Naroa Carrasco-Sánchez1, 2, Irene Barón-Picazo1, 2, Juan J. López-Ossorio2, José M. Muñoz-Vicente3 y Amparo Díaz-Román1
1Universidad de Granada, España; 2Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad, Universidad Autónoma de Madrid, España; 3Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Madrid, España
Recibido a 13 de Noviembre de 2021, Aceptado a 5 de Mayo de 2022
Resumen
La incidencia y gravedad de los filicidios, junto a la alta conmoción social y repercusión mediática que producen, demandan investigaciones que faciliten la prevención de estos delitos. El objetivo de esta revisión sistemática ha sido analizar la existencia o no de características comunes entre los varones filicidas de menores de 18 años, atendiendo a diversos factores personales y contextuales, como el grado de parentesco, trastornos mentales o comisión de suicidio a posteriori. A través de una búsqueda exhaustiva en Web of Science, Pubmed, Scopus y ProQuest se obtuvieron 8,698 resultados, siendo incluidos 23 estudios tras la aplicación de los criterios de inclusión y calidad. Los resultados sugieren que los filicidas comparten ciertas características conductuales y contextuales, aunque algunas de ellas dependen del grado de parentesco con la víctima. Sin embargo, se requieren más estudios que analicen indicadores comunes o diferenciales de los varones filicidas para poder diseñar estrategias de prevención específicas.
Abstract
The incidence and severity of filicides, along with the high social upheaval and media coverage that they produce, demand research that ease the prevention of these crimes. The objective of this systematic review was to analyze the existence or not of common characteristics among filicidal males of underage children, considering several personal and contextual factors, such as degree of kinship, mental disorders, or commission of suicide afterwards. Through an exhaustive search in Web of Science, Pubmed, Scopus, and ProQuest, 8,698 results were obtained, and 23 studies were included after applying the inclusion and quality criteria. The results suggest that filicides share certain behavioral and contextual features, although some of these characteristics depend on the degree of kinship with the victim. However, more studies that analyze common or differential indicators of filicidal males are required to design specific prevention strategies.
Palabras clave
Filicidio, Infanticidio, Neonaticidio, Varones filicidas, Revisión sistemáticaKeywords
Filicide, Infanticide, Neonaticide, Filicidal males, Systematic reviewPara citar este artículo: Carrasco-Sánchez, N., Barón-Picazo, I., López-Ossorio, J. J., Muñoz-Vicente, J. M. y Díaz-Román, A. (2023). Características de los Varones Filicidas de Menores de Edad: una Revisión Sistemática. Anuario de Psicología Jurídica, 33(1), 41 - 48. https://doi.org/10.5093/apj2022a5
Correspondencia: naroa0211@gmail.com (N. Carrasco-Sánchez).Mil millones de menores de entre 2 y 17 años experimentaron violencia física, emocional o negligencia en 2017, y más de 200,000 menores (0-14 años) fueron asesinados en todo el mundo entre 2008-2017 (United Nations Office on Drugs and Crime [UNODC, 2019]). En España, los datos oficiales recogidos en el Portal Estadístico de Criminalidad del Ministerio del Interior (Sistema Estadístico de Criminalidad, 2021) muestran que 181 menores fueron víctimas de homicidio doloso/asesinato consumado entre 2010-2019, suponiendo un promedio anual de 18 casos y correspondiendo el 81.2% a menores de 13 años. Más de la mitad de los homicidios de menores, o infanticidios, son cometidos por sus propios progenitores (Stöckl et al., 2017). Este fenómeno, conocido como filicidio, ya fue el responsable de la muerte de 48 menores en España entre 2004 y 2007 (Centro Reina Sofía, 2008). Los datos no mejoran si se analizan las estadísticas de otros países. Por ejemplo, en Canadá se registraron 1,612 casos de filicidio entre 1961 y 2011 (UNODC, 2019), en Australia se produjeron más de 200 filicidios entre 2000 y 2012 (Brown et al., 2019) y en Inglaterra y Gales se registran aproximadamente 20 filicidios cada año (Nobes et al., 2019). También la Federal Bureau of Investigations (FBI; Criminal Justice Information Services Division, 2019) informa de 405 menores asesinados por sus progenitores en 2018. Algunos autores utilizan de forma genérica infanticidio como el término para referirse a la muerte de un menor de 18 años (Friedman et al., 2012; Lambie, 2001); sin embargo, otros lo emplean para hacer alusión a una víctima menor de un año de edad (Léveillée et al., 2007). Otro concepto empleado también para hacer referencia al homicidio de un menor a manos de sus progenitores es el neonaticidio, que alude