig, 2005; Masferrer, Font y Gras, 2012).

Es también destacable que las personas más satisfechas con la vida sean las que tienen una mayor percepción de apoyo social (Karademas, 2006; Marrero y Carballeira, 2010; Mella et al., 2004; Moreno-Jiménez e Hidalgo, 2010), mientras que una valoración negativa de la propia vida está asociada con diversas formas de rechazo social (Furr y Funder, 1998; Lewinsohn, Redner y Seeley, 1991; Martínez-Ferrer, Povedano, Amador y Moreno-Ruiz, 2012).

Efectivamente, el apoyo que se percibe de la red social es uno de los principales recursos de que disponen las personas para hallar seguridad y ajuste en su desarrollo vital (Antonucci, Birditt y Akiyama, 2009). El apoyo social hace referencia al conjunto de aportaciones de tipo emocional, material, informacional o de compañía que la persona percibe o recibe de distintos miembros de su red social (Gracia y Herrero, 2006). Disponer de personas de confianza a las que poder expresar emociones, problemas o dificultades, escuchar su opinión o, simplemente, con las que tener la sensación de estar integrados y ser aceptados como personas ha demostrado tener un fuerte impacto positivo el bienestar psicológico y en el ajuste social (Gracia, 2011; Herrero, 2004; Lin y Ensel, 1989; Uchino, 2004).

En cuanto a los efectos beneficiosos del apoyo social específicamente en la adolescencia, Orcasita y Uribe (2010) en una revisión de trabajos concluyen que esta variable es un importante factor de protección para el bienestar del adolescente. El sentimiento de integración relacional de los adolescentes con familia o amigos y la consecuente percepción de apoyo se relaciona con mayores niveles de autoestima, bienestar y ajuste psicológico y social (Branje, Van Lieshout, Van Aken y Haselager, 2004; Buelga y Musitu, 2006; Cava, Murgui y Musitu, 2008; Chavarría y Barra, 2014; Demaray y Malecki, 2002; Stormont, 2002).

Los efectos beneficiosos de las relaciones sociales en el bienestar individual se producen a través de su influencia en el autoconcepto (Cohen, Gottlieb y Underwood, 2000). El autoconcepto es el resultado de una actividad reflexiva a través de la cual la persona construye una definición descriptiva de sí mismo (Rosenberg, 1986). Se diferencia de la autoestima en que ésta supone una valoración subjetiva acerca de ese concepto de sí mismo, que da lugar a una estimación más genérica del propio valor (García-Pérez y Musitu, 1999). A este respecto, una de las características de la adolescencia es que es una etapa de cambios en cuyo contexto el autoconcepto empieza a ser más diferenciado, mejor organizado y elaborado a partir de conceptos más abstractos y, además, se va matizando en los diferentes ámbitos del adolescente, como son la familia, la escuela o el grupo de amigos (Goñi, 2009; Steinberg y Morris, 2001).

Las investigaciones con adolescentes han comprobado que poder acceder a definiciones positivas de uno mismo se relaciona, en términos generales, con satisfacción con la vida, bienestar subjetivo y mejor ajuste en contextos específicos, aunque, debido al carácter multidimensional de este constructo, las relaciones con variables psicológicas y conductuales van a depender del ámbito específico de actuación (Álvaro, 2015; González-Sala y Cortés, 2015; McCullough, Huebner y Laughlin, 2000; Pons, 2004).

Por otro lado, otros estudios sugieren la relación positiva entre autoconcepto y conducta prosocial. Así, algunas investigaciones evidencian que los adolescentes que tienden a manifestar más conductas prosociales son los que poseen un autoconcepto más positivo ( Calvo, González-Barrón y Martorell, 2001), siendo especialmente relevante esta relación en el caso del autoconcepto académico, social y familiar (Gutiérrez y Clemente, 1993). Ello nos lleva a considerar el papel de la empatía en el comportamiento de los adolescentes como variable de ajuste. La empatía puede entenderse como la habilidad para comprender y compartir el estado emocional de otra persona desde el contexto de esa otra persona (Cohen y Strayer, 1996; Moreno-Ruiz, 2010). La empatía involucra tanto elementos cognitivos como emocionales, es decir, comprender el punto de vista de la otra persona y su estado emocional (Garaigordobil, 2009; Garaigordobil y García de Galdeano, 2006). A este respecto, Jolliffe y Farrington (2006) establecen una diferencia metodológica y conceptual entre empatía cognitiva y empatía afectiva.

