M. Patricia Navas, María L. Balmaseda, José A. Gómez-Fraguela y Jorge Sobral
Universidad de Santiago de Compostela, España
Recibido a 2 de Enero de 2022, Aceptado a 9 de Septiembre de 2022
Resumen
La producción científica acerca de cómo puede estar asociada la desconexión moral a perfiles delictivos adultos es reciente, y por ello menos evaluada. En este estudio metaanalítico se plantea determinar la fuerza de la relación entre des-conexión moral y delincuencia en población penitenciaria adulta. Los resultados mostraron una relación moderada entre desconexión moral y delincuencia, con un tamaño del efecto de r = .26 (p < .001). El análisis de variables moderadoras (i.e., tipo de delito, sexo, edad e instrumento de medida de la desconexión moral) no presenta resultados estadísticamente significativos en esta asociación. Finalmente, se concluye que la desconexión moral es un factor de riesgo para la comisión de conductas delictivas, proponiéndose futuras líneas de investigación.
Abstract
Research on moral disengagement associated with adult criminal profiles is recent a recent issue and, therefore, has been less evaluated. This meta-analytic study aims to determine the strength of the relationship between moral disengagement and crime in the adult prison population. The results showed a moderate relationship between moral disengagement and crime, with an effect size of r = .26 (p < .001). The analysis of moderating variables (i.e., type of offence, gender, age, and instrument measuring moral disengagement) do not show statistically significant results in this association. Finally, it is concluded that moral disengagement is a risk factor for criminal behaviour commission, and future lines of research are proposed.
Palabras clave
Desconexión moral, Delincuencia, Metaanálisis, Población penitenciaria adultaKeywords
Moral disengagement, Crime, Meta-analysis, Adult prison populationPara citar este artículo: Navas, M. P., Balmaseda, M. L., Gómez-Fraguela, J. A. y Sobral, J. (2023). Desconexión Moral y Delincuencia en Población Penitenciaria Adulta: una Revisión Metaanalítica. Anuario de Psicología Jurídica, 33(1), 91 - 99. https://doi.org/10.5093/apj2023a2
Correspondencia: mariapatricia.navas@usc.es (M. P. Navas).Un destacado factor inhibitorio que afecta a la mayoría de las personas que no cometen actos delictivos graves remite al ámbito de la moral. El compromiso moral podría dar lugar a emociones y cogniciones intensas que potenciarían la inhibición de futuros comportamientos violentos, antisociales, dañinos a terceros y, a menudo, estrictamente delictivos (Bandura et al., 1996; DeLisi et al., 2014). Las personas suelen adoptar ciertos estándares morales, base de su desarrollo moral individual y de su desempeño en situaciones de interacción social. En torno a estos estándares orbitará su autorregulación moral, proceso mediante el que controlan la conducta, evaluándola con relación a normas morales internalizadas y otras circunstancias percibidas. Este proceso implicaría la existencia de un sistema regulatorio permanente en el que a menudo tienen cabida los autorreproches y las autosanciones, es decir, se abstendrían de comportamientos que vulneren de alguna manera sus normas morales ya que ello conduciría a una autocondena (Bandura, 1999). La valencia negativa del acto delictivo, las posibles consecuencias del sistema de justicia penal y el daño que podría experimentar la víctima disuadirían de la conducta antisocial. Sin embargo, en ocasiones, aun conociendo qué sería lo moralmente correcto, las personas se embarcan en comportamientos reprobables activando una tendencia a encontrar justificaciones y argumentos que reduzcan la autocondena que pudiera derivarse de unos comportamientos contradictorios con los valores y normas de la comunidad. Muchos trabajos han analizado la relación empírica entre ciertas características de personalidad, como la impulsividad, la falta de empatía o la búsqueda de sensaciones con las conductas antisociales y delictivas (Burke, 2001; Sobral et al., 2000; Zuckerman, 2007). La tendencia a recurrir en mayor o menor medida a la autorregulación moral, así como los mecanismos de regulación de su influencia, son también una característica individual con amplia variabilidad entre sujetos. En ese contexto cobra sentido el clásico concepto de Bandura de desconexión moral, definida como “un conjunto de mecanismos de autorregulación cognitiva y conductual que permiten racionalizar y legitimar las conductas disruptivas y delictivas, desactivando aquellas barreras inhibitorias habituales vinculadas al juicio moral” (Bandura et al., 1996). Este proceso personal de desconexión moral puede llevarse a cabo en cuatro niveles, dando lugar a ocho posibles mecanismos de implementación (véase Figura 1). El primer nivel se refiere a la reinterpretación de la naturaleza del propio acto delictivo, recalificándolo como apropiado a través de: (1) la justificación moral del daño cometido sobre terceros como un medio para conseguir un fin superior; (2) el enguaje eufemístico: empleo de un lenguaje adaptado a la reducción de las connotaciones negativas que implican ciertos términos descriptivos de las acciones en cuestión; (3) la comparación ventajosa: comparar la conducta evaluada con otra más grave, restándole a la primera importancia para que parezca notablemente menos grave o, directamente, insignificante. En un segundo nivel se llevaría a cabo una reevaluación del papel del perpetrador del delito mediante los mecanismos de (4) desplazamiento de la responsabilidad, activándose procesos de atribución de la responsabilidad a factores externos al sujeto, tales como la voluntad o el poder de otros; (5) la difusión de la propia responsabilidad entre otras agencias causales, frecuentemente, un grupo. En un tercer nivel, se minimizarían las consecuencias negativas o perjudiciales a través del mecanismo de (6) distorsión de las consecuencias. Por último, en un cuarto nivel, se percibiría sesgadamente lo relativo a los destinatarios de la acción delictiva, desvinculándoles de su rol de víctimas a