Yolanda Rodríguez-Castro1, Patricia Alonso-Ruido1, 2, Antonio González-Fernández1, María Lameiras-Fernández1 y Jose-María Faílde-Garrido1
1Universidad de Vigo, España; 2Universidad de Santiago de Compostela, España
Recibido a 7 de Marzo de 2020, Aceptado a 17 de Agosto de 2020
Resumen
El objetivo de este estudio fue triple: validar una versión de la Escala de Comportamientos de Sexting en adolescentes, evaluar la prevalencia de dichos comportamientos y determinar sus consecuencias asociadas. Participaron un total de 1,271 estudiantes(50.8% chicas), con una media de edad de 15.6 (DT = 1.13). Los resultados muestran a través del análisis factorial confirmatorio un buen ajuste por el modelo bidimensional formado por ítems que se agrupan en el envío de fotos y/o vídeos (α = .83) y el envío de mensajes de texto con contenido erótico/sexual (α = .83). Se ha identificado que el 52.8% de los adolescentes han llevado a cabo conductas de sexting, siendo mayor el envío de textos erótico/sexuales (91.7%) que de fotos y/o vídeos (57.8%), y que los chicos son los que más contenidos envían. Además, el 11.6% de los adolescentes fueron obligados a enviar contenido de sexting y el 5.5% fueron chantajeados.
Abstract
The objective of this study was threefold: to validate a version of the Sexting Behavior Scale in adolescents, to assess the prevalence of sexting behaviors, and to determine their associated consequences. A total of 1,271 (50.8% girls) students participated, with a mean age of 15.6 (SD = 1.13). The results show through the confirmatory factor analysis a good fit for the two-dimensional model consisting of items that are grouped into sending photos and/or vídeos (α = .83) and sending text messages with erotic/sexual content (α = .83); 52.8% of adolescents have been identified to carry out sexting behaviors, with texts (91.7%) being more erotic/sexual than photos and/or vídeos (57.8%), and boys the ones that most content send. In addition, 11.6% of adolescents were forced to send sexting content and 5.5% of them were blackmailed.
Palabras clave
Sexting, Educación, Escala, Validez, Coacción, ChantajeKeywords
Sexting, Education, Scale, Validity, Coercion, BlackmailPara citar este artículo: Rodríguez-Castro, Y., Alonso-Ruido, P., González-Fernández, A., Lameiras-Fernández, M. y Faílde-Garrido, J. (2021). Validación de la Escala de Comportamientos de Sexting en Adolescentes: Prevalencia y Consecuencias Asociadas. Psicología Educativa, 27(2), 177 - 185. https://doi.org/10.5093/psed2021a9
yrcastro@uvigo.es Correspondence: yrcastro@uvigo.es (Y. Rodríguez-Castro).El origen del fenómeno del sexting está relacionado con la generalización del uso de internet y las tecnologías empleadas en la comunicación interpersonal, una realidad especialmente visible en el colectivo adolescente que ha nacido y crecido utilizando ordenadores, smartphones, apps de mensajería instantánea y redes sociales (Rodríguez-Castro et al., 2015). Esta situación se refleja en las cifras, que apuntan que el 93.8% de los niños y niñas en España dispone de un móvil personal a los 15 años, siendo el uso habitual de internet generalizado (93%) en edades entre 10 y 15 años (Instituto Nacional de Estadística [INE, 2019]). Además, se evidencia que más del 90% de chicos y chicas de 14 a 16 años dispone de perfiles en redes sociales (Ballesteros y Picazo, 2018). En este contexto de virtualidad no es extraño que los adolescentes se expresen sexualmente a través de nuevas conductas sexuales en el plano virtual, como el sexting (Rodríguez-Castro et al., 2018). El sexting es todavía un fenómeno relativamente reciente, emergiendo las primeras investigaciones hace tan solo una década en el contexto americano. Esta situación ha derivado en una amplia gama de definiciones de partida. Las primeras aportaciones hacían referencia al uso de los teléfonos móviles para organizar citas sexuales (Albury et al., 2010) y otras investigaciones (Kowalski et al., 2007) limitan el sexting al envío de fotografías, sexualmente explícitas o de desnudos. No obstante, la evolución tecnológica cada vez ofrece más posibilidades de intercambio de contenidos de forma sencilla y nuevos espacios de interacción sexual (Gámez-Guadix et al., 2015). En este sentido, las conceptualizaciones más abarcadoras definen el sexting como la producción y distribución de fotografías, vídeos y/o mensajes de texto sexuales o eróticos a través de las redes sociales u otros recursos electrónicos (Gámez-Guadix et al., 2017; Weisskirch & Delevi, 2011; Weisskirch et al., 2017). Esta disparidad en las definiciones de partida del sexting dificulta la comparación de los resultados de las diferentes investigaciones (Gámez-Guadix et al., 2017). Prevalencia de las Conductas de Sexting En el contexto internacional, la prevalencia del envío o publicación de fotos y/o vídeos eróticos y/o sexuales oscila entre 4.3% (Jonsson et al., 2015) y el 27.6% (Temple et al., 2012), mientras que el envío de textos sexuales se sitúa en el 24.8% (Fleschler et al., 2013). A nivel global la prevalencia de sexting en adolescentes se sitúa en el 14-27% (Madigan et al., 2018). En España se han realizado pocos estudios sobre sexting con muestras de adolescentes. Una de las primeras investigaciones fue realizada por el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO, 2010), que mostraba que el 8.1% y el 4% de chicos y chicas adolescentes admitían haber hecho o recibido fotos/vídeos de sí mismos en posiciones sexys, respectivamente. Más recientemente, los resultados de Gámez-Guadix y Santisteban (2018) apuntan una prevalencia media-baja respecto a la producción (10.7%) y envío (19.2%) de contenidos de sexting. Investigaciones recientes apuntan una horquilla situada entre el 11% (Villanueva y Serrano, 