a los homicidios en las primeras 24 horas de vida del recién nacido (Resnick 1969, 1970; UNODC, 2019). La existencia y utilización indistinta de diferentes denominaciones para el mismo fenómeno dificulta el estudio de las características del delito (Bourget et al., 2007; Brown y Tyson, 2012). Además, la mayoría de los esfuerzos invertidos en investigación para aumentar y actualizar el conocimiento de los homicidios en el ámbito doméstico se han dirigido a los casos de violencia contra la mujer o de género, mientras que los filicidios han recibido menor atención (Stöckl at al., 2017). Sin embargo, la violencia ejercida contra los más jóvenes se diferencia de la ejercida contra otras personas, entre otros motivos, por la elevada vulnerabilidad de las víctimas (UNODC, 2019). Esta peculiaridad, junto a la incidencia de los filicidios en España y en otros países y a la repercusión mediática y social de estos homicidios, demanda investigaciones que proporcionen datos fehacientes para abordar el problema. En este sentido, sería crucial disponer de información sobre las características de los progenitores que llegan a cometer un filicidio, o posibles factores predisponentes o precipitantes para este tipo de homicidios. No existe un motivo único que lleve a una madre o a un padre a matar a sus propios hijos, pues deben tenerse en cuenta tanto variables demográficas, ambientales y psicosociales, como características individuales propias de cada persona (Pajón et al., 2015). A este respecto, la evidencia empírica apunta a algunas diferencias relacionadas con el sexo del perpetrador y el grado de parentesco entre este y la víctima, la situación familiar o personal en el momento de comisión del delito o la salud psicológica o mental de los progenitores (Pajón et al., 2015), si bien se observan ciertas discrepancias entre los resultados de algunos estudios o los datos provenientes de distintos países (Stöckl at al., 2017). En relación al sexo y al grado de parentesco, el informe del Centro Reina Sofía (2008) atribuye cerca del 90% de los filicidios cometidos en España entre 2004 y 2007 a los progenitores biológicos, siendo solo ligeramente superior la representación masculina. En cambio, datos estadounidenses señalan al padre como al perpetrador más común y apuntan a una probabilidad 100 veces mayor de que los filicidios sean cometidos por los padrastros en lugar de por los padres biológicos (Resnick, 2016). Por otro lado, los menores expuestos a violencia doméstica pueden tener mayor riesgo de filicidio (Reif y Jaffe, 2021), pudiendo ser muchos víctimas colaterales de los homicidios de violencia de género (Lyons et al., 2021). Aunque la separación previa de la víctima de violencia de género de su agresor podría disminuir el riesgo de filicidio, otros factores como el uso de armas de fuego durante el homicidio, el estrés laboral o la conducta suicida podrían aumentar su probabilidad de ocurrencia (Kivisto y Porter, 2020; Lyons et al., 2021). En línea con lo anterior, algunos datos sugieren que la prevención de los filicidios debería centrarse en los trastornos psiquiátricos mayores y la conducta suicida en progenitores sujetos a un elevado nivel de estrés en lugar de en factores de riesgo más generales de violencia interpersonal (Lysell et al., 2014). Sin embargo, la relación entre la salud mental de los progenitores y la probabilidad de cometer filicidio no termina de estar clara en la literatura científica. Pese a que algunos autores consideran que hasta el 75% de los progenitores filicidas padecen algún tipo de trastorno, la existencia de diferencias clínicas en función de la edad o el sexo del agresor parece ser notable, por ejemplo, con más afectación de cuadros psicóticos en las madres que en los padres (Lambie, 2001; Resnick, 1969). En general, los filicidios paternos han sido menos analizados que los maternos, apuntando a una menor afectación de algunos trastornos mentales mayores, así como a un rango mayor de escenarios, métodos y situaciones, precisando del estudio tanto de variables demográficas, ambientales y psicosociales como de las características individuales de los autores (González y Muñoz-Rivas, 2003; Pajón et al., 2015). Resulta necesario, por tanto, analizar en profundidad a los filicidas varones, sintetizando los datos existentes, con la finalidad de conocer las características de estos agresores. Esto podría facilitar a los distintos profesionales (cuerpos policiales, sistema de protección a la infancia y a la mujer y Administración de Justicia) la detección y prevención de los filicidios. Así, podría mejorarse la protección de los menores en el ámbito familiar, pues la literatura científica señala el enfoque de coordinación entre