través de los mecanismos de (7) deshumanización: proceso de eliminación de las cualidades humanas pertenecientes a la víctima, que sería percibida como un objeto carente de sentimientos y dignidad, no susceptible del respeto que sí merecen los auténticos seres humanos, y (8) atribución de la culpa a las víctimas, transfiriendo a estas la responsabilidad de provocar o forzar el comportamiento del agresor (Bandura, 2001). Todos estos mecanismos de autorregulación cognitiva y conductual que conforman la desconexión moral jugarían un rol clave en la explicación de la motivación delictiva en el marco de la interacción entre factores personales y aquellos propios del escenario situacional propio de muchas aproximaciones integradoras hacia el fenómeno criminal (p. ej., SAT; Wikström, 2004, 2010). En este sentido, incluso personas muy capacitadas para el razonamiento moral podrían actuar como si tales estándares habituales quedasen, al menos transitoriamente, en suspenso, facilitándoles la realización de los actos más abominables, incluidos comportamientos terroristas y genocidas (Férriz et al., 2019; Koomen y Van der Pligt, 2016; Maikovich, 2005; Sobral y Gómez-Fraguela, 2008; Tabares y Palacio, 2021). Además, esta aproximación de la desconexión moral se complementa con los postulados sobre la autoeficacia del propio Bandura (1999) donde, una vez que se ha traspasado la frontera de la vinculación moral, las personas pueden realizar cualquier tipo de conducta delictiva que se juzguen capaces de ejecutar. De este modo, el recurso frecuente a tales mecanismos de desconexión moral y un resultado ajustado a la capacidad propia para lograr los resultados pretendidos generarán habituación a su uso, facilitando la progresión de la desinhibición individual y de la gravedad de los delitos (Gini et al., 2014). Estos pueden acabar siendo interiorizados como aceptables, con el consiguiente incremento del riesgo de reincidencia, tal y como ocurre, por ejemplo, en el supuesto de las agresiones sexuales (Petruccelli et al., 2017). Hay abundante literatura científica que relaciona la desconexión moral con la delincuencia general y múltiples conductas antisociales (DeLisi et al., 2014; Kiriakidis, 2008; Shulman et al., 2011), pero la gran mayoría de la evidencia disponible se centra en población adolescente. Así, por ejemplo, Shulman et al. (2011) realizaron un trabajo clarificador al respecto, con el valor añadido de utilizar un enfoque longitudinal. Emplearon la muestra de adolescentes inscritos en el estudio Pathways to Desistance, un análisis prospectivo de 1,354 delincuentes juveniles de entre 14 y 17 años en el que encontraron una robusta asociación de tipo predictivo entre desconexión moral y la posterior implicación en actos criminales de gravedad. En esta investigación se acredita también la existencia de una relación intensa y positiva entre la disminución del uso de mecanismos de desconexión moral y el abandono de las carreras criminales. Por su parte, DeLisi et al. (2014) en otro estudio longitudinal con adolescentes problemáticos hallaron que la necesidad de justificación implícita en el uso de los mecanismos de desconexión moral era significativamente mayor en aquellos adolescentes con bajos niveles de psicopatía. En otras palabras, aquellos sujetos cuya psicopatía fuese elevada ni siquiera sentirían el impulso para racionalizar y justificar sus conductas antisociales. La ausencia de culpa y remordimiento haría innecesario ese recurso cognitivo. Por consiguiente, con la relación de la desconexión moral y la conducta antisocial y/o delictiva en adolescentes bien documentada, se indaga en la actualidad acerca de cómo puede estar vinculada esa desconexión moral a la delincuencia en adultos. En busca de perfiles personológicos más amplios, Navas et al. (2021b) encuentran una fuerte asociación entre la desconexión moral y la triada oscura de la personalidad en población penitenciaria adulta. Este perfil considera además de la psicopatía rasgos frecuentemente asociados con la agresión y la violencia, como el narcisismo y el maquiavelismo (Kavish et al., 2019; Lambe et al., 2019; Todeanca y Dumbrava, 2017) en una muestra de 160 hombres encarcelados de entre 19 y 73 años y un grupo control con las mismas características (160 participantes de entre 18 y 75 años). Los resultados indican que aquellos adultos con delincuencia oficial registrada e historial de violencia interpersonal presentaban puntuaciones significativamente más altas que la población comunitaria, tanto en todos los componentes de la triada oscura de la personalidad como en los mecanismos de desconexión moral. Asimismo, se ha investigado si la desconexión moral se asociaría con la cronificación de ciertas carreras delictivas (Cardwell et al., 2015). En el ámbito de la delincuencia sexual, por ejemplo, la investigación de D’Urso et al. (2019) encontró una elevada asociación entre el uso de algunos mecanismos de desconexión moral y las distorsiones cognitivas específicas típicas en agresores sexuales de niños. Estos y otros resultados han motivado la realización de revisiones metaanalíticas para integrar y cuantificar el conjunto de la evidencia disponible. Por ejemplo, Wang et al. (2014), en un metaanálisis de la relación entre la desconexión moral y el comportamiento agresivo en una muestra acumulada de 24,536 adolescentes obtenida de 41 estudios diferentes, encontraron una correlación positiva, y relativamente intensa, entre ambas variables (r = .35). La desconexión moral sería un buen predictor, entre otros, de comportamientos antisociales y/o delictivos. Asimismo, Férriz et al. (2019) realizaron una revisión metaanalítica para estimar la magnitud de la relación entre la desconexión moral y la delincuencia juvenil severa. Con un total de 20 estudios primarios y una muestra acumulada de 10,061 participantes obtuvieron un tamaño del efecto de r = .35, es decir, una relación positiva de intensidad moderada entre ambas variables. Además, tuvieron en cuenta la tipología de delito como variable moderadora, hallando que el recurso a la desconexión moral