Dado que la empatía es una respuesta emocional derivada de la comprensión del estado o situación de otra persona, la respuesta empática refleja la capacidad que uno tiene para comprender al otro desde el contexto de ese otro, a partir de lo que se percibe verbal y no verbalmente y de la información accesible desde la memoria. Por ello, la empatía juega un papel central en la disposición prosocial de las personas (Guevara, Cabrera y Barrera, 2007; Mestre, Samper y Frías, 2002; Sánchez-Queija, Oliva y Parra, 2006).

Aunque existan diferencias individuales, se ha señalado que una característica recurrente en los adolescentes infractores es su menor nivel de empatía (Redondo, Martínez-Catena y Andrés, 2011; Vázquez, 2003). También se ha encontrado que en este grupo poblacional el apoyo social percibido y el autoconcepto alcanzan menores niveles que en adolescentes no infractores (Méndez y Barra, 2008; Vázquez, Mohamed y Vilariño, 2008). En todo caso, la delincuencia es un fenómeno multicausal en el cual se ven implicados factores socioculturales, económicos, familiares e individuales, así como definiciones de tipo ideológico, histórico, económico o político (Cooper, 2005; Moreno-Ruiz, 2013).

Lo que se pretende en este estudio es conocer cómo ciertas variables se relacionan entre sí en una muestra de menores que cumplen medidas judiciales en un centro de reeducación. Las variables que se incluyen en el estudio empírico son: satisfacción con la vida, apoyo social percibido, autoconcepto en diferentes ámbitos de actuación, empatía emocional y cognitiva y expresión de ira como rasgo. Además, se pretende conocer cuáles de ellas son las que mejor predicen la satisfacción con la vida en dicha muestra. Como se ha visto en párrafos anteriores, la relación entre estas variables ha sido clarificada con muestras de adolescentes no infractores, aunque son pocos los estudios que las pongan en relación con infractores. Por ello, nuestro propósito es conocer cómo ocurre esta relación en una muestra de infractores. De este modo, y dada la especificidad de la muestra, nos acercaremos a una comprensión más amplia de las variables que contribuyen a la satisfacción con la vida en la adolescencia, así como de los factores relevantes en el bienestar psicológico de los jóvenes infractores.

Método

Participantes

La muestra de esta investigación estuvo formada por 50 personas de ambos sexos, procedentes del Centro de Reeducación de Menores “Rei Jaume I”, de la localidad de Picasent, situada a 17 km de Valencia (España). La muestra recogió a todos los residentes en el centro en el momento del pase de la encuesta. El Centro de Reeducación de Menores “Rei Jaume I”, depende de la Administración pública autonómica y está dedicado a la atención a menores que cumplen medidas judiciales de internamiento en régimen cerrado, semiabierto o abierto. Se orienta hacia la reeducación de la conducta del menor a través del desarrollo de hábitos saludables, conductas prosociales y destrezas personales adaptadas.

En cuanto a la distribución por sexos de la muestra, encontramos que el 92% de los encuestados eran chicos (n = 46) y el 8% eran chicas (n = 4). La proporción dispar es debida a que los chicos suelen llevar a cabo un mayor número de conductas antisociales y delictivas que las chicas. En el informe de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad (2016) se constata que la tasa de varones es muy superior a la de mujeres en todos los tipos de medidas judiciales impuestas a menores en España.

Por lo que se refiere a la edad de los participantes, ésta osciló entre los 15 y 21 años (M = 17.8, DT = 1.53). El motivo de que hubiera residentes con más de 18 años fue que algunos todavía se encontraban cumpliendo la medida judicial que les fue impuesta cuando eran menores. En la Tabla 1 se puede observar la distribución de esta variable.

Tabla 1

Distribución de frecuencias y porcentajes por edades

No se registró información sobre las causas de la medida judicial, dado que se trata de un dato confidencial al que no puede accederse. Por la misma razón, no se pudo registrar información sobre si el internamiento de cada sujeto era de régimen cerrado, semiabierto o abierto. De hecho, en el centro de menores en que se hizo la investigación, solo el director y la psicóloga conocen ese dato de cada menor ingresado. El resto de trabajadores del centro no tienen acceso a tal información. Incluso los propios residentes no pueden informar a sus compañeros del motivo de su ingreso, con la finalidad de evitar que entre ellos se establezcan jerarquías informales basadas en la gravedad del delito.