distintas agencias como el más adecuado para afrontar estos retos (Carruthers, 2016; Dawson, 2015; Declercq et al.,2017; López-Ossorio et al., 2018; Lucas et al., 2002; Stanton y Simpson, 2002). El objetivo de esta investigación ha sido analizar, mediante una revisión sistemática, la existencia o no de características comunes entre los varones filicidas de niños menores de 18 años y también proporcionar datos sobre la incidencia de los filicidios cometidos por padres biológicos y no biológicos sobre la prevalencia de los trastornos mentales y del suicidio entre los varones filicidas y otras variables potencialmente relacionadas con esta tipología de homicidios. Para la realización de esta revisión sistemática se siguieron las recomendaciones recogidas en el Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses (PRISMA) disponibles en Liberati et al. (2009) y las de Perestelo-Pérez (2013), incluyendo el seguimiento de un protocolo elaborado previamente. Estrategia de Búsqueda La búsqueda de los estudios se efectuó en junio-julio de 2020 en las siguientes bases de datos: Web of Science, Pubmed, Scopus y ProQuest. La estrategia de búsqueda utilizada, restringida a los campos de búsqueda de título, resumen y palabras clave (dependiendo de la base de datos), fue: (filicide OR “childhomicide” OR “childmurder” OR neonaticide OR infanticide) AND (father OR stepfather OR male OR man OR parent OR parental). Con la finalidad de obtener todos los estudios posibles, no se limitó la búsqueda por año o lenguaje de publicación. Criterios de Inclusión/Exclusión Se seleccionaron los estudios originales/empíricos que aportaban información sobre las características sociodemográficas, psicológicas o psiquiátricas de padres o padrastros filicidas de uno o varios hijos menores de 18 años, pudiendo cometer suicidio posteriormente o no. En caso de que una muestra masculina estuviera presente frente a una femenina, se seleccionaron únicamente aquellos estudios en los que los resultados se presentaban por separado para ambos sexos. Respecto al factor cultural, se seleccionaron solo datos procedentes de países occidentales. De esta forma se pretendía controlar cualquier sesgo cultural que impidiese la extrapolación de los resultados obtenidos a otros países con distintos contextos culturales, como India y China, países en los que la predilección de un hijo varón aumenta los filicidios de las hijas (Stanton y Simpson, 2002). Se excluyeron aquellos estudios en los que la edad de las víctimas superaba los 17 años o los datos no se diferenciaban por el sexo del agresor. Tampoco se incluyeron libros, resúmenes de congresos o estudios de caso o artículos cuyos textos completos no pudieran ser localizados. Proceso de Selección Para llevar a cabo la selección de los estudios, dos de los autores revisaron el cumplimiento de los criterios de inclusión/exclusión en los estudios recuperados de forma independiente, resolviéndose las discrepancias por consenso. Los estudios se examinaron primeramente por título y resumen y a posteriori los estudios retenidos en esta primera criba fueron examinados a texto completo. Calidad Metodológica Se evaluó la calidad metodológica media de los artículos incluidos en esta revisión aplicando la Declaración STROBE [Strenghtening the Reporting of Observational Studies in Epidemiology] (Vandenbroucke et al., 2009). Este instrumento evalúa la presencia o no de 22 ítems en los artículos como indicador de su calidad. Extracción de Datos y Codificación Debido a la heterogeneidad de los resultados encontrados en los estudios incluidos, se decidió realizar un análisis cualitativo de los mismos o una síntesis narrativa en lugar de optar por un análisis cuantitativo o metaanálisis. Se tuvieron en cuenta las siguientes variables, descritas más extensamente en el libro de codificación empleado para la extracción de los datos: tamaño de la muestra, parentesco con la víctima, tipo de homicidio, edad del agresor y la víctima, factores contextuales, presencia de trastorno mental y comisión de suicidio. Los datos de cada estudio fueron extraídos por dos de los autores de forma independiente, calculándose a posteriori la fiabilidad interjueces, que fue alta tanto para las variables continuas (índice de correlación intraclase [ICC] = 1) como para las variables categóricas (coeficiente kappa [κ] = .90-1.00). Estudios Incluidos Entre las cuatro bases de datos utilizadas, se obtuvieron 8,698 resultados, quedando 6,072 tras eliminar los duplicados con el gestor bibliográfico EndNote. Después fueron excluidos 6,823 por título y resumen, evaluándose 63 estudios a texto completo. De estos últimos se incluyeron finalmente 23 estudios publicados entre 1971 y 2019, con una