2019) y el 13-17% (Gámez-Guadix et al., 2017; Gámez-Guadix y Mateos, 2019) referente a la prevalencia de las conductas de sexting en adolescentes españoles. La disparidad de prevalencia respecto al envío y a la recepción de contenidos sexuales puede deberse a la tendencia de los adolescentes a no reconocer su implicación directa en conductas de sexting (Fajardo et al., 2013). Pero, ¿quién practica más sexting, los chicos o las chicas? Las investigaciones muestran cierta variabilidad en los resultados. En este sentido, algunos estudios señalan a las chicas como las más implicadas directamente en el sexting (Martinez & Vandiver, 2014), mientras que otras investigaciones defienden que los chicos envían más contenidos de sexting (Jonsson et al., 2014; Morelli et al., 2016b). Sin embargo, hay estudios que no detectan diferencias significativas en estas conductas entre chicos y chicas (Brinkley et al., 2017; Gámez-Guadix et al., 2017). Consecuencias Derivadas de los Comportamientos de Sexting En este estudio, nos centramos en evaluar los comportamientos de sexting en jóvenes, así como sus consecuencias, ya que la adolescencia constituye una etapa crucial en la que se conforma su propia identidad, buscan su autonomía, surgen nuevos intereses y empiezan a tener sus primeras relaciones sexuales y afectivas (Rodríguez et al., 2013). Constituye una fase de experimentación en la que se implican en conductas de sexting para coquetear, tener relaciones sexuales o incluso por aburrimiento (Alonso et al., 2017). Sin embargo, las conductas de sexting que suelen estar normalizadas en el colectivo de adolescentes (Rodríguez-Castro et al., 2018) pueden colocarlos en situaciones de vulnerabilidad (Draper, 2012). Se ha puesto de manifiesto que los comportamientos de sexting pueden ir asociados con las conductas sexuales de riesgo (Mori et al., 2019). Particularmente, el sexting se relaciona con debut sexual temprano (Brinkley et al., 2017) y con las relaciones sexuales sin protección (Rice et al., 2018). Las consecuencias derivadas de las prácticas de sexting pueden ir desde presiones hasta diferentes estrategias de “sextorsión” (Patchin & Hinduja, 2020). Ya que los chicos y chicas adolescentes se exponen a la pérdida de control sobre los contenidos que envían que pueden ser distribuidos sin autorización (Van-Ouytsel et al., 2016) y llegar a un potencial ilimitado de receptores. En este sentido, las presiones para enviar contenidos erótico-sexuales han sido identificadas por los adolescentes como una de las principales motivaciones para llevar a cabo conductas de sexting (Reed et al., 2020). Así, algunas investigaciones evidencian que las presiones pueden ser ejercidas por los compañeros y compañeras vinculando las conductas de sexting con el cyberbullying (Lee et al., 2016), e incluso se ha comprobado que las conductas de sexting adolescente, a veces coercitivas, forman parte del proceso de grooming (Schoeps et al., 2020). No obstante, las presiones afectan diferencialmente a chicos y a chicas, siendo ellas las más presionadas, en muchas ocasiones, por su pareja masculina (Kernsmith et al., 2018). En España, el estudio de Rodríguez-Castro et al. (2018) permite observar a través de las propias palabras de las adolescentes que no solo son víctimas de presiones por parte de su pareja actual sino también por parte de la potencial pareja, una realidad que convierte al sexting en un arma de ataque contra las chicas, incluso en algunos casos siendo catalogado como violencia sexual (Mejía, 2014). Por lo tanto, consideramos necesario identificar los comportamientos de sexting para conseguir prevenir las consecuencias negativas asociadas a su práctica, especialmente en el colectivo de jóvenes. Análisis de las Escalas de Comportamientos de Sexting Tal y como se ha evidenciado anteriormente, los estudios sobre sexting ofrecen una amplia variabilidad de prevalencia (Madigan et al., 2018), probablemente debido a la disparidad de instrumentos para investigar este comportamiento. De hecho, algunos estudios evalúan el sexting utilizando preguntas directas (Jonsson et al., 2015; West et al., 2014) y otros a través de escalas (Marcum et al., 2014; Walrave et al., 2014). A nivel internacional, desde el año 2008 se han desarrollado diversas escalas para evaluar las conductas de sexting, aunque algunas de ellas con ciertas limitaciones psicométricas relacionadas con la fiabilidad y validez. Algunos estudios evalúan las conductas de sexting a través de ítems dentro de escalas más grandes que también indagan en otras variables relevantes como las actitudes o las motivaciones. El estudio de Parker et al. (2013) presenta la Texting Scale con 5 ítems, de los cuales 3 son referidos a los comportamientos, aunque no presenta el alfa. Igualmente Hudson y Fetro (2015) utilizan la Sexting Behaviour Subscale de 111 ítems que indagan conductas (a través de 29 ítems), motivaciones y tipo de contenidos de sexting, con un alfa de .83. Entre las escalas desarrolladas específicamente sobre comportamientos de sexting observamos el estudio del NCPTUP (2008), que presentó dos subescalas (7 ítems cada una) para evaluar por separado el envío de textos y fotos y/o vídeos con contenido erótico/sexual, pero sin informar de sus propiedades psicométricas. Esta escala fue adaptada posteriormente en diversas investigaciones, como en la de Lee et al. (2016) con una versión de 15 ítems compuesta por dos factores que miden el comportamiento personal y el comportamiento de otras personas en relación al envío de fotos y/o vídeos; también en la de Fleschler et al. (2013), que desarrollaron dos escalas de cinco ítems para evaluar el envío de fotografías/vídeos de desnudos o semidesnudos y de mensajes de texto sexualmente sugerentes. No