Instrumentos

Para obtener los datos de esta investigación, se han aplicado cinco escalas, más dos preguntas para registrar sexo y edad. Se describen, a continuación, las cinco escalas:

Apoyo social percibido. Para medir esta variable se ha empleado una adaptación de elaboración propia de la escala de apoyo social percibido elaborada por Ensel y Lin (1991). En su formato original, esta escala consta de tres ítems que evalúan con qué frecuencia se ha echado en falta la relación con familiares, con amigos y con la pareja durante los últimos meses. En nuestra investigación se ha adaptado la escala y se ha añadido un ítem más, diferenciando entre “no estar con los amigos” y “no tener amistades íntimas” en dos ítems diferentes. La escala pregunta sobre el grado en que se han echado a faltar relaciones íntimas y de confianza en los últimos meses. Como se aclara en las instrucciones del cuestionario, no echar en falta una relación puede deberse a que se ha mantenido esa relación o a que no se valora negativamente su ausencia, lo cual en ambos casos incrementaría la puntuación en apoyo social percibido, según los autores de la escala. Es decir, en la respuesta se incluye implícitamente una valoración de la relación por la que se pregunta, con la finalidad ir más allá de la simple presencia o ausencia de relaciones, ya que el apoyo percibido depende de las valoraciones de la persona (Sarason, Pierce y Sarason, 1990). La variación de respuesta en la escala es tipo Likert, desde 1 −eso no me ha causado ninguna preocupación− hasta 5 −eso me ha preocupado mucho. Se obtiene una puntuación global de apoyo social percibido. Como se ve, una puntuación alta representa menor percepción de apoyo, siguiendo la forma original de la escala. Esos valores serán invertidos para realizar los análisis estadísticos. Pese a la brevedad de la escala, permite una gran variabilidad de respuesta, lo que la hace válida para la evaluación del apoyo social percibido en la investigación social (Gracia, 2011). Para comprobar la fiabilidad de la escala en nuestra muestra, se ha calculado el índice alfa de Cronbach, dando un valor de .71.

Empatía. Con la finalidad de evaluar la empatía, se ha empleado la Basic Empathy Scale deJolliffe y Farrington (2006), traducida al castellano por Micó y Cava (2014). Se trata de un instrumento diseñado para evaluar la empatía en adolescentes. Consta de 20 ítems a los que se responde mediante una escala tipo Likert desde 1 −estoy muy en desacuerdo con esa frase− hasta 4 −estoy muy de acuerdo con esa frase. La escala de respuesta original era de cinco pasos, pero en esta investigación han sido reducidos a cuatro. Del instrumento se derivan dos factores extraídos por los autores originales: empatía emocional y empatía cognitiva. La subescala de empatía emocional está compuesta por 11 ítems que evalúan el grado en que se es capaz de comprender las emociones que está sintiendo otra persona −p. ej., “las emociones de mis amigos no me afectan mucho”. La subescala de empatía cognitiva está compuesta por nueve ítems que miden la capacidad de entender la realidad como la está sintiendo otra persona −p. ej., “entiendo la felicidad de mis amigos cuando algo les va bien”. La formulación de los ítems y el sentido de la escala de respuesta indican que una alta puntuación significará la existencia una mayor empatía. Por ello, los ítems que en la escala original tienen una formulación inversa −p. ej., “las desgracias de mis amigos me dejan indiferente”− han sido codificados de manera inversa. La consistencia interna de la escala, medida con alfa de Cronbach, ha demostrado ser alta en diferentes estudios. Así, los citados autores originales del instrumento obtuvieron para la subescala de empatía emocional un valor de .85 y para la de empatía cognitiva de .79. En estudios con adolescentes españoles, los citados traductores de la escala encontraron valores de .74 y .67 respectivamente. En el cálculo realizado con nuestra muestra, la subescala de empatía emocional ha obtenido un valor de .71 y la de empatía cognitiva .61 ambos en alfa de Cronbach.