es mucho más habitual cuando se incrementa la gravedad del delito. La mayoría de los estudios y de las revisiones metaanalíticas realizadas hasta el momento han sido en población adolescente. Hay pues necesidad de más investigación en población adulta en general, y penitenciaria en particular. De esta forma, el objetivo principal de la presente revisión metaanalítica es analizar la evidencia disponible sobre la relación entre desconexión moral y conductas delictivas oficialmente registradas en adultos juzgadas y sancionadas por los respectivos sistemas penales. Además, se pretende estudiar si variables como la edad o el sexo de los participantes, así como el instrumento de medida empleado o el nivel de gravedad de delito, tienen una función moderadora de dicha relación. Algunos estudios refieren diferencias significativas entre ambos sexos, hallando en los hombres puntuaciones más elevadas en desconexión moral, aunque su relación con la conducta delictiva no se ve afectada por estas diferencias de manera significativa (Brugués y Caparrós, 2021; DeLisi, 2014; Férriz et al., 2019; Oberman, 2011). Asimismo, la relación entre desconexión moral y delincuencia parece afectada por la edad de los participantes, ya que ambas variables tienden a disminuir con el tiempo (Shulman et al., 2011). Además, es necesario diferenciar entre los trabajos el tipo de instrumento empleado para evaluar la desconexión moral, ya que no todos los instrumentos introducen el mismo error de medida ni miden el constructo desde el mismo marco teórico, hecho que puede afectar a la magnitud de los tamaños del efecto obtenidos (Férriz et al., 2018; Saif y Riaz, 2021). Por ejemplo, Moore et al. (2012) indican que la desconexión moral no sería únicamente un proceso que se active en un contexto o situación específica, sino que sería una diferencia individual que permite a las personas inclinadas a la desconexión moral comportarse de forma poco ética sin sentir culpa ni remordimiento (Bandura, 1999; Bandura et al., 1996; Bandura et al., 2001). Por lo tanto, desde esta aproximación, la propensión a desconectarse moralmente es una disposición individual asociada a una red nomológica de diferencias individuales en la que intervienen rasgos como los de la tríada oscura para predecir comportamientos poco éticos y violentos (Navas et al., 2021a). Además, el tipo de delito se considera como otra variable moderadora para conocer cómo puede influir la gravedad de este en la relación de la desconexión moral y la delincuencia. Siguiendo las recomendaciones de Bonta et al. (1998) es importante diferenciar entre delitos violentos, aquellos que conllevan agresión contra otras personas, y delitos no violentos, sin víctima personal, como los delitos fiscales o por tráfico de drogas. Algunos estudios han hallado puntuaciones más elevadas en desconexión moral en autores de delitos violentos, como el asalto, la agresión, el homicidio, la amenaza de violencia y el uso de armas, que conllevan una gran implicación interpersonal (D’Urso, Petrucelli, Grilli, et al., 2018). Por último, se espera que la información proporcionada pueda contribuir a adaptar la intervención en sede penitenciaria al principio de responsividad, buscando maximizar su probabilidad de que sea eficaz para cada interno. Además, la economía y sencillez de la evaluación de la desconexión moral podría aconsejar su inclusión en los protocolos de valoración del riesgo de reincidencia. Búsqueda de Estudios Los 8 estudios primarios incluidos en el metaanálisis se obtuvieron mediante diversas estrategias de búsqueda y localización. Para alcanzar los objetivos propuestos en esta revisión metaanalítica se siguieron las recomendaciones de la declaración PRISMA (Urrútia y Bonfill, 2010), así como otros artículos importantes (Fernández-Fernández et al., 2021; Sánchez-Meca, 2010). En esta línea, se adoptaron 4 estrategias diferentes para localizar los estudios. En primer lugar, se realizó una búsqueda exhaustiva en las bases de datos Web of Science, PsycInfo, Teseo, PubMed, Scopus, Medline, Eric, Dialnet, ScienceDirect y ProQuest, empleando los siguientes descriptores: moral disengagement AND adult crime*, moral disengagement AND jail adult*, moral disengagement AND adult criminal behavior*, moral disengagement AND adult offenders*, moral disengagement AND young adult offenders*, moral disengagement AND incarcerated adults*, desconexión moral AND adultos encarcelados* y desconexión moral AND crimen adultos*. No hubo restricciones con respecto fecha e idioma. Para la selección de palabras clave se tomaron como punto de partida las utilizadas en metaanálisis anteriores (Férriz et al., 2019) así como el tesauro de PsycInfo y DeCS (descriptores en ciencias de la salud), con el fin de diseñar una ecuación de búsqueda lo más completa posible. La búsqueda permitió encontrar una gran diversidad de resultados según la fuente: desde 2 resultados en ScienceDirect hasta 107 resultados en Scopus, pasando por los 65 obtenidos en la base Web of Science, los 65 de PsycInfo, los 107 de ScienceDirect, 18 en ProQuest, 47 en PubMed y 7 en Medline. Tras esto, se llevó a cabo una revisión en las diferentes áreas virtuales de las bibliotecas de dos universidades (Universidad de Santiago de Compostela y Universidad de Andalucía) para localizar revistas, manuales o libros sobre el tema que pudieran incluir datos de interés. Posteriormente se procedió a un análisis de referencias de los trabajos obtenidos con el procedimiento anterior, así como las referencias de las revisiones narrativas y cuantitativas localizadas sobre el tema, incluidas revistas y capítulos de libros (Ancestry Approach). Por último, se estableció contacto con aquellos investigadores cuyas publicaciones no eran de libre acceso para poder incluirlos en el metaanálisis y reducir el sesgo de publicación. Criterios de Inclusión y Exclusión Para seleccionar los estudios primarios a incluir en el metaanálisis se siguieron los siguientes criterios: (a) muestra compuesta de población penitenciaria adulta, es decir, personas mayores de 18 años privadas de