obstante, estas adaptaciones no informan de las propiedades psicométricas de las escalas. Otra adaptación de la escala fue la propuesta de tres ítems de Walrave et al. (2015), que evalúa a través de 3 ítems la frecuencia de envío de contenido de sexting de adolescentes. Con una escala de respuesta tipo Likert alcanzó una fiabilidad de .94. Otra de las escalas desarrolladas es la Sexting Behaviour Scale (Dir et al., 2013) de 10 ítems, que ha sido adaptada al contexto italiano por Morelli et al. (2016a, 2016b) y recientemente también al contexto español por Chacón et al. (2016), resultando en ambos casos una escala de 29 ítems, mostrando propiedades psicométricas adecuadas. En España, la investigación de Gámez-Guadix et al. (2015) presenta una escala que evalúa el envío de fotos, vídeos o textos con contenido erótico o sexual a diferentes destinatarios. Esta es por tanto la primera escala validada en nuestro país con población adulta que ofrece adecuadas propiedades psicométricas, alcanzando un alfa de .78. Recientemente Gámez-Guadix et al. (2017) han utilizado una versión reducida de 3 ítems (Gámez-Guadix et al., 2015) que alcanza una adecuada consistencia intenta (a = .71). En este trabajo, analizaremos en mayor profundidad las propiedades psicométricas de la Escala de Comportamientos Sexting de Weisskirch y Delevi (2011) en una muestra de adolescentes españoles. En su estudio, Weisskirch y Delevi (2011) usaron 5 ítems que componen la escala como variables independientes, con 3 de ellos relacionados con el envío de fotos y/o vídeos. Una de las limitaciones de esta escala es que evalúa el envío de fotos o vídeos, así como mensajes de texto, con contenido sexual/erótico a través del teléfono móvil. En este sentido, actualmente el envío de información no puede limitarse exclusivamente al teléfono móvil con mensajería instantánea, sino que también debe incluir el ordenador y las diversas redes sociales, cuyo uso es cada vez más generalizado entre los/as adolescentes (Aguirre et al., 2012). Además, varios estudios han demostrado diferentes prevalencias con respecto al envío a través de móviles y redes sociales (Klettke et al., 2014). Consideramos esencial contar con escalas breves y completas que puedan identificar los comportamientos de sexting en el colectivo de adolescentes, que están cada vez más normalizados en sus vidas (Walrave et al., 2015), así como para establecer las medidas de prevención frente a las consecuencias negativas que pueden asociarse al sexting. Por lo tanto, el objetivo de esta investigación es triple. El primer objetivo es validar la Escala de Comportamientos Sexting (Weisskirch y Delevi, 2011), constatando su doble bidimensionalidad, en una muestra de adolescentes; el segundo objetivo es identificar la tasa de prevalencia de los comportamientos de sexting en relación al envío fotos y/o vídeos con contenido erótico/sexual y al envío de mensajes de texto con contenido sexual; el tercer objetivo se centra en identificar las consecuencias asociadas a los comportamientos de sexting. Muestra Participaron 1,271 estudiantes de 16 centros educativos de Educación Secundaria de titularidad pública, siendo 646 chicas (50.8%) y 625 chicos (49.2%), con una media de edad de 15.60 (DT = 1.13) y con un rango de edad que va desde los 14 a los 19 años. El 67.1% de los estudiantes cursaban Educación Secundaria Obligatoria y el 32.9% cursaban Educación Secundaria no obligatoria. En relación a la distribución del educativo en relación a su lugar de residencia, los centros del 50.9% de los estudiantes estaban en zona urbana, frente a los del 49.1% que estaban en la zona rural o semirural. El 91% de los participantes eran de nacionalidad española y el resto eran latinoamericanos y europeos (9%). En cuanto a la posesión de teléfono móvil con internet, el 94.4% de los participantes afirmaron tenerlo y un 77% admitían tener perfil en redes sociales como Facebook. Además, el 27% tenía pareja en el momento de la aplicación del cuestionario y el 68% admitía haber tenido una relación sentimental anterior. Instrumentos Información sociodemográfica. Incluye la edad, el género (chico/chica), la nacionalidad (española/extranjera), el lugar de residencia (urbano/rural-semirrural), la pareja afectiva actual y anterior (sí/no), la posesión de teléfono móvil personal (sí/no) y de perfiles en redes sociales, como Facebook (sí/no). Sexting Behavior Scale (Weisskirch y Delevi, 2011). Esta escala mide los comportamientos de sexting a través del teléfono móvil con una escala de respuesta tipo Likert de cinco puntos: desde 1 (nunca), 2 (casi nunca), 3 (en ocasiones), 4 (frecuentemente), y 5 (siempre). La escala original consta de 5 ítems, pero en esta adaptación el número de ítems se incrementó a 9 (ver Tabla 1), debido a que la escala original limitaba la práctica de sexting al envío de los contenidos erótico-sexuales a través exclusivamente del teléfono móvil, por lo que se reforzó la vía de envío de este tipo de contenido a través de redes sociales, Skype o similares. La interpretación de esta escala y subescalas es que las puntuaciones más elevadas representan una mayor participación en comportamientos de sexting, es decir a mayor puntuación más comportamientos de sexting. La fiabilidad de la escala total en este estudio fue de .86 (ver más información en la Parte I de Resultados). Cuestiones relativas a la coacción y el chantaje que pudieron sufrir a través del teléfono móvil/ordenador en Internet. Se les plantearon preguntas directas sobre si habían sido obligados a enviar contenido erótico/sexual a través de Internet y si se les había chantajeado después de enviar contenido erótico/sexual a través de Internet. Los participantes respondían a ambas cuestiones con dos opciones: sí o no. Procedimiento