calidad metodológica media-alta, según el cumplimiento de los ítems de la Declaración STROBE (15-22 puntos sobre 22), lo que indica un riesgo de sesgo medio o bajo. Solo un artículo fue excluido por incumplimiento de los elementos considerados apropiados según la declaración anterior. El proceso de selección de los estudios se muestra en la Figura 1. Debido a un solapamiento en la muestra, tres de los estudios incluidos (Putkonen et al., 2010, 2011, 2016) se contabilizaron y revisaron como un único estudio, considerándose, por tanto, 21 estudios diferentes para la revisión. Los estudios seleccionados fueron realizados en Europa, América del Norte y del Sur y Australia (Tabla 1). En su mayoría, son registros de casos retrospectivos, incluyendo un estudio clínico retrospectivo, que recogen datos de interés desde distintas fuentes: ámbito policial (atestados y bases de datos policiales), ámbito jurídico (sentencias y exámenes del perpetrador), ámbito penitenciario (exámenes de los convictos) y ámbito psicológico (entrevistas con los perpetradores). Descripción de Resultados Tipo de Homicidio En todos los estudios incluidos, los autores presentaron sus homicidios como filicidios, pudiendo en ocasiones especificar en dos categorías más concretas. En el 42.86% (k = 9) de los estudios, se combinaron los filicidios con infanticidios y en el 14.28% (k = 3) de las investigaciones revisadas combinaban los dos términos anteriores con neonaticidios (infanticidios cometidos en las primeras 24 horas de vida del recién nacido). Edad de la Víctima En los estudios en los que no se especifican las edades de las víctimas por parentesco el rango de edad en el que se aprecia mayor representación es de menos de 1 a 5 años. Cuando los datos son presentados mediante medias, la edad media de las víctimas es de 4.8 años. Si se diferencian las edades de los menores según el parentesco del agresor, los padres biológicos son más propensos a matar a niños menores de 1 año y mayores de 5 (de 5 años a 17). En cambio, los padres no biológicos tienden más a cometer filicidio con menores de entre 1 y 4 años. Edad del Agresor Los filicidas paternos analizados en los estudios incluidos se distribuyen en torno a dos rangos de edad de forma muy equitativa: de 25 a 34 años y de 35 a 44 años. Cuando los resultados son presentados a través de medias, la edad media de los agresores es de 34.3 años. En cuanto a la diferenciación por parentesco, los padres biológicos tienden a distribuirse en un rango de edad comprendido entre 25 y 35 años. Sin embargo, los padres filicidas no biológicos son propensos a cometer los homicidios con más de 30 años de edad. Parentesco Se aprecia una mayor representación de los padres biológicos entre los datos de la muestra. Los padres biológicos predominan en el 76.19% (k = 1) de los estudios revisados, mientras que los padres no biológicos solo en el 9.52 (k = 2) de los mismos. En tres de los estudios no se distinguía el grado de parentesco entre filicida y víctima. Factores Contextuales Estar casado constituye el estado civil más común entre los filicidas estudiados, observándose un porcentaje que puede alcanzar el 80% (Friedman et al., 2005) entre los estudios que aportaban esta información. Además, entre los estudios que analizaban el nivel educativo o la situación laboral se observa que el mayor porcentaje de los filicidas presentaba un nivel educativo bajo-medio (hasta el 84%; Benítez-Borrego et al., 2013) y disponían de empleo en el momento de la comisión del delito (en torno al 90%; Benítez-Borrego et al., 2013; Léveillée y Doyon, 2019). Por otro lado, respecto a la existencia de violencia previa al delito dentro del núcleo familiar se encuentra, presencia de conductas violentas contra su mujer (exmujer) e hijos (superior al 50%; Alder y Pok, 1996), presencia de maltrato infantil (hasta un 75%; Eriksson et al., 2016) y violencia de género de forma exclusiva, sin implicar violencia contra el menor (en torno el 65%; Friedman et al., 2005). Otra característica observada en cierta parte de los filicidas fue el consumo habitual de sustancias de forma abusiva. De los seis estudios en los que se investigó el consumo durante el delito, tres dieron datos positivos de intoxicación de los filicidas durante el mismo (Dixon et al., 2014; Kauppi et al., 2010; Putkonen et al., 2011). Antecedentes Criminales El 33.33% (k = 7) de las investigaciones reportaban la presencia de antecedentes criminales en los perpetradores. Dentro de estos estudios, el porcentaje medio presentado de antecedentes criminales de los filicidas oscilaba entre el 20% y el 40%. Trastornos Mentales En el 42.86% (k = 9) de los estudios se informa de la presencia de trastornos mentales en las muestras