libertad por conductas delictivas, juzgadas y sancionadas por los respectivos sistemas penales; (b) presentación de un tamaño del efecto de la relación entre desconexión moral y delincuencia o, en su defecto, de un estadístico mediante el que calcularlo; (c) los estudios debían estar escritos en inglés, francés, castellano, gallego o portugués. Tabla Nota. N = tamaño muestral; sexo, de la población objeto de estudio: H = hombre, ambos = hombres y mujeres; medida = instrumento de medida de la variable desconexión moral; tipo delito = violento: delito contra personas, ambos: delitos contra personas y no violentos; NE = no especificado; r = coeficiente de correlación de Pearson. Se excluyeron aquellos estudios (a) cuyos resultados replicasen los ya incluidos en el metaanálisis, (b) centrados únicamente en comportamientos antisociales no tipificados como delito y (c) que no fueran estudios primarios. Este proceso de búsqueda proporcionó un total de 295 estudios primarios. Tras eliminar los 31 artículos duplicados utilizando el gestor bibliográfico Endnote se obtuvo un total de 264 artículos, de los cuales 256 fueron excluidos, de los cuales 15 solo evaluaban conductas antisociales, 157 no cumplían el criterio de inclusión referente a la edad y 82 no expresaban la asociación entre la desconexión moral y la delincuencia oficialmente registrada. Además, se excluyeron otros dos estudios durante el proceso de codificación por no proporcionar los estadísticos que permitieran poder calcular el tamaño del efecto (Figura 2). Finalmente, se seleccionarion 8 estudios, que proporcionaron 8 tamaños del efecto con una muestra acumulada de 3,642 adultos institucionalizados para el análisis metaanalítico (Tabla 1). Codificación de Estudios Principales Con todos los estudios primarios localizados, se procedió a realizar un registro codificado de las características que iban a ser analizadas a posteriori: nombre del estudio, autores, año de publicación, base de datos en la que se encontró, tamaño de la muestra, edad y sexo de la muestra penitenciaria y control, tipología de delito que incluye, instrumento de medida de la desconexión moral y tamaño del efecto. Dos jueces independientes llevaron a cabo por duplicado el protocolo de codificación . Tras la codificación de los estudios primarios se obtuvo un acuerdo interjueces, mediante la kappa de Cohen, de .62, interpretado como un gran acuerdo entre codificadores según la guía de interpretación de la estadística kappa (κ) de Cohen (Landis y Koch, 1977). Se abordaron las discrepancias entre los investigadores llegando a un acuerdo, obteniéndose finalmente un kappa = 1. Análisis de Datos El procedimiento utilizado para llevar a cabo el presente metaanálisis fue una metodología correlacional. Esta metodología consiste en el análisis de la covariación entre los resultados obtenidos en las variables “delincuencia” y “desconexión moral”. Como medida del tamaño del efecto se utilizó el coeficiente de correlación de Pearson, para lo cual se llevó a cabo el cálculo de este a través de la media y la desviación típica de las puntuaciones que facilitaban los estudios con ayuda de la calculadora de tamaños del efecto “Practica meta-analysis” (Lipsey y Wilson, 2001), así como algunas transformaciones de los indicadores de diferencias significativas intergrupos de adultos encarcelados y control a coeficiente de correlación con la calculadora de Ellis (2009). En cuanto a la evaluación de la desconexión moral, los estudios utilizaron diversos instrumentos: tres de los ocho estudios emplearon la Escala de Mecanismos de Desconexión Moral (MDS) (Bandura et al., 1996), que consta de 32 ítems de tipo Likert con tres opciones de respuesta. Permite obtener una puntuación global de desconexión moral y ocho puntuaciones concretas para cada uno de los mecanismos de desconexión moral. Las propiedades psicométricas de esta escala se han sido confirmado en diferentes poblaciones, alcanzando una fiabilidad de .78 (Férriz et al., 2019; Rubio-Garay et al., 2017). Otros dos de los trabajos emplearon una adaptación de esa escala, denominada Escala de Desconexión Moral (Bandura et al., 2001), compuesta por 17 ítems con respuesta en escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta, desde completamente de acuerdo hasta completamente en desacuerdo (South y Wood, 2006). En ambos casos la escala se adaptó a los prisioneros adultos, ya que originariamente se diseñó para niños (South y Wood, 2006; Wood et al., 2009). Otro estudio utilizó la subescala de desconexión moral incluida en el Cuestionario del Índice de Delitos Informáticos y Aprendizaje Social (CCISLQ; Skinner y Fream 1997), una modificación de la escala original de Bandura (1996) compuesta por 14 ítems evaluados con escala tipo Likert y enfocados concretamente a medir la desconexión moral con cuatro opciones de respuesta (Rogers, 2001). Los dos estudios restantes emplearon la Escala de Propensión a la Desconexión Moral (Moore et al., 2012), formada por 24 ítems de tipo Likert con siete opciones de respuesta. La escala proporciona una puntuación general de desconexión moral y ocho específicas, una por cada mecanismo (Navas et al., 2021a, 2021b). La fiabilidad del criterio se extrajo de los estudios principales, siendo la fiabilidad media del criterio evidenciada en el metaanálisis global de .86 (Tabla 2). A la hora de seleccionar la fiabilidad de cada estudio, cuando esta se proporcionaba en forma de rango, se seleccionó el valor más bajo. En cuanto a la medida de la delincuencia, los 8 estudios primarios incluidos en el metaanálisis aportaban datos del historial delictivo de los participantes, así como estadísticos cuantitativos específicos de la población penitenciaria cuando había un grupo control. Las clasificaciones se efectuaron según la tipología del delito, separando los estudios que únicamente consideraron delitos violentos de los que consideraron todo tipo de delitos, entendiendo los primeros como aquellos que implicaban un daño directo sobre una o más personas. Se codificó la variable sexo en términos de presencia o ausencia