Para la selección inicial de los centros educativos de titularidad pública de Educación Secundaria se partió de la información disponible en la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma. En total se identificaron en la provincia seleccionada 25 centros educativos, de los cuales se fueron seleccionando aleatoriamente por zona (rural, semirrural o urbano). Seleccionados e identificados los centros educativos que iban a participar en este estudio, se procedió a contactar por email y telefónicamente con el equipo directivo, explicando la finalidad del estudio. Conseguida la aceptación inicial, nos presentamos en el centro para explicar con mayor profundidad la finalidad del estudio y conseguir el consentimiento informado por parte del equipo de dirección y tutores y también se informó a las asociaciones de madres y padres (AMPAS). Los cuestionarios fueron administrados durante el horario escolar en los propios centros educativos, disponiendo el estudiantado de media hora para cumplimentarlos. Para la traducción al español de la Sexting Behavior Scale (Weisskirch & Delevi, 2011), llevamos a cabo en primer lugar la adaptación lingüística de la escala por medio del procedimiento de traducción hacia delante (Hambleton, 1996); a continuación se le entregó la traducción junto con los ítems en inglés a una experta bilingüe que nos aconsejó una serie de modificaciones. Posteriormente, se procedió a realizar los cambios sugeridos, terminando de esta forma el proceso de traducción de la escala. Análisis de los Datos En la primera parte del apartado de resultados nos centraremos en validar la Escala de Comportamientos de Sexting. Siguiendo las recomendaciones de Anderson y Gerbing (1988), Brown (2006) e Izquierdo et al. (2014). Cuando el tamaño de la muestra lo permite es habitual realizar una validación cruzada de estudios para replicar la estructura factorial: aplicar análisis factorial exploratorio (AFE) a la mitad de la muestra y confirmando la estructura mediante análisis factorial confirmatorio (AFC) en la otra mitad. De este modo se procedió a dividir la muestra total en dos submuestras, seleccionando los casos aleatoriamente. La primera submuestra quedó formada por el 50% (n = 635) y la segunda se formó con el otro 50% de la muestra. Con la primera submuestra se llevó a cabo el AFE y con la segunda el AFC. Para llevar a cabo el AFE y los análisis relativos a las propiedades psicométricas de los ítems se utilizó el programa estadístico SPSS v.20, evaluando mediante correlaciones de Pearson la validez de criterio de la escala, comparándola con cuestiones relativas a la coerción y el chantaje que sufrieron después de enviar contenido erótico/sexual a través del teléfono móvil/ordenador e Internet. Por último, se calcularon las diferencias de medias (t de Student) para evaluar las diferencias de género. La Escala de Comportamientos de Sexting fue verificada a través del modelo de ecuaciones estructurales (SEM) con análisis factoriales confirmatorios, usando AMOS v. 22 (Arbuckle, 2013). El ajuste de los distintos modelos propuestos en el AFC se evaluó por medio de los siguientes índices (Byrne, 2010): chi-cuadrado (χ2), como índice principal para evaluar la importancia global de un modelo; el indicador χ2/gl, considerado aceptable cuando obtiene valores debajo de cinco; el índice comparativo de ajuste (CFI; Bentler, 1990) y el índice normalizado de ajuste (NFI; Byrne, 2010), los cuales con valores superiores a .90 sugieren un ajuste satisfactorio; la desviación de la raíz cuadrada media (RMSEA), con valores en el rango de .09 a.05 o menos, los cuales son considerados razonables. También se calculó el índice esperado de validación cruzada (ECVI), que mide la discrepancia entre la matriz de covarianzas implicada en la muestra analizada y la matriz de covarianzas esperada para otra muestra de similar tamaño. Finalmente, para determinar la potencia del modelo propuesto se recurre al modelo de simulación bootstrap de remuestreo (Efron, 1979; Efron & Tibshirani, 1993), que se ejecuta con un total de 5,000 muestras del total de participantes en base a los parámetros de la población derivada de los resultados del AFC. En la segunda parte de nuestro estudio analizaremos con la muestra total las variables sociodemográficas y los comportamientos de sexting, así como la coacción para enviar los contenidos de sexting y el chantaje sufrido a posteriori. Finalmente se llevarán a cabo los análisis de regresión lineal por pasos hacia adelante para determinar las variables que mejor ayudan a explicar o predecir los comportamientos de sexting a través del envío de fotos y/o vídeos y de mensajes de texto. Parte I. Validación de la Escala de Comportamientos de Sexting Para validar la escala vamos a llevar a cabo un análisis factorial exploratorio (AFE) y un análisis factorial confirmatorio (AFC). Análisis factorial exploratorio (AFE). En primer lugar realizamos un análisis AFE mediante componentes principales y rotación Oblimin. El valor de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO = .82) y la prueba de esferidad de Bartlett (= .2368, p = .01) indican la adecuación de la matriz para realizar el análisis factorial. Todos los ítems obtienen un peso tanto en el factor I (enviar fotos/vídeos) como en el factor II (enviar mensajes de texto) mayor de .60 (de .60 a .87), indicando una estructura factorial formada por dos factores (ver Tabla 1). La comunalidad (h2) de todos los ítems fue superior a .54. También se estudió la consistencia interna mediante el coeficiente alfa de Cronbach, siendo de .83 para ambos factores. Para profundizar en la fiabilidad de las escalas se procedió al análisis de las correlaciones de cada ítem con la puntuación total de la escala y así