estudiadas. Los dos trastornos que más se repiten entre los filicidas (en 8 de los 9 estudios) son los trastornos de la personalidad y los trastornos del estado de ánimo (depresión), teniendo mayor representación en la muestra los primeros, con un porcentaje que puede alcanzar hasta el 80% (Benítez-Borrego et al., 2013). Los trastornos depresivos suelen estar presentes la mayoría de las veces en los padres suicidas (Bourget et al., 2007). Suicidio En el 76.19% (k = 16) de los estudios se incluyeron datos de filicidas que se suicidaron o tuvieron tentativas de suicidio tras la comisión del delito. Los padres biológicos son más representativos que los no biológicos dentro de este grupo de agresores en los estudios incluidos (Daly y Wilson, 1994). Concretamente, teniendo en cuenta los estudios que analizan esta variable distinguiendo entre filicidas biológicos y no biológicos se observa hasta una variación del 33% entre los porcentajes de filicidas suicidas biológicos y no biológicos (Harris et al., 2007; Tabla 1). Los resultados de los estudios incluidos en esta revisión sistemática sugieren la existencia de ciertas características conductuales y contextuales comunes entre los varones filicidas de menores de 18 años; también una relación entre algunas de esas características y el grado de parentesco (padre biológico o no biológico). Entre los resultados más consistentes encontrados en esta revisión destaca la sobrerrepresentación de los padres biológicos frente a los no biológicos en los varones filicidas. Estos agresores suelen ser adultos jóvenes (menores de 45 años), con un nivel socioeducativo bajo-medio, pero sin presentar necesariamente precariedad laboral o situación de desempleo. Específicamente, la mayor parte de los filicidas analizados en los estudios incluidos disponían de empleo en el momento de comisión del delito. Otras características observadas entre los varones filicidas son la presencia de violencia previa en el ámbito familiar—ejercida hacia la pareja en exclusividad o hacia esta y los hijos/as—o de otros antecedentes criminales, así como el consumo habitual de sustancias de forma abusiva. De hecho, en la mitad de los estudios incluidos en los que se analizó esta última variable se detectaron incluso casos de intoxicación durante la comisión del filicidio. Los datos anteriores sobre el abuso de sustancias podrían constituir indicios de la presencia de adiciones entre los varones filicidas. Sin embargo, partiendo de los estudios revisados no es posible determinar con exactitud la relación de los filicidios con la existencia de trastornos mentales entre los perpetradores de los mismos. En particular, en poco menos de la mitad de los estudios incluidos se aportaba información sobre si los filicidas analizados presentaban trastornos mentales diagnosticados, si bien los datos recogidos en estos estudios sí apuntan a la existencia de alteraciones psicológicas, destacando sobre todo los trastornos de personalidad seguidos de los trastornos depresivos o del estado de ánimo. También la presencia de antecedentes penales junto a un consumo habitual de sustancias sugeriría un perfil antisocial que podría vincularse con trastornos de personalidad. Esto encaja con los resultados de otros autores que señalan la asociación de los trastornos de personalidad, especialmente del clúster B, y el consumo de tóxicos (alcohol), con la violencia de pareja en general (Juarros-Basterretxea et al., 2020) y el feminicidio en particular (Kivisto, 2015). Además, tales patologías psiquiátricas podrían explicar también la clara tendencia al suicidio o a las tentativas de suicidio tras la comisión del delito detectada en algunos de los estudios incluidos, con porcentajes que alcanzan el 60% y que parecen especialmente acusados entre los padres biológicos. En comparación, el porcentaje de casos de suicidio entre padres no biológicos llega a ser casi inapreciable en algunos estudios (p. ej., Brown et al., 2014; Harris et al., 2007). La mayor representación de los padres biológicos entre los filicidas-suicidas podría deberse a que factores estresantes como la separación o las peleas conyugales o la falta de redes de apoyo externo al núcleo familiar pueden terminar desembocando en la experimentación de síntomas depresivos y estos propiciar la comisión del filicidio seguido de suicidio (Brown et al., 2014; Harris et al., 2007). En efecto, analizando las alteraciones psicológicas de los filicidas informadas en algunos estudios se observa que aunque los padres no biológicos podrían ser más propensos que los biológicos al consumo abusivo de sustancias (Cavanagh et al., 2007), la presencia de trastornos depresivos parece superior en estos últimos (Brown et al., 