de mujeres en la muestra de cada estudio, resultando cinco estudios cuya muestra era exclusiva de hombres y tres compuesta por hombres y mujeres. Los análisis se llevaron a cabo con la herramienta Meta-Essentials (Suurmond et al., 2017; Van Rhee et al., 2015) y los datos adquiridos se interpretaron utilizando el manual How to interpret results of meta-analysis de Hak et al. (2016). Tanto para el análisis de la relación entre desconexión moral y delincuencia en adultos como para el de las variables moderadoras se empleó el Workbook 5 Meta-Essentials Correlational data 1.5. Se utilizó el modelo de efectos aleatorios, ya que los datos presentaron una heterogeneidad alta (Q = 53.03, p < .001) a analizar si es producto de las variables moderadoras (Hedges y Vevea, 1998). Se evaluó mediante el estadístico I2 el grado de heterogeneidad. La heterogeneidad para I2 puede cuantificarse como baja, moderada y alta, con límites superiores de 25%, 50% y 75% respectivamente. Los resultados del metaanálisis se presentan a continuación. Análisis de los Estudios Primarios Antes de realizar el metaanálisis se llevó a cabo un estudio de valores atípicos con el objetivo de evitar la contaminación de los resultados. Para ello se utilizó como criterio de decisión ± 2 * IQR (rango intercuartil) del tamaño medio del efecto ponderado por el tamaño de la muestra. Los resultados obtenidos no arrojaron ningún valor anómalo, por lo que se continuó con el procedimiento metaanalítico. Tabla 3 Nota. K = número de estudios incluidos; N = tamaño de la muestra; r = tamaño de efecto entre desconexión moral y delincuencia; intervalo de confianza 95% = indica los valores inferior y superior entre los que el tamaño del efecto se encontrará con una probabilidad del 95%; Q = análisis de homogeneidad. I2 = análisis de heterogeneidad. ***p < .001. El número total de estudios primarios fueron 8, con una muestra acumulada de 3,642 personas mayores de 18 años institucionalizadas. El nivel de heterogeneidad que presentaron los datos fue elevado, Q(8) = 53.03, p < .001, lo que sugiere la presencia de variables moderadoras (I2 = .88) y, a su vez, la necesidad de emplear un modelo de análisis de efectos aleatorios (Figura 3). El tamaño del efecto ponderado por el tamaño de la muestra fue de r = .26, p < .001, es decir, existe una relación significativa entre las variables desconexión moral y delincuencia, siendo esta relación moderada, con un intervalo de confianza situado entre .11 y .40 a un nivel de confianza del 95% (Tabla 3). Asimismo, el tamaño del efecto corregido por atenuación de fiabilidad en el criterio es ligeramente superior (r = .34, p < .001), indicando una relación moderada entre ambas variables con un intervalo de credibilidad del 95%, siendo estos resultados generalizables a la población al no estar comprendido el valor 0 entre el valor máximo y el mínimo (95% CI [.41, .17]). Tabla 4 Nota. K = número de estudios incluidos; N = tamaño de la muestra; r = tamaño de efecto entre desconexión moral y delincuencia; intervalo de confianza 95% = indica los valores inferior y superior entre los que el tamaño del efecto se encontrará con una probabilidad del 95%; Q = análisis de homogeneidad. ***p < .001. En consecuencia, debido a la alta heterogeneidad entre los estudios primarios, se procedió a analizar la presencia de variables moderadoras (véase Tabla 4). El ANOVA realizado para el estudio de variables categóricas no identificó variables moderadoras, pues el sexo de la muestra, Q(7) = 6.65, p > .47, la tipología del delito, Q(1) = 4.91, p = .56, y el instrumento de medida de la variable “desconexión moral”, Q(6) = 3.80, p = .70 presentaron puntuaciones no significativas. Asimismo, se realizó una metarregresión para el análisis de la variable cuantitativa edad, que resultó también no significativa, Q(6) = 5.53, p = .48. Finalmente, se calculó el sesgo de publicación con el test de Egger (t = 1.13, p < .30), el cual indicó la ausencia de tal sesgo. No obstante, este dato hay que tomarlo con cautela dado que los métodos de detección del sesgo de publicación son poco fiables cuando se consideran menos de diez estudios (Palma y Delgado, 2006). El objetivo principal de esta revisión metaanalítica fue contribuir a clarificar la relación entre la delincuencia y la desconexión moral en población penitenciaria adulta. Los datos mostraron que existe una relación moderada, intensa y generalizable entre desconexión moral y delincuencia, lo cual avalaría el supuesto teórico sobre la existencia de unos mecanismos autorreguladores que facilitarían la ejecución de conductas socialmente execrables, inutilizando las habituales barreras inhibitorias que impedirían ciertos actos delictivos en la etapa adulta (Bandura, 1996), es decir, personas capacitadas para el razonamiento moral llevarían a cabo conductas criminales como si dicho razonamiento quedara anulado. Así, se podría afirmar que la desconexión moral es un potente factor de riesgo de delincuencia, al ser un componente cognitivo que facilita la manifestación de conductas antisociales a través de justificaciones (Andrews y Bonta, 2010), jugando tales procesos un rol de gran relevancia en las interacciones propias de múltiples ecosistemas de acciones delictivas, tal y como podría entenderse en el marco de la teoría de la acción situacional para el análisis de la criminalidad (Wikström, 2004; Wikström, 2010). En consecuencia, parece evidente el interés de actuar sobre estos mecanismos cognitivos en los programas de intervención. Se supone, además, que las cogniciones tienen una mayor ductilidad para el cambio, al menos en comparación con aquellos rasgos temperamentales asociados a los perfiles delictivos (i.e., psicopatía, impulsividad, etc.). El reaprendizaje de mecanismos de control para la elección de acciones moralmente adecuadas ayudará a promover la asunción de su responsabilidad y la motivación para el cambio (López, 2019). Estos resultados también deberían ser considerados en el ámbito de la valoración de riesgo de reincidencia (Andrews y Bonta, 2017; Farrington y Coid, 2003). La inclusión