comprobar si variaba el alfa de la escala eliminando cada ítem. De forma general todos los ítems tienen una correlación positiva elevada con sus factores (de .57 a .74). La eliminación de cada uno de los ítems provocó una disminución de la fiabilidad en todos los ítems. Análisis factorial confirmatorio (AFC). Con la finalidad de confirmar la estructura de la adaptación de la Escala de Comportamientos de Sexting (Weisskirch & Delevi, 2011) se puso a prueba cuatro modelos distintos. En primer lugar se evaluó un modelo unifactorial para todos los ítems de la escala que se mantuvieron en el EFA (modelo 1). Sus índices de ajuste fueron muy deficientes (ver Tabla 2). Tabla 2 Nota. Modelo 1: modelo de un factor; modelo 2: modelo de dos factores; modelo 3: modelo de dos factores añadiendo cinco reespecificaciones (ítem 3 al item 4, ítem 3 al ítem 5, ítem 4 al ítem 5, ítem 6 al ítem 9 e ítem 7 al ítem 9); modelo 4: resultados del bootstrapping (5,000 muestras). En segundo lugar, se procedió a evaluar el modelo con los dos factores identificados en el AFE (modelo 2). Los índices de ajuste encontrados, aunque superan a los del modelo 1, tampoco son adecuados. Examinando los índices de modificación (MI), destacan los siguientes: el primero de ellos asocia los errores del ítem 4 con el ítem 5 (MI = 132.8), el segundo asocia los errores del ítem 7 y del ítem 9 (MI = 118.3), el tercero asocia los errores del ítem 3 con el ítem 5 (MI = 90.8), el cuarto asocia los errores del ítem 6 con el ítem 9 (MI = 67.8) y el quinto asocia los errores del ítem 3 con el ítem 4 (MI = 15.8). Incorporando al modelo anterior estas cinco reespecificaciones, los índices de ajuste del nuevo modelo (modelo 3) mejoran sustancialmente, obteniendo valores aceptables (ver Tabla 2), con χ2 = 153.5, p < .001, c2/gl = 7.31, IFI = .963, CFI = .963, NFI = .957, RMSEA = 0.90, CFI = .963, ECVI = .295. Este modelo 3 se representa en la Figura 1. Todos los pesos de los factores fueron estadísticamente significativos, yendo de .45 a .85 para el factor I (enviar fotos y/o vídeos) y de .63 a .84 para el Ffactor II (enviar mensajes de texto). La correlación entre los dos factores fue de .65 (ver Figura 1). Para determinar la potencia del modelo propuesto con las cinco reespecificaciones, se recurre al modelo de simulación bootstrap que se ejecuta con un total de 5,000 muestras de 635 participantes en base a los parámetros de la población derivada de los resultados del CFA (modelo 4). Los resultados indican que el modelo de los dos factores propuesto se ajusta adecuadamente (ver Tabla 2). Análisis de las propiedades psicométricas de los ítems. Una vez confirmada la estructura factorial de la escala, consideramos apropiado evaluar algunas propiedades psicométricas de los ítems. La media, desviación típica, correlación ítem-total corregida, alfa de Cronbach si el ítem es eliminado de cada escala, así como el alfa total de las subescalas, pueden observarse en la Tabla 3. Tal y como se puede constatar, las correlaciones de cada ítem con las subescalas son en general elevadas (van de .57 a .74) y cuando se elimina un ítem la fiabilidad tiende a disminuir en todos los casos. Tabla 3 Nota. M = media; SD = desviación típica; ritc = correlación ítem-total corregido; α-ítem = alfa si se elimina el ítem. 1Ítems originales (Weisskirch y Delevi, 2011). Indicadores de validez de criterio. Las correlaciones entre las dos subescalas de comportamiento de sexting son significativas. Enviar fotos o vídeos de sí mismos correlaciona de forma positiva y elevada con enviar mensajes de texto (r = .54, p < .01). La validez de criterio de esta escala se comprobó al correlacionarlas con las variables de coerción y chantaje sufridas después de enviar contenido erótico/sexual a través del teléfono móvil/ordenador e Internet. Ambas subescalas de la Escala de Comportamientos de Sexting (envío de fotos y/o vídeos y mensajes de texto) correlacionaron negativamente con la variable sobre la coerción (r = - .19, p < .01 y r = - .16, p < .01) y el chantaje sufrido (r = - .14, p < .01 y r = - .11, p < .01, respectivamente). Parte II_ Análisis de los Comportamientos de Sexting y sus Consecuencias Con la población total llevamos a cabo, en primer lugar, el análisis de los comportamientos de sexting del colectivo adolescente en función del género (ver Tabla 4). En relación al envío de fotos y/o vídeos con contenido erótico/sexual no se dieron diferencias significativas entre chicos y chicas, presentando ambos niveles similares. Sin embargo, se detectaron diferencias significativas en el envío de mensajes de texto de contenido sexual, de forma que son los chicos los que envían mensajes de texto erótico-sexuales (t = 4.64, p < .001, d = 0.35). En segundo lugar, para analizar con mayor profundidad los comportamientos de sexting del colectivo de adolescentes se procedió a recodificar las variables de la escala de comportamientos de sexting como una variable dicotómica, “nunca” y “a veces”, en línea con los análisis propuestos por los autores de la escala (Weisskirch et al., 2017). En este sentido, se identificó que el 52.8% (n = 666) de los adolescentes varones y mujeres admitieron haber llevado a cabo este tipo de comportamientos, de los cuales el 57.8% (n = 385) habían enviado fotos y/o vídeos con contenido erótico/sexual y el 91.7% (n = 611) habían enviado mensajes de texto con contenido sexualmente sugerente (ver Tabla 5). Tabla 5 Nota. 1Esta variable se calculó a partir de la puntuación total de la Escala de Comportamientos de Sexting con opciones de respuesta de nunca (1) a siempre (5), y se creó una variable dicotómica a partir de 1 (nunca) a 2 (a veces). En relación a las personas que han llevado a cabo comportamientos de sexting (n = 666), se han identificado