2014). Esto, añadido a la situación de conflicto conyugal o divorcio que pueden estar viviendo estos filicidas (Léveillée et al., 2019; Putkonen et al., 2010), podría hacer que llegaran a justificar su delito como forma de castigo hacia la madre o como desahogo emocional ante distintos factores estresantes. Más allá de las potenciales diferencias en cuanto a la comisión o tentativa de suicidio entre los filicidas biológicos y no biológicos, o al tipo de alteraciones psicológicas presentadas, se observan otras diferencias entre ellos que conviene tener en cuenta. Concretamente, el grado de parentesco parece afectar a la edad del agresor en el momento de cometer el filicidio y a la edad de la víctima. Respecto a la edad de los perpetradores, los padres biológicos suelen tener una edad inferior en comparación con los padres no biológicos (entre 25-35 años vs. más de 30). En cuanto a la edad de la víctima, los padres biológicos parecen más propensos a asesinar a niños menores de 1 año y mayores de 5 (entre 5 y 17 años). En cambio, los padres no biológicos tienden a cometer filicidio cuando los menores tienen entre 1 y 4 años. Estos últimos rara vez asesinan a menores de un año, seguramente porque todavía no se han integrado en la nueva estructura familiar como pareja de la madre (Brown et al., 2014). Otros indicadores diferenciadores de los filicidas biológicos y los no biológicos podrían ser el tipo de violencia previa, contar o no con antecedentes penales y la existencia de factores contextuales estresantes en el momento de comisión del delito. Por un lado, los padres biológicos no suelen provocar actos violentos habituales contra los menores antes del filicidio, aunque sí suele haber una presencia notable de violencia de género. En cambio, los padres no biológicos sí que muestran cierta tendencia a ejercer violencia previa tanto contra su pareja como contra los menores. Por otro lado, es posible que los padres no biológicos sean más propensos a presentar antecedentes penales (Cavanagh et al., 2007). No obstante, serían necesarios más estudios que analizaran estos indicadores en profundidad antes de confirmar su utilidad para distinguir entre ambos tipos de filicidas. En cualquier caso, independientemente de las mayores o menores diferencias detectadas entre los filicidas según su grado de parentesco con la víctima, se podría decir que la presencia de ciertas variables de forma simultánea parece aumentar la probabilidad de que se cometa un filicidio. En concreto, la existencia de estresores psicosociales, como la conflictividad asociada a una situación de ruptura familiar (p. ej., contextos de separación conyugal, problemas maritales o disputas por la custodia de hijos), en combinación con variables psicopatológicas (trastornos de personalidad y depresión) y falta de apoyo social percibido. Estos datos correlacionan bastante con los encontrados en una investigación sobre feminicidios (López-Ossorio et al., 2018). En ocasiones, tanto la violencia previa hacia los menores como el filicidio es una forma de infligir más daño a la madre, por lo que el objetivo principal del perpetrador podría no ser los menores si no la instrumentalización de los mismos (Alder y Polk, 1996; Brown et al., 2014; Dawson, 2015; Eriksson et al., 2016; Léveillée et al., 2007; Léveillée et al., 2019; Marleau et al., 1999). Como retos de futuro, convendría analizar las cuestiones anteriores prestando atención a posibles patrones comunes o diferenciales entre distintos tipos de filicidas y teniendo en cuenta la estrecha relación entre el filicidio y la violencia de género. En este sentido, los resultados de Reif y Jaffe (2021) apuntan a un mayor riesgo de homicidio entre los menores expuestos a violencia doméstica y los de Lysell et al. (2014) sugieren que no existen muchos factores específicos de filicidio comparado con aquellos homicidios de pareja. También sería importante en futuros estudios considerar algunas de las limitaciones encontradas en esta revisión sistemática. En relación a estas limitaciones, es destacable la alta heterogeneidad observada en los estudios incluidos en esta revisión a la hora de evaluar e informar de las características particulares y contextuales de los varones filicidas, lo cual es contraproducente para la obtención de conclusiones que permitan diseñar estrategias de prevención de los filicidios. Por tanto, una mayor homogeneidad en la recogida de información, aunque esta pudiera seguir proviniendo de distintos ámbitos (policial, jurídico, penitenciario, psicológico, etc.), sería de gran ayuda para la actuación frente a esta tipología de delitos. En general, tomando en consideración los resultados expuestos, la presente revisión podría ser de