de la tendencia a la desconexión moral como un factor de riesgo de la delincuencia mejoraría la capacidad predictiva y clasificatoria de estos instrumentos (Férriz et al. 2019). Con respecto a los instrumentos de evaluación de la desconexión moral, no se encontraron diferencias significativas en el tamaño del efecto a la hora de emplear distintas medidas. Se consideraron tres de las cuatro escalas utilizadas en los estudios primarios, puesto que la restante estaba presente en un único estudio y se hubiera necesitado su presencia en al menos dos estudios. Los instrumentos usados en los trabajos recogidos en este metaanálisis fueron la Escala de Mecanismos de Desconexión Moral (MDS) (Bandura et al., 1996), la Escala de Desconexión Moral (Bandura et al., 2001) y la Escala de Propensión a la Desconexión Moral (PMD) (Moore et al., 2012), siendo la segunda una adaptación de la primera a población penitenciaria adulta. La tercera escala de evaluación es una medida que considera la desconexión moral como una disposición individual, cognitiva y generalizada hacia el mundo, que afecta poderosamente al comportamiento no ético y permite discriminar entre individuos antisociales de los que no lo son. A pesar de tener una aproximación teórica más próxima a la de las diferencias individuales que las dos primeras escalas, este tercer instrumento también considera la desconexión moral como un constructo cognitivo unidimensional y además incluye la flexibilidad de utilizar 8, 16 o 24 ítems para poder capturar mejor las distintas facetas o mecanismos a través de los cuales se produce la desconexión moral. En un principio se planteó la hipótesis de que habría diferencias entre los instrumentos de evaluación, ya que no todos los instrumentos introducen el mismo error de medida ni miden el constructo desde el mismo marco teórico, pudiendo afectar a las magnitudes de los tamaños del efecto obtenidos (Férriz et al., 2018; Saif y Riaz, 2021). Sin embargo, la inexistencia de efectos a cargo de la variable moderadora “instrumento” podría demostrar la enorme universalidad y homogeneidad que tiene la desconexión moral como componente cognitivo asociado a la delincuencia. De este modo el papel no significativo del instrumento de evaluación como variable moderadora podría estar indicando que el constructo de desconexión moral cuenta con una amplia gama de instrumentos que permiten en distintos contextos su correcta evaluación. En cuanto a la tipología delictiva, no se encontraron diferencias significativas en los tamaños de los efectos en función del tipo de delito, a pesar de evaluar la relación de la desconexión moral con muy diferentes delitos, tanto violentos (i.e., agresiones sexuales, asesinatos) como no violentos (i.e., tráfico de drogas, delitos contra la propiedad). Estos resultados podrían deberse a la escasez de estudios que realizan adecuadamente un análisis discriminante del uso de la desconexión moral con base a variables de interés criminológico, como son, por ejemplo, los antecedentes penales, la reincidencia delictiva, el tiempo de condena o la tipología/gravedad delictiva. Sin embargo, probablemente estén informando también de un efecto techo de esta variable en la muestra de adultos institucionalizados. Es muy probable que muchos de estos sujetos manifiesten niveles de desconexión moral muy elevados, al menos en comparación con muestras normativas, motivo por el cual no existan diferencias significativas en cuanto a la gravedad del delito registrada. En esta línea, Férriz, et al. (2019) obtuvieron unos resultados bien diferentes a los presentes, probablemente porque trabajaron con un mayor número de trabajos de investigación y con muestras de adolescentes. A este respecto, se observó si la edad pudiera estar moderando la relación de la desconexión moral y la criminalidad. Los resultados obtenidos muestran una notable estabilidad en la etapa adulta: no hay relación estadísticamente significativa entre la edad y el uso de la desconexión moral, a diferencia de lo que ocurre con muestras adolescentes (Ferriz et al., 2019). Estos resultados concuerdan con investigaciones anteriores que sugieren que los grupos de delincuentes adolescentes muestran más variabilidad en el uso de las distorsiones cognitivas que los grupos de delincuentes adultos (Wallinius et al., 2011). Una posible explicación a este fenómeno podría ser que los adultos desarrollasen juicios morales más maduros, ya que los resultados anteriores destacan la relación entre la etapa del razonamiento sociomoral y las distorsiones cognitivas justificadoras y egoístas (Lardén et al., 2006). Johnstone y Cooke (2004) sugirieron que el egocentrismo y el comportamiento antisocial son más característicos de los jóvenes que de los adultos debido a los estados transitorios del desarrollo. No obstante, investigaciones posteriores a la de Johnstone y Cooke (2004) también han mostrado niveles más bajos de razonamiento sociomoral en los delincuentes adultos que en los adultos no delincuentes (Palmer, 2013), lo que revela la importancia y utilidad de detectar y tratar las distorsiones cognitivas en población institucionalizada también en la etapa adulta. Además, es notable la ausencia de trabajos de investigación que hayan analizado las diferencias entre hombres y mujeres en la asociación entre la desconexión moral y la delincuencia, lo que dificulta la comparación de estos resultados. Sin embargo, cuando los mecanismos de desconexión moral no se utilizan de manera puntual y/o aislada sino como creencias firmemente establecidas, parece que no existan diferencias de sexo para desinhibir a la persona y repetir la ofensa. Estos resultados son canónicos, interpretados de acuerdo con la manifestación de la homogeneidad y universalidad con la que se presentan las elevadas puntuaciones de desconexión moral asociadas a la delincuencia. No obstante, los resultados abogan por la necesidad de realizar investigaciones específicas sobre desconexión moral y criminalidad en mujeres, asunto con escasa evidencia disponible en la actualidad. Los resultados obtenidos en esta