las siguientes consecuencias: el 11.6% (n = 76, 23 chicos y 53 chicas) de los adolescentes afirmaron que habían sido obligados/coaccionados a enviar contenido erótico/sexual y el 5.5% (n = 36, 14 chicos y 22 chicas) admitieron que habían sido chantajeados después de enviar contenido erótico/sexual a través del teléfono móvil y/o el ordenador. A continuación, por medio del análisis de regresión lineal por pasos hacia adelante, se comprueba qué variables de este estudio (variables sociodemográficas –género, edad, tener pareja, haber tenido pareja, posesión de móvil con internet y tener perfiles en redes sociales– y las de coacción y chantaje) explican mejor los comportamientos de sexting de enviar fotos/vídeos y de enviar mensajes de texto. La ecuación de regresión de la subescala de envío de mensajes de texto con contenido erótico/sexual queda explicada en un 30% por las variables edad, género, tener pareja actual o pasada, envío de fotos y/o vídeos de contenido sexual y haber sido coaccionado y chantajeado (ver Tabla 6), de forma que los alumnos que envían más mensajes de texto con contenido erótico/sexual son los chicos, los de mayor edad, los que tienen o han tenido una pareja afectiva, los que envían fotos y/o video, los que han sido obligados a enviar este tipo de contenido y los que han sido chantajeados después de enviar este contenido erótico-sexual. En cuanto al modelo de regresión de la subescala de envío de fotos y/o vídeos de contenido erótico/sexual es explicado en un 27 % por las variables edad, lugar de residencia, tener pareja actual o pasada, envío de mensajes de texto con contenido sexual y haber sido coaccionado o chantajeado (ver Tabla 6). Así, los estudiantes más activos en el envío de fotos y/o vídeos de contenido sexual son los de mayor edad, que viven en zonas urbanas, que tienen o han tenido una pareja afectiva, que suelen enviar mensajes de texto con contenido sexual y que, además, fueron obligados a enviar este tipo de contenido y también fueron chantajeados después de enviar contenidos sexuales. En el presente estudio, en primer lugar, se ha validado una escala que evalúa los comportamientos de sexting en una muestra de chicas y chicos en edad adolescente del noroeste de España. La escala ha mostrado aceptables propiedades psicométricas en general en esta muestra, habiéndose confirmado que la estructura factorial de dos dimensiones logra un mejor ajuste que el resto de modelos probados. También se han observado buenas propiedades psicométricas de los ítems (Carretero y Pérez, 2005). Además, el índice de discriminación (correlación ítem-total corregida) es superior a .30 en todos los ítems. Estos resultados son indicadores del adecuado funcionamiento de los ítems en su subescala y nos permitió obtener índices de fiabilidad adecuados de .83 en ambos factores, de forma que defendemos la incorporación de 4 ítems más a la escala original de Weisskirch y Delevi (2011), lo que ha supuesto una mejora significativa, ya que permite evaluar de forma diferenciada el envío de fotos y/o vídeos con contenido erótico/sexual y el envío de mensajes de texto sugerentes e insinuantes tanto a través del teléfono móvil como de las redes sociales o similares, ya que la mayoría de los adolescentes españoles disponen de dispositivos móviles con acceso a internet, ordenador personal y además también utilizan diariamente las redes sociales (Rial et al., 2014), tal y como también se ha evidenciado en nuestro estudio, ya que el 94.4% de los estudiantes afirmaban que disponían de teléfono móvil con internet y un 77% que tenían perfil en redes sociales como Facebook. Otro de los objetivos propuestos en esta investigación era evaluar las conductas de sexting de los adolescentes, así como determinar las consecuencias derivadas de dichos comportamientos. Los resultados muestran que más de la mitad de los participantes del estudio se implicaban activamente en comportamientos de sexting, en mayor medida enviando mensajes de texto erótico/sexuales, siendo los chicos los que más envíaban frente a sus compañeras. Estos resultados apuntan a una prevalencia elevada del sexting adolescente, en línea con otras investigaciones recientes (Molla et al., 2020). ¿Por qué envían más mensajes de texto erótico-sexual que imágenes o vídeos? Por un lado, el adolescente considera que enviar imágenes íntimas o eróticas/sexuales le expone a una mayor visibilidad en la red y puede tener que enfrentarse a consecuencias más negativas que el simple envío de un mensaje de texto; además las chicas suelen tener una mayor percepción del riesgo asociado al sexting (Alonso et al., 2017). Por otro lado, se considera que el sexting ayuda a los adolescentes a establecer o a iniciar relaciones afectivas y/o sexuales (Weisskirch & Delevi, 2011; Rodríguez-Castro et al., 2018), y el hecho de enviar fotografías eróticas/sexuales puede parecer más “agresivo” que enviar mensajes de texto en esos primeros acercamientos. Además, enviar mensajes de texto ofrece a los adolescentes la posibilidad de pensar con mayor detenimiento qué quieren decir al destinatario/a (pareja o futura pareja) (Madell y Muncer, 2007). La participación en comportamientos de sexting no está exenta de consecuencias. Así, como ponen en evidencia los resultados, el 11.6% de adolescentes fueron obligados a enviar contenido erótico/sexual y el 5.5% fueron chantajeados después de enviarlo. Además, se detecta que son ellas las que más presiones y chantajes sufren para llevar a cabo comportamientos de sexting. Estas dinámicas evidencian que los jóvenes que practican sexting se enfrentan a graves consecuencias psicosociales, por ejemplo, en relación a la reputación social (Barrense et al., 2017) que afecta diferencialmente a chicas y a chicos. Las