gran utilidad para orientar investigaciones futuras debido a la falta de información sobre estos tipos de agresores. Se percibe una gran necesidad de explicación de este fenómeno desde la sociedad hasta la comunidad científica debido al daño inconmensurable que generan sus consecuencias. The filicides or child homicides committed by their own parents are in the topmost serious crimes because of the victim’s vulnerability (UNODC, 2019). Despite the fact that these crimes cause a great social upheaval and media coverage, they are still a quite invisible phenomenon for the academic community and child protection services. However, their incidence and severity demand studies that ease the prevention of these kind of crimes. Analyzing the characteristics of parents that have committed filicide could help to improve the protection of minors in the family environment, as well as to guide professionals in achieving that goal. In this regard, the empirical evidence suggests some differences among filicides depending on their sex, degree of kinship with the victim, personal or family situation at the time of the crime, and mental health (Pajón et al., 2015). Nevertheless, discrepancies are still noted between some results (Stöckl at al., 2017) and furthermore paternal filicides are less studied than maternal ones. Therefore, the aim of this systematic review was to analyze the existence or not of common characteristics among filicidal males of children aged under 18, taking into account several personal and contextual factors (e.g., degree of kinship with the victim, mental disorders and commission of suicide afterwards). Method An exhaustive search was conducted in Web of Science, Pubmed, Scopus, and ProQuest to retrieve all the studies available until July 2020. We used the following search strategy: (filicide OR “child homicide” OR “child murder” OR neonaticide OR infanticide) AND (father OR stepfather OR male OR man OR parent OR parental). The search was limited to title, abstract, and keywords, and no limits were set by publication year or language of the manuscript. The records were imported into Endnote. The studies retrieved were firstly assessed against inclusion/exclusion criteria by title and abstract, and afterwards the retained studies were assessed by full-text. The studies were included if they provided original data on socio-demographic, psychological, or psychiatric characteristics of genetic fathers or stepfathers who had committed filicide to underage children. Consequently, studies with adult victims or which did not provide separate data for fathers and mothers were excluded from this systematic review. Single-case studies, reviews, meta-analyses, books, and studies published just as conference papers were also excluded. Moreover, in order to prevent any potential impact of culture and ease the generalization of results, only studies conducted in Western countries were considered for this systematic review. The methodological quality of the studies included was assessed using the STROBE checklist. For the study coding, the following data were extracted from each study: sample size, degree of kinship with the victim, filicide’s age, victim’s age, contextual factors, presence of mental disorders, and commission of suicide after the crime. The specific kind of homicide reported in every study was also codified as follows: filicide (the general term used to refer to a child homicide by their parents), infanticide (a term referring to a filicide when the child is under one year), or neonaticide (a term referring to a filicide during the first 24 hours of life). The study selection and coding were independently conducted by two of the authors, and the discrepancies between them were solved by a third author. In addition, the whole process was carried out according to a previously prepared protocol and codebook, and following the recommendations of the PRISMA statement (Liberati et al., 2009) and Perestelo-Pérez (2013). Qualitative data analyses were the procedure chosen to summarize the results. Results and Discussion The database search yielded 8,698 records (6,072 non-duplicate results), out of which 23 were included after checking the inclusion and quality criteria. Due to overlapping samples, three of the studies included (Putkonen et al., 2010, 2011, 2016) were counted and reviewed as a single study, thus considering 21 different studies for this systematic review. The studies included were published between 1971 and 2019, and were conducted in four different continents (Europe, North and South America, and Australia). They also presented a high-medium methodological quality, with scores ranging from 15 to 22 over 22 on the STROBE