revisión metaanalítica son de gran interés criminológico. Incluyendo la desconexión moral en los protocolos de evaluación de riesgo, podría mejorarse su capacidad predictiva. Por otra parte, uno de los focos clave de los programas de intervención en el campo es el de las distorsiones cognitivas, definidas como interpretaciones erróneas de la realidad que llevan a la persona a percibir el mundo de manera sesgada y disfuncional (Ferrer-Pérez et al., 2017). Se presentan en forma de pensamientos automáticos que facilitan conductas no deseables o desadaptativas (Maruna y Mann, 2010). Por lo tanto, es necesario identificarlas para sustituirlas, en la medida de lo posible, por cogniciones alternativas y funcionales. En ese contexto, los mecanismos de desconexión moral deberían ser un objetivo de evaluación específico para su supresión y cambio, posibilitando nuevos aprendizajes y vínculos normativos (Cullen y Gendreau, 2006). En futuras investigaciones transversales deberían estudiarse específicamente las relaciones de la desconexión moral y la criminalidad en mujeres, dado el reducido número de estudios al respecto. Asimismo, sería deseable que investigaciones transversales posteriores consideren las implicaciones que los antecedentes penales, la reincidencia delictiva o el tiempo en prisión pudieran tener en la desconexión moral de los sujetos evaluados. Estas características pueden ser variables moderadoras de interés en futuras revisiones metaanalíticas. Nuevas investigaciones longitudinales podrían ahondar en el análisis del proceso de desconexión moral en los adultos jóvenes en relación con el desarrollo de sus carreras delictivas y sus procesos de persistencia o desistimiento en las mismas. En último lugar, las revisiones metaanalíticas futuras podrían analizar la integración de la desconexión moral en perfiles más amplios de personalidad, al objeto de obtener una perspectiva más amplia y de aclarar sus vinculaciones con otras características individuales relevantes para la mejor comprensión de la génesis y mantenimiento del comportamiento criminal. Una limitación evidente del alcance de esta revisión metaanalítica es el escaso volumen de investigación existente hasta el momento en población penitenciaria adulta. En consecuencia, la revisión metaanalítica llevada a cabo incluye un número muy reducido de estudios. Además, dada la naturaleza de la muestra y el tamaño muestral con el que cuentan los estudios primarios considerados, debemos señalar la escasa especificidad encontrada en estos: por ejemplo, a la hora de reportar los antecedentes penales, la reincidencia delictiva, el tiempo de condena o diferenciar el tipo de delito de los participantes. Llevar a cabo estudios que superen estas limitaciones permitirá la realización futura de nuevos metaanálisis que aporten más y mejores conocimientos en el campo. En último lugar, es necesario destacar la información insuficiente de varios de los moderadores inicialmente seleccionados para esta revisión, ya que algunos de los estudios seleccionados no facilitaron esta información correctamente o no fueron medidos en su totalidad. A powerful inhibiting factor that affects most individuals who do not commit serious criminal acts is moral engagement. However, sometimes, even when people know what is morally right, they engage in reprehensible behaviour, triggering a tendency to find justifications and arguments to reduce the self-condemnation that might result from behaviour that contradicts the values and norms of the community. It is in this context, the classic Bandura’s concept of moral disengagement makes sense, defined as “a set of self-regulatory mechanisms at the cognitive and behavioural level that allow for the rationalisation and legitimisation of disruptive and criminal behaviour, deactivating the usual inhibitory barriers linked to moral judgement” (Bandura, 2001). There is abundant scientific literature linking moral disengagement with general delinquency and multiple antisocial behaviours (DeLisi et al., 2014; Kiriakidis, 2008; Shulman et al., 2011), but the vast majority of the available evidence focuses on the adolescent population. Wang et al. (2014), who conducted a meta-analysis of the relationship between moral disengagement and aggressive behaviour in a cumulative sample of 24,536 adolescents obtained from 41 different studies, found a positive and relatively strong correlation between the two variables (r = .35). Moral disengagement would be a good predictor, among others, of antisocial and/or delinquent behaviour in adolescents. However, the scientific production on how this moral disengagement can be associated with adult delinquent profiles is more recent, and therefore less evaluated. In this paper we propose a meta-analytic study to analyse the available evidence on the relationship between moral disengagement and crime in adults, judged and punished by the respective penal systems. In addition, the aim of this study is to test whether variables such as the age or sex of the participants, as well as the measuring instrument used or the level of seriousness of the offence, play a moderating role in this relationship. In order to achieve the objectives proposed in this meta-analytic review, the recommendations of the PRISMA statement were followed (Urrútia & Bonfill, 2010). The 8 primary studies that finally formed part of the meta-analysis were obtained through various search and location strategies. First, an exhaustive search was carried out in databases such as Web of Science, PsycInfo, Teseo, PubMed, Scopus, Medline, Eric, Dialnet, ScienceDirect and ProQuest, using the following descriptors: moral disengagement AND adult crime*, moral disengagement AND jail adult*, moral disengagement AND adult criminal behavior*, moral disengagement AND adult offenders*, moral disengagement AND young adult offenders*, moral disengagement AND incarcerated adults*, moral disengagement AND incarcerated adults*, and moral disengagement AND adult crime* without date or language restrictions. Then, a review was carried out in the different virtual