Satisfacción con la vida. Esta variable ha sido evaluada mediante the Satisfaction with Life Scale, elaborada por Diener, Emmons, Larsen y Griffin (1985) y traducida al castellano por Atienza et al. (2000). Esta escala permite obtener un índice general de satisfacción con la vida del adolescente, entendida como un constructo general de bienestar subjetivo. Está formada por cinco ítems, con una escala de respuesta desde 1 −estoy muy en desacuerdo con esa frase− hasta 4 −estoy muy de acuerdo con esa frase− ante afirmaciones acerca de la satisfacción con la propia vida −p. ej., “me gusta todo lo que rodea a mi vida” o “hasta ahora, todo lo que me gustaría tener en mi vida ya lo tengo”. La escala original formulaba dos ítems de forma negativa −p. ej., “no me gusta todo lo que rodea a mi vida”−, pero en nuestra investigación se han formulado todos los ítems con afirmaciones en positivo, para mejor comprensión de la muestra. De este modo, una alta puntuación indicará un mayor grado de satisfacción con la vida. Ha sido hallado en diversas investigaciones un alfa de Cronbach superior a .80 para esta escala en muestras de adolescentes españoles (Buelga, Musitu y Murgui, 2009; Extremera, Durán y Rey, 2007; Martínez-Antón et al., 2007) y también de otros países (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1999; Vittersø, Biswas-Diener y Diener, 2005). Con nuestra muestra, el cálculo del índice alfa de Cronbach ha dado un valor de .83.

− Ira-rasgo. Para medir la expresión de la ira como rasgo, se ha partido del State-Trait Anger Expression Inventory (STAXI-2). El cuestionario original fue elaborado por Spielberger (1988) y se ha hecho uso de la traducción al castellano realizada por Miguel, Casado, Cano y Spielberger (2001). La escala STAXI-2 es un instrumento dividido en tres subescalas: ira-estado, ira-rasgo y habilidades de control de la ira. En la presente investigación ha sido utilizada solamente la subescala de ira-rasgo, que mide la disposición a sentir ira habitualmente. En concreto, esta subescala consta de 10 ítems que recogen afirmaciones acerca de comportamientos de ira, ante las cuales hay que posicionarse mediante una escala Likert desde el 1 −eso no me pasa nunca− hasta el 4 −eso me pasa siempre−, según la predisposición que la persona percibe a expresar ira. Se obtiene una puntuación global de ira-rasgo; dada la formulación de los ítems, una puntuación alta significa una mayor incidencia de esta variable. Algunos de los ítems que se han utilizado han sido levemente modificados para facilitar la comprensión de la muestra, sustituyendo algunas palabras por otras más compresibles −p. ej., “soy una persona exaltada” por “soy una persona que pierde la calma con facilidad”. La subescala de ira-rasgo ha demostrado alta fiabilidad con muestras españolas, obteniendo los citados autores de la traducción al castellano un alfa de Cronbach de .82. Con muestras de América Latina, Barría (2015) obtuvo en el mismo índice un valor de .90. Con nuestra muestra, el cálculo de este índice ha sido de .83.

− Autoconcepto. Se ha utilizado, en este caso, la escala AF-5 elaborada por García-Pérez y Musitu (1999). La escala recoge las percepciones que los adolescentes tienen sobre sí mismos en diversos ámbitos de actuación: social, académico, familiar, físico y emocional. Está compuesta por un total de 30 ítems, sometidos a una escala tipo Likert según el grado de acuerdo con el contenido de cada frase. En nuestro caso, se adaptó la medida a un formato de respuesta que va desde 1 −eso no me pasa nunca− hasta 4 −eso me pasa siempre. De la escala se obtienen cinco dimensiones del autoconcepto adolescente, definidas empíricamente por los autores del instrumento: 1) autoconcepto académico, percepción que el sujeto tiene de su desempeño como estudiante, 2) autoconcepto social, percepción de su desempeño en las relaciones sociales, 3) autoconcepto emocional, percepción del sujeto de su estado emocional y de sus respuestas emocionales a situaciones específicas, 4) autoconcepto familiar, percepción de su implicación, participación e integración en el medio familiar y 5) autoconcepto físico, percepción que tiene el sujeto de su aspecto físico y su condición física. Con la finalidad de que una alta puntuación represente una mayor incidencia de la variable en cuestión, han sido codificados de manera inversa ciertos ítems que obtuvieron saturación negativa en el análisis factorial original. En cuanto a la consistencia interna, medida por el alfa de Cronbach, los autores del instrumento encontraron un valor de .81 para el conjunto de la escala y para cada dimensión oscilaron entre .70 y .88. Con nuestra muestra, hemos obtenido un valor de .91 para el global de la escala y para cada factor los siguientes: .92 para autoconcepto académico, .71 para autoconcepto social, .60 para autoconcepto emocional, .91 para autoconcepto familiar y .87 para autoconcepto físico.