checklist. The study selection process is shown through a flow diagram (Figure 1). The results of the studies included point out some common behavioral and contextual characteristics among filicides, as well as a relationship between some of these characteristics and the degree of kinship between the aggressor and the victim. One of the most remarkable findings is the overrepresentation of genetic fathers in comparison to stepfathers among the filicidal males. These criminals are usually young men (under 45), with a low-medium socio-academic level. However, unemployment or economic deprivation does not seem a general rule, as most of these filicides were employed at the time of the murder. Other characteristics observed were prior violent episodes in the family environment—exclusively directed against the partner or directed against this and the offsprings—, criminal records, and substance abuse. Beyond any potential drug addiction or substance use disorder, there was not possible to accurately determine the relationship between child homicides and filicides’ mental disorders. Nevertheless, the results of some studies suggest that these males might display psychological disturbances, with personality disorders standing out, followed by depression or mood disorders. Indeed, either their criminal records or their frequent substance use would be in such line. Also the presence of mental disturbances could explain the tendency to commit suicide or suicide attempts after the filicide that is reported in some of the included studies, with percentages reaching up to 60%. Moreover, this tendency seems especially outstanding among genetic parents, as in contrast the percentage of suicide cases among stepfathers seems quite imperceptible in some studies. Other potential differences between genetic fathers and stepfathers are their age and the victims’ age when the homicide is committed, the kind of psychological disturbances displayed, the target of prior violent episodes, criminal records, and stressful contextual factors. Filicidal males seem to be younger when they are genetic fathers (25-35 years) than when they are stepfathers (older than 30). Also, the victims’ age is lower when the filicide is committed by genetic fathers than when this is committed by stepfathers. Contrary to genetic fathers, stepfathers seldom kill children under one year. Genetic fathers seem more inclined to show depressive symptoms, whereas substance use seems more common among stepfathers. Although frequent prior episodes of intimate partner violence are usually linked to both genetic fathers and stepfathers, the latter seem more prone to be also involved in violent episodes against children than genetic fathers do. Also stepfathers are less prone to be first offenders and tend to be subject to environmental stressors, such as unemployment or economic deprivation. Independent of the greater or lesser differences between filicides depending on their relationship with the victim, it would be feasible to state that the simultaneous presence of some factors seems to increase the probability of filicide, specifically the existence of psychosocial stressors, such as conflict associated with a situation of family breakdown (e.g., contexts of marital separation, marital problems, or disputes over child custody), in combination with psychopathological variables (personality disorders and depression) and lack of perceived social support. Therefore, forthcoming studies should further analyze both common or differential indicators of filicidal males and the impact of personal and contextual factors. The close relationship between filicide and intimate partner violence requests looking for predictors that allow preventing the cases with the highest risk of this outcome. Conflicto de Intereses Los autores de este artículo declaran que no tienen ningún conflicto de intereses. Para citar este artículo: Carrasco-Sánchez, N., Barón-Picazo, I., López-Ossorio, J. J., Muñoz-Vicente, J. M. y Díaz-Román, A. (2022). Características de los varones filicidas de menores de edad: una revisión sistemática. Anuario de Psicología Jurídica, 33, 41-48. https://doi.org/10.5093/apj2022a5 Referencias Las referencias marcadas con un asterisco indican estudios incluidos en la revisión sistemática. |
Para citar este artículo: Carrasco-Sánchez, N., Barón-Picazo, I., López-Ossorio, J. J., Muñoz-Vicente, J. M. y Díaz-Román, A. (2023). Características de los Varones Filicidas de Menores de Edad: una Revisión Sistemática. Anuario de Psicología Jurídica, 33(1), 41 - 48. https://doi.org/10.5093/apj2022a5
Correspondencia: naroa0211@gmail.com (N. Carrasco-Sánchez).Copyright © 2024. Colegio Oficial de la Psicología de Madrid