areas of the libraries of two universities (University of Santiago de Compostela and Andalusia’s Loyola University) to locate journals, manuals, or books on the subject that could include data of interest. In addition, an ancestry approach analysis was carried out and leading researchers in the field were contacted. In order to select the primary studies to be included in the meta-analysis, the following criteria were followed: (a) a sample composed of adult prison population, i.e., people over 18 years of age deprived of liberty because of criminal behaviour, judged and punished by the respective penal systems; (b) presentation of an effect size of the relationship between moral disengagement and crime or, failing that, a statistic to calculate it; (c) written in English, French, Spanish, Galician, or Portuguese. We excluded studies (a) whose results replicated those already included in the meta-analysis; (b) that focused only on antisocial behaviour not classified as a crime; (c) that were not primary studies. Finally, 8 studies were selected, providing 8 effect sizes with a cumulative sample of 3,642 institutionalised adults for the meta-analysis. The level of heterogeneity in the data was high, Q(8) = 53.03, p < .001, suggesting the presence of moderating variables (I2 = .88) and, in turn, the need to employ a random-effects analysis model (Figure 3). The effect size weighted by sample size was r = .26 (p < .001), i.e., there was a significant relationship between moral disengagement and crime variables, but this relationship is moderate, with a confidence interval between .11 and.40 at the 95% confidence level. Likewise, the effect size corrected for reliability attenuation in the criterion is slightly higher (r = .34, p < .001), indicating a moderate relationship between both variables with a 95% credibility interval, these results being generalisable to the population as the 0 value does not fall between the maximum and minimum value (95% CI [.41, .17]). Consequently, due to the high heterogeneity among the primary studies, we proceeded to analyse the presence of moderating variables (see Table 4). The ANOVA performed for the study of categorical variables did not identify moderating variables, as the sex of the sample, Q(7) = 6.65, p > .47, the type of offence, Q(1) = 4.91, p = .56, and the instrument for measuring the variable “moral disengagement”, Q(6) = 3.80, p = .70, presented non-significant scores. In addition, a meta-regression was performed for the analysis of the quantitative variable age, which was also non-significant, Q(6) = 5.53, p = .48. Finally, publication bias was calculated with Egger’s test (t = 1.13, p < .30), which indicated the absence of bias. These data conclude that there is a moderately intense and generalisable relationship between moral disengagement and crime. This would support the theoretical assumption about the existence of self-regulatory mechanisms that would facilitate the execution of socially execrable behaviours, rendering the usual inhibitory barriers that would prevent certain criminal acts in adulthood useless (Bandura, 1996). Analyses of moderating variables of sample characteristics are probably also reporting a ceiling effect of the moral disengagement variable in the sample of institutionalised adults. It is very likely that many of these subjects show very high levels of moral disengagement, at least in comparison with normative samples, and for this reason there are no significant differences in, for example, the severity of the offence recorded or the sex of the sample. With respect to the instruments for assessing moral disengagement, no significant differences in effect size were found when using different measures. It was initially hypothesised that there would be differences between the assessment instruments, as not all instruments introduce the same measurement error or measure the construct from the same theoretical framework, which could affect the magnitudes of the effect sizes obtained (Férriz et al., 2018; Saif & Riaz, 2021). However, the non-existence of effects of the moderator variable instrument on moral disengagement demonstrates the enormous universality and homogeneity of moral disengagement as a cognitive component associated with delinquency. Thus, the non-significant role of the assessment instrument as a moderator variable could indicate that the construct of moral disengagement has a wide range of instruments that allow for its correct assessment in different contexts. The results obtained in this meta-analytic review are of clear criminological interest. By including moral disengagement in risk assessment protocols, their predictive capacity could be improved (Férriz et al., 2019). Moreover, one of the keys focuses of intervention programmes in the field is cognitive distortions. In this context, moral disengagement mechanisms should be specifically targeted for suppression and change, enabling new learning and normative links (Cullen & Gendreau, 2006). Conflicto de Intereses Los autores de este artículo declaran no tener ningún conflicto de intereses. Para citar este artículo: Navas, M. P., Balmaseda, M. L., Gómez-Fraguela, J. A. y Sobral, J. (2023). Desconexión moral y delincuencia en población penitenciaria adulta: una revisión metaanalítica. Anuario de Psicología Jurídica, 33, 91-99. https://doi.org/10.5093/apj2023a2 Financiación. Este trabajo ha sido financiado por FEDER/Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades – Agencia Estatal de Investigación/_Proyecto PSI2015-65766-R; y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: Formación del profesorado universitario (FPU17/02607). Referencias |
Para citar este artículo: Navas, M. P., Balmaseda, M. L., Gómez-Fraguela, J. A. y Sobral, J. (2023). Desconexión Moral y Delincuencia en Población Penitenciaria Adulta: una Revisión Metaanalítica. Anuario de Psicología Jurídica, 33(1), 91 - 99. https://doi.org/10.5093/apj2023a2
Correspondencia: mariapatricia.navas@usc.es (M. P. Navas).Copyright © 2024. Colegio Oficial de la Psicología de Madrid