Procedimiento y Análisis de Datos

Se elaboró un cuadernillo de evaluación en el cual se agruparon los cinco cuestionarios descritos y las preguntas sobre sexo y edad en la portada. No se preguntó más dato personal que la edad y el sexo, para garantizar así el anonimato y la máxima confidencialidad de las respuestas. Los cuestionarios contaron con instrucciones muy claras para facilitar la comprensión de la muestra. También para facilitar la comprensión y la atención fueron igualadas las alternativas de respuesta en los cuestionarios, presentando una escala de respuesta de cuatro pasos en todos los casos, salvo en el de apoyo social, que mantuvo los cinco pasos de la escala original con la finalidad de facilitar la variabilidad de respuestas en esta variable.

Tras obtener los permisos correspondientes pertinentes para este tipo de instituciones, se procedió al pase de los instrumentos. Los cuestionarios fueron cumplimentados por todos los internos en el centro en el momento de la encuesta. Durante el pase de los cuestionarios, los jóvenes fueron supervisados y ayudados en todo momento por los educadores del centro, para así evitar que se dejaran alguna pregunta sin contestar o bien por dificultades en la comprensión o falta de interés hacia las preguntas. Los educadores habían recibido instrucciones precisas de cómo hacer el pase y de no influir de ningún modo en las respuestas.

Para analizar la relación existente entre las variables, se aplicó la correlación de Pearson. A continuación, se empleó una regresión múltiple, siendo la variable dependiente la satisfacción con la vida, mientras que apoyo social, empatía, ira-rasgo y autoconcepto actúan como variables independientes o predictoras. Los datos se analizaron con el paquete estadístico SPSS.

Resultados

Con la finalidad de conocer la relación existente entre las variables, se muestran en la Tabla 2 los resultados de los análisis de correlación calculados entre las mismas. También se presenta información descriptiva sobre cada una de las variables objeto de estudio.

Tabla 2

Coeficientes de correlación de Pearson entre las variables y datos descriptivos de las mismas

Como podemos observar en la Tabla 2, se ha encontrado significatividad estadística en 19 de las 45 correlaciones calculadas, siendo siete de ellas entre los factores de la escala de autoconcepto. Los resultados muestran que existe correlación positiva y estadísticamente significativa entre satisfacción con la vida y apoyo social, así como entre satisfacción con la vida y todos los factores de autoconcepto, a excepción del académico. Además, el apoyo social también muestra una correlación positiva y estadísticamente significativa con empatía cognitiva y con autoconcepto emocional. Por su parte, el autoconcepto emocional correlaciona de forma negativa con empatía emocional y con ira-rasgo, mientras que el autoconcepto social y el físico correlacionan ambos positivamente con la empatía cognitiva. Finalmente, el autoconcepto académico presenta correlación positiva y estadísticamente significativa con la empatía emocional.

Tras obtener los resultados de los análisis de correlación, se llevó a cabo un análisis de regresión lineal sobre la satisfacción con la vida. En la Tabla 3 puede verse el resultado para cada variable en cada uno de los tres modelos de regresión calculados.

Tabla 3

Significación de variables y varianza explicada en los modelos de regresión lineal de la satisfacción con la vida

Tras obtener los resultados de los análisis de correlación, se llevó a cabo un análisis de regresión lineal sobre la satisfacción con la vida. En primer lugar, se realizó una regresión por pasos con el fin de discriminar qué variables diferentes al autoconcepto se relacionaban con la satisfacción con la vida. La única variable que permaneció en la ecuación fue el apoyo social (? = .49, p < .01). Las correlaciones parciales, una vez controlado el apoyo social, se ven reducidas a valores inferiores a .20. A continuación, se calculó un nuevo modelo de regresión por pasos con las dimensiones del autoconcepto. En el modelo resultante, únicamente el autoconcepto familiar permaneció en la ecuación (? = .46, p < .01), si bien es cierto que tanto el autoconcepto social como el autoconcepto emocional se acercaron a la significación estadística. Las correlaciones parciales entre la satisfacción con la vida y cada una de las variables excluidas del análisis de regresión, una vez controlada la influencia del autoconcepto familiar, presentan valores menores de .30.