primeras tienen más experiencias negativas cuando practican el sexting (Burén & Lunde, 2018) y a menudo se las juzga con mayor dureza que a los segundos (Ringrose et al., 2013), mientras que los chicos son más libres de exhibirse sin recibir la condena de sus compañeros o personas adultas (Albury, 2015). En este sentido, las chicas tienden a calificar positivamente a los chicos que envían sexts para iniciar la actividad sexual (Ferguson, 2011), frente a las valoraciones negativas que los adolescentes hacen de las chicas sexters. Al mismo tiempo, las chicas que “sextean” son juzgadas más duramente que sus compañeros, poniendo de manifiesto (Rodríguez-Castro et al., 2018) el doble rasero moral que se da en las dinámicas relacionales de los adolescentes españoles. Finalmente, en este estudio se identifican las variables que mejor explican los comportamientos de sexting en el colectivo adolescente. En este sentido, la mayor participación de los chicos en el envío de mensajes de texto sugerentes está respaldada por investigaciones internacionales (Jonsson et al., 2014; Van-Ouytsel et al., 2017). La edad es otra variable relacionada con el envío de contenido de sexting (Strassberg et al., 2013), siendo los chicos y chicas de más edad los más activos en el envío de contenido de sexting. También en cuanto al lugar de residencia en relación al envío de fotos y/o vídeos son más habituales las zonas urbanas, debido a que suelen tener un mayor acceso a internet (Instituto Gallego de Estadística [IGE, 2019]). Otra de las variables que explica el comportamiento de sexting, tanto el envío a través de mensajes de texto como de imágenes o vídeos de índole sexual, es tener una pareja en la actualidad y haberla tenido en el pasado. Actualmente el sexting se considera una nueva forma de interacción y expresión sexual en las parejas (Hasinoff, 2015) y se convierte en parte del “cortejo” o “coqueteo” de los adolescentes (Samimi y Alderson, 2014), es decir, en una forma más de expresar la sexualidad adolescente, que se nutre del sistema patriarcal de nuestra sociedad que prima el placer masculino, genitalizado y sexista en detrimento del placer femenino (Rodriguez et al., 2018). Dentro de esta dinámica sexual a través del sexting, los chicos asumen el papel más activo y tienden a tomar la iniciativa en las relaciones afectivo-sexuales, enviando más mensajes de texto eróticos-sexuales para convencer y/o presionar a su parejas y para obtener un contenido sexual de ella (Springston, 2017), mientras que las chicas que practican sexting suelen alegar dos motivos principales: bien porque quieren conseguir una pareja para que les sitúe en una posición de reconocimiento social, visible y protegido dentro del grupo de iguales (Van-Roosmalen, 2000) bien porque son coaccionadas por su pareja. Así, este tipo de manipulaciones sexuales a través de los medios tecnológicos y espacios virtuales se ha convertido en una nueva forma de expresión de violencia en las relaciones de pareja (Walker et al., 2013). Limitaciones del Estudio En cuanto a las limitaciones del presente estudio, abarca una franja etaria concreta, por lo que sería necesario extender la validación de las escalas a la población adulta, teniendo en cuenta la gran prevalencia de las prácticas de sexting en este grupo de edad. En esta investigación solo se han incluido los centros educativos de carácter público, lo cual puede suponer una limitación, por lo que sería importante ampliar la muestra a estudiantes de centros privados y religiosos para determinar las diferencias respecto a las conductas de sexting adolescente. Al mismo tiempo, para examinar los comportamientos de sexting de adolescentes con mayor profundidad, deben evaluarse a partir de diseños cualitativos, en los cuales los adolescentes expliquen sus opiniones, percepciones y motivación sobre sexting a través de sus propias palabras. Conclusiones e Implicaciones Por lo tanto, la participación activa del colectivo adolescente en los comportamientos de sexting nos lleva a defender la incorporación de programas integrales de educación sexual en los centros escolares, que promuevan una educación integral, igualitaria e inclusiva en sexualidad. Solo formando en sexualidad a los más jóvenes les proporcionaremos las herramientas necesarias para protegerse de las consecuencias negativas y los riesgos asociados que pueden surgir de los comportamientos de sexting. Sin embargo, a pesar de que actualmente ya disponemos de un marco jurídico que ampara la educación sexual integral en todos los niveles del sistema educativo en España y de que las evidencias científicas avalan la utilidad de los programas de educación sexual integrales (Montgomery y Knerr, 2016), la educación sexual sigue siendo la “asignatura pendiente” en nuestro sistema educativo (Lameiras et al., 2019). Paralelamente, consideramos importante proporcionar también a los jóvenes formación sobre el uso seguro y responsable de las TICS (Wachs et al., 2016), para lo cual es esencial contar con instrumentos fiables para que la comunidad educativa pueda tener una herramienta clave para detectar las necesidades y para su posterior intervención psicoeducativa en relación a los peligros del sexting, de forma que el actual sistema educativo tiene que responder a las nuevas realidades sociales generadas tanto en la vida online como en la offline, que permita a los jóvenes vivir y expresar sus relaciones interpresonales y de pareja, igualitarias y libres de violencia. Sexting is behavior that refers to the production and distribution of sexual or erotic photographs, vídeos, and/or texts through social media or other electronic resources (Gámez-Guadix et al., 2017; Weisskirch & Delevi, 2011, 2017). In a recent systematic review of research on