Tanto utilizando el autoconcepto familiar como el apoyo social, los valores de varianza explicada de la satisfacción con la vida resultaron significativos y muy próximos entre sí: mientras que el autoconcepto familiar llega a .21, el apoyo social alcanza .24 de porcentaje de varianza explicada. Los valores de las correlaciones parciales calculadas indican que el autoconcepto familiar y el apoyo social no comparten demasiada varianza explicada en la satisfacción con la vida. De hecho, ambas variables correlacionaban muy poco (r = .187, p > .05). Con el fin de establecer la importancia de cada una de estas dos variables en el análisis de predicción, se realizó un nuevo análisis de regresión, en este caso jerárquico. Así, la primera variable introducida fue el apoyo social y a continuación el autoconcepto familiar. Tras introducir el apoyo familiar, la relación del apoyo con la satisfacción quedó reducida ligeramente (? =.42, p < .01), aunque siguió siendo significativa. El autoconcepto familiar, por su parte, mostró una relación positiva y también significativa (? = .38, p < .01). El valor de R2 fue de .38, F(2, 47) = 15.56, p < .01. Finalmente, se calculó el valor de R2 corregida del modelo final, que indica que ambas variables, en su conjunto, explican un 38.3% de la varianza de satisfacción con la vida.

Discusión

El presente trabajo tiene como objetivo conocer la relación existente entre las variables estudiadas −apoyo social percibido, empatía emocional y cognitiva, satisfacción con la vida, expresión de ira como rasgo y autoconcepto en sus cinco dimensiones− en una muestra de menores infractores y determinar cuál de ellas puede predecir mejor la satisfacción con la vida. Como se ha visto en los resultados, la satisfacción con la vida observa una correlación positiva con el apoyo social percibido y con cuatro de los cinco factores de autoconcepto −todos, excepto el académico. Este dato viene a indicar que los jóvenes de la muestra que manifiestan mayor satisfacción con su vida tienden a tener también una percepción satisfactoria de apoyo social −lo que se traduciría en menores sentimientos de soledad−, así como un concepto más positivo de sí mismos en el ámbito de las relaciones familiares y de las sociales, una mejor autoimagen física y un mayor sentimiento de equilibrio emocional.

En consonancia con lo anterior, los resultados del análisis de regresión indican que las variables con más poder predictivo en satisfacción con la vida han sido el apoyo social y el autoconcepto familiar. Ambas variables son capaces de explicar conjuntamente un 38.3% de la varianza de satisfacción con la vida. Este dato pone de manifiesto que la satisfacción con la vida de estos jóvenes puede predecirse a través de dos factores de idiosincrasia relacional, como son la percepción de apoyo social y la valoración que realizan de su papel en las relaciones familiares. En la misma línea, la investigación de Micó (2017) con adolescentes no infractores comprobó que los factores que predicen en mayor medida la satisfacción con la vida son alto autoconcepto familiar y bajo sentimiento de soledad, todo lo cual manifiesta la importancia de los factores de índole social en el bienestar.

En la investigación de Suldo y Huebner (2006) con adolescentes no infractores ya se encontró que el apoyo social que los adolescentes percibían de sus padres, profesores, compañeros y amigos se relacionaba significativamente con su nivel de satisfacción vital. Esta relación entre satisfacción vital y satisfacción relacional también ha sido reportada en estudios con adultos (Marrero y Carballeira, 2010; Mella et al., 2004; Moreno-Jiménez e Hidalgo, 2010). Está claro que el apoyo social permite a la persona alcanzar una mayor estabilidad, predictibilidad y control, refuerza la autoestima y favorece la construcción de una percepción más positiva de su ambiente (Barra, 2004; Gracia, 2011), lo cual remite a una noción más genérica, como es que el bienestar de los humanos se haya vinculado, por su propia naturaleza, a las necesidades de integración social (Barrón y Sánchez-Moreno, 2001; Páez, Campos y Bilbao, 2008; Pons, 2013). Hemos visto, pues, que esta relación básica entre apoyo social y satisfacción vital también aparece en una muestra de jóvenes infractores.

Si bien cuatro de las cinco dimensiones del autoconcepto han mostrado correlación significativa y positiva con satisfacción con la vida, ha sido el autoconcepto familiar el que ha demostrado el mayor poder predictivo. Diversos estudios con adolescentes no infractores han constatado la relación entre autoconcepto y satisfacción con la vida (Goñi, Esnaola, Rodríguez-Fernández y Camino, 2015; Videra y Reigal, 2013), y más específicamente entre esta variable y la autoestima derivada de las relaciones familiares (Cava, Buelga y Musitu, 2014; Micó y Cava, 2014; Povedano, Hendry, Ramos y Varela, 2011). En la presente investigación se ha comprobado que la satisfacción con la vida tiene mucho que ver con las relaciones del individuo con su entorno familiar y social, lo cual es congruente con la investigación anterior realizada con muestras de adolescentes no infractores. Estos resultados confirman el importante papel que el entorno familiar tiene en el bienestar psicológico de los adolescentes. Como han señalado numerosos trabajos, la familia es un pilar fundamental para el desarrollo positivo y el bienestar del adolescente (Huebner et al., 2000; Micó, 2017; Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001).

Los resultados encontrados en esta investigación van en la misma línea que otros similarmente hallados con adolescentes no infractores. Puede inferirse, pues, que las necesidades afectivas y sociales de estos jóvenes con medidas judiciales responden a dinámicas similares a las de otros grupos poblacionales de la misma edad. Y esto se observa tanto en el análisis de regresión efectuado como en la matriz de correlaciones entre las variables. En concreto, se comprueba en ella que el autoconcepto emocional correlaciona significativamente con la percepción de apoyo social y negativamente con la comprensión del estado emocional ajeno y la expresión de ira caracteriológica. La relación positiva entre percepción de equilibrio emocional y apoyo social no es sorprendente a la luz de los resultados de otras investigaciones con adolescentes no infractores (Orcasita y Uribe, 2010). Por su parte, de otras investigaciones con muestras no infractoras se deduce también una tendencia a la relación inversa entre expresión de ira y autoconcepto emocional (Muñoz, González-Hernández y Olmedilla, 2016; Sanz, 2011). En cuanto a la correlación negativa encontrada entre empatía emocional y autoconcepto emocional, en la investigación de Micó (2017) con adolescentes no infractores también se halla una correlación negativa y altamente significativa entre ambas variables, lo cual sugiere la idea de que, al menos en esta edad, la seguridad emocional se relaciona con una menor sensibilidad hacia los demás.

En los otros factores de la escala de autoconcepto se ha encontrado una correlación estadísticamente significativa, siempre de signo positivo, entre autoconcepto académico y empatía emocional, entre autoconcepto social y empatía cognitiva y entre autoconcepto físico y empatía cognitiva. Estos resultados van en concordancia con lo encontrado en investigaciones con adolescentes no infractores, que evidencian que los adolescentes que presentan más conductas prosociales manifiestan un mayor autoconcepto (Calvo et al., 2001; Gutiérrez y Clemente, 1993), así como que los adolescentes inestables emocionalmente y con escasas aptitudes para controlar las emociones tienden a comportamientos menos prosociales y con inclinación a centrarse en sí mismos (Mestre, Tur, Samper, Nácher y Cortés, 2007). Por otro lado, el autoconcepto académico no ha observado en nuestra investigación correlación estadísticamente significativa con satisfacción con la vida. La autopercepción del desempeño como estudiante no parece tener mucha relación con la satisfacción vital en esta muestra de adolescentes infractores, en comparación con la que tienen otras autopercepciones.

Otros estudios con adolescentes no infractores han comprobado que la percepción de apoyo familiar se relaciona positivamente con la conducta prosocial y la empatía (Eisenberg y Morris, 2004; Sánchez-Queija et al., 2006), lo cual es también congruente con la correlación positiva encontrada entre apoyo social y empatía cognitiva.

Como ha sido mencionado, la comparación de los resultados de la presente investigación con los obtenidos en otras investigaciones con adolescentes sugiere que las necesidades afectivas de los jóvenes infractores no son muy distintas a las de otros sujetos de su edad, así como tampoco lo son los factores que facilitan o dificultan su bienestar psicológico. Tal cuestión podría derivarse en hipótesis útiles para futuras investigaciones en esta línea. Además, el conocimiento acerca de la dinámica del bienestar psicológico en estos jóvenes ayudará a comprender mejor su comportamiento cotidiano y motivaciones afectivas en el contexto de cumplimiento de medidas judiciales, así como moderar el riesgo de estigmatización, al menos en ese contexto y sin obviar su responsabilidad en los actos delictivos cometidos.

En cuanto a las limitaciones de este estudio, en primer lugar, hay que mencionar el reducido número de la muestra. Ello es debido a la dificultad de acceder a encuestar a personas de estas características y tener que circunscribirse por esta razón a un solo centro de menores, no obstante haber encuestado a todos los residentes en el centro en el momento del pase. Igualmente, no ha sido posible introducir en los análisis las variables referidas al tipo de régimen de internamiento y al motivo del mismo, debido a las fuertes restricciones de confidencialidad ya explicadas anteriormente. De cara al futuro, sería necesario seguir investigando en esta línea con muestras mayores o comparar resultados obtenidos con las muestras pequeñas disponibles. Podría así también contarse con un mayor número de chicas en las muestras, que permita conocer si hay efectos de la variable sexo. Del mismo modo, sería conveniente desarrollar estudios que compararan resultados con muestras de adolescentes no infractores. Así, las hipótesis que pudieran inferirse de investigaciones como ésta podrían ser puestas a prueba, al comparar la dinámica de las variables evaluadas en grupos de infractores y de no infractores.