sexting, the prevalence of this behavior in adolescents was found to be around 14-27% (Madigan et al., 2018). In Spain, little research on sexting has been carried out with adolescent samples. One of the first studies (INTECO, 2010) showed that 8.1% and 4%, respectively, of adolescent boys and girls admitted having made photos/vídeos of themselves in sexy poses. Recent research points to a range between 11% (Villanueva & Serrano, 2019) and 13-17% (Gámez-Guadix et al., 2017; Gámez-Guadix & Mateos, 2019) regarding the prevalence of sexting behaviors in Spanish adolescents. Since 2008, a number of scales have been developed to assessment sexting behaviors, mostly with clear psychometric limitations related to the reliability and validity of the instruments. There are still few scales available to assess the prevalence of sexting, both internationally (Walrave et al., 2015) and nationally (Gámez-Guadix et al., 2015, 2017). Thus, the aim of this research is threefold. The first objective is to validate the Sexting Behavior Scale (Weisskirch & Delevi, 2011), stating its two-dimensionality, in a sample of adolescents; the second objective is to identify the prevalence rates of sexting behaviors in relation to sending photos and/or vídeos with erotic/sexual content and sending text messages with sexual content; and the third objective focuses on identifying the consequences associated with sexting behaviors. A total of 1,271 (50.8% girls) students from Secondary Education schools participated, with an average age of 15.60 (SD = 1.13) and with an age range from 14 to 19 year, of which 50.9% of the students in their centers were in urban areas, compared to 49.1% in rural or semi-rural areas. To carry out the validation of the Sexting Behaviors Scale, based on Anderson and Gerbing (1988), Brown (2006), and Izquierdo et al., (2014), to analyze the factorial structure of the scale, the sample was divided into two subsamples. Both subsamples consisted of 50% (n = 635) of the total sample. To determine the factor structure underlying the items, we carry out an exploratory factor analysis (EFA) with the first subsample. Subsequently, to confirm this structure we performed confirmatory factor analysis (CFA) with the second subsample. SPSS was used to realize the EFA and to analyze the items’ psychometric properties: means, standard deviations, Cronbach’s alpha, corrected item-total correlation, and alpha if the item is deleted. Pearson correlations were carried out to test the external validity of the Sexting Behaviors Scale and the variables about the coercion and blackmail suffered after sending erotic/sexual content. Finally, independent t-tests were used to assess gender differences. A scale that evaluates sexting behaviors was validated. The scale has shown generally acceptable psychometric properties in this sample, having confirmed the two-dimensional factorial structure, which is the one that achieves a better fit than the rest of the tested models. Good psychometric properties of the items were also observed (Carretero & Pérez, 2005). In addition, the discrimination index (corrected total item correlation) is greater than .30 in all items. These results are indicators of the appropriate functioning of the items on their subscale and allowed us to obtain adequate reliability indices of .83 in both factors. Our results show that 52.8% (n = 666) of the adolescents admitted that they had carried out this type of behavior, of whom 57.8% (n = 385) had sent photos and/or vídeos with erotic content/sexual, and 91.7% (n = 611) had sent text messages with sexually suggestive content (see Table 5). In relation to people who had carried out sexting behaviors (n = 666), the following consequences were identified: 11.6% (n = 76, 23 boys and 53 girls) of adolescents stated that they were forced/coerced into sending erotic/sexual content, and 5.5% (n = 36, 14 boys and 22 girls) admitted that they were blackmailed after sending erotic/sexual content via mobile phone and/or computer. The active participation of the adolescent group in sexting behaviors leads us to defend the incorporation of sex education programs in schools that promote an integral, equitable, and inclusive education in sexuality. At the same time, we consider it important to provide training on the safe and responsible use of TICS (in line with the conclusions of Wachs et al., 2016). In this sense, having reliable instruments offers the educational community a key tool for psychoeducational intervention regarding the dangers of sexting. The current educational system has to respond to the new social realities generated, providing adolescents with training that allows them to live their sexual relationships safely, both on real and virtual levels. Conflicto de Intereses Los autores de este artículo declaran que no tienen ningún conflicto de intereses. Financiación. Este estudio ha sido financiado por el Diputación Provincial de Ourense y la Universidad de Vigo (España). Referencia de investigación: Proyecto INOU14-09. Cite this article as: Rodríguez-Castro, Y., Alonso-Ruido, P., González-Fernández, A., Lameiras-Fernández, M. y Faílde-Garrido, J. M. (2021). Validación de una escala de comportamientos de sexting en adolescentes: prevalencia y consecuencias asociadas. Psicología Educativa, 27(2), 177-185. https://doi.org/10.5093/psed2021a9 Referencias |
Para citar este artículo: Rodríguez-Castro, Y., Alonso-Ruido, P., González-Fernández, A., Lameiras-Fernández, M. y Faílde-Garrido, J. (2021). Validación de la Escala de Comportamientos de Sexting en Adolescentes: Prevalencia y Consecuencias Asociadas. Psicología Educativa, 27(2), 177 - 185. https://doi.org/10.5093/psed2021a9
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