Extended Summary

Satisfaction with life is one of the most important indicators of psychological wellbeing. The perception of this variable has important implications for psychological and social functioning. In adolescents, it has been related to self-concept and the perception of social support (Branje, Van Lieshout, Van Aken, & Haselager, 2004; McCullough, Huebner, & Laughlin, 2000), and a relationship has been found between self-concept and prosocial behavior (Calvo, González-Barrón, & Martorell, 2001) and between the latter and empathy (Guevara, Cabrera, & Barrera, 2007).

Although there are individual differences, one characteristic that has consistently been pointed out in adolescent offenders is their low level of empathy (Redondo, Martínez-Catena, & Andrés, 2011). Studies have also found that, in this population group, perceived social support and self-concept reach lower levels than in non-offender adolescents (Méndez & Barra, 2008). This study aims to find out how certain variables are related to each other in a sample of minors who are serving legal sentences in a re-education center. The specificity of this situation makes it possible to see the relationships among relevant variables, such as satisfaction with life, perceived social support, self-concept in different performance areas, emotional and cognitive empathy, and expression of trait anger. Thus, the study objectives are to examine the relationships among these variables in a sample of inmates in a juvenile detention center and find out which of them best predict satisfaction with life in this sample.

The sample in the study was composed of 50 people of both sexes from the Juvenile Rehabilitation Center, “Rei Jaume I”, in the city of Picasent, located 17 km from Valencia (Spain). The sample included all of the inmates in the center at the time the survey was administered. Regarding the distribution by sex, 92% of those surveyed were boys (n = 46) and 8% were girls (n = 4). The unbalanced proportion is due to the fact that boys usually carry out more antisocial and delinquent behaviors than girls. The participants’ ages ranged from 15 to 21 years old (M = 17.8, SD = 1.53). There were residents older than 18 years old because some of them were still serving the legal sentence imposed when they were minors.

Information about the reasons for the legal sentence was not recorded, given that it is confidential and cannot be accessed. For the same reason, information could not be recorded about whether each subject’s internment was closed, semi-open, or open.

To obtain the data for this study, five scales were administered, along with two questions to record sex and age. The five scales evaluate the following variables: perceived social support, empathy − emotional and cognitive −, satisfaction with life, trait anger, and self-concept −academic, social, emotional, family, and physical.

In order to find out the relationship among the variables, Pearson’s correlations were calculated. The main results showed strong positive relationships between satisfaction with life and social support, family self-concept, and social self-concept.

After obtaining the results of the correlation analyses, a linear regression analysis was performed to find out which of the other nine study variables best predict satisfaction with life. The variables with the highest weight in the prediction of satisfaction of life were social support and family self-concept. These two variables together explain 38.3% of the variance in satisfaction with life.

The data indicate, then, that the young people in the sample who show greater satisfaction with life tend to also have a satisfactory perception of social support − which would translate into reduced feelings of loneliness −, as well as a more positive concept of themselves in the area of family and social relationships.

Research with non-offender adolescents found that perceived social support from family and friends, as well as positive family self-concept, were significantly related to the level of life satisfaction (Micó, 2017; Suldo & Huebner, 2006). This relationship between life satisfaction and relational satisfaction has also been reported in studies with adults (Marrero & Carballeira, 2010). Social support allows the person to reach greater stability, predictability, and control, reinforces self-esteem, and favors the construction of a more positive perception of the environment. This leads to the more generic notion that humans’ wellbeing, due to its nature, has been linked to the need for social integration. This study shows that the basic relationship between social support and satisfaction with life is also found in a sample of juvenile offenders.

Regarding the study limitations, the first limitation would be the small sample, which is due to the difficulty of surveying people of these characteristics and, for this reason, being limited to only one juvenile center. Therefore, it would be necessary to continue this line of research with larger samples or by comparing results obtained with the small samples available. In addition, it is also necessary to carry out studies that compare the results with samples of non-offender adolescents. Thus, the conclusions drawn in studies like this one could be empirically tested by comparing the dynamics of the variables evaluated in groups of offenders and non-offenders. In spite of these limitations, the results of this study contribute evidence to the idea that individual wellbeing cannot be understood without addressing the social and relational factors that affect people.

Referencias

Correspondencia: jpons@uv.es (J. Pons-Diez).

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